SANTANDER Y LOS EJERCITOS PATRIOTAS 1811-1819

ANDRÉS MONTAÑA
(Compilador)

Tomo I y II (Obra completa)

ISBN: 958-643-000-6 (Obra completa)

Nota de la Edición: Tomado de la Edición de la Fundación para la Conmemoración del Bicentenario del Natalicio y el Sesquicentenario de la Muerte del General Francisco de Paula Santander. Biblioteca de la Presidencia de la República Administración Virgilio Barco, Bogotá, 1989.

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Prólogo
Nota metodológica
Índices (Onomástico toponímico y temático)
Cronologías

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TABLA DE CONTENIDO

1. Batallón de infantería de guardias nacionales de Santafé
2. Proclama de Manuel del Castillo y Rada. Honda, 1° de abril de 1811
3. Certificación. Villa de Honda, 4 de abril de 1811
4. Carta contra Nariño. Tunja, 10 de abril de 1812
5. Acta de Sogamoso. Sogamoso, 25 de mayo de 1812
6. Informe sobre independencia del Socorro. Tunja, 4 de septiembre de 1812
7. Supremo congreso de Nueva Granada. Tunja, 8 de octubre de 1812
8. Batalla de Bogotá. Campo de San Diego, 6 de enero de 1813
9. ¿Qué pasó en San Victorino? Desde las aulas de San Bartolomé, 25 de enero de 1813
10. Santander, sargento mayor. Tunja, 10 de febrero de 1813
11. Segundo parte del coronel Castillo sobre el combate de la Angostura de La Grita. La Grita, 15 de abril de 1813 3°
12. Informe de Bolívar. San Cristóbal, 16 de abril de 1813 3°
13. Reconvenciones de Santander. La Grita, 19 de abril de 1811 3°
14. Sobre algunos embargos. Bailadores, 24 de abril de 1813 3°
15. Santander, descontento. Bailadores, 29 de abril de 1813
16. Enfermedades y deserciones. La Grita, 30 de abril de 1813
17. Pobreza y más deserciones. La Grita, 30 de abril de 1813
18. Consulta sobre entrega de compañía. La Grita, 3 de mayo de 1813
19. Más incomodidades. La Grita, condenada, 4 de mayo de 1813
20. Posible liberación de Venezuela. Cúcuta, 4 de mayo de 1813
21. Expresiones de lealtad. La Grita, 11 de mayo de 1813 3°
22. Retirada de Monteverde. Santafé, 16 de mayo de 1813
23. Sobre envío del batallón 5°. La Grita, 18 de mayo de 1813
24. Problemas por traslado del batallón 5°. La Grita, 19 de mayo de 1813 3°
25. Recibo de decretos y otras disposiciones. Mérida, 9 de junio de 1813 3°
26. Oficios enviados por Villavicencio. Villa del Rosario de Cúcuta, 24 de julio de 1813 3°
27. No va a Venezuela. Rosario, 31 de julio de 1813 3°
28. Santander, comandante interino. San José de Cúcuta, 5 de septiembre de 1813 3°
29. Emboscada en Lomapelada. Rosario de Cúcuta, 21 de septiembre de 1813 3°
30. Retirada de Cácota de Velasco. Pamplona, 8 de diciembre de 181 3°
31. Disgustos de Santander. San Faustino, 19 de abril de 1814
32. Descargos de Santander. San Faustino, 8 de mayo de 1814 4°
33. En defensa de Santander. Táriba, 21 de mayo de 1814 4°
34. Santander relata acciones de guerra, 1814
35. Idioma franco: verdadera amistad. San José de Cúcuta, 4 de junio de 1814
36. Solicitud de armas. San José de Cúcuta, 23 de junio de 1814
37. Congratulaciones y ofrecimientos. San José de Cúcuta, 6 de agosto de 1814
38. Problemas en Venezuela. San José de Cúcuta, 18 de agosto de 1814
39. Congratulaciones a Urdaneta. Ocaña, 27 de septiembre de 1814
40. Disposiciones para la defensa. Rosario de Cúcuta, 9 de noviembre de 1814
41. Jugando a ingeniero. Rosario de Cúcuta, 6 de diciembre de 1814
42. Fortificaciones y otros preparativos. Rosario de Cúcuta, 6 de diciembre de 1814 4°
43. Notificación de instrucciones. Santafé, 7 de enero de 1815
44. Grandes acontecimientos. Chopo, 10 de enero de 1815
45. Acechan los peligros. Cartagena, 31 de julio de 1815 5°
46. Secretaría de guerra. Santafé, 4 de septiembre de 1815
47. Indiferencia por la causa patriota. Ocaña, 22 de septiembre de 1815
48. En pronto socorro de Cartagena. Santafé, 13 de octubre de 1815
49. Acción del escuadrón del Alto Magdalena
50. Deserción y robo de armas. Ocaña, 31 de diciembre de 1815 5°
51. Noticias del interior. Pamplona
52. No mirar con desprecio al enemigo
53. Parte del general del ejército republicano del norte. Campo de Cachiri, 10 de febrero de 1816 6°
54. Horrorosa carnicería
55. Estruendosa derrota
56. Parte realista del triunfo en Cachirí
57. Derrotas militares patriotas. Ocaña, 6 de marzo de 1816
58. Santander, mayor general. 7 de marzo de 1816
59. Parte de victoria de Morillo. Mompós, 9 de marzo de 1816
60. Golpe al enemigo español. 21 de abril de 1816
61. Santander debe estar alerta a tomar el mando. 21 de abril de 1816
62. Prevenciones y precaución. Santafé, 23 de abril de 1816
63. Que vuelva José Fernández Madrid. Chocontá, 23 de abril de 1816
64. Amenazar y contener al ejército español. Chía, 1° de mayo de 1816
65. Más sobre Serviez
66. Caso particular. Chipaque, 31 de mayo de 1816
67. Vieron a Serviez con Santander. Santafé, 5 de junio de 1816
68. Conseja contra Santander
69. Movilización de tropas. Santafé, 11 de agosto de 1816
70. Reorganización de recursos. Nunchía, 26 de agosto de 1816
71. De nuevo al ataque. Santafé, 31 de agosto de 1816
72. Conviene mucha vigilancia
73. Combatir sin tregua
74. Reunión urgente. Barcelona, 10 de enero de 1817 7°
75. Sucesos adversos
76. Orden para auxiliar a Santander. Upatá, 7 de marzo de 1817
77. Combates en el río. Fuerte Brion, 4 de agosto de 1817
78. Ataque del enemigo. Rastro, 19 de abril de 1818 8°
79. Atentado al Libertador
80. Combate sangriento
81. El coronel Santander, admitido en ejércitos de Venezuela. Angostura, 18 de junio de 1818 8°
82. Santander explica con franqueza. Angostura, 22 de junio de 1818 8°
83. Santander pide vindicar a venezolanos. Angostura, 6 de julio de 1818 8°
84. Monagas escribe. Tapirira, 13 de julio de 1818
85. Orden de los libertadores. Angostura, 16 de julio de 1818
86. Virtudes de Santander. Maturín, 3 de agosto de 1818
87. Ascenso de Santander. Angostura, 12 de agosto de 1818
88. Santander es nombrado general de brigada. Angostura, 12 de agosto de 1818 8°
89. Santander en Casanare. Guayana, 13 de agosto de 1818 8°
90. Próspera carrera de Santander. Angostura, 14 de agosto de 1818
91. Santander a Casanare. Angostura, 17 de agosto de 1818
92. Sucre celebra el envío de Santander. Guayana, 18 de agosto de 1818 8°
93. Operación sobre la Nueva Granada. Angostura, 19 de agosto de 1818 8°
94. Instrucciones para Santander. Angostura, 21 de agosto de 1818
95. El enemigo, reducido a difícil situación. 21 de agosto de 1818 8°
96. Certificación sobre la conducta de Santander. Angostura, 22 de agosto de 1818
97. Relación de efectos de guerra. Angostura, 25 de agosto de 1818 8°
98. Santander, jefe de la vanguardia. Angostura, 25 de agosto de 1818 8°
99. Páez aclara su proceder
100. Amenaza realista por el sur. Angostura, 5 de septiembre de 1818 8°
101. Santander pide franqueza a Páez. Caicará, 3 de octubre de 1818 8°
102. Orden terminante. Achaguas, 12 de octubre de 1818 8°
103. Instrucciones de marcha y ascensos. Caracas, 16 de octubre de 1818
104. Santander urge correspondencia. Caribana, 20 de octubre de 1818
105. Instrucción y disciplina. Angostura, 21 de agosto de 1818
106. Vía libre a Casanare. Achaguas, 30 de octubre de 1818 8°
107. Malos presagios. Achaguas, 30 de octubre de 1818
108. Presentación de Santander en Casanare. Achaguas, 1 de noviembre de 1818 8°
109.Soublette responde a Santander. Angostura, 13 de noviembre de1818
110. Moreno, confirmado. Guanapalo, 19 de noviembre de 1818
111. Relación de actividades, informes de Anzoátegui. San Fernando, 20 de noviembre de 1818 8°
112. Posición favorable de Inglaterra. San Fernando, 27 de noviembre de 1818
113. Alivio por nombramiento de Santander. Zapatosa, 28 de noviembre de 1818
114. Santander pide informes. Guanapalo, 29 de noviembre de 1818
115. Orden de reconocimiento. Guanapalo, 29 de noviembre de 1818
116. Que regresen. Guanapalo, 29 de noviembre de 1818
117. Zea hace advertencias. Angostura, 1° de diciembre de 1818
118. Circular. 2 de diciembre de 1818 8°
119. Se establece correo. Guanapalo, 2 de diciembre de 1818
120. Congratulación de Briceño. Angostura, 2 de diciembre de 1818
121. Estado de defensa
122. Retirada estratégica. Guanapalo, 4 de diciembre de 1818
123. Medidas de precaución. Guanapalo, 4 de diciembre de 1818 8°
124. Más vigilancia a almacenes militares. Guanapalo, 5 de diciembre de 1818
125. Superadas diferencias. Guanapalo, 6 de diciembre de 1818
126. Bolívar imparte mayor estrategia. Angostura, 7 de diciembre de 1818
127. Fabricar gorras. Guanapalo, 8 de diciembre de 1818
128. Mantener vigilancia. Guanapalo, 8 de diciembre de 1818
129. Debe reinar armonía. Guanapalo, 8 de diciembre de 1818
130. Orden terminante a juez mayor. 8 de diciembre de 1818
131. Estrategia para la defensa. Guanapalo, 8 de diciembre de 1818
132. Orden de envío de armamentos. La Trinidad, 13 de diciembre de 1818
133. Nombramiento e instrucciones. La Trinidad, 13 de diciembre de 1818
134. Orden de auxilio. La Trinidad, 13 de diciembre de 1818
135. Permiso para atacar. Jomos, 14 (¿diciembre?) de 1818
136. Relevo de mando. La Trinidad, 14 de diciembre de 1818
137. Vigilancia y buen trato. La Trinidad, 14 de diciembre de 1818
138. Instrucción para las milicias. La Trinidad, 14 de diciembre de 1818
139. No pelear en desventaja. La Trinidad, 14 de diciembre de1818
140. Los mejores soldados para el general. La Trinidad, 15 de diciembre de 1818
141. Escogencia de oficiales. La Trinidad, 15 de diciembre de 1818
142. Pedido de tropas. La Trinidad, 15 de diciembre de 1818
143. Organizar compañía en Taguana. La Trinidad, 16 de diciembre de 1818
144. Tropa para Taguana. La Trinidad, 16 de diciembre de 1818
145. Hacer público el movimiento de tropas. La Laguna, 18 de diciembre de 1818
146. Instrucción del recluta. La Laguna, 18 de diciembre de1818
147. Cumplir lo ordenado. La Laguna, 18 de diciembre de1818
148. Vigilar al enemigo. La Laguna, 18 de diciembre de 1818
149. Retirada, si es necesario. La Laguna, 18 de diciembre de 1818
150. Oficio a Ortega. La Laguna, 18 de diciembre de 1818
151. Autorización para el juez mayor. La Laguna, 19 de diciembre de 1818 8°
152. Instrucciones para el reclutamiento de nuevas tropas. Curimina, 20 de diciembre de 1818
153. Orden para el comandante. 20 de diciembre de 1818
154. Instrucción para colaborarle a Lara. Curimina, 20 de diciembre de 1818
155. Lara va en comisión. Curimina, 20 de diciembre de 1818
156. Alertas para la retirada. Curimina, 20 de diciembre de 1818
157. Santander se da por enterado. Curimina, 20 de diciembre de 1818
158. Que envíen sastres. Curimina, 25 de diciembre de 1818
159. Comunicar las novedades oportunamente. Curimina, 28 de diciembre de 1818
160. Orden de enviar pertrechos. Curimina, 29 de diciembre de 1818
161. Avisar que no existe novedad. Curimina, 29 de diciembre de 1818
162. Libertad de acción. Curimina, 29 de diciembre de 1818
163. El gobierno convoca congreso. Nueva Guayana, 30 de diciembre de 1818
164. Vergara escribe a Santander. San Juan de Payara, 1° de enero de 1819
165. Remisión
166. Responsable de la orden. Carrastol, 2 de enero de 1819
167. Encargo
168. Orden de marchar. 2 de enero de 1819
169. Alertado. 2 de enero de 1819
170. Traslado a Pore. 2 de enero de 1819
171. Movimientos del enemigo. La Trinidad, 3 de enero de 1819
172. Comunicaciones breves. La Trinidad, 4 de enero de 1819
173. Envío de licencia. La Trinidad, 5 de enero de 1819
174. Pedido de envío de fusiles. La Trinidad, 5 de enero de 1819
175. Trasladar hombres a Pore. La Trinidad, 6 de enero de 1819
176. Confirmar llegada de los hombres. La Trinidad, 6 de enero de 1819
177. Conseguir el pago de réditos. La Trinidad, 6 de enero de 1819
178. No cubrir libramientos. La Trinidad, 6 de enero de 1819
179. Pedido de auxilio caballar. La Trinidad, 7 de enero de 1819
180. Galea debe pagar. La Trinidad, 7 de enero de 1819
181. Pedido de plateros. La Trinidad, 8 de enero de 1819
182. Dispuestos a marchar. La Trinidad, 8 de enero de 1819
183. Comunicado a comandantes. La Trinidad, 9 de enero de 1819
184. Conceder licencias cortas. La Trinidad, 10 de enero de 1819
185. Ramón Carreño debe ir al cuartel general. 11 de enero de 1819
186. Vegal, responsable de parque. 11 de enero de 1819
187. Apresar a los desertores. 11 de enero de 1819
188. Conductores y bestias deben regresar. 11 de enero de 1819
189. Licencia para labradores. 11 de enero de 1819
190. Consulta sobre tabaco malo. La Trinidad, 12 de enero de 1819
191. Un amigo a discreción. Angostura, 12 de enero de 1819
192. Ordenes de rutina. La Trinidad, 13 de enero de 1819
193. Conducir a la recluta. La Trinidad, 13 de enero de 1819
194. Perseguir a los desertores. 13 de enero de 1819
195. Los reclutas serán recluidos. 13 de enero de 1819
196. Mandar a Pore todos los reclutas. 13 de enero de 1819
197. Reclutar más gente en Taguana. 13 de enero de 1819
198. Llevar escolta a Pore a la recluta. La Trinidad, 13 de enero de 1819
199. Fuga de presos. 15 de enero de 1819
200. Alcalde de Chámeza enviará reclutas. 15 de enero de 1819
201. Las demoras deben ser explicadas. La Trinidad, 16 de enero
202. Efectivos para Tame. La Trinidad, 16 de enero de 1819
203. Consejo de guerra. La Trinidad, 16 de enero de 1819
204. Reiteración de orden anterior. 16 de enero de 1819
205. Se necesitan cartuchos. 16 de enero de 1819
206. Motta lleva reclutas. 16 de enero de 1819
207. Santander, de acuerdo con las medidas. La Trinidad, 16 de enero de 1819 9°
208. División fuerte y organizada. San Juan de Payara, 18 de enero de 1819
209. La Nueva Granada será libre. Pore, 13 de febrero de 1819 9°
210. Santander indaga sobre la violación de su correspondencia. 19 de enero de 1819
211. Aviso de expedición. 19 de enero de 1819
212. Aligerar la entrada. 19 de enero de 1819.
213. Pliego para el jefe supremo. 19 de enero de 1819
214. Entregar los fusiles. 19 de enero de 1819
215. Informarse sobre el enemigo. 19 de enero de 1819
216. Misión delicada. 19 de enero de 1819
217. El enemigo avanza por el llano. 19 de enero de 1819
218. Orden de batir al enemigo. 19 de enero de 1819
219. Marchar a La Laguna. 19 de enero de 1819
220. Reunir de nuevo a la gente. 19 de enero de 1819
221. Orden de hostilizar al enemigo. 19 de enero de 1819
222. Santander pide refuerzos. 19 de enero de 1819
223. Retirarse al cuartel general. 19 de enero de 1819
224. Partida enemiga avanza. 19 de enero de 1819
225. Se recibió el parque. 19 de enero de 1819
226. Se suspende envío de armas. 20 de enero de 1819
227. Recibimos los documentos. 20 de enero de 1819
228. Empleo de capitán. 20 de enero de 1819
229. Licencia médica. 20 de enero de 1819
230. Nombrar el reemplazo de Ortega. 20 de enero de 1819
231. Boletín del ejército libertador de Venezuela, del día 20 de enero de 1819 9°
232. Instrucción reservada al comandante Sasmajous. 21 de enero de 1819
233. Encargo a comandantes. 21 de enero de 1819
234. Examinar a la fuerza enemiga. 21 de enero de 1819
235. Hay que saber del enemigo. 21 de enero de 1819
236. Dirigir la correspondencia a Charte. 21 de enero de 1819
237. Instrucciones precisas. 21 de enero de 1819
238. Los enemigos en Taguana. 21 de enero de 1819
239. Enviar socorro a Arredondo. 21 de enero de 1819
240. Toda la tropa debe salir. 21 de enero de 1819
241. El enemigo sorprende. 21 de enero de 1819
242. Se expedirán pasaportes para ir a Guanapalo. 21 de enero de 1819
243. Combatir a los invasores en Taguana. 21 de enero de 1819
244. Orden de marcha. 21 de enero de 1819
245. Cuidar los caballos a todo trance. 21 de enero de 1819
246. Emprender operaciones. 21 de enero de 1819
247. Un solo comandante. 21 de enero de 1819
248. Conseguir bogas. 21 de enero de 1819
249. Caballería para transportar a los percheros. 21 de enero de 1819
250. Se puede pedir más caballería. 22 de enero de 1819
251. Envío de oficio. 22 de enero de 1819
252. El ejército de Apure, de los mejores. San Juan de Payara, 22 de enero de 1819
253. Béjar puede tornar a su base. 23 de enero de 1819
254. Páez reitera amistad. San Fernando, 23 de enero de 1819
255. Ordenes superiores. 24 de enero de 1819
256. Todo el ganado para Guachiría. 24 de enero de 1819
257. Castigo ejemplar a quien no cumpla su deber. 24 de enero de 1819
258. Queja contra Vegal. 24 de enero de 1819
259. Traer a la recluta. 24 de enero de 1819
260. Carne para las familias indígenas que colaboran. 24 de enero de 1819
261. Proveer al hospital. 25 de enero de 1819
262. Se requiere sal. 26 de enero de 1819
263. Ordenes referentes a la recluta. 26 de enero de 1819
264 Recibido el parque. 26 de enero de 1819
265. Prevención y ayuda. 26 de enero de 1819
266. Remisión de diario. La Trinidad, 26 de enero de 1819
267. Perder la lanza es inadmisible. La Trinidad, 27 de enero de 1819
268. Las órdenes serán cumplidas a pesar de todo. 27 de enero de 1819
269. Evitar que los indígenas se conviertan en bandidos. 29 de enero de 1819
270. Comunicarse solo por novedades. 29 de enero de 1819
271. Nombramiento en la comandancia. La Trinidad, 30 de enero
272. Cuidado con las deserciones. 30 de enero de 1819
273. Santander anuncia arribo a Pore. 30 de enero de 1819
274. No se debía abandonar Zapatosa. 30 de enero de 1819
275. Reunir la recluta, y vigilar. 30 de enero de 1819
276. Abastecer de carne. La Trinidad, 30 de enero de 1819
277. Envío de papel. 30 de enero de 1819
278. Obando, comandante. 30 de enero de 1819
279. Apresar a los desertores. 1° de febrero de 1819
280. Enviar sal y quina. 2 de febrero de 1819
281. Instrucciones
282. No es necesario movilizar tropas. La Trinidad, 3 de febrero de 1819
283. Respeto entre compañeros. La Trinidad, 3 de febrero de 1819
284. Severos castigos. 3 de febrero de 1819
285. Falta ganado. La Trinidad, 5 de febrero de 1819
286. Jerarquía militar. 6 de febrero de 1819
287. Desaprobados ascensos. La Trinidad, 6 de febrero de 1819
288. Hablar con franqueza. La Trinidad, 6 de febrero de 1819
289. Novedades en los frentes. Pore, 9 de febrero de 1819
290. Conseguir víveres. La Laguna, 10 de febrero de 1819
291. La Ninfa, capturada. Cuero para parches. La Laguna, 10 de febrero de 1819
292. Llegaron los desertores
293. Galea, enfermo. La Laguna, 11 de febrero de 1819
294. Conseguir víveres. La Laguna, 12 de febrero de 1819
295. La ganancia debe ser segura. Pore, 12 de febrero de 1819
296. Instrucciones a comandante. 13 de febrero de 1819
297. Entregar tropas a Ramírez. La Laguna, 13 de febrero de 1819
298. Aprobar nombramiento. 13 de febrero de 1819
299. Los oficiales, colocados efectivamente. 13 de febrero de 1819
300. Mando interino. 13 de febrero de 1819
301. Recibido el parte. La Laguna, 13 de febrero de 1819
302. Los dragones, a pie. 13 de febrero de 1819
303. Cuidado con Morillo. Pore, 13 de febrero de 1819
304. Correspondencia más frecuente. Maturín, 13 de febrero de 1819
305. Golpe decisivo al enemigo. Támesa, 13 de febrero de 1819
306. Comunicación permanente. La Laguna, 15 de febrero de 1819
307. Algunas disposiciones... . 15 de febrero de 1819
308. Embargar el ganado. La Laguna, 15 de febrero de 1819
309. Ocuparse solo del ganado. La Laguna, 16 de febrero de 1819
310. Se necesitan armeros. La Laguna, 16 de febrero de 1819
311. Desean éxitos a Santander. Arauca, 18 de febrero de 1819
312. Prevenir procedimientos bajos. Arauca, 18 de febrero de 1819
313. Instrucciones generales. Pore, 19 de febrero de 1819
314. Avisar a Arredondo cuando viene el enemigo. Pore, 19 de febrero de 1819
315. A marchas forzadas pero sin dar ventajas. Pore, 20defebrerode 1819
316. Cumplir las órdenes. Pore, 20 de febrero de 1819 9°
317. Regresar a Tame como comandante. La Laguna, 21 de febrero de 1819
318. Mandar hierro. La Laguna, 22 de febrero de 1819
319. Remitir fusiles. 22 de febrero de 1819
320. Envíos de aprobación y de papel. La Laguna, 23 de febrero de 1819
321. Vino el alférez Moreno. La Laguna, 23 de febrero de 1819
322. Aprueba la marcha. La Laguna, 23 de febrero de 1819
323. Sólo deben ir las mujeres. 23 de febrero de 1819
324. Solicitar buque, conductor y bogas. La Laguna, 23 de febrero de 1819
325. El juez debe vivir permanentemente en Guanapalo. La Laguna, 23 de febrero de 1819
326. La deserción es notoria. La Laguna, 24 de febrero de 1819
327. Enviar víveres y otoba. La Laguna, 24 de febrero de 1819
328. Efectuar prudentemente reconocimiento militar. La Laguna, 24 de febrero de 1819
329. Franco pasará a Zapatosa. 24 de febrero de 1819
330. Vigilancia al comercio. 24 de febrero de 1819
331. Entregar el mando. La Laguna, 24 de febrero de 1819
332. América será libre e independiente. La Laguna, 25 de febrero de 1819
333. Más novedades. 25 de febrero de 1819
334. No demorar la ejecución de las órdenes. La Laguna, 25 de febrero de 1819
335. Cuidado con los espías. La Laguna, 26 de febrero de 1819
336. Auxilios en abundancia. La Laguna, 26 de febrero de 1819
337. Más determinaciones. La Laguna, 27 de febrero de 1819
338. No permitir el comercio con La Salina. La Laguna, 27 de febrero de 1819
339. Auxilio de caballos y otros comentarios. La Laguna, 27 de febrero de 1819
340. Utilizar a los indios como bogas y agricultores. La Laguna, 27 de febrero de 1819
341. Papeleta de noticias. La Laguna, 27 de febrero de 1819
342. Por ausencia, relevo en el mando. La Laguna, 28 de febrero de 1819
343. Recuperar las mulas con las marcas descritas. La Laguna, 28 de febrero de 1819
344. Licencia para atender a la familia. 28 de febrero de 1819
345. Operaciones preliminares
346. Reunión de capitanes. Tame, 3 de marzo de 1819
347. Robo de caballos, castigable. Tame, 3 de marzo de 1819
348. Escasez de caballos. Tame, 3 de marzo de 1819
349. Movilizar ganado con licencia. Tame, 3 de marzo de 1819
350. Más novedades. Tame, 4 de marzo de 1819
351. Conseguir herramientas. Tame, 6 de marzo de 1819
352. Orden de ir a La Laguna. Tame, 6 de marzo de 1819
353. Buscar al culpable de Agua Blanca. Tame, 6 de marzo de 1819
354. Entregar el mando. Tame, 8 de marzo de 1819
355. Orden de remitir cartuchos. Tame, 8 de marzo de 1819
356. Concha atacará al enemigo. Tame, 8 de marzo de 1819
357. Movimientos del enemigo. Caicará, 8 de marzo de 1819 9°
358. Custodio en la casa de moneda. Tame, 10 de marzo de 1819
359. Más órdenes. Tame, 10 de marzo de 1819
360. Dar algunas gratificaciones. Tame, 10 de marzo de 1819
361. El comandante Moreno va a Betoyes en misión. Tame, 10 de marzo de 1819
362. Breve informe. Araguaquen, 12 de marzo de 1819 9°
363. Aprehendido espía. Socorro, 12 de marzo de 1819
364. Deseo de más triunfos. Araguaquen, 12 de marzo de 1819
365. Oficio para el juez mayor. Tame, 13 de marzo de 1819
366. Morillo con mucho desacierto. El Polvero, 17 de marzo de 1819
367. Salvar la patria con honra. La Laguna, 17 de marzo de 1819
368. Nueva Granada: libertarla de sus opresores. Pore, 18 de marzo de 1819
369. Moreno debe ser juez imparcial. Nueva Guayana, 18 de marzo de 1819
370. Nuestro ejército, superior al español. Caujaral, 24 de marzo de 1819
371. Casanare
372. Original del parte que dio Barreiro al virrey sobre su desgraciada expedición a Casanare a principios de 1819
373. Muestra de solidaridad. La Laguna, 8 de abril de 1819
374. Lo felicito, coronel. La Laguna, 8 de abril de 1819
375. Algunos encargos. ¿Abril de 1819?
376. Preludios de libertad. Margarita, 12 de abril de 1819
377. Rápidos desplazamientos. El Palmar, 22 de abril de 1819
378. Separación de Lara. El Palmar, 24 de abril de 1819
379. Reunión en punto seguro. Mantecal, 24 de abril de 1819 9°
380. Ordenes de Bolívar. Mantecal, 25 de abril de 1819 9°
381. Permitirle a Lara salir. Mantecal, 26 de abril de 1819
382. Relación de operaciones. Pore, 3 de mayo de 1819
383. Continúa el avance patriota. Sogamoso, 3 de mayo de 1819
384. Llega correspondencia. Rincón Hondo, 4 de mayo de 1819
385. Comunicaciones. Cafifi de Casanare, 5 de mayo de 1819 9°
386. Voto de confianza. 8 de mayo de 1819
387. El enemigo evacuó en dos divisiones. Rincón Hondo, 9 de mayo de 1819
388. Refuerzos ingleses sostienen independencia. Calabozo, 12 de mayo de 1819
389. Operación en secreto. Guamito, 15 de mayo de 1819 9°
390. Bolívar, presidente. Tropas lo respaldan. Tame, 18 de mayo de 1819
391. Proclama a los granadinos. Manare, 24 de mayo de 1819 9°
392. Estrategia para seguir. Mantecal, 26 de mayo de 1819
393. Resultado ventajoso. Tame, 27 de mayo de 1819
394. Reconocida autoridad de Venezuela. Tame, 27 de mayo de 1819
395. Nonato, charlatán y ladrón, tame, 31 de mayo de 1819
396. Briceño, acreedor al aprecio de todos. Tame, 1° de junio de 1819
397. Envío de pertrechos. Caujaral, 8 de junio de 1819
398. Entusiasmo por la libertad. Angostura, 8 de junio de 1819 9°
399. Tomadas medidas para la marcha. Tame, 13 de junio de 1819 9°
400. Páez ratifica respaldo. Guasdualito, 19 de junio de 1819
401. Bolívar invade a Barinas, se dice. Calabozo, 20 de junio de 1819
402. Toma de Portobelo, gran acontecimiento. Angostura, 22 de junio de 1819
403. Hablan dos desertores: carta de José Bausá a Barreiro. San Cristóbal, 25 de junio de 1819. Pamplona, 26 de junio de 1819
404. Oficio en que se recomienda atacar a Paya
405. Informe de don Juan Figueroa
406. Relato de O'Leary
407. Apunte de Obando en sus memorias
408. Retirada realista luego de la batalla de Paya
409. Suceso que inició la campaña
410. Marcha libertadora. Paya, 30 de junio de 1819
411. De Juan Figueroa a Barreiro. Labranzagrande, 2 de julio de 1819
412. Se consolida la unión. Angostura, 4 de julio de 1819
413. De Juan Figueroa a Barreiro. Labranzagrande, 5 de julio de 1819
414. Parte sin novedad. Molinos de Tópaga, 10 de julio de 1819
415. Narración pormenorizada. Molinos de Tópaga, 12 de julio de 1819
416. Informe de Barreiro a Sámano. Molinos de Tópaga, 12 de julio de 1819
417. Boletín del ejército libertador de la Nueva Granada. 12 de julio de 1819
418. La Torre, encargado de varias comisiones. Calabozo, 12 de julio de 1819
419. Los pueblos dan muestras de júbilo. Tasco, 13 de julio de 1819
420. Análisis de las fuerzas patriotas. Paipa, 19 de julio de 1819
421. Evitar un atentado. Socorro, 19 de julio de 1819
422. Optimismo de Barreiro. Campo de Boncita, 21 de julio de 1819
423. Cruento combate. Alturas de Vargas, 26 de julio de 1819
424. Obstinada versión de éxito. Pantano de Vargas, 26 de julio de 1819
425. Vigilados de cerca. Tunja, 6 de agosto de 1819
426. Defender el puesto. Tunja, 6 de agosto de 1819
427. Gloriosa victoria. Ventaquemada, 8 de agosto de 1819 9°
428. Primeras órdenes. Santafé, 19 de agosto de 1819
429. Castigo por deslealtad. Santafé, 20 de agosto de 1819
430. Combates ligeros. Sube, 20 de agosto de 1819
431. Nombrado director de maestranzas. Santafé, 28 de agosto de 1819
432. Informe de operaciones. Santafé, 31 de agosto de 1819
433. Promociones. Nómina de las promociones en el ejército libertador de la Nueva Granada
434. Mensaje de felicitación. Curazao, 5 de septiembre de 1819
435. Soublette presenta relación. Pamplona, 8 de septiembre de 1819
436. Informe de la derrota. Valencia, 12 de septiembre de 1819
437. Acción de gracias. Santafé, 14 de septiembre de 1819
438. De Zea a Vergara. Angostura, 24 de septiembre de 1819
439. Realistas observan movimientos patriotas. San Carlos, 8 de octubre de 1819
440. Optimismo realista. San Antonio, 29 de octubre de 1819
441. Objetivo: reconquista de Santafé. Barquisimeto, 20 de diciembre de 1819
442. Consecuencias de la batalla de Boyacá
443. Pantano de Vargas, antesala del triunfo

 


1

BATALLON DE INFANTERIA DE GUARDIAS NACIONALES DE SANTAFE

   Granaderos: capitán, don José Ayala; teniente, don Manuel París; subteniente, don Fermín Rodríguez; subteniente, don Cristóbal Andrade.

   Primera: capitán, don Francisco de Paula Morales; teniente, don Carlos Salgar; subteniente, don Joaquín Ortega y Santamaría; subteniente, don Lino Ramírez.

   Segunda: capitán, don José María Olano; teniente, don Antonio Ricaurte; subteniente, don Pedro Rocha; subteniente, don Miguel Malo.

   Tercera: capitán, don Domingo Montenegro; teniente, don José Nicolás Moreno; subteniente, don Mariano París; subteniente, don Pedro Acevedo.

   Cuarta: capitán, don José Ortega; teniente, don Agustín Velasco; subteniente, don Mariano Alvarez Lozano; subteniente, don Juan Pardo.

   Plana mayor: comandante, don Antonio Baraya, con grado de coronel; sargento mayor, don Joaquín Ricaurte y Torrijos; ayudante mayor, don Pedro María Moledo, de la clase de teniente; ayudante segundo, don Manuel Ricaurte y Lozano, de la clase de teniente; abanderado, don Francisco de Paula Santander; capellán cirujano, el doctor don José Joaquín García; armero, Ignacio Muñoz.

     Notas: Consta este batallón de cinco compañías, cada una de 80 plazas, inclusas las clases de sargentos, cabos, tambores y pífanos. Total de fuerza, 400 hombres.

   Uniforme: Casaca azul corta, forro, solapa vuelta y cuello carmesí con guarnición de galón éste, y las armas de la ciudad en él y la solapa ojalada; la vuelta, igualmente guarnecida; chupa y pantalón blanco; botín negro, gorra negra, cubierta la copa con piel de oso y adornada con cordón y borlas del color de las vueltas; un escudo de plata con el nombre del batallón y pluma encarnada.

 

FUENTE EDITORIAL:
Diario político de Santa Fe de Bogotá, N° 22, 1810 (6/11).

 

2

PROCLAMA DE MANUEL DEL CASTILLO Y RADA

Honda, 1° de abril de 1811

   Don Manuel del Castillo y Rada, capitán del regimiento de infantería auxiliar, comandante de las armas de esta provincia, y en ella corregidor intendente en comisión por el rey nuestro señor, etcétera. A los pueblos de Honda, Mariquita y demás de este distrito.

   Habitantes de la provincia de Mariquita:

   Un fatal destino os ha hecho sufrir ocho meses más de tiranía que el resto de vuestros hermanos de la Nueva Granada. El 20 de julio rayó para ellos la aurora de su libertad, y para vosotros no amaneció hasta el 29 de marzo siguiente. Conducidos en la primera época por el impulso con que la naturaleza arrastra en pos de su bien a todos los seres, vosotros no sólo abrazasteis el partido que tomó la capital del reino con su heroica resolución de romper las pesadas cadenas que la oprimían, y proclamar los sacrosantos derechos del hombre, sino que conociendo la insuficiencia de vuestra aptitud para sostener el rango de un Estado independiente, ¡os pusisteis bajo su poderosa protección, os sometisteis al sabio gobierno que estableció, lo reconocisteis y proclamasteis llenos de júbilo y aclamaciones! ¡Felices vosotros si hubieseis sido constantes en vuestra resolución! Pero el genio enemigo de nuestro bien, el que no desprecia medio que pueda arrastrarnos al estado lamentable de nuestra antigua esclavitud, suscitó entre vosotros diferentes facciones que han trabajado incesantemente con tan detestable objeto. Estos hombres, enemigos de Dios, y del don más apreciable que nos ha concedido a los americanos como al resto de nuestros semejantes, eternos perseguidores de la libertad que para siempre hemos reconquistado, os alucinaron haciéndoos creer que podíais sostener la dignidad de provincia independiente y os hicieron cometer la perfidia de sustraeros de la obediencia que espontáneamente habíais prestado al gobierno de Santafé, para que rotos los lazos que os unían con él y hacían invencibles, pudieseis ser víctimas de su despotismo. Lograron su intento. ¿Y cuántas han sido las consecuencias? Vosotros las sabéis que habéis sufrido las vejaciones, tropelías y males que no ignoráis, y que habéis estado al borde del mayor de los precipicios en que iba a estrellarse vuestra libertad, y a encorvarse vuestros cuellos bajo el enorme peso de la tiranía, que de nuevo os querían hacer recibir, con el indebido reconocimiento de los ilegales gobiernos formados sucesivamente en la desolada España, a que os querían comprometer. En esta espantosa crisis os hallábais, cuando llegaron vuestros clamores y la noticia de vuestro peligroso estado al solio del soberano gobierno, mi comitente. Conmovida su piadosa generosidad, resolvió, olvidando vuestra ingratitud, dispensaros su alta protección. Mandó disponer una respetable expedición militar, me dispensó el honor de ponerme a su frente, me confió una comisión política de la mayor importancia, y me previno que a toda costa volase a salvaros, a extirpar vuestros tiranos y organizar vuestro gobierno. Con esta noticia se estremecen vuestros tiranos, tiemblan al saber que me aproximo, pretenden resistir mi entrada, trabajan por difundir la opinión de que mis tropas venían a profanar vuestros hogares, a saquearlos, y... ya sabéis cuántos arbitrios han meditado para desacreditar mi misión.

   Pero vosotros, que no ignoráis la liberalidad de mi gobierno; que estáis persuadidos de que los americanos somos incapaces de representar las desoladoras escenas que para siempre harán detestable la memoria de los caudillos de la jornada de Ambalema, todo lo despreciasteis, y abristeis los brazos para estrechar en ellos a los que al título de hermanos vuestros añadimos hoy el de libertadores. De nada serviría todo lo hecho, y mi comisión sería bien insignificante si sólo se contrajese a cubriros con la égida de la fuerza armada que vengo a mi mando, para evitar nuevos atropellamientos de particulares, desentendiéndose de obrar la felicidad de los pueblos, organizar su gobierno, y fijar su sistema. Santafé, que respeta los sagrados derechos aun de los más infelices lugares, quería que se diese este paso convocando una representación de todos los partidos que componen la provincia, para resolver el problema de si le sería más conveniente continuar gobernándose por sí sola o si, convencidos ya de lo impracticable de este proyecto tan calamitoso, convenían en volver a su primera y más acertada resolución de sujetarse al gobierno de la capital en el cual serían representados según sus respectivas poblaciones, no menos que en el congreso general del reino; pero los departamentos de La Mesa, Tocaima, Espinal, La Palma, Ambalema e Ibagué se anticiparon a expresar su resolución de someterse al gobierno de Santafé, enviando los cuatro primeros sus representantes al colegio electoral para sufragar por los individuos que debían renovarlo, según acaba de hacerse, y dictarles la constitución ya sancionada, y que sirve de base al Estado, y los últimos han protestado que primero se verán reducidos a cenizas, que gobernados por Honda y Mariquita. Está, pues, causada la pluralidad, y por la voluntad del pueblo libre de esta provincia, ella unida a la de Santafé, formando un solo Estado en la Nueva Granada, gozando ambas de iguales derechos en la formación de su común gobierno, y respectiva separada representación en el congreso nacional que pronto veremos formado legalmente para la tranquilidad del reino.

   Sólo resta para vuestra prosperidad que procedamos a renovar con legalidad por el voto libre del pueblo los cuerpos municipales de esta villa, y ciudad de Mariquita, para que teniendo estas legítimas representaciones podamos reunir las cortes parciales de la provincia, y elegir debidamente su diputado para el congreso o ratificar la anterior elección, obra de vuestro primer interés, ya que inmediatamente voy a dedicarme con el carácter de corregidor intendente de que estoy investido por merced del gobierno soberano del Estado. Para ello se hace preciso proceder ante todas las cosas a su formal reconocimiento con exclusión de cualquier otra soberanía que no sea la que por un acto de generosa espontaneidad tenemos reconocida en el señor don Fernando VII, para cuando llegue el suspirado día de verle libre de su actual cautiverio, y entre tanto en el soberano gobierno de Santafé su legítimo depositario, sin la menor dependencia del ilegal consejo de regencia de Cádiz, ni menos de las nominadas cortes generales de la nación formadas en la isla de León, acto que deberá verificarse en el día por el ilustre cabildo y demás cuerpos y empleados civiles y militares, y que el infrascrito cuidará de hacer ejecutar solemnemente a los enemigos y sospechosos en nuestro actual sistema. Entre tanto ordeno y mando bajo las más severas penas a todos los habitantes de la provincia, cualquiera que sea su estado, clase o condición, respeten nuestro sistema, se abstengan de atentar, ni hablar contra él, entendidos los descontentos de que tienen libertad de ocurrir al corregidor que les franqueará pasaporte y auxilios para que puedan mudar su domicilio siempre que examinada su conducta resulte que no son responsables a la indemnización de los daños causados por los facciosos autores de las últimas convulsiones de esta villa y de la de Ambalema; y prohibo que se falte al respeto que recíprocamente nos debemos los hombres, aun cuando nuestras opiniones sean contrarias, ni aun en el caso de juzgar a algún individuo enemigo del actual gobierno, que cuidará de celar de su decoro y conservación, de administrar justicia, reparar agravios, y sobre todo de velar sobre la seguridad pública e individual. Por último, declaro disuelta la junta ilegal que con el nombre de suprema provincia ha gobernado en Mariquita y Honda y por únicas legítimas autoridades las del infrascrito corregidor intendente, sus señorías alcaldes ordinarios, prohibiendo se falte al respeto, ni menos se insulte a los que componían la disuelta junta, en inteligencia de que se oirán las quejas de todos los que se crean agraviados y se les hará justicia. Debiendo quedar entendidos todos los ministros a cuyo cargo ha estado la administración pública, de que no deben cumplir libramiento ni orden alguna que se les comunique por otro conducto, que el de la intendencia, pena de responsabilidad.

Manuel del Castillo y Rada,

Corregidor intendente comandante de armas.

Francisco Santander y Omaña,

Secretario

   Don Francisco de Paula Santander, subteniente del batallón de infantería de guardias nacionales de Santafé y secretario de la comisión a cargo del capitán de ejército.

Tunja, 2 de abril de 1812

   Mi querido Mariano y compañero:

   Por de contado que tú no te habrás vuelto a acordar de mí después de nuestra salida, pero yo sí lo he hecho de todos ustedes por no corresponder en la misma moneda. Ya estamos aburridos de ver a Tunja cada momento, deseamos se continúen las marchas, que acaso tardarán más de lo preciso por culpa de este gobierno y de los achaques de que está acometido mi brigadier. No hemos tenido novedad alguna y yo deseo que por allá tampoco la haya habido. Saluda a los amigos y pensados compañeros Olano, Ricaurte, Roche, Parises y Pardo. Entrega a Bayón o a Juan Antonio Uribe la que te acompaño, que me importa, y no omitas ocasión de escribir a éste, tu compañero y amigo verdadero que te piensa,

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t.1, p.1, de Archivo del presbítero de Mario Gemán Romero.

 

3

CERTIFICACION

Villa de Honda, 4 de abril de 1811

   Comandante de armas, corregidor intendente de la provincia de Mariquita don Manuel del Castillo y Rada.

   Certifico: Que el día de la fecha como a las 12 de él, se publicó el bando que antecede a son de cajas, a estilo militar y a usanza de guerra, quedando fijado en los lugares acostumbrados de donde saco esta copia que está conforme.

Francisco Santander y Omaña,

Secretario

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 118-121, de Biblioteca Pineda, serie 2, t. 21

 

4

CARTA CONTRA NARIÑO

Tunja, 10 de abril de 1812

   Habiendo llegado a manos del presidente de este Estado, don Antonio Nariño, una copia del siguiente oficio, dirigido por el gobierno de Tunja al de Caracas, se publica de orden del mismo presidente Nariño.

Señor secretario del poder ejecutivo de Caracas:

   La Nueva Granada creyó que derribando a los opresores había recobrado sus derechos y su libertad en 1810. Pero una funesta experiencia de casi dos años, le ha enseñado que en los presidentes de Santafé tenía unos tiranos tan terribles como los primeros. Abusando continuamente de la artillería y de las armas que acumularon los virreyes en aquella capital para mantener en esclavitud a las provincias; abusando de la imprenta, e insultando impunemente a todo lo que no lleva la divisa de Cundinamarca; han tendido cien lazos a la simplicidad y a la inocencia; han corrompido la opinión pública; y no han aspirado a otra cosa, sino a centrarlo todo en Santafé para dominarlo todo, y para devorarlo todo. Este camino de crímenes, comenzó a trillar el presidente Lozano: éste dio nacimiento al proyecto mortal de departamentos, en el que tocaba a Santafé y absorbía la mayor y mejor parte del reino: éste inspiró las ideas destructoras de que el congreso arruinaría la provincia que lo abrigase en su seno; y éste debe a la Nueva Granada, el delito de haberla entorpecido en todos los desgraciados meses de su presidencia; pero los males que ocasionó Lozano, no eran sino una imagen débil de los que debía realizar su sucesor Nariño. Este presidente, más astuto, más activo, y con un corazón más ambicioso y atrevido, ha desplegado con la más declarada impudencia toda la malignidad que abrigaba en el silencio de su pecho. Nariño abrió su carrera política, por la conmoción popular del 18 de septiembre en que destronó a su predecesor, y que se abrió un camino al primer puesto de la presidencia, por medio de las supersticiones más groseras, vertidas en La Bagatela extraordinaria que compuso, y publicó aquel mismo día. A este paso criminal añadió el de violentar el colegio revisor electoral de 1812, para que violando la constitución jurada le eligiesen de presidente en propiedad. Apenas percibió que este cargo le ponía un freno a su ambición, y a su arbitrariedad innata, conmovió los ánimos por medio de una facción de malvados, sus aduladores y sus criaturas, se interrumpió, insultó, casi disolvió el colegio electoral, que le había creado presidente. Pero todos estos males eran males de provincia, y no eran trascendentales sino a la desgraciada Cundinamarca.

   Así que se vio afianzado en la presidencia, comenzó a extender sus miradas ambiciosas a las provincias colindantes, y a impedir con todas sus fuerzas su reunión en congreso. El incorporó, mejor diré, se sorbió a la fértil provincia de Mariquita: dividió y subyugó al Socorro de los pretextos de protección, y de las ilegales agresiones de Vélez y San Gil. El ha sembrado la división aquí, y en todos sus lugares, adonde ha podido extender su influjo envenenado. Cartagena casi ha sido víctima de los escritos malignos de este tirano insolente. La Bagatela, este periódico de que es autor, ha incendiado, ha hecho vacilar la libertad, y ha degradado las provincias. Este papel ha reanimado a los tiranos españoles, en la guarida de Santa Marta. Sin pudor nos ha dicho que estamos educados bajo de las leyes españolas, leyes de esclavitud y de opresión; que nuestros usos, hábitos y virtudes, son leyes, usos, hábitos de la monarquía de dependencia; y que no podemos ser libres, sino esclavos de los presidentes de Santafé: él ha escarnecido a Pamplona, al Socorro, a Tunja, a Casanare, ha ridiculizado nuestras autoridades, y ha adoptado por máximas fundamentales el dividir para reinar, enviando emisarios tan corrompidos como él: ha separado de Tunja a Muzo, Chiquinquirá y aun el partido de Leiva, uno de los que juraron, y formaron la constitución: sin saber con qué justicia los ha incorporado a su Cundinamarca, y sigue sin escuchar los gritos de la razón al sometimiento de cuanto sucede. ¿Quién había de creer que este atrevido inmoral haya propuesto a tres millones de hombres libres una monarquía templada para sustituirla a un congreso federal, liberal, y representativo? Este tirano ha querido también hacer odiosos en sus Bagatelas infernales, a los hombres más ilustrados y más libres. Cuando apareció el acta de federación, que todo el reino ha visto con placer y con júbilo, entonces no dejó resorte por mover para excitar la desconfianza pública, y acumular un odio sobre los diputados de las provincias, haciendo sinónimos los nombres federalista y regentista. ¿Qué pretextos no inventó para denegarse a que el representante de Cundinamarca firmase esta acta, obra también de sus manos? Exagera los sacrificios que pide la federación, y levanta hasta los cielos el grito del perjuicio que va a ocasionar el congreso a su provincia. Sentía más que todo deshacerse de unas armas, de una artillería, y de unas tropas que debían pronto afirmar su despotismo, y extender los límites de su imperio.

   En enero de este año partió para el Socorro el batallón provincial a la subyugación de aquella provincia, y ya su presidente fue conducido a Santafé en calidad de preso. El 8 de marzo salió con pretexto de ir a Salazar de las Palmas y Santa Marta otra expedición militar al mando del ilustre Baraya; pero las miras reales han sido dar energía a los emisarios de Nariño; y a los mal contentos, para acelerar y proteger la agregación de diversos pueblos y partidos de esta provincia de Tunja, y dividir para reinar. Se me pidió licencia para pasar a su destino; pero abusando de la generosa hospitalidad, de la escasez que tenemos de armas, se han acantonado en esta capital desde el 15 de marzo, y ha comenzado a realizar el plan pérfido, que con escándalo del universo trazó el presidente de Santafé, como lo podrá ver vuestra señoría por los testimonios que acompaño. Yo veo formarse a expensas de nuestra libertad, a expensas de nuestra sangre, a pesar de nuestros más vivos deseos, a pesar de la voluntad general de la Nueva Granada, a pesar del grito de todos los pueblos de este vasto reino, veo, digo, erigirse un tirano, y un monarca, ahogando nuestros votos y nuestros deseos. No pueden ser indiferentes para la libre y afortunada Venezuela nuestros padecimientos: ella no verá con ojos serenos la hipótesis: tarde o temprano amenazará a la libertad de sus vecinos. Caracas, como la Nueva Granada, debe hacer todos sus esfuerzos para ahogar en la cuna esta hidra venenosa: ella debe mediar, y aun amenazar al tirano para encerrarlo dentro de los límites de Cundinamarca. Yo no lo dudo, y en vista del oficio que acaba de pasarle ese congreso, lo afirmo y digo, que Caracas será nuestra libertadora. ¡Ojalá que los diputados anunciados a Casanare lleguen pronto a esta capital! ¡Ojalá que intimidado el presidente Nariño retire sus tropas, y restituya la libertad que ha usurpado a Mariquita, Neiva y Socorro, y la tranquilidad que actualmente perturba a Tunja y a Pamplona!

   Nariño tiene bajo de su mando a Neiva con 50.000 almas; a Mariquita con otras tantas; al Socorro con 125.000; y a Cundinamarca con 190.000. Si subyuga las bellas provincias de Tunja y Pamplona, ésta con 90.000, y aquélla con 200.000 almas, con más de 25.000 de Casanare, ¿quién podrá resistir este tirano? ¿No deberán temblar Popayán, Antioquia y Cartagena? ¿No deberá temblar también Caracas? La provincia de Tunja no es de las últimas, en extensión, fertilidad, población y demás recursos con 200.000 habitantes repartidos en dos ciudades y cinco villas, y más de 90 pueblos libres y legalmente constituidos, con un terreno susceptible a cuantos frutos hay en la América, desde trigo hasta cacao, que se cosechan con abundancia, con numerosas crías de ganados mayores y menores de la mejor calidad; con un poco de industria y ricos minerales; con unas rentas que ascienden al estado actualmente de decadencia a $80.000. ¿No podrá centrar su gobierno y federar? ¿No podrá ser libre como lo podrá ser Cundinamarca? Yo me apresuro a poner en manos de vuestra señoría esta relación dolorosa de nuestros padecimientos, tanto más sensibles, cuanto mayores son las proporciones que Dios y la naturaleza nos han concedido para ser felices; tenga vuestra señoría la bondad de elevar al conocimiento del supremo congreso de Venezuela, para que en vista de los males que nos amenazan, tome aquella resolución enérgica que tanto le ha distinguido en la grande obra de nuestra independencia. Dios guarde a vuestra señoría muchos años.

   Sala de gobierno de Tunja.

Juan Nepomuceno Niño

   Es copia.

   Tunja, 14 de abril de 1812

Montaña

   Es copia.

   Sogamoso, 29 de abril de 1812

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Otero y Cuervo, jueves, 1812 (21/5). p. 14-18, N° 7, de Gaceta Ministerial de Cundinamarca, N° 52.

 

5

ACTA DE SOGAMOSO

Sogamoso, 25 de mayo de 1812

   En la villa de Sogamoso a veinte y cinco de mayo de 1812.

   El señor brigadier don Antonio Baraya, comandante de la segunda expedición de Cundinamarca hacia el norte, hizo juntar en su casa a todos los oficiales que la componen, para determinar lo que se debía hacer con vista del estado en que se hallaba nuestra existencia política por los procedimientos del gobierno de Santafé en orden a la pronta formación del congreso, y la decidida voluntad de las provincias de Tunja, Socorro, Pamplona, y demás que componen el reino. Dicho señor brigadier hizo presente: . Que la voz expresa y la voluntad decidida de todas las provincias era la de formar el supremo congreso, como el único que podía resistir los ataques de los enemigos exteriores, poner en seguridad a todo el reino, y garantizarlas de no ser divididas y subyugadas por Cundinamarca, como ya lo habían comenzado a experimentar. Que para llevar a cabo la formación de este supremo cuerpo de nación, había ofrecido el gobierno de Tunja todos los auxilios de hombres, armas, pertrechos, víveres y caudales, y que el gobierno de Pamplona sólo había concurrido con dinero para el mismo efecto, por hallarse empeñado en defender su territorio de la invasión que la amenazaba por los enemigos de la causa. Que la parte más sana y más notable del estado de Cundinamarca estaba decidida a contribuir a que se montase el deseado congreso general; y últimamente hizo presente el señor brigadier una orden del secretario de guerra, en que prevenía se retirase con toda la expedición hacia la capital, mediante a haber desaparecido los objetos que habían conducido a dicha expedición.

   Todo lo referido hecho presente exigió el señor brigadier que cada oficial franca y libremente sin temor a incurrir en delito dijese:

   1. Si convenía mantenernos bajo la protección del gobierno de Tunja, hasta que se formase el congreso supremo, o se debía obedecer prontamente la orden del gobierno que hacía retirar la expedición a Santafé.

   2. Si nos debíamos oponer a realizar cualquier plan que atacase la libertad e integridad de las provincias, o sólo obedecíamos las posteriores órdenes del gobierno de Cundinamarca.

   3. Si convenía ofrecernos al congreso o a sus diputados, prometiendo que no desmayaremos hasta verlo formado, y que sólo sus órdenes pondríamos en ejecución, o prescindíamos el dar este paso.

   Para mejor asegurar el voto común hizo leer el señor brigadier el oficio de Pamplona en que pide una compañía en auxilio para poder rechazar completamente al enemigo que lo amenazaba; pues esta súplica puede hacer variar el estado de las cosas, y asegurar más el éxito de la junta.

   Oídas atentamente las razones expuestas por el señor brigadier, procedió cada uno de los oficiales a dar su voto sobre los tres puntos propuestos, y sobre el primero, dijeron todos de común acuerdo: que no se debía obedecer la orden indicada de que se retirase la expedición a Santafé sino que el señor brigadier, de acuerdo con el gobierno de Tunja y el de Pamplona, trabajase por formar el congreso general del reino, pero que todas las operaciones militares debían dirigirse por el mismo señor brigadier, y que así serían todas obedecidas. Sobre el segundo dijeron: que las posteriores que emanen del gobierno de Cundinamarca no deben obedecerse, y que si alguna se dirigiese a defender la causa común del reino atacado por los enemigos exteriores, se verá si verdaderamente hay peligros trascendentales al reino, y prontamente de acuerdo con las provincias debe proceder la defensa, no porque así lo hubiese mandado el presidente de Santafé, sino porque peligraba la libertad única que hemos jurado sostener en defensa. Y sobre el tercero dijeron todos que era de ofrecernos a los diputados del congreso, asegurándole que no cesaríamos en la empresa hasta ver formado ese cuerpo, y que sólo las órdenes que procedieren de él, serian obedecidas por nosotros. Con lo cual se concluyó esta acta que firman individualmente los oficiales para su perpetua constancia, y con la que se constituyen obligados a cumplir con el general voto que se ha manifestado.

   Antonio Baraya, José Ayala, Francisco Caldas, Rafael Urdaneta, Antonio José Vélez, Manuel Ricaurte y Lozano, José María Ricaurte, José Arze, Angel González, Lino María Ramírez, Francisco de Paula Santander, Luciano D'Elhúyar y Bastidas, José Agustín Rosas.

   Es copia.

   Sogamoso, fecha ut supra.

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Otero y Cuervo, jueves, 1812 (1 /6). p. 18-20, N° 8, de Gaceta Ministerial de Cundinamarca, N° 54.

 

6

INFORME SOBRE INDEPENDENCIA DEL SOCORRO

Tunja, 4 de septiembre de 1812

   Ciudadano Manuel del Castillo

   Mi capitán, compañero y mejor amigo:

   La de usted de 31 del pasado que me entregó el representante Dávila, me da nuevas pruebas del aprecio que debo a usted, pues no se ha olvidado de un amigo que se precia serlo de usted. La obstrucción de las correspondencias me había impedido escribirle, ya para comunicarle todas nuestras militares peregrinaciones y ya para manifestarle mi contento por el buen éxito que tuvo su figurada causa de maquinación contra el gobierno, a pesar de estar usted a los ojos de esa multitud de chisperos, enemigos del hombre de bien.

   Poco esperamos de la renuncia de Nariño. El debe seguir trazando nuevos planes para destruir nuestra libertad, y tiene precisión de desacreditar el congreso para acreditar su conducta y manejos en su maldita presidencia. Los órganos y agentes de sus depravados planes viven todavía, y viven con representación en el gobierno. Sus aduladores han quedado impunes, y el hombre de bien y amante de la libertad ha sufrido persecución, calabozos, grillos, etc. ¿Podrá haber paz y tranquilidad de este modo? El general Baraya, con noticia de que Nariño trataba de fugarse, ofició con ese poder ejecutivo haciéndolo responsable de cuantos males se pudiesen seguir por no sujetar a una escrupulosa residencia al dictador de Cundinamarca. Con esta fecha lo hace también el mismo poder ejecutivo ofreciéndole sus tropas para sostener el decoro y providencias del gobierno, que se dirijan a extinguir ese partido revolucionario que tan descaradamente suspira por los gobiernos de España, advirtiéndole que si no se trata de sofocar y castigar a sus autores, no debe admirarse Santafé de que marche con su ejército a la capital a sostener la libertad del Estado. Este aviso puede ser oportuno, y si no lo fuere, se cumplirá con ocurrir a cortar los miembros acancerados que corrompen todo el cuerpo libre de esta nación. Mi general está muy alerta y es incapaz de que alguno lo pueda engañar; conoce a Nariño desde muy atrás, y su conducta pasada lo ha convencido muy bien de que su corazón es creado para las pasiones colosales.

   Amigo, la provincia del Socorro es ya libre e independiente; está constituida, organizada, sus partidos conciliados, sofocados los resentimientos y extinguido el germen de la discordia que había progresado en sus pueblos. La independencia del Socorro hace temblar a Nariño porque ha escapado de sus manos el grande apoyo en que soñaba descansar su imperio. Su gobernador García Rovira, ilustre sabio, libre, y sus representantes Pombo y Santamaría, conocidos por sus virtudes cívicas, sostendrán el decoro de esta provincia, que es bastante interesante en la federación de la Nueva Granada.

   Gloríese usted de haber tenido en la majestuosa obra de la libertad del reino un lugar muy distinguido. Todas las provincias así lo han de conocer cuando sepan que la caída del tirano y formación del congreso tuvo origen desde que Castillo servía la secretaría del comandante Ricaurte, porque entonces fueron descubiertas todas las miras del conquistador sobre la desgraciada Pamplona. ¡Ah!, y cuánto honor hemos sentido todos y con ellos mi general, que usted no se hubiese podido incorporar en el ejército de la Unión para que hubiese ayudádonos en las empresas militares. Nos consolamos tenerlo algún día para objetos más interesantes.

   Díganos usted sobre la situación de Cartagena y progresos de sus expediciones sobre los samarios, pues carecemos de estas noticias, no omitiendo comunicar si se ha verificado la independencia de Mariquita, de que no dudo cuando me acuerdo que su amigo Viana y Armero están en ella. Correa no ha adelantado un paso sus tropas hacia Pamplona, teme encontrarse con nuestra expedición, dejando abandonado a Maracaibo, que, se dice, está amenazado por el ejército de Miranda, y el principal motivo, no espera encontrar un botín tan interesante como del que se ha aprovechado en Cúcuta, pues no ha perdonado hacienda que no embargue ni muebles que no subaste, después de hacer tratado con la mayor tiranía a los pocos que se quedaron aguardándolo para obsequiarlo. ¿Qué podremos esperar de estos hombres? Vengan franceses, ingleses, vengan turcos primero que ñopos.

   Nuestro armamento ya se está componiendo por Barrionuevo, que ha sido muy bien recibido por este gobierno. La tropa está restableciéndose y muy contenta. Se les exploró de nuevo su voluntad sobre si querían ir a esa ciudad o querían seguir con Baraya, y sólo 50 más o menos resolvieron lo primero. Se hacen ejercicios de artillería y se disciplinan gentes en los pueblos para o atacar a Correa o a los enemigos del congreso. Tenemos buenos oficiales y tropa llena de valor y entusiasmo por su general, que es lo que importa.

   Mi general, Caldas, Urdaneta, Ramírez, Portocarrero, Pepe, Girardot, París, Andrade, etcétera, saludan a usted con las expresiones más finas de su buen afecto. Yo hago otro tanto al señor don José María y encargo a usted que, abandonando por unos días el manto de Venus, se venga a esta ciudad a respirar un aire libre y a dar el gusto a sus amigos de verlo, entre quienes lo tendrá muy particular su reconocido que lo es de usted,

Francisco de Paula Santander

   Posdata: No le tema usted a Tunja, que aunque hace un frío bastante bárbaro, es tolerable en comparación de Honda, y quien tiene la paciencia de sufrir siete meses de calor y amarillez, puede sufrir 14 de frío mayor que en el Aserradero. Algo chupamos en este páramo.

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t. 1, p. 1-4, N° 2, de Archivo Restrepo.

 

7

SUPREMO CONGRESO DE NUEVA GRANADA

Tunja, 8 de octubre de 1812

   Ciudadano Manuel del Castillo

   Mi capitán y amigo de todo mi aprecio:

   Después de 28 meses de desorganización, de conquistas y de confusión, existe ya el supremo congreso de la Nueva Granada. Siete provincias libres y con todos los recursos para figurar en el mundo político componen la federación, y se oponen de frente al orgullo de los reconquistadores. ¡Qué placer, mi capitán, servir a las órdenes de un cuerpo legítimo, generalmente compuesto de hombres patriotas, libres, sabios y virtuosos! ¡Qué contento, si possum e insum no estuviesen en el número de los compuestos de sum, est, fuit!

   En la lista de los militares destinados para componer la junta militar del reino, he visto con placer colocado a usted en su secretaría, con voto informativo y con el carácter de suplente nato. Figúrese usted si lo habré celebrado sobre mi corazón, a pesar de que sé que usted es opuesto a embarrar papel, pero como veo que aquella es una junta no de una provincia sino de todo el reino, que no es para hacer planes de conquistas domésticas sino para hacerlos de defensa contra los verdaderos enemigos de la libertad; que no va a poner destacamento en la Angostura, avanzada en Nare y atalaya en Garrapata, sino que mandará las cosas como deben ser; que no se compone de Pey, Morales..., sino de hombres que han tenido alguna inteligencia en la carrera, me complazco demasiado al verlo a usted escogido para un empleo que merece un oficial de conocimientos dilatados y de expedición, como lo han creído a usted con justicia 11 sabios padres de la patria. Reciba, pues, usted mil enhorabuenas que nacen de lo más íntimo de mi corazón.

   Nariño está todavía muy barba. Pueda ser que el congreso se le eche encima para que jamás vuelva a repetir sus revoluciones que por lo regular son en septiembre todas. Nosotros lo habríamos hecho ya, pero era muy imposible porque de 700 fusiles que tenemos, los 400 estaban inútiles, y más de 100 hombres enfermos. Usted sabe lo que es el maldito socorro, que sólo un eunuco o yo no podríamos cargar con llagas y potros. En fin, Dios nos está conduciendo al término de nuestra felicidad por caminos y medios muy desconocidos.

   Mi general, presidente de la junta, se ha llenado de contento al verlo a usted en ella, y me previene que lo salude con expresiones las más afectuosas.

   Aquí hemos celebrado con repiques, iluminaciones, cohetes, la formación del congreso; preparamos otras muchas cosas que contribuyan mucho a fijar la opinión por aquel cuerpo en estos pueblos apáticos, que viendo que hay corrida de toros y oyendo vivas al congreso, creen que esto es lo único bueno que hay. Nuestra tropa está muy entusiasmada; todos cargan su cinta azul y colorada con este mote: "¡Viva el soberano congreso y su ejército de la Unión!". Si hoy tocáramos generala, no se quedaba un hombre sin tomar alguna arma.

   Lo creo a usted en la villa federal, por lo mismo le suplico salude a mi nombre al señor don José María y a nuestro doctor Frutos con las expresiones de mayor cariño. Tal vez iré un día de estos a esa villa a tener la gran satisfacción de ver a nuestros diputados y a usted.

   Me repito siempre su más afectísimo y verdadero amigo y compañero,

Francisco de Paula Santander

   Posdata: Reciba usted las expresiones más finas de Pepe, Portocarrero, Ramírez, etcétera.

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t. 1, p. 4-6, N° 3, de Archivo Restrepo.

 

8

BATALLA DE BOGOTA

Campo de San Diego, 6 de enero de 1813

   "Todo el mundo sabe, y ya causa fastidio el repetirlo, que la separación que hizo nuestra provincia del congreso, fue solamente porque ese cuerpo no quería cumplir con los tratados de 18 de mayo, ratificados a los 11 días siguientes por el colegio más solemne que ha visto Cundinamarca, en donde sólo una quinta parte de sus miembros era adicta a los sistemas políticos del señor presidente Nariño. En aquella separación halló el congreso una bella coyuntura para desenrollar el odio envejecido que casi todos sus individuos han profesado a nuestro Estado, y a dicho presidente. Estampar el incendiario decreto de 20 de noviembre, que ya el público verá en otra ocasión; tratar por todos medios de separar a los pueblos que componen esta provincia, de la obediencia a su capital; levantar tropas en Tunja y el Socorro para que siguiesen (según la expresión del congreso) a destruir la facción rebelde que oprimía a Santafé; he aquí los pasos prudentes y sabios con que el congreso marchaba a procurarnos la felicidad general. La acción del 2 de diciembre en Ventaquemada, cuya desgracia se exageró equivocadamente aun por nosotros mismos en la Gaceta extraordinaria del día 4, infundió en las tropas enemigas el mayor orgullo y obcecación, al paso que a nosotros nos llenó de moderación y docilidad. Nuestro gobierno por intercesión del cabildo eclesiástico y secular, mandó repetidas veces plenipotenciarios cerca del general Baraya, para que con él, o con el congreso, tratasen de cortar nuestras desavenencias por medios honrosos de conciliación y de paz; pero los enviados de Cundinamarca eran desairados por aquel general, y siendo testigos de su obstinación y dureza, no conseguían otra cosa que justificar más y más la causa de Cundinamarca.

   Que se reponga el gobierno de Cundinamarca al ser en que se hallaba el 9 de septiembre último, para que el tirano Nariño no siga en un gobierno que ha usurpado, y se someta al juicio del congreso soberano: que Cundinamarca reconozca ciegamente al congreso, y le jure la obediencia: que se me entreguen todas las armas blancas y de fuego con los pertrechos y municiones que tiene Santafé; y rindiéndose la ciudad a discreción, espere la clemencia del vencedor: de lo contrario, entraré en ella a sangre y fuego, y a costa de cualesquiera sacrificios; éste era el lenguaje con que el general de la Unión contestaba siempre a todas las personas que le proponían la paz. Así es que de este modo quería exigir antes de la batalla, lo que no habría conseguido después de la victoria más completa. Si se entablaba una suspensión de armas, ella era efímera, y se rompía a discreción del enemigo; testigo de esta verdad fue la ocupación del Puente Grande y Fontibón, hecha el 24 de diciembre, a consecuencia de haberse supuesto falsamente, que de Anolaima o Facatativá entraban ese día refuerzos a Santafé. Los grandes destacamentos que el enemigo puso en Usaquén, Suba, Fontibón, Bosa, Tunjuelo, y el puesto de Monserrate el 5 del corriente en que fue forzado aquel punto, nos pusieron en situación de verdadero sitio: sin embargo, el proyecto de cogernos por hambre no era menos desastroso, que el de intentar un ataque encarnizado sobre la capital.

   El 6 propuso nuestro presidente al general Baraya las capitulaciones insertas en el boletín del ejército número 1, en virtud de haberlo autorizado nuevamente para que capitulara la representación nacional reunida el 5: la respuesta, concebida en los términos más decisivos y arrogantes, ya la ha visto el público en el mismo boletín. Al tiempo que la recibió el señor presidente Nariño, dirigió el siguiente oficio al comandante de la división de Monserrate: "Una de las personas que han venido de ese punto de Monserrate me ha insinuado la hambre que padecen los prisioneros y las tropas de usted a pesar del bloqueo que se tiene puesto a esta ciudad, y de la inhumanidad con que se quiere arruinarla a sangre y fuego; remito a usted de pronto una carga de arroz, un tercio de carnes y otro de sal para que se socorran sus tropas, y me avise lo más que necesiten; contestándome si podré remitir a los prisioneros los demás auxilios que puedan necesitar.

   Dios guarde a usted muchos años.

Antonio Nariño"

   Señor comandante de la división de Monserrate don Atanasio Girardot

   Oigase la respuesta dada a esta oferta de beneficencia y humanidad, y se verá el desprecio y altanería con que se trataba al primer magistrado de Cundinamarca, hasta por los subalternos del ejército enemigo:

   Campamento de Monserrate, 6 de enero

   El acopio de provisiones que he recibido de Suba me pone en estado de no necesitar de las que usted me remite, y devuelvo con el mismo conductor. Sírvase usted por tanto evitarse estas molestias en lo sucesivo, y tenga usted entendido que no se trata de arruinar a Santafé, con cuya especie se ha querido difamar a un general de cuya bondad se abusa demasiado, sino de restablecer en ella el orden de que los abusos de la tiranía la han privado, y que muy pronto sentirán los perturbadores del orden público todo el peso de nuestras armas victoriosas.

   Dios guarde a usted muchos años.

Atanasio Girardot

   Señor don Antonio Nariño

   El 7 al amanecer, un trozo de nuestras tropas al mando del coronel de ingenieros don Antonio Bailly, sorprendió el destacamento de Usaquén, cuyo comandante era el capitán don Antonio Morales. Se hicieron solamente 30 prisioneros: se cogieron algunos fusiles, y varios pertrechos de boca y guerra. Esta pequeña pérdida del enemigo, dio nuevo aliento a nuestro ejército, que se hallaba bastante consternado, no tanto por el cerco que sufría, cuanto por la pérdida del interesante punto de Monserrate. En un momento se reanimó el espíritu militar, y ya nuestros soldados deseaban con ansia la llegada de los enemigos, aunque fuesen en número de ocho a diez mil, para manifestar con ellos el valor y la energía que los ocupaba... A las siete de la noche se recibió un oficio del general Baraya, hecho en Fontibón una hora antes, en que por última vez intimó se rindiese la ciudad a discreción, o de lo contrario entraría en ella a sangre y fuego. Señaló cuatro horas para que dentro de ellas se diese una respuesta decisiva; y se le contestó, que si se obstinaba en no prestarse a unas capitulaciones honrosas, se haría una vigorosa defensa, hasta derramar los habitantes de Santafé la última gota de su sangre.

   Este era el pie en que se hallaban nuestras desavenencias, cuando llegó el día nueve, en que celebró la Iglesia la fiesta de San Julián y Basilia, mártires: día el más glorioso para Santafé, y el más terrible para sus enemigos... Al amanecer se avistaron las columnas de la Unión en el llano de la Estanzuela, como en número de 3.000 hombres. Entraron a la ciudad por la puerta de dicha hacienda, que está al frente de la ermita de las Cruces. Las calles se inundaron de enemigos, que se dirigieron hacia la plazuela de San Victorino, con ánimo de echarse sobre las armas de nuestro campamento en la Alameda nueva. A las cinco y media de la mañana ocuparon las bocas de las calles 1 y 2 del Prado, y la parte superior de dicha plazuela. Inmediatamente se rompió el fuego de nuestro campo, que principiaron y sostuvieron con la mayor viveza solamente 330 soldados de los nuestros. Los enemigos resguardados con las paredes de los solares y casas del barrio, no podían experimentar gran daño del fuego con que les batíamos desde la 3a calle del Prado; y así es que lo sostuvieron una hora y 50 minutos; pero habiéndose conducido cañones de grueso calibre hacia los flancos derecho e izquierdo, y aprovechándose algunos tiros, no pudieron los enemigos manifestarse indiferentes a los estragos que experimentaban. Huyeron precipitadamente, y entonces nuestra infantería a paso redoblado de ataque avanzó sobre la artillería enemiga. Tocó el clarín a degüello, y al punto nuestros pocos soldados de caballería vuelan sobre el enemigo, y concluyen en el desorden comenzado. Al momento las partidas de guerrillas se esparcieron por todos los campos con el fin de hacer prisioneros de guerra, cuyo objeto llenaron completamente. Las valientes cundinamarquesas olvidando la delicadeza de su sexo, cogieron cuchillos, y corriendo tras de los que fugaban hicieron algunos prisioneros, y se echaron sobre un pedrero. Los soldados de la Unión que componían el grueso destacamento de Monserrate, se contentaron durante la acción con ser simples espectadores de la desgracia de sus compañeros. El diputado en el congreso don Andrés Ordóñez y Cifuentes; el gobernador de Tunja don Juan Nepomuceno Niño; 24 oficiales prisioneros; 993 soldados entre muertos, heridos y prisioneros de guerra; una bandera; la banda del general de la Unión; 27 piezas de artillería; más de 200 fusiles; una multitud de lanzas; 58 granadas reales; 34 cajones de metralla de obús; 6.000 cartuchos de fusil; 800 balas rasas de pedrero; ocho arrobas de balas sueltas de fusil; 11 cajones de cartuchos de obús; 6.000 piedras de chispa; 13 arrobas y 17 libras de balas de metralla; y otros muchos pertrechos de boca y guerra, han sido los trofeos de esta completa victoria. Ella nos ha compensado con usura nuestras penalidades anteriores; ella ha sido la premiadora de nuestra moderación; y por ella bendecimos sin cesar al Ser Supremo, que ha sabido abatir a los soberbios, exaltando al mismo tiempo a los humildes".

 

FUENTE EDITORIAL:
Otero y Cuervo, miércoles, 1813/13/1, t. 1, p. 21-25, N° 9, de Gaceta Extraordinaria de Cundinamarca, N° 92.

 

9

¿QUE PASO EN SAN VICTORINO?

Desde las aulas de San Bartolomé, 25 de enero de 1813

   (Reservadísima)

   Señor don Manuel del Castillo

   Mi coronel y distinguido amigo:

   ¡Qué desgracia! Todos los trabajos de 10 meses en Paloblanco, Ventaquemada y Monserrate, han desaparecido el 9 de enero en San Victorino. Tenga usted la bondad y dolor de leer todos los acontecimientos de nuestra expedición desde nuestra marcha a Tunja, que yo procuraré no omitir algo interesante, pues harto tiempo me sobra en mi prisión para escribir, con tanto mayor gusto cuanto deseo que no se hayan desfigurado los hechos para presentarnos cobardes, orgullosos, etcétera. Soy demasiado ingenuo y no puedo figurar hechos que no han sucedido. Es, pues, la misma verdad lo que estoy escribiendo.

   Hasta Chocontá marchó nuestro ejército en bastante desorden, y para internar en Cundinamarca se hizo la división de los dos batallones, quedando tambián dividido en dos brigadas el ejército, una al mando de Ricaurte que marchó hasta el Común por Tocancipá, y la otra al de Baraya que ocupó a Chía marchando por Nemocón y Zipaquirá. Desde Chocontá se recibieron diputados de Santafé para entrar en negociaciones, previa suspensión de nuestras marchas, y se continuaron hasta el mismo Ontibón. A todo se denegó el general previendo que se trataba sólo de conseguir treguas para equipar otra expedición como la que felizmente fue derrotada en Ventaquemada. El mismo presidente Nariño propuso tener una conferencia con el general, y ésta se verificó cerca a Usaquén, sin éxito alguno porque se conoció que a pesar del estado débil a que estaba reducida Santafé, se trataba de dar leyes al congreso poniéndolo en situación de mendigar auxilios de esta ciudad para tener que ocurrir a la defensa general. Quedó por consiguiente nuestro ejército expedito para obrar como creyese oportuno para llenar los defectos de sus marchas.

   Aquí se perfeccionaron los planes para reducir a Santafé a su deber. Yo he visto el que presentó Gutiérrez, el ingeniero, concebido en los términos siguientes: "Sólo se puede reducir a Santafé por una acción en brusco, por una parcial atacando por diversos puntos, o por un sitio formal. De ningún modo pienso que se pueda conseguir: no del primero, porque reuniendo toda la fuerza para atacar, también la reúne el atacado poniéndola en sus baterías, y el vencer en este estado costaría el sacrificio de muchos hombres que la patria necesita para su defensa; no del segundo, porque es poca la infantería armada de fusil para atacar diversos puntos que están en Santafé regularmente fortificados y cubiertos de artillería de grueso calibre, sin que nuestro ejército pueda abrir brecha con su artillería, cuando el enemigo puede hacerle un daño irremediable; no del tercero, porque la fuerza de la Unión no es bastante para cubrir la gran línea que forma el círculo de Santafé, y se gastaría mucho tiempo para conseguir ponerla en desesperación, puesto que muchas haciendas bien provistas están bajo los fuegos de sus cañones. No queda, pues, otro arbitrio que el de elegir un plan mixto de sitio y ataque para lograr los deseos del congreso, economizando la sangre de nuestros hermanos y precaviendo el consumo de municiones y pertrechos y la descomposición del armamento". Bajo estos principios convenidos entre los generales y Caldas, se comenzó a obrar. La primera brigada, que tenía un batallón, 11 piezas de artillería y los lanceros y caballería con número considerable al mando de Ricaurte, quedó situada en la punta del cerro de Suba, con destacamentos en el camino viejo de Usaquén y en el camellón; y la segunda, con igual fuerza, quedó acampada en Ontibón, con destacamentos en el puente de Bosa y en Chite, camino que sale cerca de la estancia de Garzón. Se empezó a fijar la opinión de los pueblos con tan buen resultado, que todos se apresuraron a obedecer al congreso y a remitir auxilios de armas blancas y de fuego, gentes, víveres, etcétera, al ejército de la Unión; se empezó también a hacer la interceptación de víveres para Santafé, cuidando mucho principalmente del ramo de mieles, y se hicieron dos fortificaciones en el puente del camellón de Ontibón y en el camino de Chite, siendo la primera de tal naturaleza, que yo respondería con mi pescuezo si con 50 fusileros y cuatro piezas de artillería no había contenido una columna de 1.000 hombres. En pocos días se hicieron muchos prisioneros, quedando sorprendidos los destacamentos de milicias que en Puente Aranda y Bosa tenía el presidente; se cogieron a los Rivas, a Luis Otero y a otros muchos que se tenía por enemigos. En este estado se dispone atacar a Monserrate que estaba guarnecido por más de 100 hombres, y lo ejecuta el valiente Girardot el día 5 de enero con 140 fusileros, y resultándole sólo tres heridos en nuestras tropas. Usted no puede figurarse la consternación que ocupó a Santafé y el desorden que causó nuestro triunfo y ocupación de Monserrate. Las tropas se aterraron, el campo de San Diego se levantó aquella misma noche y se trasladó a otra parte. El parapeto lo derribaron, cegaron los fosos, y propuso el presidente las capitulaciones del 6, que corren impresas en el boletín que le acompaño. A esto agregue usted la fuga de Cancino, Perry, Carbonell, etcétera, que se creyeron ya sin fuerzas para resistir la intrepidez de las tropas de la Unión, y que sin soñarlo los dos primeros cayeron prisioneros en nuestras manos. ¿Quién no había de creer que estaban terminadas las desavenencias, intereses, con las operaciones y buenos éxitos que habían tenido nuestras armas? ¿Quién no había de esperar ver a Cundinamarca unida de nuevo en congreso, obedecido este cuerpo, entregadas sus armas y separado de la presidencia el señor Nariño? Pero, amigo, nuestra desgracia fue grande y el orgullo fue demasiado. No se creyó ser bueno y excelente el fruto de nuestros trabajos, si no lo cogíamos a sangre y fuego, ni se pensó que podíamos recibir lo que Santafé ya nos ofrecía, si ésta no lo hacía degradándose y poniéndose de rodillas. Se inadmitieron absolutamente las capitulaciones y la contestación sólo se contrajo a intimar un rendimiento a discreción. Semejante respuesta causó en Santafé tal desesperación, que mudaron de lenguaje, y los que pocas horas antes temblaban al ver a lo lejos un soldado de la Unión, desearon entonces morir primero con las armas en las manos que recibir la muerte ignominiosamente. ¿Pero qué no podía obrar en unos hombres desesperados la negativa sobre admisión de las capitulaciones? Yo le dije al brigadier Ricaurte en la sala del cura de Ontibón que si me hallara de oficial en Santafé, no me rendía a discreción.

   Desesperadas las tropas en Santafé, fue una partida considerable al mando del señor Bailly a la madrugada del 7 a sorprender el destacamento de Usaquén que desgraciadamente lo mandaba Antonio Morales. El resultado fue que nos mataron algunos soldados, nos hicieron prisioneros a 30, tomaron fusiles e hicieron retirar el destacamento. Esta pequeña ventaja inspiró un valor grande en las tropas de esta ciudad, y se dispusieron a aventurarlo todo antes que rendirse.

   Yo me lleno de tristeza escribiendo a usted estos hechos y quisiera no haber sobrevivido a nuestras desgracias. La noche misma del ataque de Usaquén insistí con el brigadier Ricaurte sobre que debía prevenirse mucho para ser atacado: se despreció mi anuncio, o bien porque se creyó hijo de temor y cobardía, o bien porque confiaban demasiado en que el enemigo obraría conforme a nuestros deseos. Lo cierto es que con sobrado dolor yo vi realizada mi profecía que era consecuencia de la combinación del estado nuestro y de la desesperación que me figuré había de causarse en Santafé con aquella contestación. El día 8 hicieron las tropas de aquí un movimiento hacia Puente de Aranda, como nosotros lo habíamos hecho en los dos días anteriores con el objeto de alarmarlos y mantenerlos en expectativa. Entonces fue cuando Baraya y Ricaurte combinaron un plan de ataque a Santafé replegando la fuerza a un solo punto. No quisiera acordarme de este día. Todos los oficiales ignoramos este plan, y cuando por la tarde me dijo el general que trataba de entrar por la Chamicera, le dije estas formales palabras: "Mi general, aun cuando triunfemos, la Nueva Granada va a perder más que a ganar, además de que la ocasión es muy peligrosa", sin haber adelantado otra cosa porque no se creyese que era cobardía.

   Amigo, amo a Baraya, conozco su corazón, sé su hombría de bien, conozco igualmente a Ricaurte con disposición para la libertad, pero no puedo hacer agravio a la justicia sin juzgarlos autores de nuestros males, no por sus operaciones anteriores sino por la acción del 9.

   Contra el plan adoptado, replegaron la fuerza de Bosa, Suba, Ontibón y Chite a un solo punto, y emprendieron tomar por asalto al fuerte de San Victorino en donde estaba reunida toda la artillería e infantería. Marchamos desde Ontibón a las nueve de la noche, entrando por el cerrito de Techo a la Chamicera, guiados por un práctico. No se acordó este plan con el batallón de Girardot que ocupaba a Monserrate, y si se le comunicó alguna orden, se tuvo la impolítica de hacerlo con un criado de un oficial prisionero, que dicen, lo reveló en San Victorino. Se pusieron en movimiento 340 fusileros con 17 piezas de artillería; se olvidaron de prever el caso de una retirada y dejaron desmantelada la fortificación de Ontibón, acumulando un montón de lanceros, caballería, municiones y pertrechos por solo un lado.

   La tropa, con el sereno y el desconocimiento del camino, se emborrachó y se perdió hasta tres veces. Marchando iba yo por ese inmenso llano, cuando Ramírez me dijo al oído: "vamos a ser derrotados por la indisposición de nuestras tropas". Cerca de la Estanzuela hizo alto un gran rato la fuerza para reunirla y ordenarla lo posible, pues hasta allí sólo marchaban grupos de gentes. La artillería, demasiado numerosa para la infantería, quedó bien desordenada y aun casi confundidos los cajones de sus servicios; las tropas de esta ciudad acampadas a la cabeza de la Alameda, formaban un cuadro completo y estaban prevenidas a ser atacadas, pues el teniente coronel Vélez vio que cerca de la madrugada tiraron por la parte de San Diego tres cohetes que sin duda les dieron fuego para hacernos creer que por allí iban tropas a Monserrate, y que San Victorino quedaba desguarnecido. Los generales tuvieron aviso de esta novedad.

   En la misma Estanzuela cerca del amanecer nos dio un fusilazo un centinela enemigo, y obligó a nuestras compañías a que correspondiesen con otros muchos. Mientras se reunía la artillería aclaró y nos dejamos ver perfectamente por las tropas de aquí. Parecía que si el proyecto era entrar por asalto, estábamos en el caso de abandonarlo, y o hacer una honrosa retirada a nuestras baterías, u ocupar Los Laches, quedando perfectamente dominada la ciudad por nuestro ejército. Ricaurte, obstinado y deslumbrado por la batalla de Ventaquemada, dio orden para que entrásemos por la Huerta de Jaimes hasta el mismo campo de San Victorino, sin considerar qué de sacrificios nos iba a costar una empresa que no era necesaria. Todos los oficiales se manifestaron disgustados desde aquí; Urdaneta trató de hacer ver la dificultad de la acción; Vélez quiso proponer una retirada, todos calculábamos lo que nos iba a suceder; pero el honor pudo más y obedecimos porque no creyera Ricaurte que éramos cobardes. Entramos en San Victorino por las calles que van al campo, y se nos recibió con un fuego de artillería y fusilería vivísimo, que después de haberlo sostenido por más de una hora, perdimos 200 hombres, más de la mitad de nuestras fuerzas. El terror ocupó a nuestra cobarde caballería y ella puso en desorden a los lanceros y fusileros, quedando solos los oficiales, expuestos a quedar hechos prisioneros. Perdimos toda nuestra artillería, fusiles, todos los pertrechos y se hizo una fuga en vez de una retirada.

   Esto padeció el ejército de la Unión por una acción mal dirigida, ese ejército tantas veces vencedor y que hacía el apoyo de nuestro naciente congreso. ¿Podía usted esperar este resultado? ¡Ah!, cualquiera que hubiese leído las defensas de Cartago y de Numancia, desesperadas con la suerte que les preparaban los romanos, se hubiera persuadido que Santafé estaba en igual y semejante caso. El resultado no sé cuál sea; sólo veo más de 30 oficiales prisioneros, sacrificados por la ignorancia y orgullo de un hombre; veo arruinadas muchas familias que abrazaron nuestro partido; veo..., dejemos, mi amigo, presentimientos lúgubres y no nos olvidemos que la prudencia de un general ha conseguido más batallas que la intrepidez. Considéreme usted entregado a ideas melancólicas y a la consideración de que la suerte de la Nueva Granada estuvo en nuestras manos para hacerla feliz, y que un no sé qué de orgullo nos la arrebató y nos expuso a la infelicidad.

   Sólo la conquista de Santa Marta ha podido mitigar nuestra aflicción. La valiente Cartagena, esa Cartagena tenida por enemigo de nuestro sistema, ha hecho nuestra felicidad echando a los ñopos de su antigua guarida y enarbolando el estandarte de la libertad por todos los puntos de Santa Marta. Gloríese usted, mi amigo, de ser hijo de Cartagena, hijo de la inmortal Cartagena, apoyo de la libertad del reino.

   Se me olvidaba decir a usted que Ricaurte al tiempo de la acción, dijo a Pepe París que no entrase en ella, pues era perdida. El cargo más justo a nuestros generales es el siguiente: o les interesaba reservar los planes de ataque de los oficiales, o no; si lo primero, ¿por qué no dieron las órdenes precisas en la acción para obrar conforme a las circunstancias y no que nos abandonaran a que cada uno hiciese lo que juzgase oportuno? Y si lo segundo, ¿por qué no se le impone a cada oficial de lo que debe obrar y no que se les oculta el modo de atacar? Yo no lo comprendo, y cada vez que me acuerdo de nuestra empresa, se me aumenta la confusión. Todo lo sufriríamos con sobrada resolución, pero la idea de que se nos haya creído cobardes, nos llena de desesperación. Crea usted, mi amigo, que en nuestra oficialidad ha habido más valor qué en Paloblanco y en Ventaquemada, y de otro modo no habría ella sostenido un fuego con tanta desventaja como lo sostuvo. El verse ya sin tropa, el ver nuestra guarnición tranquila espectadora desde Monserrate de nuestras desgracias, el no recibir una orden de los jefes, todo, todo concurrió para sufrir la derrota más completa.

   Amigo, mil pliegos escribiría sobre este asunto, pero no puedo ahora que cada renglón me arranca una lágrima. Quedamos, según dicen, declarados simples prisioneros de guerra, en virtud de los tratados de Santa Rosa; tenemos ya comunicación, aunque presos en las aulas; estamos sin una camisa, pues todo lo perdimos, y se nos pasan cuatro reales diarios.

   Usted me tiene por allá de último soldado si logro que me pongan en libertad. Saludo a Isidro, etcétera, y usted debe contar siempre con que en toda parte soy su reconocido amigo y compañero,

Francisco de Paula Santander

   Oficiales prisioneros de San Victorino:

   Ayala, Urdaneta, Mariano París, Vélez y su hijo, Manuel París, Chinchilla, José María Ricaurte, Triana, Santander, Santos, Santana, Pepe Tejada, el teniente Cárdenas, Buitrago, dos Saravias, Pedro Salgar, Pepe París, y muchos más del Socorro y Tunja sueltos.

   Presentados por necesidad:

   Ugarte, Araos, Antonio Herrera. Prisioneros también el gobernador Niño y el diputado Ordóñez.

   Muerto ningún oficial veterano. Heridos gravemente el teniente Cárdenas y Buitrago. Ligeramente un Rueda del Socorro, y yo, que ya estoy casi bueno.

Rúbrica de Santander

   Mi coronel: estos prisioneros saludan a usted y a Isidro, reproduciendo el contenido de la presente:

Tejada, Urdaneta, Ayala

Firmas originales

   Girardot logró retirarse a Tunja con algunos soldados. Yo juzgo a usted ya en Cúcuta, pues Correa habrá huido más que Castillo de Santa Marta. Gloria a los valientes cartageneros.

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t. 1, p. 8, N° 5, de Archivo Restrepo.

 

10

SANTANDER: SARGENTO MAYOR

Tunja, 10 de febrero de 1813

   Ciudadano Manuel del Castillo

   Mi coronel y mejor amigo:

   Admírese usted de volver a ver letra mía después del suceso inesperado del 9 de enero, del que sólo un milagro de la Providencia me pudo haber salvado. En fin, ya estoy bueno y disponiendo mi marcha para esa villa para el día 15 del corriente. Me he encontrado aquí con el nombramiento de sargento mayor del batallón de usted. La elección es bien equivocada, yo he dicho que no me conozco con suficiencia para este empleo, y que sólo con tal comandante puedo ser útil. Esta es una verdad y no humillación. Sabré agradecer este destino que originariamente viene de usted, no tengo términos para reconocerlo; usted conoce que yo debo mucho a su favor y cariño y que soy agradecido. Desde Santafé hice ánimo de irme a donde se hallase, sin resolución de pedir incorporación en esas tropas, sino con la de servir a sus órdenes en cualquier clase. Hoy, que se interesa el bien general, el particular de mi provincia, el personal de mi familia, que estoy al lado y órdenes de un amigo, de un jefe de quien puedo aprender, debo marchar a ese destino con doble gusto y satisfacción. Dentro de quince días espero tenerla en grado superior dándole a usted mil abrazos y manifestando más de cerca y de todos modos mi reconocimiento.

   Desde mi prisión emprendí escribir largamente a usted sobre la desgraciada acción del 9. Puse esa carta, que remito, llena de verdades que le impondrán bien de nuestros sucesos, mientras que largamente y verbo ad verbum se impone usted más de ellos. De su estilo y modo de encadenar los acontecimientos no hay que hacer caso.

   Girardot marchó a esa provincia con su pequeño batallón. Ricaurte irá para los llanos, con cuyo paso queda usted en el mando en jefe de la expedición, que es lo que importa. Pienso llevarme cinco cabos veteranos para que hechos sargentos segundos, alivien y ayuden de algún modo, y con cargo de reemplazarlos con los bisoños que haya en nuestro batallón que creo abundan bastantemente. Terrón va también y tal vez podré conseguir otros oficiales de disposición y esperanzas. Sé que usted es comandante general y que por grados viene a ser hasta cabo de rancho: algo se chupa.

   He estado muy barba con tanto que he escrito; reservaremos las ganas de continuar para cuando nos veamos.

   Saludo a Isidro, Ramírez, ese señor gobernador, etcétera, y siempre me repito su reconocido amigo, compañero y súbdito que desea darle un abrazo,

Francisco de Paula Santander

   El señor Torres me ha dicho que los recursos de pólvora y armamento para ese batallón deben venir muy en breve por Cartagena. Yo lo he barbeado mucho por ellos.

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t. 1, p. 15-16, N° 6, de Archivo Restrepo.

 

11

SEGUNDO PARTE DEL CORONEL CASTILLO SOBRE EL COMBATE DE LA ANGOSTURA DE LA GRITA

La Grita, 15 de abril de 1813

   Señor secretario del poder ejecutivo federal, ciudadano Frutos Joaquín Gutiérrez.

   Desde Táriba di parte a usted de mi marcha sobre los enemigos que ocupaban la ciudad de La Grita. El día 7 la emprendí decampando a las 12 del día y marchando hasta el Campo de Salomón, y en los siguientes 8, 9,10,11, en el de Laura, Palmar y la Higuera frente al enemigo. El 12 hice un reconocimiento del país inmediato a la eminencia inexpugnable que ocupaba y en que estaba atrincherado el enemigo sobre la Angostura de La Grita. Durante el reconocimiento la partida que le auxiliaba tuvo un ligero tiroteo. Examinado el país por la izquierda destiné al mayor Ricaurte a ocupar la altura verdaderamente inaccesible que forma este costado, y lo ejecutó a pesar de la fraguosidad natural del terreno y de una fuerte lluvia que los obligó a subir arrastrándose y apoyándose de los troncos del espeso bosque que cubre la montaña. Sin desayunarse, sin tiendas, envueltos en lodo y empapados en agua pasaron Ricaurte y sus dignos compañeros la noche ocultos del enemigo a favor de la eterna niebla que cubre la cima de este cerro colosal. El centro, compuesto de las tropas de Cartagena en número de 90 hombres y de la 3a compañía del batallón N° 4°, vino a cubrir la subida de la montaña con destino de embestir de frente por la Angostura, y en esta disposición pasamos la noche. Al amanecer el 13 repetí el reconocimiento a media altura de la montaña que ocupaba Ricaurte; y hecho capaz del mecanismo del terreno, destiné al mayor Santander con las compañías Ia y 3a del batallón N° 5° a ocupar la altura de nuestra derecha en cuya declinación estaba situado el enemigo, y apoyaba su ala izquierda. Ya Ricaurte se había avanzado y dejaba ver por el flanco derecho y trabajaba por tomar la retaguardia; el capitán Ramírez que mandaba el centro se había adelantado a tiro de fusil poniendo un corto destacamento a medio tiro, y la reserva había ocupado la posición que dejó Ramírez. En este tiempo hubo algunos tiros entre los centinelas avanzados, y así divertido el enemigo, dio lugar a que Santander concluyese su operación sin ser notado y en tan corto tiempo y con tal astucia, que no será creíble sino a los que lo presenciamos, y que logró subiendo por el escarpado dejar a su espalda las vigías que tenía el enemigo avanzadas hacia el camino, y no ser notado de las que estaban sobre su campo hasta que ya salió a él.

   Así sorprendido el enemigo rompió su fuego de cañón y fusil, a que se le contestó con viveza y uniformidad por derecha, izquierda y por el centro que entró por la Angostura dilatándose y ocupándola toda, forzando dos cortaduras parapetadas, y las trincheras que las dominaban a la falda del Alto de la Cruz. Entretanto Santander batía al enemigo en su mismo campo; Ricaurte bajaba por su espalda y él aterrado abandonaba en desorden una posición que no puede ser ocupada en poco más de tres cuartos de hora, por otras tropas que las valientes de la República. Santander tomó las trincheras del Alto de la Cruz, destinó al teniente Almeida a la persecución de los derrotados por el camino de San José a La Grita y Bailadores, el enemigo en una total dispersión y los fugitivos que llegaron a La Grita poseídos de tal terror que contagiando a su jefe principal y reserva los determinaron a abandonar aquella ciudad, y para ello se ocuparon toda la noche en echar mucha cantidad de pólvora en una acequia, en romper las monturas de sus cañones y en alistarlo todo para fugarse a Bailadores, como lo hicieron a la mañana siguiente abandonando tres trincheras con que fortalecieron La Grita, en su subida, dos en el alto del Calvario, y una más en la subida de la Porquera que dominaba la ciudad. En la primera tarde se tomaron cuatro fusiles, cinco bayonetas, otras tantas cartucheras, alguna ropa de uso, una tienda y seis prisioneros; el día siguiente en La Grita un cañón de a dos, dos sacos de metralla y dos balas de a cuatro, cuatro lanzas, tres fusiles, dos prisioneros, algún ganado y el botiquín en dos cañones, con otras frioleras. En tan breve tiempo se ha concluido esta campaña sin más desgracia que la de los heridos con el subteniente ciudadano Manuel Dabausa, ambos de la división del mando del mayor Santander. Se han aguerrido los reclutas, pues las dos compañías con que batió Santander al enemigo eran de las del batallón número 5°, lo mismo que una de las que obraron con Ricaurte, y se ha visto que enterrados en el lodo, en las cimas nevadas en medio del invierno más fuerte, y sufriendo todas las privaciones, las tropas de la Unión son siempre impertérritas cuando luchan por su libertad. Ya habrá tiempo de enviar a usted la carta y descripción del país teatro de la guerra para que se forme un juicio exacto de la acción. Entretanto puedo asegurar a usted que no hay un oficial, un soldado que no haya sido un héroe, y que si alguno no obró fue porque el cobarde enemigo le robó la ocasión porque todos ansiaban. Es, sin embargo, de mi deber hacer una particular recomendación del mérito particular que han contraído los mayores Ricaurte y Santander, los capitanes Ramírez y Andrade, el ayudante de campo Rodriolos, tenientes Madrid, Almeida, el subteniente Acevedo, los sargentos Gabriel Cárdenas, José María Serna, José Roche y Narciso Osuna y los cabos Pacífico Lugo, Salvador Fernández y Marín Camargo. Dígnese usted elevar este parte al conocimiento del poder ejecutivo federal, con la respectiva consagración que le hago del pequeño triunfo de las armas que tengo el honor de mandar.

   Dios guarde a usted muchos años.

   Cuartel general de La Grita, territorio de Venezuela reconquistado por las armas de la Nueva Granada el jueves santo 15 de abril de 1813.

Manuel del Castillo

 

FUENTE EDITORIAL:
Gaceta Histórica, p. 95-97.

 

12

INFORME DE BOLIVAR

Cuartel general de la villa de San Cristóbal, a las 5 de la tarde, 16 de abril de 1813 3°

   Excelentísimo señor presidente, encargado del supremo poder ejecutivo de la Unión.

   Excelentísimo señor:
   En el camino para esta villa, adonde acabo de llegar, he recibido el parte del coronel Castillo en que me dice lo siguiente:

   "Ayer a la una y media del día, me he posesionado de esta altura forzando el inexpugnable estrecho de La Grita, que guarnecía el enemigo con 150 hombres.

   "Se han tomado cuatro prisioneros, tres fusiles, cinco cartucheras, una tienda, cinco puñales, cinco bayonetas, una pistola, algún ganado, ropa de uso, etcétera.

   "Hemos tenido heridos, el subteniente Manuel Davoura y un soldado; el enemigo, según lo declara el sargento primero, ha tenido igual número de heridos.

   "A pesar de esta ventaja, que parece lo ha allanado todo, yo creo aún muy difícil tomar La Grita porque estoy seguro de que el comandante Correa ha sido reforzado considerablemente.

   "La oficialidad y tropa han acreditado que son dignos de ser libres, y el mayor Santander y capitán Andrade, que subieron por la montaña que domina la posición y los desalojaron, son dignos de una distinción, como la merecen el mayor Ricaurte, y capitán Ramírez, que cooperaron por la izquierda y centro.

   "Dios guarde a usted muchos años.

   "Campo de la Cruz sobre la Angostura de La Grita, 11 de abril de 1813 3°.

   "Posdata. En este momento me han presentado un fusil más y dos prisioneros de los cuales está el uno herido".

   Vuestra excelencia verá por el antecedente oficio que el enemigo se ha reforzado, como yo lo había previsto; lo cual se habría evitado si el coronel Castillo hubiese ejecutado mis órdenes y atacado al enemigo cuando se lo mandé. Esta noche pienso partir para La Grita, a ver por mí mismo, cuáles son los inconvenientes que hay para no atacar a Correa, y ejecutarlo, siempre que sea conveniente.

   Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

Simón Bolívar

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 13, p. 191.

 

13

RECONVENCIONES DE SANTANDER

La Grita, 19 de abril de 1813

   Al coronel Manuel del Castillo

   Cúcuta

   Mi coronel:
   Usted hasta ahora nos la ha jugado completamente. Nuestro Bolívar ha venido hecho una badana y se ha manifestado muy sentido con nosotros por el consejo de guerra. Yo le he hablado francamente y le he dicho que personalmente lo estimo, pero que no prescindo de los males que puedan sobrevenir de su mando en jefe. Nos ha dado mil satisfacciones, y a mí me ha echado mil párrafos, sintiendo la pérdida de los progresos que podía hacer en Venezuela. En fin, yo estoy arreglando el batallón en su prest por este mes, para entregárselo a Serrano y largarme, cuésteme lo que me costare. A Bolívar le he dicho que no paso de aquí, y que primero me pierdo. El está resuelto a darme licencia temporal.

   A Correa no se le ha podido alcanzar. Ha ya retirádose a Mérida. Hoy han marchado a Bailadores, Yepes y Uscátegui. D'Elhúyar recibió orden de Bolívar para retirarse a La Grita y no la ha querido obedecer. Se han presentado cuatro desertores de Correa y uno de Monteverde. Este dice que Monteverde está en Valencia, y que los pueblos de Caracas están al verificar una explosión. Desertó de Barinas el mes pasado, y dice que allí corría que Nariño enviaba fuerzas por los llanos en número de 2.000 hombres, y que por esta parte marchaban 7.000. ¿Qué tal? Si descubren que somos cuatro gatos, ¿cómo nos iría?

   Yo reconvine a Bolívar cómo con 7.000 soldados valientes había Monteverde sojuzgado a Caracas. Me contestó que Miranda tuvo la culpa por no haber adoptado el plan de atacar. Me dijo: que en el momento que fuésemos cerca de Caracas, Monteverde era atacado por los mismos pueblos, y que si no lo íbamos a atacar, él formaba un ejército y nos subyugaba. Le repuse que viniendo Monteverde a atacarnos, era de esperar la misma conspiración de los pueblos de Caracas, tanto más cuanto los dejaba a su espalda abandonados y sin fuerzas, y añadí que si ahora debíamos ir seguros de que los soldados de Monteverde no se batirían con los nuestros por ser aquéllos patriotas, la misma seguridad debíamos tener cuando el dicho Monteverde viniese a atacarnos, pues eran unos mismos los soldados contrincantes y por una misma causa. Nada adelanto.

   En fin, pronto lo verá a usted su reconocido amigo,

Santander

   Acabo de tener otra sesión con Bolívar y le he dicho que me voy a perder el 1° si hace un atentado con algún oficial, porque me dijo que si se le desobedecía, pasaría uno por las armas. Mandó que Uscátegui y Yepes fuesen a Bailadores, y reservadamente le dijo al primero, que allá dispondría adelantar sus marchas. Hoy me he denegado a franquear esas compañías, y tal vez voy yo mismo con Lamprea. Esto está endemoniado.

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t. 1, p. 16-17, N° 7, de Archivo Restrepo.

 

14

SOBRE ALGUNOS EMBARGOS

Bailadores, 24 de abril de 1813 3°

   Señor general ciudadano brigadier Simón Bolívar

   Excelentísimo señor presidente de la Unión

   Excelentísimo señor:
   He recibido el oficio que en copia adjunta dirijo a vuestra excelencia acompañado de uno que me hace el mayor Santander, que dice así:

   "Señor general:
   "Un mozo que antes de ayer 22 salió de Nueva Mérida, ha dado muy circunstanciada noticia del estado del enemigo que ha retirádose precipitadamente de aquella ciudad hacia Trujillo, después de que por el puerto de Escalante se le fugaron muchos soldados que, llenos de miseria y ocupados del terror más espantoso, han tratado de ir a refugiarse a Maracaibo. El que ha traído esta noticia es un mozo de bien, que fue enviado por el ciudadano Pulido a averiguar la situación de Correa.

   "En esta parroquia se han aprehendido algunos trastos de los emigrados, que no valen cosa, entre ellos cinco piezas de bayeta y alguna loza fina, que he vendido para enterar su producto en la proveeduría. He hecho embargar las haciendas de don Clemente Molina y don José Chacón, y que administradas, sus productos sean para proveer la tropa. Mañana mando al hato del primero a sacar ganados y recoger mulas. También he mandado moler 24 fanegas de trigo del español Vilardell, y algunas cañas de Molina. Ultimamente, he comisionado un sujeto para que abra el camino de Mocoties.

   "Quisiera también cortar los platanales de la costa, si fuese obra de uno o dos días. Falta dinero, arroz y principalmente sal. Estos renglones son muy necesarios, y su escasez indispone al soldado y compromete al jefe a que no les pueda ni aun responder. Usted lo conoce bien y lo sabe.

   "No ha ocurrido más novedad.
   "Dios guarde a usted muchos años".

Francisco de Paula Santander

   Lo traslado a vuestra excelencia para su inteligencia y satisfacción.

   Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

   Cuartel general de Cúcuta, 28 de abril de 1813 3°.

Simón Bolívar

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 13, p. 195.

 

15

SANTANDER, DESCONTENTO

Bailadores, 29 de abril de 1813

   Coronel Manuel del Castillo

   Mi coronel y distinguido amigo:
   Anoche recibí la de usted con la copia de la determinación del congreso en orden a nuestras marchas para Venezuela. Mucho nos hemos consolado y será lo que nos ha podido preservar de volvernos locos. Pintar nuestra desesperación en estos países, no es para una carta, pero cualquiera puede figurársela cuando se imagine unos pueblos miserables, enemigos, una época de invierno y unas tropas enfermas, sin dinero, sin víveres y hasta sin sal. Venga todo en hora buena en beneficio de nuestra común felicidad.

   ¿Con que ha notado usted acrimonia en mí? Tal vez tomé la pluma en uno de los momentos de mayor desesperación, y tal vez acabando de ver y oír a Bolívar. No crea usted que he tenido ánimo de ofenderle, ni que yo haya pensado que nos hubiese dejado abandonados a nuestra suerte. ¿Santander incomodar a Castillo? No, mi amigo; aunque mil causas las más justas se hubieran reunido para inspirarme un sentimiento, de usted jamás hablaría en un tono acre ni duro, a un jefe que respeto con afecto, que amo demasiado y a quien le debo... Dejemos esto, mi coronel, y córrase un velo sobre mi carta anterior.

   La abertura de la que me escribe don Frutos ha sido muy bien hecha. Haga usted siempre lo mismo con cuantas se me dirijan, sean de quien se fueren, y esto no habría sido necesario repetirlo si usted no me hiciese agravio averiguándome mi parecer en este asunto.

   He observado mucho a Yepes y Uscátegui. El primero me descubrió cierta trama que el segundo tenía ya fraguada con Bolívar, de reducir a que viniesen a Bailadores los dos capitanes, que al mismo tiempo vendría Briceño con su caballería, y entre los dos avanzarían hasta donde quisiesen. Yo tomé el partido de prohibir a Uscátegui su marcha; tomé las compañías de Yepes y D'Elhúyar y vine a ocupar esta parroquia en donde quedará mandando D'Elhúyar, pues yo mañana voy a La Grita. De Yepes no hay que desconfiar en manera alguna: es hombre de bien y tiene honor.

   El mando del batallón no se me quitará aunque venga el demonio mismo. Con licencia de Bolívar para irme a Cúcuta, no lo he hecho por evitar un comprometimiento con nuestra ausencia. "Si no van nuestros oficiales, nosotros no vamos tampoco", dicen los soldados generalmente.

   Ya usted estará informado de mi debate con Bolívar. Le hablé con sobrada claridad y entereza, y sé que me he ganado un partido con él por esta resolución. Tres veces le he pedido dinero, arroz y sal. Nada ha venido después de que dos días ha comido la tropa sin sal: vea usted el papelito de Lamprea a mí. Si en este pueblo no embargo una carga y unas reses, nos hubiéramos muerto de hambre. En estos términos se lo he escrito ayer a don Frutos dándole una noticia muy circunstanciada de nuestros debates y recelos. Algún día verá usted la copia que tengo de esta carta. Hoy he escrito a Bolívar con la última claridad. Le he dicho que sin dinero y sin víveres no hay soldados, y que en estas circunstancias yo ni puedo ni debo responder de alguna deserción; que así como los honores y las glorias son comunes al ejército desde el general hasta el último soldado, así deben ser las incomodidades y trabajos; que al descontento que ya animaba a la oficialidad desde atrás, se ha reunido el justísimo disgusto que le ha causado el verse abandonada hasta el extremo de comer sin sal por dos días y otras mil cosas de este jaez. Todo esto se lo he dicho a consecuencia de acompañarle un oficio del comandante de Mérida en que me dice que tienen 11 fusiles y cuatro pedreros que dejó el enemigo a tiempo de retirarse para Trujillo. Vea usted mi contestación en esa copia.

   No me alcanza tiempo para decirle otras mil cosas. Aquí he hecho yo las de usted en Honda. He embargado haciendas, he impuesto multas, he recogido donativos y he aprehendido algunos intereses aunque despreciables. De todo he hecho al oficial comisionado hacer su cuenta para pasarla a Bolívar y enseñarle mudamente que no hacemos la guerra para utilizarnos individualmente sino para utilizar al Estado.

   D'Elhúyar, Lamprea, Yepes y todos los demás, sin excepción, saludan a usted. Yo lo hago con las más afectuosas expresiones a Girardot, Andrade, Ramírez, etcétera y Concha.

   Sobre mi madre agradezco sus buenos oficios sobre mi corazón; no desmaye usted en consolarla. Un día de estos más desocupados me voy a descansar. Tengo la cabeza intratable. Comando, mayorías, proveedurías, guardias, embargos, quejas, tales son las barbas que tengo encima.

   Crea usted siempre que soy su reconocido amigo y compañero que más lo estima,

Francisco de Paula Santander

   Dígame cómo se puede conciliar la necesidad de pasar nosotros al territorio granadino con la de guarnecer los puntos reconquistados. Bien que en llegando el auxilio de Santafé, él será el que debe hacer este servicio. Trate usted de que se nos provea de dinero, tanto para completar los prests de este mes, como para el suplemento del que va a entrar pasado mañana. Igualmente arroz y sal; de ningún género de éstos hay un grano, y todos vienen a ocurrir a mí como si yo tuviera almacenes de víveres. Vale.

Rúbrica

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t. 1, p. 19-21, N° 9, de Archivo Restrepo.

 

16

ENFERMEDADES Y DESERCIONES

La Grita, 30 de abril de 1813, a las ocho de la noche

   Excelentísimo señor presidente, encargado del supremo poder ejecutivo de la Unión.

   Excelentísimo señor:

   Acabo de recibir del ciudadano comandante de la vanguardia, el oficio siguiente:

   "Señor general. Ya por el parte del capitán Lamprea, ha sabido usted que la noche del 28 se han desertado con armas y municiones 26 soldados de la primera compañía del 5° batallón. La noche del 29 se desertó otro soldado de la 4a y es muy regular que en las siguientes continúen las deserciones.

   "No debe atribuir usted a otra causa semejantes excesos, sino a la falta de dinero y a la de víveres. Desde el día 22 no se socorren los soldados de la compañía de que son los desertores y muchos días se ha comido sin sal. El ganado escasea y el arroz no se ha visto en muchos ranchos. El invierno es riguroso, el temperamento contagioso y las enfermedades en la tropa se propagan. En semejante situación y en estado tan lamentable, no es extraño que un hombre sin principios, como es el soldado, abandone el servicio, para ir a buscar el sustento a otra parte. Usted sabe que en ninguna parte del mundo hay tropas de línea sin prest y ración.

   "El mes de mayo entra mañana y no hay un solo real para la tropa, ni quién pueda prestarlo. Hoy mismo he tenido que dar unos tabacos a un oficial que me significó, que ni tenía de este género, ni tenía medio real para comprarlos. Lo aviso todo a usted para su gobierno y para que no extrañe una general deserción. Al mismo tiempo, sirva a usted de inteligencia que se han tomado las más eficaces providencias para evitarla, hasta el de hacer dormir un oficial en cada campamento a pesar de que no hay quién no esté enfermo, incluso yo.

   "La fecha de este oficio significa a usted que me he trasladado a esta ciudad habiendo dejado guarnición considerable en Bailadores.

   "Dios guarde a usted muchos años".

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 13, p. 200.

 

17

POBREZA Y MAS DESERCIONES

La Grita, 30 de abril de 1813

   Garde-avons

   Señor coronel Manuel del Castillo.

   Mi coronel y amigo:

   Esta tarde he llegado para dar gusto a Lamprea, y venir a presenciar las miserias de este ejército. D'Elhúyar quedó mandando en Bailadores con Yepes.

   Aquí me he hallado con 29 desertores de la 1a del 5° que se fueron con las armas. Anoche se fue otro de la 4a del mismo 5° y esta noche se irán quién sabe cuántos. Sin comer más que carne sin sal y bizcocho corrompido, dijeron los desertores que iban huyendo del hambre. Aquí no hay dinero, y estoy cansado de pedirlo. Mañana es 1° y no sé qué partido tomar. Andrade ausente con enfermedad, o sin ella, no ha completado a Acevedo, subteniente de su compañía, el dinero que se le suplió para socorrerle. Cargo contra el capitán. El soldado pide su prest, pide su ración; ¿qué se le puede contestar? Mi coronel, estoy en el último grado de desesperación, quisiera hoy ser el último campesino para no sentir tanta incomodidad. Ya usted sabe lo que es tropa y por lo mismo debe hacerse cargo que la nuestra, sin su vestuario, pues lo dejó en Cúcuta, sin prest, sin su ración ordinaria, en medio del barro, del invierno y de la misma miseria, cuánto dará que sufrir a los jefes. No es esta una ponderación ni una pintura lúgubre, es la realidad entera. Esta noche nos estamos alumbrando con las últimas velas que hay, y mañana lo pasaremos a oscuras. Por fortuna, ha conseguido Lamprea un poco de sal para otros tres días. Usted conoce el abandono de nuestros proveedores y debe hacerse cargo de la miseria de estos pueblos, que después de haber mantenido de ganado a 500 hombres de Correa por un mes muy largo, han tenido que mantener a 600 nuestros en otro mes. Yo no sé qué camino tomar para acallar las quejas, las murmuraciones, las faltas y deserciones. Si se da una providencia severa, se responde que no hay prests ni raciones; si se toma una suave, abusan de la indulgencia y siempre echan en cara su hambre.

   No hay oficial que no esté enfermo. Yo mañana voy a tomar una purga, fuera de las que he tomado con mi Bolívar. He encontrado ausente al cadete Reyes. Ignoro quién le haya dado el permiso.

   Vea usted ese parte que acabo de recibir de la guardia. ¿Qué haré, si el cabo ha dicho la verdad respondiendo que los tienen muertos de hambre? ¿Qué les doy? Carne sola. Ni plátanos, ni arroz, ni nada. Todo esto lo he escrito a usted para que remedie estos males haciendo que Bolívar nos provea de cuanto necesitamos. No respondo de deserción alguna, y sólo ofrezco ser el último que me ausente de esta ciudad, luego que todos los soldados se hayan desertado. Sin oficios completos no se puede arreglar cosa alguna. Usted lo sabe. No crea que he pensado incomodarlo con mi carta. Es manifestarle nuestro estado para que en ningún caso ni en ningún tiempo se diga que los oficiales de la Unión han manchado su honor bien adquirido.

   Va usted a recibir diariamente partes de deserciones. Ya empezaron por un número regular, sin haberse escaseado la carne. ¿Qué sucederá cuando ésta falte?

   Mi coronel, reconózcame usted siempre como su reconocido amigo y compañero que lo estima con respeto,

Francisco de Paula Santander

   A cuatro soldados que no quisieron desertar con los 29, sin embargo de haber sido convidados y de haberse desertado el cabo comandante de la guarnición a que pertenecían algunos, les he hecho regalar media onza. Vea el adjunto, ciérrelo y diríjalo.

Rúbrica

   El alférez González está en cama, casi lo mismo Guerrero, Serrano, Mendoza, etcétera.

   Reciba usted expresiones de Lamprea, del señor Rodríguez y demás oficiales.

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t. 1., p. 22-24, N° 11, de Archivo Restrepo.

 

18

CONSULTA SOBRE ENTREGA DE COMPAÑIA

La Grita, 3 de mayo de 1813

   (Urgente)

   Señor coronel ciudadano Manuel del Castillo

   Acabo de recibir una orden del señor brigadier ciudadano Simón Bolívar para que dé una compañía al ciudadano Cristóbal Mendoza para que siga hasta Mérida.

   No viniendo ella por conducto de usted y estando el ejército en el estado más peligroso, como usted lo sabe, la he reclamado en atención a que de su no inmediato cumplimiento no resulta perjuicio alguno; lo aviso a usted para que me diga si debo entregar la compañía que se pide por orden del general, o si estamos todavía en el caso de no avanzar más adelante sin el cumplimiento de las condiciones que el supremo congreso ha puesto.

   Dios guarde a usted muchos años.

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t. 1, p. 24-25, N° 12, de Archivo Restrepo. NOTA

 

19

MAS INCOMODIDADES

La Grita, condenada, 4 de mayo de 1813

   Señor coronel Manuel del Castillo

   Mi amado coronel y mejor amigo:

   Con el chato recibí las dos cartas de Baraya y don Frutos. La de este último ha derramado sobre mi corazón la mayor tristeza, y así me tiene usted a esta fecha bien divertido. Eso sólo faltaba a tanta incomodidad como he sufrido. ¿Qué hemos de hacer? Vengan disgustos del primer cuerpo de la nación, venga invierno, venga hambre, venga enfermedad, venga cuanto sea posible para abrumar a un hombre.

   Ya verá por mi oficio que el dinero apenas ha alcanzado para pagar a los soldados por el mes pasado. Bolívar quiere que nosotros hagamos prodigios, como los del Señor con los cinco panes; ¿con 6.000 pesos querrá que dos batallones se socorran por mes y medio, que la proveeduría tenga dinero, que se paguen los arrieros, los gastadores, los cargueros, la caballería y la artillería? ¿Con 6.000 pesos querrá que tengamos ganado, arroz, sal, pues? ¡Qué males padece un ejécito cuando está a su cabeza un jefe que no ha pasado por las escalas de la milicia! ¡Y qué mayores males no se le espera por el capricho de los que sólo piensan filosóficamente! Tal vez esta noche nos acostaremos sin luz, y ya llegará día en que ni carne encontremos. ¡Hasta cuándo ha sido necesario comprar a varios pobres infelices, que teniendo una vaca sola, se ven en la necesidad de perderla! Este vicario, que no tendrá más crimen que ser cura de un pueblo godo, y que ha donado 800 pesos, ha perdido varias reses. Si se ha recogido ganado, un oficial ha ido a recogerlo, abandonando su compañía. ¿Qué tal? ¿Y quién sufre esto? Los subalternos, que no tenemos voz en los asuntos más importantes y en los que se interesa la felicidad de una República naciente.

   Ya he dado pasaporte para Cúcuta a los oficiales González y Mendoza en virtud de un reconocimiento formal del cirujano. Caycedo me ha dirigido ya un memorial para lo mismo. Todo el que justifique con certificación jurada del cirujano que necesita temperamento caliente, lo mando a Cúcuta, pues por aquí no hay inmediato ninguno. No estoy yo menos malo: ayer tomé purga y he pasado el día tendido en la cama. Si esto nos sucede a nosotros que procuramos cuidarnos de algún modo, ¿qué no sucederá al soldado que se abandona a todo exceso?

   Ya me da vergüenza escribir sobre este asunto, y había hecho intención de no volver a hablar más sobre nuestro estado; pero la desesperación, el disgusto, me hacen repetir lo que tantas veces he dicho. Acuérdese usted de Honda cuando todo nos incomodaba y nos afligía, aun a pesar de disfrutar de mil comodidades. Juzgue usted por sí lo que sufriremos otros que por un destino fatal estamos condenados a sufrir más que el resto de los defensores de la patria.

   No se admire usted ni crea en mí un espíritu preparado a incomodarlo. Usted en mi situación, encargado de un mando que ofrece cuantas incomodidades son posibles de dar a un hombre, acometido de enfermedades de estómago, ausente del objeto más amable a los ojos de un hijo, viviendo entre el barro y la lluvia, y divisando el descanso que otros, sus compañeros, disfrutan con igual mérito y sin ningún privilegio, usted entonces haría la mayor resistencia para no cometer un desatino.

   Permítame expresarme con esta franqueza, pues ella es la que me escuda. Bajo estos principios estoy resuelto a pedir de todo corazón mi licencia absoluta, y antes estoy deseando que el congreso, a consecuencia del consejo de Táriba, deponga del empleo a quien como yo habló con más dureza. Un oficial insubordinado, seductor, murmurador, no debe llevar más tiempo la casaca, y yo, que creo hallarme en los tres casos, según el espíritu de la carta de Gutiérrez, no debo usarla.

   Bolívar va a mandar guarnición a Mérida, según un oficio que vi de él al cabildo. Quién sabe en la que nos veremos si se nombra de nuestra tropa. Yo del 5° no doy un hombre si no veo orden de usted y sólo con ella marcho yo mismo a donde sea necesario.

   Dispense usted cualquier expresión que pueda causarle incomodidad, bajo el supuesto que yo, ni como amigo, ni mucho menos como subalterno, trato de disgustarlo. Un genio naturalmente acalorado que hoy tiene mil y mil motivos de estar caliente en un grado superior, es el que me ha dictado esta carta. Repito que disimule usted mis impertinencias, seguro de que en todo tiempo, de todos modos, y en todas circunstancias siempre seré reconocido y amigo el más apreciador,

Francisco de Paula Santander

   Vea usted mi contestación a don Frutos, y cerrándola, póngala en el correo. Aviso a usted que tengo licencia de mi general para ir a Cúcuta; cuento con la de usted, y un día de estos me voy aunque sea a pie a descansar, como descansan otros que..., etcétera.

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t. 1, p. 25-27, N° 13, de Archivo Restrepo.

 

20

POSIBLE LIBERACION DE VENEZUELA

Cuartel general de Cúcuta, 4 de mayo de 1813 3°

   Excelentísimo señor presidente del congreso, encargado del poder ejecutivo de la Unión.

   Excelentísimo señor:

   Incluyo a vuestra excelencia la correspondencia que acabo de recibir del comandante de la vanguardia en La Grita, mayor comandante Francisco de Paula Santander, enviada por el comandante de armas de la ciudad de Mérida, interceptada al enemigo.

   Por ella se informará vuestra excelencia del estado de nuestros contrarios, que no puede ser más desesperado, aun antes de verse verdaderamente atacados: pues la separación del gobernador de Barinas de su capital, indica claramente que aquél no tiene ninguna confianza y toma por pretexto para alejarse, el solicitar tropas en unos lugares que han dado ya muchas pruebas de su desafección al gobierno de Monteverde.

   El anónimo que se encuentra entre los papeles es, según el conocimiento que se tiene de la letra, de Domingo Pumar, buen patriota, y no se debe dudar de la veracidad de sus noticias, porque coinciden con las que se reciben de todas partes; y sólo tengo por dudoso el que los resultados sean más o menos favorables, pues yo estoy cierto de que en Cumaná, Barcelona, Caracas y Barinas, hay un fondo de patriotismo universal que es imposible desarraigar, aunque se use de la última crueldad; y que por poco que se le socorra, sus efectos serán por fin la liberación de toda Venezuela, que por sí misma hará mucho, si no hiciese el todo.

   Si la España no enviare a Venezuela tropas que la obliguen a continuar en las cadenas, ella las romperá ciertamente, sin más auxilio que el del cielo y sus virtudes, porque los obstáculos que nosotros mismos nos estamos formando, para no ejecutar la bella empresa que tantas veces nos habíamos lisonjeado de llevar al cabo, la veo al presente muy distante, no por falta de medios, repito, sino por falta de voluntad en algunos de los que debían ser los instrumentos.

   Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

Simón Bolívar

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 13, p. 205.

 

21

EXPRESIONES DE LEALTAD

La Grita, 11 de mayo de 1813 3°

   Señor coronel Manuel del Castillo

   Amadísimo coronel y amigo:

   Su ausencia a Tunja a pesar de creerla necesaria en circunstancias tan apuradas, me ha sido sensible. Yo he aguantado en esta ciudad mil millones de incomodidades, y aunque fui nombrado elector para Pamplona, no he querido separarme por cumplir más con sus encargos amistosos que con sus órdenes. Porque no se malogre el 5° batallón levantado a esfuerzos de usted y en la época más ominosa, estoy unido a él y estaré siempre que el honor de las armas y el decoro del congreso lo exijan así.

   Bolívar me ha oficiado con mil expresiones honrosas a fin de que no me separe. Briceño, el seudocoronel, nos ha robado los fusiles y otros tantos soldados. Ya se largó con su caballería para Guasdualito. Al congreso doy parte de este atentado acompañando el que me dio Isidro, quien fue insultado y casi expuesto a perecer en manos de los franceses.

   Acompaño esas cartas. No se olvide usted de agitar sobre mis solicitudes al congreso, ni menos abandone usted a unos oficiales amigos y a unas tropas que cada momento claman por su coronel Castillo. Cuidado como no vuelve usted al seno de los oficiales que tanto aman a usted. No vuelva la espalda a 500 hombres del 5° batallón, que han sabido aprovecharse del amor y cariño con que los ha tratado su coronel. No crea usted exageración: los soldados en sus conversaciones, en sus quejas, sólo se acuerdan de su coronel Castillo y sólo están pensando en él. Por fin todos lo aguardamos, y si no viene, nos vamos a traerlo sin remedio.

   Reciba usted expresiones de todos los oficiales sin excepción, y el corazón agradecido de un amigo y compañero que lo ama,

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t. 1, p. 27-28, N° 14, de Archivo Restrepo.

 

22

RETIRADA DE MONTEVERDE

Cundinamarca. Boletín de noticias del día. Número 51, Santafé, 16 de mayo de 1813.

   Los diputados del congreso cerca de este Estado, han pasado a nuestro gobierno copia de algunos documentos que les ha remitido el congreso, y contienen las siguientes favorables a la libertad del reino:

   En parte que el ciudadano Francisco de Paula Santander da al general Bolívar, fecha en Bailadores a 24 del abril, asegura que un mozo, hombre de bien, ha dado muy circunstanciada noticia del estado del enemigo: que éste se ha retirado precipitadamente de la ciudad de Nueva Mérida hacia Trujillo, después de que por el puerto de Escalante se le fugaron muchos soldados, que llenos de miseria y ocupados de terror han tratado de ir a refugiarse a Maracaibo.

   En declaración jurada que dio el ciudadano Vicente Barrios, natural de Mérida, en San José de Cúcuta, a 26 de abril, dice: que salió de Carora el 30 de marzo; que en el pueblo de Estanques encontró al coronel Correa, que según supo iba para Mérida; que dicho coronel llevaba trescientos hombres, la mayor parte inútiles; un cañón y tres cajones de pertrechos. Que de Caracas supo en Carora que Monteverde se había venido por mar a Valencia, temiendo las tropas de los valles de Aragua, por los repentinos asaltos que le dan los patriotas de allí; que de resultas de una revolución hecha en Caracas por los patriotas el 15 de febrero (que sabe de positivo por haber visto las gacetas de Monteverde), se habían desaparecido tres batallones de patriotas, que se decía estaban en Cumaná al mando del marqués del Toro que estaba allí; que igualmente por la tiranía del gobierno español, todos los americanos desean la ocasión de que este ejército se acerque a Venezuela, y que no tomarán las armas contra él; que lo asegura porque es voz pública de todo Venezuela y porque estando en Carora salieron 300 hombres de auxilio para Guasdualito, y al cuarto día llegaron solos los oficiales con las listas, dando parte que toda la gente se les había desertado.

   José Tomás Pérez dijo también bajo juramento: que cuando Correa pasó por Bailadores llevaba 400 hombres, pero que según ha sabido después, casi todos se le han desertado.

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1913,1.1, p. 184-185, de Cundinamarca. Boletín de Noticias del Día. N° 51. Santafé.

 

23

SOBRE ENVIO DEL BATALLON 5°

Cuartel general de La Grita, 18 de mayo de 1813 3°

   Excelentísimo señor presidente, encargado del supremo poder ejecutivo de la Unión.

   Excelentísimo señor:

   He recibido el oficio de vuestra excelencia de 4 del presente, a que se sirvió acompañarme en copia la respuesta que el supremo poder ejecutivo de la Unión dio al coronel Castillo en contestación al presente en que comunicaba éste su entrada a La Grita.

   Igualmente, he visto el oficio que con fecha de 3 del corriente me dirigió vuestra excelencia, participándome la resolución del supremo gobierno de la Unión, con respecto al señor brigadier, ciudadano Joaquín Ricaurte.

   Tengo el honor de incluir a vuestra excelencia la carta que el ciudadano Vicente Campo Elias, comandante de armas de Mérida, hace al ciudadano Cristóbal Mendoza, en que le comunica el estado de las fuerzas enemigas y la situación favorable de los pueblos de Venezuela, que vivamente desean nuestra aproximación: pero parece que una fatalidad anexa a esta expedición se ha empeñado en embarazarla, para que no logre los importantes objetos que el soberano congreso de la Nueva Granada se ha propuesto. En este día he recibido un oficio del coronel Castillo, en que me dice que envía orden al mayor Santander, comandante accidental del 5° batallón, para que se restituya al Rosario, incluyéndome una orden del gobernador de Pamplona, en que supone otra de vuestra excelencia en que lo autoriza para que disponga del 5° batallón. Voy a contestar que ínterin no reciba orden directa de vuestra excelencia, para que ponga a disposición de aquel gobierno el expresado batallón, no lo haré; pues el coronel Castillo no es conducto regular para recibir yo órdenes del supremo poder ejecutivo.

   Este batallón es el único que está perfectamente armado, y completo, y es, por decirlo así, el cuerpo general del ejército, y si se separa de él, habrá una disolución general, y el mismo quedará desarmado, pues las armas que tiene pertenecen a Cartagena, cuyos soldados han quedado desarmados de sus fusiles buenos para darlos a este batallón.

   Esta determinación por parte del gobierno de Pamplona tiene su origen en las inagotables intrigas del coronel Castillo, que procura por todos los medios perjudicar y destruir el ejército libertador de Venezuela. Parece que estamos determinados a prolongar más tiempo la esclavitud de nuestros hermanos, y a procurar favorecer a los enemigos para que vengan a apoderarse de la Nueva Granada; porque a la verdad es inconcebible, que el mismo gobierno de Pamplona que ha estado por cerca de un año en el borde del precipicio, quiera privarnos de sus soldados, que deben ir a expulsar a sus opresores hasta más allá de los mares para no volverse a ver invadido quizá para siempre.

   Es bien doloroso que aquellos mismos que debían verme como su Libertador, y que en efecto lo he sido, se esmeren en perjudicarme, perjudicando a su propia patria. Es bien doloroso que el gobernador de Pamplona y el comandante general de la provincia, que si respiran libres es por efecto de mis servicios a la Nueva Granada, se cieguen hasta el punto de impedirme que concluya la obra que tan gloriosamente he comenzado en beneficio de ellos y de toda la federación. La ingratitud, la perfidia, la mala fe que se notan en tales procedimientos, son tan chocantes, que al hombre más estoico son capaces de enfurecer. ¡Ah!, excelentísimo señor presidente, la posteridad verá con escándalo una conducta tan abominable, que sólo el amor a la patria me hace tolerar, confortado también con la esperanza de que en el ánimo recto y sublime de vuestra excelencia no pueden hallar abrigo unas intrigas tan destructoras de la libertad y de la independencia de la América.

   Sólo la confianza que vuestra excelencia me inspira, sería capaz de sostenerme en medio de las amarguras que experimenta mi corazón, al ver que mis esfuerzos por el bien de la patria, lejos de ser apoyados, lejos de ser aplaudidos, son tenidos como errores y aun reputados como vicios: pero el tiempo lo descubre todo, y la historia juzga al fin con imparcialidad; así, pues, mi único sentimiento es por mis hermanos, a quienes estamos comprometiendo a que se subleven contra sus tiranos, para dejarlos quizá burlados y sacrificados como víctimas.

   El día 14 salió la vanguardia de Bailadores para Mérida, adonde debe haber llegado hoy, o llegará mañana: el mismo día 14 salió de aquí el centro; posteriormente la retaguardia, y mañana saldrá la reserva.

   Yo partiré de aquí por la mañana, con el dolor de dejar en esta ciudad al brigadier Ricaurte, que queda esperando las órdenes de vuestra excelencia. Yo le suplico encarecidamente se digne darle destino en nuestro ejército, de primero o segundo jefe de él, como mejor lo tenga a bien vuestra excelencia, en la inteligencia de que su carácter y virtudes militares pueden ser de la mayor utilidad en la expedición que debe libertar a Venezuela.

   Tengo el honor de dirigir a vuestra excelencia la adjunta copia del juramento que presté ante el ilustre cabildo de San José, por las razones que antes tengo expuestas a vuestra excelencia.

   Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

Simón Bolívar

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 13, p. 227, N° 68.

 

24

PROBLEMAS POR TRASLADO DEL BATALLON 5°

La Grita, 19 de mayo de 1813 3°

   Señor coronel comandante del 5° batallón y de las armas del estado de Pamplona, ciudadano Manuel del Castillo.

   Estando en marcha para Cúcuta con permiso del señor general, con el fin de recoger los papeles y caudales del batallón, recibí la orden de vuestra señoría de 13 del corriente en que transcribiéndome las del supremo gobierno de la provincia y acompañándome una copia de la del federal, reducidas una y otra a que el 5° batallón se trasladase al Rosario, y de allí la compañía del capitán Serrano a Pamplona, me prevenía vuestra señoría a su puntual cumplimiento. Volví inmediatamente a La Grita en donde ya se hallaba el general Bolívar, y le reclamé la orden para cumplir yo con la de vuestra señoría.

   Su contestación, reducida a las copias que acompaño, me ha reducido al extremo de no poder absolutamente marchar con el batallón a Cúcuta. Dos compañías de él, que son la 3a y 4a, deben estar ya en Mérida, y las 1a y 2a llegando allí mismo dentro de tres días. Todas se han marchado a Mérida a pesar de la orden de vuestra señoría para no moverse de las posiciones que ocupaban, por haberme transcrito el comandante Girardot una orden del supremo poder ejecutivo a vuestra señoría avisándole haberle dicho el general que impuesto que las tropas se habían acercado a La Grita, podían ocupar a Mérida y aun la provincia de Trujillo que le produce caudales al enemigo, que haciendo falta a nosotros, le sirven para hacernos la guerra.

   Los oficios de que remito copias me ponen a cubierto de cualquier cargo. El general me dice que el señor secretario del congreso no le ha comunicado la providencia de que vuestra señoría le habla, y que sin su orden no puede permitir las marchas retrógradas de unas tropas que se han puesto a su disposición por el supremo congreso, y que aunque vuestra señoría sea comandante del 5° batallón, no puede dar órdenes que digan contradicción con las del congreso, que acabo de recibir hoy mismo previniéndole ocupe a Mérida y persiga a Correa de sus inmediaciones. Yo me veo en el mayor comprometimiento, pues debo obedecer a vuestra señoría y al general. Este me arguye con órdenes del supremo congreso, comunicadas a vuestra señoría para que esté a las que se comuniquen por mi conducto, y vuestra señoría con las del gobierno a quien pertenece el batallón, y con otras del ministro de la Unión que no se han comunicado al general por el señor secretario. En fin, vuestra señoría acertará a conciliar esto y prevenirme lo que crea justo, en inteligencia de que vuelvo a Cúcuta con el objeto de tomar los papeles y caudales del batallón, con licencia por 15 ó 20 días.

   Entre tanto, he dado dos órdenes al comandante Serrano para que, por ningún caso, ni por pretexto alguno, permita desfalco en el armamento, plazas, enseres, caudales y demás del batallón, haciéndolo responsable y avisándole que el comandante del batallón manda exclusivamente en lo económico de su cuerpo sin que ninguno pueda mezclarse en el conocimiento de sus armas, estados, etcétera, y que el general manda las marchas y dispone la división de cuerpos de vanguardia, centro y los demás de esos mismos batallones que están a sólo cargo de su comandante.

   13 soldados y 13 fusiles faltan ya en la 1a compañía a causa de habérselos robado el titulado coronel Briceño. No sólo yo, sino el comandante Girardot, reclamamos del general semejante atentado, pero sin poder lograr efecto, pues el dicho Briceño se marchó para Guasdualito inmediatamente y no sabemos de su destino. De este hecho he dado parte al supremo poder ejecutivo federal.

   Verbalmente me expresó el general que en caso de tener orden del supremo congreso para marchar nuestro batallón al Rosario, no lo haría sino con el armamento con que entró al principio, pues el resto lo había él traído de Venezuela. Mi contestación se redujo a manifestarle que el armamento del 5°, parte había sido comprado por el gobierno del Estado al de Cartagena, parte tomado en Cúcuta al enemigo, que debe ser exclusivamente de esta provincia, pues fueron tomadas las armas en su territorio por algunas de sus tropas, y por las que pagó y surtió con sus caudales y provisiones; y en fin, que yo no me retiraba a Cúcuta con un solo soldado desarmado en el caso de resolverse mi marcha.

   Para evitar un exceso semejante al que ha ejecutado Briceño, he escrito al comandante Serrano de oficio y verbalmente, previniéndole use de la mayor precaución, y mandándole que con toda firmeza y carácter se oponga a pretensiones injustas e indebidas, haciendo con el batallón en orden a sus marchas lo que el supremo congreso ha prevenido en orden comunicada a vuestra señoría de 18 de abril y transcrita en ausencia de vuestra señoría a mí por el teniente coronel Girardot.

   Todo esto lo aviso a vuestra señoría para su gobierno e inteligencia, como de que igual parte doy al excelentísimo señor gobernador capitán general del Estado.

   Dios guarde a vuestra señoría muchos años,

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t. 1, p. 28-30, N° 15, de Archivo Restrepo.

 

25

RECIBO DE DECRETOS Y OTRAS DISPOSICIONES

Cuartel general de Mérida, 9 de junio de 1813 3°

   Excelentísimo señor presidente, encargado del supremo poder ejecutivo de la Unión.

   Excelentísimo señor:

   He recibido los oficios que vuestra excelencia, con fechas del 17, 18, 19 y 20 del pasado, se ha servido dirigirme, comunicándome los decretos que vuestra excelencia ha dado a las representaciones del teniente coronel Atanasio Girardot, y a la del sargento mayor ciudadano Francisco de Paula Santander; la contestación dada al gobierno de Pamplona sobre el reclamo que éste hizo del 5° batallón; la aprobación que se ha dignado dispensar a las instrucciones que di al gobierno de este Estado, y al juramento que presté a manos de la municipalidad de San José de Cúcuta; el nombramiento hecho en el ciudadano doctor Vicente Tejera para auditor de guerra de este ejército; la respuesta a mi comisionado, ciudadano Francisco Soto; la determinación de vuestra excelencia respecto a la guarnición que dejé en Cúcuta, y las armas que debían quedar allí; las noticias que de Casanare se han comunicado a este gobierno general por el de aquella provincia, con la contestación que éste da sobre los auxilios que debe contribuir al ejército de mi mando; y últimamente, las instrucciones en que el soberano congreso detalla las facultades que transmite a la comisión que debe dirigir nuestras operaciones, y arreglar el gobierno político de las provincias que se vayan libertando en Venezuela, y la proclama que vuestra excelencia, a nombre del mismo congreso, hace a los pueblos venezolanos.

   Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

Simón Bolívar

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 13, p. 247.

 

26

OFICIOS ENVIADOS POR VILLAVICENCIO

Villa del Rosario de Cúcuta, 24 de julio de 1813 3°

   Ciudadano Francisco Javier Cuevas, secretario del poder ejecutivo de la Unión.

   Adjunto paso a manos de ustedes el pliego que acaba de recibir la comisión del general en jefe del ejército libertador de Venezuela, para el excelentísimo señor presidente del poder ejecutivo federal. Asimismo acompaño a ustedes copia del oficio que el general Bolívar ha dirigido, por duplicado, por las vías de Nutrias y San Carlos, al general en jefe del ejército patriota de Cumaná, las declaraciones dadas por los capitanes españoles, prisioneros en la acción del glorioso día 2 de julio en Niquitao; el oficio de Monteverde a Tíscar, fecha 24 de junio del año corriente, y el de Yáñez a Tíscar, fecha en Guasdualito en 29 de junio próximo pasado.

   Según avisa el general Bolívar desde Barinas, con fecha 13 del corriente, pensaba pasar al día siguiente a Guanare a reunirse allí con su retaguardia para seguir a tomar posesión de San Carlos, en donde dice que se ha detenido a todos los españoles e isleños que intentaron huirse.

   El general, antes de su salida, convocó la municipalidad, tribunales y notables de Barinas, a quienes leyó el discurso que consta de la copia adjunta del acta, con la proclama del congreso de la Nueva Granada y demás documentos conducentes para ilustrar a aquellos ciudadanos sobre la misión del ejército de su mando, dejando establecidas las autoridades constitucionales.

   Aun cuando el general Bolívar pide a instancia que la tropa que ha quedado aquí se le envíe para formar el cuerpo de reserva en Mérida, no es posible verificarlo, ya por el espíritu que reina en la tropa, ya por el corto número de individuos de que se compone la guarnición, que es absolutamente indispensable, tanto para tener en respeto a los emigrados y pequeños destacamentos de Maracaibo, como para mantener el destacamento en la villa de San Cristóbal, cuya opinión está todavía muy corrompida, lo mismo que la de La Grita y Bailadores.

   La comisión ha determinado salir para Mérida el día 30 del corriente, dejando ya el valle tranquilo y organizada su administración en lo posible. El ciudadano Juan Antonio Paredes, que fue gobernador de Mérida y conducido preso a Puerto Rico, ha logrado con la fuga llegar a Cartagena; se halla en esta villa con objeto de seguir a Mérida; ha presentado la adjunta relación que original paso a manos de ustedes para noticia del poder ejecutivo federal y toda la América del Sur, por las noticias interesantes que contiene.

   El sargento mayor del 5° batallón, ciudadano Francisco Santander, queda con el mando de armas en el valle, y el brigadier Ricaurte, con algunos oficiales, marchan al ejército. Manifiéstolo a ustedes para el debido conocimiento del poder ejecutivo de la Unión.

   Salud y libertad.

Antonio de Villavicencio

   Posdata: Ha parecido conveniente a la comisión del congreso dirigir a ustedes, originales, los dos oficios del general Bolívar, del 10 y 13 del corriente, porque aumentan más el concepto sobre lo que dice el poder ejecutivo en el apertorio adjunto. Salud y libertad.

Villavicencio

 

FUENTE EDITORIAL:
Gaceta Histórica, p. 99-100.

 

27

NO VA A VENEZUELA

Rosario, 31 de julio de 1813 3°

   Ciudadano Manuel del Castillo

   Mi mejor amigo y compañero muy estimado:

   Sin entrar en asuntos del día, pues las cosas están muy delicadas con respecto a los amigos de Castillo, escribo ésta para salvar la acusación que usted pudiera hacerme por mi silencio: él ha sido necesario, y necesario ha sido pasar yo por la plaza de insurgente y desagradecido. A fuerza de mil vueltas y revueltas me he escapado hasta hoy de no ir a Venezuela, y me ha dejado la comisión con la comandancia de armas de este valle, después de que me echaron para el Zulia con una expedicioncilla en donde me iba llevando el diablo.

   Deseo a usted salud y resolución para que vuelva a ésta, su provincia. Para cuando nos podamos ver, reservo decir a usted mil cosas, y entre ellas descubrirle quiénes han sido sus aduladores, quiénes unos amigos simulados, quiénes unos amigos constantes y verdaderos. Entonces sabrá usted nuestros disgustos, etcétera.

   Mi madre, hermana y demás cucuteños lo piensan a usted mucho, y no poco este su afectísimo compañero y amigo reconocido,

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t. 1, p. 31, N° 16, de Archivo Restrepo.

 

28

SANTANDER, COMANDANTE INTERINO

San José de Cúcuta, 5 de septiembre de 1813 3°

   Ciudadano Manuel del Castillo.

   Mi distinguido amigo y compañero:

   Mil gracias por la mediación que usted interpuso para proveernos de pólvora, y otras mil más por el ofrecimiento de piedras. Figúrese cómo estaremos de contentos con la esperanza de haber pronto estos artículos y de contar con algo para regalar al enemigo el día que se ofrezca. ¡Ojalá fuera para los samarios! Por aquí nos dicen que ya se empiezan a mover tropas de ese Estado para el Magdalena y todos nos prometemos resultados muy felices. Me temo que las cosas de Venezuela nos trastornen el proyecto que oficialmente se ha comunicado de aquí a usted. Apuremos, mi amigo, hasta lograr que nos manden ir para Ocaña, que puestos allá, la cosa es hecha. Crea usted que cuanto odio tengo a las marchas hacia Venezuela, se convierte en deseos íntimos de ir al Magdalena o laguna de Maracaibo aunque nos lleve 40 regiones de demonios.

   Amigo, estoy en la época de jugar a todo. La ausencia del señor Rovira al Socorro me ha hecho obtener interinamente el mando de estas fuerzas. ¿Qué tal, comandante en jefe? Rovira ha ido a apurar la organización del nuevo batallón que se había empezado a levantar y que debe venir a aumentar el ejército y a conseguir los demás recursos para la guerra que hemos de ir a hacer a Santa Marta, a él, oficial y particularmente le he escrito interesándolo para que la remesa de alpargatas de que me habla usted en su oficio que me es honroso, y no dudo que los haga colectar y remitir inmediatamente, pues conozco su actividad y decisión a prestar auxilios que proporcionan las operaciones sobre la costa.

   Se habla de la unión general y se dice que el poder ejecutivo general ha de componerse de tres personas. Podemos los dos y quizá más de cuatro congratularnos de que no saquen de eterno presidente al sin par Torres, y que cuando ahora vuelva a ser reelegido, al menos no será sola su voluntad la que se cumple. Usted acaso mejor sabrá esto por la correspondencia del ciudadano gobernador de Tunja.

   Felicidades, mi amigo, triunfos y glorias desea a usted de todo corazón quien se precia de ser su más apasionado amigo y compañero,

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t. 1, p. 31-32, N° 17, de Archivo Restrepo.

 

29

EMBOSCADA EN LOMAPELADA

Rosario de Cúcuta, 21 de septiembre de 1813 3°

   Ciudadano Manuel del Castillo

   Mi mejor amigo:

   Con el mayor placer leí su apreciable de 7 del corriente en que he visto confirmadas todas las noticias que habían corrido por acá, y entre ellas la de que usted iba a ser destinado en la expedición al sur, en un empleo de los de estado mayor general. Esta noticia la remitimos Ramírez y yo a Mérida a Manuel Ricaurte que iba para el ejército con nuestro brigadier, en una papeleta, y la celebramos sobre nuestro corazón por las consecuencias que podían resultar y por la impresión que haría en algunos genios envidiosos.

   Usted me iba haciendo todo el desfavor, que no merezco, pues trató de inclinarse a creer que pudo haber habido algún motivo que pudiese romper los vínculos de nuestra antigua estrecha amistad y borrar las impresiones de reconocimiento y gratitud labradas en mi corazón desde muy atrás. Pero aun cuando nada de esto hubiere, yo jamás cerraría los ojos para no ver en usted todas las recomendaciones que lo distinguen de otros militares, defensores de la patria. Baste esto, y viva usted seguro de que en toda suerte, en todo estado, en toda clase, cualquier desgracia o fortuna, Santander siempre será amigo y panegirista de Castillo.

   El día 1° de este mes he tenido una acción con los maracaiberos y bailadoreños, en Lomapelada, más allá de La Grita. Una emboscada terrible que nos formaron iba produciendo nuestra derrota, pues más de 600 varas obligaron a retirar nuestra descubierta y división de milicias de San José que mandaba Concha; pero a pesar de la enorme desigualdad del terreno y ventajas de situación enemiga, los derrotamos y les tomamos el punto, dejándonos fusiles, municiones y prisioneros. No fue esto lo peor, sino que por la retaguardia ya tenía una compañía enemiga atacando, y me hizo poner en movimiento de contramarcha a las 9 de la noche a abrirnos el paso por La Grita en donde estaba ya el enemigo griteño que antes nos había recibido con bandera blanca; a las 51/4 de la mañana logré tomar la ciudad derrotando a esos cobardes que no tuvieron valor para presentarse pecho a pecho. En la primera acción perdí cuatro hombres muertos y tres heridos, y en la segunda, dos muertos y cuatro heridos. Entre los primeros está José Gregorio Fortoul, aquél que tuvo usted preso en Táriba. En la segunda operación logré libertar a 16 hombres que me habían hecho prisioneros por la retaguardia, mientras que estábamos persiguiendo al enemigo por la vanguardia, sin caballería.

   ¿Quiere usted saber cuál era mi expedición? Pues óigala: 151 fusileros, de los cuales 60 eran milicianos de San José y San Antonio, de los que no saben poner armas al hombro; 1.900 cartuchos de fusil y dos piezas de artillería, a quienes en la primera acción se les rompieron la cureña y tragante; 21 soldados veteranos enfermos, sin una sola tienda de campaña, ni toldo ni olla. Esto no es exageración, sino la verdad, conocida a los que me mandaron y a los cuarteños. Yo fui sin hablar una sola palabra, pero no me constituí responsable. Por milagro escapó mi división de ser envuelta y de tener un resultado tan fatal como la expedición del marqués del Toro contra Coro. Ahora estoy labrando cartuchos y recomponiendo el armamento, del cual tuvo descompuestos 58 en las manos milicianas. Esto sí es saber equipar una expedición y ordenarla para batir al enemigo, que nos sorprendió dos destacamentos en Bailadores, compuestos de 60 fusileros al mando de Isidro Andrade, que fue muerto infamemente, y al de Orejuela y Sebastián Ramírez que han sido remitidos presos para Maracaibo.

   Hemos perdido en esta maldita sorpresa tres oficiales excelentes, 60 fusiles, 2.000 cartuchos de fusil, algún caudal, el sargento Castro, el cabo Rey y otros buenos soldados; ¡bendiga Dios la mano del que proyectó mandar semejantes destacamentos!

   Es necesario que usted se moleste en escribirme dándome noticia de la expedición al sur, de sus jefes, divisiones, comandantes particulares, etcétera, para poder concebir una lisonjera esperanza como la que concebimos con la de Labatut, quien nos ha dado algunos malos ratos con el rechazo que sufrió en los días 13,14 y 15 de agosto por esos condenados samarios.

   Yo continúo jugando a comandante de armas del valle de Cúcuta, y el gobierno me ha dado accidentalmente la comandancia general de la provincia y de milicias. Usted no se descuide en querer continuar en la comandancia del 5° batallón. Por aquí se ha dudado mucho por el gobernador y por la comisión del congreso si usted ha dejado de ser comandante por la renuncia pasada. Yo no lo entiendo ni aquí hay quién lo entienda. Ojalá que usted se resolviese a venir, y que mientras tanto Santa Marta sería libre, y nos podíamos largar para la costa. 

   Concha saluda a usted y jamás ha perdido la amistad. Ramírez igualmente lo hace, y yo deseo a usted salud, libertad y constancia para sufrir ingratitudes y reveses. Su amigo y compañero,

Francisco de Paula Santander

   Al señor don José Manuel, expresiones. 

Rúbrica

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t. 1, p. 33-35, N° 18, de Archivo Restrepo.

 

30

RETIRADA A CACOTA DE VELASCO

Pamplona, 8 de diciembre de 1813 3°

   Al ciudadano Manuel del Castillo

   Santafé

   Compañero y amigo:

   Aprecio como debo su carta de 7 de noviembre que hoy he recibido por el conducto de don Frutos, quien me dice que aunque se le remitió abierta, de estudio no quiso leerla. Los gobernantes tienen el derecho exclusivo de decidir en toda materia, y su opinión es ya la suprema ley. ¿Qué les hemos de contestar? Nada: sino dejarlos criticar, opinar, decidir, etcétera, que el tiempo nos desengañará y al fin nos hará justicia.

   Gregor manda en jefe, y yo en 2°, pero mi destino por sistema mío está reducido a oír, callar y ejecutar. En nada quiero mezclarme, y aunque él me hace el honor de llamarme para entrar en consulta, yo a todo le digo bueno, bueno, bueno. Si el demonio se lleva esto, que se lo lleve sin acuerdo mío, y si no, que uno solo se lleve las glorias. Pocas balas oiré yo en lo sucesivo, ni me expondré a muchos peligros. Si han de hablar y escribir, quiero dar margen para ello.

   Mi retirada a Cácota de Velasco fue por dirección del gobierno. Yo le propuse que marchásemos por el cantón de Girón, y receló de ir a él. Amigo, ya me apura el correo, pues su carta la he recibido muy tarde. El plan que yo propuse, ha sido mucha parte del adoptado por Gregor desde que tomó el mando, de suerte que han convenido los dos.

   Nada sabemos del enemigo sino que su fuerza consiste en 800 hombres. Pasarlo bien, y aseguro a usted que no le cederá en constancia ni en cariño.

Francisco de Paula Santander

   Si Montalvo es el redactor de los boletines, exíjale usted que le manifieste un papel que le he dirigido por este mismo correo. Como Ramírez anda por Girón, y Concha por Málaga, sólo Serrano y Pedro Fortoul me acompañan.

Rúbrica

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t. 1, p. 35-36, N° 19, de Archivo Restrepo.

 

31

DISGUSTOS DE SANTANDER

San Faustino, 19 de abril de 1814

   Ciudadano Manuel del Castillo

   Mi distinguido amigo:

   Mil enhorabuenas, mil parabienes reciba usted de quien se complace de las satisfacciones y colocación de usted. Por cartas de Omaña y de Baraya sé que usted ha sido colocado con aplauso en la comandancia general de esa plaza, y como el corazón humano por lo regular se resiste a creer lo que más le satisface y llena de placer, ¡llegué a dudar este suceso! Usted me conoce, y me conoce en la época de los disturbios, de las contradicciones, y cuando hasta un crimen era nombrar a Castillo.

   Nuestro ejército ha mudado de general recayendo el nombramiento en el gobernador Rovira interinamente. Se trató de obrar hostil y activamente contra Maracaibo aprovechando la ocasión de que las tropas de Cartagena obran por el Valledupar, y las de Trujillo y Mérida en su costa. Por este motivo el ala izquierda que mando yo tiene su cuartel en esta ciudad infernal, y a su tiempo debe penetrar por los bosques a toda costa hasta San Carlos de Escalante, y el ala derecha que manda Lino obrará por Onia y puerto de Escalante. Esto tendrá lugar si una expedición que ha salido de Maracaibo al mando del coronel Jaime Moreno no triunfa sobre las fuerzas de Mérida y refuerzos nuestros; pero si al revés vienen las cosas, trabajos se les espera al godaje de Maracaibo.

   Después de la derrota que de nuevo ha dado Ceballos a Urdaneta en Barquisimeto, no hemos sabido nada de Venezuela. El ejército de Boves fue destrozado en febrero, y el cuartel general de Bolívar se había trasladado de Valencia a San Mateo, que es decir 30 leguas sobre Caracas. ¡Qué sé yo cómo andamos por allá!

   La política de los libertadores ha ganado más enemigos que amigos, y el tiempo dirá lo más que suceda. Jamás me pesará el haberme quedado por una casualidad. Nuestro 5° batallón tronó, el capellán ha llegado, que es el padre Villamizar, y desearía que usted lo oyese un poco. Ya se me ha dado orden para reponer el mismo 5° batallón y ya tengo tres compañías.

   No puedo ponderar el disgusto con que he estado sirviendo; el honor sólo me ha hecho sufrir. Espero salir de esta nueva campaña para tomar mi licencia.

   El suceso desgraciado de Carrillo me ha proporcionado 40 disgustos y se ha atribuido a mil causas. No ha faltado quien diga que yo, en odio a Bolívar y en venganza, dispuse la pérdida de la acción para que el valle de Cúcuta cayese en manos del enemigo. Hasta allá llega la pasión.

   Me temo mucho otra expedición para Venezuela, pues ya la han pedido al congreso. No me iré por ningún caso, aunque me pusiesen en las manos el despacho de coronel y dos veneras de la orden de los libertadores.

   Dénos usted la noticia de la ocupación de Santa Marta, y reciba usted todo el afecto de un amigo invariable y compañero que estaría siempre a sus órdenes,

Francisco de Paula Santander

   Posdata: Se acaban de recibir noticias de Mérida en que avisan de la rendición de Puerto Cabello y de la ocupación de San Fernando de Apure por el héroe Mariño. También se avisa de una conspiración fraguada por Lizón y los catalanes auxiliados de un corsario de Santa Marta, contra Miyeres y Correa. No es dudosa esta noticia y deseamos saber el fin de esta farsa.

Rúbrica

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t. 1, p. 37-38, N° 20, de Archivo Restrepo.

 

32

DESCARGOS DE SANTANDER

San Faustino, 8 de mayo de 1814 4°

   Cuartel general de la división de la izquierda, ejército del norte en San Faustino.

   Excelentísimo señor:

   Francisco de Paula Santander, sargento mayor del 5° batallón de línea de la Nueva Granada, ante vuestra excelencia, con el respeto que debo, hago presente que, siendo un principio innegable que el derecho de presentar peticiones a los depositarios de la autoridad pública, no puede ser prohibido ni limitado en ningún caso, me atrevo a presentar las mías a vuestra excelencia, con tanto más derecho cuanto que creo que ellas están circunscritas en los límites de la justicia. Se me ha herido en el honor, y es un deber mío manifestar al supremo gobierno toda la equivocación con que se ha procedido. Mi profesión, el cuerpo donde sirvo y la nación a quien presto mis sacrificios, exigen imperiosamente que yo vindique mi conducta pública y militar, injustamente calumniada. No me atrevería a hablar a vuestra excelencia en esta vez, en que mil grandes objetos le llaman la atención, si no me viese obligado por el cansancio y fastidio que causa oír diversas especies de tantos hombres que, en lugar de presentarse con el carácter de unos acusadores, sólo se valen de conversaciones y de cartas para deprimirme, si no conservase a pesar de todo un carácter, que exigiendo por su naturaleza ser destinado a mandar, aunque sea un piquete, nos pone, a mí, en el caso de desconfiar de mis operaciones, y a algunos otros si no esperan buen resultado de ellas. Me contentaría con el testimonio de mi conciencia, y con oponerles, como hasta aquí lo he hecho, el sufrimiento, la constancia y la resolución de ir siempre en solicitud del enemigo; pero el tiempo y mi silencio pueden llamarse para acusarme, y ya han sido bien trascendentales los defectos que se me han imputado. Ruego a vuestra excelencia que preste por un rato atención a mis palabras, y oiga mis peticiones.

   No debe parecer ridículo ni ser extraño que yo aquí refiera a vuestra excelencia, aunque con rapidez, los servicios que he hecho desde que se me confió mando en jefe; trato de vindicarme, y debo atacar en su origen y principios las acusaciones que se me han hecho en el silencio. Acuérdese vuestra excelencia que, calumniado una vez ante el colegio constituyente de Cundinamarca, depuso la moderación y confundió a sus acusadores haciendo relación de toda su conducta pública; cuando a un hombre le hieren en el honor, es muy difícil que calle; podrá ser sufrido, pero no insensible. Oiga vuestra excelencia el manejo que he tenido en la carrera de las armas, desde el feliz suceso de Lomapelada hasta el desgraciado de Carrillo, manejo que, además de haber sido demasiado público, ofrezco documentarlo formalmente en cualquier caso.

   Detenida mi marcha al ejército de Venezuela por las comisiones que recibí del supremo congreso, antes de cumplirse el término de quince días, por el que me permitió el general Bolívar venir a Cúcuta de La Grita a llevar los intereses particulares del 5° batallón que entonces mandaba yo accidentalmente, recayó en mí por una casualidad la comandancia del valle de Cúcuta, que nunca solicité. A fines del mes de julio tomé el mando, y al principio de agosto empezaron a sentirse los peligros que corría el valle. 80 soldados y 62 fusiles útiles me entregaron por estado formal, que conservo en mi poder, y en los primeros días se me mandó salir con dirección a Bailadores, hasta por tres diversas ocasiones, y en todas tres jamás pasaron dos horas sin que ya estuviese puesto en marcha. Llegó la vez de ir efectivamente a atacar a los que por fines de agosto asaltaron nuestros cuarteles en el mismo Bailadores, y no sabiendo si su número era o no muy superior, marché con 160 hombres, mucha parte de milicianos bisoños, con solos 1.800 cartuchos. Marché sin poder adquirir la menor noticia del estado, fuerzas y posiciones del enemigo, y bien impuesto éste de las mías y del orden de la marcha, se situó en el formidable cerro de Lomapelada, y logró atacarnos, sorprendiéndonos, y hubiera logrado también vencernos, si la marcha y colocación de mi tropa no hubiese ido desde mi salida de Cúcuta con todo orden y regularidad. Aquí gané una acción, y aquí mismo dieron principio mis acusadores. No pude perseguir al enemigo hasta sus guaridas, porque ni tenía ya cartuchos para batir otra división que había llegado a Bailadores el día anterior, ni contaba con los milicianos, de quienes se habían desertado doce, y porque se había inutilizado una pieza de artillería e iba a encerrarme en un territorio enemigo, careciendo de todos los elementos de guerra. Razones fueron éstas que, cuando convencieron a la comisión del legítimo congreso, no han convencido a mis enemigos. No sólo la comisión aprobó mi conducta en términos bien honrosos, sino que el mismo gobierno de Mérida, a quien interesaba mucho mi dirección a sus pueblos, dijo de oficio (que conservo) que juzgaba prudente mi retirada. Allá en Lomapelada, bien o mal dirigida la acción, ella se decidió por nuestras armas, y si ella no pudo remover absolutamente los peligros, al menos los alejó, y ganó tiempo para que se pensase en aumentar la fuerza de Cúcuta; pero, ¿quién ha visto que este suceso haya merecido siquiera darse a conocer en Nueva Granada como una noticia pública? El fue pequeño y, con todo, en el Boletín del Ejército de Venezuela, número 14, tuvo lugar al lado de las más célebres batallas.

   Vine a Cúcuta salvando mi división, que se vio de nuevo envuelta cerca de La Grita, y dándole al gobierno de la provincia, que en la dirección de la fuerza había sucedido a la comisión, cuantos conocimientos pude sobre la defensa del valle, empleé todos mis cuidados en aumentar la tropa y las armas, esperando de fuera los demás recursos. Logré en efecto recoger hasta cerca de 300 hombres con 252 fusiles corrientes, única fuerza que ha presentado acción en el llano de Carrillo. Ordené la guarnición, arreglé sus divisiones, puestos, avanzadas y guardias, y bajo un plan de defensa que formé y mereció la aprobación del excelentísimo gobernador de la provincia, me encerré en la plaza del Rosario a trabajar por la conservación del valle de Cúcuta. Desde el día 7 de septiembre hasta el 14 de octubre que abandoné los lugares, previo un consejo de guerra, que igualmente fue aprobado por el gobierno, se redoblaron las fatigas, los cuidados, las alarmas y los encuentros con el enemigo. Alrededor de vuestra excelencia existe un testigo de cuanto voy a hablar, el teniente coronel ciudadano Antonio Vélez. En los 38 días de expectativa no tuvimos una hora de sosiego ni de descanso, y hasta las horas destinadas para comer y dormir las sacrificábamos todas a la seguridad de Cúcuta. Yo mismo, que podía haberme excusado, como comandante en jefe de servicios, que están señalados a las demás clases subalternas, yo mismo, me sometí a alternar con los demás oficiales en el trabajo.

   El 28 de septiembre fue ocupada la ciudad de San Faustino, y el 30 quedó libre: el 5 de octubre invadió el enemigo él pueblo de Limoncito, y el 6 fue libertado; el mismo día 5 entró el bárbaro Lizón en Táriba, y el 10 fue derrotado un grueso destacamento que tenía en Capacho, sin que me hubiese sido posible adelantar mis marchas hasta su cuartel general, por la precipitada contramarcha que hice en la noche. Esta operación, que me dictó la necesidad, volvió a alentar a mis acusadores, que estando a cinco y seis leguas distantes de mí ni pudieron presenciar los impedimentos, ni quisieron después conocerlos. Prescindo de alegar, para justificar esta contramarcha, la inutilidad que resultó a mucho armamento, el desaliento de la tropa y el consejo de algunos oficiales a cuyos brazos confiaba yo, como confía todo general sus empresas, y me contraigo solamente a traer en mi favor los peligros que corría mi cuartel general con las nuevas invasiones de San Faustino y Limoncito, anunciadas ya, pues que en él había dejado la artillería y municiones por falta de bestias y por aligerar mi marcha. Formada estaba mi tropa en la plaza del Rosario, para marchar a Capacho y Táriba, cuando llegó el ciudadano Pedro Santander con la novedad de que el enemigo venía por su hacienda de La Culebra, y con todo no detuve la marcha porque calculé que primero podíamos derrotar el destacamento de Capacho, alejando los peligros, que ocupar a Cúcuta la división enemiga, que se anunciaba venía por el norte. Resultó falsa esta noticia, y quiso la desgracia, para no saberlo antes de emprender la retirada, que una gran creciente del río Táchira detuvo al peón que me envió el ciudadano Juan Nepomuceno Piedri comunicándomelo. Volví a ocupar el Rosario y los enemigos volvieron a hacer sus tentativas el día 14 de octubre por la mañana, y cuando estaba escribiendo la orden para que la fuerza de San José saliera a disputar el paso del Táchira a la división que nos atacaba por Los Quemados, se observó que la de Táriba venía bajando el cerro de Las Cruces a ocupar a San Antonio. Toda la tropa fue formada en la plaza y empecé a tomar providencias para ir a atacar a ésta, cuando me llegó parte del destacamento de observación de Táchira, que un tercer número de gente venía marchando del camino de Lobatera. No desconfié aún de hacer allí mismo la defensa, hasta que llegó otro parte del comandante de San José, Domingo Antonio Torres, en que con su hermano Felipe nos dice le auxilie con tropa de línea, pues se ha observado marchar por el camino del Salado un grueso pelotón de enemigos. Aquí fue formada la resolución de abandonar a Cúcuta, después de bien satisfecho que no era posible defendernos de 4 divisiones, que nos atacaban simultáneamente por 4 distintos puntos. No ha sido esta operación un movimiento que me dictó la cobardía, sino un convencimiento de los principios militares que había aprendido. Vuestra excelencia y todo el mundo ha visto en nuestros días, para no referir ejemplos de épocas atrasadas, que el general Bolívar establece su cuartel general en Valencia, abandonando todo el terreno que había ganado en la importante plaza de Puerto Cabello, luego que calcula que puede ser envuelto por las tropas auxiliares de España; y después de esta operación le ha visto también reuniendo todas sus fuerzas en un solo punto, sobreseyendo en las conquistas que había proyectado, y áun cediendo al enemigo muchos pueblos libertados.

   Yo dejé a Cúcuta y me pasé al llano de Carrillo haciendo una retirada en orden por delante del enemigo, y aquí habiendo reconocido personalmente el terreno, y tomando los conocimientos prácticos que me faltaban, dispuse la defensa bajo el plan que creí adaptable. Quisiera, señor excelentísimo, hablar ahora con quien tuviese un perfecto conocimiento de esta situación, para manifestar todas las razones militares que me movieron a elegirle y a colocar en él las divisiones en el orden en que estaban el aciago día 18 de octubre; pero vuestra excelencia tiene sobrada razón para conocer la que yo alegué en mi favor sobre un suceso que por haber sido desgraciado me ha traído tantos acusadores y proporcionado tantos disgustos. Perdone vuestra excelencia si soy prolijo en hablar de él, pues de aquí parten las calumnias que me han forjado los que, decantando patriotismo, y creyéndose poseídos de grandes conocimientos para decidir en estas materias, han existido a 20, 30 y más leguas de distancia de los peligros, abandonando la causa de su patria a que debían concurrir, o con sus brazos, si se creen valientes, o con sus consejos, si ilustrados, o con su influjo, si populares, y si patriotas, con otros sacrificios. Todos éstos nunca han acertado a fijar la verdadera causa de la pérdida de la batalla de Carrillo, porque la mentira y la calumnia no conocen fijeza. Unos la han atribuido a mi cobardía, otros a mi descuido, y los que menos me han aborrecido, la atribuyeron a ignorancia. Me toca solamente probar que ni por mi cobardía ni por mi descuido triunfó el enemigo de nuestras armas, absteniéndome de hablar sobre la ignorancia, porque jamás he hecho alarde de ser un hábil oficial, y antes conociéndome incapaz de dirigir la defensa de Cúcuta, solicité hasta por tres veces ante el gobierno de la provincia que me relevase del mando en jefe, cuya súplica nunca se me concedió.

   Reducido a la obligación de empeñar una batalla campal que decidiera la suerte de Cúcuta, ¿quién sino yo debía aplicar el mejor medio de conseguirlo? Estoy seguro de que si la acción de Carrillo se decide a mi favor, habría oído mil vítores y mil elogios, ¿y con este convencimiento habría procurado ganarme la desconfianza, el deshonor, la murmuración, descuidándome o manejándome cobardemente? No alego yo en mi defensa el grande número que me atacó ni la ventaja que tenía sobre mí el enemigo, de estar perfectamente impuesto de mi situación, de mi fuerza, de su clase, armamento y de todo lo demás de que podían imponerlo tres soldados que se desertaron de mi campo, uno de los cuales hoy ha sido juzgado por el ciudadano gobernador que hace de general. Los mil trescientos hombres que han atacado al llano de Carrillo bajo las órdenes de Lizón habrían sido completamente destrozados, si se cumplen mis órdenes por algunos oficiales. Esta ha sido la fuerza enemiga, según han dicho los que la vieron en Cúcuta, y no es nada exagerada, pues contando que de Maracaibo no recibió Lizón refuerzos después de su primera victoria, él tuvo fuerzas para divertirnos a nosotros en San Faustino, a los de Mérida en Estanques, a los momposinos en San Pedro, y para retirarse sin comprometer acción. La tarde del 17 de octubre apareció el enemigo en Los Vados y en este momento le aguardamos sobre las armas, continuando del mismo modo toda la noche: alarmados por unos hachones encendidos que subían por el río, que era el costado derecho de mi campo, una partida de fusileros al mando del teniente de Venezuela Francisco Requena (que murió heroicamente en la acción) fue enviada a reconocer el río y sus márgenes, y en la madrugada me dio parte de que había hecho el reconocimiento, y resultaba haber estado pescando varios esclavos de la misma hacienda de Carrillo.

   A la mañana siguiente, cuando todo el campo permanecía alarmado me avisó un mozo: que había sentido pasar por el camino de La Grita una división enemiga en mucho silencio, y confesionado por mí mismo a presencia de algunos oficiales sobre la dirección que podía tomar ella, me instruyó que por un camino desviado podía salir a mi espalda al sitio de La Regadera. Hasta este momento tuve noticia de tal camino a pesar de las instrucciones que había tomado de los prácticos: me vi cercado, y por una providencia oportuna mandé poner la artillería sobre las bestias con la intención de abrirme el paso, disminuyendo en alguna parte la fuerza enemiga y esperar luego más adelante al resto, cubierta la retaguardia. Precisamente, en esta misma hora amaga atacar el enemigo nuestro frente, y viendo que ya no era posible lograr mi proyecto, formé la resolución de defendernos a todo trance. Confieso a vuestra excelencia que no dudé de la victoria a pesar del estado a que nos había reducido la facilidad con que el enemigo encuentra espías, baqueanos, soldados, etc. Una tropa regularmente disciplinada, unos oficiales acostumbrados a batirse, un armamento en estado de buen servicio, ¿cómo había de creer yo que fuese el juguete de las fuerzas contrarias que contaban ya cuatro derrotas bajo mi dirección? Pero no hay certidumbre en la guerra, las mejores reglas fallan a la vez, y la fortuna es ciega e inconstante.

   Dejé a mi espalda al teniente Fortoul con su compañía con las órdenes más estrechas, y yo en persona marché con la de Granaderos y la caballería a reforzar el frente, en donde había colocado dos compañías en los mejores puntos, insuperables por naturaleza, y de poderse comunicar en sólo dos minutos. Situé la compañía de reserva a retaguardia de las dos, la dividí yo mismo en secciones para manejarla mejor, marché a la compañía del capitán Concha y la encontré bien formada y llena del mayor entusiasmo; volví a la del capitán Torres, la estimulé con el valor de sus camaradas; regresé a la de Granaderos, les hablé con el ardor que me fue posible, y luego pasé a hablar con el comandante Vélez sobre el paraje en que podía mejor situarse con su caballería y lo que debía hacer.

   Hasta aquí, señor excelentísimo, seguía mi confianza, y en medio de los continuos partes que recibía de uno y otro costado, y del natural desconcierto que produce en nuestro corazón un empeño semejante, estuve muy lejos de embargarme del aturdimiento que algunos injustamente me han atribuido. Oí empeñada ya la acción con Fortoul, y esperaba de un momento a otro que se empeñase con nosotros, cuando Concha me avisa que la avanzada del río, que yo había colocado con orden de disputar el paso al enemigo, se había retirado sin hacer fuego, y que ya aquél había pasado. Inmediatamente veo correr hacia mí la compañía de Torres sin hacer un solo tiro de fusil, sólo porque entre ella misma se dio la voz: de que nos cortan. Con el sable en la mano la hice volver a su puesto, después de haber dado a Torres la reprensión más seria y agria que merecía, y mandé a Vélez que con su caballería recorriese todo nuestro costado izquierdo para remover la idea de que nos cortaban. Apenas había vuelto a ocupar Torres su puesto, cuando se introduce el enemigo por allí mismo, habiéndole hecho un falso ataque a Concha, y aumentado el terror de aquella compañía volvió a abandonarlo, poniendo en desorden a la de Granaderos. Alentado el enemigo empezó a avanzar, y tanto yo, como Vélez y otros oficiales, nos cansamos de mandar a nuestra tropa que se contuviese y se formase en batalla. Yo mismo di orden a Vélez para que avanzase con la caballería sobre el enemigo, no tanto porque creyese que éste podía ya volver la espalda, como cuanto por contenerlo, mientras la infantería desorganizada podía ponerse en orden: Vélez ejecutó mi mandamiento acompañándole sólo tres hombres: el enemigo en efecto se contuvo, y aun no faltó partida que volvió la espalda; pero nuestra tropa, aterrada, continuaba en su fuga, dirigiéndose sobre la ribera del río, tal vez con ánimo de escaparse. Me acuerdo mucho que aquí me dirigí al granadino Manuel Meléndez y le pregunté: ¿qué se había hecho ese valor e intrepidez con que otras veces habia atacado fuerzas muy superiores? Me contestó con el silencio. Llegué al punto en donde Fortoul, cumpliendo con exactitud mis órdenes, había batido completamente al enemigo, y llegué tan pausadamente y tan sereno, que no conoció si habíamos sido o no derrotados. El mandó avanzar la caballería para perseguir a los que habia batido, y yo le di orden de que dirigiese sus fuegos a la espalda por donde venia toda la columna contraria. No habría entonces 20 soldados de los que habían venido en fuga, la artillería estaba abandonada del capitán Cañete, y la caballería se había echado sobre el monte: mandé romper el paso, no hubo un infante que lo hiciera, y cuando ya teníamos encima la caballería enemiga, volví a repetir que rompiésemos el paso, cuya operación principió Vélez y le seguí yo con sólo seis hombres. A poca distancia dimos a una emboscada de que apenas pudimos salir tres sin lesión alguna, siete sólo escapamos por el camino real, abriéndonos paso por entre los enemigos, y todos los demás echándose por las peñas del río, y metiéndose a los montes salieron al 2°, 3° y aun hasta los ocho días. Así finalizó esta acción desgraciada, acción en que he asistido en medio de todos los riesgos y en donde no ha habido uno que dé un paso más adelante de donde yo he estado.

   Todavía para mí continuaron los trabajos a que no concurrieron los demás oficiales. Ellos pasaron a Pamplona a disponer de sus familias y yo me mantuve en la Puerta de Chopo tres días reuniendo la tropa dispersa, dando tiempo a que se salvasen los intereses de Pamplona y evitando una dispersión que nos habría causado mil daños. Reuní mucha tropa y con orden del gobierno vine a Pamplona, de donde salí a Cácota de Velasco, después de que concurrieron mil casualidades para creer que teníamos inmediato al enemigo.

   Esta es la verdadera relación del suceso de Carrillo y la que me es fácil purificar con más de 300 testigos. Si hay alguno que me acuse de cobarde y descuidado, yo le desafio a que se presente a hacerme los cargos que crea justos. Me había hallado en diez acciones de guerra y mi conducta en ellas no me había ganado el renombre de cobarde. En este punto he sido tan moderado, que he estado muy lejos de hacer alarde de uno u otro suceso, que me ha proporcionado la suerte en el campo. Ninguno me ha oído contar acciones de valor y denuedo, y muy pocos saben que en Santafé fui herido ligeramente, que en la Angostura rozó una bala de fusil la mano que tenía puesta, que en San José de Las Palmas dio otra bala de fusil en un palo en que me había recostado, y que en Lomapelada fue herida la bestia en que estaba montado mandando la acción. En los papeles públicos se leen otras pequeñeces de ninguna entidad, y corren como documentos de valor y bizarría. ¡Con cuánta modestia he conservado la correspondencia oficial y particular del general Bolívar, que tanto me honra! ¡Cuán distante he estado de hacer alarde de haber obtenido del mismo general el nombramiento de jefe de la vanguardia!

   No sé por qué fatalidad haya sido yo tan deprimido con motivo de la desgracia de Carrillo. Yo veo que en todas partes se pierden acciones y aun en donde la campaña se presenta con aspecto lisonjero como en Venezuela ha habido grandes y multiplicadas derrotas, sin que se encuentre en un solo papel ni calumniado un solo oficial, ni atribuida la desgracia a la cobardía del comandante. Que el vulgo descontento con todo lo que no es victoria, critique sin fundamento una desgracia ocurrida por las circunstancias, es tolerable; pero que lo hagan los que saben o deben saber que el valor individual es nulo en las acciones de guerra cuando no obra en concierto con los demás valores particulares, es demasiado sensible y doloroso a los que han puesto de su parte cuanto ha estado a su alcance para conseguir esta empresa. Vuestra excelencia, mejor que yo, sabe que las batallas no se deciden por los esfuerzos de cada uno separadamente, sino por la acertada y oportuna reunión de los de todos, por la prontitud y escrupulosidad en obedecer las órdenes del jefe, y por una persuasión de que sólo la cooperación de todos a la ejecución de los planes del que manda, puede hacer alcanzar ventajas sobre el enemigo. Aquí está cifrado en resumen lo sublime del arte de la guerra, y de aquí pende la victoria. Verdades son éstas que se encuentran en los libros, y nos sirven de lecciones, sin ocurrir a la multitud de ejemplares que nos ofrece la historia. ¡Pero ojalá, y que mi sentimiento hubiese sido sólo un efecto de las críticas y murmuraciones! Yo he oído con asombro, porque lo he oído en una República en donde todo hombre es juzgado inocente hasta tanto que se haya dictado sentencia; he oído diseminarse hasta a los mismos pueblos ocupados por el enemigo, que se me había degradado infamemente a consecuencia del suceso de Carrillo. Póngase vuestra excelencia un momento en mi lugar, y decida si habré yo podido mirar con indiferencia y sufrimiento tales persecuciones, mucho menos cuando, registrando imparcialmente mi conducta, no la encontraba digna de una pena infame, pena que la ordenanza general del ejército mandada observar, no señala sino a los que por traición entregan una plaza, o a los que cometen un delito semejante. Pudiera tranquilizar mi espíritu, y a mis enemigos acallarlos con la permanencia en mi empleo; pero su odio podría extenderse a juzgar que por condescendencia o por favor se me había mantenido.

   Vuestra excelencia ha sido el manifiesto de mi conducta pública y militar desde el feliz suceso de Lomapelada hasta el ominoso de Carrillo. En todo este período, ella no se ha dirigido a otro objeto que a mantener la seguridad del Estado, ni me han animado otros sentimientos que el deseo de acertar. Los documentos que conservo en mi poder justifican que no fue una cobardía la retirada de Lomapelada: que no lo fue la de Capacho ni menos que fuese la causa de perderse la acción del 18 de octubre. Una tarde entera, toda la noche y en la mañana siguiente el campo de Carrillo estaba alumbrado, no pude sorprender al enemigo, una sola avanzada, ni hubo división que no se supiera a dónde se dirigía: esto prueba que no fui descuidado, y que no fui cobarde lo prueba el haber acudido a todos los puestos, el haber dado todas las órdenes a la voz, sin usar de mis ayudantes, el haber visto todos los movimientos, el haber asistido hasta el fin de la acción al frente del enemigo. Si sobreviví a esta desgracia, es por el mismo motivo que han sobrevivido tantos generales del antiguo y nuevo mundo, que experimentaron la inconstancia y mala suerte de la guerra; mala suerte que en nuestros días ha acompañado a veces a los más afortunados generales.

   Cuando otros, mis oficiales compañeros, dejan la campaña para gozar del sosiego, aun desertan del ejército, yo he sacrificado y sacrifico a la patria el reposo y tranquilidad en que pude vivir, en la clase de ciudadano, con desprendimiento de los más caros objetos; he puesto en las cajas públicas parte de mi sueldo; sirvo, como ahora, adeudándome el de dos meses, y expongo al sacrificio lo más precioso, que es la vida. No he tenido más aspiración que la de ver libre el suelo americano, conservando mi honor ileso. Porque éstos son mis únicos sentimientos he continuado lleno de contento en esta campaña, en donde, a más de 800 hombres, testigos bien imparciales, les consta mi manejo, ya con mis tropas, ya con los pueblos y ya con el enemigo: yo he tenido la satisfacción de marchar de jefe de la vanguardia, destinada por lo regular a atacar los puntos que se creían ocupados, yendo siempre en solicitud del enemigo, sin que haya obtenido licencia ni por una hora para atender a otros negocios. ¿Y me toca, señor excelentísimo, hacer algo más que poner los medios de cumplir con los deberes de ciudadano y oficial? Es de mi deber infundir subordinación en las tropas de mi cargo y mantener la disciplina, y yo he puesto gran cuidado en llenar mi obligación tanto, cuanto que por estas generalidades es de gran confianza en el ejército la parte del 5° batallón existente aquí. Es de mi deber obedecer a las órdenes de mis jefes y darles su cumplimiento, y hasta hoy no ha visto vuestra excelencia una queja de mi insubordinación. Es de mi deber trabajar por la seguridad y conservación de mi patria, y no ha habido día que no me dedique a ello del modo que puedo. Es de mi deber contener y destruir al enemigo de la independencia, y yo pongo los medios de conseguirlo. Si mi talento es limitado y escaso, si mis ideas son pequeñas para emprender y mi fortuna adversa para triunfar, yo no puedo sobreponerme a unos defectos que nacieron conmigo. Hubo una vez que expliqué mi opinión en negocios de guerra; pero bien lejos estuve de comprometer la seguridad de la patria, que antes me había persuadido la experiencia y me enseñaba una juiciosa razón, que tal vez peligraba. Erré mi cálculo; pero jamás se ha negado que la empresa ha sido arriesgada y peligrosa, esto es en cuanto a la parte militar, pues en la de lo político aún no ha llegado el tiempo de conocer mi yerro.

   Por consecuencia, señor, y en atención a que no sólo en el parte que di al gobierno de la provincia del suceso de Carrillo, pedí se me formase consejo de guerra, sino que después desde Piedecuesta recordé mi solicitud, sin que ni aquélla ni ésta hayan sido decretadas conforme deseaba, pido a vuestra excelencia con el respeto que debo, que para reponer mi reputación y honor injustamente vulnerado, se digne vuestra excelencia o permitirme pasar a esa ciudad, a presentar todos los documentos que acreditan la relación que he hecho, y a responder los cargos de que se me hace responsable, o mandar que en un consejo de guerra se me juzgue militarmente. En cualquier caso, me someto gustoso a sufrir la pena que se crea merezco, y que puede servir de ejemplo a los demás oficiales, como si resulto inocente exijo que se me dé un documento público que, sirviéndome de satisfacción y de escudo, confunda a mis enemigos y acusadores. Esta petición hago a vuestra excelencia con todo el respeto con que debo hablar al gobierno que protege mis derechos: si ella no merece la aceptación debida, yo me contento con obtener de vuestra excelencia una licencia absoluta, con que, separado del ejército, deje de alternar con los demás oficiales que no merecen ser compañeros de un cobarde.

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 2, p. 408.

 

33

EN DEFENSA DE SANTANDER

Cuartel general en Táriba, 21 de mayo de 1814 4°

   Excelentísimo señor presidente del soberano congreso de la Nueva Granada, encargado del poder ejecutivo federal

   Excelentísimo señor:

   El sargento mayor del 5° batallón, y ahora 2° comandante de las fuerzas de Nueva Granada que obran en Cúcuta, ciudadano Francisco de Paula Santander, creyendo que su honor ha quedado manchado desde la acción del llano de Carrillo, al menos para con aquellas gentes que no se hallan impuestas en el pormenor de las cosas, me ha dirigido la adjunta representación para que poniéndole mi informe, la eleve, como lo hago, al conocimiento de vuestra excelencia.

   De los hechos que dicen relación a las campañas de Santafé y última de Cúcuta, soy un testigo ocular, y los que se refieren a las acciones de San José de Las Palmas, San Faustino, Capacho, Lomapelada, y la misma de Carrillo, los he oído afirmar constante y unánimemente, no sólo a los oficiales, sino también a todos los ciudadanos que las presenciaron.

   Me consta que el brigadier Mac Gregor hacía un excelente concepto de este oficial, y no es menos el que a mí me merece, fundado no sólo en los hechos en que apoya su vindicación, sino también en el conocimiento que de día en día he adquirido de su mucho honor, buen talento y demás disposiciones militares. Tengo la mayor confianza en todos los oficiales que hoy están bajo mi mando, pero la tengo con especialidad de Santander, y bastante lo he manifestado al público recomendándole la comandancia de la guarnición de San Faustino al tiempo que yo he tenido que marchar a La Grita, y cuando por uno y otro punto se nos anunciaban expediciones respetables de enemigos. Puede que me engañe, pero yo creo que un día podrá la nación contar a Santander como uno de sus mejores oficiales.

   Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

Custodio García

 

FUENTE EDITORIAL:
Otero y Cuervo, p. 45-46, No. 19.

 

34

SANTANDER RELATA ACCIONES DE GUERRA

1814

   Ciudadano Manuel del Castillo

   Compañero y amigo de toda mi consideración:

   Desde que recibí en Pamplona por diciembre una carta de usted (que contesté) no he vuelto a saber nada de su estado y situación. No me deja de ser extraño tal silencio, mucho más cuando siempre le he repetido que me es demasiado satisfactoria una letra suya, y que mi afecto y reconocimiento durará hasta el sepulcro, sea cual fuere la suerte que le prepare la fortuna o la adversidad.

   Ya puede saber usted que se ha redimido a Cúcuta por 2a vez aunque con menos fruto que la primera, pues el feroz Lizón amenazado a un mismo tiempo por las fuerzas de Ocaña, de Mérida y las nuestras, se escapó sin comprometer una acción, dejando a Casas y a Matute con sus guerrillas para que a aquél lo derrotásemos en San Faustino, y a éste lo derrotasen en Estanques los meridanos. Por lo demás, los griteños y bailadoreros han sufrido algunos males que están fuera del orden de los efectos de una guerra común, pues han pasado para el otro mundo algunos de estos pérfidos asesinos. Siento que no los acompañen todos los demás para vengar tantas víctimas que se sacrificaron cruelmente en Cúcuta.

   Hablemos de Venezuela. Esta República, antes de la célebre batalla de Araure, que mandó Bolívar, estuvo casi al extremo de ser de nuevo subyugada. Tres triunfos que consiguió Ceballos sobre nuestras armas, tres provincias enteras en manos del enemigo; la plaza de Puerto Cabello llena de fuerzas españolas; los pueblos en conmoción, todo amenazaba la destrucción de Venezuela. El mismo Bolívar fue derrotado en Barquisimeto; en Calabozo destrozó Boves dos ejércitos, y Yáñez reunió en Barinas una fuerza colosal que puso en inacción la de García Sena. Pero de repente ha ido mudándose la escena, pues para atacar a Boves (que se dice tiene 5.000 hombres) han marchado 2.800 con el general Mariño, y otros tantos con Campo Elias. Urdaneta (brigadier y general de todo el occidente) ha marchado con mil hombres sobre Barinas, y ya una de nuestras divisiones ganó a Yáñez en Hoyimos una batalla en que quedó muerto este isleño cruel, lo que me indica que la libertad de la provincia de Barinas ya se habrá conseguido. El oficial Mesa que estaba en Carora, ganó una acción a los corianos que salieron a atacarlo, en que perdieron 300 fusiles. El sitio de Puerto Cabello, que duraba hasta el 1° de febrero, estaba sumamente estrechado, y aun corre la voz de que Rivas ha tomado el pueblo interior y ha reducido a los españoles a solo el castillo de San Esteban.

   El 5° batallón está reunido al 4° y juntos tienen ya 200 hombres. Todos nuestros oficiales pertenecen al estado mayor, menos Velasco y Manuel París, que están como fueron. Belén murió en Barinas. El cadete Orbegozo, que era ya teniente, fue pasado por las armas godas de Guanare, y la misma suerte corrió Liendo. El tuerto Ribón murió en la batalla de Barquisimeto. Estos han sido los principales que han acabado su carrera, pues no me acuerdo de otros que me han referido tres de nuestros soldados que han regresado de Puerto Cabello.

   Estoy con indicios de que lo tengo de ver a usted muy breve en esa ciudad, pues trato de largarme. Los señores criticones habrán ya visto que no sólo en el llano de Carrillo se pierden acciones, y que Santander no ha sido el primero que ha escapado en la derrota. Ya habrán leído las derrotas de Venezuela, en donde estaban creyendo que no era posible perder acción, y que bastaba ser soldado u oficial de Bolívar para vencer. Si quieren creer las noticias, verán a este general tan afortunado y tan intrépido, que por una desgracia fue derrotado en Barquisimeto y que se salvó en la derrota. Usted no puede creer lo que he sufrido en esta ocasión en que sólo un deseo de libertar a mi país y de vindicar mi honor me ha hecho continuar en la campaña. Las órdenes más terribles se extendieron contra mí y ya casi se pronunció el espantoso fallo. Si yo me manifiesto abatido, y si por el contrario, no me lleno de una resolución grande, me hubiera perdido, y después habría sacado lo que el negro del sermón. Pero, amigo, el tiempo desengaña, y en esta campaña he tenido un testigo de mi conducta nada sospechoso, como lo ha sido el gobernador García Rovira. Este ha oído en Cúcuta hablar de las fuerzas que Lizón llevó para atacarme, y de lo que se admiró este español de la disposición del campo, etcétera. 1.300 hombres nos presentaron acción por todas partes, y yo, con solas 2 compañías, únicas que obraron, tuve bastante para disputarle la victoria.

   En fin, mi amigo, en el mundo ha habido siempre ingratitudes e injusticias, y por sobre estas hemos de trabajar en la obra de nuestra independencia. ¡Ojalá que yo a su lado pudiese hacerlo con el gusto de siempre! No se olvide usted de su fiel amigo y compañero que le desea felicidad,

Francisco de Paula Santander

   Corre la chispa de que está rendida la plaza de Puerto Cabello.

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t. 1, p. 62-64, No. 28, de Archivo Restrepo.

 

35

IDIOMA FRANCO: VERDADERA AMISTAD

San José de Cúcuta, 4 de junio de 1814

   Ciudadano Manuel del Castillo

   Mi caro amigo:

   Siento robar a usted el tiempo que tanto necesita, con esta carta. Por fin del mes pasado recibí la de usted de 10 de abril que leí con sumo placer, aunque en ella encontré alguna equivocación sensible, que ahora no podría desvanecer si no hubiese estado concebida en el idioma franco que caracteriza la verdadera amistad. Tal es la de que no he contestado a sus anteriores cartas. Sepa usted que no sólo no las he dejado de contestar, sino que me adelanté en la correspondencia dirigiéndola a Santafé donde lo suponía; unas veces iba directamente por valija y otras por el conducto de Omaña. Si jamás llegó a sus manos, no es culpa mía.

   Ha encontrado usted un lenguaje no exaltado, como el que antes usé; pero a tal grado me había reducido el ser verdadero amigo de usted. Puede usted creerme porque no acostumbro bajas adulaciones; el sostener nuestra amistad me ha costado mil debates y mil disgustos. Ese antiguo amigo de usted y pariente mío, hace siete meses que no me escribe, enfadado seguramente de oír mis discursos, hijos de mis inveterados principios, y de verme inflexible a conceder hechos que se desfiguraban por conveniencia. No he sido capaz de faltar a la verdad, a la justicia ni a la gratitud, y puede usted estar seguro que en la época desgraciada, que también me tocó, hubo períodos amargos, más por haber sido su amigo que por los sucesos a que se apeló. Y seguramente habría sido reducido al abatimiento si no hubiera manifestado un poco de carácter y de firmeza. ¡Cuántas cosas ignora usted, mi amigo, en este punto! Algún día tendré yo el gusto de decirle a la voz todo lo que ha pasado y todo lo que yo he sufrido por nuestra amistad.

   Agradezco sobre mi corazón la ocasión que usted me ofrece para tomar servicio en esa plaza, y no es menor mi agradecimiento a esas expresiones que tanto honor me hacen y que para mí son documentos muy apreciables. En este correo iría mi solicitud si no me afligiese una dilatada separación de mi familia, que sabe usted no tiene otro apoyo sino yo; pero con todo, tiraré mis líneas, formaré mi plan, y en el inmediato correo avisaré a usted definitivamente bajo el concepto nada adulador de que iría a esa plaza por estar a su lado oyendo lecciones saludables, más que por disfrutar de las ventajas de un destino.

   Actualmente tengo pendiente una representación ante el gobierno general solicitando, o mi licencia, o una satisfacción tan pública como fue la imputación que se me hizo con motivo de la desgracia de Carrillo. Ella fue dirigida por conducto de este comandante general, quien le puso el informe de que le acompaño copia.

   Se ha corrido la voz de que usted ha sucedido en el mando a Carabaño. Cuánto me alegro y qué día de tanto gusto el que me dijesen que usted había rendido a la obstinada Santa Marta. Gloria eterna a Castillo, dirían entonces aquellos mismos hombres que antes lo difamaban. Deseo saber lo cierto de esto.

   Por aquí no hay qué comunicar, pues el numeroso ejército de Ceballos que estaba en San Carlos, nos tiene cortada la comunicación hace dos meses. En este valle hay tranquilidad después de haberse corrido la 3a expedición que iba a salir para Mérida con Lizón. El tren de este gobierno provincial ha mudado en parte. Don Camilo y Peña quedan en el congreso, y nuestro amigo Serrano es gobernador. Me gusta mucho esta última elección por cuanto Serrano sabe lo que vale un militar.

   Mi madre y hermana con todas las patriotas están en el reino todavía. Aquí no hay más que cosas militares. Deseo a usted mucha salud para trabajar por el bien de nuestra patria y que siempre cuente con un amigo invariable que lo estima y besa su mano.

Francisco de Paula Santander

   Al cerrar ésta, mi amigo, me ha sorprendido el recibo de los despachos de coronel efectivo, comandante del 5° batallón, en ejercicio de la comandancia general de la provincia, que me ha enviado el colegio electoral de Pamplona. Graves encargos y arduos para mí son todos éstos. No me creo acreedor, y difícilmente podré desempeñarlos. ¡Quién pudiera estar cerca de usted para oír sus lecciones! ¿Sí iré yo a seguir la misma suerte del primer coronel, creador del 5° batallón? El tiempo nos lo dirá, y mientras tanto deseo sólo que siendo usted el general del ejército contra Santa Marta (como se ha dicho) fuese yo destinado con alguna división auxiliar a obrar contra esos rebeldes bajo sus órdenes. ¡Qué placer, mi amigo! Y si venciéramos, ¡qué contento, qué satisfacción! Me desespero de pensarlo. Vale.

Rúbrica.

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t. 1, p. 51-53, N° 22 de Archivo Restrepo.

 

36

SOLICITUD DE ARMAS

San José de Cúcuta, 23 de junio de 1814

   Ciudadano Manuel del Castillo

   Mi mejor amigo:

   Con ésta recibirá usted un oficio mío haciéndole ciertos encargos urgentes. Tenga usted paciencia y acuérdese que usted no perdonó medio para poner el 5° batallón en el mejor pie, y que hasta sobre la pólvora del Briceño nos echamos. Tengo algunos fusiles, más que los que usted tenía en Piedecuesta, y es un dolor que no tenga ni con qué foguear los reclutas. Póngase en mi lugar y dígame, si no haría iguales solicitudes. Y si los encargados no se las concediesen, ¿no se pondría usted incómodo y furioso? Pues allá voy a dar yo si usted me echa nones, que no lo espero.

   Del antiguo 5° batallón se han escapado los doblones, y con ellos ofrezco pagar la pólvora, porque hasta ahora les ha valido su inmunidad, y sólo los franqueo para esto y para hacer fornituras y vestuarios. Interésese usted mucho en mi encargo y tenga presente que algún día puede ir mi batallón a obrar por esos lados porque no está fuera del orden, como no estuvo el viaje del otro para su sepulcro. También interésese sobre la solicitud de este mi general que hace al gobierno: no tenemos casi pólvora, y sin ella somos inermes. Usted sabe los sustos que chupa uno cuando no tiene municiones.

   De Venezuela nada sabemos de Trujillo para allá. La guerra en aquella parte quién sabe hasta cuándo durará. Ignoramos el estado de Santa Marta, y corren 40 mil mentiras sobre las operaciones del ejército de Cartagena. Actualmente nosotros no tenemos un riesgo inminente, pero lo tendremos.

   No se olvide de mis encargos. Soy barba en este negocio, y usted tiene la culpa por haberme enseñado a tener las cosas en orden. Necesito a usted otra vez, y entonces, ahora y siempre me repito su constante y apasionado amigo,

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t. 1, p. 53-54, No. 23, de Archivo Restrepo.

 

37

CONGRATULACIONES Y OFRECIMIENTOS

San José de Cúcuta, 6 de agosto de 1814

   Ciudadano Manuel del Castillo

   Mi general, mi amigo y compañero:

   ¡Cuánto celebro la colocación de usted en el mando en jefe de los ejércitos de Cartagena! ¿Lo creerán nuestros enemigos personales? Qué golpe han recibido ellos tan terrible con su colocación y la mía; pero que se consuman enhorabuena de rabia, mientras que nosotros, constantes en nuestros principios, damos nuevas pruebas de desinterés y de amor a la patria. Grandes esperanzas he concebido y han concebido también otros de que puesto usted al frente de los ejércitos, habrá orden, arreglo y seguridad en las operaciones. Se hará una conquista eterna, se tratarán los pueblos como lo merezcan y la vara de la justicia no tendrá acepción de personas. Ya no se oirán suceder constantemente las conmociones populares, y en nuestro territorio no se pondrá un estudio de inspirar enemistad a nuestros pueblos, destruyéndolos en vez de fomentarlos, agriando sus ánimos en vez de atraerlos por la política y la moralidad, y en una palabra, haciendo una guerra nacional de la que sólo era guerra contra los tiranos. Usted comprende, mi amigo, a dónde voy a parar, y sabe muy bien que lo que hoy sucede en la desgraciada Venezuela lo pronosticamos en tiempo y en ocasión.

   El proyecto de obrar por Valledupar con nuestras fuerzas, está aprobado por el congreso, y aun ha sido remitido a ese gobierno. Al efecto, estamos disciplinando nuestras tropas, y del Socorro ha de venir dentro de 20 días un batallón completo. Sirva a usted de gobierno que con preferencia vamos a obrar por aquella parte, suceda lo que sucediere. Ya están desengañados de que lo que nos importa y conviene es obrar exclusivamente sobre la costa, tratando de apoderarnos a todo trance de los puertos. ¿Quién les recordará que usted en Tunja escribió un igual proyecto que vi casualmente en manos del gobernador Peña? Si desde entonces se hubiera puesto en ejecución, tal vez hoy seríamos dueños de Maracaibo y Santa Marta, y la libertad de Venezuela se habría dado con más facilidad y sin menos riesgos. Lo cierto es que los godos en posesión de Coro y de Maracaibo, pudieron reconquistar a Venezuela en 1812, y en el de 13 y 14 han puesto a la misma Venezuela libertada al borde de su eterna ruina. Créame usted que me enloquezco de pensar que nos hemos de volver a reunir para obrar en la conquista de dos importantes plazas que tanto han dado que hacer a las dos confederaciones. Entonces no juego yo a coronel, porque entre tanto batallón, tanta brigada, tanto oficial, estado mayor, etcétera, algo podré ser, además de que yo llevaré mi batalloncito que les podrá servir aunque sea de dejarlo con un Pagola escoltando los equipajes a una o dos leguas del campo de batalla. Usted acuérdese de mí si hay conductor general de equipajes, pues no dejo de ser algo pulcro para el caso.

   Tengo ahora el oficio que usted tenía en Piedecuesta: ejercicio a mañana y tarde, academia nocturna, filiales, arreglo de compañías, vestuario y qué sé yo qué más. Por fortuna no me da el naipe para hacer reglamentos, que si no, también estuviera embarrando papel. Ojalá que en un rato desocupado me trabajara usted uno para milicias en esta provincia, pues tiene usted conocimiento de su topografía, y yo creo que el sistema de departamentos es excelente para su mejor organización. La gran falta que tenemos es de oficiales, pues muchos se resisten a tomar empleo desde que han visto que ya no se pasean los oficiales con bonitos uniformes. Si hubiera aquí bailes como en Piedecuesta, bendición de banderas y otras funciones en que luce mucho una o dos charreteras, yo agarraría algunos; pero no hay más que enemigos de frente y enemigos a derecha e izquierda, y poco gusta esta diversión.

   ¡Qué barbas están las noticias de Europa! ¡Qué trastorno de imperios! Apenas es creíble. Bien divertido estará Bonaparte en el Elba y don Fernando en Madrid. ¿Usted ve qué sucesos tan extraordinarios? ¿Creería usted a nuestro amo Napoleón capaz de dejarse destronar? Vaya, que hay cosas bien graciosas en esta comedia. Por aquí se hizo el entremés en que Nariño representaba, y ya lo tiene usted de tertulio de Aymerich y de Montes; pero como era entremés, para él no hay Elba ni millón de pesos, sino algún buen fusil bien corriente. Cuidado, mi amigo, cómo se descuida usted y lo cogen los ñopos, mire que no esperan que abdique mando ni que firme tratados. Mucha bala con todos, y tirarlos hasta dentro del sagrario, si allí se reúnen contra nosotros.

   Ya tengo más esperanza que nunca de volver a estar con usted, jugando a militares. Veo nuestra marcha muy cercana, y aunque no, el día que me incomoden algo menos que a mi antecesor, me largo y cuente usted con un secretario, pues ya sabe que entre moscos, calor, bailes, mozas, etcétera, soy infatigable con la pluma.

   Adiós, mi amigo, le deseo salud para el trabajo y constancia para resistir los golpes de la fortuna y para sufrir a Racines. Vea usted en qué puedo ser útil y disponga de toda la gratitud y del corazón de su compañero y fiel amigo,

Francisco de Paula Santander

   Posdata: No ha venido la contestación que me indicó para Rovira. No sé yo en qué ha consistido. El le manda ahora copia del proyecto que propuso al gobierno general y fue aprobado. Creo que le gustará a usted mucho, y me alegraré que por su parte nos estimule y ayude a reducirlo a práctica. Puestos nosotros en Santa Marta y Maracaibo con un cuerpo de tropas regular, ¿qué tenemos con los aliados, ni con Fernando VII ni con nadie? Actividad, mi amigo, no sea que nos cojan descuidados. Apúrenos usted.

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t. 1, p. 54-56, N° 24 de Archivo Restrepo.

 

38

PROBLEMAS EN VENEZUELA

San José de Cúcuta, 18 de agosto de 1814

   Ciudadano Manuel del Castillo

   Mi mejor amigo y compañero:

   Por todos motivos siento la indisposición de su salud de que me habla en su carta del 10 de julio. Ya concibo todo lo que habrá trabajado cuando ha llegado la época de no resistir y de que ataquen las enfermedades. ¡Qué barba habrá usted estado! Pero sea lo que fuere, la resolución de no desmayar es lo que forma el carácter de las almas libres, y la grandeza del espíritu está en marchar tras de la empresa a pesar de toda injusticia e ingratitud. Si llegase el día en que usted anunciase al gobierno desde los muros de Santa Marta el acierto de sus operaciones sobre esa obstinada plaza, yo también habré triunfado sobre los que me han creído un ciego apasionado de usted. Yo no sé si es lo que ahora dirán los señores que se reúnen en la casa de la torre de Tunja, pero no dejo de comprender que sus ideas se dirigen todas a que se obre sobre esa costa. Me temo, sin embargo, una variación, pues usted sabe que ha habido una obstinación por Venezuela.

   Tiene usted a Urdaneta en Trujillo con una división de más de mil hombres. No deja de haber misterios, y Salvador Rizo ha pasado al congreso con pliegos de aquél. Ceballos ha aparecido de nuevo por San Carlos, y Boves ha progresado en los valles de Aragua. Bolívar se encerró en Caracas y parece que todo anda dado a cuarenta diablos. Yo calculo que si no se ha perdido todo el territorio que se había libertado, se perderá. Rizo habla sin término del orgullo y despotismo de Bolívar y Rivas, y aun se trasciende que Urdaneta está bien disgustado. El señor Rovira calcula que esa fuerza de Urdaneta, reunida a la nuestra, debe obrar sobre Santa Marta y Maracaibo, abandonando a los godos el territorio de Venezuela. Sospecho que este pensamiento lo ha propuesto pero quién sabe qué saldrá, pues el ilustre presidente es tenaz en sus ideas. Si se hiciera lo que Rovira propone, podríamos contar con que la costa caía en nuestro poder; al paso que si se hace lo contrario, caminamos a nuestra cierta ruina.

   Me mantiene la esperanza que usted me da en orden a pólvora. A Serrano se lo ha comunicado, y le manifiesto que aun en medio de los disgustos que se le proporcionaron a usted, todavía nos hace un nuevo servicio. Sépase usted que Serrano ha sido constante en sus ideas y buen amigo de usted. Yo le he ofrecido enviarle los reglamentos trabajados para esta plaza.

   Quiera Dios que ya esté usted tan bueno como antes y como yo lo estoy: que tenga levantado y organizado un buen ejército y que nuestra primera vista sea en el territorio de Santa Marta. Felices nosotros si logramos poner cuartel general de Santa Marta libre. Amigo, yo me desespero con esta idea, y como el hombre es libre, me poseo mucho de ella.

   Cuente usted siempre con que le seré un fiel y constante amigo y compañero,

Francisco de Paula Santander

   Posdata: Se anuncia reforma general de gobierno y unión de Cundinamarca bajo las bases ajustadas entre Madrid y Lozano. Creo que una de ellas será cambiar de presidente, y quiera Dios que sea cuanto antes para que podamos algunos sacudir el yugo del tenaz don Camilo y hablarle 40 verdades que ahora no se le pueden decir sin riesgo de un sacrificio.

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t. 1, p. 57-58. No. 25, de Archivo Restrepo.

 

39

CONGRATULACIONES A URDANETA

Ocaña, 27 de septiembre de 1814 4°

   Mi querido Urdaneta:

   Con la más grande satisfacción he sabido que usted ha salvado el ejército en Caracas, con el cual podemos decir que ha salvado usted la esperanza de la República; este servicio es grande: este servicio lo aprecio yo en tanto como la más grande victoria, aunque algunos tengan que criticar una operación tan prudente y acertada: yo le doy a usted las gracias en nombre de Venezuela, que si vuelve a ser libertada deberá a usted este beneficio. Envío a usted a mi edecán teniente Luis Báez, que es de toda mi confianza, para que le informe a usted y a todos esos bravos oficiales cuáles han sido los acontecimientos que me han traído a la Nueva Granada, después de haber hecho los esfuerzos que debíamos por conservar la libertad de la patria; igualmente, lleva el encargo de manifestarle a usted y a mi ejército mi satisfacción por su buena conducta, mientras que personalmente voy yo mismo a ese cuartel general, a tomar parte en sus trabajos, peligros y privaciones. Yo partiré de aquí pasado mañana, y no lo hago hoy mismo porque me faltan las caballerías que se están solicitando activamente. Espero que usted haga todo lo que esté de su parte para conciliar el espíritu de las tropas y jefes granadinos con los venezolanos, no sea que alguna imprudencia por parte de algunos individuos produzca consecuencias fatales para ambos países; la unión debe salvarnos, como nos destruirá la división si llega a introducirse entre nosotros.

   Tenga usted la bondad de procurar que el general Rovira y el coronel Santander se persuadan de la pureza de mis intenciones y del alto aprecio que hago de sus talentos y virtudes, sin que yo pretenda en modo alguno aspirar a privarlos de ninguna de las atribuciones que les correspondan; que por el contrario, estoy resuelto a ceder por mi parte en cuanto lo exija la salud pública, hasta el punto de servir como soldado y obedecer a quien se quiera, porque yo cifro mi gloria en servir bien y no en mandar; en vencer a los enemigos, y en ceder en todo la palma a mis conciudadanos.

   En fin, muy pronto estaré con usted y con mis compañeros de armas, a quienes envío la adjunta proclama que se servirá usted hacer publicar; mientras tanto reciba usted las expresiones de mi amistad y aprecio.

Simón Bolívar

   Posdata: Septiembre 28. Hoy ha llegado el correo de esos valles y por él he sabido que el general [García] Rovira ha sido nombrado miembro del poder ejecutivo de la Unión, y usted, general en jefe del ejército del norte: esta noticia me ha sido del mayor placer porque preveo que de ella va a pender la salvación en toda la Nueva Granada y la libertad de Venezuela; usted que por su talento y virtudes se ha sabido conciliar el amor y admiración de los venezolanos, se ha puesto con esta mutación en aptitud de calmar cualquier discusión que por falta de prudencia en algunos, u otros motivos, se hubiese difundido entre las tropas de la Nueva Granada y las de Venezuela; en fin, amigo, yo espero que usted con su acostumbrado tino y política concertará las cosas de tal modo, que a mi llegada nos veamos en disposición de abrir de nuevo la campaña con la rapidez y felicidad que en otro tiempo fue inseparable en nuestras operaciones, y que los últimos reveses no podrán jamás obscurecer.

 

FUENTE EDITORIAL:
Otero y Cuervo, p. 58-59, No. 21.

 

40

DISPOSICIONES PARA LA DEFENSA

Rosario de Cúcuta, 9 de noviembre de 1814

   Señor secretario de Estado del gobierno general de Nueva Granada, encargado del despacho de guerra.

   Por consecuencia de la marcha del general Urdaneta con casi todo el ejército, he quedado de su orden encargado de la defensa de este valle con solo el objeto de entorpecer las marchas de las fuerzas enemigas, que en superior número lo ataquen. Creo en este caso de mi deber informar prolijamente al supremo gobierno de los inconvenientes que se presentan para lograr el objeto en todo su lleno, y el riesgo en que está comprometido mi honor de llevar inculpablemente mi eterno descrédito.

   Sabido es que este territorio está sobradamente abierto; que siendo limítrofe a tres provincias que hoy son enemigas y estando circunvalado de pueblos notoriamente conocidos por partidarios de ellas, está expuesta a perderse una fuerza, que como la que estoy mandando, no alcanza a 400 bocas de fuego, cuya mayor parte está en manos de hombres indisciplinados y que aún no han oído el ruido del cañón ni el zumbido de una bala. Es imposible, por consiguiente, cubrir una línea tan prolongada con una tan pequeña fuerza, sin verse reducido a la necesidad de dividirla en muy cortas partidas, situarlas a largas distancias y brindar al enemigo, cualquiera que sea, la ocasión de batirlas, de cuyo grave inconveniente debe resultar la reunión de fuerza, sin prescindir de cubrir los puntos más generales reduciéndolos a una fácil y cómoda comunicación. Y tal es el plan que me he propuesto y que hice presente a la vez al mismo general Urdaneta.

   Se me previene que no comprometa acción con una fuerza muy superior, porque las ideas del gobierno son las de conservar por ahora la que un día puede obrar con buen suceso, concluidas que sean las operaciones del ejército; pero no se ha tenido presente que no es posible tener una noticia de la fuerza con que avance el enemigo, porque alrededor de Cúcuta no existen sino pueblos enemigos, que en vez de traernos noticias de los que nos atacan, les llevan cuantas pueden de nuestra situación, movimientos y debilidad. Por consiguiente, para computar el número de fuerza enemiga calculando su superioridad, y decidir si se compromete a una acción, es preciso verla nosotros mismos, y acaso no dará tiempo después de esto a tomar otra resolución y he aquí comprometido un encuentro peligroso, que si resulta desgraciado, me acarreará el odio, execración de mis conciudadanos, así como mi eterno descrédito, porque unos me tratarán de temerario por no cumplir las órdenes si soy batido, y otros, si me retiro, dirán que he huido cobardemente de cuatro ladrones que ocuparon a Cúcuta, porque lo dejé indefenso. Esta es la alternativa a que estoy comprometido con dejarme la elección de operaciones a mi arbitrio en un país en que todo es necesario verlo por mis ojos, pues a veces también, como ya ha sucedido, los subalternos se aturden y se engañan.

   También se me previene que en caso de retirada ponga el cuartel general en Chopo, fortificando los puntos de La Laja y Redonda con el de Cucutilla; pero es necesario estar advertido que los puntos de La Laja y Redonda son incomunicables y por consiguiente, batida la fuerza que defiende el uno, está en riesgo de perderse y caer en manos del enemigo la que defiende el otro. Digo siendo batida, porque me parece no sólo útil sino necesario exponer algo a trueque de descubrir de algún modo el número y calidad del enemigo, porque de nada sirve que se fortifiquen puntos y se hagan cortaduras en los caminos, si no hay quién trate de debilitar al enemigo o detenerlo al tiempo en que ha de estar allanando estos obstáculos. El cuartel de Chopo queda cortado, y ha de abandonarse si una división entra por Cucutilla; pero si no se dirige por aquel camino sino por el del mismo Chopo, me parece posible comprometer una acción en este punto, a favor de lo fuerte de él y de que ve perfectamente el número, armamento, movimientos y demás del enemigo. Si la división que entra por Cucutilla es gruesa, puede también penetrar hasta el cantón de La Matanza, sin tocar en Pamplona, dejándome a mí sin retirada para Piedecuesta, como se ha mandado hacer en el preciso caso.

   Para estos continuos movimientos tengo tres hospitales que levantar, un gran parque y un número grueso de fusiles muy descompuestos, que todo quiere decir que si no se me proporcionan bagajes se perderá mucho sin mi culpa, y nos debilitaremos insensiblemente. Todos estos inconvenientes los he hecho presentes al general, y en su vista le signifiqué que me sería más satisfactorio tener órdenes de batirme a toda costa con el enemigo, que tenerlas concebidas de un modo que jamás satisfará a mis conciudadanos, que no quieren más sino que ataquemos o venzamos y que se haga como se pueda.

   Sírvase usted trasladar este oficio al conocimiento del supremo gobierno para lo que convenga y para que en todo caso pueda yo decir que hice presente estos inconvenientes, asegurando a vuestra señoría por fin que en cuanto alcancen mis fuerzas trataré de conservar el territorio de la República con honra de sus armas.

   Dios guarde a vuestra señoría muchos años,

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander 1914, t. 2, p. 423.

 

41

JUGANDO A INGENIERO

Rosario de Cúcuta, 6 de diciembre de 1814

   Ciudadano Manuel del Castillo

   Mi estimadísimo amigo:

   En medio de un millón de noticias que todas suponían al enemigo en estas inmediaciones, conservo todavía a Cúcuta. No hay seguridad alguna sobre los movimientos de Calzada, pero para mí y según mis cálculos, ni en La Grita está todavía. Los pueblos de alrededor de este valle se han armado en masa para hostilizarme y han logrado sorprenderme una partida armada de observación; marché a dispersarlos y lo logré aunque momentáneamente, pues dentro del segundo día me prometo volverán a ocupar sus puestos. Yo he estado jugando a ingeniero a las mil maravillas: si usted viera las fortificaciones que he hecho levantar fuera de Cúcuta, las cortaduras y demás, había de creer que Bauban había salido del sepulcro a dirigirlas. Me consuelo con que yo tengo repetido cien mil veces que no entiendo palote de esta ingeniatura, y que si sale mal cuanto he mandado hacer, se culpe a nuestra apatía en no establecer una academia militar en donde nos instruiremos siquiera a distinguir el foso del merlón.

   Me remitió el señor, su hermano, el reglamento de milicias que usted trabajó en la época de su comandancia general. Convengo en todo, menos en el número de departamentos y de milicias, pues la última guerra ha devastado este valle en términos de no poder levantar 200 hombres milicianos; por de contado queda un departamento muy pequeño que ha sido preciso agregar al de Salazar, rebajándole a éste. Fuera de esta causa, agregue usted que el nuevo 5° batallón ha extraído muchos hombres. Tengo ya el gusto de tener en el servicio dos compañeros de milicias del departamento de Cúcuta, y espero ver completo el batallón a favor de la eficacia de Pedro Fortoul, que es su comandante. Igualmente, lograré tener el de Piedecuesta y Girón, pues Serrano, que salió de tropas de línea, ha entrado en las milicias, también de comandante de aquel departamento.

   Mucho deseo que el gobierno general uniforme nuestro sistema militar, pues no hay dos provincias que marchen de acuerdo en él. Cada cuerpo tiene su táctica, según el genio del jefe, y ya parece que miran con desprecio la orden general, sólo porque fue publicada en España.

   El valeroso Vélez ha hecho alto en Piedecuesta, temiendo que Cúcuta perdido, cae en el precipicio. Así se explica él en esta jerigonza. Pueda ser que llegue a Ocaña para la mitad del año entrante.

   Deseo mucho saber el resultado de las cosas de Santafé y el recibimiento que en Tunja haya tenido el Libertador de Venezuela. Quiera Dios que todo sea cual necesitamos para llamarnos hombres libres. Siempre soy de usted su mayor estimador, compañero y fiel amigo,

Santander

   No estará de más que usted sepa que unos oficiales de Venezuela, España y Echezuria, que venían de Ocaña con pertrechos, se fueron para Maracaibo con ellos, burlándose de cuantas providencias se tomaron para evitarlo. ¿Qué tal? ¿Merecemos ser libres?

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t. 1, p. 61-62, No. 27, de Archivo Restrepo.

 

42

FORTIFICACIONES Y OTROS PREPARATIVOS

Cuartel general del Rosario de Cúcuta, 6 de diciembre de 1814 4°

   Excelentísimo señor secretario de Estado y de relaciones exteriores del gobierno general de la Nueva Granada, encargado del despacho de la guerra, doctor Crisanto Valenzuela:

   A consecuencia de lo que dije a vuestra señoría en mi oficio del 21 del pasado, pasé al cerro de Cruz de Nieto, en Chopo, con el objeto de reconocerlo, reconociendo también de paso los puntos de La Laja y Redonda, y hallé que aunque aquel cerro no es un camino preciso a Pamplona, es susceptible de fortificaciones y cortaduras, en términos de que con dificultad y a mucha costa podrá penetrar el enemigo. Con este fin di las instrucciones convenientes al oficial Santana para que hiciese los trabajos, dejándole impuesto de los lugares y puntos en que han de ejecutarse, y de los caminos que ha de cegar para reducirlo a tránsito indispensable. El punto de La Laja está fortificado y quedan obstruidas las veredas conocidas que lo cortaban; igualmente está obstruido el camino de Tocarema que de Cúcuta salía a Bochalema, y aunque La Redonda no ha quedado fortificada, como lo previne, quedará perfeccionado a poca costa el trabajo que se empezó a hacer. Igualmente, en la frontera de Cucutilla se ha trabajado bastante en fortificar el punto de La Cueva, y en obstruir algunos caminos que se desviaban al cantón de La Matanza.

   En este estado de operaciones, que eran consiguientes al sistema que se me había mandado observar por mi general, recibí la orden de vuestra señoría del 21 del pasado, en que como única regla que debe gobernarme en lo sucesivo, se me dice: que salve estas fuerzas a todo trance. En su vista, se sigue en los trabajos, porque creo que la eliminación de caminos y la oposición de obstáculos es uno de los medios de lograrlo, sin que por esto yo me decida a comprometer una acción con el enemigo en que haya riesgo de perderlas, y mucho menos divirtiéndolas. Creo sin embargo, que es necesario defender estos puntos fortificados con pequeñas partidas, porque lo que se arriesga a perder corresponde a lo que se puede ganar, y nunca la pérdida influye en la total destrucción de todas las fuerzas. A más de que entiendo: que la salvación de las fuerzas de mi mando debe resultar del riesgo que haya de batirse con otras de que no se salvarían de otro modo, que no exponiéndolas a una acción.

   Siguiendo este sistema, hice marchar una pequeña partida el 30 del pasado, en que se ignoraba el estado de la frontera hacia las inmediaciones de Táriba para tomar alguna noticia segura de los movimientos del enemigo y el 31 fue sorprendida por los habitantes del mismo pueblo de Táriba, San Cristóbal y Capacho, que reunidos en masa, se aprovecharon del exceso que hubo de parte del comandante en adelantarse más de lo que se le previno e hicieron prisioneros 4 soldados, tomándome siete fusiles. Los informes que me dieron los demás que escaparon, me hicieron resolver a marchar sobre esos pérfidos pueblos que ya estaban reunidos en tropa a media jornada de este cuartel general y lo verifiqué el 3 con toda la guarnición, y con las precauciones debidas, para no caer en algún ardid que podía haberme preparado el enemigo con tales reuniones. Se dispersó la que he dicho y fueron reconocidos los mismos pueblos que ya estaban reunidos en tropa a media jornada del enemigo, en términos de haberse preparado con leñas y forrajes para recibirlo. Hubiera seguido hasta cerca de La Grita, pero ignoraba el estado de las cosas por los puertos del Zulia, de donde tuve parte del comandante de San José de Cúcuta que a una mujer se le había oído decir: haber llegado al pueblo de San José de Las Palmas doce buques con tropa de Maracaibo. Esta novedad nada se ha aumentado hasta hoy, y mañana pienso hacer reconocer a San Faustino con el fin de averiguar algo más.

   La situación que ocupe Calzada o su ejército es ignorada. Unos lo suponen en La Grita y otros en Mérida. Yo observé que la gente dispersada en Capacho, un poco fugó hacia La Grita y otro poco hacia el camino de Guasdualito, lo que me induce a creer: que no está Calzada en dicha ciudad de La Grita; por otra parte, algunas familias han emigrado hacia esa misma ciudad, seguramente con cierta esperanza de volver a sus casas acogidas a las fuerzas enemigas.

   Tal es el estado de las cosas en esta frontera, de que vuestra señoría se servirá dar conocimiento al supremo gobierno general, añadiendo que de nuevo he pedido bagajes al de esta provincia conforme a lo que se me dice en orden del 21 y que aunque hasta ahora no se han recibido los suficientes, estoy seguro de que los tendré en tiempo, pues de antemano los había ofrecido el excelentísimo señor gobernador de ella, y que seguramente no se ha verificado por la necesidad que el ejército tuvo de caballerías.

   Dios guarde a vuestra señoría muchos años.

Francisco de Paula Santander

   Tunja, diciembre 17 de 1814. Enterado con aprobación y noticia al general Bolívar del movimiento de los pueblos.

 

FUENTE EDITORIAL:
Otero y Cuervo, p. 62-64, No. 23.

 

43

NOTIFICACION DE INSTRUCCIONES

Cuartel general libertador, Santafé, 7 de enero de 1815 5°

   Ciudadano secretario de la guerra:

   Me he instruido del oficio de usted de 5 del corriente, y de las noticias de Cúcuta que contiene la copia que usted me remitió inclusa.

   De esta no se infiere todavía que haya más fuerzas enemigas en Cúcuta que trescientos hombres de caballería, y como cien fusileros: el resto será probablemente de lanceros, o de gente desarmada. Para batirlos saldrá de aquí el general Urdaneta con el refuerzo que se meditaba: y aunque éste se compondrá parte de las tropas de Cundinamarca, y parte de reclutas, unido sin embargo a las fuerzas que tenga allí el comandante Santander, podrá tener buen suceso.

   Si por los partes de Pamplona, que deben ahora ser más frecuentes, se supiere que las fuerzas enemigas en Cúcuta son de mayor entidad, marchará inmediatamente el coronel Palacios con toda la infantería de Venezuela que está aquí, a obrar a las órdenes del general Urdaneta, y destruidos que sean aquellos enemigos, seguirá por Ocaña al Magdalena. Los mismos partes de Pamplona nos deben instruir igualmente de si es una expedición formal la que se intenta por Cúcuta; en cuyo caso iré yo mismo a combatirlos, y continuaré luego en la empresa sobre Santa Marta.

   En ningún caso podrán empezar a salir de aquí las tropas antes de cuatro días: porque ni se ha acabado de componer el armamento, ni se han concluido tampoco los vestuarios. Pero saldrán entonces; y ya vaya sólo el refuerzo que llevará el general Urdaneta, o vaya también el resto de las tropas de Venezuela, recomiendo mucho a usted que se hagan acercar algunas provisiones a Pamplona, para evitar la escasez que hay en las inmediaciones de Cúcuta.

   Esto es lo que he pensado con respecto a aquellos enemigos, a consecuencia del oficio de usted que contesto; y he determinado igualmente que en todos casos siga por Honda, al bajo Magdalena, el mayor general coronel Carabaño, con todos los demás reclutas desarmados, que deben ir a la expedición contra Santa Marta.

   Dios guarde a usted muchos años.

Simón Bolívar

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 14, p. 25, No. 109.

 

44

GRANDES ACONTECIMIENTOS

Chopo, 10 de enero de 1815

   Señor general Manuel del Castillo

   Mi estimadísimo amigo:

   ¡Grandes acontecimientos hemos tenido en el interior! Ya usted lo sabrá bien y que ellos se refieren a la rendición de Santafé, al feliz paso de esta vida a la otra de algunos españoles, a la unión de Cundinamarca y al nombramiento de capitán general de los ejércitos de Nueva Granada hecho en Bolívar. No sé qué giro puedan tomar los negocios de la guerra: generalmente se dice que la mayor parte de las fuerzas se van a cargar sobre la costa y sobre los llanos para que afianzándonos nosotros, resulte la redención segura de Venezuela.

   He oído hablar de una comisión militar que residía en Tunja a tiempo que el ejército obraba en Santafé, pero absolutamente ignoro quiénes son sus miembros. Será un error que por errar cálculos y confiar empresas imprudentemente, perdamos la ocasión de obrar con tropas tan bizarras y tan aguerridas, como las que Urdaneta trajo de Venezuela.

   El presidente Rovira, aunque me ha escrito, nada me ha hablado de esto: sólo dice que van a levantar muchas tropas, organizarías y sacar mucho dinero. No es poco consuelo, mi amigo; sin esto ya hemos notado la diferencia del sistema de gobierno y de las cualidades de los gobernantes.

   Me ha sorprendido la especie que me dice usted de que el general Bolívar supuso carta mía llamándolo a Cúcuta para encargarse del mando. No he tenido ahora correspondencia con él, y sólo le escribí a Tunja dándole las gracias por las expresiones que de mí hizo en una carta a Urdaneta, y ofreciéndomele para concurrir a la defensa de la patria y a la verdadera redención de Venezuela, pero absolutamente nada le he dicho de tropas, ni de mando.

   Juzgo que el general Mariño no conseguirá un proyecto de que usted igualmente me habla, pues por aquí corren muy buenas noticias del ejército que usted ha levantado en medio de la desorganización.

   Vamos a las casas de Cúcuta. Yo, gravemente enfermo, me separé del mando desde el 8 del pasado, y salí el 15 en hamaca a curarme a Bochalema. El 19 por la tarde entraron los enemigos en Cúcuta, e ignorándose absolutamente su número y calidad, cuya circunstancia era necesaria para no faltar a las órdenes del gobierno general, se retiró nuestra división hasta aquí, quedando cubiertos La Laja y Redonda, que también sirven para defenderlos del valle para acá. No hay una uniformidad en las noticias, pues unas veces dicen que son partidas pequeñas que no ofrecen cuidados, y otras, que es una regular división al mando de Remigio Ramos. Lo cierto es que Calzada se fue de Mérida. El gobierno general me ofrece aumentar inmediatamente esta división, con lo que nos desengañaremos y saldremos de dudas. Soy desgraciado, mi amigo, porque no me tocó ir a la bella Santafé, y me dejaron con cuatro hombres en esta Cúcuta indefendible con fuerzas pequeñas, con un godaje terrible encima. Si el tiempo ha de tener sus alternativas, me ha de llegar mi día de gustos individuales.

   Su carta fechada en Sabanalarga me consuela porque ya serán contenidos los samarios. Dios dé a usted constancia y las glorias que de todo corazón le desea su mejor amigo,

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, p. 69-70, No. 30, de Archivo Restrepo.

 

45

ACECHAN LOS PELIGROS

Cartagena, 31 de julio de 1815 5°

   Señor secretario de Estado y relaciones exteriores del gobierno general.

   Por diversos conductos se ha recibido, en términos de hacerse indudable, la noticia de haber llegado a Santa Marta una parte de la expedición española al mando del general Morillo, aunque sobre su número no hay todavía seguridad, afirmándose por unos el de 800 hombres, y por otros con más probabilidad, un número mayor.

   Así es que los peligros se acercan, y se acelera la terrible crisis después de habernos dado sobrado tiempo para prepararnos a recibirla, que sin embargo no se ha aprovechado, porque para ello se necesitaban medios de que absolutamente carecemos, que se han solicitado por todas partes sin fruto, y cuya destitución va a comprometer el destino de esta provincia.

   Las reclamaciones por auxilios pecuniarios han sido tantas en todo un año, tan constantes e importunas; su necesidad tan demostrada, evidente, palpable, que no hay ánimo para repetirlas, ni para qué anunciar a usted lo que debe tenerse muy previsto, que en sólo su miseria actual, por un prodigio, o por efecto de casualidades y contingencias sobre que los necios no más cuentan, podrá salvarse esta plaza de la borrasca que va a correr. Mía por lo menos no será la responsabilidad de este desastre, y aunque seré envuelto en sus ruinas, pereceré sin el dolor de que se me impute.

   El coronel Santander ha avisado su llegada a Ocaña, donde esperaba la reunión del teniente coronel Vergara. Se le han hecho las indicaciones convenientes, lo mismo que al brigadier Palacios que se mantiene en Magangué, sobre la dirección de las operaciones de sus cuerpos respectivos que demandan las circunstancias. Dios guarde a usted muchos años.

Juan de Dios Amador

   Santafé, 9 de septiembre de 1815

   A lo de hoy en el de 5 de agosto sobre la misma noticia más positiva.

Valenzuela

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 14, p. 299.

 

46

SECRETARIA DE GUERRA

Santafé, 4 de septiembre de 1815

   Señor gobernador del Socorro

   Con la mayor satisfacción ha visto el gobierno general el oficio de vuestra excelencia de 16 de agosto en que avisa la salida para Cúcuta del 2° batallón de esa provincia, remisión de los cuatro mil pesos correspondientes al mismo agosto y julio anterior y que cada quince días seguirán para aquel ejército los bastimentos correspondientes y respecto a que los individuos de la bandera de Cartagena no siguieron con aquel batallón como se dispuso en 9 del citado agosto, y que estos por consecuencia se hallan a disposición de ese gobierno, dispondrá vuestra excelencia sigan a aquella plaza en derechura si el río Magdalena estuviese libre y en caso de que esto ofrezca algún inconveniente remitirlos por Badillo para que allí se reúnan a la división del coronel Santander que se halla en Ocaña y con quien en este caso oficiará vuestra excelencia dándole el aviso correspondiente en cualquier caso el envío de esta gente con las seguridades y precauciones necesarias para evitar su dispersión, para lo que dictará vuestra excelencia las providencias oportunas.

   Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

Andrés Rodríguez

 

FUENTE EDITORIAL:
Rodríguez Plata Horacio, 1963, p. 391.

 

47

INDIFERENCIA POR LA CAUSA PATRIOTA

Ocaña, 22 de septiembre de 1815

   Al secretario de guerra del gobierno general

   Creo de mi deber informar al gobierno del estado político de este departamento, pues como que tengo que hacer la guerra en él, he puesto mucho cuidado en observar sus pueblos.

   En esta ciudad se cuenta con un pequeño número de patriotas e igualmente se puede contar con los pueblos de Río de Oro y Estancia Vieja. De resto, los que no son decididos enemigos, son indiferentes para servirnos: cuesta el último trabajo reunir cuatro peones para servir en cosas de la patria, no siendo esto lo peor, sino que continuamente se introducen en el país enemigos a llevar con exactitud cuenta de nuestra situación. Aquí se encuentran pliegos enviados por el enemigo, y no es posible descubrir cómo han venido. Calcule vuestra señoría el doble trabajo que se ofrece para hacer la guerra en un país tan poco afecto al sistema, en donde no se obtiene un aviso del estado y progresos del enemigo. Es increíble que La Rus con 400 hombres hubiese estado un día entero dentro de un pueblo, a dos horas de distancia de esta ciudad, y que en ella no se hubiese sabido, pero así mismo sucedió. Los desertores encuentran quién los saque por los caminos desusados, y no ha faltado tampoco quién ofrezca premio a cierto número de soldados desertores.

   Las causas de esta desopinión en estos pueblos pueden ser o que los enemigos los han tratado con suavidad, al paso que nuestras tropas se portaban con dureza; o que no se les ha ilustrado, o el influjo de los clérigos godos que existen en este departamento. Yo me decido más bien por lo último. Ignoro que los curas prediquen a sus feligreses sobre nuestra causa, a excepción del cura de Río de Oro y de Estancia Vieja, y por lo que hace a esta ciudad, yo no he oído más sermón ni discurso patriótico que los que ha predicado el capellán de mi batallón, padre Villamizar. Viven aquí clérigos antiguos de buena conducta, que por lo mismo tienen influjo en el pueblo, y todavía no se ha oído hablar de los intereses de la patria; al contrario, se sabe de algunos que se valen de pasquines para insultar a sus compañeros patriotas y desacreditar nuestro sistema. La mayor parte de las mujeres son descaradas godas, con disposición de hacernos todo el daño que se deja conocer pueden causarnos. La odiosa distinción de blancos y pardos, que todavía se conoce aquí, contribuye mucho en la opinión de este pueblo, pues los unos no se deciden para no alternar con los otros, y éstos porque están abatidos por aquéllos.

   La energía de los gobernantes y no tener relaciones, contribuiría mucho a cambiar estos pueblos, si al mismo gobierno se removiesen los grandes obstáculos que lo impiden.

   El gobierno, a quien vuestra excelencia informará de este oficio, sabrá ganar a la libertad unos pueblos que pueden ser útiles y que hoy no son sino perjudiciales. Es muy notable la diferencia que hay para hacer la guerra entre los pueblos amigos e interesados en defenderse, y pueblos que más bien se interesan porque los ocupe el enemigo: si para los primeros es bastante una fuerza de 200 hombres, para los segundos son pocos 500, que pueden defenderlos.

   Dios guarde a vuestra señoría muchos años,

Francisco de Paula Santander

   (Al margen). Archívese en la secretaría del interior, por lo que pueda importar.

Rúbrica.

 

FUENTE EDITORIAL:
Otero y Cuervo, p. 66-68, No. 25, de Archivo Nacional, Colonia, Historia,t. 6, folios 610 y 611.

 

48

EL PRONTO SOCORRO DE CARTAGENA

Santafé, 13 de octubre de 1815

   A su excelencia el presidente de las provincias unidas de la Nueva Granada

   Excelentísimo señor:

   Al admitir la comisión que me confió el gobierno de Cartagena el 5 de agosto próximo pasado, me propuse desempeñarla con el esmero que se me encargó en la misma fecha. Vuestra excelencia, como protector de la confederación, oirá mis súplicas, no como quejas, sino como reclamos que por mi boca hace el gobierno provincial que me ha destinado cerca de vuestra excelencia. Si importuno, es por la salvación de uno de los estados de la Nueva Granada, de cuya pérdida resultaría la de todos los unidos; así, pues, sólo al interés honroso de llenar mi encargo deben atribuirse las reflexiones que tengo el honor de recomendar a la alta consideración de vuestra excelencia.

   Con los pliegos que conduje, entregué a vuestra excelencia mis credenciales y pasaportes: ellos presentaron a vuestra excelencia el cuadro lastimoso, pero exacto, del estado en que se encontraba aquella provincia, de la necesidad que urgía de auxiliarla, y de lo inútiles que serían los esfuerzos del gobierno general si llegaban tarde sus socorros. Aún más, yo hice ver a vuestra excelencia que sin dinero de nada valdría haber llegado a aquel puerto 16.000 fusiles, y cuanto además conducía míster Brion, por exigir los propietarios el valor de los efectos de guerra que introducían.

   Triste parecería mi relación, pero era apenas un bosquejo de la pintura que hice a vuestra excelencia, trazada sobre la situación de Cartagena el 6 del pasado. Las comunicaciones oficiales de que fui portador, concebían el temor de un riesgo; mas mi exposición verbal a que se me autorizaba por el papel reservado que leyó vuestra excelencia no se dirigió a presentar peligros venideros, temores casuales, ni males que pudieran excusarse: el mal estaba hecho, era necesario minorarle; el enemigo había invadido, era preciso repelerle; Cartagena peligraba, era indispensable auxiliarla.

   No se trata, señor, de bandas de samarios, ni guerrillas de 1.000 ó 2.000 hombres: se habla del formidable ejército que a las órdenes del teniente general don Pablo Morillo salió de Cádiz el 17 de febrero de este año, ocupó la isla de Margarita el 9 de abril, llegó a Santa Marta a últimos de julio, y sitió a Cartagena en agosto. Cuál sea el número de las tropas españolas, no es fácil acertar, pero vuestra excelencia tiene documentos firmados del rey que hacen montar sus soldados a más de 10.000 y por lo que yo he presentado se sabe que los nueve regimientos de La Unión, Lorca, Barbastro, Castilla, Primero de Valencia, Fernando VII, etcétera, contenían 10.400 hombres, que fueron aumentados de un tercio con tropas de Venezuela.

   Si temía Cartagena y solicitaba auxilios cuando creía que las revoluciones de Venezuela detendrían los progresos de las tropas del rey; si el lenguaje de su gobierno era el que oía vuestra excelencia antes de ser atacada la provincia; si entonces dudaba de su conservación sin la ayuda de la unión, ¿cuál sería su apuro al encarecerle la prontitud de las marchas en el tránsito, para informar a vuestra excelencia de la llegada a Santa Marta del general Morillo con un ejército poderoso, y todo lo necesario para embestir, sitiar y atacar una plaza fuerte? Vuestra excelencia se dignó oírme el 7 del corriente y no juzgó conveniente hacer pronósticos tan fatales como los que dije al gobierno el día de mi arribo a esta capital.

   Por fuerte que parezca la plaza de Cartagena, no la creo inexpugnable: Dantzig, Magdeburgo, Ulma, y tantas otras a quienes el arte de la hambre han rendido, son ejemplos recientes que justifican la proposición de que el arte o las circunstancias, o uno y otras hacen sucumbir al más obstinado defensor de una fortaleza. La fortificación de Cartagena no se halla en el estado de perfección en que debiera, por una razón conocida por todos: examínense los archivos de hacienda pública, y se verá que no se ha enviado un solo doblón para recomponer las obras, a quienes la intemperie, el uso y la edad han hecho desmerecer. Yo he visto, señor, en los caminos de terraplenes, en las entradas encubiertas y en las explanadas, crecida la yerba a dos pies de altura, por falta de fondos.

   Pero el mayor enemigo de la plaza es el hambre; esta es la circunstancia que más aflige a Cartagena. Apenas contendría víveres para la guarnición durante seis meses contados desde agosto, no acopiados, porque el gobierno carecía de medios con qué satisfacer sus precios, sino embargados en los almacenes particulares, y aunque se haya ordenado a los habitantes de la ciudad que todo individuo tenga de qué mantenerse durante el sitio, es muy frecuente engañar a los comisarios de policía, o evadir su vista. Apenas los defensores de la plaza son padres, maridos e hijos, que no verán perecer con indiferencia a sus deudos, consortes y amigos. Esta es la razón principal que me mueve a pedir a vuestra excelencia el pronto socorro de Cartagena.

   Suponiendo que estuviese esta plaza tan provista de víveres y municiones como las de primer orden en el mundo, ¿por ventura resistiría más que Dantzig y las otras? Señor, vuestra excelencia sabe que los puestos permanentemente fortificados sólo sirven para resistir algún tiempo a fuerzas superiores, para conservar depósitos de armas, municiones, u otras preciosidades del Estado, pero que jamás constituyen la defensa y salvación de la República: el obstáculo de una plaza detendrá al enemigo, más allá no le destruirá: ésta es la obra de los ejércitos; y si una fortaleza perdiera la esperanza de ser socorrida por un momento, éste sería el de su rendición.

   No esperemos del clima, de la estación, ni del acaso ventajas precarias: los mosquitos, las aguas y el destino pueden destruir al enemigo, mas no le es dado al hombre público, ni al militar, fiar a la suerte lo que debe decidirse por la meditación, las disposiciones y el valor. Reflexiónese que el calor que fatiga al sitiador, impide al sitiado la conservación de víveres, que luego se corrompen: motivo poderoso por qué no puede contar Cartagena con grandes depósitos, aun cuando le fuera fácil adquirirlos.

   Me parece fuera de razón esperar auxilio de ultramar: vuestra excelencia, que conoce las relaciones exteriores, el erario, y el bloqueo de Cartagena, está bien persuadido de esto.

   Se cree generalmente que las murallas todo lo pueden, y lo defienden todo: recuerde vuestra excelencia los días de defensa que el brigadier Cramer (abierta la trinchera, o zigzag) al frente de Santa Catalina, teniendo presente que el revellín que cubre la cortina se encuentra casi arruinado: ¿resistirá por ventura largo tiempo esta obra a las porfiadas empresas de un enemigo determinado a bañarse en nuestra sangre? El punto de ataque opuesto (el arrabal de la ciudad) no goza enteramente del ventajoso puesto de La Popa, porque no ha habido en aquel gobierno numerario con qué llevar a efecto la fortificación proyectada por la junta militar. Por no molestar la atención de vuestra excelencia omito enumerar la multitud de elementos de que carece la plaza, considerándose en estado de sitio y verdadera defensa: así lo prueba sabiamente el brigadier Anguiano en su última representación como director de ingenieros.

   No se contradice esta exposición, oponiendo la suerte desgraciada de la expedición del vicealmirante Vernon: son muy diversas las circunstancias. Este jefe no sitió la plaza en regla, ni fue su intento otro que ocuparla por sorpresa: así lo prueba el corto tiempo que empleó en las ofensas, lo brusco de sus ataques, y lo pasajero de las baterías que estableció, y aún permanecen. El general Morillo trae piezas de batir, zapadores, minadores, obreros, trabajadores, obuseras, pedreros, oficiales científicos y cuanto se necesita para emprender la rendición de una plaza: sus tropas hablan nuestro idioma, profesan nuestra religión, y tienen nuestras mismas costumbres: su gobierno cuenta, y no en vano, con un partido entre nosotros; consiguientemente no hay comparación entre ambas expediciones; y si se me dice que el fuerte de los españoles no es tomar fortalezas, contestaré que si lo fuese no habría esperanzas de salvarnos.

   Este es, excelentísimo señor, el estado actual político-militar de Cartagena. No crea vuestra excelencia que desfallezco al contemplarle. Veo a sus ilustres defensores cubiertos de sangre, impávidos sobre sus muros: oigo la voz de sus alentados jefes: las privaciones, el hambre, la fatiga los devora; pero la gloría de salvar la patria les anima, y les mantiene. No merecen perecer estos héroes, y con ellos la Nueva Granada, por falta de auxilios: no son indignos de ser socorridos por sus hermanos. Corren 25 días que existo en esta capital, hace los mismos que me honró vuestra excelencia con su audiencia, mas aún no he recibido un solo aviso de la entrega de los papeles que presenté. Insisto, ruego, importuno, y no veo aplicar el remedio al mal: gimo a solas por la suerte de mi patria adoptiva; pero no puedo ser insensible a la crítica que el público se hace de la que cree inacción mía.

   Si no hablara de vuestra excelencia con la libertad de un republicano, y la franqueza de un soldado, faltaría a la confianza que de mí ha hecho Cartagena.

   Manifestado el estado de la plaza, y destruida la falsa idea de que ella puede salvarse por sí misma, representaré a vuestra excelencia los auxilios que necesita, y las medidas que a mi entender pudieran ayudarla si se pusiesen en práctica sin perder un momento: en el tránsito y en el tiempo que he permanecido aquí, he visto y palpado algunos de los innumerables recursos de que puede servirse el gobierno para hacer levantar el sitio de Cartagena y pulverizar el ejército español. Como sería distraer demasiado a vuestra excelencia y que por otra parte carezco de conocimientos para hablar de la defensa del reino en general, me contraeré particularmente al socorro de Cartagena.

   Dos medidas pueden emplearse al efecto con suceso: enviar caudales y llamar la atención del sitiador de un modo capaz de hacerle abandonar los trabajos que haya emprendido; o por lo menos, obligarle a dejarlos tan poco defendidos que puedan los sitiados arruinarles en una salida. En cuanto a lo primero, vuestra excelencia sabe que las cantidades que debían bajar de Antioquia no han llegado a la plaza, a pesar de haber yo oficiado oportunamente al gobernador de aquella provincia desde Zaragoza, y que el dinero que conducía el comandante Otero está detenido en esta última ciudad; consiguientemente, Cartagena se halla en una miseria espantosa, que debe hacernos temer la suerte del sitio. Por donde deba remitírsele numerario en adelante, es fácil juzgar por el que conozca los puntos que ocupa el enemigo, que yo ignoro; tal vez habiendo actividad se lograría introducirle por dos partes: la principal se presenta a primera vista por Zaragoza y Sabanas, donde debe encontrarse la división del coronel Cortés; pero para esta operación, es necesario imponerse antes por medio de espías de la situación de Cortés y de la plaza; y entonces sin perder momento, auxiliarla.

   La otra vía es más dilatada, muy expuesta, y necesita burlar la vigilancia de la escuadrilla que bloquea las bocas del Atrato; mas tales podrían ser las circunstancias, que se pudiesen con facilidad establecer las comunicaciones por el Chocó y costa de Sotavento. Entrambos canales se hallan obstruidos, y probablemente carecerá aquella provincia de ayuda pecuniaria; así, pues, el auxilio más seguro que puede dársele, recae, sin perder de vista el primer punto, es decir, el dinero, en la segunda medida.

   Divertir al enemigo es el único partido que queda para evitar el que sucumba Cartagena; pero divertirle de un modo poderoso, de manera que tema la ocupación de un territorio que posee pacíficamente, pues de otra suerte, el hombre más necio no lo sería tanto que abandonase el sitio de la plaza por salvar a Mompós, Ocaña u otro punto insignificante. Creo, excelentísimo señor, que si pudiese adoptarse esta medida por Antioquia y por Ocaña a un mismo tiempo, sería sumamente ventajoso, y entonces el enemigo, provocado por todas partes, levantaría el sitio, perdería mucho de su opinión y nos dejaría la libertad de comunicarnos con la plaza.

   Una división que bajase de Zaragoza, al mando de un jefe acreditado, con los 800 fusiles que hay allí, dos piezas de a tres, 100 lanceros y 100 trabajadores, recuperarían el río y las poblaciones de la ribera, fortificarían la confluencia del Nechí y el Cauca, franquearía la comunicación y se incorporaría en el ejército del coronel Cortés, que ocupa las sabanas; con tal refuerzo podría este jefe intentar la reocupación del Zapote y Tolú, y aumentadas sus fuerzas se multiplicarían las guerrillas en perjuicio de los españoles.

   Ya ve, pues, vuestra excelencia cuán útil sería esta operación: 800 fusiles no constituyen la defensa del interior, y pueden servir de mucho empleados de este modo, al paso que van a ser reemplazados ventajosamente por los que vienen por el Atrato. Muy oportuno sería también que pasasen al ejército de Cortés hombres de Antioquia, a más de los armados, que probablemente tienen mejor opinión que aquellos habitantes.

   La invasión por Ocaña es aún más necesaria, por su cercanía al enemigo, porque están libres las comunicaciones, porque obran en territorio contrario, y porque corta al ejército sitiador de Santa Marta; nuestras fuerzas deben aumentarse considerablemente por aquella parte, pues en caso de que se nos invadiese por el norte, servirían esas mismas tropas para la defensa de las provincias limítrofes. Si al escaso número de soldados que tiene el coronel Santander, se agregasen 1.500 infantes, que pueden sacarse de esta ciudad, el sur y las dos divisiones de Cúcuta y Casanare, y 1.000 lanceros con 200 sillas, se intentaría con seguridad la ocupación de Chiriguaná o la de Valledupar; allí se podría montar suficiente caballería, y establecer partidas que, haciendo la guerra a la cosaca, privasen a los enemigos del sosiego y tranquilidad, y llamasen la atención del general Morillo.

   Además, excelentísimo señor, un jefe emprendedor y determinado podría tal vez ocupar a Santa Marta, y sobre las ventajas ordinarias que traería la rendición de la ciudad, se nos abriría un nuevo canal para comunicarnos con el extranjero.

   No se crea que con esta medida queden expuestas las fronteras de Venezuela, pues sabemos que el enemigo no ataca por ahora: si lo hiciese serían muy débiles las fuerzas que hoy se encuentran en ellas para resistirle; basta para observarle un cuerpo que pueda detenerle en los desfiladeros y posiciones atrincheradas, y en caso que forzasen nuestros puntos, se les privaría de los recursos del país, quemando, talando, destruyendo o salvando cuanto les pudiese facilitar el progreso de sus marchas, y les batiremos en las llanuras con la caballería, de que ellos carecerán; entonces si el ejército de Ocaña no se hubiere reunido al del centro (lo que parece imposible), obrará con provecho por la espalda del enemigo.

   Practicadas estas empresas con la celeridad que exigen los graves peligros que nos amenazan, podremos de pronto alejar los males que ya pesan sobre nosotros, y salvarnos después para siempre; pero, excelentísimo señor, no cesaré de encarecer a vuestra excelencia la necesidad de emplear los medios, sean cuales fueren, con la prontitud que dictan las circunstancias.

   Un momento perdido es una pérdida irreparable, y el tiempo que jamás se reemplaza, es de suma importancia al presente. Cartagena cuenta de sitio dos meses, que han transcurrido insensiblemente; poco más de otro tanto puede resistir: sin socorro, está decidida su suerte con su rendición; con ello será problemático su destino. El mes de diciembre será terrible, o glorioso para la Nueva Granada; el gobierno general es el árbitro de su existencia; su salvación va a deberse a vuestra excelencia.

   No atienda vuestra excelencia a mis escasos conocimientos, a mi poca experiencia; oiga sólo vuestra excelencia las razones que por mi boca expresa el gobierno provincial de Cartagena, la justicia que le asiste en los socorros que imparte y la sinceridad que ha dictado mi exposición. Cuantas proposiciones he sentado tienen por base principios sólidos, o constan de documentos que reposan en las secretarías del despacho. Disculpe a la falta de luces mi ardiente patriotismo, y si ha sido largo mi discurso, lo ha sido también mi silencio anterior.

   Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

   Soy con toda la más alta consideración, servidor y subdito de vuestra excelencia.

Tomás Montilla

   Santafé, 13 de octubre de 1815

   El gobierno ha tomado en consideración el estado de Cartagena y se ocupa, como lo ha hecho tiempo hace, en proveer a sus necesidades y ocurrir a la defensa hasta donde lo permitan las circunstancias y los objetos no menos preferibles de la Nueva Granada.

   (Hay tres rúbricas).

Rodríguez

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 14, p. 305-311.

 

49

ACCION DEL ESCUADRON DEL ALTO MAGDALENA

   En la ciudad de San Antonio del Toro de Simití, a los seis días del mes de diciembre de 1815. He convocado esta muy ilustre municipalidad en la sala consistorial por el jefe de escuadrón comandante interino del alto Magdalena, ciudadano Francisco Jiménez Madrid, para tratar de materias importantes al mejor servicio de la patria y con particularidad a la defensa de esta misma ciudad como encargado de su defensa y de las fuerzas que en ella residan: estando reunidos a las once de este día su muy ilustre municipalidad con asocio del ciudadano comandante quien expuso al ayuntamiento lo siguiente: muy ilustre corporación: con fecha 3 del corriente me dice el comandante general del alto Magdalena Francisco de Paula Santander: que las circunstancias lo han puesto en el caso de marchar de Ocaña con todas sus fuerzas en auxilio del general Urda-neta que se halla en Cúcuta próximo a ser batido por una división enemiga que manda el tirano Calzada, quien habiendo sido derrotado por estas fuerzas con pérdida de 1.000 hombres en Chirede Pore y 900 fusiles. Pero que a pesar de esto en su derrota ha tratado de abrirse paso por una de nuestras fronteras cargando sobre la de Cúcuta por donde se ha visto precisado marchar el dicho señor general del alto Magdalena, dejándome encargado del mando interino de estas fronteras con sólo la débil fuerza que reside en este punto bajo mis órdenes. Con lo que me ordena deba atender precisamente a la defensa de la ciudad de Ocaña con la fuerza infantería de línea que se halla en ésta, dejando encargado de la defensa de esta ciudad a un oficial de mi confianza con la fuerza sutil, y la patriótica de esta ciudad la que debe quedar de este día bajo de mi pie de organización y como si fuesen soldados veteranos y al efecto de cargo y responsabilidad a la muy ilustre municipalidad que coopere a este tan justo fin, entregando la misma municipalidad una lista de los soldados patriotas que lleguen a ocupar las armas que de la misma ciudad dejo para su defensa bajo las órdenes y encargo del ciudadano teniente de las provincias unidas y Custodio Gutiérrez, a quien encargo en las instrucciones y plan de defensa que le dejo se ponga en todo de acuerdo con un lazo estrecho de armonía con esta muy ilustre municipalidad que como padres de esta República se hallan forzosamente constituidos a propender a su seguridad y defensa, dando brazo fuerte para ello al jefe militar que queda encargado de dirigirla proporcionándoles a los patriotas que se pongan sobre las armas un sustento diario, y que sea proporcionado; atendiendo a que van a servir como unos soldados veteranos sujetos al rigor de las leyes militares cuando se hallen de facción o haciendo alguna correría sobre el enemigo y que carecen por ahora, por la falta de fondos que hay en esta ciudad, del sueldo que debían gozar desde el momento que han tomado las armas bajo de la dependencia militar. Pero que será de mi cuidado, y también de la municipalidad, hacer presente al gobierno general de la nación la falta absoluta que tiene esta ciudad de un ramo o fondo para subvenir a estos tan indispensables como precisos gastos. Igualmente mientras provee el gobierno general el fondo o cantidad que desee invertir en el pago de prestación de los soldados que guarnecen esta ciudad es de cargo de la muy ilustre municipalidad en este ínterin sostener de su prestación a la fuerza sutil como veterana y que lleva el peso de una áspera fatiga, proporcionando este recurso la muy ilustre municipalidad de los mismos habitantes de esta ciudad por medio de empréstito forzoso, o acordando con sus facultades una contribución o impuesto que sin recibir mayor quebranto sus habitantes pueden subvenir a él; atendiendo que su tranquilidad o seguridad de sus personas y propiedades está sujeta al sostenimiento de la fuerza del Magdalena. Por último, encargo a la muy ilustre municipalidad a nombre del gobierno general de la nación haga efectivo el alistamiento de los soldados patriotas bajo la dependencia y subordinación militar al dicho teniente Gutiérrez; y a los que él les nombrase, y diese a reconocer por ayudante, sargentos y cabos pues con sus informes deben ser por mí aprobados por medio de un nombramiento que les expediré, y asistido por la muy ilustre municipalidad lo expuesto por el ciudadano jefe de escuadrón comandante interino del alto Magdalena Francisco Madrid, dijo el ciudadano presidente de La Madrid que a su continuación los demás que la componen que siendo lo relacionado en todo conforme con el bien, salud, felicidad y seguridad de nuestra causa con la conformidad y voto uniforme se cumpla con lo expuesto en esta acta celebrada en este día, fecha que expresa el encabezamiento y firmándola el ciudadano presidente, militar y comandante. Juan Miguel López. Visto. Antonio Torrado, Tomás José Moncada, José Antonio de Alcoser, Francisco Madrid, comandante.

   Es copia.

Valentín Capmany

Rubricado

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo del general Miguel de La Torre, t. 22, p. 73-75.

 

50

DESERCION Y ROBO DE ARMAS

Ocaña, 31 de diciembre de 1815 5°

   Señor comandante general de la división volante

   Ofrecí a vuestra señoría cuando le di cuenta de mi entrada en esta ciudad hacerlo después sobre ocurrencias de mi marcha; ellas son tan desagradables que me han proporcionado hartos disgustos. Estos paisanos con el nombre de Campo Volante están alistados al servicio, y que si bien es verdad que han sostenido la actual lucha, también lo es que han sabido resarcirse con usura a costa de los culpados y de los inocentes: Estos, digo, luego que vieron destruido su aliciente del robo han olvidado que su principal objeto era el servicio del rey. Así es que atreviéndose a insultarme sordamente con el pasquín de que a vuestra señoría di cuenta, quedaron prontos a abandonarme en la primera ocasión. En mi marcha desde Fernández a María Ortiz se desertaron un sargento y 15 soldados cuyos nombres y pueblos de su naturaleza constan de la relación adjunta. Se llevaron las armas, y con ellas van señalando sus pasos por los medios de la violencia y el robo. Don Antonio Lanzas, comandante del apostadero de Puerto Real, está experimentando la misma deserción tanto de las tripulaciones como de los soldados de su guarnición. Para dar vuestra señoría una idea exacta puedo asegurarle que fuera de los que puedan haber quedado en el apostadero de Puerto Real son 26 hombres los que me restan en esta ciudad del citado cuerpo.

   Tanto como para el condigno castigo de los excesos de estos desórdenes como para ejemplo sucesivo de los demás convendría comisionar sujetos idóneos para su aprehensión y ejecutar en ellos la pena correspondiente. Vuestra señoría con sus superiores luces podrá dictar aquellas providencias que le parezcan más oportunas.

   Ha llegado el resto de la compañía de tiradores de Castilla, y su capitán me ha entregado la correspondencia de vuestra señoría de fecha 18 del actual. Veo la entrega que hizo el subteniente don José Mario Quiros de los efectos que condujo y no fue la ipecacuana por un olvido natural. Sigue ahora y con ella todo lo que se recolectó en Cascaxar y en sus inmediaciones según se ve por la adjunta relación que acompaño.

   Desde que vino a mi poder el acta celebrada en Simití por su ayuntamiento insurgente conocí que era falsa la aserción a que Calzada hubiese sido abatido por Urdaneta con pérdida de 1.000 hombres, sólo por la razón de que en ella misma confiesa La Madrid que para sostener el segundo ataque de Calzada, necesitaba Urdaneta replegar así la división de Santander, lo cual siendo un hecho cierto como lo ha acreditado la evacuación de esta ciudad destruye enteramente a aquella especie dicha por La Madrid tan ligera como neciamente a aquel ayuntamiento con el solo objeto de alucinarlo, darle esperanzas y animarlo a la inútil defensa en que empeñaron al vecindario.

   Los dispersos que acompaña La Madrid vagan dudando cuál será su retirada. Hace cuatro días que estaban en el Chorro sin decidirse a tomar dirección hacia el interior por hallarse ocupados los caminos por las tropas de Calzada. Yo podré dar a vuestra señoría una noticia más exacta y acaso dirigirle la contestación de alguno de los jefes de las tropas que aquel coronel manda luego que lleguen mi espía que dirigí allá, y que volverá pronto según espero. Este ha tenido que internarse seguramente porque no halló a Salas en Turmero, y habrá tenido que continuar a Cácota donde de positivo están las tropas de aquella división.

   Para animar a las tripulaciones de los buques del apostadero de Puerto Real, que de otro modo quedarían solos a causa de las deserciones, he mandado al teniente don Antonio Lanzas que prorratee entre ellas 81 pesos; 31 de estos son pertenecientes a lo recolectado en aquel estanco de aguardiente de Aguachica, y 50 que se remitió recolectados del estanco de esta ciudad.

   Me ha parecido preciso y económico el restablecimiento de la oficina de correos que ejerce interinamente don Pedro María Sánchez Barriga. Se halló señalado para su salida de esta ciudad los días 2, 12 y 26 de cada mes. Doy a vuestra señoría cuenta de esta providencia y espero que se digne aprobarla como igualmente la de haber elegido el ayuntamiento de esta ciudad que lo componen los individuos que constan de la nómina que acompaño.

   Mañana es el día que he señalado para jurar fidelidad a nuestro católico monarca cuya función se celebrará con la posible magnificencia.

   Dios guarde a vuestra señoría muchos años.

Valentín Capmany

Rubricado

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo del general Miguel de La Torre, t. 22, p. 70-72.

 

51

NOTICIAS DEL INTERIOR, PAMPLONA

   Por un sujeto fidedigno que ha logrado evadirse del poder de los enemigos que ocupan la capital de esta provincia, hemos sabido que Calzada perdió muchos hombres en la acción de Chitagá, entre ellos un oficial de graduación, y el mayor general Pelegrín, de quien tenía la mayor confianza por su valor e instrucción militar. El ejército de bandidos se hallaba plagado de enfermedades, principalmente la disentería, que se ha llevado un gran número al sepulcro, y llenado los hospitales. Del mismo Calzada se dice que estaba atacado de un fuerte tabardillo; y que ya sea por lo destemplado del clima, o por las conmociones de Venezuela, se le había desertado una gran parte de las gentes del bajo Apure y de otros lugares en donde hizo leva para formar su ejército.

   Oigo hablar de este español y de sus tropas a algunas personas con cierta exageración de sus fuerzas y del carácter de sus soldados, como pudieran hacerlo, si el mismo Massena fuera el que se hallaba en Pamplona, a la cabeza de los vencedores de Austerlitz. Confieso que jamás es prudente ni acertado despreciar al enemigo; ¿pero seremos tan pueriles que no demos lugar a nuestras propias combinaciones, cuando tenemos datos bien seguros para hablar con exactitud de las tropas de Calzada? ¿Quiénes batieron a esos valientes en las llanuras de Casanare, sino un puñado de hombres a caballo que no tenían más ventaja que el arrojo? ¿Quiénes pulverizaron después a 200 de los mismos en Arauca, en términos de no haberse salvado más de ocho? Que no nos vengan a ponderar los soldados de Calzada por la razón de que son de Venezuela: ellos no habrían atravesado impunemente hasta Pamplona, si no hubiera habido tanta ineptitud, arbitrariedad, e insubordinación al gobierno, en los que mandaban las tropas de Tunja. El general García ha estado algún tiempo bien inmediato al enemigo con una pequeña división: el jefe de brigada Santander ha podido venir desde Ocaña, sin ser molestado o detenido en su marcha; y Calzada pudo, al principio, si fuera tan valiente y sus tropas tan brillantes, atacarnos en detal. Ha dejado reunir y organizar nuestras fuerzas del norte, ha sido arrollado en Casanare; y todavía se habla de Calzada y sus bandidos como de hombres de otra naturaleza. Y se quiere que para arrojarlo de nuestro país ¡vayan millares de combatientes! Lo que nos importa es que haya disciplina, mucha subordinación, y el honor más exaltado en nuestros oficiales. Los soldados son buenos por lo general, cuando sus jefes tienen virtudes: ellos no han abandonado a aquéllos en circunstancia alguna ni huido del enemigo, cuando han tenido a su cabeza hombres intrépidos que los conduzcan a la gloria. En efecto, no hay combatientes mejores que los de la Nueva Granada: sólo necesitan de organización y disciplina, de obrar con plan y combinaciones, y de no ir a la guerra en bandas de tártaros. Las tropas que tenemos en el norte, bastan a destruir el ejército de Calzada, y cualquier otro mayor, si una mano inteligente, activa y atrevida sabe arreglarlas, y darles el espíritu de cuerpo, que es lo más esencial. También creo que debemos ponernos en una actitud respetable para reforzarlas en caso necesario y para volver sobre el enemigo, si ocurriese un evento de los muchos que hay en la guerra. Es preciso, en una palabra, obrar enérgicamente; pero sin temores pueriles que degraden nuestro carácter.

 

FUENTE EDITORIAL:
Otero y Cuervo, p. 76-77, No. 27, de Correo de la Nueva Granada, No. 16. Martes 1816 (23/1).

 

52

NO MIRAR CON DESPRECIO AL ENEMIGO

   Excelentísimo señor:

   Interesado como el que más en la felicidad de la Nueva Granada, no debo callar ante el jefe supremo que la debe conducir al término de su libertad e independencia. Yo repetiré a vuestra excelencia lo que muchos han dicho, lo que a los más no se oculta, lo que vuestra excelencia ha notado; pero lo voy a repetir con una constante experiencia que he adquirido, y con la confianza de que la verdad aunque repetida, siempre es verdad. Me atrevo a hablar porque en ninguna República se deja de escuchar la voz de cualquier ciudadano, y porque en vez de estar desacreditando al gobierno, y fijando la opinión en su odio, creo se le debe a él mismo manifestar el estado en que se hallan los negocios fuera de su presencia. Así es que solamente hablaré de los de la guerra, porque deben ser los primeros en donde debe haber una reforma, y porque son los únicos que alcanzo a comprender.

   Empiezo, pues, por recordar a vuestra excelencia la imperiosa necesidad de que arreglemos nuestras operaciones militares a un plan. Hemos cometido hasta aquí esta enorme falta. Lo más que se ha hecho es trazar el plan de operaciones de una división en una frontera, pero no se ha contado con todas las demás que obran en diversos puntos. Todas nuestras operaciones han tenido mucho de aventuradas, sin cálculo, y sin contar con más que con lo que se alcanzaba a ver con los ojos. Observe vuestra excelencia de las campañas de Venezuela en el año de 13 y de 14, y las de nuestras divisiones por nuestro territorio. Mientras allá se contó con que el enemigo era poderoso, los negocios estuvieron en regla: triunfamos en Bárbula y las Trincheras y se dejó de pensar en lo que más convenía a la seguridad de la República considerada en su totalidad. Acá, cada cuerpo de ejército obraba aisladamente; la división de Casanare y la de Cúcuta se han contraído siempre a los enemigos que tenían en sus respectivas fronteras, y la de Cartagena a los que había en Santa Marta. De aquí es que las victorias y los reveses alternan en todas ellas, y que jamás hemos conseguido destruir realmente al enemigo. Si semejante táctica ha de continuar reglando nuestra conducta militar, la ruina es tanto más segura cuanto que los actuales enemigos no son los de ahora cuatro años. Ellos, además, obran de concierto, en combinación, y aprovechan por el sur una ventaja que obtengan por el norte. Nosotros debemos hacer otro tanto, si queremos ganarnos una patria.

   Hasta hoy hemos expuesto constantemente nuestra suerte por conservar un pueblo, un cantón, una provincia, y si acaso se ha abandonado, el jefe ha sido insultado, desconceptuado, etcétera, sin que haya visto que el gobierno tome a su cargo ponerlo a cubierto de mil groseras imputaciones. Parece que es menester mudar de conducta y persuadirnos que la suerte de 3.000.000 de hombres y la de la posteridad no está en condescender con las miras, comodidades y aun caprichos de 50 a 100.000 de ellos, así como es menester poner algún freno a los ciudadanos que tienen un prurito de hacer con los jefes lo que hacen los enemigos: desacreditarlos para con los pueblos, para con sus tropas y para con las nuestras. Si la independencia de la Nueva Granada se asegura abandonando 10 provincias al enemigo, es menester abandonarlas, y preferir males y desgracias pasajeros a males quizás eternos. Yo pudiera citar mil sucesos desgraciados cuyo origen ha estado en ese error de querer conservar por consideraciones de política, éste o el otro punto; pero son bien notorios. Aun cuando nosotros conozcamos esta verdad, nos falta el apoyo del gobierno, con el cual se puede acallar esta libertad tan general con que todos se creen dotados para criticar cosas que no entienden, e insultar descaradamente a un oficial de honor, resultando de toda esa charlatanería que el gobierno por contemporizar con los pueblos, retira al jefe, o no lo sostiene, y su honor queda perdido. La justicia exige exceptuar de estos sucesos el que aconteció el año pasado a tiempo que se retiró de Venezuela el general Urdaneta.

   Nos ha causado males bien graves este desprecio con que hemos mirado siempre al enemigo. Si hemos sido amenazados o invadidos por el norte o por el sur, hemos supuesto a los enemigos débiles, ignorantes, cobardes... y bajo tales principios nos hemos preparado: si afortunadamente se ha obtenido alguna ventaja, nos hemos creído seguros por la parte en donde se ha ganado. Nuestra suerte ha estado constantemente pendiente de una acción. Semejante modo de calcular está en oposición con los principios comunes de la guerra. Está bueno que para entusiasmar los pueblos y las tropas nos burlemos del enemigo y de sus empresas; pero el gobierno y el general deben pensar de otro modo. Siempre hay que aventurar en nuestro sistema de guerra; mas no aventuremos necia y locamente una campaña ni una acción.

   De esta conducta han venido los males que actualmente lamentamos. A Calzada se le creyó fugitivo, débil, desesperado, sólo porque dejó la primera ruta que había tomado, y hoy está Calzada vencedor, fuerte y amenazando subyugar estas provincias. Yo no sé con qué fundamento se cree que nuestras tropas han de ser todas valientes, instruidas, disciplinadas, y que nuestros generales han de ser todos ilustrados en su oficio, y que no lo han de ser las contrarias, cuando todos pertenecemos a una misma familia y a un mismo continente.

   Desgraciadamente, esta es la opinión general, a que se agrega que por lo que toca a las tropas españolas estamos pensando que porque ellas en Europa son la irrisión de los militares, lo han de ser aquí también, a pesar de los mil motivos que concurren para que sean superiores en disciplina, e instrucción, en práctica de la guerra, que nuestros desordenados pelotones desacostumbrados al ruido de las armas. No por esto creo que ellas son invencibles, pues la experiencia, que es la mejor razón para decidir, nos ha enseñado a verlas huir y a sorprenderse del arrojo de nuestros soldados; pero sí estoy convencido de que su instrucción, disciplina y práctica de la guerra, con el interés que tienen de subyugarnos, deben triunfar de nuestras pequeñas e indisciplinadas divisiones. Debemos, pues, mudar de cálculo, y proceder con datos tan seguros como los que dejo dichos, abandonando ese orgullo de mirar con desprecio al enemigo, no sea que algún despreciado Boves subyugue esta República.

   Nuestra absoluta confianza y demasiada credulidad nos han causado muchos males. Los enemigos ya nos han descubierto este flaco, y es preciso que ahora nos quieran engañar más suponiéndose débiles, derrotados, fugitivos, etcétera, para sorprendernos sin ninguna prevención. Vuestra excelencia ha visto que Morillo nos decía que excusásemos su tardanza en aparecer en la Nueva Granada, y un mes después ya estuvo con su ejército en las costas de Cartagena, a despecho de todos los que nos hicieron creer que él estaba debilitado y lleno de mil atenciones en Venezuela. El logró sorprendernos y, gracias a que empezó a obrar por Cartagena. ¿Quién no ha oído referir que Calzada había sido batido completamente en el llano, que había quedado sin fuerza alguna, y que buscaba su seguridad en la fuga? Y de repente lo hemos visto aparecer con una grande división con que pudo acercarse hasta las puertas de la capital; él también encontró la división de Casanare sin los refuerzos que habría recibido, si no nos hubiéramos creído de aquellas mentiras; y gracias a que dividió su ejército. Nuestra credulidad ha sido excesiva, a pesar de que no hay quién no conozca que los españoles son muy astutos y muy sabios en el arte de arbitrar medios de destruirnos. Menester es, pues, que nuestras operaciones tomen otra guía, en vez de la que nos suministra cuanto nos quieren comunicar los enemigos, contando con que si hoy están ellos débiles, mañana estarán fuertes y nos amenazarán de firme.

 

FUENTE EDITORIAL:
Otero y Cuervo, p. 78-81, No. 28, de Academia Colombiana de Historia, p. 78 (sic).

 

53

PARTE DEL GENERAL DEL EJERCITO REPUBLICANO DEL NORTE

Campo de Cachirí, 10 de febrero de 1816 6°

   El 8 del presente han triunfado las armas de la República de una división respetable del ejército de Calzada, compuesta de los cazadores que llaman de Numancia y de Sagunto, de los granaderos de Numancia y de la quinta compañía de fusileros de Sagunto. La acción ha tenido lugar en el monte de Cachirí, desde las dos de la tarde hasta las siete y media de la noche, en cuyo tiempo no ha cesado el fuego un momento, y a veces ha sido vivísimo.

   El enemigo ocupaba la cima de una altura inaccesible por toda otra parte que por el camino nacional, y éste, hacia su mayor elevación, es un cangilón sumamente estrecho y pendiente, y descubierto no sólo de frente sino también por el costado izquierdo de la tropa, que, emboscada y parapetada, obraba desde la altura. Esta parecía inexpugnable, pero al fin nada se pudo resistir a la constancia, intrepidez y denuedo del valiente jefe de batallón, ciudadano José María Carreño, quien después de cinco horas de fuego ha trepado el primero a ella, siguiéndole el teniente de húsares ciudadano Felipe Pérez, y los soldados Juan Loyo, y José Herrera, desalojando de este modo a los enemigos que la ocupaban.

   El escuadrón de intrépidos húsares, los cazadores de vanguardia, 18 cazadores y 12 soldados de la cuarta compañía del batallón 5° son las únicas tropas que han podido obrar, los húsares y cazadores de vanguardia por el frente, y los del batallón 5° desde una altura de la izquierda, separada de la que ocupaba el enemigo, por una quebrada, de uno y otro lado inaccesible. Los dos primeros cuerpos, que son los que componen la descubierta del ejército, eran mandados por el mismo comandante Carreño, y las dos partidas del 5° por los valientes oficiales León Herrera y Pedro Patria. Es imponderable el valor con que se ha batido esta división: baste decir que todo el tiempo de la acción ha sostenido el fuego a tiro de pistola, sin retroceder una línea de la posición que al principio ocupó, y que muchos de los soldados que podían obrar de frente por repetidas veces llegaron a la bayoneta.

   A más del comandante y oficiales de que he hablado, son dignos de la mayor consideración los capitanes José Antonio Carrillo y Juan Cárdenas, el teniente de milicias Antonio María Durán, y los subtenientes Martín Lobo, Ramón Durán, Faustino Figueredo, José María Chinchilla, Romualdo Sánchez, y José María Fajardo; de los sargentos, cabos y soldados, sobre los que constan en la relación de los muertos y heridos, el sargento 2° José Miranda, el cabo 1° Marcelino Madera y los soldados Manuel Payares, y Pío Masa.

   Mientras que la descubierta se batía, el resto del ejército se mantenía a pie firme, siendo de advertir que del batallón 1° de defensores que mandaba el capitán Miguel Castejón, se reemplazaban los muertos y heridos de los húsares y cazadores de vanguardia, como que era el más inmediato, y que el 5° batallón sufría el fuego del enemigo, en términos de perder ocho soldados, dos de ellos muertos, y los demás heridos, sin que se notase, ni aun en el último soldado, la más leve alteración.

   Al principio de la acción pudimos sufrir un gran estrago, pues que apenas se rompió el fuego, cuando toda la vanguardia quiso precipitarse sobre el punto desde el cual se veían salir los tiros; pero el mayor general jefe de brigada Francisco de Paula Santander, que es el comandante de ella, y que también se hallaba en la descubierta,ocurrió inmediatamente, con los jefes, ciudadanos Pedro Fortoul y José Concha, a contener y disponer la tropa en términos que sufriese el menor daño posible, y pudiese obrar, llegado el caso.

   Todo el ejército manifestó el más vivo deseo de batirse, y se mantuvo en el mejor orden durante la acción. Esto, sin duda, se ha debido a la serenidad de los jefes y oficiales, tanto de las brigadas, como de los adjuntos del estado mayor. Mis edecanes y el del mayor general han cumplido exactamente con sus deberes.

   La pérdida del enemigo consiste en 100 hombres, entre muertos y heridos; la nuestra consta de la adjunta relación.

   La oscuridad de la noche, lo fragoso del camino, la falta de víveres y, sobre todo, una lluvia la más deshecha, que empezó desde la una de la tarde hasta después de las nueve de la noche, me parecieron suficientes motivos para no permitir que se persiguiese al enemigo a más de un cuarto de legua; mucho más cuando se sabía, por los informes adquiridos en Cácota, que Calzada se hallaba en este sitio en donde tenía a cubierto el resto de su ejército y por lo mismo en mejor disposición para obrar que el nuestro.

   El enemigo ha pasado el páramo de Cachirí: el ejército sigue hoy por la misma ruta a acampar al sitio que llaman el Pie del Páramo.

   Sírvase usted poner todo en conocimiento del excelentísimo señor presidente de las provincias unidas.

   Dios guarde a usted muchos años.

Custodio García

   Señor secretario de guerra del gobierno general.

   Resumen de los muertos y heridos

 

FUENTE EDITORIAL:
Otero y Cuervo, p. 82-85, No. 30, de Correo de la Nueva Granada, No. 21. Martes. 1816 (27/2).

 

54

HORROROSA CARNICERIA

   "A la salida del páramo (21 de febrero) sorprendieron los carabineros la avanzada enemiga situada en la Laguneta, y adelantándose 400 pasos observaron a los enemigos en la meseta de Cachirí: todo se dispuso para una acción, y los batallones se adelantaron hasta la primera y única ranchería; pero una espesa niebla impidió que continuasen por entonces, mandando sólo una descubierta de cazadores al mando del teniente don José Espejo.

   La bajada es larguísima y de mal camino, el monte alto y por la mayor parte espeso: algunas quebradas pequeñas, cuyas orillas ofrecen igual ventaja al que sube que al que baja, y en las que los enemigos tenían parapetos de piedras generalmente dominados por la derecha hacia donde faldea, pero casi perpendicular. Como a 500 pasos del río se despeja el terreno y se encuentran dos casitas con pequeñas labranzas. Esta orilla es demasiado espesa, por la pendiente y grandes zanjones que han formado las aguas, pero no intransitable. Las últimas mesetas dominan con poca diferencia a las de la orilla opuesta que es más suave, por donde va el camino poblado de monte y alcanza el tiro de fusil. El río es de poco caudal, y más bien parece quebrada, angosto, piso de piedra e incómodo: el camino atraviesa por dos pequeñas llanadas, en declive hacia la derecha dominadas y a un tiro de fusil por la izquierda y divididas por dos quebradas algo profundas con monte, dominando y siendo fáciles de defender sus orillas opuestas. Se sale a una loma de poca amplitud a cuyo pie están el sitio y casa propia de Cachirí, en un pequeño llano cortado por tapias, y algunos ribazos: por su izquierda va el camino hasta el río que baña el cerro de Cachiri, y uniéndose más abajo al que ya se ha pasado, forman una lengua de tierra que se eleva desde la misma casa al nivel de las demás serranías. Este río tiene más cantidad de agua, más corriente y peor piso: sus orillas muy escarpadas y como a 30 pasos de elevación con monte en ambas, tiene puente de madera cubierto, y pueden pasar cargas y tres hombres de frente.

   Del otro lado se eleva una asperísima montaña de que nacen algunas cuchillas que atraviesan el camino, dejando a la izquierda el río, del que se separa insensiblemente, hasta que a distancia de 1.000 pasos se dirige ya casi perpendicular a la cima en que se batieron los cazadores del 8°. El monte es alto, ya claro, ya espeso, con algunas profundidades y desigualdades que estrechan el camino. En éstas y en las cuchillas inmediatas al puente, habían construido los enemigos parapetos de piedra y ramaje.

   Luego que se disipó la niebla, se observó mejor a los enemigos formados en tres líneas en la loma que domina a la casa de Cachirí. La columna de cazadores del ejército siguió a la descubierta y a poco el primer batallón, quedando el segundo en la ranchería. A la mitad de la bajada, se encontraron repentinamente con 200 cazadores enemigos que a los primeros tiros se pusieron en retirada, y aunque quisieron sostenerse en los parapetos, fueron arrojados en el momento y perseguidos por los valientes cazadores, hasta hacerlos repasar el río en cuya meseta se hicieron firmes contestando el fuego de éstos, que, en guerrillas, se extendieron por la orilla. Admiró a todos la bien dirigida puntería de nuestros cazadores, pues a pesar de lo quebrado del terreno, quedaron muchos enemigos en el monte.

   A proporción que adelantaban los cazadores, marchó el primer batallón que llegó a la casita a las cinco de la tarde; todos deseaban el ataque, y hubieran decidido al señor comandante general a darlo en aquel momento, si el segundo batallón no estuviera a tanta distancia; por fin, se mandó bajar y llegó casi al anochecer.

   Para hacer callar el fuego de los cazadores enemigos, dispuso aquel jefe que las compañías de igual arma del primero y segundo batallón pasaran el río, y trepando por la izquierda del camino una subida pendiente y de bosque espeso, cayesen sobre el flanco derecho; así lo hicieron, con sumo trabajo e intrepidez, y al romper el fuego muy de cerca, se introdujo el desorden en aquéllos, pero avanzando con rapidez un batallón de su grueso, mandado por el zambo Arévalo, contuvo nuestros cazadores, y restableció el orden en los suyos: cerrada ya la noche se mandaron retirar todas las compañías de cazadores, siendo reemplazadas por la sexta del 1° y segunda del 2°. Las del 1° y 2° fueron llegando en toda la noche, pues la oscuridad y espesura del bosque y la inmediación de los enemigos les impidió hacerlo mudar.

   Esta noche no hubo novedad. A la mañana siguiente (22 de febrero) los carabineros de Molina y las compañías sexta y segunda se avanzaron el campamento enemigo que lo había abandonado, dejando sólo una gran guardia, que fue muerta o prisionera con un oficial. Los intrépidos Daza, Echegaray y Molina, consultando a sólo su valor, pasaron el río y se precipitaron en la primera trinchera enemiga, en cuya loma tenían tendido y emboscado un batallón que a 14 pasos hizo una descarga cerrada que nos causó la pérdida de 20 valientes: Daza recibió dos balazos y Molina que llegó a la misma trinchera, sacó el caballo con otros dos.

   Si bien es sensible este acaso, también fue funesto al enemigo. Todas las tropas se llenaron de un vehemente deseo de venganza y las devoraba el fuego sagrado de la gloria. Pero el señor comandante general, deseoso de economizar la sangre, los ejes de su fortuna, formó su plan y mandó avanzar los batallones que aún estaban en la casita de la salida del monte.

   Dispuso, pues, que la mitad de la columna de cazadores, al mando de su comandante don Matías Escuté, pasase el río más abajo del puente y trepando por la derecha la escarpada cuesta, cayese sobre el flanco izquierdo de los enemigos. Que el capitán don Silvestre Llorente con la otra mitad de la columna y un cañón de a cuatro, fuese por esta orilla con el fin de flanquearlos por la derecha, que apoyaban cerca del río, y que el teniente coronel don Carlos Tolrá, con las expresadas sexta y segunda, las dos compañías de granaderos y los carabineros atacasen por el frente, colocando un cañón también de a cuatro que, con anticipación, incomodase a los enemigos.

   El suceso correspondió a tan buena disposición. Tolrá no quiso detener un momento el ataque. Destinó la compañía de granaderos del 1° por la derecha, para que trepando por el bosque del pie de la loma los atacase por su flanco izquierdo, y él lo ejecutó con las tres restantes por el frente. Estas compañías y las que mandaba Llorente cayeron con impetuosidad sobre las primeras trincheras, que en un momento fueron tomadas a la bayoneta y con poquísimo fuego. Los primeros al treparla fueron el inmortal Daza, el teniente Segovia y el subteniente Inda. Aquí recibió un tercer balazo el primero, que privó al rey, a las dos horas, del soldado más valiente y benemérito.

   En el descanso de la loma se mezclaron nuestras tropas con las enemigas, que perecían al golpe de la bayoneta; y tampoco pudieron resistir el choque en la segunda trinchera, que dejaron cubierta de cadáveres. La confusión de su precipitada fuga se comunicó al famoso 5° batallón (el más aguerrido y disciplinado de los enemigos), que estaba formado en batalla ya en la pendiente, e hizo una descarga cerrada que en nada detuvo la marcha de nuestras tropas y sí aumentó su furor, excitado ya por la pérdida del inmortal Daza.

   Confundidos los enemigos, mezclados todos sus cuerpos y llenos de pavor, no hicieron ya más esfuerzos por defenderse. Perseguidos por un puñado de valientes se entregaron a la muerte, sin saber por qué. Los bizarros comandantes de artillería y caballería don José María Quero y don Antonio Gómez, y los capitanes don Francisco Jiménez y don Blas Cerdeña se adelantaron a caballo y fueron cortando pelotones de fugitivos que obedecían puntualmente sus órdenes y hasta repetían sus voces de viva el rey. Les mandaban que arriasen las armas a un lado del camino y se quedasen, que eran perdonados. Pero las tropas que iban a la cabeza no daban cuartel e hicieron una horrorosa carnicería, en particular la compañía de Daza que no se podía contener. Quedó, pues, todo el ejército enemigo muerto, prisionero y disperso.

   Por la Matanza, a donde llegaron nuestros oficiales a las tres de la tarde, sólo pasó Rovira con unos 30 caballos. Los cazadores que mandaba el teniente coronel Escuté, no pudieron pasar el río y regresaron al puente a tiempo de estar ya forzadas las primeras trincheras, por lo que marchó por el camino seguido del 1° y 2° batallones, excepto dos compañías del último que quedaron en Cachirí custodiando los hospitales y equipajes.

   Jamás se ha visto espectáculo más horroroso que el que presentaba el camino de Cachiri a Cácota. Todo él estaba poblado de enemigos: la mayor parte, muertos de bayoneta, entre ellos muchos oficiales, de cuya clase había 13 en un espacio de 16 varas. Los fusiles, cajas, municiones y demás efectos de guerra embarazaban el tránsito, y cada instante había que echar pie a tierra. Cansadas ya nuestras tropas de matar y pasado el primer calor, se ocuparon en hacer prisioneros, y se llenaron dos cuarteles.

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1883, t. 27, Narraciones t. 1, p. 322.

 

55

ESTRUENDOSA DERROTA

   "Teniendo ya avisos la 5a división de que el cuerpo de nuestro ejército se dirigía a Ocaña, figuró una retirada sobre este punto para poder sacar el grueso del enemigo de las inexpugnables posiciones que tenía en Piedecuesta y reunir la columna de cazadores europeos que se adelantaba a operar con ella, como lo ejecutó. Estando la división en la cordillera supo el 20 de febrero de 1816 que el ejército enemigo, reunido bajo el mando de los jefes de brigada Custodio García Rovira, Santander, Timoteo Ricaurte, Madrid y el zambo Arévalo, intentaba atacarlo. Con este aviso, reunida parte de la columna de cazadores al mando del capitán de la Victoria, don Silvestre Llorente, mandó el coronel Calzada reconocer los bosques inmediatos y atacar a unos 300 cazadores enemigos que venían a su vez a reconocer nuestra fuerza, los cuales fueron al instante arrollados sobre el grueso de su ejército.

   A las cinco de la tarde se hallaba la división a tiro de cañón del campo enemigo, y el coronel Calzada hizo adelantar el 2° batallón de Numancia y la columna de cazadores, desplegada en guerrilla, batió a los enemigos que estaban bien parapetados, hasta que llegada la noche y continuado el fuego dispuso, para que descansase la tropa, que las compañías de cazadores del 1° y 2° batallones tomasen la altura de la izquierda, cuya subida, aunque muy difícil, vencieron, quedando por este movimiento flanqueado el enemigo. Durante la noche mudó éste su campamento y la emplearon toda en construir parapetos. Al amanecer nuestras guerrillas los arrojaron hasta sus trincheras, tomándoles un oficial y 10 soldados; y aprovechándose en este momento Calzada del entusiasmo y ardor que observaba en sus tropas y de sus deseos de combate, mandó que la columna de cazadores a las órdenes del teniente coronel, sargento mayor del regimiento de la victoria, don Matías de Escuté, fuese por la altura de la derecha, y por la izquierda una parte de la misma columna a las del capitán don Silvestre Llorente, a fin de flanquear las trincheras enemigas; lo que consiguieron no sin gran trabajo, colocando una pieza de artillería en situación tan acertada que les causaba mucho daño. Ya se habían empeñado en el combate la sexta compañía del 1er. batallón, y la segunda del 2°, cuando el coronel Calzada dispuso que las de granaderos atacasen a la bayoneta por el frente, verificándolo con tal brío e intrepidez, al mismo tiempo que los cazadores, unos y otros llegaron a la segunda trinchera mezclados con los enemigos, quienes, a pesar de haber perdido más de 100 hombres, redoblaron su ataque hasta llegar a la tercera. El comandante de carabineros, don Antonio Gómez, con algunos de éstos se introdujo entre los rebeldes para desordenarlos y ponerlos en confusión, como sucedió, en términos de dispersarse y huir precipitadamente, siendo entonces perseguidos por los carabineros y parte de la bizarra oficialidad de infantería, todos a caballo, quienes a pesar de los esfuerzos de los rebeldes por rehacerse, los persiguieron y destruyeron hasta la villa de Cácota de la Matanza. Se puede asegurar que no llegaron a 30 los enemigos que escaparon reunidos por el camino. Desde Cachirí a la Villa no se encontraban más que cadáveres y despojos. El enemigo tuvo más de 1.000 muertos, entre ellos unos 40 oficiales, y sobre 200 heridos; se le tomaron 500 prisioneros, de ellos 28 oficiales; dos piezas de artillería, cuatro banderas, 750 fusiles, 300 lanzas, 45.000 cartuchos, provisiones, caballerías, ganado y otros varios efectos, y sucesivamente se fueron recogiendo más armamento y prisioneros que andaban errantes por los montes.

   La pérdida de nuestra división consistió en 150 hombres entre muertos y heridos, siendo de los primeros el valiente capitán don Francisco Daza, que a pesar de haber recibido dos balazos por la mañana, continuó en la acción y fue el primero que asaltó la primera trinchera, donde recibió la herida mortal.

   El 2° batallón de Numancia, a las órdenes del teniente coronel don Carlos Tolrá, con una pieza de artillería y una compañía de caballería ligera, marchó sobre Pamplona con el fin de destruir un destacamento de 300 infantes enemigos, que habían ocupado dicha ciudad sin resistencia, en virtud de la orden que Calzada dejó a su gobernador de no empeñarse con fuerzas superiores; y fuese al propio tiempo a protegerlos vestuarios y municiones que habían llegado a Cúcuta, procedentes de Maracaibo.

   Los habitantes de la ciudad de Girón y de los pueblos de Bucaramanga y Piedecuesta se portaron con el mayor entusiasmo y lealtad al acercarse las tropas reales, haciendo demostraciones que indicaban bien a las claras su adhesión a la justa causa, dando buen hospedaje a los soldados. Girón, en particular, tomó tanto interés en el exterminio de los rebeldes, que a las dos horas de llegar la división, salió voluntariamente una partida de 60 gironeses a la cabuya del Chocó en seguimiento de las partidas enemigas que por allí andaban dispersas, logrando traer hasta 17 prisioneros y 13 fusiles, acción que hizo muy recomendable a la fiel ciudad de Girón.

   Los oficiales y soldados de la división se cubrieron de gloria, disputándose los lances más arriesgados y deseando todos batirse en primera línea. Distinguiéronse entre todos los comandantes del batallón, don Carlos Tolrá, que mandaba la columna que atacó el frente de los parapetos, y don Ruperto Delgado, que a pesar de hallarse gravemente enfermo, estuvo a la cabeza del suyo constantemente; el teniente coronel don Matías Escuté, que mandó la columna de cazadores, así como el capitán don Silvestre Llorente; los capitanes y demás oficialidad de las compañías de cazadores del 1° y 2° batallones; los comandantes de carabineros, don Antonio Gómez y don Cirilo Molina, y muchos otros que fuera prolijo enumerar".

 

FUENTE EDITORIAL:
Rodríguez Villa, 1909, t. 1, p. 215.

 

56

PARTE REALISTA DEL TRIUNFO EN CACHIRI

Cuartel de Suratá, 23 de febrero de 1816

   Excelentísimo señor general en jefe don Pablo Morillo

   Excelentísimo señor:

   Los enemigos que habían ocupado esta provincia han sido completamente derrotados, y mi división ha añadido este triunfo y un día más de gloria a la nación. En las jornadas de ayer y anteayer no se ha cesado de batir al ejército enemigo en más de siete puntos atrincherados que tenían, desde la salida del páramo hasta el alto de Cachirí; ellos han sido sucesivamente desalojados, muerta su mayor parte, prisionera otra y unos pocos dispersos por los montes. Sólo dos jefes y como 30 hombres han podido escaparse a favor de los caballos. Desde Cachirí hasta este pueblo el camino no presenta sino cadáveres, armamento, municiones y otra multitud de despojos del enemigo. Todo lo he mandado recoger, y luego que tenga una noticia exacta, la daré igualmente a vuestra excelencia en parte más extenso. Por ahora sólo dirijo a vuestra excelencia tres banderas de cuatro que se han cogido, en testimonio de la victoria.

   Entre tanto, para no perder esta ocasión, la más favorable para ocupar el reino, e impedir la reunión de cualquier otro ejército, marcho aceleradamente sobre sus miserables reliquias, prometiéndome no encontrar ya ni un solo soldado en todo el reino, que por consiguiente está a nuestro arbitrio.

   Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

Sebastián de la Calzada

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 225, de Rodríguez Villa, 1909, t. 3, p. 30.

 

57

DERROTAS MILITARES PATRIOTAS

Ocaña, 6 de marzo de 1816

   Señor gobernador de Barinas

   El 21 y 22 del mes de febrero próximo pasado, fueron atacados y abatidos los enemigos en las alturas de Cachiri, y Cácota de Suratá, por parte de la división del coronel Calzada, y tres compañías de cazadores del ejército expedicionario. La derrota fue tan completa que se hallaban mandados por los infames Rovira, Santander, La Madrid, y Arévalo, no ha quedado uno reunido, dejando en nuestro poder grande número de prisioneros de todas clases, todo el armamento, cajas de guerra, municiones, dos cañones y el campo de batalla cubierto de cadáveres: esta brillante victoria nos proporciona el paso hasta Santafé, a costa de pequeños obstáculos que sabrán vencer los valientes soldados: tenemos nuestra vanguardia apoderada de los caballos del río Sube y sus avanzadas sobre el Socorro.

   La división del coronel Calzada, y parte del ejército carece de mil auxilios que no los puede proporcionar este país, por el estado de miseria en que lo ha dejado el enemigo: por lo que se hace indispensable, que vuestra señoría con su celo acostumbrado, y el de toda esa provincia hagan el último esfuerzo para socorrer a los valientes defensores de los derechos del soberano: remitiendo con dirección a la provincia del Socorro, cuanto ganado vacuno sea posible, las muías y caballos que puedan recoger, y un empréstito del pecuniario que vuestra señoría le parezca puede dar esa provincia, lo que extraerá al momento, y lo remitirá con comisionados seguros; donde yo me halle, o donde exista el cuartel general del excelentísimo señor general en jefe.

   Igualmente, remitirá vuestra señoría la gente útil que pueda reunir para tomar las armas, y reemplazar con ellos las bajas que ha tenido la división del coronel Calzada en las brillantes acciones que ha ganado al enemigo.

   Espero me contestará a la mayor brevedad llevándose a debido efecto todo cuanto le prevengo, con la actividad que exigen las operaciones militares, y de su resultado me oficiará vuestra señoría inmediatamente para ponerlo en conocimiento del excelentísimo señor general en jefe con Pablo Morillo.

   Dios guarde a vuestra señoría muchos años.

La Torre

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo del general Miguel de La Torre, t. 24, p. 429-430.

 

58

SANTANDER, MAYOR GENERAL

7 de marzo de 1816

   A Serviez

   Debiendo ya obrar la segunda línea de defensa que con procedente consulta del consejo de guerra se mandó formar desde Sogamoso hasta Chiquinquirá, ha nombrado a usted el presidente de las provincias unidas por general en jefe de todas las fuerzas que la componen, así las alistadas en esa provincia, en Ubaté y Chiquinquirá, como las que obran a las órdenes del general García, cuando éstas se replieguen sobre la línea, a la que se incorporarán entonces, y se trasladará dicho jefe a esta capital. En consecuencia de esto, pondrá usted su cuartel general en el paraje que lo crea más conveniente, y podrá ser a las inmediaciones de la Villa de Leiva, para poder ocurrir desde allí al punto que lo requiera, según los movimientos del enemigo que hasta ahora manifiesta dirigirse a ocupar el Socorro. Hoy comunico este nombramiento a los gobiernos y jefes a quienes toca su cumplimiento, tanto para que usted sea reconocido de todos, como para que se franqueen los auxilios necesarios al desempeño de su mando, a cuyo fin acompaño a usted copia del último parte que ha dado el expresado general desde San Gil. El general Villavicencio, que pasará a Chiquinquirá y Ubaté a adelantar el alistamiento e instrucción de los cuerpos de caballería, dará toda la gente montada que usted le pida, y el coronel Santander seguirá de mayor general en el nuevo ejército.

   Dios, etcétera.

Andrés Rodríguez

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 14, p. 380.

 

59

PARTE DE VICTORIA DE MORILLO

Cuartel general de Mompós, 9 de marzo de 1816

   Morillo, al ministro de la guerra y adjunto el parte del coronel Calzada

   Excelentísimo señor:

   Con fecha de 25 de febrero último me dice el coronel don Sebastián de la Calzada, desde Piedecuesta, lo siguiente: Excelentísimo señor, tengo la mayor satisfacción en comunicar a vuestra excelencia la completa derrota del ejército enemigo, que, en número de 3.000 hombres, mandaban los jefes de brigada Custodio, Rubira, Timoteo, Ricaurte, Santander, Madrid y el zambo Arévalo, en las alturas de Cachirí. Supe el 20 que intentaban atacarme, y traté de adelantarme el 21 para sorprenderlos y derrotarlos, como se consiguió el mismo día, cogiendo una partida avanzada. En este estado, reunidas parte de las compañías de cazadores al mando del capitán don Silvestre Llorente, mandé reconocer los bosques inmediatos y atacar a 300 cazadores enemigos que venían a observar mis fuerzas, los cuales fueron arrollados sobre el grueso de su ejército. A las cinco de la tarde me hallaba a tiro de cañón del campo enemigo, hice adelantar el 2° batallón de Numancia y la columna de cazadores que, desplegada en guerrilla, batía las de los enemigos que estaban bien parapetados, hasta que llegada la noche, y continuando el fuego, dispuse, para que descansase la tropa, que las compañías de cazadores, del 1° y 2° batallones, tomasen la altura de la izquierda, cuya subida, aunque difícil, vencieron, quedando por este movimiento flanqueados los enemigos. Durante la noche mudaron éstos su campamento, y la invirtieron toda en construir parapetos.

   Al amanecer, las guerrillas lo arrojaron hasta sus trincheras, tomándoles un oficial y 10 soldados; y aprovechándome en esta situación del entusiasmo con que mis valientes tropas anunciaban el combate, mandé la columna de cazadores a las órdenes del teniente coronel, sargento mayor del regimiento de la Victoria, don Matías Escuté, por la altura de la derecha, y por la izquierda el resto de la columna, a las del capitán Llorente, a fin de flanquear las trincheras enemigas, y lo consiguieron felizmente colocando una pieza de artillería que les hacía gran daño. Ya se habían empeñado la sexta compañía del primer batallón y la segunda del segundo cuando dispuse que las de granaderos atacasen a la bayoneta por el frente, verificándolo con tal intrepidez, al mismo tiempo que los cazadores, que unos y otros llegaron a la segunda trinchera mezclados con los enemigos, quienes a pesar de haber perdido más de 100 hombres, redoblaron su ataque hasta llegar a la tercera. El comandante de carabineros don Antonio Gómez, con algunos de esta arma, se introdujo entre los rebeldes para desordenarlos y ponerlos en confusión, como sucedió, aterrándoles la intrepidez de acciones tan arrojadas, en términos de dispersarse y huir vergonzosamente, en cuyo caso fueron perseguidos por los carabineros y parte de la bizarra oficialidad de infantería, todos a caballo, quienes a pesar de las diligencias que hicieron por rehacerse los rebeldes, los fueron siguiendo y destruyendo hasta la villa de Matanzas. Yo que he sido testigo ocular, puedo asegurar a vuestra excelencia que no llegaron a treinta los enemigos que pudieron escapar por el camino, desde Cachirí a la villa; no se veían más que cadáveres, armamento, cajas de guerra, acémilas, equipajes y demás tren.

   El enemigo ha tenido de pérdida más de 1.000 muertos, de los cuales 40 oficiales, 200 heridos y 500 prisioneros, incluso 28 oficiales, dos piezas de artillería, cuatro banderas de batallones, 750 fusiles, 300 lanzas, 450 cartuchos, provisiones, ganados y otros efectos; además se sigue todavía encontrando considerable número de armamento y gruesas partidas de prisioneros, de los que andan errantes por los montes. Nuestra pérdida ha consistido en 150 hombres, entre muertos y heridos, y al benemérito y valiente capitán don Francisco Daza, que, a pesar de haber recibido dos balazos por la mañana, continuó en la acción, hasta ser el primero que asaltó la primera trinchera, donde recibió una herida mortal. El batallón de Numancia, a las órdenes del teniente coronel don Carlos Tolrá, con una pieza de artillería y una compañía de caballería ligera, ha marchado sobre Pamplona con el fin de destruir un destacamento de 300 infantes enemigos que ocuparon dicha ciudad sin resistencia, consiguiente a la orden que dejé a su gobernador, para que no se empeñase con fuerzas superiores y fuese a proteger los vestuarios y municiones que habían llegado a Cúcuta, procedentes de Maracaibo. Puedo asegurar a vuestra excelencia que si estos insurgentes no se han retirado con anticipación por el camino real de Tunja, no podrá escapar ni uno; pues que tengo prevenido al gobernador teniente coronel don Francisco Delgado, obre en combinación con las expresadas tropas de Tolrá. No debo pasar en silencio, excelentísimo señor, el entusiasmo y lealtad de la fidelísima ciudad de Girón, al ver llegar la división de mi mando y la buena acogida que tuvo igualmente en los pueblos de Bucaramanga y Piedecuesta.

   De Girón habían emigrado algunos, seducidos por las mentiras de los malvados, pero aquellos se presentaron inmediatamente, y media hora después de mi llegada no cabía la gente en las calles, con mil demostraciones de alegría, oyéndose sólo las voces de "viva el rey, vivan nuestros hermanos", pronunciadas con la sinceridad de un pueblo fiel que salía de la opresión insurgente. A las dos horas marchó una compañía de gironeses, compuesta de 60 hombres, a la cabuya del Chocó, en seguimiento de las bandas dispersas que andaban errantes, y ayer tarde se me han presentado con una partida de 17 prisioneros y 13 fusiles, cuya acción distinguida, unida a la constante fidelidad de Girón, me estimulan a recomendar a vuestra excelencia tan bravos y leales habitantes, dignos vasallos de su majestad. Todos los oficiales y tropa de esta división se han cubierto de gloria mostrándose quejosos por no ser los primeros en atacarlos puntos más arriesgados, y faltaría a la justicia si dejase de recomendar, particularmente, a los comandantes de batallón don Carlos Tolrá, que mandaba la columna que atacó por el frente los parapetos, y don Ruperto Delgado que, a pesar de hallarse gravemente enfermo, siguió a la cabeza del suyo constantemente. Al teniente coronel, sargento mayor, don Matías Escuté, que mandó la columna de cazadores, y al capitán don Silvestre Llorente; a los capitanes y oficialidad de las compañías de cazadores del primero y segundo batallón; a don Antonio Gómez, comandante de carabineros y don Cirilo Molina de ídem; al capitán don Ramón Cifuentes; al comandante de artillería don José María Quero; a don Joaquín Echegaray, don Francisco Jiménez y don Blas Cerdeña; a los tenientes don Manuel Pérez Delgado, don José Segovia y al subteniente don Gregorio Alonso; al capitán de carabineros don Manuel Morales, al teniente don Felipe Ruiz y al intrépido don Francisco Espejo, teniente de cazadores del primer batallón; al padre capellán de la división don Tadeo Montilla, e igualmente a los subtenientes de ejército don Miguel Martínez y don Bernardo Rodríguez, sargentos primeros de las compañías de cazadores de Victoria y Castilla; a Miguel Palenciano, de la de Barbastro; a los sargentos Venancio Artajona, Fernando Pérez y Eligio Alzuru; a los de carabineros Cristóbal Brenes y Pedro Figueras; al sargento primero, abanderado de dicha arma, José María Venegas; al segundo de granaderos Diego Morales; al cabo primero Fernando Serrano; a los de igual clase Fernando Baquero e Isidro Lobera; a los segundos Santiago Arfula y Juan Morales; al tambor Juan Castro y a los soldados Rafael Ogeda [sic], Juan Quintero y Francisco Capdevila; no recomendando por ahora a varios individuos que no tengo presentes por hallarse en Pamplona.

   Tal ha sido, excelentísimo señor, el resultado de las gloriosas acciones del 21 y 22, y me prometo los mismos y aún mayores de unas tropas acostumbradas a derramar su sangre en defensa de su rey, como tantas veces lo han acreditado; estando firmemente persuadido que no desmentirán su carácter bizarro en cuantas ocasiones se ofrezcan, el cual las llevará a despreciar la muerte y correr a la victoria, hallando los peligros. Tengo la confianza de que vuestra excelencia, conociendo el distinguido mérito de los que se han señalado, recompensará sus hazañas, y no olvidará de ninguna suerte tantas como han hecho los bravos de esta división y valientes cazadores del ejército. Lo que traslado a vuestra excelencia para su conocimiento, debiendo llamar la atención de vuestra excelencia el sobresaliente mérito de estas tropas, y la brillante campaña que lleva a su término el coronel Calzada, desde su salida de Barinas hasta el día. Quien conozca lo desierto de estos países, lo áspero, inculto y horroroso del terreno, desde que se dejan los llanos de Casanare; lo peligroso de los diversos páramos de la cordillera, colocados a más de 2.000 toesas sobre el nivel del mar, envueltos en ventiscas y hielos; hombres de países tan cálidos como son los llanos de Barinas, mirarán dicha compañía como una cosa fabulosa. Todo esto lo digo a vuestra excelencia por si su majestad se digna recompensar a estos valientes, el terror en campaña de los enemigos del rey, y el ejemplo de la disciplina en los pueblos.

   He mandado avanzar hacia el Socorro a esta división, unida a la columna de cazadores, habiendo tenido la dicha de apoderarse de las tarabitas del río Sogamoso, para con una marcha rápida, evitar vuelva a haber reuniones; las sostienen la división de tropas europeas de todas armas que estaba ya en Ocaña, y van siguiendo las que se hallaban en este punto. El coronel don Francisco Warleta habrá penetrado ya en la provincia de Antioquia, al paso que la mayor parte de las tropas de la división de vanguardia, subirán el Magdalena y mantendrán en lo posible comunicación entre ambos cuerpos, adelantando y llevando socorros de hombres y efectos adonde convenga y puedan penetrar, venciendo el sinnúmero de obstáculos que tanta facilidad presenta para su defensa al natural y tan contrario es para el europeo. Se va a reforzar la columna del teniente coronel Bayer, colocada en el río Atrato, para que suba al Chocó, y por todos los puntos pueda estrechar a estos rebeldes. Faltaría a la justicia si no recomendara a vuestra excelencia al doctor don Eloy Valenzuela, cura de Bucaramanga, compañero del sabio Mutis, y el que ha conservado una entereza sin igual contra los facciosos, dirigiendo la opinión del pueblo en todo tiempo, hacia la persona del rey. Este venerable y anciano sacerdote ha contribuido a que se recibieran las tropas en su parroquia y en Girón del modo que llevo referido. Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

   Cuartel general de Mompós.

   9 de marzo de 1816.

   Excelentísimo señor secretario de Estado y del despacho universal de la guerra.

 

FUENTE EDITORIAL:
Rodríguez Villa, 1909, t. 3, p. 138-143, No. 528.

 

60

GOLPE AL ENEMIGO ESPAÑOL

21 de abril de 1816

   Al general del norte

   El excelentísimo señor presidente manda prevenir a usted, como lo ejecuto, que no verifique usted la retirada como y para donde le he dicho en orden de esta fecha, sin dar un golpe al enemigo, siempre que se pueda hacer con grande probabilidad de obtener un suceso, y de salvar toda o la mayor parte de la infantería que debe conducir usted a las provincias del sur de Nueva Granada, según lo he también dicho a usted en orden de hoy.

   Dios, etcétera.

José María del Castillo

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 14, p. 543.

 

61

SANTANDER DEBE ESTAR ALERTA A TOMAR EL MANDO

Santafé, 21 de abril de 1816

   Al mayor general del ejército del norte,

   Francisco de Paula Santander

   Con esta fecha he prevenido al general del ejército del norte que de ningún modo verifique su retirada a la provincia de Casanare, sino que llegado el caso de hacerla, según también se le ha prevenido, la haga hacia la provincia de Popayán, por Zipaquirá, Chía, Cota, Bogotá, La Mesa, etcétera, sin tocar en esta ciudad. Y el excelentísimo señor presidente me manda comunicarlo a usted para que en caso de que dicho general no dé su debido cumplimiento a esta orden e intente eludirla, lo que indicará la variación de la ruta que se le ha trazado, tome usted el mando del ejército, dándose a reconocer en virtud de esta orden que hará usted entender a los jefes subalternos, y dará la necesaria a dicho general Serviez de que se presente al gobierno con cualquier jefe que quiera seguir sus ideas; procediendo a su arresto si hiciere una resistencia abierta. Lo que comunico a usted para su cumplimiento, con encargo de que obre en el asunto con las debidas precauciones y prudencia,

   Dios, etcétera.

José María del Castillo

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 14, p. 545.

 

62

PREVENCIONES Y PRECAUCION

Santafé, 23 de abril de 1816

   Al general del norte

   Al tiempo mismo de marchar el presidente de las provincias unidas ha recibido los dos últimos oficios de usted 27 y 28, sobre cuyo contenido dará las órdenes convenientes a su llegada al ejército. Como en vista de las que últimamente habrá recibido usted, no debe emprender su retirada sino por la ruta que se le ha designado hacia la parte del sur; hallándose hoy nuestro ejército en Chocontá, me manda su excelencia prevenir a usted que tome sus providencias y precauciones para que no sea cortado por la división enemiga que quedó en Vélez, ni esto le impida jamás emprender la ruta ya indicada para retirarse precisamente al sur. De la misma orden recuerdo a usted la prevención de no comprometer acción alguna mientras no pueda hacerlo sobre seguro y con probabilidad de la victoria, y de salvar toda la infantería, que tanto se recomienda para la retirada.

   Dios, etcétera.

José María del Castillo

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 14, p. 545.

 

63

QUE VUELVA JOSE FERNANDEZ MADRID

Chocontá, 23 de abril de 1816 por la noche

   Honorable ciudadano José Fernández Madrid

   Mi respetado amigo:

   Hoy me he reunido al ejército y he hablado largamente con el general Serviez. Está resistido a retirarse al sur porque cree que allá se concluyen los recursos y las esperanzas de salvarnos, y el resultado ha de ser una capitulación que nos sacrifique. Ha fijado perfectamente la opinión en los jefes y oficiales sobre la retirada a Casanare, en términos de que creen que allá hay seguridad y esperanza de salvarnos. En estas circunstancias temo una disolución del ejército al presentarme como general de él; tengo sobrada resolución para hacer cumplir las órdenes del gobierno; ¿pero qué sacamos? Serviez se irá a Casanare, y lo acompañarán los oficiales del partido y los soldados de Venezuela, y el resultado es, no ir nada para Casanare y nada para el sur, y quedarnos todos en el sacrificio. En tan crítica situación no hay más partido que abrazar, sino que se venga usted volando al ejército: su presencia será respetable, y a su voz haremos lo que se mande.

   Serviez ha manifestado mucho contento de saber, que viene usted con las fuerzas, y ha calculado que con estos refuerzos se puede comprometer una acción. Quiera Dios que no se mueva el enemigo para que nuestras fuerzas estén quietas, y no nos veamos en la necesidad de tomar un partido violento, que siempre es malo. No puedo hablar ahora con los jefes de caballería porque todos los cuerpos de esta arma están fuera de este lugar en diversos puntos. Ya usted conoce la firmeza de Serviez para formar una opinión, mucho más cuando ella se dirige a prometer esperanzas de salvación.

   Tengo el honor siempre de ser su más apasionado amigo y atento servidor, que besa su mano.

Francisco de Paula Santander

   Adición: Vea usted la carta que me escribió el general a consecuencia del aviso que le di desde Zipaquirá.

   Repito que tenemos aquí mucho armamento sobrante por consecuencia de enfermos.

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1880, t. 3, p. 397-398.

 

64

AMENAZAR Y CONTENER AL EJERCITO ESPAÑOL

Chía, 1° de mayo de 1816

   Al general del ejército del Norte

   Supuesto que usted, según ha manifestado en la conferencia que ha tenido con el excelentísimo señor presidente, no considera que las fuerzas reunidas de que dispone el gobierno puedan comprometer una acción con probabilidad de la victoria; supuesto que igualmente ha informado usted que las tropas de su mando resisten retirarse hacia el sur, y que en caso de ser obligadas a hacerlo es de temerse su disolución, con otras fatales consecuencias; y supuesto, en fin, que tampoco puede contar el gobierno con las fuerzas del mando de usted en el caso de entablarse por el mismo gobierno una negociación de paz en favor de los pueblos para disminuirles de ese modo sus calamidades, supuesto todo esto, el excelentísimo señor presidente me manda decir a usted que se sitúe con su ejército en un punto en que al mismo tiempo que cubra su retirada sobre Casanare, sin que ésta se verifique por la ciudad de Santafé, amenace al enemigo y le contenga protegiendo de este modo las fuerzas que vayan con el gobierno de Bogotá. Por tanto usted no se retirará sino en el último caso en que lo exijan las circunstancias, para no descubrir al enemigo sus designios, ni dejar expuestas las expresadas fuerzas de Bogotá; y a efecto de aumentar éstas y apoyarlas con alguna caballería, hará usted que venga inmediatamente a reunírsele el escuadrón de Bogotá al mando del jefe Hoyos, el de Ubaté y el de Tunja, todos con sus respectivos caballos de remonta.

   Dios guarde a usted muchos años.

Custodio García

   Es copia. 

García.

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 14, p. 550.

 

65

MAS SOBRE SERVIEZ

   Excelentísimo señor don Pablo Morillo

   He recibido el oficio de vuestra excelencia del 19 del corriente y enterado de su contenido digo a vuestra excelencia que pasado mañana o el otro me pondré en marcha con el corto número de soldados de infantería españoles que tengo; mañana sale el comandante de carabineros Gómez con los soldados para los llanos de San Martín por la ruta que llevó Serviez: este por declaración de tres soldados que le acompañaban y se han desertado una jornada antes de San Martín, dicen va con 300 hombres, ocho cargas de equipaje y que le acompañan Santander y Montilla; con los carabineros basta para perseguirlo si pueden por los expresados llanos y yo emprenderé mi marcha para Casanare hasta donde encuentre enemigos o halle obstáculos invencibles, advirtiendo a vuestra excelencia que los páramos son tan malos en esta época que nos darán mucho que hacer.

   El congresista La Madrid salió camino de Popayán con poco más de 200 junteros cuatro días antes de mi entrada en esta capital, huyendo de Serviez que se temían el uno al otro: por lo que cuando yo entré en ésta ya estaba a cuatro largas jornadas y sin descanso ha seguido al punto indicado Popayán, de a pesar de todo mandé una compañía en su seguimiento para recoger algunos efectos que se dejaba y ésta ha llegado hasta La Mesa de Juan Díaz.

   Dios guarde a vuestra excelencia muchos años, 22.

La Torre

   Excelentísimo señor:

   En virtud del indulto que de orden de vuestra excelencia publiqué, se han presentado muchísimos oficiales bajo las reglas que expresa el citado indulto y tanto a ellos como a sus soldados les he dado pasaporte, recomendando su conducta a los alcaldes de los respectivos pueblos: también se me han presentado tres o cuatro congresistas, los cuales me han reclamado el indulto pero les he dicho que a la llegada de vuestra excelencia determinaría de su suerte e ínterin, han estado en sus casas sin salir, pero en este momento los mando poner a todos en prisión, con los que han venido de Honda y los que yo tenía aquí prisioneros.

   Dios guarde a vuestra excelencia muchos años, 22.

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo del general Miguel de La Torre, t. 7, p. 8-9.

 

66

CASO PARTICULAR

Chipaque, 31 de mayo de 1816

   El día seis de mayo de 1816 a las cuatro y media de la tarde, entró a este pueblo de Chipaque la milagrosa imagen de nuestra señora del Rosario de Chiquinquirá, conducida por las tropas que comandaba el francés Manuel Serviez, que la había sacado de su magnífica y nueva iglesia de Chiquinquirá, quién sabe con qué intención. Ella fue recibida en la plaza de este pueblo por su cura, fray José de San Andrés Moya, religioso agustino descalzo, quien salió revestido con capa de coro, acompañado de diáconos, y precedido de la cruz procesional, y ciriales, en concurrencia del pueblo. La santa imagen fue introducida en esta iglesia, sacada del cajón en que venía, y colocada por los sacerdotes en un trono que estaba preparado al lado del evangelio.

   Al día siguiente, a las cuatro de la mañana, se le cantó misa solemne; y no habiendo podido conseguir del francés que la entregase al prior y comunidad de religiosos dominicos de Chiquinquirá, que venían siguiéndola, la hizo sacar y siguió con ella y sus tropas al pueblo de Cáqueza.

   Aquella misma noche, a las ocho, llegaron a este pueblo 200 hombres de las tropas españolas comandados del capitán don Antonio Gómez, en seguimiento de Serviez y de sus gentes. El día ocho, a las nueve de la mañana, salió formada esta tropa, y a las 12 del mismo día dio sobre aquellos fugitivos, y a pesar de que eran 2.000 y marchaban armados, fueron derrotados completamente, y puestos en fuga, dejando por aquellos cerros las armas y municiones. La santa imagen fue rescatada adelante de Cáqueza, en el alto que llaman de Sáname; y acompañada de su comunidad religiosa y gran número de gentes, fue vuelta a la iglesia de Cáqueza, y recibida con igual pompa por su cura, doctor don Manuel Roel y sus dos tenientes fray Javier de la Trinidad y fray Bernardo de San José Bellos, también religiosos agustinos descalzos. Al siguiente día se le cantó misa solemne, y se mantuvo en dicha iglesia hasta el día 11, en que volvió a ésta de Chipaque, y fue recibida en la misma forma que lo había sido el día seis.

   El domingo 12 se le hizo una solemne fiesta con misa cantada, y sermón que predicó el cura con mucho concurso del pueblo, y de los otros del valle. El día 13 se le cantó misa solemne. El día 14 se le hizo otra fiesta solemne con misa y sermón que predicó el doctor Santiago de Torres y Peña, cura interino de la parroquia de nuestra señora de las Nieves, de Santafé. El mismo día, éste, y el cura propietario de la parroquia de Santa Bárbara, doctor don Julián Gil Martínez Malo, por comisión de los señores gobernadores del arzobispado, doctores don José Domingo Duquesne y don Juan Bautista Pey de Andrade; hicieron reconocimiento jurídico sobre la identidad de la santa imagen en presencia de la comunidad de padres dominicos de Chiquinquirá, del cura de este pueblo, fray José de San Andrés Moya, y del interino de Une, doctor don Pedro Ignacio Flores; y hallaron ser la misma que se ha venerado en su santuario de Chiquinquirá, de donde la había extraído el francés Serviez.

   El día 15 se le cantó misa solemne, y salió con mucho acompañamiento para el pueblo de Usme cuyo cura, doctor don Andrés Pérez, salió hasta el sitio del Boquerón a recibirla con pompa procesional, y condujo a la iglesia de dicho pueblo. El día 16 se le cantó misa solemne, y fue llevada a la ciudad de Santafé, donde entró triunfante y con la pompa más solemne que hasta entonces se había visto. Estuvo en la catedral, en su iglesia de dominicos, y en los conventos de monjas. En todas se le hicieron solemnes fiestas, hasta que al cabo de algunos días fue restituida a su santuario de Chiquinquirá. Es particular este caso, porque nadie podía imaginarlo a causa de haber sido esta imagen tan respetada, que no hay tradición de que en los 200 años, poco más o menos, que han corrido desde su milagrosa renovación hasta ahora hubiese salido jamás, sino en la peste general del reino, en que fue a Tunja y vino a Santafé. Y finalmente, es particular el caso, por no haberse atrevido Serviez, ni sus tropas, atacar en los templos ni en los habitantes de la capital y pueblos por donde pasó con tan solemne y milagrosa reliquia. Pónese esta noticia para instrucción de los venideros y aumento de la devoción a la reina del cielo; que para siempre sea alabada y bendita y nos ampare en la vida y en la muerte, amén.

Fray José de San Andrés Moya

 

FUENTE EDITORIAL:
Otero y Cuervo, p. 97-99, No. 40, de Libros parroquiales de Chipaque.

 

67

VIERON A SERVIEZ CON SANTANDER

Cuartel general de Santafé, 5 de junio de 1816

   Señor don Miguel de La Torre

   Por la declaración que se ha recibido a un individuo que se ha separado del ejército de Serviez, se sabe de positivo que 22 días hace hoy, pasó el Apiay dirigiéndose a Casanare, acompañado de Santander y otros cabecillas, además de mucha oficialidad caraqueña y de alguna tropa; habiendo perdido los caballos.

   También dice que los caminos son extraordinariamente frondosos, y aunque tengo advertido a usted que obre con relación a las noticias que adquiera, para conservar su gente le repito que a usted le toca juzgar las dificultades, y tomar el camino más al propósito para reunirse a Escuté, y si creyese que debe retroceder por Medina, lo hará así avisándomelo al momento de verificarlo.

   No dejará usted ningún individuo europeo a retaguardia, y dejará en Medina o en el punto más al propósito para cubrir aquella avenida y averiguar noticias un piquete o partida con un oficial que sepa escribir, el que a usted y a mí dará partes de todo a menudo, haciendo usted antes de mudar de dirección de que los pueblos de los llanos de San Martín y sus curas sepan por órdenes y proclamas de que el rey está en su trono, su ejército en posesión del virreinato, y que juren al monarca, remitiéndome las actas por un diputado del llano; dejando al oficial que queda en Medina la orden de que lo haga cumplir y recoja armas, también requisará caballos para lo que se ofrezca y los pondrá en buenos potreros, pero usted antes ha de montar su caballería con dos caballos.

   Dios guarde a usted muchos años.

Pablo Morillo

Rubricado

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo del general Miguel de La Torre, t. 19, p. 193.

 

68

CONSEJA CONTRA SANTANDER

   En la Trinidad de Arichuna, recibí una comunicación del coronel Valdez, comandante general de las tropas de Casanare, para asistir en Arauca a una junta de jefes y oficiales granadinos y venezolanos, que se reuniría con el objeto de establecer un gobierno provisorio y elegir un jefe que lo reemplazara. El teniente coronel Fernando Serrano, gobernador que había sido de Pamplona, sujeto de relevantes cualidades, fue nombrado unánimemente presidente del Estado; para ministro secretario, el doctor don Francisco Javier Yanez; para consejeros de Estado, los generales Serviez y Urdaneta; y para general en jefe del ejército, el entonces coronel Francisco de Paula Santander. Este gobierno se instaló luego en Guasdualito, y sus miembros juraron sostenerle y no capitular jamás.

   Después de aquel suceso, me dirigí con Santander al pueblo de Trinidad, en donde se encontraba la columna de mi mando, única que existía entonces. Los caballos estaban inhabilitados para emprender operaciones activas, y encontrándose Ramón Nonato Pérez en las sabanas de Cuiloto con 200 hombres y 1.000 caballos, sin querer reconocer autoridad alguna, nos comisionó Santander, a mí y al padre Trinidad Travieso, para persuadirle a que se reuniese con su gente al ejército. Ofreciólo, mas no cumplió.

   En vista de la necesidad que teníamos de caballos, me comisionó el mismo Santander para ir al hato Lareño a coger potros para remonta de la caballería, lo que verifiqué llevando 500 al cuartel general. Una legua antes de llegar a la presencia de Santander supe por varios jefes y oficiales que salieron a encontrarme, que la tropa me había nombrado jefe supremo y estaba formada en su campamento, aguardándome para obtener mi consentimiento. Dichos jefes y oficiales me rogaban, cuando llegamos a la parroquia, que no fuese a dar cuenta a Santander del resultado de mi comisión, pues ya él había dejado de ser jefe.

   Este es uno de los más notables acontecimientos de mi vida, y quizá el principio de esa continuada serie de caprichos con que la fortuna quiso elevarme y darme un lugar en la historia de Colombia. Oigamos a Baralt en su historia de Venezuela (tomo 1°, pág. 289).

   "Valga la verdad, dice hablando del gobierno de Serrano y Santander, este aparato de gobierno regular en aquellos desiertos, trazado por unos cuantos fugitivos sin súbditos ni tierra que mandar, era altamente ridículo, ilegal, y lo que es más, embarazoso. Serrano era un hombre excelente; pero siendo granadino y hallándose en territorio venezolano, ¿cuál era la República que iba a dirigir? Y el ejército de Santander, granadino también y desconocido en Venezuela, a la que jamás había hecho el más pequeño servicio, ¿dónde estaba? Serviez, francés de nacimiento y oficial granadino, no podía inspirar ninguna confianza, y los nombres de Urdaneta y Yanez, tan respetados en Venezuela y Nueva Granada, poco valían para dar autoridad y peso a aquel citado gobierno, en medio de hombres semibárbaros para quienes las virtudes civiles, y aun las militares de cierto orden elevado, eran cosa extraña y peregrina. Aquel tren duró, pues, como era natural, muy poco tiempo, porque apenas llegó a la Trinidad de Arichuna, cuando varios jefes venezolanos pensaron en destruirlo para poner en su lugar lo que convenía entonces, es a saber, un jefe único y absoluto que tuviese la confianza de los llaneros y los condujese a la guerra. Intentóse un motín de tres escuadrones en tanto que una junta de oficiales se reunía para fingirse intimada, buscar medios de apaciguar la tropa, y encontrarlos en la deposición de Santander. Este cortó con tiempo el alboroto, presentándose en la junta y seguidamente a dichos escuadrones; pero conociendo que él no era el hombre de aquellas circunstancias, renunció inmediatamente el mando ante el presidente Serrano. La junta, compuesta de los coroneles Juan Antonio Paredes y Fernando Figueredo, de los tenientes coroneles José María Carreño, Miguel Antonio Vásquez, Domingo Mesa, José Antonio Páez y del sargento mayor Francisco Conde, pasó luego a elegir una persona que ocupase a un tiempo el lugar de Santander y el de Serrano, o mejor dicho, que fuese jefe absoluto en las llanuras. La elección recayó en Páez, caudillo de la única fuerza que allí había, y eso la explica. Por lo demás, este hecho curioso que, mirado a la luz de las reglas militares, aparece como una verdadera anomalía, era muy natural en aquellas circunstancias. La falta desde luego no consistía en la destrucción de aquella especie de gobierno, porque habiendo sido obra de una junta sin autorización, debia durar lo que durase la voluntaria sumisión de los jefes, de los oficiales y de la tropa, a quienes estaba reducida la República. Fácil era prever que esa obediencia no iría lejos; el mismo Santander lo ha dicho: 'Demasiado preveía yo, escribía en 1827, que todo lo que se estaba haciendo se desbarataría el día que lo quisiese alguno de aquellos jefes, que por la analogía de costumbres debía tener influencia sobre los llaneros; además ya para entonces se me había tachado de enemigo de los venezolanos con motivo de las diferencias suscitadas en Cúcuta entre Bolívar y Castillo'. Y más lejos: 'Reprimida esta tentativa, yo no podía continuar mandando unos hombres propensos a la rebelión, y en país donde se creía deshonroso que un granadino mandase a venezolanos'.

   "La verdad del caso es que Santander tenía contra sí fuertes antipatías, que no era hombre para tanto, y por fin, que aunque dotado de una capacidad distinguida, no poseía instrucción en su ramo ni disposición natural para la guerra; él entraba en el número de aquellos oficiales que los llaneros llaman de pluma por mal nombre. Pero Serrano, se dirá, que ejercía una autoridad puramente civil, y que además era un hombre bueno y respetado, ¿a quién estorbaba? A todos, por desgracia; pues no habiendo allí más República que un campamento de soldados semibárbaros, su autoridad suprema embarazaba las operaciones de la guerra, mayormente cuando él, ignorante e ignorado del país, no podía dirigirla. No; el mal estaba en que salvando la jerarquía militar, fundamento indispensable de la disciplina, fuese Páez a mandar oficiales de superior graduación, entre los cuales se hallaba un general venezolano, hábil, valiente y conocido por muchos y eminentes servicios. A esto responde la historia que la elección de Santander estaba en el mismo caso; que Urdaneta, aspirando solo a reunirse con Bolívar donde quiera que apareciese, no quiso tomar parte en aquellos negocios, y que por conocer demasiado a los llaneros, vio no ser él a propósito para mandar un cuerpo de ellos, solo, sin sujeción a régimen ninguno de ordenanza. En cuanto a Serviez, extranjero y desconocido en el país, contribuyó por celos con Urdaneta a que no se pensase en él. Los otros jefes, aunque muy dignos por su mérito de estima y consideración, no podían entrar en competencia con Páez, idolatrado de su tropa, caudillo de la única que existía, y renombrado por su valor y constante felicidad que le había acompañado en todas sus empresas. El éxito justificó el acierto de esa elección, en que bien pudo haber intriga; pero donde no se vio violencia alguna. Por el contrario, nos consta que varios sujetos valiosos (Serviez fue de este número) anduvieron muy solícitos en promover espontáneamente el cambiamiento. Y sucedió que los tales llegaron a lisonjearse de dirigir con sus consejos a Páez; pero éste se esquivó de ellos luego al punto, dejándoles un tanto cuanto chasqueados y mohínos".

   He citado a Baralt como la autoridad de más peso entre nosotros; mas no por eso dejaré de corregir los errores que contiene su narración, refiriendo los hechos de la manera que pasaron. El día 16 de septiembre de 1816 llegué al cuartel general de Santander, y después de lo que he referido anteriormente, los jefes y oficiales que habían quedado en el campamento, y una gran parte de los paisanos salieron a recibirme proclamándome su jefe supremo. Sorprendido por aquel suceso les reconvine diciéndoles que cómo desconocían a Santander y demás autoridades que los mandaban. Contestaron que no descubriendo en Santander la capacidad y buen tino para salvarlos en aquellas circunstancias tan peligrosas, habían acordado dar aquel paso "a fin de que yo les libertara de la capilla en que ya se consideraban", y que no debía negarme a su proclamación una vez que todos estaban de acuerdo en el cuartel general. Les reconvine de nuevo manifestándoles que no estaba dispuesto a apoyarlos, y respondieron que no había otra soberanía que la que ellos representaban con la emigración de Nueva Granada y Venezuela, únicas reliquias de ambas Repúblicas, y que por tanto estaban en aptitud de resolver y ejecutar lo que más les conviniese en tal coyuntura.

   Hiciéronme otras muchas observaciones a que no atendí, y traté de separarme de ellos para ir a la casa de Santander y darle cuenta de la comisión que me había encargado. Quisieron impedírmelo, haciéndome ver que yo era su jefe, que no tenía que dar cuenta a nadie, y me suplicaron que marchase con ellos a presencia de las tropas para hacerme reconocer como jefe supremo. Me resistí, separándome de ellos, y fui a la casa de Santander, a quien di cuenta de mi comisión sin decirle nada de lo que acababa de pasar. Luego que me retiré al rancho que me servía de habitación, se presentaron los mismos jefes y oficiales con muchos más paisanos a instarme de nuevo para que fuese con ellos a presencia de las tropas que estaban formadas para reconocerme; por la centésima vez volví a negarme.

   Mas, en esto se presentó Santander en medio de aquella reunión preguntando qué ocurría, pues observaba que la tropa se hallaba formada. Contestáronle que considerándose en inminente peligro por las circunstancias críticas que los rodeaban, habían resuelto conferirme el mando supremo y obedecer ciegamente mi voluntad, seguros como estaban de que yo era el único que podía salvarlos del peligro que por todas partes les amenazaba. Respondió Santander que él tenía la misma convicción y que además se sometería con gusto a mis órdenes siempre que le admitiesen la renuncia que formularía en aquel momento. Observáronle la inutilidad de tal renuncia porque ya habían desconocido su autoridad; que ellos, con el pueblo que se había salvado de los españoles, representaban la soberanía; que en ningún punto de la Nueva Granada ni de Venezuela había quedado gobierno alguno. Insistía sin embargo el jefe en que se le admitiese la renuncia. Resistía la asamblea sus súplicas con todas veras hasta que clavando Santander su espada en tierra dijo con mucha energía, que prefería le quitasen con ella la vida antes que consentir en el ultraje que se tenía en mientes. Tomé entonces por primera vez la palabra y manifestando la justicia de la exigencia de Santander, dije que no aceptaría el mando si no se le admitía a él renuncia como lo deseaba. Accedieron por fin, y entonces acepté el mando supremo y fui reconocido como jefe.

   En la cita anterior de Baralt, fácilmente se advierte otra equivocación cuando asegura que yo concurrí a la junta que, según dice, se formó para acordar la deposición de Santander y mi elevación al mando; ya he dicho que en aquel momento me hallaba evacuando la comisión que aquel jefe me encomendara de recoger caballos para las tropas y de convencer a Nonato Pérez para que se reuniese a nuestro ejército.

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo del general José Antonio Páez, 1946, p. 89-95.

 

69

MOVILIZACION DE TROPAS

Cuartel general de Santafé, 11 de agosto de 1816

   Señor Miguel de La Torre

   La operación que ha hecho usted con la fuerza de su mando sobre Betoyes, ha sido perfectamente dirigida y ejecutada; y he tenido la mayor complacencia al enterarme de la firmeza y resolución con que todos han arrastrado las incomodidades y los riesgos, por cuya sobresaliente conducta manifestará usted mi satisfacción a cuantos individuos tiene a sus órdenes.

   No deje usted de emplear todos los medios que estén a su alcance para fomentar la deserción entre los de Guasdualito, estimulándolos a que se vengan, amenazando los puntos de Cuiloto y recorriendo el país de tiempo en tiempo hasta Betoyes. También deberá reunirse a la caballería del comandante de escuadrón Gómez, gente del país que todo lo anden, adquiriendo noticias y proporcionando sus recursos. A Santander, Serviez, Olmedilla, Urdaneta, etcétera, deberán buscarse y aprehenderse si es posible; pagando bien al que cumpla, y tomando las cabeceras de los ríos hará usted recorrer el espacio entre ellos, enterándose de lo que pasa del otro lado del Meta, recogiendo armas, caballos y cuanto se pueda restableciendo el orden e indagando qué insurgentes hay ocultos. Todas estas medidas son de absoluta necesidad se practiquen, hasta que seco el terreno pueda obrar el ejército, y quite a los insurgentes todo recurso de fugarse, siendo natural que intenten penetrar por Barinas.

   Quedo enterado de la enfermedad de Herrera, y es necesario que usted procure que nada le falte.

   Siendo el plan reservado del general, el de penetrar por los llanos y Cúcuta sobre Guasdualito, es indispensable empotrerar ganado en Sácama, reunir el más posible para llevarlo a Pamplona despacio, y de modo que si no llegase todo, llegue el que pueda. Por esta razón conviene que se obre con actividad, que se nombre un sujeto capaz y dispuesto a cumplir estos encargos con la mayor energía, sin dar oídos a dificultades ni detenerse en consultas ni reflexiones. En Chita o en donde mejor parezca, se salarán carnes, y remitirán a Pamplona, empleando bueyes, y mulas según lo que más abunde en los países ocupados.

   Debiendo montarse la caballería en los llanos, a su tiempo y tal vez arrastrar artillería, es de toda necesidad reunir muchas acémilas de cuantas clases haya averiguando donde se encuentren, aunque sea lejos, avisándomelo, y pasándolo poco a poco por la cordillera las que se recojan de la parte de acá, teniéndolas en buenos potreros y con seguridad, sin espantarse por las que puedan morirse.

   Debe usted formarse una idea de los comestibles que podrán facilitar los pueblos del llano, atendida su agricultura, y recursos, determinar los puntos donde convenga hacer los repuestos con proporción a las marchas y que sean en parajes seguros.

   Todos los caballos de la caballería, artillería, oficiales, factores, acémilas innecesarias, etcétera, se han de quedar del otro lado, pues deben traerse las caballerías más malas, en razón de que no se pierdan y mueran aquellas cuando los jinetes de todas armas vuelvan a seguir al llano, pues de este lado se pueden reemplazar con abundancia.

   El general en jefe lo hace a usted responsable si tiene la menor consideración sobre este artículo; dejándolo a un oficial europeo encargado del cuidado de estos animales, quien me pasará un estado de los que le entreguen, y me avisará semanalmente de las novedades que ocurran. A Gómez ni a la gente del país, no se les dará ni un caballo.

   La colocación de los cazadores de los que se mandan dejar, será en Morcote, u otros pueblos de la cordillera donde nada les falte, teniéndolos ocupados y acuartelados aunque haya que desalojar algunas casas antiguas. El jefe de ellos observará cuanto corresponda al que está destacado en puestos avanzados. Dará a usted partes de todo, se entenderán con él los comisionados a su vanguardia desde San Martín hasta Cuiloto. Será de su encargo la vigilancia, el comisionar espías, el avisar de la baja de los ríos, retiradas de las aguas, policía de los pueblos, orden de ellos, y por último debe desempeñar cuanto corresponde al jefe de los llanos.

   La tropa de artillería, Fernando VII y Zapadores, se dirigirá a esta ciudad sin prisa sorteando el tiempo.

   La tropa de la Victoria se colocará desde Tunja a Leiva y Vélez del modo más cómodo acuartelados con los oficiales inmediatos, no dejándoles faltar de nada; pero restableciendo la disciplina perdida con la diseminación, restableciendo el vestuario, armamento, etcétera y avisándome de lo que necesiten y no se encuentre en esos países, con el tiempo debido.

   Los presos de Vélez irán los más a Tunja, donde se les formarán sus causas, se juzgarán, y vendrán a la aprobación del general en jefe, las cuales se ejecutarán en dicha ciudad o donde se mande.

   El capitán Valcárcel con su compañía va a Vélez a relevar la de Numancia, que dejando en Tunja los presos vendrán aquí. En Vélez queda de comandante de la provincia el actual gobernador de Pamplona.

   El sargento mayor Arce colocará su tropa en Sogamoso, Santa Rosa, Cerinza y demás pueblos donde le convenga, pero si deja algunos talleres serán respetados y se le ayudará a que organice su batallón en todas sus partes.

   Hallándose nombrado el coronel don Sebastián de la Calzada, comandante general de las provincias de Tunja y Pamplona, si hubiese alguna ocurrencia debe zanjarse amistosamente, y si no recurrir al general en jefe para evitar desavenencias, quedando usted siempre sujeto con su tropa, solo a su excelencia.

   Los establecimientos, talleres y demás que ustedencuentre,los aumentará y mejorará con cuanto pueda, conduciéndose severamente con aquellos que los entorpezcan, y no sigan con la actividad que se necesita.

   En Leiva se construye el sayal de San Francisco, cuya idea debe aprovecharse procurando se haga como el paño de mezclilla del ejército, y con el producto se harán capotes para infantería y pantalones para caballería.

   El general en jefe está en ánimo de aumentar el batallón con gente buena del país, pero antes conviene se entere usted de la que pueda sacar, y si es posible, que sea de gente de distinción. En caso que a usted se le ofrezcan algunas dificultades, sobre esto, lo manifestará con reserva, sigilándolo de cualquier manera.

   Por último, el objeto es arreglarlo y organizado todo para que nada falte en la próxima campaña; y para que sea feliz, es preciso que todos contribuyan a que los medios y comodidades abunden.

   Dios guarde a usted muchos años.

Pascual Enrile

(rubricado)

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo del general Miguel de La Torre, t. 19, p. 213-216.

 

70

REORGANIZACION DE RECURSOS

Nunchía, 26 de agosto de 1816

   He recibido el oficio de vuestra excelencia de fecha 14 del corriente y quedo enterado de su contenido.

   He mandado muchos espías hacia los enemigos con proclamas para que se pasen a las tropas del rey amenazándolos y pintándoles su triste situación: Santander, Serviez, Urdaneta y el gobernador, marcharon a Guasdualito a buscar refuerzos pero escriben que no se los dan por hallarse aquel punto amenazado por todas partes.

   Se ha hecho todo lo posible para recoger armas y caballos pero el país escasea infinito de estos artículos, pues últimamente para hacer unas lanzas echaron mano de las azadas, machetes de los labradores, y ahora tiene que abrir sus vías con palos: los pueblos de indios del otro lado del Meta están en la mayor tranquilidad y no abrigan en ellos ningún picaro; en todo el país libre de los llanos creo no hay un insurgente oculto pues se ha recorrido bien en todas direcciones y los alcaldes de los pueblos se recorren continuamente el terreno de su distrito.

   En esta fecha doy orden al comandante militar de Pore para que inmediatamente ponga en Laquativa (una jornada de Sácama) 1.000 o más reses vacunas, y luego que estén en aquel punto dispondré el hacer salar carne en La Salina, para remitirla a Pamplona; también nombraré comisionado para que lleven en vivo la que puedan.

   En todos estos llanos no se hallan caballerías y donde creo puede haber todavía es en San Martín y sus inmediaciones. Con este motivo oficio al capitán de guías para que recoja todas las que pueda y las remita a estos puntos.

   Los pueblos de los llanos no pueden dar al ejército más víveres que carne. Pues sus cosechas se reducen a maíz, azúcar y muy poco arroz. Pero este año todos estos artículos han sido escasos en extremo por haberlos derrotado las tropas, de modo que los habitantes comen carne y alguno que otro plátano.

   Los caballos de la caballería y artillería se cansaron y murieron la mayor parte y además de no podernos quedar con estos como vuestra excelencia dice hubo que darles muchas acémilas para el transporte de las monturas; las caballerías innecesarias de la Victoria quedaron en Labranzagrande.

   Remitiré a vuestra excelencia copia de las instrucciones que dejé al capitán don Antonio de los Covos, comandante accidental de la columna de cazadores para que se arregle a ellos en un todo.

   La tropa de caballería y artillería va ya caminando para esa capital; a los zapadores daré orden para que marchen.

   Las cuatro compañías del regimiento de mi mando que están en Labranzagrande pasarán dos a Tunja y dos a Leiva: con las órdenes necesarias para su adelanto en un todo la fuerza de las cuatro compañías llegara a 200 hombres escasos.

   Luego que yo llegue a Tunja haré formar las causas a los presos de Vélez y después de juzgados remitiré dichas causas para su aprobación.

   Quedo enterado de los pueblos que ocupara con su batallón el sargento mayor Arce; serán respetados sus talleres y demás.

   Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

La Torre

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo del general Miguel de La Torre, t. 7, p. 44-46.

 

71

DE NUEVO AL ATAQUE

Cuartel general de Santafé, 31 de agosto de 1816

   Excelentísimo señor ministro de la guerra

   Tuve el honor de participar a su majestad, en 31 de mayo, que los enemigos que se dirigían a los llanos de San Martín eran perseguidos por una fuerza mandada por el coronel Latorre, y que el coronel Warleta atacaría a Popayán, saliendo de Antioquia, y reuniendo a la suya las columnas del Chocó, Magdalena y la que desde aquí se dirigía a Neiva, del regimiento Numancia.

   Pronostiqué concluirían con los enemigos, y que Warleta sería secundado por las fuerzas de Quito, quedando completamente tranquilizado este virreinato. Felizmente todo se ha logrado como lo esperaba, con la protección del Todopoderoso. El coronel Latorre persiguió a Serviez, desde el 26 de mayo, que humillado por el teniente coronel Antonio Gómez, en la cabuya o tarabita de Cáqueza, se salvó milagrosamente, pero su pretendido ejército se dispersó, y según los soldados, pasados pocos días después, sólo le quedaban 150 hombres de 2.000 que tenía, las gentes emigradas y los oficiales venezolanos, unidos a aquellos de este virreinato que suponían no era posible les alcanzase el perdón del rey; y aun cuando esto fuese dable, son tan horrorosos los crímenes de que están envueltos, que el desprecio de los hombres honrados les haría sobrellevar con mil amarguras una vida miserable. Serviez, sin bagajes ni estorbos, quiso seguir a los llanos de San Martín, pero tenía que pasar el río Negro que cae en el Meta; y aunque de antemano habían mandado construir balsas, era tan rápida la corriente, que tuvo que dirigirse hacia los llanos de Casanare, a pesar de los muchos ríos que había que atravesar y por la falta de alimento; pues si no tomaba aquel partido, era preciso que se rindiese.

   En efecto, siguió a Pore, y el coronel Latorre, extendiéndose todo lo posible, formaba una ala desde la cordillera del Meta, arrollando para adelante cuanto pensó oponérsele. El 13 de junio encontró al enemigo en posición, lo atacó, lo desbarató, y éste se cubrió con el río de Ocoa.

   El 22 lo volvió a encontrar en Upía y un corto tiroteo concluyó con los restos. Por fin, al cabo de 44 días de una marcha inaudita, de no dormir en poblado, de no alimentarse más que con carnes, de sufrir lluvias continuas, de pasar los ríos Negro, Ocoa, Guaitiquía, Upía, Toninio, Cuciana, Cravo y Pauto, unas veces en balsas, otras en troncos, otras en barquetas y las más veces agarrados los soldados de las colas de los caballos, que atravesaban nadando unos ríos, el menor más ancho que el Ebro en su desemboque, al fin logró a fuerza de constancia, llegar a Pore, capital de los llanos de Casanare, con su columna cubierta de laureles, venciendo obstáculos que parecen invencibles y sin más pérdida que la de algunos pocos, que no se pudo evitar los arrastrasen las corrientes. El movimiento de esa columna quedaba incompleto, si por la parte del occidente de la cordillera no marchaba otra fuerza que, interponiéndose entre Venezuela y los fugitivos, los envolviese e impidiese se escapasen. Esta, compuesta de los cazadores del ejército, se confió al teniente coronel don Matías Escuté, el que, marchando por Tunja, Sogamoso y Tasco, atravesó la cordillera, pasó el páramo, siguió la salina de Chita y ocupó a Sácama, entrada del llano y posición inexpugnable, donde se reúnen los caminos para penetrar al Socorro, Tunja y Santafé. El coronel don Manuel Villavicencio marchó desde San Gil y se le incorporó con alguna caballería de Fernando VII y artillería volante, seis piezas, mandando el todo y dirigiéndose el 28 de junio a Pore, en cuyo día dispersó unos caballos enemigos, consiguiendo al siguiente derrotar completamente a Serviez con cuantos se le habían unido, tranquilizar de un golpe el país y facilitarle la reunión con el coronel Latorre que llegó a Pore el 10 de julio. Los emigrados que habían escapado de la acción de Pore se reunían en Chire, y el coronel Latorre para no dejar nada a la suerte, se dirigió allí con la columna de cazadores, los húsares de Fernando VII, artilleros y carabineros; no los. encontró, siguió a buscarlos a Betoyes; tuvo que atravesar el Casanare, siempre navegable, lo consiguió en dos días con el auxilio de unas artesas, pero se vio detenido por un mar sin término, por estar ya invadidos los llanos. Mas, a pesar de todo, se hizo conducir por la zona más elevada del terreno, y llegando el agua hasta la cincha de los caballos, atravesando esteros, pero conservando cuidadosamente la estrecha dirección que señala el guía para no ahogarse, llega al fin, la columna a Betoyes, después de ocho horas, pero el enemigo se había ya fugado. Era una imprudencia seguir más adelante, pues hasta Guasdualito hay nueve días de jornadas iguales y de tener que nadar en muchos caños, para lo cual cada jinete del país acostumbra llevar cuatro caballos.

   Se retiró Latorre en consecuencia y regresó a Pore dirigiendo a orillas del Meta, a Guanapalo, al capitán don Manuel Morales, que sorprendió algunos restos de insurgentes y arcabuceó a los jefes. Interin que la división del oriente, en varias columnas, llenaba el objeto de que se le había encargado, las columnas de La Plata, Magdalena, Antioquia y Chocó se dirigían a los puntos de donde debían salir para concentrarse y envolver a la provincia de Popayán y valle del Cauca dirigiéndolas el capitán don Francisco Warleta.

 

FUENTE EDITORIAL:
Rodríguez Villa, 1909, t. 3, p. 177.

 

72

CONVIENE MUCHA VIGILANCIA

   Mi estimado Latorre: Ya habrá usted sabido que el resto de la sexta compañía con algunos más entró por la quebrada Colorada y va a conducir los efectos a Cúcuta, de donde regresará la partida que condujo los clérigos.

   Aquí hay algunos llegados de las compañías del Chocó y Antioquia que marcharán y conducirán fusiles para Numancia.

   Haga usted hacer en la provincia cuantos saques (sacos o vejigas) sean dables. Estos son conocidos de los extremeños y se reducen a desollar un cabrito por una pierna, secarlos y arreglarlos para llevar agua. Secos los llanos son muy necesarios, y tómelo usted con color. Los grandes los llevarán a cargar o por indios y los chicos en las grupas o a cuestas.

   Creo que las reuniones del otro lado del Casanare se disolverán en ver bajarlos, y para ahora conviene mucha vigilancia y algún movimiento para hacerlos pensar y no determinarse a penetrar.

   Procure usted que la tropa no baje a los llanos sin precisión pues aquel terreno, siempre enfermo, lo es más al secarse.

   Cuantos víveres se mandasen acoplar deben reunirse en Sogamoso y es preciso buenos edificios secos y ventilados.

   Como convendría para la marcha muchos caminos a fin que las caballerías no se mezclasen con las tropas, debe usted enviar oficiales para que todos se compongan, sin excluir el de aquí a esa, y el de Soatá pues se facilitará todo. Herrera, si su salud se lo permite que los recorra y determine los puntos para hacer alto, y que haya pastos, haciendo que construyan tambos a ramadas buenas con picos levantados del suelo, para alojar, además de los toldos que las compañías deben llevar. Los víveres se dispondrán en aquellos puntos para hombres y animales.

   En fin, cuanto a usted se le ocurra para la comodidad y celeridad de la marcha, hágalo.

   A Escuté que haga perseguir a los de Taguana, y frecuentes reconocimientos hacia Cuiloto y Guasdualito con guerrillas. Que según unos oficiales pasados a Calzada los enemigos dejaron a Guasdualito y se dirigieron a la Trinidad de Orichura, tal vez para reunirse a los de Calabozo o Guayana como es el proyecto encontrado a Santander que los manda, o para volver hacia aquí.

   Nada de nuevo.

   Suyo

Enrile

(rúbrica)

   Ah, quiero que por vía de paseo recorran las cordilleras y puntos excusados para perseguir malvados.

   La vacuna, esparcirla.

   Que recojan el sayal pedido a bayeta y se reduzca a capotes, guardándolos y dando parte semanal de los que haya.

   Dígame usted qué se hicieron unas chaquetas de paño que Calzada hizo traer de Maracaibo. Si están en el almacén, vengan.

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo del general Miguel de La Torre, t. 18, p. 217-218.

 

73

COMBATIR SIN TREGUA

   A fines de septiembre nos dirijimos al bajo Apure, por el camino que de la Trinidad conduce al Rincón Hondo, y de allí a Achaguas. Sabiendo el coronel realista, don Francisco López, que yo iba en busca suya, me salió al encuentro de luego a luego. Hallábase en las Queseras Blanqueras a poca distancia de nosotros, cuando se le presentó uno de los nuestros, llamado Ramón La Riva, quien se había separado de la emigración, y entre otras cosas le dijo: "que no aguardara a los patriotas en campo raso, porque si bien sabían que eran inferiores en número y armas, confiaban mucho en su destreza para manejar la lanza, con cuya arma no temían a los enemigos en un combate de sabana limpia, que tuviera presente que aquellos hombres estaban resueltos a vender cara la vida, y hasta matarse unos a otros en caso de un revés".

   No despreció López los informes de aquel inteligente tránsfuga, y contramarchó algunas leguas en demanda de la ribera izquierda del Arauca para tomar fuertes posiciones en el hato del Yagual, propiedad de un vizcaíno de nombre Elizalde. Al recibir yo noticia del movimiento, marché con mis tropas y la emigración hasta los médanos de Araguayuna, distantes 16 ó 18 leguas de Achaguas. Allí dejé las mujeres, niños y los hombres inútiles para la campaña, bajo la custodia de una compañía de caballería, toda ella de hombres escogidos, al mando del capitán Pablo Aponte; e incorporando al ejército todos los que podían tomar las armas, formé un cuerpo de reserva con los clérigos, hombres de letras e inhábiles para el servicio militar, los cuales puse a las órdenes del capitán Juan Antonio Mirabal.

   Las fuerzas venían organizadas desde la Trinidad de Arichuna en tres escuadrones: el primero al mando del general Rafael Urdaneta, el segundo a las órdenes del general Serviez, y el tercero a las del entonces coronel Santander. Todas estas tropas, incluyendo la reserva, formaban un número de 700 combatientes.

   Organizado este pequeño ejército, no pude ponerme en marcha sin consolar por vía de adiós con algunas palabras a aquellas infelices familias, que allí dejaba con muy dudosas esperanzas de volvernos a ver en este mundo, pues la campaña ofrecía grandes obstáculos, no solo por la superioridad del enemigo, sino porque las inundaciones de los ríos del bajo Apure en aquella estación, y las embarcaciones enemigas que defendían sus vados, iban a presentarnos mil dificultades. Con tal perspectiva en la memoria, aquellas familias escuchaban mi despedida en medio de las mayores muestras de dolor, y más de una lágrima brilló también en los ojos de aquellos bravos que iban animosos a salir al encuentro del enemigo.

   Después de tan conmovedora escena, nos pusimos en marcha: apenas podían nuestros demacrados caballos hacer al día una jornada de tres leguas para ir a encontrar un enemigo que con anticipación se había provisto de buenos animales en que había montado su caballería y formado su reserva. Al día siguiente de la salida de Araguayuna, ya en marcha la división, me adelanté como de costumbre cosa de una legua, acompañado de nueve personas, entre edecanes, oficiales y ordenanzas. No esperaba yo encontrar tropa enemiga por aquellos contornos; mas habiendo llegado a una casita, y preguntado a una mujer, única persona que encontré en ella, si podía darme noticia del paradero de los realistas, ella me contestó que el día anterior un batallón de sus fuerzas había estado en el hato de Los Cocos (distante de allí una milla). Dirigiendo la vista hacia el punto aludido, distinguí una nube de polvo, señal cierta de que por allá había tropas. Inmediatamente montamos todos para ir a atacarlas, porque en nuestra posición no nos quedaba otro partido que combatir sin tregua y buscar al contrario en todas partes. Efectivamente, levantaban aquella polvareda 55 jinetes realistas, que salían a hacer un reconocimiento bajo las órdenes del capitán Facundo Mirabal, 30 armados de carabina y lanza, y el resto solo con esta última arma.

   Cuando el jefe de la partida enemiga vio que nos acercábamos, salió del hato arreando apresuradamente unos 100 caballos para ponerlos fuera de nuestro alcance. ¡Caballos! ¡Y nosotros que no teníamos! En el acto me propuse hacerme de este elemento que tanta falta nos hacía. Marchamos al trote contra el enemigo que hizo alto y nos presentó frente: nosotros, sin vacilar, nos lanzamos impetuosamente sobre ellos, cargándolos con tal coraje y brío, que pronto cedieron el terreno y emprendieron fuga al ver que no habían logrado hacernos retroceder ni los disparos de sus 30 bocas de fuego, ni las puntas de sus 25 lanzas. Hubo entre los realistas muchos muertos y prisioneros, escapando solo ocho, y entre ellos el capitán Mirabal, quien, abandonando el caballo que montaba, se refugió en el bosque de la "Mata de la Madera", para librarse de la lanza de Aramendi y de la mía que ya de cerca le acosaban.

   Este inesperado golpe de fortuna equivalió a una gran victoria, no solo por haber conseguido los caballos que tanta falta nos hacían, cuanto por la fuerza moral que daba a nuestras tropas el demostrar que para ellas el número de las del enemigo era cosa despreciable cuando se trataba de salir triunfante, por más desesperada que fuese nuestra posición.

   En este encuentro fue herido el sargento Pedro Chirinos, y compitieron en bravura todos los que me acompañaban y eran: el bravo teniente Francisco Aramendi, el entonces sin graduación Vicente Peña (aquel a quien salvé la vida en Guasdualito), el ya citado Chirinos, el sargento Ramón Valero, el cabo primero Cornelio Muñoz, después general de brigada, y los soldados Paulino Blanco, Francisco Ortiz, Francisco Villamediana y José María Olivera. 

   El día siguiente la división continuó su marcha y acampamos en las Aguaditas. El enemigo ya nos quedaba a la derecha y como a distancia de una legua; pues de propósito lo iba yo dejando a un lado para orillar un gran estero que rodea casi completamente al hato del Yagual. Allí permanecimos, sin hacer movimiento alguno, para dar descanso a los caballos, y por la noche emprendimos marcha, describiendo un semicírculo a fin de ponernos a la espalda del enemigo. Después de sufrir mil penalidades, pues la oscuridad de la noche, lo pantanoso del camino donde se atascaban a cada paso los caballos, y las cañadas con que tropezábamos frecuentemente, embarazaban nuestra marcha, marcha que por fuerza debía ser muy sigilosa para evitar que el enemigo viniese a recibirnos a la salida del estero, salimos con el alba a terreno seco y avistamos el enemigo, que en número de 1.700 jinetes y 600 infantes estaba como a una milla de distancia de nosotros. Tenía López formada la caballería a la espalda de la casa y del corral del hato, y la infantería dentro de la misma majada, cuya puerta se hallaba defendida por cuatro piezas de artillería. En el río Arauca, que dista casi un tiro de fusil del hato, tenían los realistas cuatro lanchas armadas con cañones.

   Dos objetos me propuse con este movimiento: primero, obligar a mis tropas a pelear con desesperación, viendo que estaba cortado por su enemigo el terreno que les quedaba a la espalda; y segundo, que quedasen a nuestra disposición los caballos que los realistas guardaban en aquel punto. El éxito correspondió a mis deseos y esperanzas. Acercámonos al enemigo y formamos en tres líneas: el escuadrón de Urdaneta a la vanguardia, el de Serviez en el centro, y el de Santander a la izquierda. La reserva compuesta de los esclarecidos patriotas, cuyos nombres ya conoce el lector, se formó a retaguardia fuera del alcance de los tiros de fusil, pues me interesaba mucho la conservación de la vida de aquellos eminentes varones. Sin embargo, los clérigos Ramón Ignacio Méndez, Becerra, Trinidad Travieso y el coronel presbítero José Félix Blanco vinieron a participar de la lucha y dieron con su ejemplo y sus palabras gran ánimo a los combatientes. Mientras el capitán José María Angulo, con un piquete de carabineros, hacía un reconocimiento del terreno a la derecha del enemigo, fue acometido por fuerzas superiores de la misma arma, y como yo lo reforzase con el resto de la compañía, conoció López que el ataque general podía empeñarse por aquel flanco: dispuso en consecuencia que un escuadrón de carabineros saliese por su izquierda a flanquear mi derecha. Acercáronse estos a menos de medio tiro de carabina, favorecidos por una cañada llena de agua que se hallaba entre ambos cuerpos, y que formando varias sinuosidades, nos hubiera sido necesario pasar muchas veces para ir a atacarlos. Rompieron el fuego con gran ventaja de su parte, no solo por lo corto de la distancia que nos separaba, sino porque no teníamos bastantes armas de fuego con qué contestar a sus disparos. Destaqué entonces la mitad del escuadrón de Santander, al mando del intrépido Genaro Vásquez, para que atravesando la cañada desalojase al enemigo de aquella favorable posición. Así lo ejecutó Vásquez, y ya los realistas empezaban a huir cuando les vino el auxilio de un escuadrón de lanceros, con lo que Vásquez se vio obligado a combatir, perdiendo el terreno que había ganado. Envié entonces al coronel Santander con la otra mitad, y pudo esta rechazar de nuevo al enemigo.

   Resuelto el jefe realista a no ceder el terreno, envió nuevo refuerzo de dos escuadrones, y yo dispuse entonces que el general Serviez avanzara con el segundo escuadrón en auxilio de Santander, y que procurase al mismo tiempo flanquear y envolver al enemigo por su costado derecho. Cuando Santander y Serviez se hallaban más empeñados en un rigurosísimo combate a lanza, salió por la derecha el coronel Torellas, segundo de López, con un escuadrón de 200 hombres al mando del comandante Morón, jefe de la mayor confianza de López, con el propósito de destruir por retaguardia las fuerzas de aquellos jefes; para lograr dicho objeto mandó López al mismo tiempo cargarles con todo el resto de su caballería. Al ver el movimiento ordené al general Urdaneta que le saliese al encuentro, y acompañándolo yo en persona, nos le fuimos encima con tal denuedo que ni aun tiempo tuvo el realista para ejecutar su maniobra, pues al dar frente a Urdaneta, este le estrelló contra las orillas de una laguna que les quedaba a un costado. El combate fue desesperado y sangriento, viéndose al fin algunos obligados a arrojarse a la laguna y pasarla a nado. Este triunfo salvó las brigadas de Santander y Serviez que se encontraban en grande aprieto.

   Perseguimos vigorosamente a los realistas y les cargamos hasta la misma puerta del corral del hato, donde murió el valiente capitán Vicente Braca, atravesado por una lanza que le arrojó a manera de flecha un zambo llamado Ledesma. Mucha parte de la caballería enemiga se fue del campo en derrota, y sólo quedaron a López 1.000 jinetes que se habían refugiado a la espalda de la infantería en las afueras del corral. Reorganicé con prontitud mis fuerzas y permanecí todo el resto del día a medio tiro de fusil del enemigo, el cual escarmentado no se atrevió a empeñar de nuevo el combate. Por nuestra parte mal pudiéramos haberlo hecho, cuando López se mantenía en tan fuerte posición, resguardada la infantería dentro de las cercas del corral y defendido este por su artillería, cuando nuestros caballos de puro cansados se echaban jadeando en el suelo. Vino la noche, y para evitar que nos sorprendieran durante la oscuridad, nos metimos dentro de un estero lleno de agua que nos quedaba a la derecha. A no haber ejecutado aquella operación, nos habían caído encima los 1.000 hombres a caballo que al mando de Torellas anduvieron buscándonos toda la noche. ¿Quién había de pensar que estábamos metidos en el agua?

   El día siguiente nosotros, dueños del territorio, que nos quedaba a la espalda y en donde el enemigo tenía numerosos caballos, remontamos nuestra gente, comimos (porque el día anterior no habíamos tenido tiempo para hacerlo) y por la tarde provocamos a los españoles a nuevo combate: excusáronlo y a favor de la noche se retiraron a Achaguas, mandando sus heridos y la artillería en las lanchas, las cuales bajaron por el Arauca hasta su confluencia con el Apure Seco, y luego remontaron este río hasta la ciudad por cuya orilla pasa. Seguimos nosotros en su persecución, y el día siguiente llegamos a la ribera derecha del Apure Seco, frente a Achaguas, donde por una mujer, que atravesó el río en una pequeña canoa, supimos que los realistas se habían retirado también de aquel punto.

   Entonces pasamos Urdaneta, Santander, Serviez, Vergara, Montilla, yo y algunos otros, de dos en dos en la canoa, y entramos en una casa de la plaza de aquella ciudad con el objeto de buscar algún papel o aviso que nos informase de lo que pasaba por el mundo. No hacía mucho tiempo que estábamos en el edificio cuando oyendo una descarga, le abandonamos precipitadamente; en esto llegó de la orilla de la ciudad, opuesta al río, un dragón que nos dijo venía herido por una descarga del enemigo que estaba emboscado en aquel punto. Apresurámonos entonces a repasar el río después de haber yo dado órdenes al capitán Genaro Vásquez, que lo había ya cruzado con una compañía de carabineros para que se defendiera en un manglar de sus orillas. Las cuatro cañoneras del enemigo aparecieron navegando a la sazón río arriba, con el claro designio de cortarnos la retirada, y su infantería que estaba en la emboscada corrió a paso de trote hasta la orilla del río, donde ocupó una trinchera que tenía hecha de antemano. Desde allí nos hacían fuego a los que estábamos de la otra parte del río, y a la compañía de Vásquez que estaba a la derecha. Las lanchas nos hacían también disparos de cañón, y se acercaban con objeto de cortar a Vásquez; pero nosotros con los carabineros las rechazamos río abajo cinco o seis veces. Mientras tanto Vásquez hacía pasar sus soldados a nado por pequeñas porciones, valiéndose de la canoa para conducir las armas y la ropa, y al fin logró reunírsenos con pérdida de sólo 12 hombres entre heridos y dispersos. Vino la noche a poner término al combate, y durante ella el enemigo salió de Achaguas hacia la plaza de San Fernando.

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo del general José Antonio Páez, 1946, p. 100-101.

 

NOTA DEL AUTOR: Lista de los generales, jefes y personas notables que recuerdo me acompañaron y estuvieron bajo mis órdenes en la Trinidad de Arichuna, batalla del Yagual y toma de Achaguas:
General Rafael Urdaneta
General Manuel Roergas de Serviez
Coronel Francisco de Paula Santander
Coronel Miguel Valdez, muy enfermo
Coronel Juan Antonio Paredes
Coronel Miguel Guerrero Coronel N. Vergara
Coronel Miguel Castejón
Coronel Manuel Manrique, jefe de E. M.
Coronel N. Concha
Coronel presbítero José Félix Blanco
Teniente coronel Tomás Montilla
Teniente coronel Antonio Morales
Teniente coronel José María Carreño
Comandante N. Carrillo
Comandante Rafael Ortega
Comandante Hermenegildo Mujica
Capitán José María Monzón
Capitán José María Pulido
Capitán Juan A. Romero
Capitán Juan Antonio Echazú
Capitán Antonio Romero
Capitán Francisco A. Salazar
Capitán Pedro Gavidia
Capitán José Francisco Hurtado
Capitán Carmelo Polanco
Capitán Esteban Quero
Capitán Vicente Gallardo
Capitán Manuel Arraiz
Capitán Pablo Aponte
Capitán José María Angulo
Capitán León Ferrer
Capitán Miguel Lara
Capitán Juan J. Méndez
Capitán N. Manzaneda
Capitán José Andrés Elorza
Capitán Francisco Farfán
Capitán Juan P. Farfán
Capitán Guillermo Yribarren
Capitán José Alejo Acosta
Capitán N. Pérez
Teniente Antonio Mujica
Teniente José María Cordova, después célebre general
HOMBRES DE LETRAS Y PAISANOS
Doctor Nicolás Pumar, venezolano
Doctor Fernando Serrano, gobernador de Pamplona
Doctor Juan Briceño, venezolano
Doctor Francisco Javier Yanez, cubano
Doctor Miguel Palacios, venezolano
Doctor José María Salazar, auditor de guerra, granadino
Señor Pedro Chávez, venezolano
Señor Luis Delgado, venezolano
Señor Juan Palacios, venezolano
Señor Rafael Gallardo, venezolano
Señor Francisco de P. Navas, venezolano
Doctor Pablo Pacheco, trujillano
Señor Pedro Arrublas, granadino
Señor Antonio Uzcátegui, trujillano
Señor Lorenzo Uzcátegui, trujillano
Señor Alonzo Uzcátegui, trujillano
Señor Indalecio Briceño, trujillano
Señor Ignacio Briceño, trujillano
Señor Pablo Pulido, trujillano
Señor José Manuel Méndez, trujillano
Señor Cristóbal Orzúa, trujillano
Míster Carlos Casteli, francés
Míster Senevier, francés
Míster L. Girardot, francés
SACERDOTES
Doctor Ramón Ignacio Méndez (arzobispo después de Caracas)
Doctor Antonio María Briceño
Presbítero N. Santander
Presbítero N. Becerra
Presbítero N. Pardo
Presbítero N. Manzaneda
Presbítero Félix Sosa
Presbítero Miguel Palacios
Presbítero Trinidad Travieso
Presbítero N. Ovalles
Presbítero N. Castelos
Presbítero Domingo Antonio Vargas
(O'Leary. Op. cit).

 

74

REUNION URGENTE

Cuartel general de Barcelona, 10 de enero de 1817 7°

   Al excelentísimo señor general en jefe del ejército de la Nueva Granada

   Señor general:

   Desde el momento en que la Nueva Granada sucumbió a las armas españolas, tuve el placer de saber que vuestra excelencia con otros muchos bravos jefes, oficiales y soldados, habían seguido constantemente la carrera del honor, sin dejar las armas de la mano para defender la patria y la libertad. Desde entonces me lisonjeaba que las reliquias de la Nueva Granada contribuirían a salvar a Venezuela. La Nueva Granada se salvará, igualmente, si adoptamos el plan que tendrá el honor de presentar a vuestra excelencia el excelentísimo señor general Juan Bautista Arismendi, encargado por mí de marchar hasta su cuartel general para este efecto.

   Por las noticias oficiales de 7 de diciembre que he recibido del general Saraza, he tenido la satisfacción de saber que la vanguardia del ejército granadino sitia la plaza de San Fernando y está ya en comunicación con su división. Desde que supe aun vagamente, que las tropas de Nueva Granada se aproximaban al territorio de Venezuela, encargué estrechamente al general Saraza, que guarda las márgenes del Orinoco y es el más inmediato a ellas, que no perdonase medios de establecer relaciones con sus jefes, invitándolos a incorporarse con nosotros. Esta medida me pareció tanto más urgente, cuanto que se me ha asegurado que el ejército granadino carece de armas y municiones, y yo tengo un inmenso parque para armarlo perfectamente.

   Incorporados los granadinos con nuestras divisiones, podremos acordar un plan general de operaciones seguras en razón de nuestros grandes medios. Dueños de esta ciudad, su provincia y la de Cumaná, excepto su capital, que sitia el general Mariño con suceso, aseguran mis comunicaciones con los extranjeros, y estoy en aptitud de recibir los frecuentes auxilios de todas clases que me he procurado; mientras que ocupando los llanos con el gran ejército que debe darnos esta reunión, se verán los españoles en el caso de encerrarse dentro de Caracas o los valles de Aragua, y nosotros podremos obrar libremente abastecidos de víveres, y atacarlos después de consultadas nuestras fuerzas y combinados nuestros movimientos y operaciones.

   De la reunión de ese ejército con la división del general Saraza depende la libertad de Venezuela. Obrando independientemente aventuramos, no sólo la suerte de estos ejércitos, sino la de la República. Yo, pues, invito a vuestra excelencia, del modo más encarecido, a efectuar lo más pronto posible la reunión que propongo a vuestra excelencia para realizar la libertad de Venezuela y de la Nueva Granada.

   Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

Simón Bolívar

   Esta comunicación se insertó en la misma fecha al comandante de la vanguardia del ejército granadino.

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 15, p. 114.

 

75

SUCESOS ADVERSOS

   En Nutrias destiné al general Urdaneta con todas las fuerzas para ocupar la capital de Barinas y formar allí un ejército con el que obrase según lo demandaran las circunstancias; y yo con mi escuadrilla de 12 lanchas bajé al Apure para ir a apoderarme de la plaza de San Fernando

   Habiendo marchado Pérez regresé a Achaguas para reunir más gente y volver a Mucuritas a esperarle; pues ese era el punto donde yo deseaba presentar acción al enemigo. Hallándome ya en Achaguas con algunas fuerzas reunidas, recibí fatales e inesperadas noticias, tales como la derrota y muerte de Treites, que había ya reunido 300 hombres en el Guayabal, la destrucción y muerte del comandante Rozo Hurtado, que se hallaba con 600 en el pueblo de San Jaime, provincia de San Jaime, y la dispersión de la división del general Urdaneta, el cual, encontrándose en la capital de Barinas, se retiró sobre Apure, camino de Nutrias, perseguido hasta Santa Catalina por el general Calzada, que vino de la Nueva Granada por el camino de los Callejones de Mérida.

   Esta serie de sucesos adversos, junto con la noticia de que ya se acercaba Morillo con fuerzas triples a las nuestras, hizo creer a muchos jefes y oficiales que yo no podía resistir con mis pocas tropas a las numerosas y aguerridas que conducía el general expedicionario. Unos me pidieron pasaporte para retirarse a la provincia de Guayana: muchos se marcharon sin él y siguiendo tan pernicioso ejemplo algunos oficiales de carabineros se desertaron con 800 de sus hombres, llevándose dos cargas de pertrecho que constituían todo nuestro parque. Entre los que con pasaporte me abandonaron en aquella peligrosa posición fueron Santander, Conde, Blanco, Carreño, Manrique, Valdés, el doctor José María Salazar, y algunos de los emigrados como el doctor Yanez, y los presbíteros Méndez y Becerra. Tan grandes contratiempos no bastaron para hacerme perder el ánimo, ni para decidirme a dejar solo empezado lo que pudiera llevarse a término si no vacilaba la fe o faltaba al denuedo la confianza. Cuando en cualquiera empresa siente el hombre esa fuerza extraordinaria que se llama fe, debe siempre seguir su impulso recordando que un oráculo sagrado nos ha dicho que ella hace prodigios y milagros. Además, estaba yo en la firme persuasión de que aquellos llanos de Apure podían ser para nosotros, en el caso de ser sometido todo el territorio venezolano, lo que fueron las montañas de Asturias para los patriotas españoles después del desastre que sufrieron las armas en las orillas del Guadalete.

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo del general José Antonio Páez, 1946, p. 118 y ss.

 

76

ORDEN PARA AUXILIAR A SANTANDER

Cuartel general en Upatá, 7 de marzo de 1817 7°

   Al coronel Francisco de Paula Santander y sus compañeros, en la misión 25 del ejército de Apure cerca del jefe supremo.

   Instruido por la nota oficial que con fecha 20 de febrero último se sirvieron dirigirme usted y sus dignos socios de la importante comisión confiada a su celo para ante el jefe supremo, y de las dificultades que los retienen para atravesar el Orinoco o acercarse a este ejército, y deseando abreviar y facilitar sus marchas, cualquiera que sea la dirección que usted se proponga, libro con esta fecha orden para que el comandante de ese departamento preste a usted los auxilios que necesite.

   Sería muy satisfactorio para mí, muy conforme a mis deseos y conveniente al éxito feliz de su misión, el que usted prefiriese esta vía y tocar conmigo, antes que la de San Diego. Además de que en todo el tránsito no hay peligro ninguno y que por esta parte pasará usted el Orinoco con seguridad, adquiriría yo la doble ventaja de conocer y tratar a usted y oír de su boca interesantes detalles con respecto a la situación, operaciones y probables sucesos del ejército de Apure, detalles indispensables para fijar mi opinión, y para calcular más exactamente la especie y cantidad de socorros que se me piden.

   Si antes de continuar usted sus marchas, se presentase oportunidad para el ejército de donde proceda, tendrá usted la bondad de ofrecer al comandante Páez cuanto esté a mi alcance para cooperar a su salvación; pero muy especialmente le asegurará usted las municiones que antes de ahora había resuelto enviarle.

   Dios guarde a usted muchos años.

Manuel Piar

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 16, p. 186, No. 124.

 

77

COMBATES EN EL RIO

Fuerte Brion, 4 de agosto de 1817

   Señor subjefe de estado mayor general

   Señor general:

   La escuadra enemiga pasó ayer tarde por delante de este fuerte sin haber disparado un tiro de cañón. Nuestra artillería del fuerte y de la escuadra obró contra aquella, pero sin ningún suceso. Nuestros buques se hicieron a la vela en oportunidad a tiro de cañón de la contraria, reunida ya la escuadrilla del comandante Rodríguez, que llegó a la par con la enemiga, pero los remolinos del río no permitieron dirigir bien nuestros buques mayores, a excepción de las goletas Tártaro y Tigre, que se pusieron a la cola de los buques españoles.

   Hasta las 12 de la noche se habían apresado un bergantín cargado con pertrechos y varios intereses, y tres goletas. El señor almirante que iba a bordo de la Tártaro, dice que la escuadra goda seguía en el mayor desorden y que esperaba tomarla. Anoche y esta madrugada se ha oído un cañoneo bastante vivo. Nuestra escuadra mayor y menor se hallaba reunida a tiempo en que se dio el último parte.

   Su excelencia el jefe supremo ha resuelto que el teniente coronel Piñango vaya a esa plaza a hacerse cargo de todo lo relativo a artillería para arreglarlo del modo más conveniente.

   Dios guarde a vuestra señoría muchos años.

   El jefe,

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Lecuna, Vicente, 1942, t. 1, p. 3, No. 2, de Archivo del Libertador.

 

78

ATAQUE DEL ENEMIGO

Estado mayor general. Cuartel general del Rastro, 19 de abril de 1818 8°

   Señor coronel jefe del estado mayor de Guayana

   El 17 del corriente campado su excelencia con la división reunida en San José de Tiznados cerca del río que corre a sus inmediaciones, intentó el enemigo sorprendernos con cerca de 500 hombres de todas armas acaudillados por Real y López. La sorpresa fue muy bien dirigida, pero muy mal ejecutada, sin embargo de que la oscuridad de la noche les daba gran ventaja. Al amanecer fuimos atacados de firme; la ninguna cooperación de la caballería ha hecho dispersar nuestra división, y por supuesto ha quedado el enemigo dueño del campo de batalla.

   El señor general Cedeño que se hallaba a ocho leguas de distancia sobre El Pao, instruido de este suceso se ha retirado con su columna de 500 hombres, así para librarse de un ataque desventajoso, como para proteger a los dispersos. Se halla en este pueblo, y en él se ha reunido no sólo una multitud de los derrotados, sino la columna que el coronel Aramendi traía de Apure. Su excelencia con esta otra división piensa solicitar la reunión con el señor general Páez, que se halla en El Pao desde el 11.

   Su excelencia se halla sumamente ocupado; acaso no escribirá directamente a esa ciudad, y lo hago yo de su orden para conocimiento de vuestra señoría y de esa comandancia general.

   Nada sabemos del enemigo fuera de haber muerto el teniente coronel López conocido por el segundo. Una columna, que obra por Ortiz a orden del ayudante general coronel Sánchez, no ha tenido novedad alguna hasta esta fecha.

   Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

   El subjefe,

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Gaceta Histórica, p. 121-122, del original Museo Bolivariano de Caracas.

 

79

ATENTADO AL LIBERTADOR

   Estando López en el puerto de San José esperando al Libertador, acampó éste con su fuerza en el Rincón de los Toros, a una legua de San José.

   Al llegar a dicho pueblo supo que López estaba muy cerca y me envió al general Cedeño con 25 jinetes para decirme que me detuviera, pues ya él venía marchando a reunirse conmigo.

   En la noche de aquel mismo día un sargento de los nuestros se pasó al enemigo y reveló el santo y seña de la división, la fuerza de que constaba y el lugar donde se encontraba el jefe supremo.

   Concibió entonces López la idea de sorprender al Libertador, y confió la operación al capitán don Mariano Renovales, haciéndole acompañar de ocho hombres escogidos por su valor.

   Entre tanto Bolívar descansaba en su hamaca, colgada de unos árboles a corta distancia del campamento. Como a las cuatro de la mañana, cuando el coronel Santander, jefe de estado mayor, iba a comunicar al Libertador que ya todo estaba preparado para la marcha, tropezó con la gente de Renovales, y después de exigir el santo y seña preguntó qué patrulla era aquélla.

   Respondióle Renovales que venía de hacer un reconocimiento sobre el campo enemigo, según órdenes que había recibido del jefe supremo, que iba a darle cuenta del resultado de su comisión; pero que no daba con el lugar donde se hallaba.

   Santander le dijo que viniera con él, pues él también iba a darle parte de que todo estaba listo para marchar.

   Habiendo llegado a la orilla del grupo de árboles donde Bolívar y su séquito tenían colgadas sus hamacas, les señaló una blanca que era la de aquél; apenas lo hubo hecho cuando los realistas descargaron sus armas contra la indicada hamaca.

   Afortunadamente hacía pocos momentos que éste la había abandonado para ir a montar su mula, y ya tenía el pie en el estribo cuando ésta, espantada por los tiros, echó a correr dejando a su dueño en tierra.

   Bolívar, sorprendido por descarga tan inmediata, trató de ponerse a salvo y en la oscuridad de la noche no pudo atinar con el lugar del campamento.

   Este hecho ha sido referido con bastante inexactitud por algunos historiadores de Colombia, y no ha faltado quien lo haya referido de una manera ridicula y poco honrosa para el Libertador.

   No debe sorprender que él no atinase con el campamento, pues el mejor llanero que se extravía en la oscuridad de aquellos puntos, se halla en el mismo caso que el navegante que, en medio del océano, pierde su brújula en noche tenebrosa. 

   A mí me ha sucedido creerme desorientado en los llanos durante toda una noche, y sin embargo al amanecer he descubierto que había estado muchas veces al pie de la misma mata.

   Grande fue la confusión del campamento cuando vieron que Bolívar no aparecía; todos se figuraron que había muerto si no era prisionero de los enemigos. Al amanecer atacaron los realistas el campo de los nuestros y hallaron muy poca resistencia porque aún duraba el pánico que la sorpresa había causado.

   En el ataque murieron algunos bizarros jefes y cayeron prisioneros otros que después fueron fusilados por orden de Morillo.

   Como compensación allí fue muerto Rafael López, el mejor jefe de caballería que llegaron a tener los realistas, tanto por su valor como por su sagacidad.

   Era natural de Pedraza, provincia de Barinas, y pertenecía a una de sus familias más conocidas.

   El general Cedeño, aunque dormía a mucha distancia del campamento, oyó el fuego del combate y contramarchó para averiguar lo sucedido.

   Llegó al campo y no encontró amigos ni enemigos; pero comprendiendo que los patriotas habían sufrido un desastre, se fue a Calabozo en busca de Bolívar.

   Los dispersos del Rincón de los Toros encontraron al Libertador y le dieron el caballo de López, que el comandante Rondón había cogido después de muerto su jinete.

   Recibí noticia del desastre; pero como Bolívar no me envió ninguna contraorden, seguí mi marcha sobre San Carlos, donde estaba Latorre con 3.000 hombres

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo del general José Antonio Páez, 1946, t. 1, p. 162.

 

80

COMBATE SANGRIENTO

   Estado mayor general. Boletín del ejército libertador de Venezuela.

Cuartel general de San Fernando, 13 de mayo de 1818 8°

   La división del general Páez se dirigió a la villa de El Pao, después de la retirada del enemigo hacia la villa de Cura, por consecuencia de la derrota que sufrió en Ortiz. Su excelencia creyó necesario destruir un grueso cuerpo, que con el nombre de reserva reunía el brigadier Real, y aprovechar además los recursos y comodidad que ofrecía esta ruta para conservar nuestra numerosa caballería. Al aproximarse nuestras tropas, Real abandonó El Pao y replegó hacia Valencia, y la división del general Páez marchó sobre San Carlos, que ocupó después de haber sido completamente batida la columna enemiga, que inútilmente emprendió defender aquella ciudad.

   Su excelencia estableció su cuartel general en San José de Tiznados el 13 de abril, y esperó que se reuniesen todos los cuerpos, que habían obrado con buen suceso en los pueblos de San Francisco de Tiznados y Barbacoas, que los españoles intentaron en vano insurreccionar. El 15 marchó el general Cedeño con su división hacia El Pao; y el 17 la columna de caballería, a las órdenes del general Saraza y 300 cazadores que se hallaban acampados en el Rincón de los Toros, fueron sorprendidos y dispersados por el comandante López, que murió en esta acción con una gran parte de su fuerza. El general Cedeño, a la cabeza de 1.500 hombres de toda arma, volvió a los llanos de Calabozo.

   Los enemigos, erguidos con este último suceso, resolvieron salir contra las fuerzas del general Páez, y al efecto reunieron todas las guarniciones de las plazas y aun los cuerpos cívicos de Caracas. Con este nuevo ejército, bajo las órdenes del brigadier Latorre, se presentaron el dos del corriente en las llanuras de Cojedes, en donde nuestras tropas los esperaban con impaciencia. Es aquí en donde se ha dado un combate sangriento, y en donde los españoles han acabado de conocer la superioridad de nuestra caballería.

   El enemigo se presentó con su infantería en columnas, al centro de otras dos columnas de caballería, que formaban sus alas. Nuestro ejército le aguardó en formación de batalla: el general Anzoátegui mandaba la infantería, el teniente coronel Cornelio Muñoz la caballería de la derecha y el coronel Iribarren la de la izquierda; el coronel Rangel mandaba la reserva. Nuestra línea cargó con la mayor intrepidez sobre el enemigo, y a pesar de su firmeza fueron destrozadas sus columnas de caballería y mucha parte de su infantería. La que no entró en combate debió su salvación a haber tomado el bosque por la morosidad de nuestra reserva, que no llenó su deber, a pesar de los esfuerzos de sus jefes. El campo quedó cubierto de mil cadáveres, de multitud de armamento, municiones, equipajes, comisaría, y gran cantidad de prisioneros. El brigadier Correa, jefe del estado mayor general, y el coronel González Villa, comandante del batallón Castilla, han muerto entre otros oficiales de graduación. También se dice del general Latorre, aunque no se sabe positivamente. Todos los jefes de los dragones de la unión, de los húsares y lanceros del rey, han muerto, igualmente.

   Nuestra pérdida es pequeña; pero se hace muy sensible por no haberse podido obtener un completo suceso continuando nuestras marchas hasta Valencia, por el estado a que ha quedado reducida nuestra caballería por sus marchas y contramarchas. La división del general Cedeño mantiene en tranquilidad todos los llanos de Calabozo.

   En ocho combates, que con sucesos alternados ha prolongado una campaña, que debía haber sido ya terminada, se ha visto en ambas partes conservar las posiciones que respectivamente convienen a los dos ejércitos. Los españoles, fuertes en infantería, cubren las montañas: nosotros, fuertes en caballería, poseemos las llanuras y todo el interior de Venezuela. Aunque aparentemente esta campaña parece indecisa, nada puede hacerla inclinar en favor de las armas españolas. Ellos han perdido sus generales, jefes, oficiales y tropas europeas, y más de 3.000 soldados del país, todos los recursos, todos los abastos y todas las caballerías. Nosotros hemos sufrido la pérdida, debemos confesarlo, de más de 1.000 infantes y 500 caballos, algunas armas y municiones y algunos bravos oficiales; pero nosotros reparamos nuestras desgracias con la misma prontitud con que las experimentamos, en tanto que nuestros enemigos tienen sus elementos militares a tanta distancia del teatro de la guerra, y sus sacrificios por esta causa les son infinitamente más costosos que a nosotros, que todo lo tenemos en el seno de nuestro país.

   El subjefe de estado mayor general,

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Correo del Orinoco, t. 1, No. 1, 1818 (27/6).

 

81

EL CORONEL SANTANDER ADMITIDO EN EJERCITOS DE VENEZUELA

Cuartel general de Angostura, 18 de junio de 1818 8°

   Jefe supremo de la República de Venezuela, etcétera...

   Por cuanto atendiendo a los servicios y méritos del ciudadano Francisco de Paula Santander, coronel efectivo de infantería al servicio de la Nueva Granada, he venido en admitirle al de Venezuela en la misma clase, con la antigüedad de 31 de mayo de 1814 en que fue despachado por aquel gobierno. Por tanto, ordeno y mando a la autoridad a quien corresponda dé la orden conveniente, para que se le ponga en posesión del referido empleo, guardándole y haciendo que se le guarden y cumplan las honras, gracias, exenciones y preeminencias que, como tal, le tocan; y que el intendente del ejército o provincia donde fuere a servir haga tomar cuenta y formar asiento de este despacho en la contaduría del Estado.

   Dado, firmado de mi mano, sellado con el sello provisional de la República, y refrendado por el secretario del despacho en el cuartel general de Angostura.

Simón Bolívar

J. G. Pérez.

Secretario.

Cuartel general en Angostura, 19 de junio de 1818 8°

   Vuestra excelencia admite al servicio de Venezuela con el empleo de coronel efectivo de infantería al ciudadano Francisco de Paula Santander, que lo fue al de la Nueva Granada, declarándole la antigüedad de 31 de mayo de 1814 en que fue despachado por aquel gobierno. Cúmplase con lo que su excelencia manda. El jefe de estado mayor general,

Carlos Soublette

   Registrado en la intendencia general del ejército y formado el asiento correspondiente, página 226, número 949. El intendente general,

Francisco Antonio Zea.

Angostura, 20 de junio de 1818 8°

   Certifico: que el coronel Francisco de Paula Santander, para quien se ha expedido el presente despacho, ha sido incorporado en el ejército libertador de Venezuela al mando de su excelencia el jefe supremo en abril de 1817, desde cuya época ha hecho en el sur servicios, habiendo anteriormente prestádolos a Venezuela en el ejército de Apure y ser la fecha de su despacho posterior a aquella en que se incorporó, consistente en haber perdido en la pasada campaña su primer despacho, y solicitado ahora su revalidación. Y para que así conste, y no pueda haber duda alguna por este incidente, firmo la presente en Angostura a 20 de junio de 1818 8°.

   El jefe de estado mayor general,

Carlos Soublette

 

FUENTE EDITORIAL:
Otero y Cuervo, p. 126-127, No. 49.

 

82

SANTANDER EXPLICA CON FRANQUEZA

Angostura, 22 de junio de 1818 8°

   Benemérito general José Antonio Páez

   Mi apreciado compañero y amigo:

   He recibido la estimable de usted del 29 de mayo con la copia de una carta que yo había escrito a Uribe a Casanare. Si la justicia no me hubiera dictado hablar en ella de la manera que usted ha visto, yo me habría sorprendido, y empezaría a reclamar contra el horrendo procedimiento de interceptar cartas bajo los auspicios de un gobierno libre, y contra la violación de la buena fe de las sociedades. Pero impregnado de sentimientos libres, yo quiero probar a usted que esa carta está muy lejos de presentarme a los ojos de mis conciudadanos como un hombre criminal. Expresión de que usted ha usado con alguna ligereza, y que, debo confesarlo, ha herido mi amor propio. Mucho agradezco las protestas de amistad de usted y sus muy buenos deseos, y tanto esto, como el testimonio de mi conciencia, me ponen al abrigo de todo temor. Usted ha dado un paso generoso mirando con ojos imparciales mis expresiones, y sin duda que en esto usted me ha dado pruebas de amistad. No debe usted menos dudar de la consideración que me inspiran sus eminentes servicios a la República y del gusto con que me emplearé en servirle.

   La amistad me concede el derecho de explicar a usted mis opiniones, y de exigir que decida en justicia si esa carta a Uribe puede hacerme criminal. Cuando escribí a ese ciudadano ya habían pasado las diferencias entre usted y Pérez y aun podemos decir que habían terminado, pues el jefe supremo había acordado dictar providencia. Ni supe de esas diferencias, ni menos tuve la más mínima parte en ellas. No conocía a Uribe; pero en vez de saber que fuese un perverso a todas luces, tenía informes de que era un oficial de conocimientos e inteligencia. Sabía que había hecho valer ante usted los derechos de Casanare para restituirle sus antiguos funcionarios, y no depender de provincia de quien jamás había dependido. Yo, que creo que este procedimiento es muy justo, debía complacerme en ver que aún quedaban granadinos que representasen por el honor y decoro de su país, y que no se dejasen tratar como se trata a los siervos. Oiga usted sin pasión si tengo justicia. Casanare ha pertenecido a una confederación, que tenía sus leyes, sus instituciones y sus funcionarios. Sin el acuerdo de todos los pueblos que las criaron no pueden ser abolidas, ni destruidas, so pena de incurrir en la misma tiranía que ejercieron los españoles. La fuerza no da derecho alguno para destruir el sistema establecido por la espontánea y libre voluntad de los hombres, y aunque era de necesidad actual que Casanare buscase protección en su orfandad, no había necesidad de que se variase absolutamente su sistema. ¿Por qué, pues, se nombraron funcionarios nuevos, y se le obliga a obedecer leyes que no ha establecido? ¿Perteneció Casanare alguna vez a Venezuela? ¿Y aunque quiera ella pertenecer, hay razón y justicia para que por sí sola tome un partido sin escuchar la opinión de sus hermanos con quienes ha formado siempre un solo cuerpo? O yo me engaño en los principios recibidos entre todos los pueblos libres o sostener nuestros derechos no es criminalidad. Estos son los sentimientos del habitante de Barinas, del hijo de Caracas, del cumanés, sostener el rango, que se han dado de unánime consentimiento, y defender los derechos que los pueblos recobraron por la transformación. Este es el idioma del jefe supremo en sus proclamas y decretos, y si esa autoridad suprema que ejerce le fue conferida, ha sido de común acuerdo por una asamblea convocada en Margarita y ratificada por el consentimiento y voluntad de los jefes y divisiones que no pudieron concurrir allí. ¿Usted mismo, general, no ha vacilado hacer un ciego sometimiento, y no ha prestado su consentimiento y el de ese ejército para reconocer aquella autoridad? ¿Pues por eso es que ese derecho, que tiene el venezolano en su país, no lo ha de tener el granadino en el suyo? Yo entiendo que cuando se habla, y se trata de libertar la Nueva Granada no se trata de ir a echar a los españoles, e imponer a aquel pueblo un nuevo yugo, obligándolo con las armas a recibir la ley, que a título de más fuerte se le impone, y la constitución, que él no haya concurrido a formar: entiendo que libertar la Nueva Granada es romper las cadenas con que la tienen aprisionada, restituir sus pueblos al goce de sus primitivos derechos, dejarlos en aptitud de reformar los defectos de su sistema y de abrazar un partido, que no perjudique a la libertad general de la América, en una palabra, formar con su acuerdo la gran nación granadina-venezolana. Si otra cosa se piensa hacer por lo que pueden conducir los ejércitos a aquel país no habría diferencia entre esa conquista y la que hicieron los españoles el siglo XVI en aquel mismo continente.

   ¿Estos sentimientos serán los de un hombre criminal? No lo fue Demóstenes, cuando excitaba a los atenienses a no recibir la ley de los macedonios, sino a los ojos de Filipo. Ni lo fue Guillermo Tell, cuando insurreccionó la Helvecia oprimida por los austríacos, sino el juicio del emperador. Ni lo fue Washington cuando sostenía los derechos de sus compatriotas contra los decretos del parlamento, sino en las ideas de Jorge III. ¿Criminal un hombre que cumple con los deberes de americano, de granadino y de patriota, que lejos de aprobar la insubordinación aprueba sólo el hecho de haber representado los derechos de una provincia? O yo no conozco el castellano, o usted, mi querido amigo, no me ha hecho justicia.

   Así como el señor Vásquez remitió a usted la carta en cuestión, podía haberle remitido la que yo le escribí en mayo pasado, cuando supe había obtenido el nombramiento de gobernador. En ella habría encontrado usted el lenguaje de la unión y de la obediencia conciliados con la necesidad de defender a Casanare por algún tiempo de cualquiera parte que la pudieran auxiliar y proteger. Le podía también haber enviado la carta que en diciembre dirigí a mis paisanos residentes en Casanare excitándolos a vivir unidos con sus compañeros de armas, a recuperar el honor perdido por consecuencia de nuestras desgracias del año de 16, a 3 obedecer las autoridades reconocidas provisionalmente, y a imitar el ejemplo que el bravo venezolano nos daba combatiendo obstinadamente contra los tiranos. Estas eran mis expresiones, que usted podrá ver, cuando quiera pedir a Casanare dicha carta. Soy amigo de la justicia, general, y en donde no encuentro esa virtud, que hace la felicidad de todas las sociedades, ese regulador cierto y quizá seguro del mundo, estoy muy lejos de emplear el idioma de la mentira. Cuando importaba purificar a usted y a ese ejército de las imputaciones que habían hecho cuatro vagabundos, yo lo hice con toda la firmeza y carácter que me son naturales y lo mismo haré siempre que la justicia dicte una conducta semejante. Mis opiniones son libres y puedo manifestarlas con toda la franqueza que ofrece un gobierno que a cada paso dice que gozamos el derecho de libertad. Si el pensar, hablar y escribir en materias que no destruyen los fundamentos del sistema establecido, nos es prohibido y nos hace incurrir en criminalidad, dejemos las armas de la mano y prescindamos de combatir por fantasmas e ilusiones. ¿Puedo yo temer algo por mis opiniones en donde aún reina la justicia? ¿Sostener los derechos y rango de mi país, causa algún trastorno al gobierno de Venezuela, o es alguna maquinación contra él? ¿Es traición? De ninguna manera. Aprobar que se representen los derechos de una provincia, sin excitar a la insubordinación militar, que es cosa muy diferente, creo que debe ser juzgado por todo hombre como un acto de patriotismo y de honor excepcional.

   Temer que si callamos seremos colonos de Venezuela o de cualquier otro pueblo que quiera someternos por la fuerza, nada tiene de criminalidad. Me contraje primero a Venezuela porque es el pueblo que está en aptitud de prestarnos sus auxilios hoy, y porque los únicos funcionarios que se han dado a Casanare son venezolanos; me extiendo luego a abrazar cualquier otro pueblo, porque toda servidumbre, sea de quien fuere, siempre es servidumbre. Mi proposición es general, y no creo que ella comprenda a este o a aquel individuo. ¿Cuál es el modo de gobernar colonias? Darles funcionarios, aunque no los quieran, darles leyes que no han concurrido a formar, quitarles toda representación y exigirles ciega obediencia. ¿Se ha hecho algo menos con Casanare? ¿Existe su gobernador elegido por sus pueblos? ¿Hay algún funcionario granadino, por más que entre nosotros haya quien pueda hacerlo? Todas las provincias de Venezuela hacen valer sus derechos y las leyes de la confederación no han sufrido otra variación que las circunstancias y una autoridad competente han dictado, ¿y Casanare solamente debe callar y sufrir porque es provincia del reino? ¿Se exige algo más de los colonos? Permítame usted que nosotros debemos resentimos de todo esto, y que ninguna falta podemos cometer en representar nuestros derechos. Bien sabido es, que hasta la insurrección es justa cuando ya no se oyen las representaciones, ni los clamores, y que no hay hombre que no tenga derecho de exigir se cumpla con la justicia. Prohibiciones en esta materia sólo en Turquía se encuentran.

   Tan distante he estado de crear disensiones y de mezclarme en ellas, que a nadie he manifestado con tanta extensión mi opinión como a usted en esta carta. Me contemplo venezolano actualmente: sé distinguir lo razonable de lo que no es y estoy convencido que el primer deber de un militar es obedecer. Hay una autoridad establecida y reconocida, afortunadamente la ejerce un hombre de crédito y talentos; mi deber es obedecerla y sostenerla. Si esa misma autoridad es reconocida por los pueblos de Nueva Granada por su espontánea voluntad, yo entonces, granadino, la obedezco y la sostengo. Si en vez de concedérsela al general Bolívar se la conceden a usted o a otro cualquiera, a usted o a ese reconozco y obedezco; pero quien por la fuerza quiera obtener obediencia de pueblos que gozan de sus derechos, esto es lo que no está escrito en el sagrado libro de la justicia.

   Estoy bien persuadido del buen afecto de usted por el deseo que me manifiesta de que no me perjudique en mis adelantamientos. Yo debo declarar a usted con franqueza, que cuando dejé a mi país contra mi bien expresada y pública voluntad y vine a servir en Venezuela estaba muy seguro de que no obtendría ningún adelantamiento. Mi filosofía me hace vivir contento con la seguridad de que el testimonio público y el de mi conciencia persuaden que he procurado llenar mis deberes. En los destinos que he tenido he tratado de conducirme honradamente y de ganar la confianza de los jefes y la del gobierno, y afortunadamente no me pueden acusar de infidelidad en ellos. ¿O usted acaso sabe que al tiempo en que la intriga de Serviez me alejó del gobierno general de Nueva Granada iba a obtener el grado de general y sin embargo he estado muy lejos de hacer ninguna reclamación? Mis aspiraciones están circunscritas a volver a mi país cargado de experiencia, y entre tanto a servir fielmente a la causa de Venezuela, que es la causa de mi patria, por la cual debo hacer toda clase de sacrificios.

   ¡Cuánto me lastima esa rivalidad que se nota entre granadinos y venezolanos en Casanare! Jamás la he aprobado, ni la puede aprobar el que tenga un poco de sentido común. Nadie más generoso que yo en olvidar las injurias con que mil veces se ha insultado a todo el pueblo granadino llamándolo cobarde, inepto, bárbaro... y en olvidar el tratamiento que han recibido muchos de mis paisanos. Esta es muy pequeña cosa para que dos pueblos, que habitan un mismo continente y que sostienen una misma causa contra un enemigo común, puedan dividirse entre sí, y mucho menos cuando están llamados a formar un solo cuerpo de nación. Usted debió decirme qué quería que yo hiciese, para haberlo hecho. Indíqueme, pues, los medios de restablecer la concordia, que los pondré en ejecución, prescindiendo de cuantos motivos y resentimientos podamos tener. Yo confieso que he sido en este país de los pocos que han obtenido alguna consideración pues es menester confesar que a veces los prisioneros enemigos han sido mejor tratados que mis paisanos. Hasta la virtud de haber venido a buscar un asilo en sus hermanos de Venezuela fue mirada con burla y como un efecto de sobrada cobardía. Ver a un granadino era representarse la idea de la ineptitud, de la barbarie, de la canallería. Parecía que había desaparecido de la memoria de los venezolanos la campaña del año de 13, en que un puñado de granadinos bien conducidos rompieron las cadenas de muchos de esos mismos que se burlaban de nosotros. Parecía que Venezuela no había sufrido una catástrofe igual, cuando 300 malvados conducidos por Monteverde habían ocupado todo el país. Parecía que en Venezuela no se tenía noticia de las campañas del sur de la Nueva Granada, en que un ejército granadino triunfó siempre de las bandas realistas bien disciplinadas y no mal dirigidas. Parecía, en fin, que en Venezuela no habia habido derrotas, ni se había visto huir a cuerpos enteros detrás de sus oficiales. Tal era el encono y la prevención contra cualquier oficial o paisano que no hubiera nacido en el territorio de Venezuela. ¿Le parece a usted que no se necesita insensibilidad para dejar de sentir estas cosas? ¿O también estamos condenados a sufrirlas y callar? Pues que no olviden que la Nueva Granada es un país poblado con casi 3.000.000 de habitantes, que privándola de algunos miembros que la pertenecen, no ha perdido ni su genio, ni su suelo, ni su sol; que si este país no se deja hoy divisar sobre la carta política, es porque está ausente, no porque esté borrado; que las vicisitudes de la fortuna pueden aún serle favorables y que algunos de los que hoy se ríen de sus males podrán en otro tiempo recurrir a su apoyo, y desearán entonces encontrar a la Nueva Granada ocupando el lugar que la naturaleza le ha asignado. Me he expresado de esa manera para que vea que esa rivalidad parte de algún principio, y que en manos de usted y de sus compañeros está en mucha gran parte el sofocarla. Por la mía protesto, a fe de hombre de bien, que contribuiré cuanto queda para que olvidemos todo, y no formemos sino una sola familia, que está empeñada en ganar su independencia.

   He tenido la satisfacción de hablar con usted con la franqueza que exige la amistad. Ya usted sabe cuál ha sido mi opinión. Yo nunca me mezclaré en trastornar lo hecho; pero sí hablaré libremente antes de que se vaya a hacer cualquier cosa. Casanare está dependiente de usted y ojalá que usted haga su entera felicidad. Galea manda, Vásquez gobierna; ¡ojalá que Casanare sea feliz bajo sus órdenes! Lo más importante es que destruyamos los españoles que quedan en Venezuela y que liberten esa República los que están encargados de tan heroica empresa, para que después vuelen a aliviar a los granadinos extremadamente oprimidos. Libérteseles, y gánense enhorabuena esa gloria inmortal los venezolanos, que son los que tienen los recursos; pero gánense también la inmarcesible gloria de haberle restituido la plenitud de su libertad, para que haga de ella el uso que deben hacer los pueblos reunidos en sociedad. ¿A qué más se puede aspirar? Este es el voto de mi corazón y la opinión que siempre sostendré en honor de mi patria.

   Restitúyame usted mi crédito, mi querido amigo, desistiendo de pensar que yo he sido criminal. Esta expresión está buena para Catilina, para Piar, y no para quien en vez de maquinar contra su patria, trata de que se la haga feliz. Medite usted sobre lo que he tenido el honor de escribir y cubierto de laureles en Venezuela pase a recoger los que le brinda la libertad de la Nueva Granada.

   Cuénteme por su verdadero amigo y disponga del afecto con que soy su estimador compañero, que besa su mano,

Francisco de Paula Santander

   1°. Lejos del altar de la adulación en donde a veces se obtienen ascensos, muy distante de entrar en partidos por medio de los cuales se ganan graduaciones.

   2° ¿Ambiciona usted hacer pasar su nombre a la posteridad sin más honor? ¿Quería usted cambiar el ilustre título de Libertador por el de opresor de sus hermanos? ¿No hará usted por su parte felices a los granadinos hoy oprimidos?

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 169.

 

83

SANTANDER PIDE VINDICAR A VENEZOLANOS

Angostura, 6 de julio de 1818 8°

   Señor editor:

   He leído con placer el oficio del cabecilla Morillo, que usted ha insertado en su Gaceta del 4, y he visto su nota 13 en que vindica el honor de los naturales de Santafé a quienes aquel caudillo ha imputado cobardía y timidez.

   Usted ha procedido justamente en haber recordado los hechos y conducta de los hijos de la Nueva Granada cuando bien conducidos libertaron el territorio que media entre el Táchira y los muros de La Guaira. Yo creo, que en honor de ese país donde he nacido, y en vindicación propia debo declarar que el señor Morillo ha padecido en su oficio algunas otras equivocaciones.

   Es la primera: "La de que a la derecha del Magdalena se han dado algunas batallas a tropas organizadas por venezolanos". Las tropas de que habla no han podido ser otras que las que componían la división de oriente, que obraba en Casanare, la de Cúcuta, la del alto Magdalena, y los dos ejércitos que llamamos del norte, y que se formaron sucesivamente. De todos estos cuerpos sólo el primero fue organizado por un venezolano, que es el coronel Miguel Valdés; pues el de Cúcuta, cuando el general Urdaneta regresó de Venezuela cubierto de laureles, y tomó el mando en jefe, ya lo estaba. Los demás lo han sido por oficiales granadinos, y yo tengo el honor de haber sido el que organizó la división del alto Magdalena y los ejércitos del norte. Mis destinos de comandante en jefe de la primera y de mayor general de los últimos, me proporcionaron la ocasión de darles la organización que tenían cuando las tropas del rey le dieron batallas, y aunque en esas tropas había oficiales de Venezuela, muy aptos para hacer lo que yo hice, no tuvieron la proporción que yo tuve por mi empleo.

   Es la segunda equivocación: "Que en la provincia de Antioquia se fortificaron muchos puntos con inteligencia por venezolanos". Los puntos fortificados en Antioquia lo han sido por oficiales hijos de la misma provincia, educados en la escuela de ingenieros, que tenía a su cargo el ilustre Caldas. Los oficiales de Venezuela que estuvieron en Antioquia apenas se hallaron en ella de paso para Santafé, y el único que tomó servicio allí, fue el comandante Linares a quien la fortuna le fue adversa en las dos acciones que le presentaron los españoles. Todos conocen que Linares fue un oficial intrépido, bravo, mas no un oficial facultativo. La angostura de Carare bien defendida por el capitán venezolano Contreras con la escuadrilla del rey, fue fortificada por el coronel Gutiérrez, granadino, y reparada por el capitán Aguilar, español. De suerte que aquí y allá en Antioquia, es falso que los venezolanos hayan fortificado algunos puntos.

   Morillo, aturdido y aterrado con lo que había oído contar de la campaña del año de 1813 en Venezuela, y con lo que había visto en la obstinada defensa de Cartagena, se figuraba que iba a combatir en todos puntos con venezolanos, y que los encontraría en todas partes. Si a su entrada en Santafé no halló toda la resistencia que debió haber hallado, puede agradecerlo, entre otras causas, a las intrigas entre el gobierno y el jefe del ejército, que pusieron en sus manos el país, a pesar de los granadinos y de muchos venezolanos que allí había.

   "Todo es obra de los venezolanos". Es verdad que los venezolanos fueron los primeros que proclamaron los derechos de su patria, y han mostrado la senda a otras regiones: ellos han sido los que los han sostenido y defendido con una constancia que admira; ellos son los que han pulverizado las tropas enviadas de la península; son los venezolanos los que actualmente asombran al mundo combatiendo sin recursos contra ejércitos a quienes todo ha sobrado y son seguramente los venezolanos los que arrojarán de la Nueva Granada a los tiranos que la oprimen.

   Sírvase usted dar un lugar en su Gaceta a esta vindicación, que me ha dictado la justicia y el honor de aquel país desgraciado. Aunque he nacido en la Nueva Granada, no soy más que americano, y mi patria es cualquier región de América en que no tenga el más pequeño influjo el gobierno español. Dos años de guerra en Venezuela en la actual época me han dado ocasión de admirar al soldado venezolano, y el tiempo que ha corrido desde nuestra transformación me ha hecho conocer el entusiasmo, patriotismo y odio a los españoles que abriga en su corazón cada individuo de esa República. Felices los venezolanos que han tenido en su seno al genio de la América, que ha sabido poner en movimiento tan sublimes virtudes, y guiar a sus conciudadanos a la cumbre de la gloria.

   Ofrezco a usted toda mi consideración, y el respeto de su afectísimo servidor,

   El coronel,

Francisco de Paula Santander

NOTA DEL REDACTOR. Nos hemos contentado con hacer allí una ligera insinuación, porque nos proponemos manifestar en este periódico los medios con que el general Morillo
Dolis instructur et arte pelasga
se hizo dueño de la Nueva Granada: medios por cierto tan indignos de la nación española, como propios de su gobierno, y de él, y de su ejército, no ya de aquel ejército que admiró a la Europa batiéndose por la libertad; sino de un ejército degradado y envilecido hasta el extremo de sacrificarse por esclavizar a sus hermanos, después de haberse esclavizado él mismo. Esta es precisamente la conducta de los diablos en Quinaut...
Goutons l'unique bien des coeurs infortunés,
Ne soyons pas seuls misérables.

 

FUENTE EDITORIAL:
Correo del Orinoco, No. 3, Angostura, 1818 (11/7).

 

84

MONAGAS ESCRIBE

Tapirira, 13 de julio de 1818

   Mi querido coronel y amigo:

   La grata de usted, del próximo pasado, es en mi poder. Aprecio infinito las veras con que se sirve ofrecerme su amistad de usted, ofreciéndole, con las más vivas insinuaciones de mi verdadero afecto, las limitadas facultades de mi persona.

   Mis deseos son de hacer el último sacrificio en obsequio de la libertad de nuestro país. Mi esperanza está fundada en la actividad, celo y esmero de usted y demás compañeros, cuyas tareas jamás tendrán recompensa. Yo apetezco ver a usted y a ellos recibir el premio a que son acreedores.

   Mis hermanos y secretario contestan a usted su salutación, teniendo estos el honor de ofrecer su inutilidad.

   Espero de usted me honre con facilitarme proporción de emplearme en obsequio de usted.

   Su atento servidor y amigo que es,

J. T. Monagas

 

FUENTE EDITORIAL:
Otero y Cuervo, p. 137, No. 53.

 

85

ORDEN DE LOS LIBERTADORES A SANTANDER

Cuartel general de Angostura, 16 de julio de 1818 8°

   Simón Bolívar, jefe supremo de la República, capitán general de los ejércitos de Venezuela y de la Nueva Granada, etcétera... 

   Al señor coronel Francisco de Paula Santander

   Teniendo en consideración los méritos y servicios de usted he venido en nombrarle miembro del orden de los libertadores; autorizándole para que pueda usar la venera mientras recibe la estrella. Dios guarde a usted muchos años.

Bolívar

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 65.

 

86

VIRTUDES DE SANTANDER

Maturín, 3 de agosto de 1818 Coronel:

   Con indecible gusto he leído la de usted, fecha 14 del próximo pasado, que me trajo Betancourt, y no puedo menos que confesarle el placer que me ha causado su contenido; sintiendo al mismo tiempo no fuese usted mismo el que completase mis deseos.

   Yo escribí al jefe supremo pidiéndole la remisión a este ejército de un jefe de estado mayor, y que este fuese usted, a pesar de no tener la satisfacción de conocerlo; mas los informes que he tenido de sus virtudes, talentos y servicios, no dieron motivo para esta solicitud. Ahora con mucha más razón, que me deja satisfecho su estimada ya citada.

   Yo quisiera tener el gusto de ver a usted a mi lado, y manifestarle más de cerca mi gratitud.

   En el entretanto, soy de usted con mucha estimación afectísimo amigo y servidor,

Santiago Marino

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1913, t. I, p. 361.

 

87

ASCENSO DE SANTANDER

Cuartel general de Angostura, 12 de agosto de 1818

   Señor general de brigada, Francisco de Paula Santander

   El jefe supremo en decreto de hoy ha nombrado a usted general de brigada de los ejércitos de Venezuela, cuyo despacho tengo el honor de incluirle; y me felicito de ser el órgano por donde se transmite a usted este testimonio del reconocimiento de la nación a sus distinguidos servicios. Dios guarde a usted muchos años, señor general. El jefe del estado mayor general,

Carlos Soublette

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 66, de Archivo Santander, Cartas, t. 5 (sic).

 

88

SANTANDER ES NOMBRADO GENERAL DE BRIGADA

Cuartel general de Angostura, 12 de agosto de 1818 8°

   Simón Bolívar, jefe supremo de la República de Venezuela, etcétera.

   Por cuanto atendiendo a los servicios y méritos del ciudadano Francisco de Paula Santander, coronel vivo y efectivo de infantería, he venido en ascenderle a general de brigada de los ejércitos de Venezuela. Por tanto, ordeno y mando a la autoridad a quien corresponda dé la orden conveniente para que se le ponga en posesión del referido empleo, guardándole y haciendo que se le guarden y cumplan las honras, gracias, exenciones y preeminencias que, como a tal, le tocan; y que el intendente del ejército o provincia donde fuere a servir haga tomar cuenta y formar asiento de este despacho en la contaduría del Estado.

   Dado, firmado de mi mano, sellado con el sello provisional de la República, y refrendado por el secretario de la guerra.

Simón Bolívar

José Gabriel Pérez.

Secretario.

Hay un sello.

Cuartel general de Angostura, 12 de agosto de 1818

   Vuestra excelencia eleva a general de brigada de los ejércitos de Venezuela, al coronel vivo y efectivo de infantería ciudadano Francisco de Paula Santander. Cúmplase lo que su excelencia manda. El jefe del estado mayor general Carlos Soublette. Registrado en la intendencia general del ejército y formado el asiento necesario al folio 226 N° 546. Nueva Guayana, 17 de agosto de 1818 8°. El intendente general Francisco Antonio Zea.

Manuel Quintero.

Secretario.

 

FUENTE EDITORIAL:
Sociedad Bolivariana de Venezuela, 1981, t. 14, p. 174-175, No. 3148 del Archivo del Libertador, v. 186, folio 189.

 

89

SANTANDER EN CASANARE

Guayana, 13 de agosto de 1818 8°

   Señor general Santander

   Apreciado amigo, general:

   El ascenso de general con que el gobierno de Venezuela ha remunerado los sacrificios que han marcado su vida militar en la marcha de la libertad y de la independencia, es para mí una satisfacción tan lisonjera, que me congratulo con la República de este suceso.

   También miro su destino a Casanare como un acontecimiento que va a hacer mudar la faz de aquellos negocios; pero de un modo que la República sentirá muy pronto esta promoción afortunada.

   El gobierno de Venezuela ha tenido un feliz acierto en confiar a usted uno de los puntos que más influirán en la libertad y en la independencia del sur, pero él tuvo también presentes las virtudes que en todos tiempos, y en las más críticas circunstancias, lo han distinguido, su talento militar y sus conocimientos políticos. En fin, yo repito que me congratulo con la República por este suceso.

   Usted cuente con mi amistad, y bajo de ella disponga como guste de las órdenes que debe obedecer su obsecuente,

Manuel Cedeño

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 361.

 

90

PROSPERA CARRERA DE SANTANDER

Angostura, 14 de agosto de 1818

   Señor coronel Antonio José de Sucre

   Mi querido compañero y amigo:

   Próximo a marchar a Casanare a mandar aquellas tropas, tengo el gusto de comunicarlo a usted y de ofrecerle con la mayor sinceridad mis servicios allá, o más adelante. Igualmente aunque elevado a general de brigada no soy para usted sino un compañero y un buen amigo. Espero que usted me honrará con su correspondencia por medio de Soublette. Yo iré a estar fuera del campo de la gloria mientras que usted y otros se cubrirán de ella en esta campaña. En los desiertos de Casanare me consolará la noticia de los triunfos de ustedes tanto más, cuanto que ellos acelerarán la marcha del ejército libertador a la Nueva Granada y me proporcionan el mayor placer al reunirme a mis antiguos compañeros.

   Tenga usted la bondad de ofrecer al general Bermúdez mis servicios, y de asegurarle de mis respetos. Soy de usted siempre su mejor amigo y compañero,

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Lecuna, Vicente, 1942, t. 1, p. 4.

 

91

SANTANDER A CASANARE

Cuartel general en Angostura, 17 de agosto de 1818 8°

   Señor coronel Juan Galea, comandante general de la provincia de Casanare, o el que haga sus veces.

   Informado por personas muy fidedignas de la Nueva Granada de los progresos y ventajas que han obtenido en el Perú y en las provincias del sur del reino, las armas independientes de Buenos Aires y Chile, cuyas noticias se confirman por las gacetas extranjeras; y sobre todo seguro de que los granadinos irritados hasta la desesperación por las crueldades inauditas que han cometido en su territorio los españoles, ansian por sacudir su yugo de hierro y sólo esperan la oportunidad de echarse sobre sus opresores; he tenido a bien enviar a esa provincia de Casanare al señor general de brigada Francisco de Paula Santander con un parque de armas y municiones bien provisto de cuanto es necesario por ahora para libertar a la Nueva Granada. En consecuencia ordeno que usted y la división que se halla en esa provincia queden bajo las órdenes y la disposición del general Santander, encargado de dirigir las operaciones de ella y facultado por mí para aumentarla, organizaría y darle movimiento conforme a las instrucciones que ha recibido del gobierno, tomando para esto cuantas medidas crea necesarias. Todas las autoridades locales de la provincia de Casanare quedan sujetas y obedecerán las órdenes del jefe del ejército, general de brigada Francisco de Paula Santander.

   Lo prevengo a usted para su cumplimiento, para que lo comunique a quien corresponda.

   Dios guarde a usted muchos años.

Bolívar

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 67.

 

92

SUCRE CELEBRA EL ENVIO DE SANTANDER

Guayana, a 18 de agosto de 1818 8°

   Señor general Santander

   Mi apreciado amigo:

   Cuando yo he visto un premio que la justicia y el mérito reclamaban, mi corazón se ha complacido altamente; y cuando esta remuneración ha sido a un amigo a quien yo la deseaba, mi satisfacción es completa. La enhorabuena de su ascenso a general de brigada la damos a usted mi padre, mi hermano y yo.

   Enviado usted al mando de Casanare, ningún destino puede lisonjear más la inclinación de usted, y esta acertada elección nos promete una organización bella en aquella provincia, rápidos progresos en nuestras armas, y un apoyo a las operaciones del ejército. Reciba usted, pues, una segunda enhorabuena, y los laureles por sus próximos triunfos.

   No obstante la gran distancia que va a separarnos, ella no debe interrumpir nuestra correspondencia. Un placer me hará en continuarla frecuentemente, y yo pido que usted me favorezca con sus repetidas comunicaciones, sin la etiqueta de aguardar una por otra, sino con la franqueza de la amistad, y comunicándonos los sucesos particulares y generales que nos ocurran.

   Yo espero que como he tenido el honor de ser compañero de armas de usted en Venezuela, mereceré este título en la Nueva Granada. Usted sabe que yo deseo rendir mis servicios a aquel país, y me congratulo con la idea de cumplir mis anhelos. Entonces tendré el gusto de abrazar a usted con el afecto de su más apasionado amigo,

Antonio José de Sucre

   Posdata: Sería ocioso decir a usted que me dejase órdenes. Yo marcho hoy a reunirme a Bermúdez.

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 362.

 

93

OPERACION SOBRE LA NUEVA GRANADA

Angostura, 19 de agosto de 1818 8°

   Al general Páez:

   Informado oficialmente por las autoridades civiles y militares de la provincia de Casanare, por cartas de personas muy respetables y fidedignas, habitantes de la Nueva Granada, fechadas en los meses de junio y julio últimos, y por la exposición verbal que me ha hecho el capitán Uribe, comisionado cerca de mí, de la ocupación de Lima y El Callao, de Guayaquil y Quito por las armas de Buenos Aires y Chile; de la invasión de Popayán y otras provincias del sur de la Nueva Granada; de que las fuerzas españolas europeas en aquella no pasan de 200 hombres; que las tropas criollas a su servicio están enteramente disgustadas y dispuestas a pasarse al nuestro, luego que se presente el ejército libertador; dé que las crueldades y horrores cometidos por los españoles han irritado hasta la desesperación a los granadinos, que han tomado al fin el partido de huir a los bosques, y de formar partidas de cuerpos sueltos, que infestan y desoían todo el territorio; de que sólo faltan allí armas y elementos de guerra, para arrojar o destruir a los españoles de aquel suelo; de que las partidas de guerrillas han interceptado la comunicación de Cartagena con Santafé, e instruido también por las gacetas extranjeras de la célebre jornada del 5 de abril de este año, en que el general San Martín en las inmediaciones de Santiago ha destrozado un ejército español de 7.000 hombres, haciéndole 3.000 prisioneros, entre ellos 190 oficiales, lo que ha producido la libertad absoluta del alto y bajo Perú; he determinado aprovechar la más bella ocasión para emprender con buen suceso la libertad de la Nueva Granada.

   Con este objeto marcha el señor general de brigada Francisco de Paula Santander, con un numeroso parque de armas, municiones y cuantos elementos de guerra son necesarios a la provincia de Casanare, a tomar el mando de la fuerza armada que hay en ella, y a levantar, organizar y disciplinar una división respetable que moverá y dirigirá según las instrucciones que ha recibido de mí.

   He oficiado directamente al comandante general de las armas de la provincia de Casanare, y al coronel Justo Briceño, que queden bajo las órdenes del general del ejército de operaciones de la Nueva Granada, Santander, y a las autoridades civiles, le auxilien con cuanto necesite, para de este modo aprovechar el tiempo y obrar con prontitud.

   La operación que intento sobre la Nueva Granada debe necesariamente producir, tanto para ella como para Venezuela, incalculables ventajas.

   Morillo, en esta última, concentra sus fuerzas, llamando las de los llanos de Caracas, donde ha abandonado a Calabozo, El Sombrero, El Calvario y Chaguaramas, que antes ocupaba alguna infantería, según me participa el general Saraza.

   Calzada ha abandonado a Barinas y probablemente seguirá hasta el cuartel de Morillo. Sámano concentra también sus pocas fuerzas en el reino, por temor de las fuerzas que lo invaden por el sur; dejando de este modo practicable todas las entradas de aquel reino, que invadido ahora puede darnos un ejército tan respetable que destruya a sus enemigos e intimide a Morillo, y Venezuela lo reduzca o a evacuar a esta para volar a contener a la Nueva Granada o lo obligue cuando más a refugiarse a las plazas fuertes de la costa; puesto que en Venezuela somos nosotros infinitamente superiores en número, en toda especie de armas.

   Logramos poner a Morillo en la alternativa, o de evacuar a Venezuela para marchar sobre el reino, o de verse perdido enteramente este, sin que saque otro fruto que perecer de hambre en las plazas fuertes donde se refugie, y arruinar su nación para aumentar sus tropas, o de salir a los llanos a buscarnos, donde infaliblemente será destruido.

   La cooperación activa de vuestra señoría con cuantos auxilios estén de su parte al ejército de Casanare, contribuirá poderosamente al plan que me propongo. Dios, etcétera.

Bolívar

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 16, p. 85.

 

94

INSTRUCCIONES PARA SANTANDER

Ejército libertador de Venezuela. Estado mayor general, oficina 1°. Número 342. Cuartel general en Angostura, a 21 de agosto de 1818

   Señor general Francisco de Paula Santander

   Señor general: Destinado vuestra señoría por el jefe supremo a tomar el mando del ejército de operaciones de la provincia de Casanare, organizado, aumentar sus fuerzas, y sin embargo de que su excelencia directamente le comunica las órdenes de su nombramiento y comisión, me previene que transcriba a vuestra señoría la presente instrucción:

   1°. Luego que vuestra señoría haya tomado el mando de las fuerzas que se le confían, será su primer cuidado y atención levantar y disciplinar cuerpos de infantería, bajo el mismo pie y fuerza de los batallones del ejército, y con este objeto el gobierno pone a disposición de vuestra señoría las armas y municiones que en esta ocasión siguen con vuestra señoría a Casanare, y de que le incluyo una relación.

   2°. Aumentará también la caballería cuanto sea posible, reuniendo todos los recursos que el país ofrezca para el servicio de esta arma.

   3°. Las operaciones de un cuerpo de ejército que obra a tan gran distancia del cuartel general en jefe no pueden ser previstas, pero será de su cargo y responsabilidad la defensa de la provincia de Casanare. Hostilizará los enemigos de la Nueva Granada de cuantos modos se le proporcionen, y aprovechará cualquiera ocasión favorable que pueda presentársele para invadirla. Amenazada la Nueva Granada por el sur, según todos los informes que del mismo país se han adquirido, disgustados generalmente todos sus habitantes con el gobierno español, en insurrección algunos de sus departamentos, descontentas sus tropas y desconfiados sus jefes del espíritu público, la verdad de todos estos hechos, que averiguará vuestra señoría en el momento que llegue a su destino, el número y calidad de las tropas que vuestra señoría levante y organice y el estado de nuestras operaciones en Venezuela, decidirán las que vuestra señoría debe emprender sobre la Nueva Granada.

   4°. Se recomienda a vuestra señoría muy especialmente que, en cuanto sea compatible con el estado de nuestro servicio militar, restablezca vuestra señoría en Casanare la disciplina, tan necesaria para el acierto de las operaciones de la guerra.

   5°. Independientemente de las comunicaciones que vuestra señoría debe mantener con otros jefes, por la naturaleza de su cargo, establecerá la más frecuente posible con el estado mayor general, adoptando los medios que vuestra señoría encuentre más fáciles al hacer su marcha a Casanare, y que me comunicará del tránsito mismo.

   Todo lo que tengo el honor de comunicar a vuestra señoría en cumplimiento de la referida superior orden.

   Dios guarde a vuestra señoría muchos años.

   Señor general.

   El general de brigada, jefe de estado mayor general,

Carlos Soublette

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1913, t. I, p. 363.

 

95

EL ENEMIGO REDUCIDO A DIFICIL SITUACION

Estado mayor general. Boletín del ejército libertador de Venezuela, del 21 de agosto de 1818 8°

   Por la correspondencia oficial de las divisiones del ejército que obran en las provincias de Caracas y Barcelona, tenemos un detal que presentar al ejército de los movimientos más importantes de nuestros avanzados, campos volantes y destacamentos.

   El 11 de julio último, participa el general Saraza, que el comandante José Jiménez, que está a la cabeza de la guerrilla del Guayabal, ha destruido una partida enemiga comandada por Lamuñoz, a quien persiguió hasta el lugar de Cambao a inmediaciones de Santa Rita, causándole grande estrago; con fecha del 13 avisa el brigadier Morales se había fijado en El Sombrero, y que manifestaba la intención de pasar allí el invierno; el 28 comunica que en el sitio de Beatriz, camino de Chaguaramas a Orituco, el comandante Leonardo Infante destruyó completamente el campo volante de Orituco al mando del capitán Rafael Oramas y de Atanasio Villarroel, y de El Calvario mandado por el capitán Machuca.

   El 25 del mismo julio el general Páez, después de anunciar el brillante estado del ejército de su mando, participa que toda la provincia de Barinas y toda la parte del bajo llano de Caracas lo ha cubierto de guerrillas que triunfan de cuantos enemigos se encuentran en sus recorridas. Un cuerpo selecto de su caballería, de 200 hombres, acababa de hacer una incursión sobre Torunos, batió allí una partida de 40 hombres de los que muy pocos se escaparon, siguió sobre la capital de Barinas, y la ocupó sin obstáculo, y Calzada, con una división de 1.300 hombres, se retiró hasta Guanare; de Barinas contramarchó a este lado del Apure por el Pagüey, donde tuvo un encuentro con el famoso capitán Pedro Garrido y otros guerrilleros; Garrido y todos sus compañeros cayeron en nuestro poder, y hay la circunstancia de que era temible por su valor. En Pedraza sufrió igualmente el destacamento o guerrilla que allí había con su comandante Nicolás Ruedas. En fin, este valiente cuerpo ha vuelto a su campo, cargado de un botín inmenso, de multitud de caballos y de un gran número de prisioneros, habiendo dejado toda aquella provincia sin otros enemigos que algunas guerrillas.

   El 1° del corriente dice el general Saraza que la guerrilla que había destinado sobre Orituco tuvo un encuentro con una partida enemiga que destruyó completamente, resultando por nuestra parte sólo un oficial herido; y el 8 del mismo participa que el brigadier Morales se había retirado de El Sombrero con todas sus fuerzas en dirección al occidente y que aún no se sabía su paradero.

   También en 13 del actual comunica el general Monagas que los campos volantes que mantiene a las inmediaciones de Aragua y del Chaparro han causado los más grandes perjuicios al enemigo, pues que les impiden tomar una sola res, provocan la deserción de sus tropas, que diariamente pasan a nuestro campo, y sin cesar hacen prisioneros.

   De manera que el enemigo, molestado en todas partes, sin seguridad en ninguno de los puntos que ocupa, expuesto a diarias incursiones y privado casi siempre de tomar ganados para la subsistencia de sus tropas, está reducido a la más difícil y triste situación, cuando en todo el territorio libre se disfruta de una seguridad que nadie se ha atrevido a alterar, en términos de que un correo solo transita desde Cumanacoa hasta Chaguaramas sin el más pequeño riesgo.

   El general en jefe del estado mayor general,

Carlos Soublette

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 16, p. 86-88.

 

96

CERTIFICACION SOBRE LA CONDUCTA DE SANTANDER

Cuartel general en jefe en Angostura, a 22 de agosto de 1818

   Carlos Soublette, del orden de los libertadores, general de brigada de los ejércitos de la República, jefe del estado mayor general, etcétera.

   Certifico: que en abril del año último pasado, cuando marchaba para esta provincia el jefe supremo, con el ejército que salió de la ciudad de Barcelona, se presentó a su excelencia el coronel Francisco de Paula Santander, que venía del ejército de Apure, y fue desde luego incorporado y destinado al estado mayor general en la clase de ayudante general; con este carácter sirvió en la campaña de esta provincia, habiendo desempeñado las funciones de jefe de estado mayor de la división Piar, y la de jefe del de la línea del bajo Caroni. El 24 de septiembre del año pasado fue promovido a subjefe del estado mayor general de la división Urdaneta, por ser absolutamente indispensable en ella, hasta que en el mes de noviembre se incorporó al estado mayor general, y en su plaza de subjefe hizo la campaña de este año en los llanos de Caracas, y estuvo a la cabeza del estado mayor general por enfermedad mía desde el 20 de febrero hasta el 15 de marzo, y por mi ausencia desde el 29 del mismo marzo hasta que volvió a esta provincia con el jefe supremo en junio último. Se ha encontrado en el fuerte Brion, cuando los españoles evacuaron las fortalezas en 3 de agosto del año pasado, y en la acción de Calabozo el 12 de febrero del presente, de El Sombrero el 16 del mismo, de Semen el 16 de marzo, de Ortiz el 26 del mismo, y del Rincón de los Toros el 17 de abril. En el día de batalla, en las marchas y en la oficina, su conducta ha sido la más recomendable, y ha desplegado todo el valor, celo e integridad que se requiere en un oficial que ocupa un puesto tan distinguido, y que justamente le han granjeado la consideración y aprecio de los jefes principales del ejército.

   Ultimamente ha sido condecorado con la orden de los libertadores y nombrado general de brigada el 21 del corriente.

   El general jefe de estado mayor general,

Carlos Soublette

 

FUENTE EDITORIAL:
Otero y Cuervo, p. 149, No. 66.

 

97

RELACION DE EFECTOS DE GUERRA

Cuartel general en Angostura, a 25 de agosto de 1818 8°

   ESTADO MAYOR GENERAL. RELACION DE LOS EFECTOS DE GUERRA QUE EL SEÑOR GENERAL SANTANDER LLEVA PARA EL SERVICIO DE LAS TROPAS DE CASANARE.

   800 fusiles, 25 quintales de pólvora, 40 quintales de plomo, 10.000 piedras de chispa, una pequeña armería. El general jefe,

Carlos Soublette

   MAS EFECTOS PARA LA GUERRA

Cuartel general en Angostura, 25 de agosto de 1818 8°

   200 fusiles y 200 agujetas, 5 quintales de pólvora, 10.000 piedras de chispa, 300 cartucheras en sus portacartuchos. El general jefe,

Soublette

 

FUENTE EDITORIAL:
Otero y Cuervo, p. 151, No. 68.

 

98

SANTANDER, JEFE DE LA VANGUARDIA

Cuartel general de Angostura, a 25 de agosto de 1818 8°

   Simón Bolívar, jefe supremo de la República, capitán general de los ejércitos de Venezuela y de la Nueva Granada, etcétera...

   Al benemérito señor general de brigada Francisco de Paula Santander: Teniendo en consideración los méritos, servicios y aptitud de usted, he tenido a bien conferirle el mando en jefe de la vanguardia del ejército libertador de la Nueva Granada.

   Dado, firmado de mi mano, y refrendado por el secretario de la guerra.

Simón Bolívar

J. G. Pérez,

Secretario de la guerra

 

FUENTE EDITORIAL:
Otero y Cuervo, p. 150, No. 67.

 

99

PAEZ ACLARA SU PROCEDER

   El Libertador, que desde el 24 de mayo se embarcó en San Fernando para Guayana, se encontraba en Angostura, y no volvió a Apure hasta principios del año 1819.

   Si en Apure hubiese habido tal revolución para desconocer su autoridad, ¿cómo Bolívar desde que llegó a Guayana no cesó de mandarme recursos de todo linaje para las tropas que estaban a mi mando? Solo esta circunstancia es más que suficiente para confundir la falsedad con que se produce Larrazábal en su obra al ocuparse de este hecho.

   No menos injusto, Baralt dirige sus ataques al ejército de Apure, suponiéndole revuelto contra la autoridad de Bolívar: para probarlo dice que los disidentes apureños quisieron detener la marcha del general Santander en Caribana, y que este pudo llegar felizmente al punto de su destino porque sus enemigos llegaron tarde al lugar de la celada.

   Voy a referir el hecho a que alude el señor Baralt, tal como sucedió, para que cada cual le dé la importancia que merezca.

   Preparado el general Santander para salir a ejercer el destino que Bolívar le había señalado, escribió una carta al coronel Pedro Fortoul, que se hallaba en Guasdualito, comunicándole el empleo que se le había conferido y los recursos que llevaba para organizar un ejército en Casanare. Le invitaba a él y a los demás granadinos, que se hallaban en Apure, a venir a reunírsele, y entre otras cosas decía la carta: "Es preciso que nos reunamos en Casanare todos los granadinos para libertar nuestra patria, y para abatir el orgullo de esos malandrines follones venezolanos".

   No recuerdo de qué modo llegó esta carta a manos del coronel Miguel Antonio Vásquez, quien la puso en las mías inmediatamente. Alarmáronme mucho las palabras que he citado, y mandé la carta a Bolívar, ordenando al mismo tiempo al entonces capitán Laurencio Silva que, con una partida de caballería, fuese a la boca del Meta a detener a Santander, a quien escribí diciéndole que algunas noticias desfavorables que había recibido de Casanare exigían que él se detuviera hasta que se aclarara el asunto. Llegó Silva al lugar donde estaba Santander y le entregó la carta. Santander se detuvo, pero me escribió, diciendo que le dejara pasar porque si bien los realistas habían hecho incursiones en Casanare, no había sido más que como una simple amenaza, pues se habían retirado inmediatamente.

   Escribióme también el Libertador, diciéndome que informado del contenido de la carta, me autorizaba para obrar como yo creyese más prudente. Entonces resolví dejar pasar a Santander.

   Por lo dicho se comprenderá que nunca desconocí la autoridad del jefe supremo, puesto que le informaba de cuanto llegaba a mi noticia y esperaba siempre su decisión; y también se verá que el paso que di no fue una celada tendida a Santander, sino una medida de precaución que me vi obligado a adoptar entretanto Bolívar resolviera sobre tan grave asunto.

 

FUENTE EDITORIAL:
Páez, 1946, p. 170-171.

 

100

AMENAZA REALISTA POR EL SUR

Angostura, sábado 5 de septiembre de 1818 8°

   El jefe supremo ha nombrado al general de brigada Francisco de Paula Santander, comandante de la vanguardia del ejército libertador de la Nueva Granada.

   Cuantos buques menores había en este puerto han salido cargados de armas, municiones, vestuario y toda especie de elementos de guerra a Casanare, en donde hay un cuerpo considerable de tropas y se reunirán las demás de que ha de constar la vanguardia del expresado ejército. El coronel Urdaneta salió hace 24 días con una parte del armamento y pertrechos, y el general Santander con varios oficiales de la Nueva Granada ha salido el 26 del pasado, conduciendo el resto. Luego que lleguen algunos buques menores empleados en el bajo Orinoco se hará nueva remesa, a cuyo efecto se han detenido varios oficiales de aquella República.

   En solo 12 días de navegación ha llegado a este puerto una lancha de Casanare, con pliegos del comandante del sur de aquella provincia, Juan Nepomuceno Moreno, para el jefe supremo. Asegura en ellos que por repetidas cartas, por avisos recibidos de diferentes partes, y por los traficantes que llegan diariamente, no solo se confirman en general las noticias anteriores, publicadas en nuestro número ocho, sino que se anuncian otras aún más positivas. Parece que ya no puede quedar duda de que un fuerte ejército, sea o no de Buenos Aires, y haya entrado o no por Guayaquil, marcha sobre Santafé, y es voz general en todas las provincias, que ha ocupado las de los Pastos y Popayán, extendiéndose por el inmenso valle del Cauca hasta la ciudad de Cartago, al pie de la montaña de Quindío, que la separa del distrito de Santafé. Es constante que el coronel Tolrá marchó precipitadamente hacia el sur con 800 hombres, porque hay en Casanare personas fidedignas que aseguran haberlo visto salir. También dicen, esas mismas personas, cuyos nombres expresa el comandante, que era un hecho de notoriedad pública que el presidente de Quito, Montes, había llegado a Santafé poco después que el obispo de Popayán, que como él había entrado de noche, y se mantenía oculto, o a lo menos él creía estarlo. Nadie dudaba ya por los movimientos militares, que todas las fuerzas realistas iban a concentrarse en Santafé; pero no había indicio de que quisiesen hacerse allí fuertes, y los preparativos del virrey parecían indicar el proyecto de evacuar la capital con todas las autoridades y empleados españoles. Un rumor vago ha corrido últimamente por las provincias confinantes con Casanare de haberse verificado.

   Hay sin duda un gran fondo de verdad en estas relaciones, aunque no sea fácil determinar precisamente cuál es.

   En el estado en que se hallan las cosas y en la disposición en que la bárbara política de Morillo había puesto los ánimos, es probable hayan ocurrido ya sucesos decisivos, o tarden muy poco en verificarse. Si Tolrá continuó su marcha hacia Popayán, las tropas de Cartago pueden haber entrado sin oposición en las llanuras de Santafé; pero si advertido a tiempo se dirigió a Quindío, en cuyos desfiladeros y puestos inexpugnables podía oponer una fuerte resistencia, es de creer que el ejército patriota siga a la provincia de Antioquia, y pase a la de Cartagena a cortar absolutamente la comunicación de aquella plaza con la capital. La situación de los españoles en tal caso sería desesperada. Pero sea lo que fuere, la suerte de la América meridional desde el estrecho de Magallanes hasta el istmo de Panamá parece ya decidida, y según todas las probabilidades los españoles tendrán bien pronto que encerrarse en las plazas fuertes a esperar, como dice un proverbio antiguo, el socorro de España.

   Es de creer que el virrey del Perú haya experimentado ya la verdad de este proverbio, recibiendo en Panamá, si ha logrado escaparse, el tardío, miserable y aventurado auxilio que pudo por fin mandarle su gobierno, cuando probablemente le era ya enteramente inútil.

 

FUENTE EDITORIAL:
Correo del Orinoco, 1818 (9/5). Angostura.

 

101

SANTANDER PIDE FRANQUEZA A PAEZ

Caicará, 3 de octubre de 1818 8°

   Señor general José Antonio Páez

   Mi querido amigo y compañero:

   Tengo el mayor placer en comunicar a usted que he obtenido del jefe supremo el nombramiento de comandante de la vanguardia del ejército libertador de la Nueva Granada, que he de levantar y organizar en Casanare. Van conmigo los elementos de guerra necesarios para el objeto, y las órdenes superiores para que todas las autoridades de aquella provincia se pongan a mi disposición. Esta comisión ha merecido el aplauso general de todos los jefes del ejército, y yo creo que merece igualmente el de usted, que tanto interés ha manifestado por mi país y por mí mismo.

   Yo estoy altamente satisfecho de verme en aptitud de ser ocupado en aliviar la suerte de mis paisanos y de acallar las murmuraciones de los que han creído que no porque las circunstancias no lo han permitido, sino por mi negligencia, he dejado de estar sirviendo a mi patria. Era muy justo que yo, que conozco el territorio y los pueblos del reino, y que tengo allí reputación, me empleare en conducir las primeras tropas que han de libertarlo, y es muy justo también que la recompensa de mis trabajos y pequeños servicios sea ponerme en el camino del honor. Esta satisfacción en nada se disminuiría si usted por ahora pudiera estar presente en mi país; pero llamado a obrar en las provincias occidentales de Venezuela, es muy importante su presencia en ellas, en donde se formará el más interesante cuerpo del ejército libertador de Nueva Granada, que sin duda usted conducirá a aquel infortunado territorio.

   Usted ha visto todo el interés que he tomado por usted en la fortuna y en la adversidad, y que sus glorias y sus destinos me han sido muy satisfactorios. Tengo un derecho de exigir de usted en esta vez la retribución, con tanta mayor razón cuanto que otras veces me ha declarado contar conmigo preferentemente en las operaciones sobre el reino. Es tan natural mi destino, y aun se ha retardado tanto, que ya las gacetas de Londres hablan de mí, como si estuviera obrando en Casanare. Las noticias de Buenos Aires y Chile, los papeles extranjeros, la correspondencia del interior de la Nueva Granada y los clamores de la provincia de Casanare han decidido al jefe supremo a tomar la resolución de enviarme a aquella provincia, y concederme los elementos de guerra que antes no había podido franquear. En esto reúne la ventaja que me hallo bien impuesto del estado de los negocios políticos y militares de Venezuela y de sus relaciones exteriores. Yo cuento con todos los demás auxilios que usted pueda prestarme principalmente en infantería, cuya arma es de absoluta necesidad allá, y felizmente aquí en Venezuela existe ya un número considerable.

   Escribiré a usted muy largamente desde Casanare. Allí espero encontrar su correspondencia, y no sería malo que usted diese órdenes para que todos los jefes se pongan a las mías. Aunque sobre esto ya he dicho que llevo las del gobierno, no me parecerían insuficientes las de usted. Somos dos amigos y dos compañeros; pero tales, que usted no tendrá el menor motivo de arrepentirse del concepto que le debo. Otras veces he combatido a su lado y a sus órdenes y lo he hecho sin disgusto. Creo que usted ha conocido a fondo mi carácter, incapaz de doblez ni de intrigas. Usted, por tanto, debe hablarme siempre con franqueza, aconsejarme, y ordenarme cuanto sea conducente al buen éxito de mi comisión.

   Envíeme algunos oficiales de infantería, los oficiales del reino, que no son necesarios en su ejército en esa parte, y probablemente todos los que están en Guasdualito, que me servirán mucho. Usted exija de mí cuanto quiera y crea que puedo cumplir. Crea usted que yo soy más amigo de usted que muchos que se esfuerzan por hacérselo creer para sí.

   Recuerde usted, mi amigo, que las reliquias de Nueva Granada en 1816 han debido a usted su salvación: que Santander desde 1814 es su amigo con toda decisión: que es muy grato al corazón del hombre trabajar por su propio país; y que depende de usted el que 2.500.000 de hombres con toda su posteridad puedan decir que el general Páez, combatiendo en Venezuela contra sus tiranos, ha dado con mano franca a la Nueva Granada los auxilios que pudo conceder.

   Remito a usted la proclama que he preparado para consolar a mis compatriotas. Yo la he mandado a mis paisanos residentes en Londres, Jamaica y Trinidad, para que la publiquen, a fin de reanimar a cuantos granadinos residan en colonias y Europa.

   Repito que en esta ocasión espero las pruebas más de bulto de la sinceridad de su amistad. Ofrezco a usted mi graduación, mi destino y otro tanto hago a los amigos Pumar y Briceño. Crea usted, querido compañero, que le profesa el más decidido afecto su amigo y compañero que besa su mano,

Francisco de Paula Santander

   Me dicen que Morillo piensa atacar a usted en el verano. Creo que desistirá de su pensamiento por las operaciones de La Guaira y Cumaná y de Cedeño sobre el llano de Caracas. Usted en tal caso no necesita de 200 infantes que habrá en Casanare y allá son la mejor base para levantar un cuerpo. Calcule usted qué haré yo en Casanare, con una división y su apoyo, y soy su amigo.

   Le incluyo un pliego interesante sobre planes de campaña.

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 176.

 

102

ORDEN TERMINANTE

Cuartel general de Achaguas, 12 de octubre de 1818 8°

   Señor general Santander.

   Interesa al mejor servicio de la República que usted se mantenga en el punto de Caribén, hasta segunda orden, procurando que en el entretanto los intereses que conduzca no sufran el más mínimo detrimento y suspendiendo al efecto la comisión a que va destinado por el excelentísimo señor jefe supremo de la República, a quien antes de ahora he dado parte de esta determinación. Vuestra señoría será responsable en todo evento si no cumpliendo conforme se le previene, sufriese la República algún perjuicio.

Dios guarde a vuestra señoría muchos años.

José A. Páez

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 378.

 

103

INSTRUCCIONES DE MARCHA Y ASCENSOS

Caracas, 16 de octubre de 1818

   Señor don José María Barreiro Mi estimado Barreiro:

   He recibido la apreciable de usted de 31 de agosto último de cuyo contenido, que no es corto, quedo enterado, alegrándome sobremanera el que haya llegado a esa capital sin novedad y que con el señor Sámano vaya arreglando la división; no dudando lo que se habrá alegrado con este motivo, pues le quita usted una carga que le seria bien pesada.

   Las remesas que he hecho a ese reino no todas han sido de gente mala ni prisioneros, la mayor parte consistía en desertores, hombres muy fíeles al rey, pero que acostumbrados a la deserción desde los primeros tiempos de la revolución, no había medio de hacerlos subsistir en las filas, sino que después de ganada o perdida una acción, se iban a sus casas o a los montes en busca de sus familias o queridas, sin las que no puede pasar esta clase de gentes y que estando próximos a sus casas no podían prescindir de hacerlo, como nos sucedía a nosotros con nuestros soldados al principio de la campaña en España, pero que separados, y lejos de las provincias a que pertenecían fueran excelentes como no dudo lo serán los que he mandado a ese reino; no obstante los que hayan sido prisioneros o de mala conducta está bien que se remitan a Cartagena donde podrán ser útiles en el presidio para conservar en buen estado de defensa la plaza y atender a la reparación de sus obras si hacen falta, pero pasada esta urgencia, aquellos podrán pasar a servir a cualquier cuerpo con tal que sea lejos de su país como a Popayán o Quito, de cuyo modo se evitarán los gastos que harían en el presidio no teniendo que trabajar. Con las remesas han ido las relaciones de los sujetos que se enviaban y las notas de sus procedencias, de las cuales constará los que eran prisioneros, que sin duda ninguna ha sido el menor número de los que se han remitido.

   Sierra llevó muy buenos llaneros, pero si de pronto se les pone en la cordillera de Chita se largarían al llano y aumentarían el número de los rebeldes; y al contrario, instruidos, organizados y vestidos en Popayán serían después muy útiles, más sin embargo usted está más cerca y verá lo que sea más conveniente, y respecto a la gran falta que tienen de oficiales los escuadrones de la Nueva Granada, puede unir a estos los del de lanceros del rey, y darles una buena forma, pues Sierra es muy buen muchacho y entiende el arma de caballería, y le sería a usted muy útil si aquellos se llegasen a organizar y poner bajo un pie brillante que no dudo lo podrá conseguir. En este caso si a usted le acomodare quedaría de coronel de ese cuerpo, persuadido de que en el de artillería tal vez quedará de capitán agregado, según el último reglamento que acaba de hacerse regular, me ha insinuado Gavare: de cuyo modo esperando los primeros resultados felices de la campaña que se va a abrir en este verano contestaría a la real orden que tengo sobre usted y le propondría para brigadier; y así adelantaba usted en su carrera y se evitaría las pugnas que ahora puede haber por su empleo de capitán, aunque graduado de coronel, que en el mando lo es usted efectivo.

   Conozco muy bien los deseos del virrey en hacer la campaña del llano, pero ni su edad ni sus atenciones en el día se lo permiten; me alegro que se haya convencido de esta verdad y de la falta que hace en la capital, según antes de ahora le tengo insinuado y con cuyo objeto destiné a usted a esa división para que obrase bajo su dirección bien satisfecho de los buenos deseos y conocimiento de ambos; mas es preciso que en las operaciones que usted va a emprender camine con mucho tino sin separarse mucho de la cordillera, a no dejar esta cubierta, y tener un cuerpo de caballería respetable, capaz de poder batir los rebeldes, pero como esto no será posible en el momento porque tal vez no podrá usted contar con la fuerza necesaria organizada para tan vasta operación, se limitará a descender de la cordillera hasta Pore y Chire, limpiando todas sus inmediaciones, haciendo que una columna marchase sobre los llanos de San Juan y San Martín, a las órdenes de un jefe u oficial activo, de conocimientos y particularmente político y desinteresado que tranquilizase los ánimos de aquellos habitantes que jamás han sido insurgentes pero que el mal trato y vejámenes que les ocasionó el gobernador comandante militar Guarsch, que se destinó allí desde Santafé, los exasperó e hizo que tomaran las armas, causándonos los mayores males que por aquella parte nunca hubo rebeldes y era por donde se introducían algunos ganados en el reino, de cuyo auxilio carece desde entonces. También podrá hacer correrías sobre las orillas del Meta en donde hay muchos picaros refugiados y extraer los ganados y caballadas que han retirado hacia aquella parte, amenazando con la demás fuerza reunida por el Casanare hacia el hato de San Ignacio o Betoyes para llamar la atención de los que se replieguen sobre Guasdualito, pero de ningún modo llegar hasta este punto porque sería dejar en descubierto todo el reino, y como que son baquianos se le podrían interponer a usted y sucederle algún chasco, por lo que repito que para esta operación era preciso contar con cuerpo de caballería respetable de gente decidida y llanera que no necesitase del auxilio inmediato de la infantería, la que en todos tiempos se abriría paso y volvería a ocupar sus posiciones; pero se fatigaría demasiado, sufriría muchas escaseces, algu nas pérdidas y lo que es peor que todo, la opinión que con dificultad se podría volver a adquirir. Con conocimiento de todo esto, los que usted tiene adquiridos de ese terreno y con vista de las tropas con que va a obrar hará lo que le parezca más conveniente en inteligencia que estando a tan larga distancia no me es posible poderle detallar las que debe seguir, y por lo tanto se ceñirá a lo que exijan las circunstancias teniendo por principal objeto el llamar la atención de los del Arauca, preservar de una invasión el reino, y sacar los recursos y ventajas que se pueden lograr sin una exposición conocida de malograr el éxito.

   No obstante, a mí me parece que sería muy conveniente que luego que usted haya bajado y limpiado las inmediaciones de Pore y Chire, hiciese divulgar que marchaba con su expedición sobre Guasdualito para atacar los del Apure y haciendo la marcha hacia las orillas del Meta caer por la espalda a los de los llanos de San Martín; pero repito que estas no son más que ideas, y que usted obrará según las circunstancias, pero de todos modos es indispensable hacer saber la marcha con dirección al Arauca porque es el modo de llamarles la atención y tenerlos en expectativa, dándonos tiempo para atacarlos por esta parte, que no dudo conseguir, y que acabemos la campaña y tranquilidad de Venezuela en este verano, pues cuento con la mejor caballería del llano, en términos que la división de Morales tiene sobre 2.000 hombres de caballería, más de 8.000 caballos empotrerados y 2.000 infantes. Calzada dispone de igual fuerza o mayor, y además me quedan los regimientos de Burgos, Castilla, La Unión, Barbastro, Cachirí y húsares, que con los Dragones componen un solo cuerpo sin contar con las guarniciones; de suerte que sólo me faltan marina buena y recursos para poder mantener una fuerza tan considerable, además de los 2.000 hombres que espero de Europa en todo este mes, y de los cuales, o de los que ya están aquí, procuraré remitir alguna tropa a lo menos para la guarnición de la capital.

   No me disgusta que Tolrá haya sido destinado a Cartagena porque siempre es muy conveniente que en aquella plaza interesante haya un jefe de su valor, pero no porque pueda servir de conciliador entre Torres y Cano, porque aquél y éste no se quieren muy bien y las disensiones continuarán quizá con mayor calor. Cano es muy testarudo, y Torres metido a abogado y con su suegro al lado serán capaces de aburrir al más pintado. Para evitar que los tenga con usted, he dispuesto que las noticias que necesite se las dirija directamente al virrey, y que quede la guarnición de Cartagena como tal independiente de la división, para sólo las noticias.

   Me alegro que haya usted conseguido colocación para el pobre Domínguez, y en su vista he dispuesto que pase al reino, manifestando que lo reclama el virrey; yo creo que se alegrará mucho porque el pobre está miserable y es lástima porque aunque torpe es muy hombre de bien, y muy justo que se premien sus servicios.

   También remitiré a Sámano al capitán mayor de Burgos, Vallejo, para que le ayude en algo, pues es hombre de mucho juicio y no dejará de servirle a su inmediación.

   En la península no se cuenta ya con el sexto escuadrón de artillería volante, y como este no tiene oficiales que lo dirijan y han quedado tan pocos sargentos, cabos y soldados, podrá usted, si gusta, embeberlos en los escuadrones de la Nueva Granada y dar salida a los primeros para oficiales que serán excelentes y muy útiles, y a los demás proporcionarles el ascenso que les corresponda y usted los crea acreedores, de cuyo modo les proporciono su carrera y estarán contentos y agradecidos al bien que se les proporciona.

   Me alegro que haya usted hecho imprimir y puesto en planta las instrucciones de marcha, que es preciso hacer observar con tesón, pues el único modo de conservar la disciplina y evitar las arbitrariedades de los comandantes de partidas: es preciso que en esto haya mucha constancia, y trabajar con los jefes y oficiales hasta hacerlos conocer las ventajas que recibe el servicio del rey con la política y amabilidad con que deben ser tratados los pueblos, castigando inexorablemente al oficial o paisano que falte; teniendo presente lo que ha sucedido con el pueblo de Calabozo, que habiendo sido sus habitantes en todas las épocas de la revolución, los más exaltados y acérrimos insurgentes, en el día se puede asegurar que son más amantes del rey que los mismos europeos, y esto sólo se debe a la política con que ha sabido conducirlos el juez de húsares, a la permanencia del cuartel general y tropas europeas que los han tratado con dulzura; entraron en seguida los rebeldes, los empezaron a vejar, y aquellos, particularmente las mujeres; se han portado con un entusiasmo heroico en favor de la causa del rey.

   Mucho mal se evitaría con la reunión de las partidas sueltas a sus cuerpos, y esta medida tomada por usted me ha gustado mucho, y espero que si en lo sucesivo hubiere que comisionar a algún oficial de partida o de comandante militar, se procure escoger de los de mejor conducta, y si es posible que tengan las cualidades de desinteresados y afables pero inexorables en castigar al delincuente.

   No dudo que habrá muchos subalternos que por las razones que usted me indica se hayan echado a perder, y por lo mismo es preciso sentarles la mano, que trabajen y cumplan con sus obligaciones. Santa Cruz me remite una relación de una porción de ellos como Estupiñán y otros, de quien dice no puede sacar partido, pidiéndome que los separe, pero esto no es suficiente para tomar una providencia de esta naturaleza: es preciso que si han delinquido se les forme causa y que según el mérito de ella me remita usted tanto éstos como los demás que sean perjudiciales al cuartel general, pues lo demás sería una arbitrariedad, y estando ya confirmados en sus empleos no puedo por mí deponerlos sin los requisitos necesarios, sin los cuales no debe venir ninguno, pues cuando sea por bagatelas se puede remediar en esa y de acuerdo con el virrey tomar las providencias que crea de justicia.

   Voy a montar dos piececitas de montaña para esta campaña, y por consiguiente no me puedo desprender de los 30 artilleros que quedaron de mi escolta. El sargento López tomó un día una turca, fue arrestado, y quizá este hecho le estimularía a pedir salir de aquí para incorporarse con usted, pues por lo demás no creo tenga ninguna queja ni estén disgustados.

   En el día estamos sumidos en la mayor miseria, sin un grano de arroz ni otra menestra, sin dinero ni más auxilio para empezar la campaña que la carne que se puede coger en las sabanas: en esta situación tan lamentable hemos estado todo este año, sin haber tenido más recurso que los 30.000 pesos que nos ha mandado el señor Sámano, con lo que acaba de percibir el ejército una cuarta parte, y completado en todo lo que va del año una paga.

   Según todas las apariencias los rebeldes van a abrir la campaña por Barlovento, pues van dirigiendo todas sus fuerzas sobre Cumaná y la provincia de Barcelona, en donde ya se hallan Cedeño, Monagas, Saraza, Infante y otros cabecillas con caballería y alguna infantería: han ocupado a Güiria y tienen alguna fuerza en Maturín que regularmente dirigirán hacia Cumaná. He provisto esta plaza con cinco meses de víveres: Arana va a mandar la provincia de Barcelona, ha llevado 300 hombres, reunirá los cuerpos volantes del Potrero, Güire y el batallón de Cachirí que va marchando para Orituco, cuya operación auxiliará Morales con su hermosa caballería y el segundo batallón de la Unión, ínterin pasan las aguas y se pone todo el ejército, que en el día es respetable, en disposición de poder maniobrar, y aunque estoy bien seguro de la victoria, me atormenta mucho la falta de recursos; por consiguiente, espero algunos de La Habana que no acaban de llegar, y éstos no son suficientes para acabar la obra.

   En este correo pasó la representación de Santa Cruz al señor virrey para que si la encuentra justa y no hubieren variado las circunstancias, habiéndose mejorado o puesto enteramente bueno, le expida el pasaporte para la península: en este caso López será el comandante del batallón, avisándomelo usted para remitirle el diploma que irá a vuelta de correo, y mientras aquél esté enfermo o no salga de España lo podrá mandar también interinamente.

   También va la resolución sobre pagar, disponiendo que a todos los cuerpos que dependen del ejército expedicionario se les abone peso fuerte por escudo, según lo tiene determinado su majestad para con el regimiento de Granada que se halla en Puerto Rico de resultas de las reclamaciones hechas por éste.

   Aunque fue la orden para que Noceda fuere de cirujano del escuadrón del Perú, como este se ha refundido en los de la Nueva Granada debe quedar por lo mismo en éste.

   Barreda es muy acreedor a que se le haga comisario de esa división, y desde luego puede usted darle a reconocer como tal, pero es indispensable que concluida la campaña que va a abrirse, o en una clarita que haya, venga indefectiblemente aquí a ajustar y rendir sus cuentas que tiene pendientes, y luego volverá a su destino, o de lo contrario, que con los documentos que tiene comisione una persona que lo haga por él, en inteligencia que no puedo prescindir de uno u otro, y que es preciso que aquéllas queden corrientes a la mayor brevedad.

   Cuenta usted con escuadrones de la Nueva Granada como mi ayudante don Juan Salazar, a quien le he dado el diploma de capitán de la primera compañía, pero esto no importa para que usted haga y me remita la propuesta de todo el cuadro del regimiento, colocándolo en la que usted le parezca. Esta noche o mañana se casa con la Pepa que usted conoce y de quien tanto tiempo ha estado enamorado, siendo su padrino Ortega, y en seguida marchará a incorporarse en su cuerpo a ese reino, a donde se lleva la mujer, que es muy bonita y alegre.

   Deseo le vaya a usted bien, que sea feliz, y que recibiendo expresiones de Ortega, Caparros y demás amigos, disponga del que es suyo afectísimo,

Pablo Morillo

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 185.

 

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SANTANDER URGE CORRESPONDENCIA

De Caribana, a 20 de octubre de 1818

   Al general Páez

   Querido compañero y amigo:

   No he podido facilitarme un medio pronto de hablar con usted y tener una franca conferencia. Mil dificultades propias de la estación han retardado mi marcha, pero al fin más tarde era ahora un año.

   Encontré al señor (ilegible) y me informaron cosas muy lisonjeras del estado de los nuestros en San Carlos. Yo siempre ratifico mi opinión de que la próxima campaña va a ser muy feliz y me halaga la esperanza de que desembarazado usted con gloria de su comisión de las provincias occidentales, será ocupado de los negocios militares de Venezuela.

   Recomiendo a usted que siempre que tenga que decirme algo importante, me mande un posta más apto, que sirva al caso. Este es el mejor medio en vez de usar de papeles.

   No me deje usted, mi amigo, sin el pequeño ejército de infantería de Casanare. Usted sabe y lo ha visto que es muy difícil que los hombres dejen un país para ira otro y mucho menos cuando en aquél pueden hacer más útiles servicios que en éste. Los hombres son todos lo mismo y en iguales circunstancias repiten los mismos hechos. Acuérdese de que los que trajimos no querían ir ni a Guasdualito, y dígame usted con franqueza, ¿hubiese usted ido a Popayán?

   Pienso que por esa vía llegará más pronto al jefe supremo el adjunto pliego, que por otra cualquiera no hay facilidad de remitirlo. Tenga usted la bondad de mandar darle curso.

   Espero con impaciencia correspondencia de usted y noticia de que se ha cubierto de nueva gloria. Si sabe algo de Guayana dígamelo, pues hace un mes que no recibo correspondencia.

   Siempre soy su más decidido amigo y compañero.

Francisco de Paula Santander

   Cuando vino de Venezuela a Cúcuta es verdad que su destino hubiera sido muy diferente: allá en Popayán lo hubieran ahorcado los godos, y usted aquí los está ahorcando.

   El oficio es así:

   Excelentísimo señor:

   Aunque hasta ahora no he recibido ninguna correspondencia del señor general Páez, ni tengo nota de Casanare, espero recibir de una y otra parte comunicaciones muy favorables: probablemente de Apure, en donde según estoy informado ha cambiado el aspecto de las cosas con respecto al ejército enemigo.

   El pequeño ejército de infantería de Casanare que me ha de servir de cuadro para formar una vanguardia espero encontrarlo, tanto porque el interés del general Páez por la Nueva Granada le obligará a no hacer uso de él, como porque no creo que él necesite de 200 hombres para desempeñar la comisión que vuestra excelencia le ha encargado en las provincias occidentales. Sobre esto casi tengo la seguridad de que con las órdenes de vuestra excelencia y los sentimientos de aquel jefe ese ejército estará a mi disposición, aun cuando por algún accidente hubiese venido íntegro a Arauca. Yo he dirigido al general Páez mis comunicaciones sobre este asunto.

   Pero si desgraciadamente me engañare en mis esperanzas, yo no desistiré de hacer todo sacrificio por mi país, y cualquiera que sea el resultado, el mundo juzgará de él e imputará la gloria o el deshonor al que lo mereciere.

   Tengo el honor de renovar a vuestra excelencia mis respetos, obediencia y consideración.

Francisco de Paula Santander

   Dirigido todo por el comandante de Caribana.

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 179.

 

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INSTRUCCION Y DISCIPLINA

Cuartel general en Angostura, a 21 de agosto de 1818

   Señor coronel J. M. Vergara, jefe de estado mayor de la guardia de honor de Francisco de Paula Santander, Upatá.

   Mi querido Vergara:

   Mañana sin falta salgo de aquí con mis tres buques; pasado mañana saldrán en otro Lara y Obando, llevándome 200 fusiles, más pólvora, etcétera. De suerte que me pondré en Casanare con 1.000 fusiles, municiones, etcétera. ¡Cuánto siento no llevarlo a usted!, pero no pueden ser cumplidos todos los gustos. Tengo ya mi proclama impresa anunciándome a esos caballeros reinosos, e iba a ponerle "Cuartel general de Tunja". Yo estoy loco: unas veces me veo en Santafé y otras en Zipaquirá. Sobre todo soy yo el que ordeno y mando. Empéñese hasta con Dios a ver si logra largarse con Morales. Que brille esa guardia de honor en instrucción y disciplina, renuncie sus 10 pesos y no exija otra recompensa que la de ir a acompañarnos a Casanare, Tunja, Socorro y Santafé.

   Escribiré muy largo de Casanare, lo haré seguidamente de Sogamoso, y luego de Santafé. Si mi segunda carta no llegare es porque habré desaparecido de esta mortal vida.

   Escríbame muy circunstancialmente todo, todo, por conducto de Zea o Soublette.

   A Morales mil cosas, y que soy su amigo. Lo mismo a los otros paisanos. A Dios, a quien pido bendiga nuestras empresas, y nos deje reunir en Santafé.

   Soy su amigo invariable,

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Boletín de Historia y Antigüedades, año 14, p. 228, No. 160.

 

106

VIA LIBRE A CASANARE

Cuartel general en Achaguas, 30 de octubre de 1818 8°

   Señor general de brigada Francisco de Paula Santander:

   Puede vuestra señoría seguir a su destino a Casanare, cuya marcha había mandado suspender, ya porque las cosas de aquella provincia no estaban en el mejor pie y el enemigo intentaba invadirla a virtud de la desorganización en que se hallaba y de que la ha sacado el segundo general de mi ejército, ya porque estando aquel país sujeto a mis órdenes y no habiendo tenido aviso de su excelencia el jefe supremo de la revolución de destinar a vuestra señoría a mandar en él, debía extrañar y aun repugnar un paso que no se daba por el conducto debido. Ahora que tengo a la vista la orden de la primera autoridad, sin serme permitido desobedecerla, permito su cumplimiento, y aun para coadyuvar a él puede vuestra señoría pedir en cualquier parte, que me esté sujeta, los auxilios que necesite para su transporte, teniendo vuestra señoría entendido que debe precaver mucho su llegada a Casanare, no sea que los enemigos hayan adquirido algunas ventajas y se pierdan los elementos de guerra que conduce.

   Dios guarde a vuestra señoría muchos años.

José Antonio Páez

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo del general José Antonio Páez, 1934, t. 1, p. 31-32.

 

107

EXPLICACION DE PAEZ

Achaguas, 30 de octubre de 1818

   Señor general Francisco de Paula Santander

   Compañero y estimado amigo:

   Por mi oficio verá usted las causas que ha habido para su detención en ese punto. Yo soy muy cumplido con todos; quiero lo sean conmigo, especialmente cuando se trata de concertar el orden militar. ¿Cómo no habría de extrañar yo que usted fuera destinado a Casanare sin decirme tus ni mus? En fin, está esto vencido con la orden, que no ha tres días recibí del jefe supremo: él lo manda y no hay más que cumplirlo.

   Buen viaje, pues, y doy las gracias porque me quitan de encima el peso de Casanare. Esta gente está endemoniada. Hierve en convulsiones y apenas Guerrero ha podido calmarla. No sé su intención: acaso será porque es venezolano el que lo manda. Esta maldita rivalidad, o más bien, esta distinción de nombres me irrita, y Dios quiera no nos traiga una guerra civil, si desde ahora no nos esforzamos en destruirla. En fin, usted se va a su Casanare, pero quién sabe cómo saldrá usted. Una provincia miserable, sin recursos, sin hombres y sin nada, sólo puede servir para desacreditar a un hombre; y una provincia enviciada en revolución no sé cómo pueda desempeñar a un jefe. Tenga usted esto presente para lo que pueda sucederle, y esté entendido que un tal Arredondo es el corifeo de todas las turbulencias. Español, al fin, ¿cómo no había de cooperar a nuestro exterminio?

   En fin, mi amigo, deseo que la fortuna le proteja, pues considero indispensable todo su poder para que usted pueda lucir con esa gente. Entretanto los apureños están siempre a su disposición, así como su jefe, que es de usted afectísimo compañero, que besa su mano.

José Antonio Páez

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 366.

 

108

PRESENTACION DE SANTANDER EN CASANARE

Dada en el cuartel general de Achaguas, a 1° de noviembre de 1818 8°

   Habitantes de Casanare:

   Un nuevo jefe es destinado para mandaros: el general Santander, cuyas virtudes conoce todo el mundo, y en quien es innato el valor, debe desde hoy en adelante conduciros al frente de los tiranos y arrancar de sus manos el precioso país de su nacimiento. Seguidle, contando desde ahora con los triunfos, y haced su felicidad y la vuestra, respetándole como corresponde.

   Dignos habitantes de Casanare: si las turbulencias hasta hoy han desorganizado vuestra provincia y vuestras propias fuerzas, tiempo es que cesen ya. Habéis mejorado de fortuna con el jefe que debe dirigiros, y si por mi parte no habéis experimentado el menor bien, atribuidlo a mi incapacidad, más bien que a mis deseos, que antes de ahora he manifestado en favor de vosotros. No obstante esto, estad seguros que en cualquier parte del mundo, la provincia de Casanare merecerá siempre mi aprecio, y jamás me olvidaré de los sentimientos de gratitud que me animan respecto de ella. Entre tanto, recibid mi adiós, y los más ardientes votos por vuestra prosperidad.

José Antonio Páez

Juan Nepomuceno Briceño

Secretario

 

FUENTE EDITORIAL:
Papel Periódico Ilustrado, No. 3 1881 (15/10).

 

109

SOUBLETTE RESPONDE A SANTANDER

Angostura, 13 de noviembre de 1818

   Mi querido Santander:

   Tomo la pluma por primera vez para escribir a usted, desde los pocos días de mi ida, que le dirigí una esquela, que usted me contestó, y también lo único que he recibido de usted, si no lo es que le agregamos un oficio sobre correspondencia y direcciones, fechado en Las Llobanas el 14 del pasado, que recibí oportunamente y otros que dirigió antes de Caicará, etcétera.

   Considero cuánto habrá usted padecido en su terrible y penosísimo viaje por las incomodidades del camino, por las de los prójimos y muy singularmente por la falta de noticias de lo que pasaba en nuestro mundo militar, inconvenientes y molestias que usted tendría previstos, que son inevitables y que le doy a usted la enhorabuena de haberlas superado. Lo veo, ya, pues, llegado a Casanare y trabajando con mucho ardor en formar una división respetable; pues ahora, además de la satisfacción de trabajar por la causa en general, concurre la circunstancia de hacerlo sobre el territorio que le es más caro.

   De asuntos de Apure no sé qué le diga, porque me imagino que usted estará impuesto de los más importantes. Sin embargo, sepa usted que el 23 del pasado marchó Anzoátegui de esta ciudad con la guardia, a incorporarse al ejército de occidente, que es el título del de Apure, llevando un considerable parque. La guardia marchó bajo el pie más brillante, y es un cuerpo que promete bastante, sin embargo de que las calenturas se han conjurado para destruirlo; y el 24 marchó el jefe supremo y su servidor de usted a Maturín, con el objeto de dar principio a las operaciones contra Cumaná, a las que estaban destinadas las tropas de Mariño, las de Bermúdez, las fuerzas sutiles y las del almirante, y además Monagas, que debía ocupar a Barcelona y obrar también por la costa. Todo parecía seguro, y la ocupación de Cumaná se contaba infalible. El día 31 llegamos a Maturín, y este mismo día fueron disueltas las tropas de Mariño, casi sin tirar un tiro, y desvanecidos, por supuesto, los planes sobre el oriente. No me es posible, amigo, entrar en muy largos detalles;pero bástele saber que 1.200 hombres, por lo menos, han sido dispersados por 400, a lo más. Este suceso ha obligado a tomar nuevas providencias; Mariño reúne todas sus tropas; todos van a ejecutar lo que se les ha ordenado, y el jefe supremo volvió el 11 a esta ciudad.

   Aquí recibimos correspondencias de usted y de Páez. Este participa que Calzada, con una fuerte división, ocupa a Barinas y amenaza el Apure, y se preparaba a marchar contra él; y usted nos avisa que seguirá a Casanare a conducir su expedición, lo que nos ha sido a todos muy agradable.

   Va la última Gaceta, y mejor será enviar los números 12 y 13 también, que acaso no los ha recibido usted por ninguna otra vía.

   Fortuna, amigo, le deseo por el bien de la patria y por el aumento de sus glorias. Abrace usted a todos sus compañeros de viaje, y créame eternamente su afectísimo amigo,

Soublette

   Posdata. Mi amigo: Pacho ha estado muy malo, y ahora apenas está convaleciente; está desesperado por irse, y muy pronto lo verificará por vía de San Fernando. Vale.

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 371.

 

110

MORENO, CONFIRMADO

Cuartel general, Guanapalo, 19 de noviembre de 1818

   Al coronel Moreno

   Autorizado plenamente por su excelencia el jefe supremo para dirigir los negocios en las provincias de la Nueva Granada, y no dudando del celo, obediencia y patriotismo de usted, he venido, en nombre de su excelencia, en sostener a usted en el gobierno político de la provincia, a reserva en ampliarle las facultades en lo militar cuando yo me ausente de ella.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 73.

 

111

RELACION DE ACTIVIDADES, INFORMES DE ANZOATEGUI

San Fernando de Apure, 20 de noviembre de 1818 8°

   Mi querido Santander:

   A los pocos días de su salida se me ordenó marchase a obrar sobre Cumaná, por agua, y estando ya al embarcarme recibí contraorden, previniéndoseme marchar al bajo Apure con toda la guardia, que constaba de 800 plazas disponibles, nombrándoseme segundo jefe del ejército de occidente y comandante general de la infantería. Vine a Angostura, en donde estuve dos días, mientras el jefe supremo pasó revista a las tropas; el 22 del pasado me embarqué y di a la vela, hasta el 24 del presente que fondié [sic] en este puerto. Sería una descripción muy fastidiosa si hablase a usted de las incomodidades y fatigas del viaje; déjolo a su consideración; sirviendo de advertencia traje la bombarda hasta Caicará, y que la brigada no solamente fue acometida por una fuerte fiebre, sino también de viruela, habiendo sufrido bastante disminución.

   El general Páez me recibió en este punto con una parte de su ejército, habiendo recibido de él y de todas sus tropas las más grandes demostraciones de amistad y regocijo, como podrá informarle Concha, que es el portador de ésta; el mismo Concha informará a usted también el estado brillante de este ejército, por lo numeroso de él, su instrucción y su disciplina y las fundadas esperanzas que tenemos de la destrucción total de los enemigos en la campaña que va a abrirse.

   El jefe supremo, con su estado mayor, salió el 23 del pasado para Cumaná, a dar un golpe de mano sobre aquella plaza, con las tropas de Mariño y Bermúdez y la cooperación de la escuadra y brigada de Monagas, debiendo volver inmediatamente a Angostura, para seguir a este punto; hoy han salido lanchas para su venida, que creo será en todo el mes entrante, y otras a Cabruta, en busca de 600 infantes que deben reunírseme.

   Un fuerte constipado que tengo me priva del placer de ser más largo y haberlo hecho de mi letra, que en otra ocasión lo haré.

   Adiós, mi apreciado amigo, desea a usted salud y fortuna su invariable y eterno apasionado,

José Anzoategui

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 370-371.

 

112

POSICION FAVORABLE DE INGLATERRA

San Fernando, 27 de noviembre de 1818

   Mi estimadísimo amigo:

   Después de algunos días de haber marchado usted (cuyo mal viaje he sentido bastante) tuvimos orden para marchar a Angosturas. Apenas llegué, pedí seguir a usted y el jefe supremo accedió, aunque con repugnancia, como lo manifiesta la orden. El debía irse el día siguiente, y yo fui a despedirme con Zea, que también se iba a colonias, por algunos disgustos. A ambos nos dijos tantas cosas, que Zea ofreció quedarse, y yo tuve que pasar por quedarme algunos días más en este país. Aguardo que el general Bolívar venga, que no debe tardar mucho, y aprovecharé la primera ocasión favorable para pedir de nuevo seguir a esa provincia.

   Morales debe ya estar en camino para donde usted; debía llevar la convocatoria para el congreso de Venezuela, a que es invitada la provincia de Casanare, como verá usted por la Gaceta que le acompaño. La Nueva Granada reportará ventajas considerables de esta medida. Los diputados de Casanare supongo que, sobre todo, irán facultados para conseguir auxilios. Míster Princeps tiene en San Thomas 10.000 fusiles a nueve pesos, puestos en Angostura, para cuando se los pidan; Aldenson proporcionará auxilios; Salazar debe ser diputado: él tiene ya adquiridas muy buenas relaciones en Trinidad, sobre todo con la casa de Little Page.

   El estado de las cosas exteriormente es muy favorable. Los papeles extranjeros hablan de la entera decisión de la Inglaterra por nosotros; los celos de las otras potencias de Europa por el engrandecimiento o provecho que debe sacar de proteger a la América no le permiten declararse abiertamente, pero parece que los Estados Unidos (que no tienen porqué temer a los europeos) están de acuerdo con el gabinete inglés para protegernos.

   La guerra de los primeros con la España parece inevitable. En el momento de un rompimiento nada desean más los amigos de nuestra libertad que vernos con un gobierno establecido. El jefe supremo convoca al congreso y se desprende del mando, medida digna de una alma grande. El primer día de paz será el último de su mando; sólo quiere tener el mando militar.

   Allá va Concha; siento no ser de la partida, pero espero que no me quedaré sin parte. Estoy inmediato, y cuando usted menos piense, estoy con usted.

   Saludo a Obando, París, González, Arredondo y demás amigos y paisanos; escríbame, cuénteme cómo están por ahí las cosas de Santafé y mande a su afectísimo amigo,

José María Vergara

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 368.

 

113

ALIVIO POR NOMBRAMIENTO DE SANTANDER

Zapatosa, 28 de noviembre de 1818

   Señor general Santander.

   Desde que fue rescatada esta provincia por un corto número de desertores del bajo Apure, se estaba deseando un jefe que, guardándole sus derechos, la pusiese a cubierto de cualesquiera desórdenes interiores y de las tentativas que han hecho frecuentemente los enemigos para sublevarla de nuevo. Esto mismo han deseado muchos granadinos emigrados, que buscando un asilo en ellos, aspiraban al mismo tiempo a organizar alguna fuerza con qué poder restituirse a su país y acaso libertarlo; pero ni lo uno ni lo otro se ha conseguido hasta hoy, merced a la insolencia de las pasiones, que todo lo ha tergiversado.

   Hoy respiramos al fin, al saber que se aproxima usted, con facultades y auxilios del supremo jefe, para remediar a ambos males; motivo por el cual todas las gentes celebran su venida, y mucho más nosotros, que cansados de sufrir las calamidades del llano, comenzamos ya, con razón, a concebir esperanzas de establecer un nuevo orden de cosas en Casanare y de que fenezca este linaje de destierro en que hemos caído. ¡Quiera Dios que así sea, y que usted venga a ser el instrumento de su bondad para con nosotros! El capitán Narciso Lobo Guerrero va cerca de usted con el objeto de informarle a viva voz sobre las causas que han influido en mi separación de las órdenes, así del gobierno, como de la comandancia general de Casanare. El le manifestará cómo el batallón de mi mando, estando consumiéndose en Betoyes en la inacción y a fuerza de enfermedades, pudiendo entretanto siquiera haber estado en movimiento molestando al enemigo en la frontera, no era más que un cuerpo próximo a su ruina, inútil e inerte para el bien público, y cómo para salvarlo de su total destrucción y hacerlo en alguna manera beneficioso, resolví, con anuencia de la oficialidad, transportarlo a este punto, donde ambas faltas quedasen remediadas. En efecto, desde entonces cesó la enfermedad en él y la mengua, al mismo tiempo que se ha obrado felizmente sobre el enemigo.

   Usted no debe dudar un momento de mi obediencia: mi persona, las armas, la oficialidad, todo está a su disposición, pues nuestros deseos no son otros que militar bajo las órdenes de un jefe de la instrucción, experiencia y prudencia de usted.

   Dios guarde a usted muchos años.

Antonio Arredondo

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 369.

 

114

SANTANDER PIDE INFORMES

Cuartel general, Guanapalo, 29 de noviembre de 1818

   Coronel Moreno:

   Debiendo presentar a su excelencia el jefe supremo una razón del estado en que se halla esta provincia a tiempo de encargarme de su defensa, necesito que usted me diga:

   Lo primero, cuál es el estado de las fuerzas reunidas que actualmente tiene en toda arma, cuál es su equipamento, sus remontas, etcétera;

   Segundo. Cuál es la posición que ocupan actualmente estas tropas, y quiénes son los que las mandan;

   Tercero. Cuál es la fuerza que se sabe tiene el enemigo; de qué arma, y cuáles son las posiciones que ocupa;

   Cuarto. Cuál es el estado del enemigo en lo anterior del reino, según las noticias que se hayan podido adquirir;

   Quinto. Cuáles son los recursos con que cuenta la provincia para la subsistencia y entretenimiento de las tropas.

   Añada usted las órdenes que usted haya dado, y las providencias que haya tomado en lo militar desde que usted está en el mando.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 73.

 

115

ORDEN DE RECONOCIMIENTO

Guanapalo, 29 de noviembre de 1818

   Al teniente coronel Arredondo, a Zapatosa

   El excelentísimo señor jefe supremo general Bolívar me ha destinado a mandar las tropas reunidas en la provincia y darles dirección según las instrucciones que me ha comunicado. En esta virtud ordeno a usted que formado ese batallón, me dé a reconocer inmediatamente y en seguida haga comunicar la adjunta orden del día.

   Encarezco a usted infinito el aumento del batallón, su instrucción y disciplina, y sobre todo la más escrupulosa vigilancia sobre los movimientos del enemigo.

   Envíeme un estado de fuerza, armamento, municiones y otro nominal de los oficiales.

   Dios guarde, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 74.

 

116

QUE REGRESEN

Guanapalo, 29 de noviembre de 1818

   Al comandante de Guasdualito

   Reclamando al teniente coronel Fortoul, los ciudadanos Sotos y Ramírez, y cualquiera otro paisano, que se halle allí de los de la Nueva Granada y no sea absolutamente necesario.

   Dios guarde, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 74.

 

117

ZEA HACE ADVERTENCIAS

Angostura, 1° de diciembre de 1818

   Querido Santander:

   Yo no puedo tener gusto ni reposo hasta no recibir noticias de usted y saber el estado de la Nueva Granada y las esperanzas que usted concibe de su libertad. El jefe supremo está cada día más empeñado en la empresa, y luego que haya proporción de barcos se mandarán cuantas armas y municiones puedan conducir. Ha mostrado una gran firmeza en este asunto, y yo no dudo que todo irá bien. Tuvimos un ligero disgusto que sólo ha servido de estrechar más nuestra amistad. Yo estuve para irme a colonias, pero ya he mudado de determinación. El congreso va a abrirse. Haga usted que de esa provincia, invitada a concurrir a él, vengan diputados que nos hagan honor. El doctor Baños debe ser uno de ellos. Si mi discípulo Bayona, que se halla en Zapatosa, viniere, aunque fuera de acompañante, me alegraría mucho. Supongo que no se olvidarán de Salazar. Haga usted que con los diputados vengan dos o tres de los que reúnan más votos, en clase de suplentes.

   Recuerdo a usted todas nuestras conversaciones. No olvide usted nada. Sobre todo es preciso no omitir diligencia ni sacrificio para saber el estado positivo y detallado del reino y del enemigo. Es preciso informarse muy particularmente de la opinión pública, de las guerrillas, su fuerza, sus armas y su posición. Sé muy bien que nada puedo decir a usted que ya no lo tenga muy meditado; pero mi amor al país me obliga a ser indiscreto y porfiado. Procure usted, por todos los medios posibles, adquirir las Gacetas del reino, toda especie de impresos, los bandos, carteles y cuanto de algún modo pueda ilustrarnos sobre el estado y las miras del enemigo. Si se logra interceptar algún correo es preciso conservar hasta la esquela más indiferente. Dé usted las órdenes más estrechas para que cualquier papel que cojan sus soldados, ya sea en guerrillas, ya en batalla, o de cualquier modo, lo conserven y se lo presenten. Por no haberse cuidado de esto hemos perdido documentos muy importantes. No omita usted medio alguno para que se desengañen de que la España ya nada puede. Haga circular por todas partes la declaración de este gobierno sobre no admitir la reconciliación que propone Fernando, y manifieste que esto mismo es una prueba de su impotencia, y que en todo caso la mediación de las potencias no puede tener otro efecto sino el de que las provincias que no pelean queden sometidas a Fernando, y las que se hallan combatiendo sean libres. Ya la España no tiene otra confianza que en la mediación, que ha propuesto de oficio, y cuyas bases equívocas no pueden engañar a nadie. El jefe supremo remite a usted copia de todo, según acaba de decirme. Es necesario insistir sobre que nada se crea a los españoles ni se espere nada de ellos por más que prometan. En la Nueva Granada deben estar ya desengañados; pero acaso creerán que la España guardará mejor fe en las promesas que hace por medio de las otras potencias. Amigo, este es el tiempo de trabajar tanto con la pluma como con la espada.

   Como el jefe supremo ha mandado se remitan a usted las Gacetas y se le den todas las noticias, es excusado hacerlo yo. Sólo diré a usted que el Morning Chronicle rebate fuertemente todas las proposiciones de mediación de España; hace ver que es falso lo que dice que en toda la guerra con nosotros no se ha apartado de los principios de bondad y de indulgencia que desde el principio se había propuesto, y para desmentirla le presenta la lista de todos los fusilados y sacrificados en la Nueva Granada. Concluye que no hay que fiar en las promesas de la España, y que la mediación se debe desechar. Siento no poder mandar a usted este papel, de que sólo ha venido un ejemplar. La enfermedad del impresor impide publicar un extracto. Escríbame usted muy largo y haga todo lo posible por mandarnos un correo cada quince días, o a lo menos cada mes.

   Espero que con los diputados me mandará usted mi reloj, que habrá usted recobrado del padre Mariño, que se ha portado tan mal conmigo y con todos. Prefiero mi reloj, si no lo han echado a perder, a las siete onzas de oro que me ofreció por él, y que a mí me costó. Sólo su importunidad pudo obligarme a deshacerme de él.

   Al acabar esta carta me han dicho que Bayona es un hombre muy útil y aun necesario en ese país. Quede, pues, en él, que algún día nos veremos. Salúdelo usted muy afectuosamente de mi parte, lo mismo que a Joaquín (París), cuya enfermedad me tiene con mucho cuidado. Quiero mucho a este joven y espero mucho de él.

   Como la España anda muy activa en su mediación, es preciso que nosotros adelantemos nuestra obra todo lo posible, porque ello es cierto que los pueblos que estuvieren más empeñados en la lucha sacarán mejor partido que los puramente pasivos, que pasivos se quedarán.

   Páselo usted bien, mi querido Santander, dé muchas noticias de mí a Santafé, para que por mi empeño en la causa consiga mejores esperanzas; escriba largo y mande a su afectísimo amigo y paisano,

Zea

   Posdata: Que las embarcaciones vengan siempre armadas y con muchas precauciones, pues hay puntos peligrosos; yo no sé si por los indios bravos o por desertores ladrones, pero ya han degollado toda la gente de dos embarcaciones, y quién sabe si más.

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 373.

 

118

CIRCULAR

2 de diciembre [de 1818 8°]

   Circular a los jueces mayores acompañándoles una proclama, y encargándoles muy seriamente el alistamiento general, y a los jefes de cuerpos la posible disciplina y orden.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Otero y Cuervo, p. 183, No. 96.

 

119

SE ESTABLECE CORREO

Guanapalo, 2 de diciembre de 1818 Gobernador de Guayana

   Consiguiente a lo que dije a usted desde La Urbana sobre el establecimiento de un correo de esta provincia a esa, despacho el que corresponde a este mes.

   Como no hay administración en esa plaza, dirijo a usted la correspondencia y le suplico la haga distribuir.

   Dios, etcétera.

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 75.

 

120

CONGRATULACION DE BRICEÑO

Angostura, 2 de diciembre de 1818

   Señor general Santander

   Mi querido general y amigo:

   Cuando deseábamos y suponíamos a usted muy cerca de Santafé, ha llegado su última comunicación del Meta. Al fin siquiera sabemos por ella que está usted bueno y que no hay ya dificultades en el tránsito. Qué fortuna ha sido que la oposición de Apure se desvaneciera tan fácilmente. Yo temblaba por usted y por la República, temiendo un desenlace trágico y tremendo. Pero la patria suele a veces ser feliz milagrosamente; se dejan oír sus lastimeros ayes cuando parecía que los oídos se habían cerrado más. Su expedición ha principiado con prodigios que me hacen augurar muy favorablemente de su término. ¡Dios quiera que mis presagios se cumplan!

   Todo el mundo escribe a usted sobre noticias in y exteriores; no quiero, pues, molestarlo yo con repeticiones. ¿Qué podría yo añadir a lo que le dirá el señor Zea? El abraza todo y no deja nada para los demás.

   Supongo a usted muy ocupado y divertido después de haber sacado esa provincia de los horrores en que la habían precipitado.

   La organización, aumento y disciplina de esa provincia serán para usted entretenimiento delicioso. Trabaje usted: cuando la fortuna presenta un tan bello y vasto campo de gloría y honra, las fatigas son reposo y las incomodidades placeres. Yo no tengo genio ni gusto para la guerra, pero en el caso de usted creo que desplegaría uno y otro, porque tal es el entusiasmo que inspira la esperanza de ser el libertador y bienhechor de su patria.

   No me crea usted ocioso porque esté perdiendo el tiempo en decirle sandeces. Es lo que me ha ocurrido en el momento en que no quiero hablar de ninguna cosa que no sea personal.

   Acuérdese usted, mi amigo, de los que lo hemos sido; no me olvide usted y ejercite el afecto de

Pedro Briceño Méndez

   Posdata: Saludo a los amigos todos, Lara, Justo, Vergara, González, etcétera. Vale.

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 375-376.

 

121

ESTADO DE DEFENSA

Diciembre 3 de 1818

   Al comandante interino de caballería

   Se dice que el enemigo trata de invadir muy pronto esta provincia y es necesario que nos pongamos en estado de defensa. Al efecto dará usted las más activas órdenes a fin de acabar de reunir toda la caballería, caballos y armas que sean posibles, y confío en su celo y actividad, que en esto nada me dejará usted que desear. Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 75.

 

122

RETIRADA ESTRATEGICA

Guanapalo, 4 de diciembre de 1818

   Al comandante Arredondo, a Zapatosa

   En virtud de lo que usted comunica a los comandantes de guerrillas sobre la próxima invasión que amenaza a la provincia por una división respetable, ordeno a usted que por ningún caso, ni en ningún extremo, comprometa acción alguna con fuerzas superiores, bajo la más estricta responsabilidad. Sabido con seguridad y por medio de vigías dobles y de confianza, que el enemigo se aproxima por esa parte en un cuerpo respetable, o por la de Paya sobre Taguana, o Pore, usted dejará ese pueblo y se retirará a Santiago, y de aquí a Quebradaseca, trayéndose consigo los recursos de caballos y ganados de que el enemigo pudiera aprovecharse.

   Pero si en vez de una invasión formal sobre esta provincia, se hace sólo por destruir esa fuerza, lo cual puede probarse con que el enemigo no marche por Chita o Paya a Pore, no deberá usted hacer una retirada tan larga, sino venirse sólo a Santiago a reunirse con las caballerías que allí haya, y a quienes doy la correspondiente orden, y a recibir los auxilios de tropas, armas y municiones que yo le haré enviar, teniendo antes un aviso anticipado de usted.

   Recomiendo mucho, mucho la vigilancia. He visto una orden general de Morillo en que previene a todos los jefes que emprendan sorpresas sobre los patriotas cuantas veces puedan.

   He dado órdenes para que se le provea de carnes, sin faltar nada. Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 75.

 

123

MEDIDAS DE PRECAUCION

Guanapalo, 4 de diciembre [de 1818 8°]

   Al comandante de la fuerza de San Martín

   El gobierno de Venezuela me ha destinado a auxiliar los pueblos libres de la Nueva Granada y me ha concedido cuantos elementos de guerra son necesarios. He sabido con grande satisfacción que ese partido, oyendo la voz de la razón y de la justicia, se ha reunido para defenderse de los enemigos de nuestra patria, y que no está bien provisto de algunos artículos principales para lograr tan santo y tan laudable objeto. En esta virtud quiero saber cuánta gente hay reunida, y qué recursos tienen, y qué es lo que más necesitan, para lo cual me mandará usted un hombre capaz, que me instruya de todo, y pueda darme otros informes interesantes indispensables. Usted, por tanto, despachará pronto ese comisionado.

   Entre tanto, es menester vigilar mucho sobre los movimientos del enemigo, trabajar constantemente en reunir hombres, caballos, armas y fijar la opinión: no exponerse contra fuerzas muy superiores, ni descuidarse con las sorpresas: asegurar la emigración y quitar al enemigo todo recurso de ganado, y trayéndolos todos, cuando sea ya necesario al interior de la orilla derecha del río Meta: hostilizar al enemigo del modo que se pueda, y aguardar a que, reunido el ejército que estoy formando, podamos salir a buscar al enemigo. Acompaño una proclama. Dios guarde, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 76.

 

124

MAS VIGILANCIA A ALMACENES MILITARES

Guanapalo, 5 de diciembre de 1818

   Al comandante del departamento del Meta

   He elegido al pueblo de Santa Rosalía como punto de seguridad para establecer los almacenes militares del ejército, y a usted para comandante de ellos y de todo el departamento, como oficial de celo, integridad y capaz de desempeñar lo que se le prevendrá.

   De todos cuantos artículos reciba del coronel Lara dará un recibo, y los colocará en parte segura de humedades, bajo de llave y reducidos a no perderse. La pólvora principalmente debe cuidarse extraordinariamente, sin confiarse ni de que los guagibos [sic] no pueden venir al pueblo, ni de que los pueblos sean del todo patriotas. Para custodiar los almacenes y el pueblo, y defenderlos, se le pone a su cargo un destacamento, pudiendo usted reforzarlo con los vecinos del mismo Santa Rosalía, y en caso necesario con los demás hombres que quiera juntar de las misiones, excepto los que se hallen actualmente en los escuadrones.

   Colocados en sus piezas el armamento, municiones, etcétera, será su primer cuidado hacer untar los fusiles por fuera con sebo derretido para preservarlos del moho, y hacer enzurronar las piedras de chispa de a mil en un zurroncito largo.

   Cuando se hayan de trabajar cartuchos se tendrá la mayor vigilancia con el fuego: esto no se hará hasta un segundo aviso mío.

   A la puerta del almacén de pólvora debe haber un centinela, y sería conveniente que usted viviese en la misma casa, pues creo que una de las piezas altas de la del cura, es la mejor para guardar las municiones.

   El mando militar en los demás pueblos del Meta le confiero a usted igualmente. Un curiara, que cruce abajo de Santa Rosalía, principalmente de noche, deberá ponerse para evitar deserciones y fuga de indios por el río abajo.

   El correo que venga de Guayana lo remitirá a Guanapalo para que de aquí siga a mi cuartel general.

   La subsistencia de la tropa está ya asegurada.

   Dios guarde, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 77.

 

125

SUPERADAS DIFERENCIAS

Guanapalo, 6 de diciembre [de 1818]

   Al comandante de infantería, teniente coronel Antonio Arredondo

   Ha llegado anoche el capitán Lobo Guerrero y me ha entregado su oficio del 28 pasado con que he tenido mucha satisfacción. Puedo asegurar a usted que a pesar de todas las diferencias de usted con los jefes de esta provincia nunca dudé de su obediencia con respecto a mí, y como delegado del jefe supremo en las operaciones sobre la Nueva Granada: su carta oficial ha confirmado mis ideas, y hará desaparecer las equivocadas que pudieran formarse por sus anteriores procedimientos. Es necesario que en esta conducta no desmintamos la buena opinión que siempre se ha formado de las tropas y oficiales granadinos. Es necesario que desaparezcan para siempre las disensiones y rivalidades que nos llevarán sin remedio al precipicio. Antes dejaré de existir que permitir divisiones, sediciones y tumultos entre las tropas, en las cuales, más que en los pueblos, tienen los más funestos resultados.

   Creo que los que me suponen movido del más grande interés de procurar el alivio a mis desgraciados compatriotas, me hacen justicia. Mi nacimiento, mis principios, el estado en que se halla toda la América, y el que actualmente tienen los negocios de Europa, todo me llama a hacer todo género de sacrificios por nuestro país. Aun cuando yo por sí poco o nada puedo hacer para llenar los votos de mi corazón, todo lo espero del valor, celo e interés de mis compañeros de armas.

   El capitán Guerrero irá a ese batallón luego que acabe de llegar mi expedición que aguardo dentro de tres días. Entre tanto, usted recibirá dos oficios míos.

   Tengo informe de que el hospital carece de sal y aunque yo he traído, al fin se acabará. Dé usted las más eficaces órdenes para que se traiga a entregar al comandante Pérez toda la sal que se pueda, y sin embargo de cualesquiera dificultades que pueda haber.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t, 3, p. 78.

 

126

BOLIVAR IMPARTE MAYOR ESTRATEGIA

Angostura, 7 de diciembre de 1818

   538. Del copiador de la secretaría

   Al general Páez

   Ayer recibí casi a un tiempo los dos oficios de usted de 12 de noviembre y 1° de diciembre fechados en Achaguas y San Fernando, en que me participa los movimientos de Calzada, su fuerza, la de Morales y las intenciones de ambos de dirigirse contra el ejército del mando de usted. En este estado repito a usted lo que antes le he dicho, de obrar en todo conforme a las circunstancias pues no me es posible a tanta distancia y sin los conocimientos y noticias exactas de las cosas, poder librar órdenes terminantes y positivas; así, pues, repito que las circunstancias son las que deben hacer obrar a usted, para lo cual lo autorizo competentemente.

   Apruebo la medida de situarse usted con el ejército en San Juan de Payara, y de dejar la guarnición que estime conveniente en San Fernando, con las órdenes que usted crea necesarias; de hacer obrar en guerrillas una parte de sus fuerzas para observar y molestar cuanto le sea posible al enemigo, que, con sus marchas y contramarchas quizá acecha la ocasión de sorprender a usted o espera la combinación de algún movimiento de la división de Morales o de la que debe obrar por Casanare. Así es que usted debe hacerlo observar por cuerpos ligeros tan de cerca cuanto sea posible; y hacer observar más particularmente el grueso de estas divisiones; pues no hay vigilancia superior a la que se necesita en estas circunstancias.

   Yo he resuelto precipitar mi marcha al bajo Apure, conduciendo 800 ó 1.000 infantes. Saldrá de aquí dentro de 12 ó 15 días a más tardar; y entretanto que yo llego con este auxilio procure usted evitar cuanto le sea posible comprometer una batalla decisiva que pueda sernos funesta. Yo haré los esfuerzos posibles, a fin de conducir conmigo todas las fuerzas disponibles, y que puedan reunirse en todas partes.

   Disponga usted que la flotilla del mando del comandante Padilla que condujo mi guardia, y todas las embarcaciones de guerra y mercantes, aunque sean de particulares, que haya en Apure, vengan conduciendo cuanta carne salada sea posible, a encontrarme; pues aquí apenas reuniré nueve o diez embarcaciones contando con las que debe traer de Caicara Curbelo, según me dice el comandante Padilla; de modo que me veré en la necesidad de usar de la bombarda hasta donde encuentre a la flotilla que pido a usted que deberá venir lo más pronto y lo más abajo que le sea posible, pues la bombarda poco puede subir, porque cala mucha agua, y yo no sé cómo sea que lleve la tropa hasta donde me encuentre con la escuadrilla. Los víveres en abundancia son de absoluta y primera necesidad, pues aquí no hay de dónde llevarlos, porque las misiones, que eran las que podían darlos, están muy destruidas, y sobre todo sin hombres porque la fiebre ha acabado con casi todos ellos.

   Temo mucho la pérdida de Casanare ahora que los enemigos, según informes, van a emprender operaciones sobre ella. Me parece sumamente importante destinar allí al señor coronel Nonato Pérez, para que bajo las órdenes del señor general Santander, organice y levante cuerpos de caballería y tome el mando de toda ella. Así, pues, prevendrá usted a dicho señor coronel que marche inmediatamente a Casanare con este objeto.

   Reencargo a usted la remisión de muías para nuestros créditos que tengo pedidas a usted.

   Dios, etcétera.

Bolívar

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 15, p. 180.

 

127

FABRICAR GORRAS

Guanapalo, 8 de diciembre [de 1818]

   Al juez mayor del norte

   Disponga usted luego que reciba éste, hacer fabricar 1.000 gorras de paja de buen tamaño en ese departamento y avisarme inmediatamente que estén hechas 500, en el supuesto de que dentro de 15 días han de estar todas concluidas, y de que gratificaré con alguna cosa a los que las trabajen, lo cual hará usted entender a todos.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 79.

 

128

MANTENER VIGILANCIA

Guanapalo, 8 de diciembre [de 1818] Al comandante Ortega, a Cordero

   Parece que los enemigos ya tratan de invadir esta provincia y no darme tiempo a levantar toda la fuerza, que esperaba. En esta virtud debe usted reunir no sólo toda la gente de su escuadrón, sino toda la útil que pueda. Lo principal es mandar muchos vigías sobre el camino de la Salina, que es por donde debe venir la principal fuerza. De su actividad y patriotismo espero la buena ejecución de estas órdenes. Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 79.

 

129

DEBE REINAR ARMONIA

Guanapalo, 8 de diciembre de 1818

   Al gobernador de la provincia

   Los jueces mayores en sus cantones son subdelegados del gobierno o la justicia así como los comandantes lo son de la autoridad militar. Entre unos y otros debe reinar la mejor armonía, sin excederse en su tratamiento. Los jueces mayores tienen el exclusivo conocimiento en los asuntos civiles y políticos, y los comandantes lo tienen en los de guerra; pero cuando estos tengan orden de autoridad competente para tomar providencias en lo militar, como reunión de hombres, ganados, de frutos del país, y otros semejantes, los jueces mayores deberán obedecerles sin excusa alguna para que jamás se entorpezcan las providencias dirigidas a la salud de la República.

   Esto servirá de regla general, y de contestación a la consulta que se hace.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 79.

 

130

ORDEN TERMINANTE A JUEZ MAYOR

8 de diciembre de 1818

   Al juez mayor del Meta

   De ninguna manera se privará a los indios que se aprehendan en fuga, de los instrumentos de su labor u oficio. Al capitán Camacho he nombrado comandante militar del Meta, y su residencia será en Santa Rosalía. Las órdenes que comunique en negocios militares serán cumplidas sin que ninguna autoridad las entorpezca. Lo que dicho Camacho pide a usted para el desempeño de su comisión, se le entregará, sin que a usted le quede otra cosa que hacer que dar cumplimiento para que el servicio no padezca atraso. Entre usted y él habrá la mejor armonía sin dar lugar a competencias y quejas, y sin que usted deje de ejercer su jurisdicción en los asuntos civiles y políticos. Dios guarde a usted,

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 80.

 

131

ESTRATEGIA PARA LA DEFENSA

Guanapalo, 8 de diciembre de 1818

   Al señor general

   Tengo el honor de informar a vuestra señoría que el 27 del pasado llegué a este puerto, habiendo quedado más acá del pueblo del Meta dos buques a cargo del coronel Lara, que aún no ha llegado. Las dificultades y trabajos que siguieron a mi navegación, la retardaron bien contra mis deseos, y vuestra señoría los verá en el diario que acompaño.

   El 28 en la noche me vi con el coronel Juan Nepomuceno Moreno que tenía el mando general de la provincia, y me informó de su estado y posición. Los acontecimientos que han tenido lugar desde agosto entre las tropas y los jefes enviados por el señor general Páez, han dividido no sólo los ánimos, sino que han hecho dispersar los cuerpos. El comandante Arredondo se colocó en la serranía, y negando obediencia a toda autoridad, se creyó jefe separado y comenzó a obrar con 200 infantes armados y provistos de 6.000 cartuchos. No sé si insistirá en una locura semejante después de habérsele intimado la orden de reconocerme, pues el oficial comisionado no ha regresado. Aun cuando así suceda, no hay que temer que esto entorpezca mis providencias, ni que dure mucho su disidencia.

   Sin una carta de la provincia en la mano, vuestra señoría no puede formar una idea de la posición de nuestras tropas y de las del enemigo; y yo sin un oficial de inteligencia no puedo presentarla a vuestra señoría y allanar esta dificultad. Sin embargo, creo que el adjunto borrón podrá en algo suplir aquella falta. De los informes que me ha dado oficialmente el gobernador Moreno, resulta que en el territorio libre de Casanare y llanos de San Martín, se encuentran 100 hombres de caballería mal armados, y 130 infantes armados, que hoy están situados en La Laguna, como lugar de sanidad. La mayor parte de la caballería dispersa en partidas de guerrilla, y otra licenciada, no quedan sino los cantones de Quebradaseca, Curimina y Cordero, de donde se proveen las escuchas y vigías que observan la montaña desde San Pedro hasta el camino de Chire. Los recursos para ocurrir a la subsistencia de las tropas no son más que carnes, de cuyo artículo no han podido del todo agotar la provincia con todos los gastos, destrozo y ventas que han hecho. Los caballos no pasan de 1.000 para montar los escuadrones en caso de defensa, y no queda remonta alguna. Se podrían sacar muchos potros de las haciendas de Arauca, pero la distancia y el trabajo reducen a nulidad la caballería que tenemos.

   El enemigo en la línea que se extiende de Medina a Chita tiene 1.100 hombres de infantería del regimiento del rey, colocados en dicho Medina, Miraflores, Paya y Chita, en cuyos puntos se han fortificado. Tiene además 300 infantes en Puebloviejo, inmediaciones de Sogamoso, y 500 caballeros en este pueblo, de los cuales parece que un escuadrón es de españoles de los piquetes de los varios regimientos que habían quedado en el reino. Continuamente hacen incursiones sobre el pie de la serranía, y ahora 15 días acaban de sorprender un destacamento de infantería que Arredondo tenía en la Fragua. Este oficial con su tropa subsiste en Zapatosa. El enemigo anuncia invadir esta provincia, y yo creo que si lo efectúa es con 2.000 hombres por lo menos.

   Del interior de la Nueva Granada no se tiene noticia de tres meses a esta parte, porque los enemigos han cubierto todas las avenidas. No hay duda que una fuerte guerrilla obra en el sur y otra en la provincia del Socorro, con la cual se han tenido comunicaciones. El brigadier Warleta es el jefe del ejército de la Nueva Granada, bajo la inmediata dirección del virrey Sámano. Se hacen levas y se crean nuevos cuerpos sin duda con el objeto de realizar su anunciada invasión. Hablando Moreno de lo fuerte del enemigo, dice:

   "Yo he decretado un alistamiento general que han de realizar los oficiales que he comisionado; he mandado reunir las caballerías para hacer una organización y sacar reclutas de infantería de los hombres que no sean bien de a caballo; he despachado otros oficiales a reunir e instruir cuerpos de infantería al cantón de Tame y al de Támara, y tomado otras mil medidas que deben poner antes de 15 días la provincia en un estado respetable de defensa. La mitad de los artículos de guerra que he traído irán al interior para equipar los cuerpos de infantería, y los restantes quedan en el parque de reserva establecido en Santa Rosalía, pueblo situado a la derecha del Meta y que brinda toda seguridad. La conducción de algunos de ellos en caso de necesidad ya está fijada. Lo está también el correo de que hablé a vuestra señoría de La Urbana, y que saldrá de este pueblo el 24 de cada mes en vez del 1° como antes había indicado. Vuestra señoría tomará un interés en que se verifique el establecimiento del que debe salir de Angostura el 15".

   Ningún estado, ninguna relación puedo dirigirle ahora a vuestra señoría porque la situación de las tropas ha dado dificultad al gobernador Moreno para pasarme los que le he pedido. Creo que la breve exposición que he hecho dará a su excelencia alguna idea del estado del enemigo, sus posiciones, el de nuestras tropas, y los recursos de la provincia, y sobre todo manifiesta todo lo que tengo que trabajar para acordar los ánimos, crear un ejército y emprender alguna operación sobre el enemigo.

   Incluyo a vuestra señoría la orden del día que he enviado a las tropas, y de ella, como de todo lo demás que dejo relacionado, vuestra señoría se servirá dar cuenta a su excelencia y hacer el uso conveniente.

   Dios guarde, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 181.

 

132

ORDEN DE ENVIO DE ARMAMENTOS

La Trinidad, 13 de diciembre [de 1818]

   Al comandante de Santa Rosalía

   Bien pueden quedar en el almacén todos los efectos de guerra y la piragua grande que está descargada para que puedan ponerle el cargamento que ha de bajar a Guayana, lo que se verificará cuando yo pase la orden al portador Valencia.

   Inmediatamente haga usted bajar la piragüita del juez mayor y la del cura de Guacaría, y envíelas usted a este cuartel general con 200 fusiles, 10.000 cartuchos y 1.000 piedras, todo a cargo de una persona de confianza, para lo cual, y para los bogas, oficiará usted al otro juez mayor.

   Que se hagan los trabajos como antes he dicho a usted. El comandante Arredondo ha hecho públicamente su reconocimiento y parece que los enemigos nos darán tiempo a levantar el ejército. Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 80.

 

133

NOMBRAMIENTO E INSTRUCCIONES

La Trinidad, 13 de diciembre [de 1818]

   Al comandante Juan José Manzaneda

   Persuadido de la eficacia y buen procedimiento de usted he tenido a bien darle el mando del escuadrón de Arauca, ejerciendo al mismo tiempo la comandancia militar de dicha villa y su inmediación y también en lo político. Las instrucciones que se le comunican, servirán de regla para su manejo.

   Dios, etcétera.

Santander

   INSTRUCCIONES AL COMANDANTE MANZANEDA

   1°. Reunir el escuadrón de Arauca, arreglándolo en dos compañías, para lo cual me dirá quiénes pueden ser los oficiales y preparándolo para cuando se le avise que es necesario.

   2°. Enviará de período en período ganado suficiente para sostener un batallón que he de levantar en Tame, de manera que nunca falte.

   3°. Luego inmediatamente que se haga la primera remesa de ganado enviará algunos caballos, en inteligencia de que la caballería toda está muy mal montada, y el enemigo invade precisamente la provincia.

   4°. Mantendrá el orden en el pueblo, administrando justicia e impidiendo desórdenes.

   5°. Si el comandante de Guasdualito necesita de algún auxilio pronto, se lo concederá, manteniendo con él la mejor armonía.

   6°. En las materias políticas se entenderá que el gobierno de la provincia y en las de guerra conmigo. Espero del buen celo y cordura del comandante el mejor desempeño de su comisión.

   7°. A nadie dejará pasar a la provincia de Barinas sin mi pasaporte, sea cual fuere, y aunque lleve pasaporte de otro.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 81.

 

134

ORDEN DE AUXILIO

La Trinidad, 13 de diciembre [de 1818]

   Al comandante general del alto Apure

   El comandante Juan José Manzaneda ha sido nombrado por mí comandante del escuadrón de Arauca y de villa. Tiene órdenes de auxiliar a usted si lo necesita, y yo espero que usted haga otro tanto, principalmente en las primeras reuniones de ganado y caballos, que debe hacer.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 82.

 

135

PERMISO PARA ATACAR

Jomos, 14 (diciembre ?) [de 1818] a las 8 de la noche

   Señor comandante en jefe Francisco de Paula Santander

   Del comandante de Cazadores de Nueva Granada

   Mi general: Acabo de recibir el adjunto, que remito, del capitán Alfonso. Tengo averiguado la ida de Marroquín; se echan, a mucho apretar, dos días y medio. Supuesto a que son nada más que 300, bueno será atacarlos, previo el gusto de usted, con eso nos dejan de incomodar, tanto de frente como por retaguardias. Me comprometo a batirlos, con que si usted lo determina, aguardo la orden antes que se vayan. De frente se les puede apretar, pero por retaguardia tenemos dos ventajas, pues podemos tomar las trincheras. Yo aguardo aumentar mi batallón con los de Paya o Salina.

   Soy de usted su amigo invariable,

A. Arredondo

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 370.

 

136

RELEVO DE MANDO

La Trinidad, 14 de diciembre [de 1818] Al comandante actual de Arauca

   El teniente coronel Manzaneda ha sido destinado por mí para comandante del escuadrón de esa villa y su jurisdicción, a quien usted le entregará el mando. Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 82.

 

137

VIGILANCIA Y BUEN TRATO

La Trinidad, 14 de diciembre [de 1818]

   Al alcalde de Zapatosa, Antonio Lineros

   He destinado al capitán Lobo Guerrero de comandante de ese pueblo, y al efecto ha de levantar una compañía de ese partido de la gente útil y que menos falta haga para la agricultura. Usted propenderá al buen desempeño de esta comisión, auxiliando en cuanto esté a su alcance, pues si de esta vez no nos empeñamos en levantar fuerzas para echar los enemigos de la provincia jamás habrá tranquilidad. He mandado que se trate ese pueblo con el mejor orden, y que se pongan muchos vigías. Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 82.

 

138

INSTRUCCION PARA LAS MILICIAS

La Trinidad, 14 de diciembre [de 1818]

   Al capitán Lobo Guerrero

   He tenido a bien destinar a usted a levantar una compañía de infantería en Zapatosa y sus contornos, para lo que llevará los sargentos y cabos que doy orden al comandante Arredondo ponga a su disposición. Toda la gente útil para el servicio de infantería se reunirá, mantendrá en cuartel y será disciplinada a mañana y tarde.

   Tendrá la mayor vigilancia en todos los caminos, poniendo espías, y haciéndolos internar si es posible hasta los pueblos donde están los enemigos, dándome parte de todo cuanto sepa aun cuando no haya novedad. El pueblo será tratado con consideración, sin permitir ningún desorden. En caso de que el enemigo venga sobre Zapatosa, se retirará a unirse al batallón con toda la tropa que haya reunido. Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 83.

 

139

NO PELEAR EN DESVENTAJA

La Trinidad, 14 de diciembre [de 1818]

   Al comandante Arredondo

   He recibido la correspondencia que usted me dirigió con el capitán Gómez, y me complace el que todos los oficiales y tropa se manifiesten, en la mejor disposición para formar un ejército, así como por su obediencia a la legítima autoridad.

   Inmediatamente que lleguen a este puerto los elementos de guerra, cuidaré de proveer a lo que usted me dice que hace falta. Reitero la orden que he comunicado a usted con fecha cuatro: por ningún caso se debe tener un rompimiento desigual con el enemigo.

   Al capitán Lobo Guerrero lo he destinado a Zapatosa, a hacerme una recluta.

   Usted le dará 10 hombres armados entre cabos y sargentos y soldados que sirvan de cuadro para la instrucción y disciplina y algunas municiones: también los subalternos que él pida. Entre tanto usted se mantendrá en ese punto hasta que organizada toda la infantería que he mandado reunir establezca nuestro cuartel general. Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 83.

 

140

LOS MEJORES SOLDADOS PARA EL GENERAL

La Trinidad, 15 de diciembre [de 1818]

   Al teniente coronel Ortega, comandante del escuadrón de Casanare

   Haga usted marchar para este cuartel general inmediatamente los soldados que se hallan en su escuadrón y las partidas del escuadrón de dragones, pues estoy organizando este cuerpo tan necesario en la serranía y el llano.

   Igualmente si entre su gente hay hombres que no sean bien útiles para a caballo mándemelos que en otros cuerpos me sirven, y no nos ocupan caballos en circunstancias en que no tenemos.

   Voy a formar un cuerpo de los que regularmente llaman la guardia del general, y cada comandante me ha de dar unos soldados de los buenos. Este cuerpo debe ser muy regular. Por lo tanto, usted me dará de su escuadrón diez soldados, y los mandará a La Trinidad. Que mande inmediatamente un espía sobre la salina. Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 84.

 

141

ESCOGENCIA DE OFICIALES

La Trinidad, 15 de diciembre [de 1818]

   Al comandante de Taguana, capitán Alfonso

   El gobernador me ha pasado un oficio de usted en que habla sobre la reunión de alguna gente en el cerro que sirva de infantería: esto lo he celebrado en circunstancias en que necesitamos reunir muchos hombres de esta clase para darles la multitud de fusiles que he traído, y poder atacar a los enemigos que tienen siempre en alarma al llano. Soy igualmente de opinión de que se reúna esa gente en el mismo cerro para que se discipline, y se les pueda decir que no los bajaré al llano y que sólo los emplearé para atacar a Paya.

   Por lo tanto, usted mismo empezará a reuniría en el punto que sea de más seguridad mientras que yo mando el oficial que los ha de instruir; si entre esa misma gente hay algunos mozos de buena conducta que tengan influjo en la gente y que puedan ser oficiales, usted me lo avisará inmediatamente para nombrarlos.

   Encargo a usted que se pongan vigías sobre todos esos caminos: que averigüe el estado del enemigo en Paya o cualesquiera otros puntos, avisándome de cualquier novedad y la razón que traigan. Mientras no se sepa bien a fondo los puntos que ocupa el enemigo, el número de tropa que tiene y los movimientos que haga, no se puede emprender con seguridad ninguna operación, lo que servirá a usted de gobierno para manejarse por esa parte.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 84.

 

142

PEDIDO DE TROPAS

La Trinidad, 15 de diciembre [de 1818]

   Al comandante Pérez

   Todos los hombres de la tropa de su mando y del cantón de su jurisdicción que usted crea no ser útiles de caballería y que son numerosos, los recogerá inmediatamente y me los enviará con toda seguridad a este cuartel general.

   Por lo demás, estoy confiado en el celo de usted, en que tendrá arreglado su cantón y en mucho orden.

   Al capitán Varela comisiono para reunir todos los soldados de dragones que haya en el departamento del Norte (Tame, etcétera).

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 85.

 

143

ORGANIZAR COMPAÑIA DE TAGUANA

La Trinidad, 16 de diciembre [de 1818]

   Al capitán Sebastián Ramírez

   Marche usted a Taguana con el objeto de levantar una compañía de infantería en la Loma, para lo cual se pondrá usted de acuerdo con el comandante Alfonso, quien le dirá dónde debe reunirse y le ayudará a ello. Esto debe ejecutarse con la mayor actividad, en términos que a fines de este mes pueda yo contar con ella para la organización del ejército. Mucha vigilancia sobre los movimientos del enemigo, y darme oportunos avisos de ello y de su comisión.

   El comandante Arredondo mandará un oficial y algunos cabos y sargentos armados.

   Dios guarde, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 86.

 

144

TROPA PARA TAGUANA

La Trinidad, 16 de diciembre [de 1818]

   Al comandante Arredondo

   Para que inmediatamente mande a Taguana un subalterno y ocho sargentos, cabos y soldados a levantar infantería, los cuales se han de poner a órdenes del capitán Sebastián Ramírez.

   Dios guarde, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 86.

 

145

HACER PUBLICO EL MOVIMIENTO DE TROPAS

La Laguna, 18 de diciembre [de 1818]

   Al comandante

   He recibido un parte que usted dirigió ayer al comandante de este cantón, en que le anuncia la salida del enemigo por Chita. No se puede deducir nada absolutamente por el modo con que lo han puesto, pues no se dice el número de las tropas que sean, y si hay fundamento para creer vengan con el objeto de invadir la provincia. Procure usted indagar a fondo la verdad y darme oportunos partes para tomar las providencias convenientes.

   Haga usted público que he hecho marchar a Chire 40 carabineros y 200 lanceros, pues con esta fecha doy orden al comandante Ortega para que verifique este movimiento con el objeto de envolver al enemigo.

   Dios guarde, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 86.

 

146

INSTRUCCION DEL RECLUTA

La Laguna, 18 de diciembre [de 1818]

   Al capitán Vegal

   Destino a usted con tres oficiales más de infantería a reunirme 200 reclutas para un batallón en el partido de Támara, Tablón e inmediaciones de Pore, hasta donde se pueda, escogiendo los jóvenes, y todos los solteros y casados que no tengan labranzas de consideración. Al efecto doy las órdenes convenientes a los comisionados de Támara y del Tablón para que se presten a este servicio, quedando este último, que es un tal Figueras, encargado de proveerle de carnes, para lo cual, de la gente que tenga, se le dejarán 20 ó 25 hombres que sean buenos de caballería.

   Queda usted con el mando militar de ese partido, y por supuesto es de su cargo la vigilancia sobre todos los movimientos del enemigo. Si éste en gran número marchase a invadir la provincia, usted, con toda la gente que haya reunido y la demás del cantón, se retirará a Curimina, por Pore, y para esto lo auxiliará la caballería, dando usted aviso al comandante de Curimina.

   El cantón en donde se ha de reunir la recluta para disciplinarla será en Curama o cerca, en el lugar que le parezca mejor. A mañana y tarde se ha de hacer la instrucción de lo principal del recluta, giro, marchas, saberse mantener unido, y conocer el fusil para cargarlo y dispararlo. Esto lo primero. Para mantener el cantón se fabricarán cuarteles.

   Es necesario manifestar a toda esa gente que sus esfuerzos y reunión son indispensables por dos meses para que aprendan a manejar sus armas y poder atacar a los godos de Paya o la Salina. Que después en el reino sobra gente para el servicio, y ellos volverán a sus casas.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 87.

 

147

CUMPLIR LO ORDENADO

La Laguna, 18 de diciembre [de 1818]

   Al comisionado del Tablón, Figueras

   El capitán Vegal marcha a reunir la gente de infantería de todo ese partido y a quedar de comandante general. A él le dará usted la gente y le ayudará a reclutar cuanta se pueda, cumpliendo usted lo que le mande, y portándose con toda la eficacia que usted me ha prometido. Su piquete de caballería de 25 hombres, que sean de a caballo, servirá para coger carne y vigilar sobre los enemigos. Usted queda de comisionado de ese piquete y del partido.

   Que no haya dilación en nada, ni disputas, porque castigaré severamente a quien sea culpable.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 88.

 

148

VIGILAR AL ENEMIGO

La Laguna, 18 de diciembre [de 1818]

   Al capitán Leal

   De la tropa de su mando dará usted 20 hombres armados al capitán Vegal que sirvan para instruir la recluta. Con el resto marchará usted por el partido de Ten con el objeto de reunir algunos reclutas, que por lo menos deben ser 100, extendiéndose esta comisión a Manare, Barronegro, etcétera, y exceptuándose solamente los hombres mayores, cargados de familias y que tengan labranzas regulares, y los que se necesiten para las vigías. Debe manifestárseles que toda la reunión no durará sino dos meses, hasta que echemos a los enemigos de la Salina y de Paya, y vengan los del reino a tomar las armas.

   Grande vigilancia sobre el enemigo y jamás comprometerse con peligro de mal suceso. En caso de que él marche en grueso número sobre esta provincia, debe replegar con toda la fuerza que haya venido a reunirse a Carrastol y luego a Curimina. La instrucción y disciplina de la tropa se hará en este punto de La Laguna a mañana y tarde, enseñándoles por lo pronto lo más preciso y conocer el fusil y dispararlo. Con el capitán Vegal se mantendrá en comunicación. Este oficial se situará en las inmediaciones de Pore sobre el cerro.

   Ninguna organización se dará todavía a la recluta.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 88.

 

149

RETIRADA, SI ES NECESARIO

La Laguna, 18 de diciembre [de 1818]

   Al comandante Arredondo

   He recibido sus comunicaciones del 13 y 15, de que quedo impuesto. Con fecha 4 he prevenido a usted que de ninguna manera se comprometa acción desigual, en circunstancias de que no estamos para aventurar nada, y que en caso de que los enemigos marchen para Zapatosa se retire usted a Santiago, y si aquéllos continúan, continuará usted de retirada a Quebradaseca precisamente y bajo la más estrecha responsabilidad. Repito esta orden nuevamente y prevengo a usted que a cualquiera que trate de entorpecerla, lo arreste, y lo remita preso, pues estoy muy decidido a hacer un ejemplar en el primer acto de éstos.

   Luego que cesen los movimientos del enemigo, despache comisiones de los oficiales Guerrero y Ramírez, de que le he hablado.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 89.

 

150

OFICIO A ORTEGA

La Laguna, 18 de diciembre [de 1818]

   Al comandante Manuel Ortega

   He recibido el parte que usted me ha remitido: Por el comandante de Ten se me comunica que la partida enemiga que vino hasta Sabanalarga, se regresó inmediatamente; sin embargo, usted, por su parte, esté con la mayor vigilancia. Yo regreso hoy a La Trinidad.

   Me aseguran que han quedado en esa tropa cuatro carabineros y un clarín del segundo Guerrero; mándelos usted a Carimina (Curimina) para que de allí sigan a La Trinidad.

   Sírvale a usted de gobierno que he mandado hacer una recluta para infantería en el partido de Ten y Manare.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 89.

 

151

AUTORIZACION PARA EL JUEZ MAYOR

La Laguna, 19 de diciembre de 1818 8°

   Juez mayor del departamento del Norte

   Puede usted hacer uso de los ciudadanos Montaña, Alvarado y Cobos para los destinos que usted manifiesta en su oficio del 16. En primera ocasión remítame las jamugas a La Trinidad, y que se hagan 15 más de todo apero, pues necesitaremos en dicho pueblo de muchas.

   El enemigo hizo una correría de Chita sobre Ten y replegó a sus trincheras.

   Por todos estos partidos se está reuniendo mucha gente para infantería.

   Espero que otro tanto suceda con otra columna que venía sobre Zapatosa.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 90.

 

152

INSTRUCCIONES PARA EL RECLUTAMIENTO DE NUEVAS TROPAS

Cuartel general en Curimina, 20 de diciembre de 1818

   1°. En el departamento de Tame se debe hacer una recluta de 300 a 400 hombres de indios y demás hombres útiles, con excepción única de los empleados civiles y de rentas. Se instruirá y disciplinará para infantería, haciéndose a mañana y tarde y con toda la prontitud que exige el estado indefenso de la provincia.

   2°. El señor coronel Lara echará mano de los oficiales de infantería que haya en el departamento, a muchos de los cuales ya he dado órdenes de estar a las suyas. El verá si es mejor reunir todos los reclutas en un solo cuartel o en diversos, según son los pueblos.

   3°. Para animar a las gentes a reunirse, debe manifestar que sólo se les tendrá por dos meses reunidos para aprender el manejo del arma y que luego iremos a tomar la Salina, de donde volverán a sus casas los que quieran.

   4°. Para mantener la recluta he dado orden al comandante de Arauca de remitir ganado suficiente: entre tanto llegue, echará mano de cualquiera que encuentre en calidad de empréstito. Lo pagará en verificándose la reunión, y aun socorrerá con carnes a las familias emigradas o de los que estuvieren en el servicio.

   5°. Ninguna organización en batallón se dará a los reclutas, y sólo se considerarán como tropas el número que se encargue a cualquier oficial. El mayor Obregón deberá ayudarle en esta comisión, como se le ha prevenido.

   6°. Durante su comisión en el departamento, ejercerá la comandancia general de él, quedándole subordinadas todas las autoridades.

   7°. Si antes de poder hacerse toda la recluta y de que ella venga al cuartel general, el enemigo invadiese la provincia, debe marchar con lo que tenga a reunirse al escuadrón del teniente coronel Ortega y tratar de hacerlo luego al ejército, para lo cual le auxiliará la caballería por el llano.

   8°. (Reservado). Como la defensa de la provincia estoy decidido a hacerla entre el río Casanare y el Meta, jamás contará el general Lara con mi retirada para ese departamento.

   Como también el teniente coronel Ortega en otra ocasión se ha sabido mantener en el centro de la provincia, sin que los enemigos hayan podido destruirlo, dicho comandante tiene orden de hacer otro tanto, y de auxiliarlo con prácticos, etcétera, hasta una reunión. En caso extremo echará mano del escuadrón de Arauca.

   9°. Llegando de Arauca suficiente ganado, dará algunas reses al juez mayor para que las expenda por cuenta del Estado y con parte de su producto proporcionará a los indios de la recluta algunas diversiones con que se mantengan contentos. A los curas se les pasará ración.

   10°. Todos los indios que no sean reclutados quedarán a disposición del juez mayor para que los haga trabajar en labranzas. Este juez mayor tiene orden de hacer fabricar 1.000 gorras de paja, sobre lo que inspeccionará para su pronto despacho como sobre jamugas.

   11. Oportunamente se le dirá al coronel Lara dónde debe traerse toda la recluta, y se empeñará en que para el 8 de enero esté toda reunida y ya disciplinándose.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 90.

 

153

ORDEN PARA EL COMANDANTE

20 de diciembre [de 1818]

   Desde La Laguna al comandante de Manare, mandándole poner todo el pueblo a disposición del capitán Leal.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 92.

 

154

INSTRUCCION PARA COLABORARLE A LARA

Curimina, 20 de diciembre de 1818

   Al comandante Ortega, Cordero

   El señor coronel Lara va encargado de la comandancia general del departamento del Norte, en el cual ha de desempeñar varias comisiones que le he encargado. A él le entregará usted cualquier oficial o soldados de infantería que usted haya reunido en esa tropa.

   Sobre lo que usted me dice en su oficio he dado orden al coronel Lara para la reunión de manganzones, y en cuanto a esa gente que está enviciada en desertarse, será menester hacer un ejemplar muy fuerte. El primero que usted coja, manténgalo preso y avíseme.

   Cualquier novedad que haya por parte de la Salina, al mismo tiempo que usted me la participará a mí, le mandará igual parte al coronel Lara para que él tome las providencias de que le he instruido.

   Usted sabe que la provincia la han dejado ya sin caballos y es menester valemos de lo poco que hay hasta tanto me manden de Arauca los que he pedido. Sobre las novedades que se dicen que Zapatosa, le avisaré a usted oportunamente.

   Dios guarde, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 92.

 

155

LARA VA EN COMISION

Curimina, 20 de diciembre [de 1818]

   Al juez mayor del departamento del Norte

   El señor coronel Lara va a ese departamento encargado de varias comisiones importantes, y entre tanto exista en él, ejercerá la comandancia general. Lo que le servirá a usted de gobierno.

   Entre otras órdenes tiene la de auxiliarle con ración de carne a las familias emigradas y los que estén en servicio, luego que llegue el ganado de Arauca, y a los emigrados.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 92,

 

156

ALERTAS PARA LA RETIRADA

Curimina, 20 de diciembre de 1818

   A los capitanes Vegal y Leal

   Si el comandante de caballería acantonado en Curimina avisase a ustedes que los enemigos marchando por el pie de la serranía desde Santiago a Taguana se dirigen a Pore, ustedes se retirarán con cuanta gente tengan, pertenezca o no pertenezca a la recluta, al punto que les he asignado a ustedes en oficios de ayer, números 30 y 32.

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 93.

 

157

SANTANDER SE DA POR ENTERADO

Curimina, 23 de diciembre [de 1818]

   Al comandante Ortega

   Quedo impuesto de cuanto usted me dice en su oficio de ayer. Luego que me reponga de mi accidente que me ha obligado a permanecer aquí,determinaré sobre el particular; pero entre tanto es necesario que usted me remita los carabineros.

   Los enemigos ocuparon y quemaron a Santiago, no habían adelantado un paso de allí hasta el 18, antes bien, tengo noticia de haberse retirado sobre el cerro. Repito a usted mis encargos sobre vigilancia al enemigo por su parte.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 93.

 

158

QUE ENVIEN SASTRES

Curimina, 25 de diciembre [de 1818]

   Al comandante Arredondo

   Previniéndole que remita todos los sastres que tenga en el batallón a La Trinidad.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 93.

 

159

COMUNICAR LAS NOVEDADES OPORTUNAMENTE

Curimina, 28 de diciembre [de 1818]

   Al comandante Arredondo

   Ha tres días que no tengo noticia de usted ni del enemigo, y quisiera tenerla frecuentemente para poder calcular de los designios del enemigo y tomar yo un partido decidido.

   Si el batallón no está con comodidad en ese punto de Quebradaseca, que me dicen es escaso de agua y de víveres, pásese a Taguana, y con la mayor vigilancia ocúpese en la instrucción del batallón. Toda la gente que me ha ofrecido el comandante Alfonso para la infantería no la reúna usted al batallón todavía, pues se debe instruir en el punto que diga el dicho Alfonso; para esto he nombrado al capitán Gómez, a quien usted le dará un piquete de sargentos, cabos y soldados para que le ayuden a la instrucción.

   Cualquiera que sea el movimiento que usted haga avíselo al señor coronel Moreno, a quien he nombrado de comandante general de caballería.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 93.

 

160

ORDEN DE ENVIAR PERTRECHOS

Curimina, 29 de diciembre de 1818

   Al comandante José María Villate

   Se le previene que con la posible brevedad mande a este punto 40 fusiles bien acondicionados en cuatro cargas y 100 piedras de chispa.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 94.

 

161

AVISAR QUE NO EXISTE NOVEDAD

Curimina, 29 de diciembre de 1818

   Al comandante José María Villate

   Se le previene avise al comandante del puerto de Santa Rosalía que todos los elementos de guerra que están a bordo los ponga en tierra por no haber novedad alguna.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 94.

 

162

LIBERTAD DE ACCION

Curimina, 29 de diciembre [de 1818]

   Al comandante del batallón de Constantes, Arredondo

   Se le deja en libertad para ocupar cualquiera de los puntos de Santiago, Zapatosa o La Aguada; y se le previene dé los partes con oportunidad, observando por espías si los enemigos tienen caballería y que la fuerza de su cargo esté en seguridad. Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 94.

 

163

EL GOBIERNO CONVOCA CONGRESO

Nueva Guayana, 30 de diciembre de 1818

   Al señor coronel Francisco de Paula Santander

   Preciado amigo y señor mío: Apenas tengo lugar por el precitado despacho del presente correo para felicitar a usted ligeramente por su nuevo destino en esa provincia y ofrecerle mi pequeñez en esta plaza, de regreso de ese largo y penoso viaje. Mi dirección por el Apure, temeroso de que Mayz no llegaría con mis buques en todo el año, vencidos ya dos plazos del que estipulamos para su retorno aquí, me privó del gusto de encontrarme con usted por el Meta, en cuya navegación sé por su diario los trabajos que padeció. Si ellos no fuesen a producir el gran bien que la oportuna llegada de usted a Casanare me hace augurar, acá a mis solas, deberían sentirse; mas a vista de las felicidades que usted ha llevado a sus constantes paisanos, no tanto con los elementos de su expedición cuanto con su importante persona, todo debe sepultarse en el olvido para emprender nuevas y más gloriosas fatigas. ¡El Ser Supremo quiera dar a usted todo el pulso y tino que necesita esa nave para salvarla del naufragio! A otra cosa.

   El amigo Peñalver me informa haber suplicado a usted franquease a Mayz el buque de sus transportes, para retornarle aquí con las carnes que ese gobierno me debe por ropas que le di para sus tropas. Aunque me considero sin mérito alguno personal que me haga acreedor a la particular consideración de usted, con todo, me prometo que, persuadido de la generosidad con que franquié otros intereses al estado de Casanare, y más que todo, del empeño y comprometimiento en que está mi buen nombre pendiente del cumplimiento de la cobranza del caso, se dignará prestar a Mayz cuantos auxilios estén a su alcance para que traiga las carnes que le ha de entregar ese gobierno, y en particular la lancha en que usted ha subido de esta plaza. Usted sabe que de este mes en adelante ya no es fácil la navegación sobre el Meta en buques de ese porte, por consiguiente, es asequible mi súplica.

   Ya usted sabrá la convocatoria hecha por el gobierno supremo a las provincias y territorios libres para la formación de un congreso. Su contenido y el reglamento para las elecciones están estampados en los dos números 14 y 15 de nuestra Gaceta, que hoy remito al coronel Moreno. Sé que el 30 de octubre se le dirigieron a usted con el oficio consiguiente, por el presidente del consejo de gobierno, que como nada debe esperar usted de bueno por el Apure, que fue la vía de dicha comunicación, usted lo verá todo en las que van para dicho señor. Permítame usted le diga que aunque pretende encargar del gobierno interinamente al doctor Baños, para que Moreno atienda a sus caballerías, aquél debe (de justicia) ser elegido para la diputación al congreso. Si no echamos mano, para una asamblea tan interesante y tan delicada en las actuales circunstancias, de los pocos hombres de luces, de talento y juicio que nos quedan, como ése, todo cederá a la cábala y a la intriga, y los picaros triunfarán de la virtud.

   Perdone usted mi exceso de confianza, que sólo tiende al honor de la representación de esa provincia y al bien general de la causa; de resto usted sabe que, en todos tiempos y a cualquier distancia, tiene usted un derecho al respeto y consideración que presta a su mérito el que tiene el honor de ser de usted su apasionado servidor y amigo, que besa su mano,

José Félix Blanco

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 378.

 

164

VERGARA ESCRIBE A SANTANDER

San Juan de Payara, 1° de enero de 1819

   Señor general Francisco de Paula Santander

   Estimadísimo amigo: He tenido el gusto de saber que usted llegó felizmente, por una carta que usted escribió a Concha y que Guerrero me dio. Páez me enseñó la que usted le escribió y la orden del día 30, todo ha causado satisfacción, y Pumar me dijo enviarían a usted los 500 caballos que pide. Hablé a Páez sobre el proyecto de una invasión a Cúcuta, de que usted le habla a Concha; le acomodó y me dijo que por sí no quería determinar, pero que lo apoyaría con el jefe supremo, a quien aguardamos de un momento a otro.

   Sabrá usted que Mariño, marchando con 1.600 hombres sobre Cumaná, fue batido por 1.000; Bermúdez ha quedado en aquella provincia, y Mariño viene acá con el resto de sus tropas.

   El jefe supremo escribe a Anzoátegui ofreciendo que juntaremos un ejército considerable, de infantería, para batir al enemigo. Este vino a Camaguán, a las órdenes de Morales, en número como de 1.500 hombres de caballería. Se tomaron providencias por el estilo europeo, y San Fernando fue quemado; todos casi estamos en esta. Cedeño está a llegar con una buena división, de suerte que venimos por el mismo camino del año pasado; nos reuniremos en el mismo lugar y tendremos casi los mismos obstáculos que superar, aunque de distinto modo, por la diversa situación del enemigo, que se halla reunido con Calzada o próximo a verificarlo del otro lado de él desde Nutrias hasta Guadarrama, por tener más número de fusiles, abundancia de municiones y mejor infantería; toda esta arma deberá mandarla Anzoátegui. Los húsares de Páez maniobran como infantes; se ha creado un regimiento de guías, que manda Figueredo; se disciplinan con actividad como caballería e infantería. ¡La guardia de honor de Páez se disciplina diariamente! La experiencia es el mejor maestro. El convencimiento de la principal causa de nuestras desgracias en la campaña pasada es general; ¡con cuánto gusto veo introducirse el orden y enderezarse la República! Los consejos de guerra se menudean, y la ignorancia empieza a colocarse en el lugar que merece.

   Con Concha escribí a usted sobre las cosas de Europa; ahora no hay nada que añadir sino la reunión de un congreso a pedimento del gabinete español. Este ofrece a las potencias de Europa el comercio libre de América si median para que nos volvamos a someter; la mediación no es mala, será con el palo en la mano. Este paso no puede menos que atribuirse a la debilidad del gobierno español y a las victorias de San Martín y a nuestra tenacidad. El jefe supremo hizo una junta nacional en Angostura, a consecuencia de esto, y declaró a la faz del mundo que Venezuela está resuelta a perecer antes que a sucumbir bajo el gobierno español, aunque se conjure toda la Europa entera.

   Se están haciendo aquí las elecciones para el congreso; aún no sabemos quiénes serán diputados, pero hasta ahora los que más votos tienen son: Roscio, Zea, Pumar, Guerrero, el padre Méndez, el padre Antonio María Briceño, Manuel Palacios y Urdaneta. Este último si no sale para el congreso será jefe de estado mayor general de esta campaña; Soublette está ya enfermo.

   Páez tiene orden para enviar donde usted a Nonato; Bolívar se lo dice a Anzoátegui y le dice que Casanare es punto importantísimo.

7 de enero [de 1819]

   Morales hace ocho días que está en San Rafael de Atamajeas con destino a ese ejército; no sé si permitirán que vayan otros. Yo he hecho mi petición de nuevo; creo que el jefe supremo, a su llegada, que será dentro de diez días, me lo concederá, Cedeño está al llegar.

   Se dice que Calzada se ha retirado de Barinas, precipitadamente, sobre Guanare, que está en insurrección.

   Deseo saber de usted y del estado de las cosas en el interior de la Nueva Granada; no deje de decirme todo lo que supiere. Haré mis esfuerzos porque den licencia a Fortoul y algunos más. Saludo a Concha, París, Obando, Arredondo, González y demás amigos. Usted cuente con que siempre soy su afectísimo amigo,

José María Vergara

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 383.

 

165

REMISION

   Al teniente coronel Manuel Ortega

   Se le remiten 50 fusiles, un cajón de municiones y 100 chispas para que las entregue al coronel Lara.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 95.

 

166

RESPONSABLE DE LA ORDEN

Carrastol, 2 de enero de 1819

   Al capitán Bonilla

   Se le hace cargo del cumplimiento de la orden sobre mandar la gente útil para infantería.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 95.

 

167

ENCARGO

   Al juez mayor de La Laguna, 2

   Encargándole ocho cordobanes para la fragua.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 95.

 

168

ORDEN DE MARCHAR

Al capitán Lobo Guerrero, 2 de enero [de 1819]

   Se le ordena marche a Zapatoca a cumplir su comisión.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 95.

 

169

ALERTADO

2 de enero [de 1819]

   Al comandante Miguel Pérez

   Se le previene cumpla con la comisión de recluta para infantería.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 95.

 

170

TRASLADO A PORE

2 de enero de 1819

   Al comandante Arredondo

   Sin embargo de cuanto he prevenido a usted sobre movimientos con ese batallón, he determinado que luego que reciba orden se venga a Pore por la vía de Taguana, pues es conveniente este movimiento. Espero que usted, sobre cualquier dificultad, dará cumplimiento.

   No se olviden los piquetes que sirvan para instrucción de la recluta de Zapatosa y Taguana.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 95.

 

171

MOVIMIENTOS DEL ENEMIGO

Cuartel general en La Trinidad, 3 de enero de 1819

   Al coronel Nonato Pérez, comandante general del alto Apure

   Con mucho aprecio he visto el oficio de usted, de 22 del pasado, en que me comunica los movimientos del enemigo sobre el bajo Apure, y la resolución que usted debía tomar en caso de que ellos se extendiesen hasta Guasdualito. Todo me sirve de norma para mis operaciones en esta provincia, y espero que usted en oportunidad me informe del estado que vayan teniendo las cosas.

   Los enemigos de la Nueva Granada apenas hacen movimientos alarmantes hasta el pie de la serranía, y luego se retiran. Si los informes que dan los pasados son verdaderos, yo creo que no se introduzcan a Casanare mientras no obtengan en el Apure sucesos decisivos. Yo cuento ya con 1.200 reclutas de infantería reunidos, que se están instruyendo y disciplinando con toda la actividad posible.

   He determinado enviar al comandante general de caballería, coronel Moreno, a Arauca, para que arregle ese escuadrón y mande ganado de toda especie: tiene orden de dejar el escuadrón de Arauca en caso de que el enemigo ocupe a Guasdualito, para que impida la cogida de caballos y ganado y lo moleste del modo posible, debiendo dicho escuadrón seguir el movimiento de usted. Si usted no marcha a reunirse a alguna de las divisiones del ejército de occidente, sino que obra contra Guasdualito, pongo a orden de usted dicho escuadrón Arauca para que lo reforce y le ayude en sus operaciones; pero de ninguna manera si usted marchase a

   Barinas o cualquier otro punto que no sea sobre el cantón de Guasdualito.

   Es cuanto tengo el honor de decir a usted para su gobierno.

   Dios guarde, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 96.

 

172

COMUNICACIONES BREVES

La Trinidad, 4 de enero [de 1819]

   Al comandante de San Martín

   Con fecha 4 del próximo pasado diciembre escribí a usted avisándole estar destinado a mandar las fuerzas de los pueblos libres de Nueva Granada y exigiendo me enviase de ese departamento un hombre que me instruyese del estado de sus fuerzas, necesidades, etcétera. Ahora sigue a esa el comandante C. Aniceto Ramírez a inspeccionar las tropas, informarse de lo que más necesite de artículos de guerra: podrá usted entenderse con dicho comandante para cuanto sea conducente a la seguridad de ese llano.

   Cualquier oficial o partida de tropa grande o pequeña que recalare para esos lados sin pasaporte o comisión mía, deben ser tratados como desertores, negándoles todo auxilio, persiguiéndoles hasta ver si se puede efectuar su aprehensión.

   Por ningún caso debe permitirse comercio con los pueblos ocupados por el enemigo. Los hombres que usted ha aprehendido viniendo a llevar ganado de Apiay y de Cumaral, remítamelos usted aquí, y lo mismo hará con cualesquiera otros que aprehendiese.

   Según los informes que me diese el comandante Ramírez, determinaré quién mande en esos llanos, como que ellos no pertenecen sino a la provincia de Santafé.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 97.

 

173

ENVIO DE LICENCIA

La Trinidad, 5 de enero [de 1819]

   Al padre fray Antonio Pinto

   Incluyo a vuestra excelencia la licencia para que pase a servir el curato de Santa Rosalía. Espero que propenda a su adelantamiento y que manifieste al pueblo la justicia de la causa que defendemos.

   Luego que vuestra excelencia pase a Santa Rosalía reciba a los vecinos para ver con cuánto contribuyen para la oblata, y avíseme oportunamente.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 97.

 

174

PEDIDO DE ENVIO DE FUSILES

La Trinidad, 5 de enero [de 1819]

   Al comandante de Santa Rosalía

   Remita usted inmediatamente los 200 fusiles que le he mandado poner aquí, viniendo en curiaras o en lo que se pueda, pues en bestias es imposible, y el completo hasta 30.000 cartuchos, incluso los que trajo el coronel Lara. Las balas grandes que se refundan. En los cartuchos mándeme 3.000 sin bala, y póngales distinción para conocerlos.

   Me ha dicho el coronel Lara que usted le pidió dos pares de calzones, cosa muy extraña, cuando usted sabía que ese vestuario yo no lo daba a oficiales, y cuando debía saber que sólo yo podía disponer de él. Remita usted uno de los dos pares.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 98.

 

175

TRASLADAR HOMBRES A PORE

Cuartel general en La Trinidad, 6 de enero de 1819

   Al ciudadano Faustino Uribe

   Deben venir a Pore 200 hombres de infantería, los cuales serán mantenidos de pan por todos los vecinos de La Vega de Pauto que lo tengan. Comisiono a usted para que haga el repartimiento correspondiente, por semanas o como mejor le parezca, cuidando de que se hagan las remisiones en oportunidad a la ciudad, a disposición del comandante Arredondo, y hago a usted responsable si algún día faltare el pan a la tropa. Este puede consistir en plátano, yuca, casabe u otra cualquiera especie.

   Dios guarde, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 98.

 

176

CONFIRMA LLEGADA DE LOS HOMBRES

Cuartel general, La Trinidad, 6 de enero de 1819

   Al comandante Manuel Ortega

   He recibido los hombres que usted ha remitido con el capitán Varela, y estoy muy satisfecho del cumplimiento que usted da a las órdenes.

   Yo estoy ya bueno y un día de éstos tendré el gusto de ir a visitar ese cantón.

   Dios guarde, etcétera.

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 98.

 

177

CONSEGUIR EL PAGO DE REDITOS

La Trinidad, 6 de enero de 1819 9°

   Al administrador general de rentas de la provincia

   Informado de que varias personas que tienen a su cargo capellanías, no han entregado en la tesorería los principales y réditos, como lo mandó el gobierno general de la Nueva Granada, ordeno a usted que por todos los medios posibles los estreche y obligue a hacer los enteros, procediendo contra los fiadores, si los principales no tuvieren de dónde pagar. Hago a usted la más estrecha responsabilidad en este asunto.

   Dios guarde, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 99.

 

178

NO CUBRIR LIBRAMIENTOS

La Trinidad, 6 de enero de 1819 9°

   Al tesorero general de la provincia

   Ordeno a usted que no cubra ningún libramiento que no sea girado por mí, en inteligencia de que no será buena cuenta. Sólo para gastos de hospital, y deberán justificarse, podrá usted cubrir libramiento librado por otro.

   Prevenga usted a todos los dependientes de rentas que no serán admitidos como documentos los recibos que presenten de comandantes u otros empleados, sino es los que yo mismo diere, en inteligencia de que en las cuentas de tesorería no serán abonados ningunos de otra clase.

   Dios guarde, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 99.

 

179

PEDIDO DE AUXILIO CABALLAR

La Trinidad, 7 de enero de 1819

   Al comandante del cantón del Palmar

   Inmediatamente envíe usted el auxilio de 20 bestias al comandante Arredondo para que pueda verificar la marcha que le he prevenido haga urgentemente.

   De cualquier demora será usted responsable.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 100.

 

180

GALEA DEBE PAGAR

La Trinidad, 5 de enero de 1819

   Al coronel Moreno

   Según resulta de la adjunta obligación que incluyo a usted, es deudor el subteniente Juan de Dios Galea al ciudadano Lorenzo Pérez de 154 pesos. Proceda usted a hacer que dicho Galea pague esa deuda, de la cual ha cedido al acreedor 25 pesos al Estado. El ciudadano Rafael Valero es el apoderado de dicho Pérez.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 100.

 

181

PEDIDO DE PLATEROS

La Trinidad, 7 de enero [de 1819]

   Al ciudadano capitán graduado José Leal

   Haga usted venir inmediatamente a este cuartel general a los plateros que están en ese partido con todas sus herramientas, y sin embargo de cualesquiera trabajos que tengan a su cargo, pues los necesito urgentemente. Si estuviesen en otra parte, avise al juez mayor para que los haga venir luego, luego.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 100.

 

182

DISPUESTOS A MARCHAR

Cuartel general, La Trinidad, 8 de enero de 1819

   Señor general Rafael Urdaneta, jefe de estado mayor del ejército en Venezuela

   Señor general:

   Tengo el honor de incluir a usted el diario, que dará a usted y a su excelencia una idea de lo que se ha hecho en esta provincia y el estado que tiene. Tal vez la absoluta escasez de oficiales de infantería me obligará a formar sólo dos batallones de número superior a 500 plazas. Hasta ahora ninguna organización he dado a esta arma, ya porque mi enfermedad no me lo ha permitido y ya porque en ese no he creído conveniente reunir en un solo punto toda la recluta. Quedará organizada una compañía de zapadores, si la caballería lo está en dos regimientos, cada uno compuesto de dos escuadrones de lanceros, y queda el escuadrón de Arauca, que regularmente está empleado en comisiones de recolección de ganado de toda especie. Un escuadrón de dragones está también organizado, y una compañía de caballería, guías del general. No puedo enviar a usted en esta ocasión un estado general de la fuerza de mi mando; pero puedo asegurar que tengo más de 2.000 hombres de toda arma muy contentos, y dispuestos a marchar sobre la Nueva Granada.

   Empezaré mis operaciones luego que la infantería esté medianamente instruida, pues no me parece juicioso aventurar las primeras empresas, sobre que rueda el éxito bueno o malo de una campaña. Los enemigos, aunque han hecho movimientos hasta el pie de la montaña, se han replegado a sus posiciones, y no tengo noticia de que se preparen a invadir de firme la provincia. Nada he podido averiguar del estado del interior del reino, sin embargo de las diligencias que he hecho: sólo de los puestos que el enemigo cubre en la frontera sé frecuentemente no han sido hasta ahora reforzados, y sólo se ocupan de reparar sus fortificaciones.

   Sírvase usted hacer el uso conveniente de esta comunicación.

   Dios guarde, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 60 y 165.

 

183

COMUNICADO A COMANDANTES

La Trinidad, 9 de enero [de 1819]

   Al comandante general del departamento del Norte

   Pidiéndole los plateros que haya en el departamento con la mayor urgencia.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 101.

 

184

CONCEDER LICENCIAS CORTAS

La Trinidad, 10 de enero [de 1819]

   Al comandante del cantón del Palmar

   Bien puede usted conceder licencia a los individuos de su mando solamente por el término de dos días, y siendo con notoria necesidad, sin que pueda adelantar el término, pues está reservado a mí.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 101.

 

185

RAMON CARREÑO DEBE IR AL CUARTEL GENERAL

11 de enero [de 1819]

   Al comandante Ortega

   Se necesita que se presente en este cuartel general el capitán Ramón Carreño.

   El gobernador me consultó sobre un poco de dinero que pertenecía al capitán español Maza, y le previene dióse orden a usted de que se recogiera y entregare en tesorería. Dígame usted qué ha resultado, y ejecute a cualquiera que tenga el dinero para verificar la entrega cuanto antes.

   Quedo impuesto de la salida que hicieron los indios al sitio de Lope y providencias que usted tomó en consecuencia.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 102.

 

186

VEGAL, RESPONSABLE DE PARQUE

11 de enero [de 1819]

   Al capitán José Vegal

   Remito a Pore 30 fusiles y 90 piedras para que usted mande por ellos inmediatamente, teniendo el mayor cuidado de que no vaya a perderse alguno. Los fusiles quedarán entregados al comandante del destacamento en Pore.

   Dios guarde, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 102.

 

187

APRESAR A LOS DESERTORES

11 de enero [de 1819]

   Al comandante Santiago Béjar

   Han sido entregados los siete hombres que usted remitió. Haga usted las más eficaces diligencias por aprehender los tres que usted me dice han desertado.

   El teniente gobernador me ha hablado sobre unos labradores del escuadrón de usted: siempre que puedan reunirse inmediatamente a cualquiera novedad, puede usted darles licencia, expresando en ella que lo hace con orden mía.

   Dígame usted cuándo se traslada ese cantón al de Guachiría.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 101.

 

188

CONDUCTORES Y BESTIAS DEBEN REGRESAR

11 de enero [de 1819]

   Al comandante del destacamento de Pore

   Hágase usted cargo de 30 fusiles y 90 piedras que conduce Antonio Vargas hasta que mande por ellos el capitán José Vegal, a quien le mandará inmediatamente el adjunto pliego. Devuelva usted las bestias y los conductores.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 102.

 

189

LICENCIA PARA LABRADORES

11 de enero [de 1819]

   Al teniente gobernador P. F. Vargas

   Con esta misma fecha he dado orden al comandante de las tropas y cantón de Curimina dé licencia a los labradores que tenga en ellas para que asistan a sus labranzas.

   Lo que servirá de contestación al tesorero general, y a usted de gobierno para que en virtud de dicha orden se pueda ocurrir al dicho comandante Santiago Béjar.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 102.

 

190

CONSULTA SOBRE TABACO MALO

La Trinidad, 12 de enero de 1819 9°

   Al administrador general de rentas

   Supongo que en esa administración se recibirán tabacos de mala calidad que según la ley deben darse al fuego.

   Infórmeme usted si ocasiona algún perjuicio a la renta repartiendo dicho tabaco a la tropa.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 104.

 

191

UN AMIGO A DISCRECION

Angostura, 12 de enero de 1819

   Amigo Santander:

   Parece que usted se ha olvidado de que ha dejado en Guayana un amigo a quién participarle su llegada, recibimiento y estado de su provincia; pero como dice el adagio: a espaldas vueltas memorias muertas. No, amigo, no acontece así a este compañero que aprovecha la ocasión oportuna del amigo Picón, para decirle que por acá estamos buenos; hasta don Pedro de la Rosa, que quedó malo, se ha restablecido, y según dice él seguirá pronto a incorporarse al ejército. El general Urdaneta es cabeza del señor Tiebault, y por esta razón creo que los ayudantes y adjuntos estarán más descansados y mejor tratados.

   El ejército decantado del general Mariño fue dispersado en Cariaco, de cuyas resultas éste ha sido llamado y encargado del mando de un ejército in nomine, que debe formar en esta provincia, Barcelona, llanos de Caracas y Cumaná.

   El enemigo, aprovechando aquella oportunidad, penetró nuevamente a Cumanacoa, donde estaba Montes con 400 hombres, y observando que aquél era más numeroso se retiró a los Dosríos, a donde se acercaron como 50 hombres a tomar un poco de ganado. Montes los atacó, mató la mitad y dispersó el resto; este acontecimiento los ha hecho retirar nuevamente a Cumaná, y Montes ha ocupado sus antiguas posiciones.

   Se dice que el coronel English debe llegar de un momento a otro con auxilios salidos de Londres, y que Mac Gregor se dirige con fuerte expedición a Santa Marta, para obrar sobre Santafé.

   Allá van estas verdades y mentiras; usted digiéralas como quiera, que así hago yo, y mande cuanto guste a su afectísimo amigo y compañero,

Manuel Valdés

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 385.

 

192

ORDENES DE RUTINA

La Trinidad, 13 de enero [de 1819]

   Al comandante de Santa Rosalía

   Ponga usted a disposición del ciudadano José Antonio Mayz la piragua grande que está a cargo de usted para que él la despache cuando tenga por conveniente.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 104.

 

193

CONDUCIR A LA RECLUTA

La Trinidad, 13 de enero [de 1819]

   Al comandante Javier Alfonso

   Toda la recluta que tenga usted existente en ese cantón la conducirá usted bien escoltada y asegurada a entregarla a disposición del comandante Arredondo en Pore. Usted se regresará con el piquete de infantería a ver si puede reunir los demás asociados del citado cantón, para cuyo efecto le incluyo la adjunta orden. Recomiendo a usted muy encarecidamente el cuidado en verificar todo.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Otero y Cuervo, p. 236, No. 180.

 

194

PERSEGUIR A LOS DESERTORES

13 de enero [de 1819]

   Al comandante del cantón de Támara

   Mucha parte de la gente que había reclutado el capitán Vegal ha desertado y es necesario aprehenderlos con la mayor exactitud y actividad. Espero que usted en esta parte cooperará de una manera que yo quede satisfecho, pues lo intereso al mejor servicio de la República.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 104.

 

195

LOS RECLUTAS SERAN RECLUIDOS

13 de enero [de 1819]

   Al comandante Arredondo

   He dado orden al capitán Vegal entregue a usted toda la recluta que haya hecho. Esta gente es necesario tenerla arrestada y no hacerla salir para ejercicio sino a mañana, medio día y tarde, pues de otro modo no se consigue un recluta. Así mismo lo ejecutará usted procurando que la casa en que vivan sea desahogada para que no se enfermen y que tengan su guardia. Lo mismo ejecutará con la recluta de Taguana que también la he mandado llevar a Pore. No se comunique a ninguno todavía, y el capitán Gómez que regrese a traer más reclutas, y el capitán Ramírez que siga a donde le mando.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 105.

 

196

MANDAR A PORE TODOS LOS RECLUTAS

13 de enero [de 1819]

   Al comandante Javier Alfonso

   Me informan que el sitio en que se instruye la recluta está muy próximo al enemigo y que se deserta mucha gente. En esta virtud prevengo a usted que toda la gente reclutada se mande a Pore con el capitán Gómez, bien asegurada, a cuyo efecto usted dará los auxilios necesarios y algún piquete de caballería si es necesario.

   Esto sin la menor demora y sin excusa alguna, pues de otro modo no puedo tener ejército.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 105.

 

197

RECLUTAR MAS GENTE EN TAGUANA

13 de enero [de 1819]

   Al capitán Feliciano Gómez

   Toda la recluta que se haya hecho en ese partido la llevará usted bien asegurada a Pore a entregarla al comandante del batallón. Al efecto escribo al comandante de Taguana para que lo auxilie hasta con un piquete de caballería. Mucho cuidado para que no deserte ninguno, y llevarlos hasta amarrados si no hay otro modo. Esto se hará inmediatamente y con secreto. Que vaya el capitán Ramírez, quien en Pore tomará el destino del adjunto pasaporte: usted con el piquete regresará a Taguana a hacer más recluta.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 105.

 

198

LLEVAR ESCOLTA A PORE A LA RECLUTA

La Trinidad, 13 de enero de 1819

   Al capitán José Vegal

   Toda la recluta que tenga usted existente en ese cantón la conducirá usted bien escoltada y asegurada a entregarla a disposición del comandante Arredondo en Pore. Usted se regresará con el piquete de infantería, a ver si puede reunir los demás asociados del citado cantón, para cuyo efecto le incluyo la adjunta orden. Recomiendo a usted muy encarecidamente el cuidado en verificar todo.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 104.

 

199

FUGA DE PRESOS

15 de enero [de 1819]

   Al teniente coronel Antonio Obando

   Anoche se han fugado de la guardia de prevención de Dragones varios reos: es necesario que en un consejo de guerra verbal se averigüe quiénes han sido los culpables, y se proceda a sentenciarlos aun cuando sean oficiales.

   Para ello nombro a usted presidente del consejo extraordinario, en que serán vocales el teniente coronel Canal, el sargento mayor Villate, el capitán mayor París, el capitán graduado Galindo, fiscal será el teniente Gerardo. Todo se ha de verificar en el día.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 106.

 

200

ALCALDE DE CHAMEZA ENVIARA RECLUTAS

15 de enero [de 1819]

   Al capitán Lobo Guerrero, comandante de Zapatosa

   Supongo que tendrá usted ya una recluta regular. El alcalde de Chámeza, José Ramón Roa, está encargado por mí de enviar a usted los reclutas de aquel pueblo. Es menester tener gran cuidado para que no se deserten; si es necesario mantenerlos arrestados, hacerlo así.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 107.

 

201

LAS DEMORAS DEBEN SER EXPLICADAS

La Trinidad, enero 16

   Al comandante Santiago Béjar

   Se ha recibido el soldado que usted remitió ayer para infantería. También he recibido un pliego del comandante Arredondo que ha sido retardado cuatro días de Pore a aquí. Es necesario que usted me diga en qué consiste esta falta, y que en adelante se mire con más interés una cosa

   como ésta, pues de otro modo sabré que el enemigo invade la provincia cuando lo tenga a las puertas de mi casa. Hago a usted particular recomendación en esta materia. Encargo también de nuevo la reunión de ganado para la provisión de las tropas de Pore.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 107.

 

202

EFECTIVOS PARA TAME

La Trinidad, 16 de enero de 1819

   Al comandante Arredondo

   En el departamento de Tame hacen mucha falta para la recluta algunos cabos o soldados veteranos que entiendan el manejo del arma y giros. Entregue usted al capitán mayor J. París seis cabos o soldados armados de fusiles nuevos, y mande a los que sean aptos para este objeto, pues es indispensable esta remisión.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 107.

 

203

CONSEJO DE GUERRA

La Trinidad, 16 de enero [de 1819]

   Al comandante de Dragones, teniente coronel Sasmajous

   Según resulta del consejo de guerra seguido al cabo Díaz, del escuadrón del mando de usted, por la fuga de los presos que había en la prevención, ha consistido esta falta en la que tiene de disciplina el escuadrón. Un defecto semejante siempre recae sobre el jefe del cuerpo. Trate usted de que a los sargentos y cabos se les enseñe a hacer el servicio, juntándolos al efecto para el caso.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 108.

 

204

REITERACION DE ORDEN ANTERIOR

16 de enero [de 1819]

   Al comandante de Santa Rosalía

   Desde el día 5 del corriente y por segunda vez comuniqué a usted orden para que remitiese al cuartel general 200 fusiles, y el resto hasta 30.000 cartuchos, incluso los que trajo el coronel Lara. No sólo no han venido, pero ni contestación he tenido. Reitero a usted de nuevo esta orden que se verificará con brevedad, pues son absolutamente necesarios estos artículos. Sucesivamente remitirá todos los fusiles en canoas, porque en bestias se descomponen, y a cargo de hombres de confianza y por tierra me remitirá 20.000 cartuchos y 300 piedras de chispa, a cuyo efecto oficio al alcalde Torres para que proporcione las bestias, y él mismo sea el conductor.

   Según todos los indicios, parece que en el reino hay sucesos favorables a nosotros, y de aquí infiera usted la importancia de que vengan esos elementos que pido.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 108.

 

205

SE NECESITAN CARTUCHOS

16 de enero [de 1819]

   Al alcalde Torres, de Guanapalo

   Importa que vengan aquí 20.000 cartuchos. Recoja usted las bestias y enjalmas necesarias de donde se pueda, y entregándolas el comandante de Santa Rosalía, usted mismo los pone aquí y llevará las bestias. Esto con la mayor eficacia.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 108.

 

206

MOTTA LLEVA RECLUTAS

16 de enero [de 1819]

   Al comandante Arredondo

   A cargo del oficial de dragones Motta remito a usted 34 reclutas, los cuales hará usted disciplinar dos horas a mañana y tarde, con toda la seguridad y precauciones que he dicho a usted.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 109.

 

207

SANTANDER, DE ACUERDO CON LAS MEDIDAS

La Trinidad, 18 de enero de 1819 9°

   Al capitán Leal:

   He recibido el parte de usted de 12, y apruebo todas las medidas que usted ha tomado sobre la aprehensión de desertores y aumento de reclutas, sobre lo cual hago a usted la más encarecida insinuación para que se conserven. Vea usted al juez mayor para que, reuniendo todos los indios de Manare, hagan cuarteles para 600 u 800 hombres más y una ramada buena para oficiales: en esto puede ayudar la tropa de usted.

   Todo el armamento viejo que tenga usted haciendo un paseo militar con la tropa a Pore lo entregará al comandante Arredondo, sin dejar un solo fusil, y recibirá allí mismo 130 fusiles del armamento nuevo, lo cual, verificado, regresará usted a su cantón.

   Con el mismo juez mayor hable usted para que haga conducir algún pan, el cual se pagará por cuenta del Estado. El soldado José Chiquito lo entregará usted al comandante Arredondo.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 109.

 

208

DIVISION FUERTE Y ORGANIZADA

San Juan de Payara, 18 de enero de 1819

   Mi estimado Santander:

   Con Concha escribí a usted, en noviembre, notificándole mi llegada a San Fernando e incorporación a este ejército.

   Por su correspondencia con el general Páez estoy impuesto del estado de esa provincia, habiendo tenido el gusto de ver la proclama que hizo usted a esas tropas; ya considero a usted con una división fuerte y bien organizada y en disposición de empezar a obtener triunfos sobre los tiranos.

   Por acá se aproximó Morales con una división de más de 2.000 hombres hasta El Palmosa, más acá de Camaguán, y en seguida Calzada amenazó pasar para Setenta, batiendo a Angulito, que le observaba, y después se situó en el caño de Chorroco; y Morales contramarchó hasta Chorrerones, en donde permanece, y queda aguardando a Leal y Latorre para obrar sobre este territorio. Los primeros movimientos de Morales y Calzada, nos hicieron creer que obraban con rapidez sobre el Apure, obligándonos a reconcentrar las fuerzas en este punto, y preparado todo para recibirlos -habiendo reducido a cenizas a San Fernando- para evitar que por algún acontecimiento lo volvieran a fortificar. Antes de ayer ha llegado parte de una guerrilla que se halla en el campo que ocupaba Calzada, diciendo que éste se retira, con precipitación a San Carlos, y que entre Araure y la Portuguesa hay como 1.000 patriotas en guerrillas; noticias dadas por 12 pasados de la división de Calzada, añadiendo que las deserciones que éste sufre son considerables. Creemos que Morales contramarcha a Calabozo, porque está expuesto a ser batido; reuniráse a Calzada; y ya nuestras guerrillas empiezan a hacerles prisioneros.

   El general Cedeño está ya en La Urbana, con 800 hombres, y el general Bolívar, con 1.000, en marcha por agua; dentro de 10 ó 12 días estarán ambos reunidos en este punto y en todo el entrante febrero abriremos la campaña con un ejército bastante respetable y con regular disciplina, hasta en la caballería, para que se trabaje incesantemente, y todos los jefes están convencidos que sin disciplina y subordinación nada podemos hacer. Así es, mi amigo, que este ejército está bajo de un pie desconocido. Los jefes de instrucción de infantería y caballería trabajan sin cesar; el interés es general en aprender, y la subordinación sigue con la mayor rigidez. En días pasados ha sido pasado por las armas Alzurito, que fue juzgado en consejo de guerra de oficiales generales y condenado a muerte por insubordinado, sin que pudiese salvarlo el empeño general del ejército y particulares. Este joven, valiente y patriota, ha perecido por los crímenes que su genio fuerte y altanero le hizo cometer; yo lo he sentido bastante, pero estoy convencido de la necesidad de hacer ejemplares para evitar males funestos.

   Ya usted sabrá que por una traición que hizo Moreno, aquel oficial prisionero en San Fernando, que estaba con Urdaneta y que fue destinado de adjunto al estado mayor del ejército de Mariño, éste fue batido en Cariaco por 400 españoles, llevando Mariño 1.500 infantes. Moreno se pasó a los enemigos.

   Aquí se ha hecho la elección para los diputados al congreso que se estableció en Angostura, el 1° de enero; ignoro quiénes son los que por aquellas divisiones han salido; aquí, aunque actualmente se está haciendo el escrutinio, puede decirse que han salido Urdaneta, Guerrero, Pumar, el doctor Méndez y el padre Antonio María Briceño.

   Soublette ha quedado en cama en Angostura, y Urdaneta viene con el jefe supremo, haciendo de jefe del estado mayor general.

   Adiós, mi apreciado Santander, deseo con ansia saber que el pabellón tricolor tremola en la capital de Santafé, conducido por el bravo Santander, créame usted que éstos son los sentimientos de mi corazón; escríbame usted y no olvide el afecto sincero que le profesa su mejor amigo,

Anzoátegui

   En esta campaña marcharemos con 2.100 infantes de pelea.

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 1, p. 386.

 

209

LA NUEVA GRANADA SERA LIBRE

Cuartel general en La Trinidad, en la provincia de Casanare, a 19 de enero de 1819 9°

   Al benemérito señor comandante de las fuerzas republicanas que obran en el sur de la Nueva Granada.

   Cuando la desgracia anexa a las armas granadinas en 1816 hizo sucumbir la Nueva Granada bajo el poder español, parecía que la Providencia había decretado la servidumbre perpetua de aquel pueblo. Los pocos que preferimos una muerte honrosa combatiendo en cualquier punto de la América a ser víctimas infructuosas de la crueldad española, nos reunimos en Guasdualito a un puñado de llaneros que habían resuelto no entrar en partido alguno con los tiranos. El cielo se compadeció de nuestros innumerables trabajos y él que había protegido los esfuerzos heroicos de muchos patriotas de Venezuela, que a despecho del ejército de Morillo trabajaban por su patria, protegió también los nuestros y en distintas batallas presentadas en los llanos del Apure, el enemigo probó lo que vale un ejército de patriotas decididos a vender muy caro la servidumbre de su país.

   A este mismo tiempo apareció en las costas de Venezuela el general Bolívar con una expedición que, aunque pequeña en número, era formidable por su intrepidez y por los elementos de guerra que conducía. No es este tiempo de clasificar los esfuerzos de aquel héroe en las colonias extranjeras para reuniría y equipararla competentemente, ni los que ha hecho para llenar los votos de su corazón con respecto a su patria. Baste decir que el general Bolívar con una constancia admirable y con un alma de un temple superior, ha levantado a Venezuela de sus ruinas, la ha vivificado y está en vísperas de presentarla al mundo, libre, independiente y con un gobierno constituido.

   Desde la mitad del año de 16 hasta mediados del 17 no se ha hecho otra cosa que combatir y sembrar los campos de batalla de cadáveres españoles. Las provincias de Cumaná, Barcelona, Barinas, Guayana y la invicta isla de Margarita quedaron libres, y los enemigos no se han atrevido a turbar su tranquilidad. El año de 18 se abrió la campaña sobre Caracas, y ocho batallas campales en que las mejores y las únicas tropas de Morillo casi quedaron destruidas, afianzaron la libertad a las provincias que disfrutaban tan precioso bien.

   Entre tanto la provincia de Casanare se liberta por sus propios esfuerzos y degüella cuantos españoles profanan su territorio. En vano el virrey de Santafé intenta recuperarla: las columnas que pisan los llanos son destruidas y las que quedan en las montañas buscan su seguridad en las fortificaciones. La fuerza de Casanare, sin poder vencer obstáculos insuperables a su arma y sin poder recibir otra clase de auxilios de Venezuela, en donde apenas había lo necesario para sus ejércitos, ha conservado por dos años las llanuras, sufriendo privaciones de toda especie.

   Por fin el excelentísimo señor jefe supremo de Venezuela consiguió elementos de guerra en tanta abundancia que, no sólo provechó las grandes fuerzas con que hoy hace la campaña y estableció almacenes de reserva, sino que pudo franquear a los pueblos libres de la Nueva Granada los necesarios para formar y equipar una división respetable, que pueda destruir las fuerzas con que los enemigos ocupan este país, y dar libertad a los pueblos que claman por ella. He tenido el honor de haber sido nombrado comandante en jefe del ejército de vanguardia y de recibir instrucciones de su excelencia el jefe supremo, que ha tomado a su cargo con el mayor interés la protección de esta República. Desde la capital de Guayana me dirigí a esta provincia por los ríos Orinoco y Meta y, superando todas las dificultades que la estación del invierno presenta a tan larga navegación, me hallo ya en un pueblo libre de los de la Nueva Granada, con una fuerza capaz de restituir la libertad al país destruyendo las bandas godas que lo oprimen y asuelan.

   Más de una vez ha corrido el rumor de que una fuerza republicana obra con buen suceso en el sur. La vigilancia que los enemigos emplean para ocultar toda noticia que les es fatal, la dificultad que la distancia produce para buscar una comunicación, todo ha contribuido a no haberse podido obtener la verdad de tan importante acontecimiento. Pero bien persuadido de la opinión que el Valle del Cauca y otros pueblos han conservado siempre en favor de la independencia, de la desesperación que en su corazón debe haber inspirado la bárbara y cruel conducta de los españoles, de los sucesos brillantes obtenidos en Chile y en el Perú por armas independientes, no he dudado que se haya reunido una masa de hombres a vengar tantos ultrajes o que algún auxilio de las Repúblicas de Suramérica haya aparecido en ese lado. Es con este convencimiento que tengo el honor de dirigirme a usted a fin de que se informe del estado de nuestros negocios militares en esta parte del continente americano, que los sediciosos españoles suponen tranquilo, quieto y pacífico bajo la dominación del rey, y para que obre usted con toda la actividad que demandan las circunstancias de hallarme yo en estado de marchar sobre las provincias de Santafé, Tunja, Pamplona y Socorro, de cuya libertad no dudo un momento. Los reveses que en todas partes han sufrido las armas realistas, la opinión decidida de los pueblos de la Nueva Granada por su libertad y las atenciones que tienen los enemigos, todo anuncia que la Nueva Granada será libre.

   Tengo el honor de ofrecer a usted y a los que componen el cuerpo de su mando los sentimientos de mi más alta consideración.

   Dios, etcétera.

Francisco de Paula Santander

   Cuartel general en Pore, 13 de febrero de 1819 9°

   El teniente coronel,

Vicente González,

edecán secretario

(rubricado)

 

FUENTE EDITORIAL:
Rodríguez Plata y Lee López, 1970, t. 1, p. 266-268, N° 151 de Archivo del Libertador, sección Juan Francisco de Martín, t. 15, folios 113r-l Mr, y Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, tomo 23, N° 89 (enero-marzo 1940) p. 74-76.

 

210

SANTANDER INDAGA SOBRE LA VIOLACION DE SU CORRESPONDENCIA

19 de enero [de 1819]

   Al comandante del Palmar

   El capitán Acero me ha entregado un pliego abierto. Dígame usted quién ha tenido el atrevimiento de abrirlo y que venga aquí con el oficial Tapias. Si no se ha abierto haga averiguar usted inmediatamente el que se lo entregó quién fue. Acero queda preso por haber regado la noticia de que venían 5.500 godos. Este dice que en ese cantón es público. ¿Quién ha dado facultad a ningún subalterno ni comandante a leer lo que se me dirige? ¿Quién les ha dicho que deben regar chispas que turban la tranquilidad de esta provincia y resfrían los ánimos? Este es un desorden, una falta grave contra el servicio, que castigaré muy severamente. Inmediatamente dé usted orden que nadie me hable de expedición y que cese esa noticia perjudicial, bajo la más severa pena. ¿Quién ha visto esos 5.500 hombres? ¿Dónde se hallan que yo no lo sé? ¿Quién justifica a Carrasquilla que sea un espía enemigo? Ya se ha vuelto y no dice por qué. Todo esto sólo el jefe lo calcula, y sólo él debe saber lo que pasa. A ustedes no les toca sino obedecer.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 110.

 

211

AVISO DE EXPEDICION

19 de enero [de 1819]

   (Reservado)

   Al coronel Lara

   Comunicándole la noticia que da Carrasquilla de la expedición que se decía venir a los llanos, para que esté pronto a cualquier aviso para moverse.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 111.

 

212

ALIGERAR LA ENTREGA

19 de enero [de 1819]

   (Reservado)

   Al coronel Moreno, a Arauca

   Sobre lo mismo, para que apure en realizar su comisión, quede organizado y pronto el escuadrón de Arauca para cualquier aviso, y se venga inmediatamente.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 111.

 

213

PLIEGO PARA EL JEFE SUPREMO

19 de enero [de 1819]

   Al señor general Páez

   Señor general: Tengo el honor de incluir a usted apertorio un pliego para su excelencia jefe supremo, que, impuesto usted de él, se servirá dirigirlo con la prontitud que merece y usted quedará por su parte inteligenciado de su contenido, por lo que puede suceder en esta provincia. Tendré cuidado de comunicar lo que vaya ocurriendo.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 111.

 

214

ENTREGAR LOS FUSILES

19 de enero [de 1819]

   Al capitán Vegal

   Los fusiles antiguos que tiene el piquete de su mando deben entregarse al comandante Arredondo, en cuyo batallón han de quedar todos, y tomará el piquete en Pore armamento nuevo: dígolo a usted para su cumplimiento.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 112.

 

215

INFORMARSE SOBRE EL ENEMIGO

19 de enero [de 1819]

   Al comandante de Ten

   Procure usted hacer introducir en La Salina el adjunto papel. Es de la mayor importancia averiguar siempre si llegan a La Salina tropas del reino, pues debo saberlo en tiempo para tomar mis providencias, y de no saberlo, se arriesga mucho la suerte de la provincia. Confío en el celo, esmero y patriotismo de usted que por esa parte han de ser satisfechos mis cuidados.

   Dios guarde, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 112.

 

216

MISION DELICADA

19 de enero de 1819

   Al comandante Javier Alfonso

   Importa mucho que muy pronto haga usted introducir en Labranza-grande el adjunto papel. Así lo espero que usted lo ejecute. Mucho cuidado es necesario tener para averiguar si vienen refuerzos de tropa a Paya, y avisármelo inmediatamente con posta de confianza, para tomar mis medidas. De cualquier dilación de su parte resulta la ruina de un ejército.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 112.

 

217

EL ENEMIGO AVANZA POR EL LLANO

19 de enero [de 1819]

   Comandante del Palmar

   Tengo parte de Zapatosa de que dos hombres venidos de Sogamoso anuncian que los enemigos vienen al llano. En esta virtud, es menester reunir toda, toda la gente de los escuadrones para estar prevenidos: que todos tengan astas y que los caballos no estén dispersos. Todo lo hará usted con la mayor puntualidad y prontitud.

   Dios guarde, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 112.

 

218

ORDEN DE BATIR AL ENEMIGO

19 de enero [de 1819]

   (Reservado)

   Capitán Leal, a La Laguna

   He dado orden al comandante Arredondo de que si de Paya viene alguna columna enemiga no muy grande, lo llame a usted, y reunidos, salgan a batirla. Lo que cumplirá usted.

   No hay duda alguna de que el enemigo viene al llano, y es preciso procurar batirlo en detalle.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 113.

 

219

MARCHAR A LA LAGUNA

19 de enero [de 1819]

   Al coronel Jacinto Lara

   He recibido parte de Zapatosa de que dos hombres venidos de Sogamoso comunican que los enemigos salían de allí para estos llanos ayer, por distintas direcciones. Esto y lo que dije a usted esta mañana me hacen creerlo. En cuya virtud usted, con todos los oficiales y reclutas, marchará el 25 para La Laguna, comunicando a los indios que vamos a buscar los godos.

   Las familias pueden quedar aún en el departamento, si quieren, o venirse para ponerlas en seguridad. A ellas anúncieles que el enemigo puede venir al llano.

   Mándele a Moreno la adjunta, en que lo llamo con el escuadrón de Arauca. Los hombres dicen que la división es grande, y es menester ver si podemos darles algunos golpes antes de que se reúna. Lo que hubiere lo comunicaré oportunamente.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 113.

 

220

REUNIR DE NUEVO A LA GENTE

19 de enero [de 1819]

   Al comandante Santiago Béjar

   Tengo parte de que los enemigos bajan al llano, y no lo dudo; es, pues, preciso reunir de nuevo la gente, que tengan astas y que los caballos no estén muy dispersos. De su eficacia espero que todo será ejecutado como los peligros lo demandan.

   Para el 28 tendré reunidos en La Laguna 800 hombres, y necesitan carne, sirva de gobierno. Pronto que sigan esos pliegos.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 113.

 

221

ORDEN DE HOSTILIZAR AL ENEMIGO

19 de enero [de 1819]

   Al comandante Ortega

   Bajo este número se le dice lo mismo a este comandante, previniéndole observe y moleste a los enemigos en caso de bajar a Chire, impidiéndoles del modo posible coger ganado: viniéndose tras ellos si marchan para Pore y manteniendo comunicación con el cuartel general.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 114.

 

222

SANTANDER PIDE REFUERZOS

19 de enero [de 1819]

   Al coronel Moreno

   No hay duda alguna de que los enemigos vienen al llano por fines de este mes, pues dicen que el 18 salían de Sogamoso. Es, pues, importante que usted se venga pronto. He llamado ya la recluta del coronel Lara. Ortega quedará sobre Chire. Si pasan, usted juzgará que es mejor reunirlo, para que tenga buena gente; tráiganlo mostrándole esta orden.

   El escuadrón de Arauca debe usted traerlo, pues es muy buena gente, y luego puede volver a sus comisiones. Usted no debe perder tiempo porque aquí hay mucho que hacer, yo no estoy perfectamente bueno y me hallo solo. Si es posible adelantarse de la tropa muy a la ligera.

   Avísele al coronel Pérez, a quien no tengo tiempo de escribir, pues hay mucho que poner órdenes.

   Dicen que la división que viene es grande, los dos hombres de Sogamoso que dan la noticia.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 114.

 

223

RETIRARSE AL CUARTEL GENERAL

19 de enero [de 1819]

   Al capitán Guerrero

   He recibido los partes de usted sobre la noticia que comunican de la venida de los enemigos: quedo inteligenciado.

   Con la gente que usted tenga se retirará a este cuartel general cuando sepa que los enemigos van a entrar a Zapatosa: muchos vigías para observar si traen o no caballería, que es muy importante saberlo.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 114.

 

224

PARTIDA ENEMIGA AVANZA

19 de enero [de 1819]

   Al comandante de Santiago

   Sé que viene una partida de 300 enemigos por Zapatosa, los cuales caerán o a Santiago o Agua Azul. Es menester que usted reúna cuanto antes los hombres de caballería que haya por ahí, con los cuales observará usted los movimientos del enemigo y me dará parte, mandándolo al comandante del Palmar.

   Dios guarde, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 115.

 

225

SE RECIBIO EL PARQUE

19 de enero de 1819

   Comandante de Santa Rosalía

   Acusándole recibo de 200 fusiles, 100 piedras y 16.650 cartuchos y previniéndole tenga preparadas canoas para salvar la pólvora en cualquier evento ahora que los enemigos vienen.

   Que en vez de remitir todos los fusiles, como se le previno, número 86, remita sólo 300, pero prontamente, y 2.000 piedras con los 20.000 cartuchos.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 115.

 

226

SE SUSPENDE ENVIO DE ARMAS

20 de enero [de 1819]

   Al comandante de San Martín

   Llegó el capitán Isidoro Enciso; aunque sin ningún pliego me ha impuesto del estado de ese departamento, fuerza y necesidades. Iba a mandar con él carabinas y municiones; pero no habiendo armero que no esté enfermo, y teniendo noticia de que los enemigos vienen a la provincia, he suspendido el envío hasta mejor ocasión, en que quizá irá mayor número.

   Es necesario que con su gente haga inmediatamente un movimiento sobre Medina, sin comprometerse con fuerza que los pueda batir. En Medina regarán la chispa que por ese lado va una fuerte división de infantería al mando del coronel inglés Rook. Si los enemigos fueren hasta San Martín, revíseme al lado del Meta con los ganados, y si los godos dejasen poca guarnición sorprenderla y acabar con ella.

   Cuando salgan de Medina, en donde no estarán poco tiempo, vénganse a Upía y manden razón de que vienen a obrar contra los enemigos por su flanco y retaguardia, cosa que llegue a noticia de ellos.

   En fin, con movimientos falsos, con noticia verdadera o falsa, de todos modos se hace la guerra al enemigo. Encargo a usted todo esto y que haya mucha actividad y viveza.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 115.

 

227

RECIBIDOS LOS DOCUMENTOS

20 de enero de 1819

   Al ciudadano Rumualdo Carrasquilla

   He recibido, aunque con mucho atraso, el pliego de usted con los documentos interesantes que le acompañaban. Doy las gracias por todo. Del mismo Sogamoso he tenido parte de la marcha de los godos hacia el llano, aunque no con una fuerza tan numerosa como usted me dice. Estoy preparado a recibir el ejército mismo de Jerjes y confío en que la victoria podrá ser nuestra. Estando usted tan cerca del cuartel general he extrañado su regreso a San Martín, y mucho más cuando otros informes a la vez serían interesantes.

   En Venezuela las armas de la libertad triunfan y Morillo no sabe a qué parte acudir con su miserable ejército. La campaña presente en Venezuela nos hará dueños de Cumaná, la mitad de la provincia de Caracas y Maracaibo, que es lo único que poseen los enemigos. He visto nuestro ejército y he visto lo que quedó a Morillo en la campaña pasada; he observado la opinión de los pueblos y no queda duda que en este año Venezuela queda libre.

   Los informes sobre la opinión de las tropas de Barreiro, su clase y sobre la opinión general del reino, me servirán de gobierno en sus casos.

   Dios, etcétera.

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 116.

 

228

EMPLEO DE CAPITAN

20 de enero [de 1819]

   Al ciudadano Ignacio Basilio Ruiz

   Comunicándole una declaratoria sobre su empleo de capitán, que aquí le han querido negar por no tener el documento que lo acreditase.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 117.

 

229

LICENCIA MEDICA

20 de enero [de 1819]

   Al comandante Ortega

   Se han entregado en tesorería los $25 que usted ha remitido de la contribución, y supuesto que usted dice que la gente está en miseria yo lo creo, pues me ha parecido muy poco.

   Me pide usted licencia para curarse en circunstancias en que la provincia es amenazada, y debo decirle a usted con franqueza que usted me merece confianza para ejecutar las órdenes que envío. Sin embargo, puede usted hacerse remedios hasta que los enemigos se aproximen y demanden la presencia de usted.

   Quedará mandando el escuadrón el oficial que elija el comandante interino del regimiento Béjar; a aquel dará las órdenes interesantes que tenga.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 117.

 

230

NOMBRAR EL REEMPLAZO DE ORTEGA

20 de enero [de 1819]

   Al comandante Béjar

   El comandante Ortega pide licencia por enfermo para curarse: se le ha concedido hasta tanto que el enemigo se aproxime. Usted que tiene conocimiento de los capitanes y que es comandante interino del regimiento, mande un capitán que se ponga a la cabeza de aquel escuadrón interinamente, pues allí está sólo Carreño y está enfermo.

   Hoy no he tenido parte de enemigos

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 117.

 

231

BOLETIN DEL EJERCITO LIBERTADOR DE VENEZUELA, DEL DIA 20 DE ENERO DE 1819 9°

   Cuartel general en jefe, en San Juan de Payara

   El 16 ha llegado a San Juan de Payara el excelentísimo señor jefe supremo, con el estado mayor general. El ejército se ha presentado en revista y se halla en el mejor estado. La infantería y caballería han hecho diversas maniobras en que han dado a conocer una completa disciplina. La subordinación y el entusiasmo son las divisas del ejército de operaciones reunido en el bajo Apure.

   El 17 han entrado en el cuartel general la división Cedeño, el batallón de infantería Barcelona, y el primer escuadrón de húsares de Venezuela. Estos cuerpos han tomado sus colocaciones, y el ejército ha recibido la organización con que debe obrar en la próxima campaña.

   Por los partes de nuestros cuerpos avanzados y por los espías, sabemos que el ejército enemigo, que manda el brigadier La Torre, permanece en los Chorrerones, sin emprender nada.

   Este cuerpo se compone del de Morales que obraba en el partido de Calabozo, del de Calzada que ocupaba a Barinas, y los húsares que cubrían a San Carlos, al mando de Real. Se han hecho diferentes movimientos, a fin de llamar al enemigo hacia el Apure, y no se ha logrado. Nuestras operaciones van a principiarse, y todo está dispuesto. Las fuerzas enemigas no nos imponen ningún respeto, su caballería está mal montada.

   Nuestra línea está cubierta hasta Casanare. Allí el general de brigada Santander ha reunido todas las fuerzas de la provincia, y les ha dado la organización que conviene al territorio y a sus instrucciones.

   El coronel Ramón Nonato Pérez, que manda en el alto Apure, ocupa a Guasdualito, y prohíbe la extracción de ganados para la Nueva Granada por Cúcuta. Ha batido algunas partidas enemigas que había a sus inmediaciones, habiendo una de ellas entrado a la capital de Barinas y aumentado su división.

   En el oriente se organiza un ejército de reserva, y según los últimos partes recibidos, muy pronto estará en estado de entrar en campaña. La división de Cumaná se ha rehecho, se ha completado su material, y las de Barcelona y llanos de Caracas, están prontas a obrar conforme a sus instrucciones.

   El general de división, jefe del estado mayor general,

Rafael Urdaneta

 

FUENTE EDITORIAL:
Correo del Orinoco, No. 17, 1819 (6/1).

 

232

INSTRUCCION RESERVADA AL COMANDANTE SASMAJOUS

21 de enero [de 1819]

   1°. El objeto de su marcha con su escuadrón y otro de lanceros que se reunirá en el Palmar, es ver, lo primero, si se puede destruir un cuerpo de 300 ó 400 hombres que vienen por Zapatosa; y lo segundo, impedirle de todos modos su marcha a Taguana, pues el comandante Arredondo quedaría envuelto.

   2°. Para lograr el primero y principal objeto se puede usar de la viva fuerza, empleando los dragones como infantería de línea o como tropa ligera: se puede hacer por sorpresa, que es medio muy fácil y muy seguro.

   3°. Si el cuerpo enemigo es muy numeroso, sólo lo molestarán, y solamente emprenderán sorprenderlo.

   4°. Si se logra batir al enemigo, se le perseguirá con los dragones hasta Zapatosa, y de allí una partida puede hacerlo hasta donde parezca conveniente, regresando luego al llano, pues viniendo otros cuerpos enemigos por Chita y Paya, es muy peligroso que se aleje la fuerza.

   5°. Se mantendrá en frecuente comunicación con el comandante Arredondo en Pore, avisándole el número del enemigo y las operaciones que hiciese.

   6°. Diariamente me mandará al Palmar un parte, aunque no haya novedad, para saber que se hace; del Palmar vendrá aquí.

   7°. La tropa se tratará bien y se mantendrá en orden, procurando no mantener en los campamentos inmediatos al enemigo candelas, y que haya mucha vigilancia.

   8°. Entre tanto tiene aviso de la venida del enemigo, mantendrá los caballos en buen pasto para que no se atrasen.

   9°. La columna se llamará, tal columna de operaciones de la izquierda. Espero del honor del comandante que se manejará en la acción y fuera de ella con la distinción, prudencia e intrepidez que me prometo, no dando lugar a que las armas granadinas sean abatidas y degradadas.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 118.

 

233

ENCARGO A COMANDANTES

21 de enero [de 1819]

   Al capitán Gómez

   Todas las medidas de seguridad que usted tome para conducir a Pore la recluta íntegra, son de mi aprobación, y sobre no dejar huir a ninguno hago el mayor encargo.

   Estoy informado que esa posición es muy segura, pero conviene a mis proyectos remitir toda recluta a Pore.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 118.

 

234

EXAMINAR A LA FUERZA ENEMIGA

21 de enero [de 1819]

   Al comandante de Taguana, Alfonso

   Teniendo noticia de que los enemigos vienen a la provincia, he mandado reunir todos los reclutas en Pore para armarlos y disciplinarlos.

   Encargo a usted muy encarecidamente que averigüe cuando lleguen los enemigos a Labranzagrande, examinando qué fuerza y cuánta caballería pueden traer. Al mismo tiempo que usted me manda este parte, envíele otro igual al comandante Arredondo a Pore.

   Si no examinamos la fuerza enemiga antes de que llegue al llano, me trastornaría todos mis proyectos y la provincia lo padece. Por el contrario, examinando en tiempo sus marchas, su número, las armas, etcétera, podemos salvar el ejército y defender la provincia sin mayor trabajo. De aquí infiera usted el cuidado y eficacia que es necesario emplear, lo que yo espero de usted.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 119.

 

235

HAY QUE SABER DEL ENEMIGO

21 de enero [de 1819]

   Al capitán Lobo Guerrero

   Es necesario de cualquier modo que usted me mande los dos hombres que vinieron de Sogamoso. Un fuerte cuerpo marcha a Charte, por donde mandará usted sus partes. Repito de nuevo que es necesario averiguar las marchas del enemigo, el número de fuerza que trae y de qué clase, sin lo cual no se puede tirar un plan y es caminara ciegas; hago a usted la mayor responsabilidad en esta materia y reserve la especie de que en Charte hay tropas, pues no conviene que los enemigos lo puedan saber.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 119.

 

236

DIRIGIR LA CORRESPONDENCIA A CHARTE

21 de enero [de 1819]

   Al comandante de Santiago

   Los partes que usted remita diríjalos a Charte, en donde tengo un fuerte cuerpo para lo que se ofrece: esto es, los partes sobre el enemigo. Reserve usted esto para que los enemigos no lo sepan. En todo caso usted se juntará a dicho cuerpo. Mucha vigilancia y mucha sagacidad.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 120.

 

237

INSTRUCCIONES PRECISAS

21 de enero [de 1819]

   Al comandante del Palmar, Loreto

   Al cuerpo de dragones que manda el comandante Sasmajous se reunirá en ese cantón un escuadrón de lanceros, el cual será el de usted; que siga bien armado y lo mejor montado que sea posible. Si el comandante Pérez no ha llegado y el escuadrón tiene oficial de confianza que lo mande, puede usted quedar mandando en ese cantón; pero si ha llegado Pérez, o si no tiene el oficial, siga usted con su escuadrón a órdenes de Sasmajous, encargado de ejecutar una operación importante.

   Si usted quedase en el cantón, marchará a reunirse al escuadrón luego que llegue el comandante Pérez. Si usted siguiese, deje el cantón encargado a persona de confianza para mantener el orden en las tropas, caballos, etcétera. Todo se ha de ejecutar luego, luego, avisándome del cumplimiento de esta orden.

   Quedo impuesto de lo que usted me dice sobre la apertura del pliego de San Martín.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 120.

 

238

LOS ENEMIGOS EN TAGUANA

21 de enero[de 1819], a las 12 del día

   Comandante Arredondo

   Acabo de tener parte que los enemigos que venían por Paya han entrado en Taguana. Inmediatamente sálgase a Pore para no ser sorprendido, y sitúese en Las Manitas o en La Colorada: reúna a Leal y a Vegal inmediatamente.

   He dado orden a Béjar de marchar a auxiliarlo y sostenerlo. Averigüese los movimientos del enemigo, su fuerza, y aprovechar ocasión de batirlos. Cuidado con una sorpresa.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 120.

 

239

ENVIAR SOCORRO A ARREDONDO

21 de enero [de 1819], a las 12 del día

   Al comandante Béjar

   Para que reúna luego, luego todo su escuadrón y mande a auxiliar y sostener en todas sus operaciones a Arredondo, no dejando en el cantón sino una partida de la gente menos buena de pelea para que coja ganado. Todo pronto, pronto.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 121.

 

240

TODA LA TROPA DEBE SALIR

21 de enero [de 1819]

   Comandante del Palmar

   Para que esté toda la tropa lista a seguir con los dragones, no quedando sino una partida que coja ganado y sirva de postas.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 121.

 

241

EL ENEMIGO SORPRENDE

21 de enero [de 1819]

   Al comandante Alfonso, que da el parte de la ocupación de Taguana

   Ha sucedido lo que temía: venir el enemigo sin saberlo, y quedar expuesto un batallón a ser envuelto. Inmediatamente se averiguará qué fuerza ha venido, para dónde se mueve y cuánta caballería, dándome parte pronto, y lo mismo a Pore o sus inmediaciones.

   Lo hago a usted responsable con su empleo y con su vida, si no se cumple como lo prevengo.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 121.

 

242

SE EXPEDIRAN PASAPORTES PARA IR A GUANAPALO

21 de enero [de 1819]

   Al teniente gobernador

   Avisándole que los enemigos vienen y que publique por bando que las familias de mujeres que quieran salir para Guanapalo ocurran por pasaporte.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 122.

 

243

COMBATIR A LOS INVASORES DE TAGUANA

21 de enero [de 1819], a las 12 del día

   Al coronel Lara

   Acabo de tener parte que una columna enemiga de 600 hombres ha entrado en Taguana. He hecho reunir la fuerza de infantería en La Laguna para obrar contra ella, a ver si logramos batir al enemigo en detal. Por de contado pone usted sus marchas, y tomando buenos prácticos en Cordero, véngase por el paso del Toche o cualquier otro que haya más abajo derechamente a este pueblo. En llegando usted tomará todo el armamento que haya, arreglará provisionalmente toda la recluta en compañías, de las cuales puede tomar una interinamente el capitán mayor Guerra, y agregará a todo oficial subalterno que encuentre en la plaza. Entre tanto recibe usted orden, no debe cesar la instrucción. Aún no tengo noticia del lado de Chita y Zapatosa.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 122.

 

244

ORDEN DE MARCHA

21 de enero [de 1819]

   Al ciudadano T. Corredor, teniente de la compañía de La Trinidad

   En el acto que reciba usted ésta marchará para esta parroquia con el ganado que haya recogido y con toda su compañía, pues interesa así al servicio de la provincia que ya está invadida por los enemigos.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 122.

 

245

CUIDAR LOS CABALLOS A TODO TRANCE

21 de enero [de 1819]

   Al capitán Juan Teodoro Hurtado

   Para cuidar los caballos que están en ese hato, deje usted los hombres precisos que no hagan falta en una pelea, y usted, con todos los demás, se vendrá inmediatamente a esta parroquia, sirviéndole de gobierno para su procedimiento que una división enemiga ha llegado a Taguana.

   No sólo traerá usted la gente regularmente montada, sino que traerá 20 ó 30 caballos más para algunos oficiales, para remudar cualquiera que se canse. Deje usted una carabina al que quede hecho cargo de los caballos para que espante los indios.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 123.

 

246

EMPRENDER OPERACIONES

21 de enero [de 1819], a las 7 de la noche Al comandante del cantón del Palmar

   Luego, inmediatamente que el comandante de dragones, Sasmajous, llegue a ese cantón, remontará usted el escuadrón que conduce con la más grande exactitud y como lo exige lo importante de las operaciones que va a emprender. Hago a usted responsable de los resultados si hubiese alguna demora en el cumplimiento de esta orden.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 123.

 

247

UN SOLO COMANDANTE

21 de enero [de 1819]

   Al comandante Santiago Béjar

   Luego que el escuadrón de dragones y la demás caballería se reúna a la de usted, la mandará usted toda entre tanto que el enemigo es batido, o que al presentarme yo en el ejército tome otra disposición.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 123.

 

248

CONSEGUIR BOGAS

22 de enero [de 1819]

   Al alcalde Torres, de Cafifi

   Previniéndole que reúna indios para bogas de los buques de Mayz.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 123.

 

249

CABALLERIA PARA TRANSPORTAR LOS PERTRECHOS

22 de enero de 1819

   Al comandante del Palmar

   Si por las noticias que usted adquiera se asegura que los enemigos vienen a hacer una invasión sobre el llano, me remitirá usted inmediatamente las muías que pueda haber en ese cantón y 40 caballos que no estén muy inútiles; pues tengo todos los pertrechos en este cuartel general y es necesario conducirlos a donde convenga. Sobre esto impongo a usted la responsabilidad.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 124.

 

250

SE PUEDE PEDIR MAS CABALLERIA

22 de enero [de 1819], a las 12 de la noche

   Al comandante Sasmajous

   Diciéndole que, supuesto que los enemigos se han ido de Taguana, no lleve sino un escuadrón y se sitúe en Charte. Que no vaya a Taguana y que sólo queda hacer examinar los ulteriores movimientos del enemigo y tener mucha vigilancia.

   Usted puede pedir la demás caballería, si se confirma que venga otra fuerza numerosa por Zapatosa y obrar conforme a instrucciones.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 124.

 

251

ENVIO DE OFICIO

22 de enero [de 1819], a las 12 de la noche

   Al comandante del Palmar

   Se le extracta el oficio anterior para su inteligencia.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 124.

 

252

EL EJERCITO DE APURE, DE LOS MEJORES

San Juan de Payara, 22 de enero de 1819 9°

   Mi querido general y amigo: vaya que hemos tenido al fin el gusto de recibir una letra de usted, y aunque no ha sido sino una letra, en su sentido, estamos satisfechos porque suponemos que otra vez serán dos o seis.

   ¡Qué le parecen a usted las noticias que van de oficio! Una bobera. 4.000 ingleses en tierra y 5.000 más en salmuera, es decir, esperándose.

   No tenga usted cuidado por sus godos. Si ellos traen reclutas, nosotros tenemos tropas y en mucho más número. Para que no le quede la menor duda de la verdad le incluyo dos copiecitas, una del parte de..., gobernador de los Castillos, y otra de una carta escrita por míster Anderson a un compañero Alderson. Por más estrechas que sean sus cavidades es preciso que traguen estas.

   Mañana, al amanecer, marchamos para Angostura con bastante sentimiento al separarnos del bello ejército de Apure. Crea usted que es el mejor que ha tenido nunca la República, por su número, valor (como usted sabe), disciplina, instrucción, armamento, provisiones, etcétera... ¿Concebirá usted que el general Páez ha hecho el milagro de introducir la subordinación en estas tropas? ¿Que las ha disciplinado de modo que son un modelo y encanto? ¿Que les ha inspirado amor a la instrucción y que su guardia es la primera que ha entrado por todo esto? No es creíble, pero ello es así, porque lo hemos visto. Ya dejan atrás a los húsares españoles.

   ¿Qué más quiere que le digamos? Es de noche y estamos de prisa. De Angostura repetiremos nuestros recuerdos añadiendo lo que más interesa ver, es decir, la vuelta.

   En el oficio olvidé decirle que no se recibieron las propuestas de que habla; tal vez se olvidarían en el consejo. El memorial de Vargas, que fue lo primero, va despachado conforme a su informe; lo mismo irán los demás.

   Briceño está encargado de hablar al general sobre Fortoul. Hasta hoy no habrá sabido que estaba impedido de reunirse con usted. Creo que el general se portará con gusto franqueándolo.

   Adiós, general, usted es señor absoluto de los corazones de sus afectísimos amigos,

Pedro Briceño Méndez

José Gabriel Pérez<

   Saludos a los amigos Gonzalitos, Lara, etcétera.

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 394.

 

253

BEJAR PUEDE TORNAR A SU BASE

23 de enero [de 1819]

   Al comandante Béjar

   Habiéndose retirado de Taguana los enemigos, y no queriendo yo que los caballos se atrasen, creo conveniente que usted regrese a su cantón, y que cuando el comandante Arredondo le avise que es necesario, marche a reunírsele. Deje usted un piquete de caballería al comandante Arredondo para postar o para lo que se ofrezca.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 124.

 

254

PAEZ REITERA AMISTAD

San Fernando, 23 de enero de 1819

   Señor general Francisco de Paula Santander

   Mi amado compañero y amigo: quedo impuesto de lo que usted nos dice. No tenga, pues, el más mínimo cuidado, y cuente siempre con su amigo Páez y con todo lo que de él dependa.

   Hoy ha marchado el jefe supremo para Guayana, con el objeto de conducir 4.000 ingleses que han llegado allí. No tardará mucho, y para entonces que se preparen los godos de Venezuela y Nueva Granada, cuya libertad la veo ya en nuestras manos y decidida para siempre nuestra suerte.

   Nuestro ejército en el día está en mucho mejor pie que el del año pasado. Más de 4.000 hombres buenos y escogidos y entre ellos 2.300 de infantería, muy disciplinada y que promete muy buenas esperanzas.

   No hay, pues, cuidado; deje correr la bola y en todos tiempos cuente usted con el afecto de su invariable compañero y amigo, que besa su mano.

José Antonio Páez

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 395.

 

255

ORDENES SUPERIORES

24 de enero [de 1819]

   Al juez mayor del Norte

   Se han recibido las gorras, las jamugas y los sombreros, que yo no he pedido. Los enemigos que entraron en Taguana, se han vuelto a retirar.

   Me parece que los empleados de su cantón no deben abandonarlo todavía, porque deben llegar a él el coronel Moreno con la tropa de Arauca y la que llevó. En cuanto a las familias de mujeres, ya digo al señor coronel Lara que pueden tomar el partido que gusten.

   Cualquier ganado que llegue a Arauca lo hará usted pasar a Cordero, y sólo dejará en ese pueblo las precisas reses para las familias emigradas, de lo que me avisará usted.

   Esos indios de Betoyes que se han huido, es necesario tratar por todos los medios posibles de hacerlos salir a su pueblo.

   Dios, etcétera.

Santander

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 125.

 

256

TODO EL GANADO PARA GUACHIRIA

24 de enero de 1819

   Al comandante del cantón de Cordero

   Cualquier partida de ganado que venga de Arauca por Tame la hará usted conducir al cantón de Guachiría, en donde se entregará a disposición del comandante Béjar o de quien allí mandare.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 125.

 

257

CASTIGO EJEMPLAR A QUIEN NO CUMPLA SU DEBER

24 de enero de 1819

   Al comandante Javier Alfonso

   La gente de esa compañía debe ocuparse en observar todos los movimientos del enemigo, si él vuelve a Taguana. El subteniente Maldonado puede quedar interinamente en ella.

   Si el enemigo viniese de nuevo, usted debe reunirse con toda su gente a la tropa que esté más cerca, pero sin por esto dejar de vigilar al enemigo. Desengáñese: mientras no sepan las operaciones de él, su fuerza y movimientos, es imposible caminar con acierto, y esta culpa, que está en los subalternos, estoy resuelto a castigarla muy severamente. Van dos carabinas y 20 cartuchos; usted me responde de las armas en todo tiempo, y cuide de que no se bote ni un grano de pólvora, pues ha costadó mucho conseguirla.

   Con el capitán Gómez proceda inmediatamente a reunir los reclutas dispersos y a mandarlos todos amarrados a Pore. Yá con lo que ha sucedido, no amadrinará usted esos malvados, que no quieren sino que otros peleen, y ellos vivir tranquilos en sus ranchos.

   Todo el ganado al pie del cerro, échelo por el llano, bien afuera, sea de quien fuere.

   Dios, etcétera.

Francisco de Paula Santander

   Posdata. De cualquier novedad que haya, déle parte a Arredondo, aunque sea con un posta a pie precisamente. Se ha recibido el dinero de contribución.

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 125.

 

258

QUEJA CONTRA VEGAL

24 de enero de 1819

   Al capitán José Vegal

   Higuera se queja de que usted lo ha rebajado de su categoría en El Tablón. Yo no he querido tomar providencia hasta que no me informe usted lo que haya.

   Desocupado usted de recoger desertores y contribución, reúnase a la columna del comandante Arredondo, entregando el piquete a órdenes del capitán graduado Leal. Allí encontrará usted otras para su cumplimiento.

   No se descuide, pues son repetidos los avisos que tengo de que los enemigos se vienen al llano.

   Dios, etcétera.

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 126.

 

259

TRAER A LA RECLUTA

24 de enero [de 1819]

   Al capitán Feliciano Gómez

   Con la mayor diligencia y actividad proceda usted a reunir la recluta dispersada, aunque sea con engaño, y tráigalos a Taguana. Se le dice el modo con que debe conducirlos a Pore.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 126.

 

260

CARNE PARA LAS FAMILIAS INDIGENAS QUE COLABORAN

24 de enero [de 1819]

   Al juez mayor del Norte

   Aunque dije a usted que dejara del ganado de Arauca las muy precisas reses para las familias emigradas, muy particularmente a las de oficiales, añado que se deje también para las familias de los indios que estuvieren en actual servicio, proporcionando que tengan carne para un mes.

   Esto lo hará usted público para que ellos tengan ese consuelo; pero no excederá en tomar ganado, pues aquí cuesta mucho cogerlo por lo malo de los caballos.

   Si el señor coronel Lara aún estuviese en ese departamento, manifiéstele esta orden para que lo comunique a la tropa, a fin de que con más gusto vengan al servicio.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 127.

 

261

PROVEER AL HOSPITAL

25 de enero [de 1819] Al tesorero

   Para que sin orden mía pueda entregar al comisario de guerra, A. M. Ramírez, lo que pida para la subsistencia del hospital.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 127.

 

262

SE REQUIERE SAL

26 de enero de 1819

   Al alcalde Ramón Roa, de Chámeza

   Active usted el cocimiento de la sal para que pronto mande a Agua Azul las 104 cargas primeras que dije a usted. Igualmente remita luego, luego los 20 reclutas que le previne enviase a Zapatosa.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 127.

 

263

ORDENES REFERENTES A LA RECLUTA

26 de enero [de 1819]

   Al capitán Lobo Guerrero

   Encargándole la vigilancia, la disciplina y aumento de la recluta que está a su cargo y comunicándole las noticias que con esta fecha se han recibido del bajo Apure.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 128.

 

264

RECIBIDO EL PARQUE

26 de enero [de 1819]

   Comandante de Santa Rosalía

   Acusándole recibe de 20.059 cartuchos de fusil con bala y 3.000 piedras de chispa que remite con oficio de 21 del corriente. Se le pide el hierro que allí no le haga falta, se le remite papel para cartuchos y unas balas.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 128.

 

265

PREVENCION Y AYUDA

26 de enero [de 1819]

   Al comandante Bustos, de Maquibo

   Previniéndole que si el enemigo entra en Santiago se venga con su tropa al Palmar luego que lo sepa. Si viniese por Upía a San Pedro y siguiese para Santiago, marchará a incomodarlo por su retaguardia, avisándole al que mande la tropa del comandante Ramírez para que se le reúna a ayudarlo en dichos movimientos.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 128.

 

266

REMISION DE DIARIO

La Trinidad, 26 de enero de 1819 9°

   Señor general Soublette

   Tengo el honor de remitir a usted el diario hasta esta fecha por el cual vendrá su excelencia en conocimiento de lo que se ha hecho en la provincia, del estado de ella y de los movimientos del enemigo.

   El 28 estará reunida toda la infantería, reorganizada y en disposición de recibir una instrucción y disciplina general. La caballería no se puede reunir a un solo punto; ya porque queda descubierta una gran línea sobre la cual el enemigo puede moverse, y ya porque no hay una sabana bastante buena y capaz para recibirla, sino muy lejos de la serranía. Ella está colocada de manera que puede reunirse muy pronto.

   Sírvase usted mandarme papel, pues no hay absolutamente en la provincia.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 166.

 

267

PERDER LA LANZA ES INADMISIBLE

La Trinidad, 27 de enero de 1819 9°

   Al comandante Loreto

   El comandante de esta plaza me ha dicho ha perdido usted 25 lanzas. Es irresistible tanta pérdida de lanzas que hace la caballería en circunstancias en que no hay hierro para trabajarlas.

   Dé usted orden en todas esas tropas de que el soldado que pierda su lanza, será destinado precisamente a la infantería, y vea usted si se pueden colectar algunas en la estancia que es a donde van a parar las que dicen que se pierden.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 128.

 

268

LAS ORDENES SERAN CUMPLIDAS A PESAR DE TODO

29 de enero [de 1819]

   Al comandante del cantón del Palmar

   Se me ha dado parte por el comandante Sasmajous que una compañía sólo ha marchado. Yo he mandado que venga un escuadrón, y se ha debido cumplir aunque fuese menester ir a pie. Tenga usted entendido que orden mía se cumple sobre todo imposible o tomaré la providencia más seria y ejemplar contra cualquiera que la entorpezca. Por ahora que quede solo el capitán Luciano. Repito el cuidado sobre lanzas, pues no tengo una onza de hierro.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 129.

 

269

EVITAR QUE LOS INDIGENAS SE CONVIERTAN EN BANDIDOS

29 de enero [de 1819]

   Al muy reverendo padre fray Ignacio Delgadillo, cura de Betoyes

   Ya sabía que esos indios se habían ahuyentado. Hago a vuestra excelencia el más estrecho y responsable encargo a fin de que coopere a que salgan del pueblo, manifestándoles que no serán jamás de infantería sino de caballería, a cuyo fin no tendrán ejercicio. Esfuércese vuestra excelencia en volver esta grey al rebaño no sea que se conviertan en bandidos.

   Haga vuestra excelencia publicar esta determinación.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 129.

 

270

COMUNICARSE SOLO POR NOVEDADES

29 de enero [de 1819]

   Al comandante de dragones, Sasmajous

   He recibido el parte de usted, y quedo impuesto. Las comunicaciones con el comandante Arredondo solamente tendrán cuando haya novedad.

   Repito el cuidado con el armamento. Con los postas mande usted los fusiles dañados, puesto que le han sobrado los de los tres desertores. Estos malvados se han mandado buscar para hacer un ejemplar severo.

   Hoy llegan aquí 500 reclutas de Tame. Por las demás partes no hay novedad.

   Vigilancia, orden y valor.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 129.

 

271

NOMBRAMIENTO EN LA COMANDANCIA

La Trinidad, 30 de enero N° 160

   Al capitán mayor J. París, comandante de Tame

   Entre tanto logra usted el restablecimiento de su salud, desempeñará usted la comandancia general de ese departamento, y luego que lo consiga se vendrá a La Laguna, trayéndose todos los oficiales y soldados de infantería que haya en todo ese partido. Haga usted marchar también al ciudadano Montaña.

   En Betoyes hay ocho cajas de guerra, haga usted que les pongan aros y me las remitirá a la mayor posible brevedad.

   Si hubiere proporción de seguir a Arauca el presente pliego, diríjalo usted, y si no, manténgalo hasta la venida del coronel Moreno. Averigüe usted por unos soldados que fueron conduciendo ganado del Molino y remítalos inmediatamente al cuartel general.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, Roberto, 1964,t. l,p. 180,No. 205, de Archivo particular de don Manuel María Buenaventura.

 

272

CUIDADO CON LAS DESERCIONES

30 de enero de 1819

   Al comandante Ortega

   Es necesario tener mucha vigilancia sobre las deserciones de los indios de Tame y Macaguanes y aprehenderlos. Haga usted subir una patrulla a deshoras, sirviéndole de gobierno que yo los tengo en La Laguna y Pore.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 130.

 

273

SANTANDER ANUNCIA ARRIBO A PORE

30 de enero [de 1819]

   Al coronel Moreno

   He recibido el parte de usted del 15 del corriente. Usted ya habrá recibido el número 116. Hasta ahora no hay novedad, pero siempre dicen que vienen los enemigos.

   Toda la infantería está reunida en Pore y La Laguna, y yo estaré allí de aquí a ocho días. Véngase usted a donde yo esté para hablar y la caballería que pueda traer déjela en el Palmar para verla yo, en términos de que no pase para adelante, ni los caballos de silla de usted. Después seguirá donde convenga, según lo que hablaremos.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 131.

 

274

NO SE DEBIA ABANDONAR ZAPATOSA

30 de enero [de 1819]

   Al capitán Lobo Guerrero

   No estoy muy contento con que usted haya abandonado enteramente a Zapatosa, cuando por medio de vigías se podía haber tenido la vigilancia posible.

   Si absolutamente no puede usted volver a dicho pueblo, marchará usted con la recluta al cuartel general, trayéndola amarrada, si no hay otro medio, para lo cual pedirá usted cinco o seis hombres de caballería al comandante Sasmajous.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 131.

 

275

REUNIR LA RECLUTA, Y VIGILAR

30 de enero [de 1819]

   Al comandante Alfonso

   Apruebo los movimientos que usted ha hecho y la situación que ha tomado. No estaré contento hasta que no me reúna la recluta. Mucha vigilancia para saber cuándo se mueven los enemigos, pues tengo dispuestas las cosas, que en sabiendo en tiempo la venida del enemigo, podemos darle un golpe.

   Intime usted al juez mayor Camacho se presente en este cuartel general dentro de seis días precisamente.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t, 3, p. 131.

 

276

ABASTECER DE CARNE

La Trinidad, 30 de enero de 1819

   Al comandante Santiago Béjar, a Guachiría

   Mañana salen de aquí 520 hombres, que con 200 y pico que hay en La Laguna, componen cerca de 800, los que deberá usted proveer de carnes.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 132.

 

277

ENVIO DE PAPEL

30 de enero [de 1819]

   Comandante de Santa Rosalía

   Acusándole recibo de 300 fusiles con bayonetas. Mandándole papel y orden para tomar tablas en Macuco.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 132.

 

278

OBANDO, COMANDANTE

30 de enero [de 1819]

   Capitán José Leal

   Mandándole ponerse con su tropa a las órdenes del teniente coronel Obando, nombrado comandante del batallón.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 132.

 

279

APRESAR A LOS DESERTORES

1° de febrero de 1819

   Al comandante de Maquibo

   Para que tome cuantas providencias le parezcan convenientes a fin de perseguir y aprehender unos indios desertores de Maquibo, que andan en el alto Meta interrumpiendo las comunicaciones con San Martín.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 132.

 

280

ENVIAR SAL Y QUINA

2 de febrero [de 1819]

   Al alcalde de Chámeza

   Para que active el cocimiento de la sal, que ha de mandar para el ejército y el envío de los reclutas, que se le han señalado a aquel pueblo. También para que remita algunas libras de quina prontamente.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 133.

 

281

INSTRUCCIONES

   Al comandante Villate

   Con fecha 3 se le han dado instrucciones sobre lo que debe hacer con el armamento, municiones y vestuarios existentes en La Trinidad. Sobre los trabajos de maestranza, aumento de la madrina de muías, cuidado de hospicios.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 133.

 

282

NO ES NECESARIO MOVILIZAR TROPAS

La Trinidad, 3 de febrero de 1819 9°

   Al comandante Sasmajous

   He recibido su parte del 1°. Como por Zapatosa no ha de venir la columna de caballería del enemigo, no creo necesario por ahora mover fuerza alguna del Palmar; pero si yo me equivocase en mi cálculo, puede usted pedir la fuerza del Palmar en tiempo y arreglarse a las instrucciones sirviendo de gobierno que el día 7 paso mi cuartel general a Pore o La Laguna en donde tengo reunidos 1.200 infantes. Jamás vaya usted a comprometerse sin tener probabilidad de un buen suceso. El enemigo tiene un buen cuerpo de caballería española.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 133.

 

283

RESPETO ENTRE COMPAÑEROS

La Trinidad, 3 de febrero [de 1819]

   Al comandante Miguel Pérez

   He visto un oficio que el comandante Loreto ha pasado al comandante Santiago Béjar lleno de expresiones picantes. Haga usted entender a dicho comandante Loreto que para representar su derecho no es preciso usar de expresiones semejantes, mucho menos con los jefes; que tales modos no hacen sino desunir los ánimos cuando debe reinar entre todos los oficiales la mejor armonía y unión, y sobre todo que esto no produce sino la insubordinación, la cual jamás toleraré en ninguna clase del ejército.

   Sirva a usted de gobierno que el domingo salgo de aquí para Pore y La Laguna, a donde se me deben dirigir los partes. Si el comandante Sasmajous en virtud de la noticia que adquiera del enemigo pidiere la caballería del cantón usted marchará pronto con ella dejando la partida que en otro oficio he prevenido.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 134.

 

284

SEVEROS CASTIGOS

3 de febrero [de 1819]

   Al comandante Sasmajous

   Es insufrible la descomposición de fusiles: se necesita una armería sólo para ese cuerpo. Todo sargento o cabo que tenga descompuesto su fusil le suspenderá del empleo por 10 días, y el soldado será castigado severamente con palo. Según lo que he notado ya casi es necesario que ande a pie el escuadrón para conservar buenos los fusiles.

   Envíeme usted una lista de los oficiales de esa tropa y las compañías a que pertenecen.

   Un oficial Otero que es del batallón del comandante Arredondo, anda por esos lados, recójalo inmediatamente con su asistente, manténgalo arrestado en ese cuerpo y cuando haya proporción remítalo a Pore en calidad de preso. Recomiendo a usted el adjunto pliego que es interesante.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 134.

 

285

FALTA GANADO

La Trinidad, 5 de febrero de 1819 9°

   Al comandante Santiago Béjar

   El comandante de La Laguna se queja de la falta de ganado, y es necesario que usted sepa que si falta un solo día pueden desertarse los indios de Tame y este fatal resultado me obligará a tomar medidas proporcionadas al caso.

   Haga usted venir al soldado Domingo Blanco, por mal nombre Perico, para el desempeño de una comisión.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 135.

 

286

JERARQUIA MILITAR

6 de febrero [de 1819]

   Al comandante Sasmajous

   Recibí su parte del cuatro, y todo está bueno. Un jefe efectivo o un oficial manda un cuerpo, o una compañía con preferencia a los jefes u oficiales agregados aunque estos sean de superior graduación. Si así no fuere no habría diferencia entre un oficial agregado y otro efectivo. Este tiene semejante privilegio sobre el agregado, que sólo está haciendo mérito para obtener empleo efectivo.

   Pero en función de guerra mandará el de superior graduación a menos que el general disponga otra cosa. Este es el espíritu de la ordenanza.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 135.

 

287

DESAPROBADOS ASCENSOS

La Trinidad, 6 de febrero [de 1819]

   Al comandante Arredondo

   Aunque los oficiales a quienes usted dio graduación en circunstancias de hallarse aislado, pueden ser muy acreedores a ellas, no puedo aprobarlas, ya porque su origen no ha sido legítimo, ya porque sería dar un ejemplo a que otros comandantes hicieran otro tanto, y ya porque prodigándose grados no se hace apreciable la carrera militar. Sólo los empleos de subtenientes concedidos a los sargentos que trabajaron para impedir la marcha de la tropa al bajo Apure vengo en aprobarlas. Usted lo hará así entender a esa oficialidad, la cual debe estar segura de que en la organización general tendrá colocación según su mérito, y obtendrá los premios a que se haga acreedor en el curso de la campaña, pues nadie más que yo tiene un interés en premiar al verdadero mérito según las facultades que tengo concedidas.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 136.

 

288

HABLAR CON FRANQUEZA

Cuartel general, La Trinidad, 6 de febrero de 1819

   Señor coronel J. Lara

   Mi estimado amigo: En efecto, que me ha sorprendido su intempestiva resolución de pedir pasaporte, y no puedo menos de pensar que tiene usted algún resentimiento y disgusto que usted ha debido decirme con franqueza.

   Creo que yo he tratado a usted con consideración y no he prescindido de portarme como amigo. Si aún no tiene usted destino en el ejército, no es culpa mía, es efecto de estar mandando en un territorio pequeño en donde las tropas no son numerosas. ¿Cuál es el destino de Concha y Galea? También pudieran quejarse de mí. ¿Se persuade usted que entrando en el reino faltaría para usted un destino? Así como no faltará para otros que aquí no lo tienen.

   Si usted tiene necesidades, ¿por qué no me las manifiesta? Es usted cabalmente el único oficial a quien he mandado socorrer. Ni yo mismo he tomado un real, ni a Obando, ni a París he dado medio. Usted conoce el país, y ha debido calcular lo miserable que debía estar, después de todo lo que ha sufrido.

   Paso en cuenta, que si usted se va, me voy a ganar todo el odio de los venezolanos. Bastante he sufrido por esta injusticia. Desafio a usted a que me presente un solo hecho en que yo haya manifestado esa parcialidad tan fuera del caso.

   No sé, mi amigo, qué motivos hayan influido en su resolución, cuando nada, nada me dijo usted.

   Yo le he dejado en libertad para quedarse en ese punto, irse a Tame, o decirme su voluntad. Me parece que no todos los jefes proceden de un modo tan franco con los que les están subordinados.

   En fin, dentro de tres días estaré allá, y usted se franqueará como amigo, o como un jefe que representa con justicia. Si la hay, no faltaré a ella; pero si no la hay, jamás permitiré la separación de este ejército a ningún individuo y mucho menos a oficiales de Venezuela. Allá unos dirán una cosa y otros otra; con mi cabeza respondo de que la generalidad no dirá sino que el general granadino está desplegando su odio contra los venezolanos.

   Pasarlo bien y contar siempre con la verdadera amistad de su amigo,

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 183.

 

289

NOVEDADES EN LOS FRENTES

Cuartel general en Pore, 9 de febrero de 1819 9°

   Al señor general de brigada José Antonio Páez

   Señor general: He tenido el honor de recibir el reglamento de convocatoria para el congreso de Venezuela a que Casanare debe concurrir por ahora. El coronel Galea se me presentó en La Trinidad y solicitó servicio; verbalmente le contesté lo pidiera por escrito y habiéndolo verificado, he decretado pase a su excelencia el jefe supremo aprovechándome entre tanto de su bravura, si el enemigo realizaba su anunciada expedición contra los llanos. Como este jefe ha estado a las órdenes de usted, doy a usted este conocimiento, sirviéndole de gobierno que no le he dado ningún destino, pues está tan enfermo que no puede levantarse de su lecho para pasar a comer a mi mesa. Impuesto usted en el adjunto pliego para su excelencia el jefe supremo, ruego a usted le haga dirigir con brevedad, pues me encarga le dé frecuentes avisos de estado de esta provincia.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 138.

 

290

CONSEGUIR VIVERES

La Laguna, 10 de febrero [de 1819]

   Al comandante de Ten

   He recibido los dos oficios con los partes de La Salina y me parece todo en muy buena disposición. Habiendo aquí en este punto un número considerable de tropa, es necesario que usted obligue a los estancieros a que traigan víveres a vender, los cuales serán pagados aquí en dinero.

   Búsqueme usted con toda eficacia dos o tres hombres que sean bien prácticos de La Salina y mándemelos aquí lo más pronto, pues necesito tomar algunos informes. No se descuide en tener siempre en La Salina un hombre que nos dé noticia de lo que haya.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 137.

 

291

LA NINFA, CAPTURADA. CUERO PARA PARCHES

La Laguna, 10 de febrero de 1819

   Ciudadano Joaquín París, capitán mayor del primer batallón de Cazadores, Tame

   Querido hijo:

   Tú irás a Santafé con calenturas; yo estoy bueno, buenísimo. Cuando vengas, trae a Montaña. No olvides las cajas y ojalá que pudieras conseguir cuero de venado para parches. Manda al platero porque hace mucha falta.

   La corbeta Ninfa ha sido tomada por Aury, que murió en la acción al entrar en ella al abordaje. Joly tomó el bergantín Periñón; los godos han quedado sin escuadra. Otras noticias gordas te dirá Soto. No seas glotón y cuídate; vente cuando estés mejor.

   Cuenta siempre con el afecto del que unas veces es tu general, otras tu papá y siempre tu amigo,

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1913, t. 1, p. 66.

 

292

LLEGARON LOS DESERTORES

   Al comandante Ortega

   He recibido los dos desertores de infantería y encargo a usted de nuevo la vigilancia en inteligencia que cualquiera que marche sin pliegos o pasaporte mío los aprehendan pues son desertores. En El Toche en un trapiche hay un sargento de infantería, recójalo y remítamelo aquí.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 137.

 

293

GALEA, ENFERMO

La Laguna, 11 de febrero de 1819 9°

   Al coronel Nonato Pérez Señor coronel:

   El coronel Galea está imposibilitado de seguir a Apure y hacer servicio por sus enfermedades que ahora se han aumentado. Yo no sólo

   he participado al general Páez su venida a mi cuartel general sino aun le he consultado a su excelencia el jefe supremo. Cuando dicho coronel se me presentó, lo celebré, pues aguardaba al enemigo, y este jefe dicen que es muy intrépido, mas después que le he visto tan enfermo he calculado lo poco que puede servir.

   Esto sirva de contestación a su oficio.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 138.

 

294

CONSEGUIR VIVERES

La Laguna, 12 de febrero de 1819

   Juez mayor del Norte

   Hallándose en este punto un número considerable de oficiales y tropa, es necesario aumentar la subsistencia: ordeno a usted que haga los mayores esfuerzos a fin de mandar aquí algunos víveres que, o bien serán pagados en dinero o en ganado, sobre lo cual debe usted tomar el mayor empeño. Particularmente me remitirá usted una carga de toda clase de comestibles, que yo la pagaré por mi cuenta. También remita usted un poco de sebo y unas velas que me dice el señor coronel Lara han quedado allí.

   He recibido las comunicaciones y me parece bien para hacer salir los indios del monte.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 139.

 

295

LA GANANCIA DEBE SER SEGURA

Pore, 12 de febrero de 1819

   Señores generales Carlos Soublette
y Pedro Briceño Méndez

   Mis distinguidos amigos:

   La apreciable de ustedes del 22 último ha llenado de placer mi corazón. Así se escribe, todo bueno, todo importante, lisonjero todo. Con esos 4.000 ingleses Venezuela está ya libre, y Nueva Granada queda en salmuera. Ya hemos tomado nosotros el dado por la suerte y la ganancia debe ser segura. ¡Gloria inmortal al que tantos bienes nos está procurando!

   Los enemigos tan orgullosos con su expedición contra los llanos, no hacen movimiento alguno. El trique que les tenía preparado era tan seguro, que he vivido en el convencimiento de que iba a destruir esa fuerza y que en las llanuras de Casanare daba la libertad a la Nueva Granada. Parece que por el sur tienen atenciones importantes; ellos han disminuido la fuerza de Sogamoso y han hecho marchar tropas hacia aquella parte. Un parte positivo determinaría el día de mi marcha.

   Mis tropas tienen bastante subordinación y se les da instrucción y disciplina con mucho tesón. La división está en muy bien pie. Yo tendría satisfacción de que el general la viese. Si el orden y la disciplina hacen ya divisa del ejército de Venezuela, pueden decir que tienen fuerzas y que la República va a restablecerse. ¡Feliz la campaña pasada que ha producido tan saludables resultados!

   Créanme ustedes que a pesar de que trabajo con la esperanza seductora de libertar a mis compatriotas, tengo envidia a los que hagan la campaña sobre Caracas.

   El triunfo es seguro, y van a tener el inexplicable placer de ver sembrados los campos de batalla de cadáveres españoles, y de entrar en esa Caracas tan nombrada y tan digna de la libertad.

   Sus cartas me son muy apreciables, por lo que encargo que habiendo lugar, escriban. Mándenme papel, que no tengo ninguno, ninguno. La organización de cuerpos me ha acabado todo el que traje y el que compré a Maya. ¿Cuándo escribiré a ustedes noticias gordas y siquiera un par de victorias?

   Me repito siempre de ustedes su más apasionado y mejor amigo,

Francisco de Paula Santander

   Memorias de Lara, González, etcétera, y las doy al ilustre Martel, Vergara, etcétera.

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 2, p. 66.

 

296

INSTRUCCIONES A COMANDANTE

13 de febrero de 1819

   Al comandante Aniceto Ramírez

   He tenido a bien nombrar a usted interinamente comandante general de los llanos de San Martín en cuyo destino se arreglará a las instrucciones siguientes:

   Artículo 1°. La conservación y defensa de aquel territorio es su principal obligación hasta donde lo permitan el estado de la tropa de su mando y el número que el enemigo pueda introducir allí. El arreglo de la caballería en compañías, el orden y tranquilidad de los pueblos, es su segunda obligación.

   Artículo 2°. Debe hacer frecuentes correrías sobre Apiay y Cumaral y la Fundación tanto para procurar hacerse a caballos como para impedir que partidas de facciosos infesten aquel país.

   Artículo 3°. Por medio de vigías o de la manera que le sea posible se informará del estado de Medina y de Cáqueza para saber qué fuerza tiene y si los enemigos hacen marchar por esos pueblos algunas divisiones, de lo que me dará parte volando. Si el enemigo hiciese marchar tropas sobre la ciudad de San Martín en número que considera no poder batirlas, se retirará con cuantos recursos pueda por la orilla derecha del Meta hasta el punto de seguridad que crea conveniente y de este movimiento me dará parte pronto.

   Artículo 4°. Si las tropas enemigas que vinieren por Medina pasaren directamente para Upía y de allí para el Meta o para San Pedro, entonces con la tropa de su mando las incomodará por la retaguardia, procurando sorprenderlas y hacerles todo el daño posible. También me dará aviso sobre esto con brevedad.

   Artículo 5°. Establecerá en el departamento de su mando la renta de aguardientes por remate, la colección del tanto que es costumbre pagar por el tabaco, y las alcabalas, cuidando de que los productos no se malbaraten, sino que se conserven para tantas necesidades que tiene el Estado.

   Artículo 6°. El capitán Ignacio Castro quedará de juez político del departamento aunque subordinado a la comandancia general, la cual sólo conmigo tiene que entenderse.

   Artículo 7°. Del exacto cumplimiento de estas instrucciones depende el buen suceso de la defensa de esta provincia; de donde espero del honor de usted que aplicará todo su celo y cuidado en su mejor desempeño.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 140.

 

297

ENTREGAR TROPAS A RAMIREZ

La Laguna, 13 de febrero [de 1819]

   Al capitán Ignacio Castro, de San Martín

   Habiendo nombrado comandante general de ese departamento al teniente coronel graduado Aniceto Ramírez, le entregará usted las tropas que tiene a su cargo quedando usted ejerciendo las funciones de teniente justicia mayor de los llanos de San Martín, aunque con la obligación de obedecer las órdenes que le comunique dicho comandante general.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 141.

 

298

APROBAR NOMBRAMIENTO

13 de febrero [de 1819]

   Señor general Rafael Urdaneta

   Como anuncié a usted, ha sido nombrado jefe del estado mayor del ejército de vanguardia el teniente coronel Pedro Fortoul. Lo que tengo el honor de comunicar a usted para su conocimiento y aprobación de su excelencia.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 62 y 166.

 

299

LOS OFICIALES, COLOCADOS EFECTIVAMENTE

13 de febrero [de 1819]

   Señor general Rafael Urdaneta

   Tengo el honor de decir a usted que en la organización que han recibido los cuerpos de infantería se les ha dado colocación efectiva a los oficiales que constan en la adjunta relación. Sírvase usted dar cuenta a su excelencia para su aprobación y para que se sirva expedir los correspondientes despachos.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 62 y 166.

 

300

MANDO INTERINO

13 de febrero [de 1819]

   Al capitán de caballería Bustos,

   comandante del escuadrón de Maquibo

   Habiendo destinado al comandante Aniceto Ramírez a los llanos de San Martín, queda usted encargado interinamente del mando de ese escuadrón, sobre cuya reunión, orden y conservación hago a usted el más particular encargo.

   Le recuerdo el cumplimiento de las órdenes que le tengo comunicadas en cuanto al movimiento que debe hacer sobre el enemigo. Remítame un estado de la fuerza de ese escuadrón lo más pronto posible bien claro y especificado.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 142.

 

301

RECIBIDO EL PARTE

La Laguna, 13 de febrero [de 1819]

   Al comandante Alfonso

   He recibido el parte de usted de ayer y quedo impuesto. Debe usted tener la mayor vigilancia y avisarme con un posta de empeño el número de enemigos que se pueda averiguar hayan llegado a Taguana, pues con esto podemos intentar darles un golpe que les quite la gana de venir a incomodarnos.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 142.

 

302

LOS DRAGONES, A PIE

13 de febrero [de 1819]

   Al comandante Sasmajous

   He recibido todos sus partes con los estados de fuerza y quedo impuesto de todo -reservado-. Supongo que el comandante Alfonso habrá dicho a usted que los enemigos intentan volver a Taguana seguramente a llevar ganado, y supongo que usted también se habrá puesto en movimiento a cumplir las instrucciones que le he dado. Debe servir a usted de gobierno que haré un movimiento por la espalda del enemigo con la infantería a proporcionar darle un golpe decisivo: para poder usted cooperar por esa vía en la serranía en que los caballos no pueden obrar, es necesario echar a pie los Dragones, pero no me determinaré a nada entre tanto no tenga una noticia del número de los enemigos. Hoy he recibido parte de La Salina sin novedad.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 143.

 

303

CUIDADO CON MORILLO

Cuartel general, Pore,13 de febrero de 1819

   Hay probabilidad de que para Venezuela ha marchado por Cúcuta una fuerza del reino. Además de las numerosas tropas que hay en la Nueva Granada, están levantando 4.000 hombres más para armarlos con parte de 30.000 fusiles, que han llegado a Cartagena; todo esto es relación del teniente coronel Cancino, que está muy impuesto de todo. Que se mire esta expedición de Casanare con seriedad, pues si Morillo repliega al reino no lo sacamos con 20.000 hombres. De Venezuela desolada ha sacado todo lo que tiene; ¿qué sacará de Nueva Granada intacta?

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 2, p. 70.

 

304

CORRESPONDENCIA MAS FRECUENTE

Maturín, 13 de febrero [de 1819] 9°

   Señor general Santander

   Mi querido amigo:

   Una cartica muy chiquita, de Guanapalo, de 1° de diciembre, me ha dado la satisfacción de saber que usted trabaja ya en esos países, cuya libertad va a serle debida. Plácemes y enhorabuenas me he dado por el bien que vamos a recibir de los triunfos de usted.

   Usted me considera en el estado mayor general, y no ha sido así: seis meses he recorrido las costas errante, con sucesos alternados, y al fin he venido con Bermúdez a esta provincia, que se le ha confiado. El estado mayor de ella debería ser mi destino; pero salido diputado en congreso, no sé si me estrecharán a ir a él, contra mi excusa de tener menos edad de la que se requiere. Juzgo que quedaré en el estado mayor general o en el divisionario de esta provincia, y participado mi destino, debe usted mandarme en ella.

   No seré tan imprudente que exija noticias detalladas de usted, cuando sus ocupaciones no le darán lugar a satisfacer sus amigos; pero sí lo estrecho a una correspondencia que, aunque poco extensa, sea lo más frecuente posible, porque me congratulo cada vez que recibo cartas de un amigo que, sin lisonjearlo, ha llenado todos mis sentimientos de afección a sus bellas cualidades.

   Nuestros negocios tienen el más brillante aspecto, como estará usted avisado por el gobierno. Esperamos triunfar en la campaña próxima, y que alguna vez (pronto) uniremos nuestras armas a las que usted dirige.

   El general Bermúdez hace a usted cariños y ofrece sus respetos; los amigos lo saludan, y yo lo hago a los míos que están por esa, y a quienes recordará mi memoria de ellos; mi hermano Jerónimo lo abraza, y yo me repito invariable, afectísimo compañero y amigo,

Antonio José de Sucre

   Señor general y querido compañero:

   La larga distancia no me hace olvidar que le debo este destino. Esta satisfacción me lisonjea cada vez más, y complaciéndome de los ratos agradables que usted pasará, me ofrezco con todo el afecto que le profesa su afectísimo,

J. J. Quintero

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 2, p. 70-71.

 

305

GOLPE DECISIVO AL ENEMIGO

Cuartel general en la sabana de La Concepción,

Támesa, 13 de febrero de 1819

   Señor general del ejército de Casanare

   El enemigo, en número de más de 5.000 hombres, ha invadido el bajo Apure y a la fecha se halla en la sabana de la Candelaria, de este lado del Arauca. Hasta ahora no ha adquirido la más mínima ventaja sobre nosotros; lejos de eso, con nuestras guerrillas y las escaramuzas que continuamente le hacemos ha perdido infinidad de hombres, entre muertos, heridos y prisioneros. No he querido presentarle acción por no exponer la suerte de la República; que aguardando otros momentos en que deben reunírsenos 2.600 ingleses que se hallan ya en La Urbana, y que el jefe supremo marchó precipitadamente a hacerlos venir. Entre tanto las infanterías que teníamos las he retirado a Araguaquen, para donde también han marchado nuestro gran parque, las caballadas, la inmensa emigración y todo cuando se ha podido. Yo sólo permanezco en estas sabanas con las caballerías, entreteniendo al enemigo mientras logramos la reunión con los ingleses, para poder dar principio a nuestras operaciones y darle un golpe decisivo al enemigo.

   El oficio de su señoría, en que me incluye otro para su excelencia el jefe supremo, comunicando las novedades que anuncia el ciudadano Carrasquilla, lo he recibido e inmediatamente se dirigió a su destino.

   Dios guarde a su señoría muchos años.

José Antonio Páez

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 2, p. 73.

 

306

COMUNICACION PERMANENTE

La Laguna, 15 de febrero de 1819 9°

   Al capitán Lázaro Angel

   Infórmese usted reservadamente quiénes son los que han mantenido desde mi llegada aquí comercio de ganado por el lado de Barroblanco; todos los que hayan tenido parte en este negocio, y de dónde han sacado los ganados, todo con mucha escrupulosidad.

   Recuerdo a usted mantener comunicación con el comandante Sasmajous y darle parte de lo que ocurra.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 143.

 

307

ALGUNAS DISPOSICIONES...

15 de febrero [de 1819]

   Al comandante de La Trinidad

   Ordene usted al oficial Morgado se presente inmediatamente en este cuartel general con su asistente. El soldado Armalsán me lo remitirá usted en primera ocasión. Los trabajos en el caño no deben cesar. Al subteniente Ortiz de infantería prevéngale usted que inmediatamente se presente aquí.

   Tenga usted preparados para remitir el resto de fusiles que haya útiles cuando yo comunique la orden.

   He dictado las providencias convenientes sobre los desórdenes que me informa usted haber sabido y cuya noticia absolutamente ignoraba. Sirva a usted de gobierno: en poder del capitán Bustos existen 14 muías tomadas a los vecinos de Cáqueza que venían por ganado a San Martín, y que mayor número existe en el Palmar perteneciente al Estado; pida usted de mi orden estas últimas y que se pongan donde engorden.

   Los sombreros que existen en el parque entréguelos usted al señor comandante general de caballería.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 143.

 

308

EMBARGAR EL GANADO

La Laguna, 15 de febrero [de 1819]

   Al capitán mayor Joaquín París

   Por el día 21 ó 22 del corriente marcha de este cuartel general para esa población, la tropa que trajo el coronel Lara, a hacer un paseo militar. Si de aquí a esa fecha no hubiere llegado ganado de Arauca, embargue usted todo el que haya sea de quien fuere, devolviéndolo luego que llegue aquel.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 145.

 

309

OCUPARSE SOLO DEL GANADO

La Laguna, 16 de febrero [de 1819]

   Al comandante de Arauca

   No debe usted ocuparse con esa tropa sino en la remisión de ganado para la tropa existente en Tame, y para formar un depósito de novillos y toros en San Ignacio que sirvan para la subsistencia de las tropas en el reino. Estas partidas deben venir a disposición del comandante Ortega, y los primeros a disposición del comandante del departamento del norte. Confío mucho en que usted no se descuidará, y procederá con mucha eficacia, pues ya usted conoce la importancia del buen desempeño.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 145.

 

310

SE NECESITAN ARMEROS

La Laguna, 16 de febrero [de 1819]

   Coronel Ramón Nonato Pérez

   En circunstancias de que la mayor parte de la fuerza de este ejército es infantería y de necesitar de armeros, se han enfermado de gravedad dos únicos que había. Sé que usted tiene dos, y entre ellos un tal Moñones del reino. Me hace usted el servicio más particular en franquearle su pasaporte y que venga pronto. Usted con uno tiene para las pocas armas de su división.

   He agradecido la franqueza con que usted ha auxiliado al gobernador Moreno, y espero que otro tanto haga con el comandante de Arauca a quien encargo de comisión muy necesaria.

   En la provincia y frontera no hay novedad alguna.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 145.

 

311

DESEAN EXITOS A SANTANDER

Arauca, 18 de febrero de 1819

   Mi amigo y compañero Santander: He recibido la apreciable de usted de 13 del corriente, y por ella estoy impuesto de las noticias que me comunica de haber salido tropas enemigas por Sogamoso, sobre que no estoy descuidado. Me he complacido mucho que tenga tropas con qué esperar a los godos. Dios quiera que logre usted destruirlos si intentan acometer a esa provincia, que no lo dudo por su energía.

   El pliego que me acompaña será dirigido; aún no hay cosa particular que comunicarle, sólo que Reyes Vargas se está atrincherando en la boca de Capazo, de la parte de allá del Apure, y pienso irlo a saludar en estos días.

   Con lo que desea a usted salud y prosperidad su amigo afectísimo y compañero,

R. Nonato Pérez

   Posdata. No extrañe el papel, pues es el único que tenían los godos en Barinas, para auxilio de esta República. Reciba expresiones de Burgos.

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 2, p. 286.

 

312

PREVENIR PROCEDIMIENTOS BAJOS

Cuartel general de Arauca, 18 de febrero de 1819

   Señor general del ejército de Casanare

   Quedo impuesto por el oficio de usted de 11 del corriente, de la imposibilidad en que se halla el coronel Galea para marchar al cuartel general del general Páez, a quien daré parte con el oficio de usted para su resolución.

   Ayer tuve noticia de que el alférez Galea con una partida se introducía al potrero de Angostura a robar caballos, de los que mantengo allí engordando, con cuya noticia destiné una partida a privarlo, y efectivamente lo encontraron con su partida, en pelo, que iban a evacuar su operación ya, y cuando Galea vio la mía, salió huyendo tirándose para este lado, y luego que se vio con el río de por medio, insultó al oficial que iba encargado de la partida con mil groserías indecentes a un oficial. Sírvase usted prevenir a éste y demás que destine a estas partidas no tengan procedimientos tan bajos entre sus hermanos, porque de aquí nacen los disgustos y desavenencias entre unos mismos compañeros. Yo no he dudado auxiliar a esa provincia con los caballos que he podido, pero también me tienen tan inquieto las partidas que vienen de allá, que ya me es necesario mantener en vela las madrinas de caballos para que no se las lleven, pues no contentos con los que tengo de este lado, se pasan ya al otro para lograr dejarme a pie, por consiguiente inútil para poder ejecutar nada contra el enemigo. Por estas razones no extrañe usted que si uno de estos ladrones cae en mis manos lo castigue con la pena que le corresponde a los ladrones. Todo lo que aviso a usted para su gobierno.

   Dios guarde a usted muchos años.

R. Nonato Pérez

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 2, p. 72.

 

313

INSTRUCCIONES GENERALES

Cuartel general, Pore, 19 de febrero de 1819 9°

   Al oficial comandante del retén de Tocaría

   Cualquier pliego que llegue de Taguana remítalo usted en el momento; pues en esta fecha se han recibido pliegos muy atrasados, y los partes que han de venir son importantes.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 146.

 

314

AVISAR A ARREDONDO CUANDO VIENE EL ENEMIGO

Pore, 19 de febrero de 1819

   Al comandante Alfonso

   Con el posta de mayor confianza y que esté mejor montado avise usted al comandante Arredondo en el momento que sepa que los enemigos están para entrar a Taguana, o que hayan entrado, pues importa demasiado para el acierto en mis operaciones. Este mismo aviso lo comunicará con igual celeridad al comandante Sasmajous.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 146.

 

315

A MARCHAS FORZADAS PERO SIN DAR VENTAJAS

Pore, 20 de febrero de 1819

   Al comandante Arredondo

   Luego que usted reciba parte del capitán Alfonso de que positivamente van a entrar a Taguana los enemigos que cubren a Paya, o que ya han entrado, marchará usted con un batallón a marchas forzadas por el camino de Nunchía a salir por las inmediaciones de Marroquín a proporcionarse [sic] batirlos, contando con que por Taguana coopera el escuadrón de Dragones.

   Jamás se comprometerá en posiciones desventajosas, ni con fuerzas de que no pueda obtener un brillante resultado. Si lo logra, destacará sobre Paya una columna que derrumbe las fortificaciones y que contra-marchando luego, luego, y unida al cuerpo, pueda usted regresar a Pore con él para emprender otras operaciones.

   La conducta con los pueblos y vecinos debe ser generosa: a ninguno se le quitará nada, ni se le exigirá distintivo aun cuando sea godo; con todos buen trato y política. Lo que se tome al enemigo es de la tropa, con excepción de las armas, municiones y caudales públicos, cuyos objetos asegurará y conducirá al cuartel general.

   Tendrá siempre presente y lo hará entender a los oficiales que ésta es la primera operación, y que lograda, se asegura la campaña, y se honran las armas granadinas.

   Me dará frecuentes partes y tendrá presentes las instrucciones verbales que le he dado sobre otros puntos de menor entidad.

   Dios, etcétera.

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 146.

 

316

CUMPLIR LAS ORDENES

Pore, 20 de febrero de 1819 9°

   Al comandante Béjar

   Se me ha informado que muchos labradores de trapiche tienen de peones dos o tres soldados del regimiento de su mando: dígame usted si esto es cierto, y con qué orden han ido estos peones, para tomar la providencia conveniente a fin de hacer entender que la orden que yo comunico se cumple.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 147.

 

317

REGRESAR A TAME COMO COMANDANTE

La Laguna, 21 de febrero de 1819 9°

   Al coronel Lara

   Vuelva usted al departamento de Tame, como comandante general. A él van tropas de infantería con sus jefes u oficiales naturales en cuyo gobierno económico nada tiene que ver usted.

   Que se siga la instrucción, se persigan los desertores, y se recluten más indios útiles. Estos no se entregarán a los cuerpos, sino que se instruirán separadamente, y los desertores se les entregarán.

   Muy pronto regresarán estas tropas a este cuartel general lo que servirá de gobierno.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 147.

 

318

MANDAR HIERRO

La Laguna, 22 de febrero de 1819

   Al comandante de La Trinidad

   Remito una orden para que vengan otros fusiles de Santa Rosalía, los cuales luego que lleguen, se acondicionarán para que marchen con segunda orden. Envíe usted una arroba de hierro bueno a este cuartel general del que se ha remitido de Santa Rosalía. Los soldados que de la adjunta lista se hallen en esa plaza remítalos usted a este cuartel general sin tocar en Pore.

   Dirija usted el adjunto plieguito donde estuviere el teniente gobernador. Infórmese usted la fecha en que ha ordenado se presenten en este cuartel general los oficiales que anteriormente le he dicho.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 148.

 

319

REMITIR FUSILES

22 de febrero [de 1819]

   Al comandante de Santa Rosalía

   Remita usted a La Trinidad 70 fusiles de los que están a su cargo.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 149.

 

320

ENVIOS DE APROBACION Y DE PAPEL

La Laguna, 23 de febrero [de 1819]

   Al capitán Javier Alfonso

   Quedo enterado por el oficio de usted de 15 del corriente de cuanto en él me informa acerca de movimientos del enemigo y demás. He visto también el estado de fuerza y va la aprobación del nombramiento del sargento; también le mando el papel que únicamente se puede, y daré la orden para que se le manden algunos caballos.

   El capitán Gómez ha entregado la recluta, y encargo de nuevo a usted la vigilancia sobre el cerro.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 149.

 

321

VINO EL ALFEREZ MORENO

La Laguna, 23 de febrero [de 1819] Al coronel Moreno

   He recibido el suyo: quedo impuesto, como también de su marcha a los cantones. Ha llegado el alférez Moreno. El comandante Villa te pasará a usted las notas interesantes que he recibido. Espero que usted me mande pronto el fruto de sus trabajos.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 150.

 

322

APRUEBA LA MARCHA

La Laguna, 23 de febrero [de 1819]

   Al comandante Sasmajous

   Me ha parecido bien la marcha que usted hizo sobre Millán. Mande usted al jefe de estado mayor la lista de los desertores del escuadrón para pedirlos a los cuerpos en donde estén. El proyecto de que usted me habla, es bastante regular, pero no creo que es tiempo de ejecutarlo. Pronto llegará el caso de que usted logre sus deseos.

   Por lo demás me refiero a las órdenes que le he comunicado en oficio número 196.

   Va esa papeleta de noticias bien interesantes.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 150.

 

323

SOLO DEBEN IR LAS MUJERES

23 de febrero [de 1819]

   Al comandante general de caballería

   Las familias que yo le mando lleve el comandante Ramírez, no son los hombres sino las mujeres; por lo mismo ningún soldado de los escuadrones podrá ir sin expresa licencia mía. Hará usted saber en la orden que el que fuere sin ella será perseguido, y aprehendido, será fusilado sin remedio.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 151.

 

324

SOLICITAR BUQUE, CONDUCTOR Y BOGAS

La Laguna, 23 de febrero [de 1819]

   Al comandante de Santa Rosalía

   Se previene que solicite buque, bogas y conductor que lleve el correo para Guayana que debe de salir de Santa Rosalía el 1° de marzo y dejar la correspondencia en La Urbana.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 151.

 

325

EL JUEZ DEBE VIVIR PERMANENTEMENTE EN GUANAPALO

La Laguna, 23 de febrero [de 1819]

   Al teniente gobernador de Casanare

   Se le previene encargue al juez de Guanapalo resida siempre en el pueblo para que la correspondencia que viene de Guayana no se detenga un momento sino que siga a su destino; y que en caso de que él no lo pueda hacer, se ocurra de otro modo a esta dificultad.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 151.

 

326

LA DESERCION ES NOTORIA

La Laguna, 24 de febrero [de 1819]

   Al comandante general de caballería

   Es muy notable la deserción que se nota en los Dragones de la gente del llano, la cual precisamente está en los otros cuerpos de caballería. Tome usted sus más eficaces medios a fin de ver si se pueden recoger y remitir presos a Sasmajous.

   Es necesario que se cojan por lo menos 300 ó 400 reses buenas, y que usted las haga poner en inmediaciones de este cuartel general, y que no sea tarde, pues urge.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 152.

 

327

ENVIAR VIVERES Y OTOBA

La Laguna, 24 de febrero [de 1819]

   Al coronel Lara

   Tengo encargado al juez mayor de ese departamento mande víveres a este cuartel general para el hospital y oficiales, y me ha contestado que mandaría siempre que hubiese bestias para conducirlos; en cuya virtud irá haciendo usted un repartimiento a todos los que las tengan con proporción al número, entregándolas semanalmente al juez mayor. Solicite usted cuatro libras de otoba y remítalas.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 151.

 

328

EFECTUAR PRUDENTE RECONOCIMIENTO MILITAR

La Laguna, 24 de febrero de 1819

   Al comandante Arredondo

   Al teniente Martín Franco, destinado de comandante de Zapatosa, con el doble objeto de reunir la recluta, ordénele usted marche inmediatamente para que venga a su compañía el capitán Guerrero.

   Supuesto que no es de esperar una novedad por Taguana, puede hacerse un paseo militar con la tropa por la parte del Tablón y camino de Nunchía, sin alejarse más de una jornada militar; en Pore quedará una compañía no sólo para custodia de los reclutas que deben seguir instruyéndose, sino para que avise a usted cualquiera novedad que ocurriere por Taguana.

   Vendrán a esa ciudad 4 arrobas de sal por cuenta de los Morillos. La mitad remitirá usted a este cuartel general en donde espero parte, luego que haga usted su regreso.

   Dios, etcétera.

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 152.

 

329

FRANCO PASARA A ZAPATOSA

24 de febrero [de 1819]

   Al teniente Martín Franco

   Ordenándole pase a Zapatosa a hacerse cargo de la comandancia y recluta que haya en aquel punto, encargándole su aumento y disciplina.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 152.

 

330

VIGILANCIA AL COMERCIO

24 de febrero [de 1819]

   Al alcalde Roa, de Chámeza

   Previniendo a dicho alcalde cele el comercio que se haga por aquel pueblo y Barroblanco con los pueblos que están por el enemigo, imponiendo pena de muerte al que lo permita y al que lo haga.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 153.

 

331

ENTREGAR EL MANDO

La Laguna, 24 de febrero de 1819

   Al capitán Guerrero

   Se le previene entregue el mando de Zapatosa al teniente Franco, y que se venga a unir a su batallón.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 153.

 

332

AMERICA SERA LIBRE E INDEPENDIENTE

La Laguna, 25 de febrero de 1819

   Al presidente del consejo de gobierno

   Tengo el honor de contestar a vuestra excelencia la comunicación de 12 de enero, y de satisfacer los deseos del consejo de gobierno.

   Las noticias que contiene no pueden ser más lisonjeras a la causa de la América. Cada una de ellas es una victoria de la libertad sobre el despotismo. Si nuestros esfuerzos solos, a despecho de las grandes fuerzas realistas, a pesar del ceño amenazador de la Europa, de la indiferencia de los Estados Unidos, han podido elevar nuestras Repúblicas al grado de prosperidad y de respeto que ha llamado la atención del mundo, no hay duda alguna que ellas llegarán al término de la carrera, cambiando absolutamente el aspecto de los negocios. Señalado en el gran libro de los destinos de los pueblos en que debía tocar un día a la América del Sur, no era la mano del bárbaro Fernando de Borbón la que debía borrarlo. La América será libre e independiente, mal que les pese a los agentes de la tiranía, y espero con fundamento que con la cooperación de la Nueva Granada no habrá un solo enemigo de la libertad desde la tierra del Labrador hasta la del Fuego. El consejo seguramente ya está informado por las comunicaciones que he hecho al jefe supremo del estado de la provincia y ejército de mi mando. Aquella disfruta actualmente de tranquilidad interior y exterior, su departamento civil y de hacienda están organizados de la manera que se ha podido, y sus habitantes se manifiestan muy decididos a contribuir a la libertad de sus compatriotas. Este por su número y por la disciplina que recibe diariamente, no menos que por su entusiasmo, me promete esperanzas de realizar la redentora empresa de llevar la libertad al corazón de la Nueva Granada. Si las primeras operaciones son favorables, faltan armas y municiones para armar los hombres de que abunda aquel país, para conservarlo y para extender todo lo posible el territorio libre. Acaso es más imperiosa esta necesidad si la presente campaña en Venezuela termina con buen éxito, pues naturalmente las reliquias de los realistas vendrán a rehacerse en la Nueva Granada. Morillo en estos pueblos, cuyos recursos aún no se han agotado, hará esfuerzos superiores para levantar numerosas divisiones a los que ha hecho en los de Venezuela que están aniquilados. Creo que deben venir inmediatamente 2.000 fusiles, 100 quintales de pólvora, plomo y chispas, bajo la seguirdad de que al destruir los cuerpos situados en la frontera, sobran hombres que tomen estas armas. Si en tiempo tengo aviso de la salida de estos efectos de Angostura, puedo enviar auxilios de víveres y bogas a encontrarlos en el río.

   Muy tarde recibí el reglamento para la elección de diputados al congreso general de Venezuela. Actualmente se están celebrando, y puede contar el consejo que luego que se concluyan y resulten nombrados los diputados, tomaré las más eficaces providencias para su inmediata incorporación en el congreso.

   Tendré grande satisfacción en recibir comunicaciones de vuestra excelencia. La falta de papeles públicos y la variedad con que se comunican las noticias importantes por conductos de poco crédito, hacen muy necesarias las comunicaciones. Vuestra excelencia me hará el honor de allanar semejantes inconvenientes, y de recibir los sentimientos de mi mayor consideración.

   Dios, etcétera.

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1913-1914, t. 3, p. 74-75 y t. 3, p. 53.

 

333

MAS NOVEDADES

25 de febrero [de 1819]

   Comandante general de caballería

   Para que destine al capitán Obregón, como mayor del 2° regimiento.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 153.

 

334

NO DEMORAR LA EJECUCION DE LAS ORDENES

La Laguna, 25 de febrero de 1819 9°

   Al comandante Arredondo

   No es tiempo de que la recluta salga de Zapatosa aun cuando le instruya menos. Jamás me detengan la ejecución de una orden.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 153.

 

335

CUIDADO CON LOS ESPIAS

La Laguna, 26 de febrero [de 1819]

   Al comandante Alfonso

   He recibido su parte de 23 y quedo impuesto. No se fíe a primera vista de los pasados porque los enemigos también nos introducen espías por estos medios. Esos dos hombres de Sogamoso remítalos con sus armas a Sasmajous. Cualquier novedad que ocurra de entrar ya el enemigo pronto en Taguana, avíselo luego, luego a Arredondo y Sasmajous.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 153.

 

336

AUXILIOS EN ABUNDANCIA

La Laguna, 26 de febrero [de 1819]

   Al coronel Molina, juez de diezmos

   Quedo impuesto de la explicación que usted ha hecho en oficio del 25 corriente, sobre las veredas que se habían notado no estar ni rematadas ni en administración. En cuanto al entero, que dije a usted se verificare el sábado santo, sabía que antes no era plazo señalado; pero sabía también que la ley de la necesidad es superior a todas las leyes y costumbres, y así ella me autoriza a prevenir de nuevo se verifique dicho entero en aquel día. Que esto se haga, paguen o no los rematadores, lo he dicho para interesar a usted en los cobros.

   Es menester que usted sepa que el orden de un día de paz no se puede observar en día de alarma y de guerra, como en el que estamos. El gobierno de Venezuela me exige la concurrencia a pagar la expedición venida de Inglaterra con elementos de guerra y me ofrece nuevos auxilios en abundancia. Esto y el sostener y vestir el ejército que hay formado exige dinero y hallo que es más justo dispensar una costumbre, obligando a enterar lo que siempre es del erario que usar de la fuerza para exigir empréstitos. El caso es defender a Casanare y emprender sobre la Nueva Granada, que el logro de los medios aunque sean violentos, justifican al gobierno con el suceso. Hasta ahora he logrado que respeten a Casanare, no con poco fundamento.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 154.

 

337

MAS DETERMINACIONES

La Laguna, 27 de febrero de 1819

   Al comandante general de caballería

   He destinado al teniente coronel graduado Juan Francisco Rodríguez al mando interino del 2° regimiento de caballería. Lo que comunicará usted al que esté actualmente, manifestando que hasta ahora estoy satisfecho de la conducta del teniente coronel graduado Pérez, que ha desempeñado esta comandancia.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 154.

 

338

NO PERMITIR EL COMERCIO CON LA SALINA

La Laguna, 27 de febrero [de 1819]

   Al comandante de Ten

   Se le previene que está informado el general del comercio que se hace con La Salina, y se le impone la más estrecha responsabilidad si lo permite en cualquier efecto, sin dar parte.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 155.

 

339

AUXILIO DE CABALLOS Y OTROS COMENTARIOS

La Laguna, 27 de febrero de 1819

   Al capitán Bustos

   Como no me había impuesto de que esa compañía del mando de usted dependía del comandante Ramírez, había extrañado la falta que dije a usted antes, pero estando ya advertido de aquella circunstancia, quedo satisfecho, y este es ya negocio concluido.

   Igualmente estoy advertido de que la expresada compañía de usted al fin ha venido a reunirse, y lo que importa es que continúe en ese estado. Para ello puede usted permanecer en ese pueblo, haciendo entender a los indios que no saldrán a acantonarse a otra parte, si no es cuando sea absolutamente indispensable. Entre tanto debe usted continuar ejecutando los movimientos que se le tienen prevenidos, y procurando conservar siempre la frecuente comunicación de San Martín con el cuartel general.

   Doy orden al comandante general de caballería para que franquee a usted el auxilio de caballos que necesita, con el objeto principal de que se mantenga dicha comunicación. Remita usted al comandante de La Trinidad las 14 muías de los reinosos que vinieron a Cáqueza.

   Dios, etcétera.

Francisco de Paula Santander

   Posdata. Se me ha informado que por la parte de San Pedro y Barroblanco se tiene algún comercio con el enemigo, lo que está severamente prohibido y es demasiado perjudicial a la República. Encargo a usted que sobre esto tenga el mayor celo posible impidiendo toda comunicación. Si a pesar de todo van o vienen algunos del país ocupado por los enemigos, sea quien fuere, aunque sea eclesiástico o militar, proceda a la aprehensión de los delincuentes y remisión al cuartel general. Vale.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 155.

 

340

UTILIZAR A LOS INDIOS COMO BOGAS Y AGRICULTORES

La Laguna, 27 de febrero [de 1819]

   Al juez mayor del Meta

   Se le ha contestado diciéndole que haga entender a aquellos indios que no serán aplicados al servicio de las armas y sólo sí a la agricultura y al ejercicio de bogas.

   En cuanto a los ladrones de caballos se le previene que aprehendido que sea el ladrón, proceda a aplicarle la pena, arreglándose al bando.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 156.

 

341

PAPELETA DE NOTICIAS

La Laguna, 27 de febrero de 1819

   Al comandante Ramírez

   Después de haber examinado detenidamente a los reinosos que han venido de Cáqueza, he creído conveniente permitirles que regresen a San

   Martín para que permanezcan allí hasta que se abra la comunicación con lo interior.

   Por lo que ellos me han informado conozco que para su venida a nuestro territorio fueron provocados por algunos vecinos de San Martín. Indague usted quiénes son éstos y avísemelo para dictar en consecuencia la pena que corresponda contra los delincuentes.

   Procure usted igualmente impedir absolutamente toda comunicación con el país ocupado por los enemigos, deteniendo arrestado al que quiera hacerlo, y remitiendo al cuartel general al que viniere de allá, siempre que fuere persona de alguna importancia. En atención a que otros reinosos emprendieron su viaje a San Martín en la buena fe de que en esto no delinquían contra la República, y a otras razones que he tenido presentes, he creído de justicia que se les reintegre en el producto de su negociación, menos en la tercera parte que se aplicará al estado. Debe usted, pues, ejecutar esta providencia, exigiendo de los compradores dicha tercera parte en dinero contante y lo demás que lo manejen los dueños, como quieran, dentro de los límites del territorio libre de la República. La parte que corresponda a ésta la remitirá usted con persona de confianza, así como todo lo demás que haya de la misma pertenencia; pues todo se necesita para ayudar a pagar los muchos y grandes auxilios que han de venir de Guayana.

   Va esta papeleta de noticias que hará publicar y si puede introducir al reino.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 156.

 

342

POR AUSENCIA, RELEVO EN EL MANDO

La Laguna, 28 de febrero [de 1819]

   Al comandante Arredondo

   Teniendo precisión de ir a los pueblos del departamento de Tame, dejo encargado del mando de la línea al coronel José Concha, quien está impuesto de las órdenes que usted tiene para obrar en sus respectivos casos. Servirá a usted de gobierno para sus comunicaciones y demás efectos correspondientes.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 157.

 

343

RECUPERAR LAS MULAS CON LAS MARCAS DESCRITAS

La Laguna, 28 de febrero de 1819

   Al comandante general de caballería

   Todas las mulas que se encuentren desde La Trinidad hasta San Pedro con esta cifra A G son pertenecientes al Estado, y deben recogerse de cualesquiera poseedores en cuyo poder se hallen. Luego les serán entregadas al comandante de dicho pueblo de La Trinidad para que sean herradas con la cifra del Estado.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 157.

 

344

LICENCIA PARA ATENDER A LA FAMILIA

28 de febrero de 1819

   Excelentísimo señor general en jefe Francisco de Paula Santander

   Las críticas circunstancias en que se hallan todas mis cosas y principalmente mi familia, me han obligado a exponer todos los motivos que tengo para que vuestra señoría se digne franquearme una licencia para viajar por un corto tiempo, que es el que necesito para poner en arreglo y en modo decisivo mi familia, pues el comandante de aquel departamento me ha privado el que yo tenga quién me cuide mis obligaciones y mis caballos, pues los necesito para el desempeño de mi grado. Y mande a este invariable que besa su mano,

Juan Galea

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 2, p. 77.

 

345

OPERACIONES PRELIMINARES

   Se han recibido noticias de Casanare hasta el 10 de febrero último. Según relación de varias personas que habían llegado allí de la Nueva Granada, todo aquel vasto país está lleno de guerrillas, que aunque mal armadas hacen mucho daño a los españoles, y los mantienen en continua alarma.

   Como nadie se atreve a traer cartas ni papel alguno, por temor a la policía atroz que allí se ejerce, todo lo que se sabe es por el testimonio de los que vienen por senderos ocultos. La noticia de que un cuerpo de tropas de Buenos Aires obra en el sur se repite siempre con nuevas seguridades.

   La circunstancia de haberse retirado precipitadamente, al recibir un correo, la expedición de 3.000 hombres que venía contra Casanare y estaba ya entrando por la cordillera, parece confirmarla.

   El general Santander, que estaba bien preparado para recibirla, quedaba disponiéndose para ir a buscarla. Se sabe que se aguarda con impaciencia su entrada en el país para un movimiento general. La disposición de los ánimos es tal que en un lugar interior al pasar una columna conduciendo 2.000 reclutas a Venezuela salió todo el pueblo ya palos y pedradas la batieron y los libertaron.

   Tales son las operaciones preliminares de esta campaña memorable que va a decidir de la suerte de Venezuela, pero cuyo resultado, sea cual fuere, no bastará a revocar los decretos del destino en favor de la independencia de América.

 

FUENTE EDITORIAL:
Correo del Orinoco, No. 23. Angostura, 1819.

 

346

REUNION DE CAPITANES

Tame, 3 de marzo de 1819

   Al juez de Betoyes

   Haga usted que vengan a presentarse en este cuartel general todos los capitanes de las parcialidades de ese pueblo, debiendo estar aquí el domingo próximo venidero.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 160.

 

347

ROBO DE CABALLOS, CASTIGABLE

Tame, 3 de marzo de 1819

   Al coronel Pérez Señor coronel:

   Con esta fecha digo al comandante de Arauca lo siguiente: El comandante general del alto Apure se queja de que algunos individuos de la jurisdicción de usted han intentado robarse algunos caballos. Este es un crimen que no debe perdonarse. Cualquier persona aprehendida en tal designio será remitida a usted con la correspondiente justificación, y manteniéndola presa me la remitirá usted. Si del lado de Guasdualito intentasen hacer lo mismo en la jurisdicción de su mando, aprehendido el ladrón, justificará usted el caso y remitirá el reo y la justificación al jefe de la división a que pertenece.

   Espero que usted, hecha la justificación de los ladrones, los remita con ella al comandante de Arauca, pues de castigarlos sin este requisito, resultaría un trastorno en el orden militar. En esta provincia no hay novedad. No omita usted comunicarme cuanto antes no sólo los sucesos del bajo Apure, sino de la división de usted.

   Dios, etcétera.

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 159.

 

348

ESCASEZ DE CABALLOS

Tame, 3 de marzo de 1819

   Al general Páez

   He recibido el oficio de usted, fecha 18 de febrero, en circunstancias de que se carece de una noticia verdadera del estado de esa provincia. No dudo de la prudencia con que usted se ha manejado, haya dado lugar a la reunión de la tropa inglesa y que a esta fecha el enemigo haya sido derrotado. Espero que tenga usted la bondad de comunicarme el suceso de las operaciones, cualquiera que sea el resultado.

   En esta provincia no hay novedad. El enemigo permanece en sus antiguas posiciones. La primera línea del ejército de mi mando está establecida al pie de la serranía.

   En la división del alto Apure está una compañía del escuadrón de Arauca que me hace notable falta por la escasez de caballos que tiene esta provincia: la reclamo, y espero que vencido que sea el ejército enemigo, dé usted orden de que se envíe a Arauca a disposición de aquel comandante, pues en este caso a usted le sobran fuerzas para la división del alto Apure, y dejará de ser una paradoja que la miserable Casanare auxilia al opulento Apure. Sírvase usted avisar a su excelencia el jefe supremo que hasta esta fecha hay tranquilidad en esta provincia.

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 157.

 

349

MOVILIZAR GANADO CON LICENCIA

Tame, 3 de marzo de 1819

   Al comandante de Arauca

   He recibido el oficio de usted y el que me acompaña del señor general Páez. Encargo a usted esté a la mira de cualquier suceso que ocurra, sea el que fuere, y al momento lo comunique para mi gobierno, procurando evitar se diseminen noticias alarmantes que acaso pueden trastornar la opinión de los pueblos y causar un verdadero mal a la República.

   Como el comandante general de caballería me informó había ofrecido para ese pueblo el jefe del alto Apure el número bastante de carabinas para ocurrir a su urgencia, había juzgado innecesario remitirlas desde aquí, pero a la vez que aquel ofrecimiento no ha tenido efecto, enviaré a usted las que pueda, luego que se compongan.

   Tengo noticia de que en ese distrito es frecuente la venta de mulas, en lo que recibe la provincia un considerable perjuicio y se quebranta la estrecha prohibición que he dictado en esta materia. Es menester que usted por ningún motivo lo llegue a permitir, cuidando no se extraigan las muías y que el ciudadano Varela sólo pueda llevar el número de 100 que está facultado para exportar de nuestro territorio. El comandante general del alto Apure se queja de que algunos individuos de la jurisdicción de usted han intentado robarse algunos caballos. Este es un crimen que no debe perdonarse. Cualquier persona aprehendida en tal designio será remitida a usted con la correspondiente justificación, y manteniéndola presa me la remitirá usted. Si del lado de Guasdualito intentasen hacer lo mismo en la jurisdicción de su mando, aprehendido el ladrón justificará usted el caso y remitirá el reo y la justificación al jefe de la división a que pertenece.

   Aquí se presentan con alguna frecuencia sujetos que traen ganados de ese departamento para vender. Es verosímil que alguna vez conduzcan aun el ajeno, lo cual es una irregularidad escandalosa. En adelante nadie podrá traer ganado sin licencia por escrito de usted, en que se declare y justifique el dueño de las reses, bajo el supuesto de que contraviniendo a esto, ellas serán embargadas.

   En esta ocasión sólo han venido 123 reses de la pertenencia del Estado, y como el consumo es grande, debe usted hacer inmediatamente otra remesa de un mayor número si es posible. Advierto a usted, en fin, sobre este particular, que sólo a soldado benemérito podrá permitir que traigan, junto con el ganado del Estado, una o dos reses, por vía de gratificación para ellos, y que esto debe expresarse también en los pasaportes o licencias.

   Dios, etcétera.

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 158.

 

350

MAS NOVEDADES

Tame, 4 de marzo de 1819

   Al coronel Concha

   He recibido el oficio de usted con el parte del mayor Guerra, y las órdenes que usted ha dado son conformes a las que yo dejé a usted. No me parece que sea un movimiento general del ejército enemigo, cuando no hay una novedad por La Salina. Avíseme usted pronto lo demás que ocurra. Los fusiles que haya compuestos, que mande el comandante Arredondo por ellos.

   El 13 de febrero me escribe el general Páez de la sabana de la Concepción Jamira, y dice que el enemigo estaba en la... de la Candelaria, que le había hecho mucho daño con nuestras guerrillas; que toda nuestra infantería, parque, emigración y caballada estaban en Aragua-quen, y que aguardaba reunirse con 2.600 ingleses que estaban en La Urbana. El coronel Nonato salió el 19 a atacar a Reyes Vargas, a quien Morillo llamaba a reunirse prontamente.

   Dios, etcétera.

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 160.

 

351

CONSEGUIR HERRAMIENTAS

Cuartel general, Tame, 6 de marzo de 1819

   Al teniente gobernador o al comandante de La Trinidad

   Comunicándole las noticias que con esta fecha se han tenido de la retirada de los godos del bajo Apure, y previniéndole haga recoger cuatro o seis hachas, algunas barras, aunque sean de iglesia, palas o azadones que quedan en Surita, una lista de sus dueños para devolverlas pronto, y que las remita a La Laguna sin dilación. Lo que más pueda recogerse de esta herramienta es mejor. Despachar un comisionado eficaz a este asunto.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 160.

 

352

ORDEN DE IR A LA LAGUNA

Tame, 6 de marzo de 1819

   Al comandante general de la caballería

   Se comunican las mismas noticias de que se hace mención en el oficio anterior, y se le dice lo siguiente: véngase usted a La Laguna para el día 14 que tengo que darle órdenes a la voz. Tráigase las listas y organización que le he pedido. Ya nos urgen los momentos y es menester aprovechar el tiempo en algo.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 161.

 

353

BUSCAR AL CULPABLE DE AGUA BLANCA

Tame, 8 de marzo de 1819

   Al señor coronel Concha

   Previniéndole averigüe el culpado en el suceso acaecido en Agua Blanca, y que mande recoger ganado.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 162.

 

354

ENTREGAR EL MANDO

Tame, 8 de marzo de 1819

   Al sargento mayor Villate

   Para que respecto a estar enfermo, venga a La Laguna entregando el mando de la plaza de La Trinidad al teniente coronel Canal, dándole por escrito razón de lo que haya y de todos los ramos que están a su cargo.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 161.

 

355

ORDEN DE REMITIR CARTUCHOS

Tame, 8 de marzo de 1819

   Al comandante de Santa Rosalía

   Orden para que remita al de La Trinidad 20.000 cartuchos y los baqueteros que hayan quedado allí. Que mande una razón de lo que queda.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 161.

 

356

CONCHA ATACARA AL ENEMIGO

Tame, 8 de marzo de 1819

   Al comandante Ortega

   Acabo de recibir parte de lo acaecido en Agua Blanca. Si los enemigos se adelantasen hasta Ten, dé usted orden al destacamento de la boca del monte que por la espalda les haga un movimiento, pues he dado orden al coronel Concha de salir a atacar el enemigo. Usted esté listo.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 161.

 

357

MOVIMIENTOS DEL ENEMIGO

Caicará, 8 de marzo de 1819 9°

   Al señor vicepresidente del Estado, Francisco Antonio Zea

   Ayer tuve la satisfacción de recibir un parte del señor general Páez, con fecha 26 del pasado, avisándome la retirada del enemigo, que repasó el Arauca el 23 por el paso de los Potreritos Marrareños. Según la dirección que ha tomado, parece que su objeto es ir a ocupar a Achaguas y seguir en retirada por Nutrias. De otro modo, no puede comprenderse qué fin se proponga con esta dirección y con la operación que ha ejecutado, desmembrando una división de 1.000 hombres que a las órdenes del general La Torre marcha costeando el Apure. Como nuestras guerrillas no le han permitido tomar ganado sobre el Arauca, es muy probable que el movimiento de La Torre sea para proveerse de subsistencias del Apure, que es donde únicamente se consigue ganado. Algunos dicen que el objeto de esta operación es proteger la salida del llano de una división que viene de la Nueva Granada por Cúcuta. Este cálculo no me parece fundado, así porque el general Santander en una carta que escribe al general Soublette con fecha 31 de enero no dice tal cosa, sin embargo de que habla de los movimientos del enemigo en la Nueva Granada, como porque sería necesario que el ejército entero fuese a dar esta protección, atravesando el inmenso llano, y expuesto, por consiguiente, a ser destruido, él mismo.

   Además fundo mi negativa en el dicho del soldado pasado que remití a vuestra señoría. El me aseguró: primero que 2.000 hombres que venían al mando de un oficial español, ya se habían desertado todos o sublevado, a consecuencia de haber sido atacados en sus marchas por la gente del país, que se armó toda en masa, y con piedra, palo y lo que pudieron se apoderaron de los reclutas; él añadía que había visto llegar al comandante español con su cuadro de oficiales, y que era una cosa sabida generalmente en todo el ejército español. Segundo: afirmaba el mismo pasado que una división española que había quedado obrando por los llanos de Guasdualito, fue completamente batida por el coronel Nonato Pérez que los cubría con el regimiento de la Muerte.

   Cualquiera de estas dos cosas que sea verdadera, es una razón poderosa para creer que el objeto de Morillo sea retirarse, aun desatendiéndose del movimiento de Latorre, que en mi opinión también lo confirma. El día 10 estaré yo incorporado con el ejército y según las nuevas noticias que haya, podré calcular con seguridad lo que deba creerse de este movimiento.

   Nuestras guerrillas situadas entre el Apure y el Arauca han molestado al enemigo continuamente con suceso. Una de ellas entró a San Fernando, mató algunos, tomó otros prisioneros y se retiró. Otra al mando del comandante J. Gómez destruyó un escuadrón enemigo, matando la mayor parte de él, incluso un comandante y un teniente coronel más; tomó 20 prisioneros, 50 lanzas, 38 carabinas y todos los caballos. Posteriormente la misma guerrilla dio de repente sobre el ejército enemigo en el hato del Totumo, y después de haberse defendido de toda la caballería enemiga que le cargó, se retiró al otro lado del Apure Seco, donde se reunió y estaba observando los movimientos de Morillo.

   Recomiendo a vuestra excelencia que comunique éstas y todas las demás noticias que reciba al señor general Urdaneta, instándole por la celeridad de sus operaciones, y asegurándole que será cumplida exactamente por mi parte la combinación. Sólo en el caso de que la suerte me presente una ocasión muy favorable que me asegure la destrucción de Morillo, me resolveré a darle una batalla.

   También encargo a vuestra señoría que no distraiga un momento los partes o noticias positivas que vengan del señor general Urdaneta, porque son infinitamente importantes para el arreglo de mis operaciones. Vuestra señoría prevendrá a los que traigan esa correspondencia, que toquen en este puerto, y se informen del lugar donde yo exista, para que vayan a buscarme directamente por Cabuyaro o el Apure, según lo que aquí se sepa.

   Dios, etcétera.

Bolívar

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 16, p. 265.

 

358

CUSTODIO EN LA CASA DE MONEDA

Tame, 10 de marzo de 1819

   Al teniente gobernador de la provincia

   He recibido la minuta de los jueces que se han nombrado en algunos lugares. He dado orden verbal al señor comandante general de caballería para que auxilie a usted con bestias en cualquier necesidad y para que ponga a su disposición un piquete con un oficial que servirá de custodio en la casa de moneda. En este estado en que se halla la provincia para fijar un sistema y restablecer el orden público, militar y económico, es preciso que en los principios se encuentren embarazos y tropiezos que al fin desaparecerán con el método y la constancia.

   Es muy justo mantener a los obreros en la maestranza y en el cuño; hasta ahora había omitido librar orden para ellos, porque los fondos no resistían todos los gastos que se ofrecen. Se presentará en tesorería una lista de los que trabajan en el cuño, firmada por el veedor, y a éstos se les gratificará conforme al mayor o menor trabajo que tengan, sobre lo que usted me informará cuando me remita los primeros ensayos de la moneda. El comandante de la plaza presentará en la misma tesorería una lista de los que trabajan en la fragua. Habiendo en esas inmediaciones palos de laurel, se puede conseguir buen carbón, y el comandante general de caballería tiene orden de franquear los hombres que se necesiten para quemarlo.

   En cuanto a los militares que se han denegado a obedecer las órdenes de los jueces políticos sobre el empréstito, encuentro que este defecto ha provenido de que cuando se dio la orden sobre ello, no se hizo la especificación que usted demanda; luego que tome algunos informes sobre los haberes que tengan, diré a usted lo que se debe hacer.

   Dios, etcétera.

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 162.

 

359

MAS ORDENES

Tame, 10 de marzo de 1819

   Al comandante de La Trinidad

   Con los 70 fusiles que hayan venido de Santa Rosalía remitirá usted a La Laguna los más que haya recompuestos en ese parque, haciendo antes reparar aquéllos para quedar componiéndolos. Si hay cartucheras, que se remitan igualmente. Lo más pronto en esto es lo mejor. Todas las muías que corren por cuenta del Estado, se entregarán al capitán Santos Rodríguez, con los aperos de ellas, para que las cuide y responda de su conservación, quedando el capitán sujeto a esa comandancia, quien le exigirá recibo y le hará los mayores cargos sobre este ramo tan importante al ejército.

   El capitán se llamará conductor del parque del ejército.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 163.

 

360

DAR ALGUNAS GRATIFICACIONES

Tame, 10 de marzo de 1819

   Al tesorero general

   Por esta vez dé usted al maestro Pedro cuatro pesos por vía de gratificación, y a los plateros que están trabajando en el cuño ocho reales a cada uno, para lo que el veedor de la casa presentará una lista de ellos.

   A los herreros, carpinteros y talabarteros ocupados en el servicio del ejército, dará a cada uno cuatro reales, para los que el comandante de la plaza presentará otra lista de ellos, y desde el día en que recibiere usted esta orden en adelante, dará a cada uno de estos mismos oficiales medio real por día, exceptuando aquel en que no estén en el servicio del Estado.

   Dios, etcétera.

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 163.

 

361

EL COMANDANTE MORENO VA A BETOYES EN MISION

Tame, 10 de marzo de 1819

   Al comandante Manzaneda

   Advirtiéndole se manda al comandante general Moreno a Betoyes, a fin de hacer salir los indios para que vayan a componer el camino de Lipa a Cravo, y mandarles de 20 en 20 días para que ayuden a recoger ganado y bestias. Dicho Moreno avisará si los indios no tienen caballos para marchar y que los mande aunque sean malos.

   Dios, etcétera.

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 162.

 

362

BREVE INFORME

Araguaquen, 12 de marzo de 1819 9°

   Señor general Santander

   Mi amado amigo:

   Con mucho gusto he recibido sus cartas de 2 de diciembre, 7 y 31 de enero, y celebro que usted, restablecido de sus males, pueda continuar en sus honrosas tareas y esté en capacidad de ponerse a la cabeza del brillante ejército de Casanare, si las amenazas del enemigo se realizan. En este caso me atrevo a contar con felices resultados, porque creo que esas tropas tendrán el patriotismo necesario para arrostrar los peligros, y los jefes y oficiales el patriotismo y subordinación para ejecutar con puntualidad y eficacia las órdenes de su general, de cuyos conocimientos, valor, etcétera..., no digo nada por no herir su modestia. 

   Señor amigo: Estuve muy malo en el año pasado en los meses de noviembre y diciembre, pero ya estoy bueno y a la fecha me remito.

   Sabrá usted que los godos han permanecido en el bajo Apure desde principios del mes pasado, con un ejército respetable; no falta quien lo haga subir a 6.000, el número es redondo, pero lo que más lo bajan es a cinco. En el día se dice que se retira por la isla, en dirección a las Nutrias, y nosotros hemos llegado aquí ayer, en donde hemos encontrado la infantería, y mañana nos ponemos en marcha luego que entremos más y me imponga de las operaciones durante la permanencia del enemigo de este lado del Arauca; le escribiré a usted más sucintamente.

   Nuestras tropas en el Apure adoptan un sistema defensivo, mejor diría, un sistema fugitivo porque tenían órdenes para no comprometerse en ninguna acción decisiva mientras el general venía de Angostura; las tropas inglesas... pero me parece que en vano escribo. Vergara lo ha hecho muy largo y a él me remito.

   De oficio van las gacetas 18, 19 y 20, el congreso instalado, etcétera... ¿Por qué no han venido los diputados de Casanare? Que vengan volando porque se trata de constitución, y sería muy conveniente que estuviesen presentes.

   Zea está en Angostura, y tan está, que es el vicepresidente de la República y el presidente del congreso. La carta del 31 de enero se la he enviado original.

   A Urdaneta lo verá usted por la orden general cruzando mares para tomar el mando de una brillante división inglesa que ha llegado a Margarita.

   A todos los amigos, compañeros y conocidos, saludo y le repito que soy su invariable amigo que lo estima.

Carlos Soublette

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 2, p. 84-85.

 

363

APREHENDIDO ESPIA

Socorro, 12 de marzo de 1819

   Excelentísimo señor don Juan Sámano, virrey, gobernador, capitán general, presidente de su audiencia del Nuevo Reino de Granada, etcétera.

   Excelentísimo señor:

   Ahora que son las 12 de la noche se acaba de aprehender un espía cuya declaración original remito a vuestra excelencia por la posta para su superior inteligencia, habiendo remitido testimonio de ella al señor coronel don Francisco Jiménez al punto de Sogamoso. En esta misma hora he prevenido al capitán del batallón ligero del Tambo, don Antonio Rex y al del 3° de Numancia, don Ramón Sanmiguel, el primero acantonado en Charalá y el segundo en Moniquirá, que con la velocidad del rayo, y sin atender a las órdenes anteriores que a uno y otro les tenía comunicadas sobre el primer parte que a vuestra excelencia dirigí en el día de ayer, se reúnan en Chitaraque y tomando el mando el más antiguo, llevando de baqueano a don Ramón Arandia, vecino de Chitaraque, de acreditado amor al rey y de la mayor inteligencia en la montaña de Castame, ataquen a toda costa, destruyan al traidor Calvo, no trayéndome prisionero alguno, quedando la espía en un calabozo con toda seguridad hasta que vista por vuestra excelencia su deposición me preceptúe sus órdenes. No ejecutando yo esta operación personalmente por no atreverme a dejar la cabeza de la provincia, los muchos presos que de la clase de la espía hay en la cárcel, la poca tropa que me queda por hallarse una partida, como en mi anterior tengo hecho a vuestra excelencia presente, por los caudales a Vélez, con un oficial para reunirlos en ésta y con el comisionado por el comisario de la 3a división, marchen a Sogamoso, y otra partida con otro oficial que al mismo punto acompañó al señor coronel Jiménez, y aún no ha vuelto; habiéndome apresurado a la ejecución de esta operación por si resultase cierto el parte anterior, no dar lugar a la reunión de las dos partidas de rebeldes, sin que a vuestra excelencia le quede duda que según la posición de la 1a no es otro el fin que reunirse con Calvo por el alto de

   Quichín que pueden ejecutarlo con facultad, si no se acude pronto a destruir la 1a por las tropas de Tunja.

   Dios Nuestro Señor guarde la interesante vida de vuestra excelencia muchos años.

Antonio Fominaya

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 207-208.

 

364

DESEO DE MAS TRIUNFOS

Araguaquen, 12 de marzo de 1819

   Mi querido amigo Santander:

   Recibí su apreciable de enero y siento infinito no poder contestar a usted tan largo como deseo; estoy actualmente en formación de marcha y no tengo más tiempo que el de decir a usted que celebro infinito lo respetable de su ejército, que le deseo los más grandes triunfos y que deseamos que en breve llegue a nuestra noticia que el general Santander ha libertado la Nueva Granada.

   Morales impondrá a usted cuanto desee saber sobre nuestro ejército y el enemigo, sus movimientos y lo que nosotros vamos a emprender.

   Adiós, mi apreciado amigo, no olvide usted el afecto sincero y verdadera amistad de su apasionado.

José Anzoátegui

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 2, p. 83.

 

365

OFICIO PARA EL JUEZ MAYOR

Tame, 13 de marzo de 1819

   Al comandante militar del escuadrón de Meta, Bustos

   Cuando he dicho al juez mayor de ese departamento que sólo los indios de Maquibo se habrán de emplear en el servicio de las armas, es porque no sabía que algunos de otros pueblos estuviesen en el escuadrón de su mando: equivocación originada en no habérseme dado un conocimiento circunstanciado de esa tropa. Por consiguiente, no son comprendidos en la exclusión, y esto servirá de gobierno al juez mayor. Si los indios de Surimena no han de servir en ese escuadrón, puede usted licenciarlos. No se devolverán los potros y caballos que reclama el juez mayor: el bando que se cita habla con los ladrones y no con los que toman los precisos caballos para el servicio.

   A las familias que usted me dice están en ese pueblo, se les darán dos reses todos los sábados, y este oficio servirá para el juez mayor.

   Todo individuo de los llanos de San Martín que pase por ese pueblo sin mi pasaporte, es desertor; se debe aprehender y remitir al Palmar; lo mismo con cualquier otro, aunque no sea de aquellos lugares.

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 164.

 

366

MORILLO, CON MUCHO DESACIERTO

Cuartel general en El Polvero, a 17 de marzo de 1819

   Al excelentísimo señor vicepresidente

   Por el adjunto parte, que original acompaño, con toda la correspondencia tomada a una división que en número de 400 hombres ha sido batida por el comandante Cornelio Muñoz, que con 100 hombres había salido a un reconocimiento, se impondrá usted del estado en que se encuentra el enemigo divididas sus fuerzas y experimentando golpes terribles de momento en momento.

   Aprovechándome de las circunstancias voy volando sobre Morillo, a quien no dudo destruir, si nos aguarda en sus posiciones de la isla de Achaguas.

   El 13 del presente le ha apresado, sin un tiro de fusil, el comandante Cham en el paso de Nutrias, al enemigo, una guerrilla compuesta de 50 hombres con sus tres oficiales, los que en este cuartel general han informado la muerte, en uno de los pequeños encuentros, de su jefe de escuadra militar don Luis Jenaro Larroque, la del coronel Juan Nepomuceno Quero, en Tunja, y otros oficiales subalternos.

   La primera división, compuesta de 500 hombres, con el escuadrón de húsares a las órdenes de Aldama se ha puesto en marcha en los primeros días del presente hacia el llano arriba a obrar sobre el general Zaraza, por lo que es muy conveniente que el general Mariño no se descuide en organizar su ejército y marchar a entorpecer sus movimientos.

   Es, pues, preciso que vuestra excelencia mueva todos los resortes, a fin de que no tengan progreso esas pequeñas fuerzas, principalmente sobre esa provincia. También ha sido batido un destacamento que conducía el equipaje de La Torre que ha sido apresado con su mula y caballo de silla, habiéndose escapado él milagrosamente.

   Impuesto vuestra excelencia de los partes y pormenor de la correspondencia, se servirá insertar en la Gaceta todo, hablando muy largamente sobre estas ocurrencias.

   Estoy muy satisfecho de que dentro de cuatro días que nos avistará el enemigo hará contramarchar a Aldama, pues ha estado obrando Morillo con mucho desacierto; sin embargo, repito a vuestra excelencia que siempre es bueno no descuidarse.

   Por los partes oficiales del general Santander, que se halla a) la fecha con 3.000 infantes en Pore, había sabido que las tropas del rey [que] se le oponían contramarcharon con dirección a Lima; por lo que ya quedaba sin obstáculo que le entorpeciese sus marchas, y esto mismo se confirma en esta correspondencia, de manera que destruido Morillo marchará el ejército libertador sin quien se oponga a nuestras marchas en todo Venezuela.

   Dios, etcétera.

Bolívar

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 16, p. 275-276.

 

367

SALVAR LA PATRIA CON HONRA

Cuartel general en La Laguna, 17 de marzo de 1819

   "Cuando en los últimos días de noviembre del año pasado tuve la satisfacción de poner el pie en el territorio de Casanare, consagrado a la libertad, lloré sobre los males en que lo encontré sumergido. Sin fuerzas suficientes que oponer al enemigo, que se preparaba a invadir la provincia; dispersos y disminuidos los cuerpos del ejército; el tesoro público exhausto, y lo que era más sensible: los ánimos todos discordes, divididos, oponiendo dificultades para realizar los proyectos o medidas más saludables; tal era el melancólico estado en que se hallaba esta heroica provincia.

   "Después de tres meses de mi mando, ¡qué aspecto tan diferente presenta a nuestros conciudadanos! Un ejército formidable por su número; formidable por su valor; más formidable por su disciplina, forma las esperanzas de todos los granadinos; el tesoro está recibiendo fondos con qué ocurrir a los gastos del ejército, sin necesidad de acudir a contribuciones extraordinarias: la discordia ha desaparecido, y en su lugar imperan el orden, la organización y la tranquilidad. Casanare en vez de temer a los tiranos, es temible a sus depravados designios.

   "Estoy muy distante de atribuirme el mérito de tan feliz y pronta transformación. No soy yo, sois vosotros los que la habéis efectuado. Dóciles, obedientes y animados de un patriotismo puro, muy poco he tenido que poner de mi parte. El militar, el labrador, el eclesiástico, todos han cooperado con el mayor interés a la creación de tropas, a su organización, a su subsistencia, al restablecimiento del orden y pública tranquilidad.

   "¡Oficiales, soldados, ciudadanos de todos estados! Me glorío de estar al frente de hombres cuyo patriotismo y obediencia no tienen límites. Me lisonjeo con la esperanza de que sabréis sostener y conservar la obra de vuestros esfuerzos. Me prometo que con el mismo interés con que hasta hoy os habéis conducido os conduciréis, no solamente en la defensa de dicha provincia, sino en las operaciones que emprendiéremos contra los opresores de nuestra patria.

   ¡Soldados!, de vuestra constancia y de vuestro valor depende la suerte de la Nueva Granada. ¡Ciudadanos!, de vuestro patriotismo depende el aumento y conservación del ejército. No manchéis vuestro nombre ni hagáis gemir en una perpetua servidumbre a vuestros compatriotas. O perder la vida combatiendo contra los enemigos de la independencia, o salvarla con honra y con honor salvando nuestra patria, es la alternativa que os resta y que yo debo presentaros".

Francisco de Paula Santander

(Firmado)

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 2, p. 87-88.

 

368

NUEVA GRANADA: LIBERTARLA DE SUS OPRESORES

Pore, 18 de marzo de 1819

   Encargado por el excelentísimo señor general Bolívar, jefe supremo de Venezuela, del mando del primer ejército de operaciones sobre la Nueva Granada, no para conquistarla, sino para libertarla de sus opresores y restituirle la libertad que gozaba en 1816, considerando que los pueblos oprimidos desean sacudir el yugo del despótico gobierno español, a quien si han prestado y prestan sus servicios, es más por un efecto de fuerza que por voluntad, y animado de los sentimientos de compasión que me ha inspirado el estado de miseria y desolación a que se les ha reducido, he venido, en uso de las amplias facultades de que gozo, en declarar solemnemente:

   . El ejército de mi mando no hace la guerra en la Nueva Granada sino a los enemigos de la independencia que quieran continuar con país sometido al gobierno español.

   . Serán por consecuencia conservadas las vidas de todos los americanos que se presentaren a las tropas de la República, con ánimo de contribuir a la libertad de sus compatriotas y lo serán también sus propiedades, salvo el derecho de tercero.

   . Son comprendidos en el artículo anterior los americanos empleados en el ejército enemigo, cuyos empleos se les garantizan, y los empleados en lo civil, hacienda y ramo eclesiástico, cuyos empleos se les conservarán, siempre que las personas y los empleos mismos sean compatibles con la tranquilidad pública y el sistema de independencia, salvo en todo caso una compensación.

   . Son también comprendidos en el artículo 2° todos los españoles que convencidos de la injusticia con que su rey pretende subyugar los pueblos americanos, quieran tomar de buena fe una parte de la independencia de ellos.

   . Para disfrutar de la presente amnistía, los que no puedan presentarse al ejército antes de que éste llegue a los pueblos de su vecindad, o al frente de los cuerpos del ejército enemigo, bastará que la clase de paisanos no emigre y que la de militares no siga en retirada a sus cuerpos, siempre que unos y otros se presenten luego que las tropas de la República ocupen sus respectivos pueblos.

   . Siendo la emigración una prueba de que se desea vivir bajo el despotismo español y de que la patria no recobre sus naturales derechos, no quedan comprendidas en esta amnistía las personas que emigraren siguiendo las tropas enemigas; pero podrán acogerse a ella con entera confianza, si posteriormente hicieren algún servicio importante a la República.

   Todas las personas que después de perdonadas intentaren por medio de la palabra, por escrito o por obra turbar el sistema restablecido, o inquietar al ejército, quedan sujetas a la pena de muerte, como igualmente los que las encubran, fomenten y sostengan.

   Para que la presente declaración sea puntual y ejecutivamente cumplida y observada, se comunicará en la orden general del ejército y se publicará en los pueblos que se vayan libertando; y para que llegue a noticia de los que están ocupados por el enemigo, y pueda obrar los efectos que se desean, todos los comandantes de división harán las diligencias posibles para introducirla en lo interior de la Nueva Granada.

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 213.

 

369

MORENO DEBE SER JUEZ IMPARCIAL

Nueva Guayana, 18 de marzo de 1819

   Mi apreciado general y amigo: Por segunda vez tengo la satisfacción de tomar la pluma para hablar a usted después de mi regreso de ésa a esta provincia. Mi primera carta, de fines de diciembre, fue confiada al capitán J. Antonio Gómez, bien conocido de usted, en ocasión que se le destinó por el consejo de gobierno a Caicará, con el objeto de despachar unos correos para el general Bolívar y para usted. Mas en la incertidumbre de si ella habrá llegado a manos de usted, me permitirá lo moleste con su reproducción en lo substancial.

   Ya sabe usted la contrata que por mayo del año próximo pasado celebré con ese gobierno a ropas por dinero y carnes, en virtud de la cual entregué sobre $4.000 en artículos selectos para estas tropas, y en cuyo pago se me debieron poner en el puerto de la parroquia de La Trinidad 1.600 arrobas de tasajo acondicionado a mi satisfacción, en todo el trimestre siguiente de junio, julio y agosto, además de 250 reses en pie para beneficiarlas cómodamente por mi cuenta, y de mil y un pico pequeño de pesos, que se me satisfacieran al cabo de otros mil reclamos, desazones e incomodidades.

   Ni la consideración del particular servicio que hice, avanzando los dineros en circunstancias de mayor desnudez y miseria del ejército; ni el haberlos franqueado a los ínfimos precios que el gobernador Vásquez les asignó, tal como el de ocho reales a la vara de crea, que salió cargada de esta plaza al corriente de seis reales; ni toda mi actividad, celo y promesas por el más pronto cumplimiento de este contrato, en honor del gobierno y en beneficio de los dueños de los cargamentos; nada bastó a despertar la fría calma, la indolencia, o mejor diré, el abandono con que se trataba este asunto, por cuya detestable conducta no pude conseguir que se me entregasen sino 400 arrobas de muy mal tasajo, que como usted sabría en esta capital, llegaron podridas y tan pestilentes que fue preciso arrojarlas al Orinoco. Tal fue el resultado, para mí tan funesto, de los primeros choques de los funcionarios públicos de esa provincia en aquella época.

   Vencidos los tres meses de la estipulación, sin tener ni aun esperanza de carnes y perdida también la de que el joven Maya (a quien mandé aquí con aquel cargamento), volviese a buscarme, como debía haberlo necho en todo septiembre, resolví atravesar la provincia de Casanare y cajón de Apure o Arauca, para proporcionarme en San Fernando un transporte, lo cual ejecuté con el mejor éxito. Al llegar aquí fui informado de que desde el mismo día que emprendí mi viaje desde la parroquia de La Trinidad, el coronel Moreno (entonces gobernador) y el caballero Picón acordaron consumar en gran perjuicio de mi honor y fortuna, un acto de la más negra perfidia e ingratitud, de que me permitirá usted instruirle.

   Picón arribó a Guanapalo pocos días antes que yo, en mayo, y como un hombre que asustado de su sombra corre y se precipita velozmente, atropellando cuanto encuentra delante de sí, por salvar del fantasma a quien vanamente teme, así él atravesó en marchas forzadas desde el Meta al Tame, dejando tras sí en abandono gran parte de sus intereses, que le salvó la generosa compasión del mismo a quien huía, que era yo. El objeto de tanta violencia era aprovechar los primeros momentos para la venta de sus efectos, antes que yo presentase los míos al gobierno, con la equidad que acostumbro mirar por el Estado. Así es que logró sorprender al gobernador Vásquez, dándole unas falsas bretañas ordinarísimas, de seis pesos por ocho pesos y la vara de crea por 12 reales, cuando las primeras de las mías, legítimas, más finas y de siete h. v. s., tenían igual valor; y las segundas de superior calidad, no subieron de ocho reales para ningún militar, ni para el Estado mismo, como lo sabrá usted por la publicidad y por el tenor de nuestra contrata.

   Como ésta fue celebrada en La Trinidad, en momentos que Picón era enfermo en muñecas, y no podía por esta razónagenciar las carnes, que le ofreció el gobernador en pago de sus artículos, éste mandó beneficiar las mías, que para el mes de julio me fueron entregadas en Casanare, de solas 400 arrobas del tasajo baboso y despreciable, que remití a esa plaza. En el siguiente agosto me interné hasta el Tame, y entonces aquél volvió a la parroquia a activar su pagamento, el cual le fue verificado en el próximo mes, con 800 arrobas (más o menos) de tasajo bueno, en sus almacenes; pero como la lancha de otro Picón había permanecido arrumbada en un caño de Santa Rosalía, por todo el invierno, sucedió que luego que la remontaron a La Trinidad, la primera creciente del río Pauto la encontró llena de rumbos y averías y dio con ella en el fondo, sin que todos los esfuerzos del coronel Moreno y sus escuadrones de hombres nadadores, pudiesen sacarla en dos o tres días de constante trabajo, según supe en mis marchas sobre Arauca.

   Para este tiempo, que era el fin de octubre, trataba el coronel Moreno de mandar un comisionado cerca del jefe supremo, a participarle las ocurrencias políticas de la provincia y sus gobernantes; pero como no le pareció decente que su diputado viniese a su misión diplomática en una pequeña piragua, de las que brinda el Meta, ni menos en un buque-lancha, que, aunque de gran velamen, debia venir lleno de carne, ya muy fétida, se convinieron... he aquí la pérfida intriga... en que debiendo subir Maya en busca de mi cargamento de tasajo, se le darían (de grado o por fuerza) las 800 arrobas almacenadas por cuenta de Picón, las cuales estaban ya apolilladas, podridas y apestando la población, con tal que él volase a esta capital con el tal comisionado a bordo de su lancha; y que cuando regresara encontraría ya prontas las carnes acondicionadas, que debían hacerse para mí y las traería por las suyas pestilentes. Este fue el motivo de empeñarse Moreno en sacar la lancha de Picón del fondo del Pauto; pero como fueron ineficaces sus tareas, y ya su palabra estaba comprometida en favor de éste, para evitarle una total pérdida y que la sufriese otro pobre, salió por último el señor diputado, en compañía de Picón, y las carnes quedaron muy guardadas, para estrechar a Maya a recibirlas, como se ha pretendido. ¡Iniquidad, perfidia, mala fe, que degradarán eternamente a sus injustos e imprudentes fautores! Yo juro a usted, por lo más sagrado que hay sobre la tierra, que si al cerciorarme de tan reprobada conducta no la he dado a la luz pública, para escarmiento de los perversos que abusan de las ventajas de la autoridad y de la honradez y buena fe de algunos ciudadanos, ha sido por no comenzar a arruinar la opinión de los gobiernos de la Nueva Granada, en los primeros momentos de su infancia o renacimiento político, pues me interesan sus glorias, y contemplo que la injusticia de un miembro no debe refluir en perjuicio de la comunidad. Mas esté usted entendido que semejante procedimiento, que ha trascendido ya entre los comerciantes de esta plaza, ha perjudicado bastante para cualesquiera negociaciones mercantiles con ese Estado.

   Tal ha sido, amigo mío, el orden de suceso sobre mis contratos, pendientes en el efecto, con respecto a Casanare, a Moreno y a Picón. Yo me he tomado la libertad de molestar a usted con el minucioso detal de semejantes ocurrencias, porque mi honor y mi carácter así lo exigen, mucho más necesariamente sabiendo, por Maya, que a usted se le ha querido hacer entender, a su llegada allí, que las tales carnes podridas, almacenadas en dicha parroquia de La Trinidad, eran mías y no de Picón. Si aquél, en esos momentos de averiguación y disputas, hubiera manifestado mis instrucciones y órdenes que últimamente le comuniqué desde la hacienda de Muncias, usted y todos habrían conocido que muy temprano previ la maliciosa red que querían tenderme esos caballeros, y los medios con que desde entonces eludí sus lazos. Por Dios, general mío, y por el honor de su patria conjuro a usted a no adoptar la tortuosa política de nuestros gobiernos moderados, de contraer demasiados empeños y comprometer a muchos bienhechores a desbordarse con sus caudales en beneficio del país, sobre el injusto y pérfido principio de que cuanto más exorbitantes sean nuestros créditos, mayores motivos tienen para continuar sus desembolsos, tengamos o no de dónde pagarlos.

   Cuando no estuviese al frente de los negocios de Casanare un jefe de la probidad bien acreditada de usted que en todos tiempos me haría la justicia de creerme hombre de bien e incapaz de hacer traición a mis sentimientos por la verdad, y que, por consiguiente, me administraría la que me asiste en esta materia, yo no sería por eso víctima de los antiguos y sórdidos manejos de una política rastrera y degradante, a los ojos de los ciudadanos dignos de este título. Así es que ya quedan tomadas las medidas convenientes para eludir las intrigas de aquellos señores; y yo celebraré que usted, por su parte, adoptase una bastante seria, que escarmentase a Moreno y le enseñase a ser, llegado otro caso, un juez más recto e imparcial.

   Por lo que respecta a las otras carnes, que debe producir la matanza, que por mi cuenta se hace a inmediaciones del Meta, yo suplico a usted preste a Maya y a mi comisionado, ciudadano Nicolás Yove, todos los auxilios de su alcance sin términos en ese país, para que vengan prontamente y en una bajada las que restan por beneficiar. Sólo así compensaría los crecidos costos que ellas me han causado hasta hoy, sin embolso de un maravedí.

   Nada digo a usted de noticias, porque los señores Zea y Peñalver me han ofrecido relevarme de este cuidado, comunicando a usted las que hay. La carta del señor Guillermo Hiulk, de Trinidad, que va en copia, dará a usted una idea del verdadero estado de la península.

   Nuestro congreso trabaja sobre el proyecto de constitución del general Bolívar, que leerá usted en las gacetas que le van. Según he oído, se va adoptando en lo que no choca a los principios elementales de nuestro sistema popular y demócrata... Mucho siento la temprana muerte del benemérito literato Baños, porque, como decía a usted en mi anterior, fundaba todas mis esperanzas en el digno desempeño de su diputación en congreso, por esa provincia. Dios dé a usted el mayor acierto en materia tan espinosa y delicada, porque de él pende el mejor y más brillante éxito (en todas circunstancias) de los intereses y negocios políticos de Nueva Granada.

   Dispense Usted, mi general y amigo, la difusión de mi carta, a que me ha obligado una dura ley de honor y de necesidad; y de todos modos cuente usted con el sincero afecto de quien tiene el honor de ser de usted por convencimiento, su más decidido admirador y amigo, que besa su mano.

J. Felix Blanco

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 2, p. 89-93.

 

370

NUESTRO EJERCITO, SUPERIOR AL ESPAÑOL

Caujaral, 24 de marzo de 1819

   Mi querido Santander: Desde el día 19 recibí su muy apreciable del 24 del pasado, y hoy hemos recibido la correspondencia del 13; por las respectivas oficinas se le contesta sobre todo, y he tenido empeño en que hoy se despache todo lo relativo a ese ejército.

   Mucho gusto nos da a todos sus amigos y a los de la patria el brillante estado de ese ejército y el estado lisonjero que presentan los asuntos de Nueva Granada; sea mil veces enhorabuena, y que esos vecinos contribuyan a conservar el orden y la disciplina.

   Con arreglo a su correspondencia ya lo suponemos a usted hostilizando y venciendo, pues ya está casi pasado el mes de marzo, tiempo señalado por usted para dar principio a sus operaciones sobre las fronteras, y ya considérenos usted pensando en cuándo llegará un correo de Casanare del 10 para abajo.

   En la correspondencia del 13 no me dice usted nada particularmente; se contentó con su pequeñita correspondencia oficial, y aunque yo debería hacer lo mismo, no soy vengativo.

   Allá le mandé media resma de papel, y luego que decidamos el problema de Morillo y de nosotros, le enviaré más o ninguno. A propósito de Morillo, ¿pues no le ha venido a este hombre la idea de fortificarse en San Fernando y en Achaguas, e invernar en el Apure?, tal lo indica su conducta. A mí me parece un progreso que puede costarle caro, pero como dice el refrán "todos pensamos", y quién sabe si él acierta; pero puedo asegurarle, sin nada de exageración, que el ejército que tenemos aquí no puede ser batido por el ejército español sino por una de aquellas fatalidades que está fuera del alcance humano evadir o prever.

   Saludes y amistades a todos los amigos, y disponga usted de su más adicto amigo y compañero.

Soublette

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 2, p. 95-96.

 

371

CASANARE

INFORMACION SOBRE LOS SUCESOS DE CASANARE, PUBLICADA EN EL CORREO DEL ORINOCO. 29 DE MARZO DE 1819.

   Se han recibido noticias de Casanare hasta el 10 de febrero último. Según la relación de diversas personas que habían llegado allí de la Nueva Granada, todo aquel vasto país está lleno de guerrillas, que aunque mal armadas, hacen mucho daño a los españoles, y los mantienen en continua alarma. Como nadie se atreve a traer cartas ni papel alguno, por temor a la policía atroz que allí se ejerce, todo lo que se sabe es por testimonio de los que vienen por senderos ocultos. La noticia de que un cuerpo de tropas de Buenos Aires obra en el sur, se repite siempre con nuevas seguridades. La circunstancia de haberse retirado precipitadamente al recibir un correo, la expedición de 3.000 hombres, que venía contra

   Casanare y estaba entrando por la cordillera, parece confirmarla. El general Santander, que estaba bien preparado para recibirla, quedaba disponiéndose para ir a buscarla. Se sabe que se aguarda con impaciencia su entrada en el país para un movimiento general. La disposición de los ánimos es tal que en un lugar del interior al pasar una columna conduciendo 2.000 reclutas a Venezuela salió todo el pueblo y a palos y pedradas la batieron y los libertaron.

   Tales son las operaciones preliminares de esta campaña memorable que va a decidir la suerte de Venezuela, pero cuyo resultado, sea cual fuere, no bastará a revocar los decretos del destino en favor de la independencia de América.

 

FUENTE EDITORIAL:
Rodríguez Plata y Lee López, 1970, t. 1, p. 378-379, No. 311, de Correo del Orinoco, No. 23, Angostura, 1819/29/3.

 

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ORIGINAL DEL PARTE QUE DIO BARREIRO AL VIRREY SOBRE SU DESGRACIADA EXPEDICION A CASANARE A PRINCIPIOS DE 1819

   Excelentísimo señor:

   Reunidas las tropas de mi mando el 4 de abril en el punto de Morcote, el más avanzado al llano por esta parte de la cordillera, y el solo fiel a las tropas del rey, dividí su fuerza que constaba de 1.250 infantes y 542 caballos en tres columnas: la primera compuesta de las compañías de cazadores del l° del Rey, del 2° de Numancia y 1a del Tambo con la de Flanqueadores a las órdenes del teniente coronel don Nicolás López, formaba la vanguardia, la 2a compañía del batallón 2° de Numancia, a las órdenes de su comandante don Juan Tolrá, el cuerpo Plat y la 3a compuesta de las compañías 1a y 2a de Granaderos del Rey, la del 2° de Numancia y la de Granaderos de Dragones a las del comandante de escuadrón don Esteban Díaz, la reserva.

   La caballería iba a las órdenes de su teniente coronel don Víctor de Siena: de los indios de este pueblo y otros de sus inmediaciones se me unieron hasta 100 sin armas, que no se les dieron porque el temor de que se les hiciese servir para batirse no les obligase a desertar; el día 9 bajamos al llano con dirección a la confluencia de los ríos Tocaría y Labranza-grande, acampamos en Piedecuesta aquella tarde y el ocho después de pasado el Tocaría, acampamos en el hato del mismo nombre que ya no existe; las avanzadas del enemigo huyeron a nuestra vista dejando algunas lanzas y caballos inútiles.

   La abundancia de ganados que se notaba en estos llanos nos prometía gran facilidad para la subsistencia; mas luego nos desengañamos de que esta facilidad era ilusoria, pues no fue posible conducir al campamento la más pequeña punta aunque se empleó al efecto la mayor parte del regimiento de Dragones, en términos que aquel día sólo se racionó la tropa con siete reses que se cogieron a lazo.

   En estas dos marchas se nos desertaron la mayor parte de los indios y bien pronto siguieron su ejemplo los restantes, quedando sólo con nosotros los dos tenientes y tres o cuatro del partido de Támara; desde este punto se podían tomar dos direcciones en las que se presumía poder hallar al enemigo que son la de Pore y la de La Trinidad, cuya situación se ignoraba; preferí la de Pore y La Laguna, con el objeto de reunir las cinco compañías del Rey que hallábanse en Sácama y debían con mi aviso caer sobre Pore, La Laguna o Echire, según la situación de los enemigos. Las avanzadas de éstos se dejaron ver el siete sobre el paso del caño Choato, a cuya orilla izquierda acampó la división. Aquí experimentamos la misma abundancia de ganados con igual dificultad para proveer la tropa de carnes, pues sólo a lazo y a costa de algunos hombres y caballos heridos por la ferocidad de aquellas bestias se pudo proveer con escasez.

   El día ocho seguimos en la misma dirección hasta el hato también arruinado, al desecho sobre la orilla derecha del río Pauto, que se pasó por ocho brazos en este punto, después de reconocido por una partida de Cazadores. Esta sorprendió una familia en un trapiche, entre los brazos de dicho río. La trató con la mayor atención, se la exhortó a permanecer en su casa impidiendo a la tropa tomar ni una caña; continuamos la marcha hasta el punto llamado la Currana, en el que se hallaba una partida enemiga. Se le mató un hombre y se le cogieron cinco caballos: en todas estas marchas los pastos fueron escasísimos y los caballos padecieron considerablemente por la cogida de ganados que era tan difícil. Aquí se supo por las noticias de la familia sorprendida que los enemigos ocupaban el punto de La Laguna y que sus fuerzas, cuyo número ignoraban, excedían a las que habían visto pasar el río. Los enemigos sorprendieron y se llevaron a la inmediación del campo un dragón que estaba cogiendo ganado, pero por el mucho bosque no se les pudo alcanzar a ver, aunque se volvieron a reconocer los alrededores.

   El nueve seguimos la marcha y entrando en Pore se desalojó del pueblo un escuadrón enemigo que retirándose a la ceja del monte se mantuvo en observación nuestra todo aquel día, por lo que fue preciso destacar una columna de infantería y caballería para coger ganado; el resto de la división se alojó en el pueblo que estaba enteramente abandonado mucho antes de esta época. Aquí resolví detenerme hasta dar aviso al capitán Jiménez de mi marcha sobre La Laguna, a donde creía estuviese el enemigo, mas siendo imposible la comunicación con él por la cordillera y estando ocupado todo por indios insurgentes que sirven de vigías a los enemigos, dispuse que una partida de Cazadores con un oficial y conducida por dos indios que conocían el terreno fuese a encontrarle a Sácama por trochas casi indecibles, mandándole que se hallase al amanecer del 13 sobre La Laguna, a donde debía yo dirigirme aquel día.

   En los que mediaron los enemigos en pequeñas partidas estuvieron siempre a nuestra vista, desapareciendo por el día siempre que les persiguió nuestra caballería. Esta se iba deteriorando por momentos con el trabajo del ganado que era aquí más penoso, pues a su ferocidad se añadía el estar muy escaso. Llegado el 13 nos pusimos en marcha al aclarar el día y bien pronto notamos sobre la derecha dos escuadrones que observaban nuestra marcha. La vanguardia destacó una partida de los caballos menos cansados de Flanqueadores y de Cazadores que los hicieran alejarse. Sospeché que estas fuerzas estaban sostenidas por el grueso.

   A poco tiempo observamos que a la altura de nuestras columnas y en la misma dirección, continuaban observándonos a distancia de tres leguas dé nuestra derecha, dirigiéndose en retirada sobre el camino de La Trinidad; distaba ya dos horas a La Laguna y el enemigo, con pequeñas partidas, valiéndose de las muchas quebradas y del río Chichire, tiroteándose con nuestras guerrillas, nos precisaba marchar con toda precaución, mas conociendo su intención y dispuesto a verificar mi reunión con

   Jiménez para alcanzarlos sobre su retirada al día siguiente, hice alto con el objeto de calcular el número de que se podían componer sus fuerzas, lo que era bastante difícil por la mucha distancia, no pudiendo acercarme más a causa de un gran barranco que era preciso pasar y sobre cuya parte opuesta marchaban ellos en bastante desorden habiendo dejado su caballería como en el número de 1.000 hombres para cubrir su retirada; no obstante me pareció que la infantería podría ascender a igual número que la caballería que la cubría.

   Después de hecha esta observación continué mi marcha y pasado el río ya no fui incomodado por el frente, cargándose las partidas enemigas sobre la reserva que bien pronto se desembarazó de ellos haciendo quedarse atrás una mitad de Granaderos de Granada, la que matando a un oficial los hizo huir precipitadamente dejándose el caballo del muerto, sin que en todo lo restante del día se les volviese a ver; llegué a La Laguna en donde verifiqué mi reunión con Jiménez descansando lo restante del día y racionando la tropa con las reses que el enemigo tenía encorraladas en aquel punto que incendió antes de su fuga.

   El día 14 emprendí mi marcha al hato del Palmar hacia el que había avistado el día anterior los enemigos sobre la izquierda de mi marcha; entre el camino que llevaba y la barranca de dicho Palmar se presentó un escuadrón enemigo que fue cargado y dispersado, no pudiendo continuar persiguiéndolo por la compañía de Flanqueadores; los caballos de esta compañía estaban muy estropeados. Llevaban como el resto de la caballería más de 20 días de marchas continuas por las sierras, a 4a parte de ración y por el llano sin pastos y rodeando ganado, lo que enteramente acabó de destruirlos; hice alto a inmediaciones de la barranca hasta donde habíamos seguido aquella mañana, y no avistando en toda la llanura más enemigos que los dichos, di descanso a la tropa que marchaba desde el amanecer y que estaba muy fatigada del calor. Las observaciones enemigas estuvieron a nuestra vista.

   Emprendimos nuevamente la marcha a Pore para ponernos a cubierto de los aguaceros que amenazaban y disponer de la caballería que ya nos era más embarazosa que útil, pues a excepción de los Granaderos y algunos sargentos y cabos que por la mejor calidad de sus caballos, y por no haber sido empleados en los rodeos los conservaban en estado de poder servir seis u ocho días más, los otros traían por delante o venían con las sillas en la cabeza después de desgarretados los que el cansancio les hacía dejar. A estas razones se unió otra más poderosa aún y cual fue la de haberse desertado aquella misma noche después de llegar a Pore algunos Dragones venezolanos; resolví mandar que se eligiesen los caballos que estaban aún en estado de servicio y que relevados los cansados que tuviesen los Granaderos y Flanqueadores los demás Dragones con los caballos restantes de mano se retirasen a Morcote por el camino de Nunchía, llevándose al mismo tiempo los enfermos de todos los cuerpos, fiando este encargo al comandante de escuadrón don Francisco Góngora.

   Yo me mantuve en Pore dos días para dar lugar a que pudiesen ganar la sierra; y no habiendo podido adquirir noticias del enemigo, careciendo además de carne por falta de caballos, dejé pasar los primeros aguaceros, emprendí mi marcha por el camino que había traído, pues la ignorancia del solo baqueano que teníamos no nos dejó elección, con el objeto de entrar en el reino por el Aracal, puesto que ofrecía recursos de subsistencia que habíamos agotado en Morcote y Paya; el 18 me puse en marcha y pasé el Pauto por 18 brazos con indecible trabajo por las avenidas de la sierra. La familia que habíamos dejado en dicho paso había abandonado su casa retirándose con los enemigos; acampamos sobre la orilla derecha del caño Moato; las partidas enemigas nos cogieron dos hombres montados que se separaron a coger ganado teniendo desde aquel día que cogerlo a bala; en éste continuó la deserción por lo que apresuré mi marcha al siguiente y pasando los dos ríos de Tocaría y Labranzagrande y por el hato de aquel nombre sobre el camino de Taguana. Acampamos en la sabana del Chaparral al pie de la sierra. En esta sabana sólo se pudieron coger tres reses a bala.

   El día 20 tomamos el camino de la Vega de Paya y llegamos al sitio del Aracal en donde la tropa encontró con qué saciar el hambre que la falta de recursos le hizo sufrir en el llano. El 21 descansamos en este punto y el 22 dispuse que el batallón de Numancia marchase a Paya y Soatá, reforzando desde el primero el punto de Salina que había quedado con sólo 60 hombres, y con el batallón del Rey y las dos compañías de caballería me dirigí por Marroquín a Labranzagrande a donde llegué el 23. Aquí dispuse que las compañías 1a y 4a del Tambo guarneciesen el punto de Paya, que las de Flanqueadores y Granaderos de Granada con las cuatro últimas del 1° del Rey pasasen a Sogamoso, lo que verificaron el 25; que el resto de la caballería que había llegado a Paya el 25 descansase en Labranzagrande hasta que recibiese herraje, para que los pocos caballos que traían muy cansados y despeados se recobrasen y herrasen; las cuatro compañías restantes del Rey debían esperar igualmente en aquel punto hasta recibir las mochilas que a su bajada al llano habían dejado en Paya.

   Dadas estas disposiciones marché el 26 para Sogamoso a consecuencia de los avisos que recibí a mi llegada de hallarse un cuerpo de insurgentes en el Socorro que se hacían subir a 400 hombres. Dispuse que el coronel Jiménez marchase inmediatamente a aquella provincia con 100 hombres del 3° del Numancia a tomar el mando. Poco después me llegaron a un tiempo los partes de haber sido sorprendido el punto de Salina por el abandono de su comandante que con tres oficiales más y 40 hombres del 1° del Rey fueron conducidos al llano; que los enemigos se hallaban con toda su infantería en Morcote prontos a atacar a Paya y que los insurgentes del Socorro habían muerto o hecho prisioneros 30 hombres del Tambo con un oficial; en tales circunstancias, no teniendo ya nada que temer por Salina, pues el batallón de Numancia había reforzado o por mejor decir ocupado aquel punto con tres compañías, y habiendo provisto a la seguridad del Socorro, no me quedaba más cuidado que el de Paya.

   Ordené, pues, al comandante del 1° de Numancia que retrocediese sobre Paya por aquella parte con las cinco compañías que le quedaban y al comandante don Francisco Góngora que se hallaba en Labranzagrande con los Dragones desmontados y cuatro compañías del Rey, que marchase sobre Paya con las últimas y que dejase los Dragones cubriendo el camino de Marroquín, temiendo que el movimiento del enemigo no fuese alguna llamada para sorprender el destacamento de Miraflores, y dispuse que reforzasen a éste las tropas que guarnecían el valle de Tenza y que dos compañías de las cuatro del Rey que había en Sogamoso marchasen a reemplazar a aquéllos.

   Dadas estas disposiciones marché el 30 con las dos compañías restantes a unirme al comandante Góngora sobre Paya; pero a mi llegada a Labranzagrande recibí el aviso de haber sido abatidos los enemigos por dicha gente en Paya y arrojados de todas las posiciones hasta el llano con bastante pérdida sin haber habido por nuestra parte más que un oficial herido; regresé el 3 a Sogamoso y di a las tropas los destinos que antes les había señalado dejando en Paya a más de las compañías del Tambo que estaban bajas de fuerza la de Granaderos del 2a del Rey, por comandante del punto al acreditado capitán de ésta. Los Dragones y las cinco compañías del Rey regresaron al pueblo de Sogamoso.

   Mis conjeturas sobre los valles de Tenza se realizaron, pues recibí el 6 un parte de haber entrado los insurgentes por el punto del Macanal, haber sorprendido una partida de enfermos y convalecientes en Garagoa y continuar su movimiento hacia la capital; inmediatamente me puse en marcha para aquel valle con las cinco compañías del Rey y cuatro de Dragones. En Tunja recibí nuevos partes de la retirada de los enemigos a la llegada de las compañías del Rey destacadas el 30 desde Sogamoso que habían tardado más de lo que debieran y de que esta tropa persiguiéndolos logró matar o hacer prisioneros los que la destreza en nadar no salvó de su alcance; el jefe de dichos insurgentes, que era un teniente coronel francés Sasmajous, dos sargentos, un trompeta y 25 hombres, una bandera y ocho fusiles, ahogándose los demás en el río, fueron hechos prisioneros y rescatados los soldados del 2a del Rey que habían sorprendido en Garagoa, sin que hubiesen tenido parte en esta acción más gentes que las tropas del Rey que el teniente del primer batallón don Francisco Carrillo y 40 hombres del mismo.

   Recibí igualmente la noticia de haber sido batidos por las tropas del Tambo reunidas en número de 150 los 400 rebeldes del Socorro en el pueblo de Guadalupe a consecuencia de lo que dispuse que la compañía de Cazadores del Rey pasase a Tambito a perseguir los restos que se sepultaron en aquellas montañas, con lo que restablecida la tranquilidad, se cerró la campaña habiendo distribuido la caballería en los puntos indispensables de Zipaquirá, Tunja y Sogamoso y la infantería en Soatá, el Socorro y Tunja dejando cubiertos los puntos indispensables de la cordillera que son a saber: Medina, Gachetá, el Macanal, Miraflores Pueblo viejo, Paya y Salina, siendo infinitos los que no lo están por los que estos habitantes comunican necesariamente con el llano.

   Yo me establecí en esta como punto céntrico y de donde parten caminos a todos los del interior y de la cordillera. Esta corta expedición al llano, que se puede mirar como un reconocimiento o paseo militar, produjo los resultados que me había propuesto: tales fueron el conocimiento de lo escasos que son los recursos de subsistencia, la falta absoluta de caminos y de sujetos que tengan práctica del terreno. La total decisión de los pocos habitantes del llano a la rebelión, pues en 15 días no hubo una persona que se viniese a acoger a nuestras armas ni a darnos la menor noticia; y lo poco que se debe contar con la fidelidad de los habitantes del interior del reino, pues en mi ausencia se formaron porción de partidas para cuyo exterminio tengo empleado en el día gran número de tropa; con el conocimiento cierto de las fuerzas del enemigo que ascienden por declaración de los prisioneros a 1.000 hombres de infantería bien armados y municionados y 1.200 de caballería, aunque éstos están los más montados en yeguas por la escasez que tienen de caballos.

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 199-206.

 

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MUESTRA DE SOLIDARIDAD

La Laguna, 8 de abril de 1819

   Vergara, muy apreciado, mi amigo:

   Llegó Morales y por poco no me deja tiempo para escribir. ¡Qué placer hubiera yo tenido ayer, si usted le hubiese acompañado! Créame que no pasa un día sin que me acuerde de usted.

   Es usted diputado al congreso. Váyase luego, luego, y no deje que nos impongan la ley los representantes de 600 almas. Ya se dice que Nueva Granada y Venezuela están incorporadas de hecho. No sé de dónde, por qué sea esa incorporación. Asista a algunas sesiones, pida licencia o renuncie, y véngase aunque sea a pie.

   Lara llegará a allá. Casi no sé por qué va. Algo podrá decir contra nosotros, aunque a veces no lo espero. Usted está a la mira, defiéndanos y avísenos. Cuando usted me hable de él, dígame el correo de las brujas, para que nadie entienda de quien se trata. El mismo Lara le entregará 25 pesos para que compre un caballo. Aún estamos pobres, y yo quisiera sacarlo a usted de la miseria en que me dicen vive.

   Véngase; aquí no falta qué comer, y nuestros bienes son comunes. Concha, Fortoul, Almeida, Ruiz, Arredondo, París y yo, y ahora Morales, formamos una pandilla de cuenta. Es decir, todo es común. Cancino y Durán son agregados.

   Los godos me están jeringando: actualmente tengo una fuerte columna en el pie del llano por Tocaría. No siento sino el invierno, que ya moja. Adiós, mi amigo, cuente usted con el afecto decidido de su amigo,

Santander

   Posdata. Dígale usted a Justo Briceño mil cosas de mi parte, y que no sea tan vagamundo. Que yo soy siempre el mismo.

 

FUENTE EDITORIAL:
Boletín de Historia y Antigüedades, año 14, p. 229, No. 160.

 

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LO FELICITO, CORONEL

La Laguna, 8 de abril de 1819

   Al coronel Pedro Briceño Méndez Mi querido amigo Briceño:

   A un tiempo he recibido por Morales una de usted del 2 de diciembre y otra del 12 de marzo. Se equivoca usted en creer que yo no quiero ser su amigo: tal vez concebí yo primero que usted el sentimiento de ganar su amistad y puedo asegurarle que la aprecio y la respeto. Otras cosas más omito, porque es usted moderado y yo no tengo mucha vanidad.

   Doy enhorabuenas por el restablecimiento del gobierno de la República, y por la elección de presidente de ella. No acabo de admirar lo grande del acto que el general Bolívar acaba de ejecutar. La posteridad tendrá que olvidar a Cincinato y a Camilo, y en vez de presentarlos como modelos de virtudes cívicas y militares, y de recordarlos por la generosidad con que se desprendieron de la autoridad suprema, ni recordará, ni presentará a otro que al grande Bolívar. El cielo acaba de coronar sus esfuerzos y sus virtudes con el completo triunfo de las armas que comanda.

   En orden a noticias, me refiero a las comunicaciones oficiales. Los godos amenazan, truenan a las puertas del llano, y cesa la tempestad. Tengo algunos conjuradores que la disipan.

   El amigo Pérez ha guardado silencio. Le acuso en toda forma de derecho.

   ¿Es verdad que usted es ya militar? ¡Y coronel! Me alegro. Tal vez era usted el único que habiendo servido desde muy atrás a su patria, no había recibido ningún premio. Siendo usted militar, no creo que se escape de serlo ni Venus misma, que era mujer, y puta. La comparación no parece del caso: pero yo soy una bestia.

   Se me ha dicho que usted triunfó completamente en el campo de Venus, y que batió en detal y en grande a J... Yo lo había pronosticado. Su prudencia en buscar las buenas ocasiones, la ventaja de sus armas, la calidad de las tropas, la experiencia del jefe, todo, todo, anunciaba triunfos, victorias, palmas, botín, etcétera...

   Cuando tenga lugar, escríbame. Yo no dejaré de hacerlo, y siempre debe usted contar con que soy de veras su amigo que desea servirle,

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Lecuna, 1942, p. 18-20, No. 12, de Archivo del Libertador.

 

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ALGUNOS ENCARGOS

¿Abril de 1819?

   Mi apreciadísimo Vergara:

   El amigo de Morales ha dicho a usted cuanto hay que decir. Hemos pasado algunos días de consuelo, y siempre lo he pensado a usted; acaso usted habrá pensado en la misma época en otras cosas. Espero el parte de Sasmajous de que ha entrado al Valle de Tenza batiendo el destacamento de Miraflores. Si yo tuviera 800 hombres que fueran tropas, estaría marchando a Sogamoso; pero, ¿qué esperanza me darán indios como los del Caroní? En fin, aunque la tropa enemiga es muy buena, también en ella hay patriotismo. ¡Qué soldados tan buenos todos los que se me han presentado del enemigo! ¡Qué armamento! ¡Qué equipamento! Hágase usted cargo de lo que podrán sacar los españoles del reino.

   Si usted fuere a Guayana y pudiere conseguir rentas, le encargo un sombrero apuntado, un corte de paño azul, vueltas y solapa amarillas, y bordados, aunque no sea muy lujoso, y un par de botas buenas que en mi pie vengan grandes. Si se puede conseguir libramento, girarlo contra mí, en fin, hasta $ 200 emplee en lo mejor. Si tarda mucho no me podrá servir, porque en Santafé o Tunja habrá de todo, lo que servirá de gobierno; y calzones de ante y banda; y encargaría todo a Colonia con dinero, pero, ¿a quién encargo? Memorias a Plaza y al buen amigo.Bremon. Disponga de su amigo,

Santander

   Verá usted si en ese Apure encuentra quien le dé hasta $ 50, gírelos contra mí. A Macero que lo pienso y que desearía que estuviere por aquí. Escriba largo, largo, largo.

 

FUENTE EDITORIAL:
Boletín de Historia y Antigüedades, año 14, p. 230, No. 160, 1922.

 

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PRELUDIOS DE LIBERTAD

Margarita, 12 de abril de 1819

   Mi apreciado amigo Santander:

   ¡Con cuánta libertad y satisfacción escribe un general que tiene a sus órdenes 3.000 hombres organizados y bien disciplinados!, no teme tomar la voz de cuartel general del general K., menos a que lo pueden esperar en algún desfiladero y derrotarlo. Se cree superior a Napoleón en Leipzig. Pero, amigo mío, cuando apenas puede uno ser segundo de alguna legión inglesa, que aún no está organizada; que se ignora dónde con más acierto podrá obrar, y que todo son tropiezos y entorpecimientos y dificultades, con qué poca satisfacción se escribe.

   Salimos Urdaneta y yo a esta con el objeto de mandar y dirigir un ejército sobre Venezuela, por puntos capaces de llamar la atención a Morillo y aprovecharnos de la más pequeña coyuntura. Este debía componerse de 1.500 ingleses, que existen; 500 margariteños, que se han vuelto conejos y otros tantos de Cumaná, que sin duda se volverán venados; con estas ocurrencias estamos hasta ahora paralizados, pero ya resolvemos movernos con sólo los juanes, cuya tropa es muy buena y aguerrida.

   Aún no sé el punto que vamos a invadir; pero cualquiera que sea me lisonjeo caerá en nuestro poder, y quizá cuando usted entre en Tunja estamos en Santa Marta; esto será de ver y otro crujir de rabadilla, como dice Montilla Tomás, sin contar con el plátano maduro.

   Nuestro gran ejército sigue obrando con bastante tino, y el enemigo se retira sobre sus anteriores posiciones; por todas partes tenemos preludios de libertad; los extranjeros a porfía quieren protegernos, y si nosotros hacemos duradera nuestra decisión, al año próximo expulsamos para siempre a los españoles de nuestro territorio.

   2.000 ingleses más estamos aguardando, y un coronel prusiano ha llegado a proponer a nuestro gobierno 4.000 hombres de su país sin más avances que el seguro de pagar todos los gastos, luego que estemos libres.

   ¿Qué le parece a usted este porrazo? ¿Lo aguantará Morillito? No; se larga y muy pronto.

   El gobierno se instaló con bastante felicidad y orden; debemos esperar de sus sabias providencias la felicidad de la patria, pues que hombres de talento lo componen; todos están contentísimos con el paso que ha dado el gran Simón, y yo más que nadie, pues lo aprecio sobremanera; él va a inmortalizarse y Venezuela a tener, por la primera vez, un héroe hijo de sus entrañas.

   Aquí llegan todos los días presas que hacen los corsarios de Artigas, y los españoles confiesan que su comercio está arruinado y el mar inundado de piratas insurgentes; nuestra escuadra está en el mejor pie: consta de 14 buques mayores, y en días pasados hicieron varar, sobre la bahía de Cumaná, a la fragata Ninfa, otra corbeta y tres bergantines, de cuyas resultas se han metido luego que pudieron, en Puerto Cabello; su marina ha representado que está en la impotencia de medirse con la nuestra.

   Dirija usted ese ejército con felicidad y acierto, sin mirar a los que dicen mío, mientras nosotros operamos con el de la República, por donde podamos; entre tanto desea a usted los triunfos de César su más apasionado amigo y compañero,

Manuel Valdés

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 2, p. 101.

 

377

RAPIDOS DESPLAZAMIENTOS

El Palmar, 22 de abril de 1819

   Señor coronel José María Vergara Al cuartel general en jefe:

   Vinieron los godos con 2.200 infantes y 700 caballos, entre los cuales vino un cuerpo de españoles; estuvieron catorce días en el llano, sufrieron una deserción horrible, toda clase de hostilidades, e inutilizaron sus caballos, y al fin se volvieron. La expedición ha sido vergonzosa. Obando estará mañana en La Salina, yo sigo con 700 infantes para Morcote. Sasmajous con los Dragones divertirá a Santafé por el valle de Tenza, y veremos cómo se manifiestan los godos en Sogamoso y Paya.

   Estoy muy ocupado. Me refiero a todas las comunicaciones oficiales. Soy siempre su amigo,

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Boletín de Historia y Antigüedades, año 14, p. 230, No. 160.

 

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SEPARACION DE LARA

El Palmar, 24 de abril de 1819

   Señor general Bolívar

   Mi respetable general:

   Regularmente se me han presentado motivos poco agradables cuando he tenido el honor de dirigirle una carta. El de ésta para otro que no conociese el mundo y el corazón del hombre, podría ser sorprendente.

   Es el caso que el coronel Lara, temeroso de sufrir desaires en este país, solicita dejarlo y volver al ejército de Venezuela. Sus temores no tienen otro fundamento que la rivalidad de granadinos y venezolanos, y a la verdad que me parecen bien excesivos.

   Usted sabe, mi general, cuál es esta rivalidad, y no ignora que en alguna parte de Venezuela se aumentó hasta el último punto: todos han manifestado sus quejas, y qué sé yo cuáles serán las justas y cuáles las injustas. Lo cierto es que las pasiones no se enfrenan de un solo golpe.

   A mi arribo a Casanare estaba encendida esta importuna rivalidad por un efecto necesario del tratamiento que la provincia y los granadinos habían recibido y que al fin produjo la insurrección. Traté, no de arrancarla de raíz porque era imposible, sino de irla desterrando poco a poco. Bandos, órdenes, y mi ejemplo me parecieron por lo pronto suficientes medios para lograr mis deseos, y el trascurso de los días me manifestó que no había errado.

   En la organización del ejército no he dado otra preferencia que al mérito en mi conducta; no he distinguido sino al que llena sus deberes, a nadie se le pregunta el lugar de su nacimiento sino para extenderle la filiación. Me lisonjeo de que varios oficiales de Venezuela han venido de Apure solicitando servicio en este ejército y a mis órdenes.

   Sin embargo de todo, sea por un exceso de delicadeza en Lara o por demasiado temor, él ha tenido pequeños disgustos con otros, y calculo que estos son los precursores de otros mayores y más sensibles, tanto más de esperarlos, cuanto a que faltando yo, es él el jefe más antiguo. En tiempo quiero prevenirlos, y a pesar de mis ofrecimientos en sostenerlo, insiste en retirarse. No había querido concederle pasaporte, lo uno porque me creo sin tales facultades estando expresamente destinado por usted, y lo otro porque no quería que se dijese por allá que yo estaba desplegando todo mi odio contra los de Venezuela; pero ni pudiendo evitar que Lara sea desobedecido en mi ausencia, ni pudiendo sacarlo de la pobreza en que está, ni menos convencerlo del exceso de su temor, he resuelto que se aparezca ante usted como un comisionado, esperando del tiempo, por lo que hace a mí, que desengañe a los preocupados.

   Siento la separación de Lara, y sólo por prevenir males sensibles me he decidido a concedérsela. La rivalidad tan decantada entre granadinos y venezolanos, es la rivalidad de los de Barinas con los de Caracas y la de éstos con los de Cumaná; pero por nuestra desgracia, de éstas no se hace caso y de aquélla se forman las mejores declamaciones. Los resentimientos o los padecimientos, y este epíteto de cobardes con que nos han distinguido, han hecho fuertes impresiones, y querer borrarlas de repente es querer un imposible. Me acuerdo que en otra época me dijo usted que los hombres eran muy sensibles al mal e indiferentes al bien.

   En cuanto a mí, no tengo un objeto en fomentar la rivalidad expresada. Si fuera tan insensato que mi actual destino me hubiese deslumbrado, tal vez estaría en mis intereses mantener la desunión; pero no siendo el primero que he tenido en mi carrera y habiendo leído una página de la historia, aguardo en mí los acontecimientos ordinarios de las revoluciones, subir a la cumbre de la gloria y descender a la oscuridad y al olvido. Si he manifestado algún celo por los intereses políticos de la Nueva Granada, es porque Venezuela no ha necesitado de él; pero se me puede creer que un palmo de su terreno que se libertaba, infundía en mi corazón tanto placer como el que infunde el territorio en que actualmente escribo. Mil relaciones me unen a Venezuela: los amigos, el haber sido mi asilo en la desgracia, y sobre todo, el haber salido de allí la pólvora, el fusil y la bala que ha de dar muerte a los tiranos de mis padres, de mis hermanos y mis amigos, son vínculos que no debo romper sin granjearme una ignominia eterna. Mientras mi memoria haga uso de su facultad, recordaré estos sucesos, y mientras tenga corazón conservaré sentimientos de gratitud. Es usted el primer acreedor a ellos, no menos que la admiración de su fiel amigo y subdito,

   Que besa su mano,

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 215.

 

379

REUNION EN PUNTO SEGURO

Mantecal, 24 de abril de 1819 9°

   Al señor general Páez

   Apenas haría dos horas que había escrito a usted hoy cuando llegó el coronel Nonato Pérez sin tropa y sin caballo, porque todo lo ha dejado. El mismo me ha traído el oficio que acompaño a usted y me ha dado otras noticias del enemigo de Casanare, refiriéndose a cartas que ha visto del mismo señor general Santander, en que se dice que aquel cuerpo enemigo viene a marchas forzadas sobre Venezuela.

   Por todas estas noticias y por las operaciones de Morillo estoy persuadido que espera sin duda las fuerzas que vienen de la Nueva Granada. De otro modo, él no permanecería en Achaguas. Si no ha pasado aún el Apure, no puede ya dudarse que su objeto es aguardar aquella fuerza para batirnos. Es muy necesario que nosotros por nuestra parte procuremos mejorar nuestra situación, y no hallo otro medio que el de reunir todas nuestras fuerzas y cargar sobre cualquiera de los dos cuerpos, bien sea el de Morillo, o el que viene de la Nueva Granada. Las fuerzas que yo tengo no son bastantes por sí solas para esta operación, porque usted sabe a lo que está reducida nuestra infantería y la caballería alcanzará a lo más a 800 hombres muy mal montados.

   Como yo no sé el punto que puede ser más cómodo para nuestra reunión, usted lo elegirá y participándome cuál sea, marchará sin pérdida de tiempo a él, trayendo cuanta fuerza tenga y los caballos que haya de servicio. Yo iré rápidamente a incorporarme con usted inmediatamente que sepa el punto que crea usted más a propósito para la reunión y llevaré también cuantas tropas halle por esta parte y cuantos caballos puedan recogerse. Entre tanto acabarán de llegar las tropas del señor coronel Pérez que están todavía dispersas y los caballos que ha mandado él venir, y habré recibido algún nuevo parte del señor general Santander, detallándome las fuerzas y movimientos del enemigo y los que él haya hecho después que se ha retirado para el Meta.

   Invito y recomiendo encarecidamente a usted que active cuanto esté de su parte nuestra reunión, eligiendo un punto que sea a la vez cómodo y seguro para ambos cuerpos. Importa infinito acelerar nuestras operaciones, para aprovechar la ocasión de batir al enemigo dividido, porque si llega a reunirse nos será mucho más difícil, si no imposible, destruirlo.

   Como nuestros movimientos han de ser muy rápidos y la columna inglesa no puede seguirlos, la dejará usted en el punto que crea más conveniente.

   Dios, etcétera.

Bolívar

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 16, p. 336.

 

380

ORDENES DE BOLIVAR

Mantecal, 25 de abril de 1819 9°

   Al señor general Páez

   Con fecha de ayer a las doce del día comuniqué a vuestra señoría haber llegado el señor coronel Nonato Pérez con pocas tropas y sin los caballos que le había pedido, porque no recibió mi orden en que le mandaba que los trajese.

   Después de haber salido mi oficio, llegó también el comandante Romero con parte de su gente, y hoy se ha reunido todo el ejército.

   También incluí a vuestra señoría un oficio del señor general Santander al comandante de Arauca, participándole la salida de la expedición de la Nueva Granada sobre Casanare, y haber ocupado ya a Pore. El coronel Pérez, que fue quien me trajo ese pliego, me dio otros detalles acerca de aquella expedición y el padre Lobatón me aseguró que sus-fuerzas son como 2.000 hombres de infantería y 800 de caballería, que su objeto es venir a Venezuela en combinación con Morillo, y que sus marchas son forzadas.

   En consecuencia de estas novedades, y de que no se han reunido aquí todas las fuerzas que yo esperaba, previne a vuestra señoría: 1° que eligiese un punto donde podamos reunimos con seguridad; 2° que inmediatamente que lo haya elegido me lo participe y se ponga en marcha hacia él con todas sus fuerzas, y trayendo los caballos que haya servibles; 3° que como nuestros movimientos deben ser rápidos y los ingleses no podrán seguirlos, deje vuestra señoría esta columna en el punto que crea más conveniente; 4° que mi objeto es batir a Morillo, o al ejército de Nueva Granada antes que puedan reunirse, o estrecharnos más, porque en ambos casos nos sería más difícil su destrucción.

   Todas estas disposiciones suponen la condición de que Morillo exista todavía en Achaguas, o haya venido hacia esta parte, porque si se ha retirado y ha repasado el Apure, entonces ejecutará vuestra señoría el plan de que queda encargado.

   Mientras que recibo la contestación de vuestra señoría a mi oficio de ayer, o a éste si no ha recibido aquél, o mientras sé algo de Morillo, bien sea que se retira o que me busca, voy a situarme en la laguna Barretera, o en otro punto cualquiera que esté a estas inmediaciones y que tenga pasto y agua. Aún no sé cuál sea el punto preciso en que me fije, porque las relaciones de los prácticos son muy varias; pero seguramente será la laguna Barretera, que es la que hasta ahora me parece más cómoda.

   Como la orden de ayer para reunimos puede tener algunos inconvenientes para su ejecución, y como por otra parte yo no creo seguro ni que Morillo salga ni que venga sobre nosotros el ejército de la Nueva Granada, me parece mejor operación que se sitúe vuestra señoría con todas sus fuerzas, tan inmediato a Achaguas como sea posible, observando a Morillo de modo que no pueda moverse sin ser sentido y visto en el acto. Situándose vuestra señoría así, tendremos la ventaja de que si se retira Morillo y pasa el Apure, lo podrá vuestra señoría perseguir como hemos convenido, y que si viene a buscarme, puede vuestra señoría seguirlo también, picándole siempre la retaguardia y molestándolo en la marcha hasta que pudiere pasar a reunirse conmigo.

   Esta operación es tanto más importante cuanto que puede Morillo tomar este camino, no sólo para buscarme sino para coger la multitud de potros y de caballos que hay por todos estos hatos, bien sea para remontarse o para pasarse al otro lado, y viniendo vuestra señoría a su retaguardia se lo impediría por la espalda, mientras que yo se lo estorbo por el frente.

   En este caso verá vuestra señoría cuánto importa que yo sepa anticipadamente el movimiento del enemigo, para poner en seguridad la infantería, mientras se me incorpora vuestra señoría. Que sus partes, pues, sean frecuentes y duplicados por diversas vías para asegurarnos de que llegarán.

   Dios, etcétera.

Bolívar

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 16, p. 338.

 

381

PERMITIRLE A LARA SALIR

Cuartel general de Mantecal, 26 de abril de 1819

   Al señor general Santander

   Se servirá vuestra señoría permitir al coronel Lara que venga a este cuartel general.

   Dios guarde a vuestra señoría muchos años.

Bolívar

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 217, de Archivo del general Santander, Cartas, t. 5 (sic).

 

382

RELACION DE OPERACIONES

Cuartel general en Pore, 3 de mayo de 1819

   Honorable ministro secretario del despacho de guerra en Venezuela

   La operación que tuve el honor de informar a su excelencia el presidente de la República había mandado ejecutar sobre la Salina de Chita, tuvo el resultado que se podía esperar. El teniente coronel Obando tomó esta importante posición por sorpresa el 24 pasado, e hizo prisionera toda la guarnición y cuatro oficiales de los cuales tres eran españoles, quedando por supuesto en nuestro poder todo su armamento, municiones, equipajes y un famoso almacén de víveres.

   Yo me dirigí desde el Palmar sobre Paya con el triple objeto de sostener las operaciones en La Salina, proteger la deserción del enemigo y picar muy de cerca su retaguardia si era positivo que iba al interior de Nueva Granada, como se presumía con fundamento. Desde que entré en Nunchía no pude obtener una noticia del estado del enemigo, y los pueblos de las inmediaciones que siempre han estado ocupados por él y que le son adictos, menos por opinión que por temor, se encontraban abandonados. Desde Morcote destiné cuatro compañías de Cazadores al mando del teniente coronel Arredondo a reconocer a Paya, y el 30, al llegar al pueblo, lo evacuó el enemigo incendiando un gran almacén de víveres que tenía allí: se le persiguió y del otro lado del río llamado Paya se empeñó un vivísimo tiroteo.

   La columna enemiga, que era del batallón Tambo, fue derrotada, dejó multitud de muertos en su campo y huyó por el camino de Labranzagrande, en cuya dirección encontró otra fuerte columna de infantería que venía en su auxilio. Como el camino está en montaña muy elevada, se descubrió perfectamente la marcha de aquellas tropas, y las nuestras pudieron evitar se renovase una acción enormemente desigual, sobreyendo en la persecución y replegando a Morcote, favorecidos del terreno ventajoso. Yo hice reunir las tropas y tomé posición en que mi caballería fuese útil: el enemigo entró en Morcote el 1°del corriente y sólo indicó marcha a Nunchía.

   Es imposible absolutamente que no teniendo un solo hombre montado pueda presentarse en la planicie más pequeña. Así es que por las últimas noticias creo haya vuelto a meterse en Paya, en donde tendrá que reparar las fortificaciones que se le inutilizaron cuando nuestras tropas tomaron el pueblo, y de donde me será muy fácil desalojarlo.

   A esta fecha debe haberse ocupado por los dragones desmontados bajo la conducta del teniente coronel Sasmajous el Valle de Tenza, territorio de la provincia de Tunja, limítrofe con la de Santafé; este movimiento, que en su origen sólo era de diversión, vendrá a ser muy peligroso a la situación de los enemigos en Sogamoso.

   Pronto debo saber el verdadero destino que tomen las fuerzas contrarias y si efectivamente las llaman atenciones graves en la Nueva Granada. Yo estaré luego, luego en Sogamoso a pesar de cuantas dificultades presenta la actual rigurosa estación de invierno.

   Suplico a usted informe a su excelencia de esta relación.

   Dios guarde a usted muchos años,

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 16, p. 349-350.

 

383

CONTINUA EL AVANCE PATRIOTA

Sogamoso, 3 de mayo de 1819

   Excelentísimo señor don Juan Sámano

   Mi muy apreciable y venerado general y señor excelentísimo: Desde Pore dirigí a vuestra excelencia una carta la que creo habrá recibido; en ésta noticiaba a vuestra excelencia de todas las ocurrencias de las operaciones que se practicaron por la división hasta aquel punto.

   Los enemigos propuestos a no presentar jamás la cara ni batirse no han hecho hasta lo último más que incomodarnos constantemente, con continuas alarmas a todas horas, por partidas que por todas partes presentaban, así con este objeto como para alejarnos el ganado; de esta forma cansaban nuestros caballos, por las cargas que les dábamos, a las que nunca aguardaban, y se fugaban al menor movimiento nuestro, volviendo a situarse otra vez a nuestra vista, cuando nuestras fuerzas se replegaban.

   Sin embargo de que parecía estaba bien conocido el plan de ellos de no batirse nunca, creo hubiéramos pasado a La Trinidad con el fin de seguir la persecución, pero nuevas ocurrencias estoy persuadido obligaron al comandante general a desistir de este plan.

   En la noche del 14, día en que llegamos de regreso de La Laguna a Pore, una guardia que se hallaba en el pasto con los caballos, compuesta de 40 Dragones de Granada, se desertó con sus armas. Estos eran venezolanos casi todos.

   Al día siguiente se pasó revista de caballos y sólo unos 150 caballos podían seguir con utilidad las operaciones pues el resto estaban matados, despeados y muy débiles.

   El número de bagajes con las monturas se aumentaba cada día y embarazaba en las marchas bastante, pudiendo llegar al caso de no haber en qué conducir las monturas. Por éstas y otras razones poderosas en mi concepto, resolvió el comandante general remitir por Nunchía la caballería referida con todos los enfermos, quedándose con los 150 caballos que componían las compañías de Granaderos (europeos) y Flanqueadores de Dragones de Granada.

   En esta disposición estoy persuadido que es plan del comandante general pasar el río Tocaría, recorrer las sabanas y pueblo de Taguana y por Chámeza y Zapatosa, recoger e introducir al reino todo el ganado que se hubiera podido.

   El 16 verificaron la marcha el comandante de escuadrón, don Francisco González, con la caballería por Nunchía para Morcote. El 17 nos detuvimos en Pore con objeto de cubrir la espalda de González a la deserción que podía tener en la marcha con los venezolanos. El 18 nos pusimos en marcha y en aquella mañana pasamos el río Pauto por vado con agua a la cintura de la tropa por 28 brazos, pues las aguas eran ya fuertes por aquella parte.

   El 19 pasamos el río Tocaría que estaba también bastante crecido y nos situamos inmediato a la sierra.

   Reconocimos las sabanas de Tocaría y Taguana y los enemigos habían retirado todo el ganado al interior, en este punto llevábamos ya sobre 90 desertores desde Pore y un nuevo accidente estoy persuadido hizo variar al comandante general en este punto de pensamiento.

   Un sargento del 1° del Rey llamado Ramos desertó a los rebeldes en Tocaría; éste había sido las épocas pasadas ayudante con los rebeldes, era hombre, parece de bastante disposición, y como había salido con su batallón de Salina, era de inferir noticiase al enemigo de la situación de aquel punto y del cortó destacamento que lo guarnecía, que lo eran 40 hombres a lo sumo.

   Efectivamente nos dirigimos por la sierra camino el más corto para Labranzagrande por el Aracal (que son unas casas). En este punto se mandó al batallón 2° de Numancia con órdenes para que se dirigiese por Paya, Pisba a Soatá y de aquel punto reforzase y cubriese las avenidas de Salina.

   El 23 llegó el batallón del Rey a Labranzagrande con las dos compañías de caballería.

   En este punto recibió parte el comandante general de haber tenido efecto cuanto fue de presumir desde Tocaría.

   Los rebeldes en número de 300 hombres, en cuanto vieron nuestro movimiento sobre la derecha de la cordillera se dirigieron a Salina, y por una sorpresa que se dejaron hacer los imperdonables oficiales destacados en aquel punto, se apoderaron de él, cogiéndolos a todos prisioneros.

   El 26 en la tarde marcharon para Sogamoso cuatro compañías del l° del Rey y una de caballería. También en aquella mañana marchó el comandante general y el 27 marché yo, quedándose en Labranzagrande los desmontados de caballería con el comandante González y las otras cuatro compañías del l° del Rey que debían también seguir la marcha para Sogamoso.

   El 30, cuando se creyó que las restantes compañías del Rey con dicho González y los desmontados se hallaban en marcha, el comandante general recibió de él desde Labranzagrande de que por varios espías sabía que los enemigos en número crecido habían penetrado a Morcote, y que decían ellos se dirigían a Paya.

   Por esta ocurrencia detuvo la marcha González y se dirigió al punto de Gallinazo (posición militar ventajosa sobre las avenidas de Paya y Marroquín) para situarse.

   El día l° del presente salieron de este punto a Sogamoso dos compañías de las cuatro que había del l° del Rey al valle de Tenza con el objeto de estar a la mira y en comunicación con el destacamento de Miraflores.

   Al anochecer de este mismo día recibió el comandante general oficio de Paya de dicho González, en que le decía que por parte que se daba, el capitán del Tambo, Romero, que se halla cubriendo el punto de Paya con la 1° y 4° compañías, los enemigos aseguraban, se dirigían por aquel punto y que él había pasado el río y tomado posición sobre la otra parte de él.

   A esta ocurrencia el comandante general marchó ayer a llevar las otras dos compañías del Rey para Labranzagrande, ordenándome me quedase en este punto, despachando todo lo pendiente del estado mayor hasta la vuelta que creía sería muy en breve.

   El punto de Salina se sabe lo abandonaron los enemigos marchándose las gentes del pueblo.

   Todo esto no creo será más que bulla que los rebeldes hacen para llamar la atención a los pueblos y dar esperanzas a los malvados domésticos que hay en ellos.

   Sobre 700 hombres que juntamos sobre Paya pueden resistir y arrojar a toda la insurgencia entera del llano que se atreviese a insultar esos puntos.

   El punto de Miraflores está cubierto con 170 y pico de hombres y las compañías que marcharon al Valle de Tenza deben reforzarlo en caso necesario.

   Puebloviejo está cubierto con un destacamento que avanza las vigías sobre la avenida del Pie de Gallo, y en caso necesario debe ser reforzado con los Dragones desmontados.

   Yo dije al comandante general me permitiese, en caso que los rebeldes hiciesen alguna tentativa por Miraflores, pasar a aquel punto a tomar el mando de aquel destacamento, pues como nuestra entrada ha sido por Labranzagrande, no será extraño que intenten llamar la atención por Paya, para que carguemos allí la fuerza; y dirijan el golpe a Miraflores a ver si pueden sorprender como a Salina.

   Esto es, excelentísimo señor, cuanto ha ocurrido hasta la fecha y pongo en particular noticia de vuestra excelencia en obsequio del precepto que me impuso de que le comunicase todas las ocurrencias y yo ofrecí cumplir. Dispensándome vuestra excelencia sea yo tan dilatado en el modo de demostrarlas.

   Deseo a vuestra excelencia la más completa salud y ofrece sus respetos a la más alta consideración de vuestra excelencia su más obediente subdito que besa la mano de vuestra excelencia,

Sebastián Díaz

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 195-199.

 

384

LLEGA CORRESPONDENCIA

Rincón Hondo, 4 de mayo de 1819, a las 8 de la noche

   Excelentísimo señor Libertador presidente, Simón Bolívar, etcétera...

   Mi general:

   Acaba de llegar la adjunta correspondencia de Casanare, y no quiero privar a usted del gusto de saber que no hay que temer por aquella parte. No va el diario, porque el parte de Santander está aún más expresivo.

   También incluyo un oficio y una carta de Nonato. Los prisioneros de que habla no han llegado aún.

   Por aquí no hay novedad, pero sí mucho trabajo para conseguir caballos mansos para los oficiales de infantería y bestias y útiles para el parque; yo lo creo imposible. Hoy se han mandado pasar las puntas de caballos como usted me encargó, y recoger ganado por todas partes.

   Soy siempre su más adicto amigo y súbdito,

Carlos Soublette

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 8, p. 8.

 

385

COMUNICACIONES

Cafifi de Casanare, 5 de mayo de 1819 9°.

   El excelentísimo señor vicepresidente del Estado ha recibido las siguientes comunicaciones del excelentísimo señor presidente, con fecha 6 del corriente, del cuartel general de Achaguas:

   Tengo la satisfacción de participar a vuestra excelencia que el enemigo ha evacuado sus posiciones de Achaguas, y repasado el Apure el día lo. del corriente en dos cuerpos con diferentes direcciones. Morillo con la mayor parte de su ejército se dirigió por el paso de Ruendes hacia Barinas, y Morales con otra columna hacia San Fernando y de allí a Calabozo. Nuestras partidas de observación molestaron las retaguardias de estos dos cuerpos hasta que atravesaron el Apure, y les tomaron algunos prisioneros.

   Según declaran éstos parece que el objeto de Morillo es reforzar la división con que ocupa La Torre a Barinas, temiendo que el movimiento que hice yo sobre Nutrias fuese a ocupar aquella parte de la provincia.

   Sea este su intento o bien el retirarse a San Carlos, voy a perseguirlo con todo el ejército, dejando solamente una columna para obrar sobre San Fernando y Calabozo.

   Divididas como están las fuerzas del enemigo, y debilitadas casi en la mitad por los muertos, enfermos, prisioneros y desertores que ha tenido, cualquier cuerpo que encuentre en mi marcha será destruido.

   Por el parte que tengo el honor de incluir a vuestra excelencia del señor general Santander, se impondrá de las ventajas que hemos alcanzado en Casanare. El ejército español de la Nueva Granada no ha tenido mejor suceso que el de Morillo y yo espero que cuando no sea destruido del todo, perderá la mayor parte de sus fuerzas en la retirada.

   Trescientos de los venezolanos, que son sus mejores tropas, se habían pasado ya a nuestro campo, en las primeras marchas retrógradas, antes que hubiesen experimentado el hambre a que los ha expuesto la interceptación del convoy que les venía, y sin el cual no hallarán de qué subsistir hasta que hayan entrado en la provincia de Tunja.

   Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

Simón Bolívar

   El señor general Santander dirigió copia de este mismo parte por el Meta al excelentísimo señor vicepresidente, quien además ha tenido el siguiente del teniente gobernador de Casanare:

   Señor teniente gobernador Pedro J. Vargas

   Excelentísimo señor: Como sé que el señor general en jefe de esta provincia no ha tenido tiempo de dirigir los partes de lo que ha ocurrido después de los pliegos que conduce el ciudadano teniente coronel Francisco Picón, creo de mi deber el hacerlo diciendo a vuestra excelencia lo que ha ocurrido posteriormente y me consta por los partes oficiales que he tenido. El primero a la letra es del tenor siguiente:

   Palmar, en la Casa de Teja, 28 de abril de 1819

   Con fecha de ayer me previene el señor general en jefe desde las inmediaciones de Morcote, comunique a usted el estado de las operaciones del ejército. El comandante Obando ocupó por sorpresa la Salina y tomó cuanto allí había sin escaparse un solo hombre de la guarnición, con tres oficiales españoles y un americano.

   Todos los equipajes, armamento, provisiones y demás, están en nuestro poder. El señor general ocupó a Morcote con todas sus fuerzas y los enemigos se retiraban dejando todos sus caballos derrengados y muchos pasados por la vega de Paya. Los pasados son innumerables. Solamente aquí se han reunido 50, carabineros y de infantería. Usted hará trascendentales estas noticias a los pueblos, para su satisfacción.

   Dios guarde a usted muchos años.

   Por orden del señor general en jefe, el teniente coronel,

Vicente González,

Edecán secretario

   El segundo oficio entre otras cosas dice lo siguiente: Excelentísimo señor:

   Vamos saliendo insensiblemente de los godos. Ayer se ocupó a Paya que se había evacuado el día anterior por el enemigo. Luego será Labranzagrande, etcétera. Organizar, pues, los ramos de su cargo y prepararse luego para venir a Pore luego que se sepa la ocupación de Labranzagrande. Nos falta lo mejor; aun apenas hemos empezado la obra; la marcha a Sogamoso deberá ser muy breve; es menester apurarse en trabajar todo lo que para ella se necesita.

   Y lo comunico a vuestra excelencia para lo que pueda convenir.

   Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

   El teniente gobernador.

Pedro J. Vargas

 

FUENTE EDITORIAL:
Correo del Orinoco, No. 33. Angostura 1819 (7/6).

 

386

VOTO DE CONFIANZA

8 de mayo de 1819

   Señor capitán Joaquín París

   Joaquín:

   Vi tu solicitud que haces por conducto de Morales. No me ha gustado, pues prueba la poca confianza que tiene conmigo. Por otra parte, no podría privilegiarte a ti con dinero del Estado y no dar nada a los demás. Con lo que es mío te serviré siempre, y para eso no es menester ocurrir a una tercera persona; sirva de gobierno para lo sucesivo, y no seas p... Allá irán reales para todos ustedes, para quienes únicamente me desvelo buscando recursos. Saludo a Arredondo y Capellán y a los demás oficiales. Yo iré por allá cuando menos lo piensen.

   Soy siempre tu mejor amigo y el que más te estima,

Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t. 1, p. 252-253, No. 329, de Archivo particular de don Manuel M. Buenaventura.

 

387

EL ENEMIGO EVACUO EN DOS DIVISIONES

Rincón Hondo, 9 de mayo de 1819

   Excelentísimo señor Libertador presidente, Simón Bolívar, etcétera...

   Mi general:

   Hoy como a la una del día he recibido el adjunto oficio, y carta del general Páez, fechadas el 3 y 4 en el Corozal, y no quiero perder tiempo en remitírselos, sin embargo de que considero que para estas horas habrá usted ya hablado con el general Páez.

   Hasta ahora he estado persuadido de que el enemigo evacuó la isla en dos divisiones, de las cuales, una marchó sobre San Fernando, y otra pasó el Apure por Santa Lucía; así lo ha creído usted, y así lo cree el general Páez, pero al fin, he variado de parecer a consecuencia de lo que me han informado varias personas que han estado al alcance del movimiento del enemigo. Morillo ha marchado con todas sus fuerzas reunidas por el camino de Santa Lucía hasta la orilla de Apure; allí se ha embarcado él para San Fernando y Morales por la misma orilla de Apure siguió con todas las fuerzas, salió a Caramacate, y entró en San Fernando. Esto puede no ser cierto, pero como de estar el enemigo dividido a tener sus fuerzas reunidas, hay una gran diferencia, le digo a usted mi parecer por lo que pueda convenir.

   Ayer despaché a Olmedilla con nuevos oficios para el coronel Nonato, instándole por su pronta venida con los caballos; y hoy ha llegado Lara que viene de Casanare, y me ha dicho que el miércoles cinco dejó a

   Nonato en Arauca, muy empeñado en recoger los caballos, pero que no habrá salido de allá hasta ayer u hoy.

   Olmedilla me pidió pasaporte para ir a Casanare con las miras de sacar a su familia, si Santander obtenía algunas ventajas en la serranía, y yo no he tenido embarazo en concedérselo, persuadido de que usted lo aprobaría, y con él le he escrito largamente a Santander sobre todas las ocurrencias de nuestra campaña, hasta la evacuación de la isla de Acha-guas.

   Aquí no ha habido novedad; la deserción ha parado, y todo está pronto a moverse cuando usted lo ordene, pues, sin embargo de las órdenes que Justo me dio, yo no he querido hacer movimiento alguno por lo que le dice a usted el general Páez, pues que escribiéndome usted el siete de la isla, como lo hace, si hubiese querido que nos acercásemos me lo hubiera dicho.

   Ranjel persiste siempre en su opinión de obrar en la provincia de Barinas; y a la verdad si Urdaneta no está en Caracas, ésta es la operación que más ventajas puede producirnos, y acaso la única que nosotros podemos ejecutar en el invierno; pero si Urdaneta está en Caracas, ya hemos perdido nueve días. Parecerá mentira que un movimiento tan general y tan perceptible como el que ha hecho el enemigo de la isla, nos haya sido tan difícil observarlo y saberlo con certeza y prontitud.

   Deseo a usted buena salud y noticias ciertas, para que podamos acertar en nuestros movimientos.

   Su decidido amigo y servidor,

Carlos Soublette

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1880, t. 8, p. 9.

 

388

REFUERZOS INGLESES SOSTIENEN INDEPENDENCIA

Cuartel general de Calabozo, 12 de mayo de 1819

   De Morillo al ministro de guerra español

   Excelentísimo señor: Los sucesos de esta campaña no han podido ser, a pesar de mis esfuerzos tan ventajosos y decisivos, como yo hubiera deseado, porque el enemigo, huyendo arriesgar su poder a la suerte de una batalla, ha adoptado el único modo que podía emplear para prolongar esta contienda y meditar a favor de los continuos refuerzos que recibe de Inglaterra nuevos planes de ataque, siempre temibles y casi siempre felices en estas provincias y entre estos habitantes. La asombrosa actividad con que se trabajó el invierno pasado, reemplazando las bajas del ejército, creando como por milagro nuestra destruida caballería, organizando nuevos cuerpos y haciendo venir hombres del reino de Santafé, para aumentar la fuerza de los europeos, me puso al abrir la campaña, luego que cesaron las aguas, en estado de reunir el ejército sobre el Apure bajo un pie respetable y marchar al enemigo seguro de la victoria.

   Yo me lisonjeaba que Bolívar y Páez, animados con sus ingleses, se presentarían como agresores, y que, llevando adelante las tentativas del año pasado, viniesen a esta parte del llano; pero mientras se incorporaban las divisiones a principios de enero en el campamento del Chorrerón sobre la Portuguesa, ya empezaron a ceder el terreno, abandonando los pueblos de San Jaime y Camaguán. Nuestros primeros pasos fueron la ocupación de San Fernando, que también abandonó el enemigo después de quemarlo, y yo creí no pasar muy adelante sin encontrar con él. Pero en vano se le persiguió hasta los desiertos del Arauca. Vuestra excelencia se enterará, por el parte que separadamente le remito, cuál fue el resultado de nuestros trabajos.

   En mi carta de 22 de julio del año pasado, número 304, manifesté a vuestra excelencia la situación en que se hallaba este ejército y la urgencia que tenía de ser auxiliado con refuerzos de mar y tierra, para contener los progresos de los insurgentes y emprender felizmente las operaciones sobre ellos. Yo hice, sin embargo, lo que no creía ni esperaba, logrando contenerlo y presentarme en un estado imponente, pero incapaz de seguir a Guayana, sin escuadra para bloquear el Orinoco y sin tropas suficientes para atender a todas partes. ¡Cuánto no se ha atrasado la pacificación de Costafirme por la falta de estos oportunos auxilios! He conseguido, en efecto, detener por algún tiempo las ventajas del enemigo a costa de los mayores sacrificios y desvelos; ¿pero cómo oponerse al torrente de circunstancias que por todas partes favorece la causa de estos desleales?

   Los ejércitos ingleses parece que quieren trasladarse todos a este continente, y el caudal de los comerciantes de aquella nación se prodiga largamente en habilitar las fuertes expediciones que van llegando a diversos puntos de América. La Europa no podrá menos de ver con admiración cómo de una potencia amiga de España salen los grandes medios que poseen los enemigos para hostilizar sus posesiones, y cómo a cara descubierta sus más acreditados oficiales, individuos de su nobleza y hombres de todas condiciones, toman parte activa en las banderas revolucionarias entre las hordas de los asesinos y en la guerra que se hace a su majestad. El ejército de Bolívar se compone por la mayor parte de soldados ingleses; la Guayana se guarnece por ingleses; a la Margarita han llegado más de 1.500 individuos de la misma nación, y los buques de guerra, los numerosos parques de todas armas, las municiones, los vestuarios, los víveres, todos los elementos para hacerla y sostener la independencia, han salido de los puertos del rey de la Gran Bretaña.

   Nosotros peleamos ya contra estos nuevos aventureros, y nuestro ardor no se ha extinguido por la poca generosidad del gobierno que los tolera, antes se ha exaltado noblemente; mas, ¿cómo oponerse con las débiles fuerzas del ejército expedicionario a tantas irrupciones? Este verano debimos emplearlo en la reconquista de Guayana, emporio donde los enemigos han asegurado su fortuna, y desde donde a la vez operan contra la Nueva Granada y contra estas provincias, pero no podíamos hacerlo sin marina y sin tropas. Un año de ventaja atrasa muchos otros en la pacificación, y los esfuerzos se necesitan mayores a proporción de la pérdida del tiempo o llegan a ser ineficaces. Mientras los rebeldes en Venezuela han aumentado sus fuerzas tan considerablemente con los extranjeros, el bien conocido escocés Mac-Gregor llegaba con otra expedición de sus paisanos a los cayos de San Luis, y reuniéndose después al pirata Aury en la isla de Providencia marchó a Portobelo y se apoderó de aquella plaza el 10 de abril, sin oposición alguna. Su gobernador la abandonó cobardemente a la vista del enemigo, y no pensó más que en salvarse con los que le acompañaban, dejando a 450 ó 500 miserables forajidos apoderarse de un fuerte que con algunos días de resistencia, el sol y las calenturas del clima lo hubieran defendido.

   Por esta desgracia el istmo de Panamá se halla en el mayor riesgo, según los avisos que acabo de recibir del virrey de Santafé, de que incluyo copia a vuestra excelencia, y con ello se han aumentado considerablemente mis cuidados. Al propio tiempo la expedición de ingleses que llegó a Margarita se prepara con todos sus buques de guerra y la escuadrilla sutil a desembarcar en las costas de la provincia de Cumaná o Barcelona, según los preparativos que hacen en dicha isla y los anuncios que acabo de recibir del brigadier don Tomás de Cires, comandante general de aquella provincia, pidiendo socorros para oponerse a esta invasión.

   Bolívar, después de haber intentado penetrar en la de Barinas, retrocedió sobre el Arauca, cuando supo que yo me acercaba y que marchaba a ella la quinta división, aumentada con el primer batallón de Navarra. Desde entonces se situó en Guasdualito, población que se halla en los confínes de Venezuela, a 12 jornadas de los llanos del Casanare, en cuyo punto ha reunido toda su infantería y se dispone a seguir al Nuevo Reino de Granada a operar en combinación del cabecilla Santander que manda en Chire y en Pore. Este insurgente llegó desde Guayana al Casanare con un considerable parque de armas y municiones, y ha organizado en pocos días una fuerza de 1.500 fusileros y más de 1.200 caballos, introduciendo por la cordillera algunas partidas para insurreccionar los pueblos y facilitar fusiles y cartuchos a los descontentos. Santander, además de los artículos de guerra que condujo de la Guayana, trajo también muchos oficiales ingleses y franceses y cuadros de sargentos y cabos que se le aumentaron con las nuevas expediciones de extranjeros, recibiendo este y otros auxilios por la fácil comunicación que tienen con Guayana y Angostura, por el Casanare, Meta y Orinoco. La prontitud con que Santander ha organizado este nuevo ejército que tanto amenaza el reino de Santafé, es una prueba convincente de lo que otras veces he dicho a vuestra excelencia: que solo un jefe insurgente basta para reunir fuerzas muy considerables, como en estas provincias lo han hecho Mariño en Cumaná y Costa de Güiría; Piar en la provincia de Barcelona y en

   Guayana; Mac-Gregor en Ocumare y Chaguaramas y otros muchos que, desembarcando solos de las colonias, han levantado las grandes masas de insurgentes que hemos batido, y que aún nos hacen la guerra.

   En esta situación, excelentísimo señor, la más crítica y apurada en que jamás se ha visto el ejército expedicionario de Costafirme, no puedo menos de dirigirme a vuestra excelencia para llamar su alta consideración sobre los inminentes peligros que amenazan la seguridad y conservación de estas posesiones en la obediencia del rey nuestro señor, y la marcha rápida que llevan los progresos del enemigo, por una multitud de circunstancias que no pueden contenerse sin esfuerzos extraordinarios y grandes, los cuales ni están en mi mano ni humanamente caben en los débiles recursos que ofrece esta devastada tierra. La provincia de Guayana y todos los llanos del interior dominados por los rebeldes; en Margarita una fuerte expedición para desembarcar en estas costas; la plaza de Cumaná hostilizada continuamente por el traidor Bermúdez; Portobelo en poder de Mac-Gregor; la Nueva Granada invadida por la cordillera de Chita; Bolívar, animado con estos sucesos, dirigiéndose allá con fuerzas respetables; la provincia del Socorro llena de grupos numerosos de enemigos; la escuadrilla de los insurgentes dominando estos mares, ¿cómo acudir a tantos países en distancias tan considerables, sin marina, sin caudales y con los pocos restos de soldados expedicionarios que han sobrevivido a los combates y a las fatigas de la guerra de este clima?

   La suerte del Nuevo Reino de Granada es la que principalmente ocupa mi atención, y me llena de sobresaltos. Allí no hay ningún cuerpo europeo respetable en el interior, y todo él se halla guarnecido hasta Quito por tropas americanas, cuya confianza en estas ocasiones se sabe hasta qué punto puede llegar. Por pronto que yo pueda marchar en su socorro, Bolívar y Santander habrán hecho grandes estragos, y una vez ocupada por ellos la capital, serán precisamente reforzados por los mismos batallones que ahora sostienen la causa de su majestad; pues como he tenido varias ocasiones la honra de informar a vuestra excelencia ningún punto puede confiarse exclusivamente a las tropas del país, si no están sostenidas a lo menos por una mitad de europeos. El conocimiento y la experiencia que he adquirido del carácter de estos habitantes, de sus opiniones y del Estado de Venezuela y Nueva Granada, me han hecho prever anticipadamente el estado progresivo que ha seguido la guerra de esta parte de la América, y con este motivo me tomo la libertad de recordar a vuestra excelencia cuanto tuve el honor de exponerle desde Mompós y Ocaña, especialmente en mi oficio de 7 de marzo de 1816, número 18, donde hice una pintura muy exacta del Estado de Venezuela y del virreinato de Santafé, y lo que debíamos temer si Margarita y Guayana caían en poder de los enemigos.

   Todo, señor, se ha verificado más o menos tarde, en proporción de los esfuerzos que ha hecho el ejército de su majestad y de los combates que ha librado siempre con gloria de sus armas; pero estos triunfos que no se han alcanzado ocupando aquellos puntos importantes, no han conseguido más que prolongar la guerra, sin destruir las esperanzas de los revolucionarios. Cualquiera que conozca la situación topográfica de estas provincias y del reino, que sepa que los rebeldes tienen la navegación libre del Orinoco, Meta y Casanare, que dominan a Guayana y los llanos, que tienen un ejército en Chire, partidas en el interior de la montaña y el istmo de Panamá invadido, podrá formar una idea del peligro inminente que amenaza a estas posesiones y sus funestas consecuencias a todas las del rey nuestro señor en América. No es mi ánimo, con demostraciones tan desagradables, llenar de cuidados el de vuestra excelencia, exagerando inoportunamente nuestras desgracias. Yo conozco los esfuerzos que ha hecho y continúa haciendo la nación y los tesoros que prodiga por la conservación de estos dominios; la dificultad que ofrecen las expediciones de ultramar y la dilación que sufren los complicados medios que se necesitan para realizarlas.

   Pero no me es posible prescindir de exponer a vuestra excelencia la situación de estos países y los males que han atrasado su completa pacificación y seguridad para que, sirviéndose elevar vuestra excelencia a conocimiento de su majestad estas circunstancias, se digne resolver el auxilio que tengo solicitado con el objeto de reemplazar los cuerpos del ejército con gente europea, poniéndolos en estado de emprender la reconquista de Guayana, que no podrá verificarse de otra manera, y mucho menos sin tener la escuadrilla en disposición de bloquear las bocas del Orinoco y dominar el río con sus fuerzas sutiles. La ocupación de aquella provincia es de toda necesidad para quitar los recursos que por ella reciben los enemigos, sin comunicaciones con los llanos y el Casanare y la exportación de ganados, muías, cueros y otros artículos que vienen a cambiar los extranjeros por fusiles, municiones y vestuarios. La plaza de Cartagena y el Nuevo Reino de Granada, necesitan guarnición europea que contrarreste o sirva de apoyo a los cuerpos del país para evitar cualquier incidente desgraciado y mantener la tranquilidad que ahora se puede conseguir con muy poco esfuerzo; pero que es menester considerar la dificultad de alcanzarla, si los malvados, que no se descuidan y trabajan sordamente, llegan a realizar, por desgracia, alguna de sus tentativas.

   Dígnese vuestra excelencia presentar esta exposición al rey nuestro señor, apoyándola con su especial protección, a fin de obtener de su majestad se socorra el ejército expedicionario de Costafirme con los auxilios de mar y tierra que son tan urgentes e indispensables para el feliz éxito de sus empresas.

   Dios, etcétera.

Pablo Morillo

(Firmado)

 

FUENTE EDITORIAL:
Rodríguez Villa, 1909, t. 4, p. 25-32, No. 771.

 

389

OPERACION EN SECRETO

Guamito, 15 de mayo de 1819 9°

   Al señor general Soublette

   Ayer recibí el oficio en que usted me incluye la correspondencia traída de Casanare por el señor coronel Lara, y hoy he recibido también su carta de fecha 13, acompañándome los partes que el general Santander me dirige de sus sucesos, y el que dio con fecha de 12 el coronel Ychazu.

   Para que nuestro ejército no se demore mucho en Setenta, dispondrá usted desde ahora que el coronel Ychazu haga bajar al Paso de Setenta, todos los buques que tenga ocultos y cuantos más puedan conseguirse. Usted recomendará que esta operación se haga en secreto y en el silencio de la noche, con todas las precauciones necesarias para que no sean sentidos.

   El que venga encargado de los buques me dará parte inmediatamente que estén en el paso y de haber llegado, y las novedades que hayan ocurrido.

   Este parte vendrá a encontrarme por el camino de Setenta, si no hubiese llegado allí todavía.

   Dios, etc.

Bolívar

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881 t. 16, p. 360.

 

390

BOLIVAR, PRESIDENTE. TROPAS LO RESPALDAN

Cuartel general de Tame, 18 de mayo de 1819

   Antonio Morales, teniente coronel del ejército, subjefe interino del estado mayor general del [ejército] libertador de Nueva Granada, etcétera.

   Certifico:

   Que en los días 13 y 19 del corriente, previas las órdenes necesarias se hallaron en las plazas públicas de Manare y Tame formados los batallones 1° de línea y 1° de Cazadores del ejército de vanguardia libertador de Nueva Granada y habiendo pasado al orden de parada se presentó a su frente el señor general de brigada, comandante general de la vanguardia de dicho ejército Francisco de Paula Santander, el estado mayor y varios otros oficiales; desnudando su espada con los demás de su acompañamiento, dijo: "Señores oficiales, soldados: El excelentísimo señor general Simón Bolívar ha abdicado la suprema autoridad que las circunstancias habían depositado dignamente en sus manos en un congreso formado con legitimidad por el voto de las provincias libres de Venezuela y la de Casanare, única que entre las de la Nueva Granada no siente hoy los horrores de la servidumbre. El congreso ha elegido por presidente del gobierno al excelentísimo señor general Simón Bolívar, a este hombre cuyo desinterés y virtudes ha oscurecido la gloria de los que antes de él había respetado la antigüedad; a este hombre grande delante de las naciones, más grande delante de los pueblos a quienes con su espada ha roto la cadena, grande delante de los sabios, grande delante de sus conciudadanos, y sólo pequeño delante de sí mismo; a este hombre que en la orfandad granadina ha recibido nuestro desgraciado país bajo su protección, a quien debemos armas, municiones, a quien somos deudores del estado brillante y respetable en que hoy se halla este ejército a cuya sola vista acabáis de mirar huir las soberbias columnas españolas. Y puesta la mano sobre la guarnición de su espada, seguido su ejemplo por los jefes y oficialidad, continuó. ¿Juráis a Dios y prometéis bajo vuestra palabra de honor reconocer, obedecer y respetar al excelentísimo señor general Simón Bolívar como presidente del gobierno de la República entre tanto que se liberta la Nueva Granada y los pueblos establecen libremente el sistema de gobierno que crean más conforme a sus derechos? La oficialidad y tropa contestó: Sí, juramos. Entonces el señor general y su comitiva envainaron la espada y el aire se pobló de alegres y repetidos vivas al excelentísimo señor presidente, al bravo general Bolívar, al protector de Nueva Granada y al genio tutelar de la libertad. La tropa al retirarse dio vivas al señor general de la vanguardia de Casanare. Una alegre diana precedió a su marcha a los cuarteles y desde el general hasta el soldado parece no podían pronunciar el nombre del nuevo presidente sin derramar lágrimas de reconocimiento y de alegría.

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 218-219.

 

391

PROCLAMA A LOS GRANADINOS

Cuartel general de vanguardia en Manare,
a 24 de mayo de 1819 9°

   Francisco de Paula Santander, del orden de los libertadores, general de brigada de los ejércitos de Venezuela, y comandante en jefe de la vanguardia del ejército libertador de la Nueva Granada.

   Granadinos:

   El momento de vuestra libertad ha llegado. La intrépida vanguardia de un poderoso ejército marcha bajo mis órdenes a despedazar vuestras cadenas, y a vengar los ultrajes recibidos del bárbaro español. Alentaos, y reunid por un instante vuestros esfuerzos a los nuestros: en un instante de vigor y de actividad vais a recobrar el don más precioso del cielo, que sólo la seducción, la intriga y la perfidia pudieron arrebatarnos.

   Las armas de la independencia triunfan por todas partes. En Méjico, en Chile, en el Perú, en Lima mismo acaban de obtener victorias decisivas de la libertad de América. Venezuela, la heroica Venezuela, va a fijar su destino, después de haber pulverizado el mayor ejército español que ha salido de la península. Sólo vosotros, granadinos, aún gemís en la servidumbre. Mas no durará muchos días tan triste condición. El ilustre Bolívar aparecerá triunfante en vuestro territorio seguido de un gran número de bravos, que han jurado no envainar su espada mientras existan tiranos. Entre tanto los valientes de Chile y Buenos Aires libertan las provincias de la desventurada Quito.

   Compatriotas:

   Vuestro honor, vuestra felicidad reclaman imperiosamente vuestra más eficaz cooperación. El ejército que mando se compone de vuestros hermanos, de vuestros parientes y de vuestros amigos. Yo mismo soy uno de vosotros. No tenemos todos otra ambición que restituirlos al goce de vuestra libertad. Ausente de vosotros, oyendo siempre el ruido triste de vuestras cadenas, no he tenido otro consuelo que ver

   cubiertos los campos de Venezuela con los cadáveres de los bárbaros que os subyugaron.

   ¡A las armas, compatriotas! Venganza contra el fiero español que ha derramado la sangre de nuestros más ilustres ciudadanos y ha asolado nuestro país. Reunios a las tropas de mi mando, contribuid vosotros mismos a libertaros: reunios pronto, y marchad sobre el miserable resto de bandidos que profanan nuestro territorio. Venid seguros de que el suceso coronará nuestros esfuerzos.

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1880, t. 3, p. 454.

 

392

ESTRATEGIA PARA SEGUIR

Mantecal, 26 de mayo de 1819

   Al excelentísimo señor vicepresidente

   El señor general de brigada, Francisco de Paula Santander, comandante general de la vanguardia del ejército libertador de la Nueva Granada, con fecha 30 de marzo último, me dice lo siguiente.

   (Aquí el oficio de aquella fecha número 16).

   Lo transcribo a vuestra excelencia para que, elevándolo a la consideración del congreso general, impetre su aprobación. Dios, etcétera.

Aquí transcripción

   Al mismo.

   Tengo el honor de incluir a vuestra excelencia original el oficio que con el número 17 me ha dirigido el señor general Santander, acompañándome copia de un decreto expedido por el gobierno general de la Nueva Granada, instituyendo una orden militar. Como la aprobación o declaratoria que el general Santander reclama es privativa del congreso, vuestra excelencia lo elevará todo a su consideración y me comunicará su decisión soberana.

   Dios, etcétera.

Aquí original

   Al mismo.

   Por fin, después de las más serias meditaciones, me he determinado, habiendo consultado antes a los jefes del ejército, a ejecutar la más importante operación que en nuestro presente estado puede emprenderse. Mi pensamiento es marchar a Cúcuta con la mayor parte de este ejército, dejando aquí el resto para la seguridad del bajo Apure. Entretanto el señor general Santander entrará por Soatá a incorporarse con nosotros por aquella parte. La rapidez será la divisa de esta campaña. No daremos tiempo a Morillo para que nos tome por la espalda, pues, para cuando él pueda emprender algo contra nosotros, ya habremos vuelto sobre él con fuerzas dobles o triples de las que llevamos. La Nueva Granada se halla en el estado más propicio para ser libertada y creemos con fundamento que lo será con poca dificultad, y entonces nuestros medios para finalizar la guerra se habrán aumentado muy considerablemente. Hace mucho tiempo que estoy meditando esta empresa y espero que sorprenderá a todos, porque nadie está preparado para oponérsele; así lo creo y es de desear.

   El bajo Apure dentro de 15 días no puede ser invadido y el oriente de Venezuela tampoco debe temer nada si se ejecuta exactamente lo que ahora ordeno:

   Primero. Que el señor general Mariño sea reclamado por el congreso para que vuelva a ejercer sus funciones legislativas, para evitar las rivalidades que necesariamente deben trastornar nuestros negocios militares si este general tuviese que obrar de acuerdo con el señor general Bermúdez, con quien conserva antiguos celos, no menos que con vuestra excelencia mismo. De este modo cortaremos el origen del mal.

   Segundo. Que el señor general Bermúdez tome el mando en jefe de todo el ejército de oriente, el cual se compondrá de 3.000 hombres lo menos, a saber: 800 de Cumaná, 800 de Guayana, 800 de Barcelona y 600 de Caracas. Sus desertores deben ser reemplazados sucesivamente por dichas provincias. El ejército de oriente debe reunirse y obrar por la parte oriental de Caracas, donde hay víveres, caballos y enemigos. Este ejército cubrirá el oriente, pero en masa, no dejando más que pequeñas guerrillas donde sean más necesarias. Los generales Cedeño, Monagas y Zaraza deben dar sus contingentes y ponerse a las órdenes del señor general Bermúdez. El general Montilla quedará de jefe de estado mayor.

   Tercero. El ejército de oriente debe amenazar constantemente al enemigo en Calabozo; pero obrando siempre con la mayor prudencia. Si los enemigos marchan, como deben, sobre el occidente a buscarnos, el general Bermúdez debe obrar con rapidez, ponerse en comunicación inmediata con el bajo Apure y tomar a los valles de Aragua y a Caracas, si le es posible.

   Cuarto. La división del señor general Urdaneta, siempre que arribe a las costas de Barcelona, Cumaná o el Orinoco, deberá venir al bajo Apure con todos los elementos militares que conduzca, porque ahora más que nunca necesitamos de armas y pertrechos para levantar nuevos ejércitos. Si fuere necesario que la división Urdaneta coopere con el ejército de oriente para alguna importantísima operación, como batir un ejército que se acerque o marchar rápidamente a Caracas, el general Urdaneta estará facultado para ejecutarlo así, sin que jamás se entienda que esta división pertenece al ejército de oriente.

   Quinto. El general Urdaneta deberá venir rápidamente al Apure para obrar por esta parte, según las instrucciones que reciba a su tiempo; pero deberá enviarnos inmediatamente 1.000 fusiles, pólvora y plomo para hacer 300 ó 400 mil cartuchos por el Meta a Casanare. Estos renglones podrán aumentarse mucho más, siempre que sea posible, los cuales son de la mayor urgencia.

   Sexto. Siempre que haya dificultades invencibles para venir el general Urdaneta al Apure con su división, nos mandará todos los elementos militares de que pueda desprenderse y él obrará con su división conforme a las circunstancias; pero, si por algún incidente imprevisto o mal suceso en su expedición, hubiere perdido la mayor parte de su división, el general Urdaneta dejará las tropas donde le parezcan más necesarias y marchará él a donde quiera que esté mi cuartel general, trayendo la mayor cantidad posible de armas y municiones, que, repito, las necesitamos urgentemente. En todos los casos expresados en este y los dos precedentes artículos, el general Urdaneta estará autorizado para obrar conforme a las circunstancias y al mejor servicio de la República.

   Séptimo. De Apure irán para Angostura todas las embarcaciones que haya, luego que se sepa la llegada del señor general Urdaneta, pero será indispensable reclamárlas a tiempo.

   Octavo. Tanto el general Bermúdez como el general Urdaneta, mientras esté en el oriente, recibirán órdenes e instrucciones de vuestra excelencia, en inteligencia que yo no podré comunicar oportunamente otras en mucho tiempo y estas solo deben servir de regla y no de preceptos rigurosos. Vuestra excelencia queda revestido de toda la autoridad militar que sea necesaria para dirigir la campaña en todo el oriente de Venezuela, inclusive Margarita y la parte oriental de Caracas, como igualmente la marina militar de ambas aguas.

   Con esta misma fecha se comunican estas instrucciones a los respectivos generales, para que las cumplan con la mayor exactitud y actividad, según lo exige el presente estado de las cosas. Como la ejecución de este plan depende en gran parte del secreto, yo lo recomiendo a vuestra excelencia.

   Quedando vuestra excelencia encargado del mando de la República en esa parte, yo espero que no se sentirá la falta de mi presencia; que vuestra excelencia se esforzará, no solo por defender y conservar el territorio libre, sino por extenderlo y cultivar nuestras relaciones exteriores, sacando de ellas todas las ventajas posibles, sobre todo para proveernos de armas y municiones, que será nuestra primera necesidad cuando hayamos ocupado algunas provincias de la Nueva Granada.

   Dios, etcétera.

 

FUENTE EDITORIAL:
Rodríguez Plata y Lee, 1970, t. 2, p. 59-62, No. 368. Los dos primeros oficios tienen como fuente el Archivo del Libertador, O'Leary, tomo 16, folio 89 y el Boletín de la Academia Nacional de la Historia, t. 23, No. 89, p. 165-166; el tercer oficio procede de O'Leary, Memorias... t. 16, 371-373, Lecuna, Obras, t. 1, p. 385-387 y Lecuna, t. 11, p. 163-166.

 

393

RESULTADO VENTAJOSO

Tame, 27 de mayo de 1819

   Señor general Soublette

   He tenido el honor de recibir el oficio de usted, número 42, de fecha 1°, en que se ha servido trasladarme un conocimiento del actual estado de los negocios militares en Venezuela. Estoy muy complacido por el resultado ventajoso que hasta aquella fecha se había obtenido en la campaña, y espero como usted con bastante fundamento que ella terminará con la libertad de esa República. El diario que se debe remitir a usted por mi estado mayor dará a usted y a su excelencia un conocimiento de nuestro estado, del de los enemigos y de los preparativos que tengo hechos para moverme de un momento a otro. El teniente coronel A. Morales, encargado interinamente del despacho del estado mayor, por ausencia del jefe de él, hará a usted las respectivas comunicaciones. Reconocido al honor que usted me hace en otra de sus comunicaciones, y al que hace a las tropas de mis órdenes, doy las más sinceras gracias y le renuevo por mí y por ellas mis sentimientos de consideración y reconocimiento.

   Dios, etcétera.

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 167.

 

394

RECONOCIDA AUTORIDAD DE VENEZUELA

Cuartel general en Tame, 27 de mayo de 1819

   Al señor ministro secretario del departamento de la guerra de Venezuela

   Tengo el honor de incluir a usted el documento que manifiesta haber sido reconocida la autoridad del excelentísimo señor presidente de Venezuela por el ejército que está a mis órdenes. Suplico a usted lo presente a su excelencia, y pido en nombre del ejército se haga imprimir y publicar para que sepa todo el mundo que las primeras armas que están prontas a sostener la autoridad del gobierno establecido en Venezuela, son las del único cuerpo de que puede actualmente la Nueva Granada disponer.

   Me dirijo a usted en esta comunicación porque no he tenido la satisfacción de recibir papel oficial sobre este asunto. Educado en la obediencia, y convencido por principios y por una dolorosa experiencia de que jamás llegaremos en nuestra empresa al término de la carrera viviendo en anarquía, no he esperado la formalidad de las comunicaciones para prestar mi sumisión a una autoridad legítimamente establecida. Dios guarde a usted muchos años, El general,

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 16, p. 375.

 

395

NONATO, CHARLATAN Y LADRON

Tame, 31 de mayo de 1819

   Al general Carlos Soublette

   Mi querido general y amigo:

   Estoy conforme con recibir de usted aunque sean cuatro letras. Yo no tengo nada que comunicar de oficio al estado mayor general, pues tres días solo han pasado después de mi última comunicación, que en verdad no fue corta. Lo último que ha ocurrido lo paso al presidente, como que hace relación a una comunicación que tenemos pendiente. Usted cerca de él está en actitud de verla.

   Me trae loco esta conducta de Morillo, de andar dividiéndose sin temer a Urdaneta. No deja de aumentarse mi locura con la escasez de caballos que tiene el ejército. Si en vez de Nonato viene Páez desde el principio, se hubiera hecho mucho más y más pronto. El tal señor Nonato es un charlatán grosero, que no se desvela sino por robar y hablar mal de cuantos puede, como sean de los que le hacen sombra. El día de una batalla es tan guapo como tantos que hacen menos ruido y son menos peligrosos.

   Tengo dadas órdenes a Arauca que cuanto se pida por el presidente se entregue luego, luego aunque sea con perjuicio de este ejército. Si ustedes van mal en sus negocios, ningún bien duradero debo yo esperar.

   Con franqueza, mi amigo, si usted necesita dinero y puede por allá conseguirlo, gire usted contra mí un libramiento. Sé que la campaña ha estado muy brava y me consta que usted va siempre con el día. Si Anzoátegui, que es más previsivo, estuviere en igual caso, le hago un igual ofrecimiento y de mi parte dígaselo. Suelen venir de por allá a Arauca algunos comerciantes. Deseo mucho servir a ustedes desde lo más pequeño, como es lo que ofrezco, hasta lo más grande.

   Papel no tengo; pero tengo sus ofrecimientos que veré cumplidos. Vaya esa indirecta por ahora.

   Tiene usted el dominio sobre la voluntad de su decidido amigo.

Santander

   Al amigo Anzoátegui mil cosas de mi amistad. Le remito mil inclusas porque es el único correo seguro que tenemos. Dispense usted.

 

FUENTE EDITORIAL:
Lecuna, Vicente, 1942, t. 1, p. 33, No. 23, de Archivo del Libertador.

 

396

BRICEÑO, ACREEDOR AL APRECIO DE TODOS

Hacienda Tame, 1° de junio de 1819

   Al señor coronel Pedro Briceño Méndez Querido amigo Briceño:

   He recibido una carta firmada del general Bolívar y escrita de la letra de usted, sobre los motivos que obligaron a Lara a separarse del ejército.

   Yo he leído esta carta más de cuatro veces y en cada una mi corazón ha sido despedazado al contemplar la horrorosa futura suerte que se nos espera a los que habitando un mismo país y combatiendo por una misma causa estamos divididos en pequeñeces. Yo no veo que el venezolano pueda ser proscrito; es demasiado temer. La rivalidad la encuentro poco o nada encarnizada, y si desde ahora todos a la vez contribuimos a irla sofocando, puede ser que ningún mal, y sí mucho bien, sea el fruto de nuestra emancipación; me horroriza la idea de una guerra civil, y hace muchos días que fallé en mi corazón no mezclarme en ninguna. La unión de los pueblos no me parece imposible; pero sí lo será si en el modo de verificarla nos equivocamos. Si de grado o por fuerza se quiere hacer, no lo dude usted, nos empeñamos en una guerra; pero si oyendo a sus representantes legítimos se les persuade la utilidad e importancia de esta unión, tampoco debe usted dudar que se deje de verificar. El influjo del general Bolívar tiene mucho poder en todos nosotros. No hay uno solo que tenga contra él motivo de queja, al contrario, todos los tenemos de gratitud y de reconocimiento; cuando personas de alto rango en Venezuela insultaban a toda la Nueva Granada por su última desgracia, de cuyos insultos yo a veces he sido testigo, sólo el general Bolívar ha tratado de sostener el honor de aquel pueblo. El dice bien, que jamás puede ser culpado de haber contribuido a esta funesta rivalidad.

   Soy de opinión de una unión solicitada y verificada conforme a las luces y principios que tanto se han defendido, de una unión que sin hacer de Nueva Granada un país colonial, tampoco haga recaer sobre la gloria de Venezuela una mancha eterna de una unión que verdaderamente merezca el nombre. Por ella influiré y si los días del general Bolívar aún se prolongaren, influiré más en que él sea el primero que se ponga al frente de esta gran nación. Es el único que contemplo capaz en todo sentido de mantener los negocios del Estado en equilibrio, en medio de tanto desorden. Si hay otro, que se me manifieste, pues mi adhesión por un convencimiento hacia el general, no me cegará para conocer el mérito superior que pueda tener cualquier otro. Sirva todo para que cuando se trate de esta materia, tenga usted la bondad de asegurar al general de que tales son mis sentimientos y tales mis designios.

   Vamos a reformar el mundo, que siempre hasta "los delirios del que sueña por la felicidad de su patria, tienen algo de respetable". Les remito noticias fidedignas del estado del reino. Me parece que la ocasión presente es muy oportuna para intentar una operación de firme. Necesitamos hombres y dinero, elementos que no se encuentran en Venezuela, y hombres y dinero tenemos en Nueva Granada. Cualquier operación combinada va a ser muy feliz: y prescindiendo de glorias y fama eterna, que no son cosas tan reales, ganaremos el poder ponernos en un verdadero estado de defensa y ofensa. Si viene de España una expedición de 4 ó 6 mil hombres vamos a ser reducidos a un estado peligroso. Yo no veo en Venezuela un ejército efectivo; aquí ni esperanzas tengo. Los negocios del Perú van poniéndose interminables. Las deudas son inmensas. La opinión decaerá, todos vacilarán y sólo vendrán a quedar guerrillas y partidas de ladrones que infestarían el país. Volemos a Nueva Granada, sacaremos 8 ó 10 mil buenos soldados, llamaremos la atención del enemigo en multiplicados puntos, amenazaremos los que sean importantes, tendremos el mejor incentivo para provocar la inmigración de los súbditos extranjeros y seremos, en fin, capaces de sobreponernos a cualquier desesperado esfuerzo de la España.

   No estoy melancólico, sino muy enjuicio cuando hago tal pintura: es menester prescindir de párrafos, de voces y de cálculos, que sólo entretienen y alientan a los que no piensan. La experiencia es la mejor razón y ella nos está haciendo conocer nuestra impotencia aun para lidiar con sólo las fuerzas que actualmente tienen los enemigos. Comprendo que todo esto ha pasado por usted; pero no es superfluo que yo lo repita. Tal me tienen las cosas de Venezuela, del reino y de fuera, que si el general Bolívar desiste de sus últimos proyectos, yo estoy resuelto a hacer la calaverada de internarme con lo que tengo, porque si la fortuna favorece con poco, es inmensa la ganancia. Morillo sin la Nueva Granada, esto es, sin la parte útil para la guerra, y poco asegurado en Venezuela, va a verse muy embarazado para conservar lo que posee.

   No dude usted, mi apreciado amigo, que es usted muy acreedor al aprecio de todos los granadinos y al mío muy particularmente y con mucha justicia. Jamás averiguo el lugar de nacimiento del hombre de virtudes. Créame usted, Briceño, que amo mucho a multitud de venezolanos, buenos ciudadanos, excelentes oficiales y mejores patriotas; yo abomino a los malvados en ese país, como abomino los del mío y los de todas partes del mundo. Algún día el tiempo, que todo lo sanciona, sancionará también las verdades que ahora digo y que quizá no se me crea.

   Soy eternamente su amigo y compañero.

Santander

   Aunque usted no me escriba con frecuencia, está disculpado, pues soy testigo de las incomodidades que ofrece la campaña; pero cuando lo haga, que sea muy largo y con franqueza.

   Va una reforma de religiones que se me ha mandado del reino por un prelado de una de ellas, por lo que puede influir en nuestros negocios.

   Ya no se puede leer lo que usted escribe, porque no es con tinta sino con agua que usted moja la pluma.

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Lecuna, 1942, t. 1, p. 38-41, No. 25, de Archivo del Libertador.

 

397

ENVIO DE PERTRECHOS

Cuartel general de Caujaral, 8 de junio de 1819

   Señor general de brigada Francisco de Paula Santander

   Señor general:

   El señor coronel Vicente Bremont conduce las municiones y demás que se expresan en la adjunta relación que remito a vuestra señoría de orden de su excelencia el señor presidente de la República. Dios guarde a vuestra excelencia muchos años,

P. León Torres

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1964, t. 13, p. 85, No. 4498, de Archivo Nacional de Colombia. República, secretaría de guerra y marina, tomo 328, folio 974v.

 

398

ENTUSIASMO POR LA LIBERTAD

Angostura, 8 de junio de 1819 9°

   Excelentísimo señor presidente

   Excelentísimo señor:

   He recibido las comunicaciones de vuestra excelencia de 6 y 11 del pasado, a un mismo tiempo y ambas muy atrasadas, a causa de los vientos contrarios. Dos días antes había recibido partes del señor general Santander y de su estado mayor, con varias cartas particulares del interior de la Nueva Granada. Todas convienen en que reina por todas partes el odio a los españoles y el entusiasmo por la libertad. Supongo que vuestra excelencia tendrá noticias más recientes, y estará informado de todo lo que ha expuesto el teniente coronel Cancino, que ha estado oculto en Popayán desde la entrada del enemigo, y ha venido últimamente de aquella ciudad, en donde se hallaba el gobierno español de Quito, a dar cuenta exacta del estado del país y de sus disposiciones favorables.

   La elección de diputados para el congreso por la provincia de Casanare, ha recaído en sujetos que parece no llegará el caso de que se reúnan. La del doctor Salazar es nula por el reglamento, que excluye a los que se hallan en colonias. La mía lo es en cuanto al efecto. Los señores Vergara y Uribe, o no vendrán del ejército o llegarán muy tarde. El señor Morales se ha quedado en el ejército y los suplentes no se sabe en dónde paran.

   Habiéndose determinado que fuesen dos diputados a Londres a negociar el empréstito decretado por el congreso, ha recaído la elección en los señores Peñalver y Roscio, que se preparan ya para partir.

   Por más que he deseado mandar un agente a Washington, aún no he podido encontrar los medios ni la persona. El señor Lino de Clemente llegará muy pronto a Margarita. Se manifiesta muy resentido del tratamiento personal que ha recibido. Lo más esencial es lo siguiente. Fue a Washington, y escribió inmediatamente una carta al ministro de relaciones exteriores anunciándole su carácter y solicitando una conferencia; el ministro mandó un secretario a casa de Clemente a preguntarle si él era el mismo Lino de Clemente que a nombre y sin poderes al efecto del gobierno de Venezuela había autorizado una expedición contra la isla Amelia, en donde se había establecido una República pirática, asilo de piratas y de toda especie de bandidos; que si era el mismo Lino de Clemente que se había declarado por el partido de la oposición contra el presidente, que había firmado en los papeles públicos tales y tales artículos injuriosos a su administración, que había caracterizado de criminal su conducta en la ocupación de Amelia, etcétera. Certificado de la identidad de la persona, le contestó el ministro que tenía orden de no tratar con él, Lino de Clemente, por las razones personales ya dichas, que indicó muy ligeramente. En vista de esta respuesta dice el señor Lino de Clemente que por consejo de varios amigos dejó de entregar la carta de vuestra excelencia al presidente. Parece por lo expuesto que en el gabinete de Washington hay disposiciones favorables a nuestra causa, y que sólo la conducta impolítica de nuestro agente ha impedido obtener esta vez una declaración positiva. Las cartas del señor Irvine confirman este concepto. El mismo se ofrece a facilitar un empréstito de 100.000 pesos en víveres al precio corriente por mayor en los Estados Unidos. Estoy haciendo los mayores esfuerzos para mandar cuanto antes un agente, que irá también encargado de este asunto.

   El señor Lino de Clemente insiste en que se apruebe su conducta en orden a los asuntos de Amelia, y dice que lo del presidente ha merecido la improbación general de los Estados Unidos. Yo pienso hacer todo lo contrario.

   Las comunicaciones de vuestra excelencia a los señores generales Urdaneta y Bermúdez, siguieron inmediatamente a sus destinos, la primera por mar, y el duplicado, que saqué, por tierra con la segunda. La falta absoluta de bestias retarda mucho la correspondencia con el señor general Bermúdez y de consiguiente con el señor general Urdaneta que regularmente se comunica por esta vía.

   Hemos tenido la desgracia de que la goleta Gambier que venía de Londres con el armamento de la expedición del comandante Elson, 600 quintales de pólvora y otros efectos militares, naufragara en la isla de Cangrejos, sin que el mal tiempo permitiera al George Canning y a otro buque que salían por Boca Grande, socorrerla. Sólo se salvó la gente. Mandé inmediatamente una goleta con un comisionado inteligente y activo, a ver lo que puede sacarse, y aún no hay tiempo para saber ningún resultado; 33 barriles de pólvora se habían recogido antes que llegara la comisión. Aunque esta pérdida no es a cargo del Estado, se harán los mayores esfuerzos por salvar todo lo que se pueda.

   Hasta ahora ha sido absolutamente imposible hacer las lanzas pedidas, porque no había siquiera un hombre en estado de trabajar. La estación es la más enfermiza que se ha visto. Ya se han comenzado a hacer, aunque temo que vayan demasiado tarde. En las misiones no ha quedado ni un herrero, y aquí apenas hay alguno capaz de trabajar.

   Como el señor Roscio, a quien yo había nombrado ministro interino de Estado y hacienda, va a partir, tendré que nombrar otro interinamente. Sírvase vuestra excelencia nombrar el propietario.

   Se da por cierto que el general Mac-Gregor ha entrado por Santa Marta con 2.000 hombres. El teniente coronel Rieux, al tiempo de embarcarse en Martinica para seguir a Francia con el señor Cortés Campomanes, cuya comisión no ignora vuestra excelencia, fue llamado para aquella expedición, y aceptó el destino que le ofrecieron en el estado mayor, marchando inmediatamente a ocuparlo.

   El general Cedeño se reunió a su excelencia el general Mariño con 300 hombres no completos. Después le han llegado más de 150. El malvado Cipriano Acosta, que se había hecho capitán de bandidos, le causó una deserción considerable, deteniéndolo en el paso del Orinoco por haberle robado los mejores caballos. Se le persiguió, se le atacó, fue hecho prisionero, se escapó, y en esta persecución fue muerto. El señor general Bermúdez mandó un refuerzo al ejército de Oriente; pero no han llegado al cuartel general más que ciento y tantos hombres. Pasa ya de 2.000 este cuerpo de ejército, y anuncia últimamente que va a marchar sobre Barcelona, seguro de no encontrar un grande obstáculo, porque Arana, que puede oponérsele, tiene muy poca gente.

   Después de las últimas comunicaciones que dirigí a vuestra excelencia, no se han tenido otras de Margarita.

   Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

Francisco Antonio Zea

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 16, p. 397.

 

399

TOMADAS MEDIDAS PARA LA MARCHA

Tame, 13 de junio de 1819 9°

   Al señor general Páez

   Ayer tuve la satisfacción de reunirme aquí con el señor general Santander, y mañana llegará también todo el ejército que está hoy en Betoyes.

   Por las últimas noticias que tenemos de la Nueva Granada el enemigo ha reforzado el punto de La Salina, con 200 hombres de la tropa que existía en Soatá. Con este refuerzo, la fuerza de La Salina asciende a 600 hombres de la mejor tropa que tiene el enemigo. Este es el cuerpo más considerable que ha quedado a nuestro frente, porque los demás destacamentos son débiles, y el cuerpo principal del ejército se ha retirado hacia Santafé, evacuando a Sogamoso.

   A pesar de ser el camino de La Salina el que está más cubierto y fortificado, estoy decidido a hacer mi marcha por él, así porque es el más breve y mejor, como porque ofrece mil comodidades para las tropas que pernoctarán siempre en poblado, y sufrirán poco el rigor de los páramos, por ser menos fuertes y no tan largos.

   Todas las medidas están tomadas para emprender de aquí la marcha el día 15 sin falta. Los prácticos convienen en que dentro de 15 días estaremos en Sogamoso por lentas que sean las marchas. Estoy, pues, cierto, de que el 27 a más tardar habré llegado a Sogamoso, y usted debe ocupar a Cúcuta un poco antes, es decir, entre el 25 y el 27.

   Ninguna noticia he recibido de usted ni del señor general Torres, ni de Angostura, desde que salí de Arauca. Es probable que usted haya tenido algunas que espero me las dirija a la mayor brevedad. Recomiendo además a usted que antes de marchar de ahí prevenga con el mayor encarecimiento a todos los jefes que queden, que me remitan sin dilación todas las correspondencias que vengan para mí.

   Dios, etcétera.

Bolívar

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 16, p. 400

 

400

PAEZ RATIFICA RESPALDO

Guasdualito, 19 de junio de 1819

   Señor general de división Francisco de Paula Santander

   Mi querido amigo y compañero: Contesto su apreciada del 4, fechada en Tame; ya considero satisfechos sus deseos a la llegada del general Bolívar. ¡Quiera el cielo que la Nueva Granada consiga el fin de sus padecimientos y afiance después la libertad de la heroica Venezuela para que unidas tributen vítores a sus libertadores!

   Supongo a usted impuesto del acaecimiento de Guaca por mi comunicación oficial con el comandante Aug. (sic) al compañero que sólo mi deseo de destruir al enemigo me hubiera hecho emprender contra un país cuya destrucción no está sujeta a reglas militares sino al arrojo de unos soldados siempre vencedores. Una situación fuerte; unas montañas incultas; un lugar sin caminos; unos fangales intransitables y unos bosques brotando fuego, he aquí lo que tuve que vencer; pero al fin todo se superó, todo cedió al ímpetu de mi tropa y los enemigos o tienen que fundar de nuevo o acogerse a otra guarida.

   Cuánto siento ver entorpecida mi marcha a Cúcuta por inconvenientes que de seguro nos pondrían en el borde del precipicio; mi fuerza destruida y perdido el bajo Apure, sería precisamente el resultado que sufriríamos. Mil hombres en Pedraza, están de espectadores de este movimiento; ocuparían bien la Boca del Monte, bien seguirían también a Cúcuta y tiene usted mi destrucción cierta, al paso que las fuerzas de Nutrias, que intentan venir al Bajo, no tendrían ni obstáculo para hacerlo; si reunidos los enemigos en Pedraza tratan de aproximarse al reino, yo voy a entorpecer este movimiento marchando hacia ellos por Barinas. Este acaecimiento me impide dar a usted una prueba de cuánto aprecio sus recomendados, a mi entrada a Cúcuta. Habría sabido distinguir el mérito de aquel pueblo patriota y colocar en el lugar que merecen las familias que usted me recomienda, aunque su nombre sólo habría bastado a mi consideración.

   El jefe que usted encarga de esa provincia puede estar seguro que de ésta se le prestarán cuantos auxilios exija; así puede usted prevenírselo.

   Compañero: en cualquier distancia puede usted recordar el nombre de Páez como un monumento de aprecio a su persona; yo sabré conservar una amistad tan agradable, y usted tendrá siempre pruebas del decidido afecto de su compañero y amigo,

José Antonio Páez

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 2, p. 163-164.

 

401

BOLIVAR INVADE A BARINAS, SE DICE

(Reservada)

Calabozo, 20 de junio de 1819

   Mi estimado La Torre: después de haberse desvanecido las noticias de Bolívar para Barinas, resulta ahora que este señor se dice está en Guas-dualito con Páez y que parece tienen ánimo de invadir la provincia de Barinas, o caso de entrar para la sierra de San Camilo hasta Cúcuta y ponerse en comunicación con Santander que prospera por Casanare y penetró parte de su gente hasta las inmediaciones de Chocontá por la indolencia y apatía del señor Barreiro que nos va dando chasco este último plano. Creo más bien emprenda Bolívar durante las aguas y bajadas estas reforzado al extremo de caer otra vez sobre Guasdualito y siempre está en comunicación con Guayana por el Arauca y Meta. En este caso será preciso fortifiquemos al momento Acachuta (sic) y que no pasasen ni las Vatas (sic) para quitarles ambas vías todo recurso tanto de Cazues a Guayana (sic), como municiones y armas del reino allá veremos, pero ya estoy muy desazonado con el señor Barreiro que ha dejado fomentar a Santander con no haberse movido hasta abril cuando iban ya a principiar las aguas. Sierra es su mecenas, ¡y quién sabe si este hombre será todavía liberal!, yo no me fío de nadie. El virrey, el pobre, está incomodísimo con estas cosas y el desembarco de Portobelo para MacGregor y la poca confianza que se puede tener en Flores con lo que pasó en Cartagena.

   Considérese usted mi amigo qué contento me tendrán estas cosas, por otro lado agobiado de tanto maldito papel y la correspondencia de la corte, que no me deja resollar y quiere usted que vaya yo ahora a esa capital para que me vayan a hacer muchas cortesías y cumplidos sin dejarme trabajar.

   Pardo le vino la orden para que pasase al Perú en su clase de brigadier, esta es la fecha que esperaba y la capitanía general aprobada en él para hacer viento al ejército y proteger las insurgencias y las picardías de ese pueblo en donde no tienen más que la intriga y el enredo y si usted va a dar oídos lo volverán loco; no por esto digo que cualquier cosa que no se la deje de advertir a Correa por si es que él lo ignora.

   Real no se ha portado bien, me ha estado ocultando el dinero que percibía su división de las administraciones de San Carlos y otras cuando todo el mundo parecía, pareciendo que las demás tropas servían a otro monarca; además el invierno pasado ha estado tomando diariamente un medio y de cuando en cuando algunas cuartas de paga. Vicente Bausá es muy taimado y seduce a Real a cometer disparates poco legales porque este es un comidilla y su ambición no tiene límites.

   Va la orden para usted de jefe de estado mayor y convendrá se venga porque este es otro ramo que está bien desarreglado los húsares y Castilla tomarán la la. división los reales: Pereira la 2a. que va a reunir 1.000 infantes y 200 caballos de su batallón que unido con Arana puede hacer mucho.

   Aldama tiene su pasaporte para Maracay, según solicitó y ya le diré sobre este señor.

   De usted suyo,

Morillo

(Rúbrica)

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo del general Miguel de la Torre, t. 3, p. 126-127.

 

402

TOMA DE PORTOBELO, GRAN ACONTECIMIENTO

Angostura, 22 de junio de 1819

   Para el señor Guillermo White

   Mi respetado y querido amigo:

   Dirijo a usted una carta muy atrasada del presidente, que he recogido entre los papeles de nuestro difunto amigo Palacio, encargado de remitírsela. No por eso la ha leído otro, porque él tenía mucho orden y mucha reserva en los papeles. Luego que se sintió enfermo los selló todos, hasta una carta que había comenzado para usted. ¡Qué pérdida hemos hecho en este joven tan juicioso, tan moderado, tan lleno de virtudes!

   Por más que yo deseo desahogarme un poco para hablar largamente con usted no puedo conseguirlo. Se pasará el tiempo para que el gobierno tome la marcha conveniente. La gente está mal habituada, y costará mucho hacerla comprender que es un mal empeñarse en que el jefe principal sea juez de primera instancia, administrador, guarda almacén y todo lo que no debe ser para poder gobernar. Dice muy bien el ilustre Bentham, que metáforas han pervertido los principios del gobierno y de la política. La idea de ocurrir a la fuente es la causa de este trastorno, así como la de madre-patria que él cita ha hecho nacer obligaciones quiméricas, que repugnan igualmente a la razón y a la naturaleza.

   La toma de Portobelo por Mac-Gregor, que usted habrá leído en la Gaceta de Jamaica, es el acontecimiento más importante de la guerra de la independencia. No saben los españoles lo que han perdido ni MacGregor mismo lo que ha hecho. Acabo de recibir cartas de comerciantes de Kingston, que manifiestan haberse allí apreciado en todo su valor este suceso capital, que acredita la opinión antigua de la predilección de la fortuna por los locos. Empresa más temeraria no se ha concebido jamás, y sin embargo ha tenido el más completo y brillante resultado. Una fortaleza inexpugnable se ha entregado sin resistencia a un puñado de hombres inferiores a su guarnición. La circunstancia de haber puesto de gobernador a un hombre del juicio y de los talentos de Elias López, que me honro en contar entre mis discípulos, me hace esperar que se conservará a toda costa este importante punto, que a esta hora debe de haber sido atacado por 2.000 hombres, que iban a salir de Cádiz para socorrer a Lima. Consta por una extensa correspondencia que hemos interceptado, salida de Cádiz el 6 de abril, que en este auxilio se fundaba toda la esperanza de la defensa de aquella capital, que en seis meses nada puede recibir por el cabo de Hornos. La conservación de Portobelo por los patriotas debe ser el voto más ardiente de los amigos de la independencia. Sin pensarlo he apurado la paciencia de usted con un párrafo tan largo sobre este acontecimiento.

   Nuestra campaña de este año nada tiene de brillante, a excepción de un solo rasgo; y sin embargo, los resultados son más ventajosos que en todas las anteriores. Está probado que éste es el género de guerra que nos conviene, y sobre cuyo suceso puede contarse con seguridad; pero por desgracia no es el que acomoda a nuestros jefes ni a la misma tropa. A excepción de uno u otro individuo capaz de calcularlos más han sufrido con repugnancia que el presidente los haya tenido en marchas y contramarchas continuas, dividiéndose y subdividiéndose en partidas, huyendo de los cuerpos considerables, y atacando y destruyendo los pequeños. Pero así es como se ha logrado interceptar a Morillo un inmenso convoy de víveres que le venía de la Nueva Granada, privarle de un refuerzo de 4.000 veteranos, que venía a reunirse por Casanare, conservar esta importante provincia, obligar por el hambre y por la fatiga a que se pasasen a nosotros batallones enteros, se dispersasen otros y huyesen los restantes, dejando libre al general Santander el paso difícil de la cordillera. Así es como se ha molestado tanto a Morillo, que ha tenido que retirarse con más de 1.500 hombres de pérdida, desmoralizado su ejército por los trabajos y fatiga continua, disgustados sus oficiales, desconceptuado él mismo porque en la milicia sólo se juzga por los resultados, y desesperado al ver frustrado por pequeños incidentes un gran plan, de cuyo suceso no dudaba ni parece que debía dudar. Los acontecimientos y el tiempo nos han descubierto este plan, en mi concepto, tan vasto, como bien calculado, y admirable. Iba a hablar de él pero es asunto para más despacio: ocurren otras cosas, y urge la salida del buque en que va ésta.

   El señor Nátera fue encargado de vender un poco de ganado, comprar algunos efectos, y entregar a usted el dinero restante en depósito. El mismo encargo hago ahora al hijo del señor Vallenilla. Celebraré saber cuanto antes a qué cantidad ascienden estos fondos para disponer de ellos según la urgencia de nuestras muchas necesidades. Me he tomado la libertad de dar a usted esta incomodidad, porque no tengo de quién valerme en ésa, en donde a nadie conozco y con nadie tengo correspondencia, pues Salazar está siempre diciendo que se viene, y queda la duda de si lo habrá verificado.

   Me olvidé de encargar a Nátera papel para escribir y para la Gaceta, que está suspendida porque no avisó el impresor su falta con anticipación. Hágame usted el favor de hacer cuanto pueda por proveernos cuanto antes de este artículo tan necesario, especialmente del que conviene para la Gaceta.

   El general Mariño ha dado parte de haber destruido completamente en la cantaura la división de Arana, que debía reunirse a las fuerzas españolas de Calabozo para invadir esta provincia. Sólo escaparon 100 hombres, otros 100 fueron prisioneros, 1.000 quedaron muertos y algunos heridos. 500 fusiles, todos los equipajes, caballos, papeles, muchas municiones y otros efectos de guerra quedaron en nuestro poder. No hay tiempo para más.

Francisco Antonio Zea

   Páselo usted bien, mi venerado y querido amigo, y mande a su mayor apasionado,

Francisco Antonio Zea

 

FUENTE EDITORIAL:
Blanco y Azpurúa, 1978, t. 7, p. 107.

 

403

HABLAN DOS DESERTORES: CARTA DE JOSE BAUSA A BARREIRO. SAN CRISTOBAL, 25 DE JUNIO DE 1819

Pamplona, 26 de junio de 1819

   Señor comandante general de la 3a. división del ejército expedicionario

   Segundo. El comandante militar de los valles de Cúcuta en oficio de 25 del que expira me dice lo siguiente: "El comandante de la villa de San Cristóbal, con fecha de 23 del corriente, me dice lo que copio: Hoy a las seis de la noche se me han presentado dos soldados que se le han desertado a los enemigos de la montaña de San Camilo en la retirada que hicieron del puerto de Tello. Estos han sido soldados del 3er. batallón del Rey y los cogieron prisioneros los rebeldes en el llano. Entrambos traen sus armas: Pedro Vásquez una carabina y Narciso Bonilla un fusil; este está inútil. Mañana saldrán para esa los dos individuos para que usted se imponga por ellos de la situación del enemigo y ponga todo en noticia del señor gobernador. No puedo menos de recomendar a usted a estos individuos, fieles vasallos del rey, y también al tambor, para que lo haga presente al señor gobernador, que los tres de quien hago relación me han suplicado que quieren quedar en mi compañía, y en premio de su lealtad al soberano espero se les conceda lo que solicitan.

   Las dos armas las dejo en mi poder para reponer dos que están descompuestas. Me han dicho estos que el paisano Camacho y los compañeros que cogieron con él, se les huyeron a los rebeldes también en la montaña. Y habiendo en efecto verificado la remesa de estos individuos con fecha 24, les he recibido juramento con arreglo a ordenanza, separadamente, y de sus deposiciones resulta lo siguiente:

   DECLARACION

   Pedro Vásquez, natural de la ciudad de Ibagué del Nuevo Reino de Granada, soldado del 3er. batallón del Rey, fue destinado al de Castilla en la villa de San Carlos, provincia de Caracas; y habiendo salido a campaña con el ejército del excelentísimo señor general en jefe, le cogieron prisionero los enemigos el día 17 de febrero del presente año en las mangas Marrazeñas, del otro lado del Arauca, yendo a buscar leña con otros compañeros para asar la carne. Que éstos le tuvieron preso más de un mes amenazándole de quitarle la vida, y por último le destinaron al escuadrón de carabineros, nombrados de valientes, al mando del coronel insurgente Ranjel, en el que ha permanecido hasta el 8 del corriente; que hallándose en el puerto de Tello con un destacamento al mando del mayor Paredes, determinó desertar y venirse a buscar las tropas del rey con su carabina y cartuchera, lo que verificó en compañía de Narciso Bonilla, del mismo escuadrón, quien había corrido la misma suerte que el que declara. Y siendo preguntado por las fuerzas y parajes que ocupaban los enemigos, dijo:

   Que Simón Bolívar se reunió a Páez en el pueblo del Mantecal de donde emprendieron su marcha a Guasdualito, en cuyo pueblo se separó Bolívar con 800 hombres, 600 de infantería y los restantes de caballería, inclusive en los primeros un batallón de 300 ingleses, dirigiéndose según manifestaban a Casanare para reunirse a Santander y atacar el reino. Que Páez con 700, 400 húsares armados de fusil y cartucheras y 300 de su guardia de honor, salió de Guasdualito para San Camilo, ordenado por el coronel Aramendi se dirigiese hacia Barinas a llamar la atención de la 5a. división del ejército expedicionario, con 100 caballos; pero que antes de llegar a dicha montaña, ya se le habían desertado cerca de 100 hombres a Páez; que en la entrada del monte, se separó el que declara con el mayor Paredes, siete oficiales y 40 soldados para el puerto de Tello con el fin de cortar la retirada a los guaqueños, cuyo punto iba a atacar dicho Páez.

   Que en el indicado puerto permaneció dos días, al fin de los cuales recibió Paredes orden de Páez para regresar y unirse en Guasdualito, manifestándole de oficio que había atacado dos veces a Guaca y que no habían podido entrar y solo había cogido siete canoas, por lo que determinaba no atacar a dicho punto hasta que se repusiere su caballería y bajasen los nos y caños, que entonces pasarían a divertirse a la villa de San Cristóbal y valles de Cúcuta.

   Que en esta retirada se escapó, como lleva dicho, con su compañero Bonilla desde en medio del monte, yendo de guardia de siete paisanos que habían cogido con sus cargas en dicho puerto de Tello, los cuales les consta se huyeron igualmente y entre ellos un tal Camacho, quedando solo en poder de los enemigos un muchacho criollo de Guasdualito.

   Que es cuanto puede decir. Su compañero Narciso Bonilla, a quien en los mismos términos recibí juramento, ha manifestado lo mismo sin discordar en nada y por esta razón excuso el estampar su declaración, mayormente cuando ninguno de los dos pueden autorizarlas con sus firmas por no saber escribir. Todo lo cual pongo en noticia de usted para su reconocimiento y que resuelva de dichos pasados lo que tenga por conveniente.

   Lo que transcribo literal a vuestra señoría para su debido conocimiento, y si a estos pasados los detengo en ésta cuando lleguen o sigan a la disposición de vuestra señoría para de nuevo examinarlos.

   Dios guarde a vuestra señoría muchos años.

José Bausá

 

FUENTE EDITORIAL:
Friede, 1969, p. 41-43, No. I6-B.

 

404

OFICIO EN QUE SE RECOMIENDA ATACAR A PAYA

   "... Señor general en jefe Francisco de Paula Santander. Del comandante de Cazadores C.N.G. Mi general: Acabo de recibir el adjunto que remito, del capitán Alfonso. Tengo averiguado la ida de Marroquín; se echan a mucho apretar dos días y medio; supuesto a que no son nada más que trescientos, bueno será atacarlos previo gusto de usted. Con eso nos dejan de incomodar, tanto de frente como por retaguardia; me comprometo a batirlos; con que si usted lo determina aguardo la orden antes que se vayan; de frente se le puede apretar, pero por retaguardia tenemos dos ventajas, pues podemos tomar las trincheras. Yo aguardo aumentar mi batallón con los de Paya o Salinas. Soy de usted su amigo invariable.

A. Arredondo

Jomos, 14, a las 8 de la noche"...

 

FUENTE DOCUMENTAL:
Academia Colombiana de Historia, Sección de Archivos y Microfilmes. Saldo Archivo Santander, legajo 1, folio 12a.

 

405

INFORME DE DON JUAN FIGUEROA

   ... "El enemigo en número de mil doscientos infantes y como doscientos caballos se presentaron en el Volador, desde cuyo punto mandé se emprendiese la retirada, haciéndome firme en el puente, en donde he sostenido el fuego desde las tres de la tarde hasta ahora que son las cinco y media y aún continúa. Esta noche hago ánimo de retirarme hacia Labranzagrande. Al capitán don Vicente Savalié del segundo batallón del Rey que se halla en Labranzagrande, le mando se una a mí. Son necesarias más fuerzas y municiones para contrarrestarlos. De las novedades que vayan ocurriendo daré a vuestra excelencia continuos partes.

   Dios guarde a vuestra señoría muchos años.

   Casa de la inmediación del puente de Paya, 27 de junio de 1819, a las seis menos cuarto de la tarde.

   Juan Figueroa y Ladrón"...

 

FUENTE DOCUMENTAL:
Archivo General de Indias, Cuba, legajo 747, recopilado por Salamanca Aguilera, t. 2, p. 70.

 

406

RELATO DE O'LEARY

   ... "El 27 de la vanguardia dispersó una fuerza realista de trescientos hombres, ventajosamente apostada frente a Paya, pueblo de la cordillera. Esta formidable posición pudo crear el paso al ejército, el destacamento realista era más que suficiente para defenderla contra seis mil hombres, pero la timidez del comandante español salvó al ejército y dejó a Bolívar libre el camino de la Nueva Granada"...

 

FUENTE DOCUMENTAL:
O'Leary, Daniel Florencio (Narración), Caracas, 1952, t. 1, p. 565.

 

407

APUNTE DE OBANDO EN SUS MEMORIAS

   ..."En Paya tuvimos el primer encuentro con las tropas españolas, las cuales fueron rechazadas y se retiraron por la vía de Labranzagrande a Sogamoso"...

 

FUENTE DOCUMENTAL:
Obando, Antonio. Autobiografía y "Apuntamientos para la Historia" en Boletín de Historia y Antigüedades, Bogotá, marzo de 1913, t. 8, No. 94, p. 601.

 

408

RETIRADA REALISTA LUEGO DE LA BATALLA DE PAYA

   "Columna de Paya. Ya signifiqué a vuestra señoría en el mío de ayer que el enemigo en número de mil doscientos infantes y doscientos caballos se presentó por el camino de Morcote como a las once de la mañana del día de ayer, dividiéndose en dos trozos la infantería para tomar un camino que está en el Llano de Miguel por detrás de los cerros, que viene a dar a la parte superior del Castillo. Desde el Volador vino retirándose una avanzada de cincuenta hombres sosteniendo al enemigo, dispuse mi retirada, haciendo pasase todo individuo el río como igualmente todas las familias de aquel pueblo, a excepción de 2 hombres que con el capitán Castañeda mandé quedasen en observación y sosteniendo la subida que está detrás de la iglesia de Paya, previniéndole emprendiese una retirada luego que el enemigo se avistase en las alturas, la que verificó a las dos y media de la tarde; por consiguiente quedó la población por ellos y disponiendo mi tropa del modo conveniente de este lado del río se rompió el fuego el que duró hasta las siete y media de la noche. En seguida emprendí mi retirada para este punto, después de haber cortado el puente en donde permanezco. La pérdida del enemigo en las cuatro horas y media de vivísimo fuego debe ser considerable, mas hasta la fecha se ignora; la nuestra consiste en cuatro muertos, catorce heridos y cinco dispersos; entre los segundos el sargento primero Domingo Cal y segundo Antonio Reina, del Tambo, y de la quinta del Rey el sargento primero José Somontes, y segundo Francisco Juárez. Todos los señores oficiales y tropa se han portado con el honor que les es propio; el distinguir alguno faltaría a mi deber. Las armas del rey han quedado en el lugar que les corresponde y puedo asegurar a vuestra señoría que el enemigo, lejos de traer la fuerza que indico, la conjetura es mayor número. Espero que vuestra señoría remita más fuerzas y municiones pues esta columna, incluso la compañía de granaderos del segundo del Rey, que la he incorporado en este punto, tiene para batirse 310 plazas. Espero que vuestra señoría me dé las órdenes necesarias. El camino de Pisba queda en descubierto para lo que he oficiado a Soatá a fin de que estén vigilantes. Todos los puntos así el de Pisba que se dirige a este punto, como otros, están cortados a excepción del de este pueblo. Carecemos de todo vivere; este pueblo tiene que suministrarlos. En este momento que son las ocho de la noche acabo de saber que el enemigo pasó el río de Paya y que se dirige sobre este pueblo; por la mañana haré salir todas las familias y heridos. Dios guarde a vuestra señoría muchos años.

   Labranzagrande, 28 de junio de 1819.

Juan Figueroa y Ladrón.

   Señor comandante general de la tercera división,

José María Barreiro".

 

FUENTE DOCUMENTAL:
Archivo General de Indias, Cuba, legajo 747, recopilado por Salamanca Aguilera, t. 2, p. 73-74.

 

409

SUCESO QUE INICIO LA CAMPAÑA

   ..."Todas, nuestras operaciones se limitaban a marchar por país amigo, hasta el 27 que atacó la vanguardia el destacamento de trescientos hombres que tenía aquí el enemigo. Este suceso ha dado principio a la campaña de la Nueva Granada, y si los primeros sucesos pueden ser presagios del resultado de una empresa, el de la nuestra será el más feliz: trescientos hombres de la más selecta infantería enemiga han sido desalojados de esta posición, tan fuerte por la naturaleza, que cien hombres son bastantes para detener el paso a diez mil"...

 

FUENTE DOCUMENTAL:
O'Leary, Daniel Florencio. Memorias, Caracas, 1881, t. 16, documento 709, p. 405.

 

410

MARCHA LIBERTADORA

Paya, 30 de junio de 1819

   Simón Bolívar, presidente de la República, capitán general de los ejércitos de Venezuela y Nueva Granada, etcétera...

   A los habitantes de Nueva Granada

   Granadinos:

   Un ejército de Venezuela, reunido a los bravos de Casanare, a las órdenes del general Santander, marcha a libertaros. Los gemidos que os ha arrancado la tiranía española han herido los oídos de vuestros hermanos de Venezuela, que, después de haber sacudido el yugo de nuestros comunes opresores, han pensado en haceros participar de su libertad. De más remotos climas una legión británica ha dejado la patria de la gloria para adquirirse el renombre de salvación de la América. En vuestro seno, granadinos, tenéis ya este ejército de amigos y bienhechores, y el Dios que protege siempre la humanidad afligida, concederá el triunfo a sus armas redentoras.

   Granadinos:

   Vosotros en los años pasados sucumbisteis bajo el poder de aquellos aguerridos tiranos que os envió Fernando VII con el feroz Morillo. Este mismo formidable ejército, destruido por nuestros triunfos, yace en Venezuela: vosotros solos sostenéis la crueldad de vuestros tiranos; pero vosotros sois granadinos, sois patriotas, sois justos; vosotros volveréis, pues, contra los españoles esas armas de maldición que os habían confiado para que fueseis vuestros propios verdugos.

   Granadinos:

   El ejército libertador está convencido de vuestros sentimientos liberales: sabe que vosotros habéis sido más bien las víctimas que los instrumentos de los tiranos. No temáis, pues, nada de los que vienen a derramar su sangre por constituiros en una nación libre e independiente. Los granadinos son inocentes a los ojos del ejército libertador, del congreso y del presidente de la República. Para nosotros no habrá más culpables que los tiranos españoles, y ni aun éstos perecerán, si no es en el campo de batalla.

Bolívar

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 16, p. 407.

 

411

DE JUAN FIGUEROA A BARREIRO

Labranzagrande, 2 de julio de 1819, a las tres de la tarde.

   "Columna de Paya. Ahora que serán las 3 de la tarde acaba de llegar uno de los vigías que he mandado sobre Pisba, y que me dice que en aquel pueblo hay como quinientos insurgentes y que traían algún ganado, sin dar más explicación. Por el camino de Paya no hay hasta esta fecha novedad alguna. Lo que aviso a vuestra señoría para su conocimiento. Dios guarde a vuestra señoría muchos años.

Juan Figueroa y Ladrón"

 

FUENTE DOCUMENTAL:
Archivo General de Indias, Cuba, legajo 747, recopilado por Salamanca Aguilera t. 2, p. 96.

 

412

SE CONSOLIDA LA UNION

Angostura, 4 de julio de 1819

   A su alteza real el duque de Sussex, etcétera...

   Señor:

   Aunque hace mucho tiempo que no tengo el honor de escribir a vuestra alteza real nunca he dejado de informarme de su salud, y he sabido con la mayor satisfacción, que ésta ha sido tan buena que le ha permitido continuar los dignos esfuerzos que siempre han distinguido la carrera pública de vuestra alteza real y que tanto ha contribuido a la felicidad de la nación. ¡Que el regulador Todopoderoso de los acontecimientos humanos, conserve a vuestra alteza real, para que sea como siempre ha sido, el amigo y protector de la libertad civil y religiosa, el consuelo de los pobres y de los afligidos y el Mecenas de toda ciencia útil y agradable!

   Ninguna circunstancia, ninguna distancia podrá borrar jamás de mi memoria las numerosas pruebas de condescendencia (me habría casi atrevido a decir de amistad) con que me ha honrado el ilustre hijo de mi venerado y amado soberano, y en la última hora de mi existencia me acordaré de ellos con orgullo y entusiasmo.

   El coronel, ahora general, English, ha referido con los más vivos sentimientos de gratitud, lo mucho que debe a vuestra alteza real y atribuye en mucha parte el éxito de su empresa a la protección que vuestra alteza real se sirvió dispensarle. El y sus tropas han causado la mayor satisfacción al general Urdaneta, bajo cuyas órdenes están; de un día a otro esperamos la noticia de su desembarco en la costa de Cumaná, pues según los últimos informes se hallaban inmediatos a ella.

   Muchos acontecimientos muy importantes han ocurrido en este país, después de la última carta que tuve el honor de escribir a vuestra alteza real; el progreso de la emancipación americana ha sido constante y sólido, de lo que habrá sido sin duda informado vuestra alteza real por los papeles públicos.

   El más digno de atención es sin duda la instalación del congreso nacional en esta ciudad el 15 de febrero último, con cuyo motivo dio el general Bolívar una prueba tan brillante de moderación y patriotismo como no se encuentra en los anales de ningún país. El discurso que pronunció le hace honor infinito por el buen sentido, la liberalidad y las ideas racionales de libertad contenidas en él, y no tengo duda de que esto contribuirá a remover las preocupaciones que varias personas de buena intención han conservado contra la causa. En obsequio de su excelencia tuve el placer de traducirlo al inglés, y hace algún tiempo que me tomé la libertad de remitir un ejemplar a vuestra alteza real, que espero habrá recibido. En esta ocasión envío otro.

   El congreso ha hecho considerable progreso, discutiendo y adoptando la constitución propuesta por el general Bolívar, formada sobre el modelo de la inglesa, que abraza los principios gloriosos de libertad, de religión, libertad de imprenta y el juicio por jurados, paladión de los derechos públicos.

   He asistido muchas veces a las sesiones del congreso, y siempre he observado un grande espíritu de libertad y de independencia que visiblemente va aumentándose. Las deliberaciones se hacen con mucho decoro y regularidad, lo que se puede atribuir en parte a la solidez y formalidad del carácter nacional. Entre sus miembros hay varios de talentos eminentes y algunos de grande experiencia. El presidente actual es el doctor Juan Germán Roscio, hombre muy respetable, de alguna celebridad en el mundo literario, y de un espíritu en extremo independiente e ilustrado. Es uno de los cuatro diputados a las cortes, que después de haberse escapado de las cárceles de Ceuta, fueron entregados al gobierno español, y obtuvieron su libertad por los dignos esfuerzos que hicieron en la cámara de pares de Inglaterra, los nobles amigos de vuestra alteza real, lord Granville y lord Holland.

   El congreso todo, en fin, se compone de hombres moderados y de buen sentido que tienen las mejores intenciones posibles y manifiestan ideas racionales y practicables de libertad, muy diferentes de aquellas teorías desenfrenadas de los revolucionarios franceses, que después de haber empapado la Europa con tanta sangre humana, acabaron por el despotismo más absoluto.

   Jamás ha obrado el general Bolívar más políticamente, ni dado un golpe tan decisivo al gobierno español, como reuniendo la representación nacional. Ha fijado para siempre su reputación, obrando como hombre grande y como virtuoso ciudadano; y ha excitado y dado tal consistencia al carácter nacional, que asegurará pronto a Venezuela su completa independencia.

   Como inglés, y amante decidido de mi patria, no puedo menos de sentir cierto orgullo, con las alusiones frecuentes a las instituciones británicas y a su historia. Si una ley o un reglamento debe adoptarse, sus buenos efectos en la Gran Bretaña se presentan como el más fuerte argumento; y si una proposición ha de rechazarse se cita la historia de la Gran Bretaña como razón. Nuestro país ha llegado a la cumbre de la grandeza terrestre; la Gran Bretaña se presenta como ejemplo que debe seguirse; se le considera como la protectora de los derechos del género humano, y cuando una nación lucha por ser libre se dirige a ella buscando apoyo y auxilio. Quiera el cielo que siempre permanezca así, y que su gloriosa constitución, fundada en los principios que colocaron a la casa de Brunswick sobre el trono, sea tan duradera como las rocas que cercan sus costas; y que sus hijos resistan las tentativas de los que quieran subvertirla, con tanta firmeza, como con la que esas rocas han rechazado el furor del océano tempestuoso.

   El sistema adoptado en esta campaña por el general Bolívar ha producido los mejores y más importantes resultados. Evitando estudiosamente una batalla campal, con fuerzas muy inferiores, por su modo fabiano de hacer la guerra, ha forzado a Morillo a abandonar las posiciones del Arauca y Apure y a retirarse con pérdida de toda su caballería y con su infantería fatigada, desalentada y disminuida por los incesantes ataques del terrible Páez que con sus lanceros de los llanos, aparece y desaparece casi en el mismo instante por el frente, por los flancos, por retaguardia.

   La retirada de Morillo y las ventajas decisivas obtenidas por el general Santander en Casanare, han abierto el camino de la Nueva Granada para donde ha marchado el general Bolívar. Varias provincias de aquel virreinato están insurreccionadas y por diversas noticias auténticas que se han recibido, bastará la sola presencia del general Bolívar para ponerlo en posesión de todo el país. Las crueldades cometidas por los españoles en la Nueva Granada han sido tan horribles, tan atroces, que toda la población se ha levantado indignada, y el total exterminio de sus opresores será el resultado.

   Desde que se interrumpió la comunicación con España, Morillo ha mantenido su ejército con los recursos que sacaba de la Nueva Granada; ahora se verá privado de ellos, y su expulsión de Caracas es la consecuencia natural, sin tener en cuenta las fuerzas numerosas que se están reuniendo y avanzando contra él.

   El 12 del pasado el general Mariño derrotó completamente en la Cantaura el cuerpo más fuerte de tropas que ha tenido Morillo en la provincia de Barcelona. De 2.000 hombres de que se componía, la mitad quedó en el campo de batalla, y el intrépido Mariño que en aquel día hizo prodigios de valor personal, conduciendo sus tropas en lo más recio del combate, quedó dueño del campo, de todos los heridos del enemigo, sus banderas, caja militar, etcétera. El general Bermúdez se ha incorporado después al general Mariño con la división de su mando y se hará sobre Caracas un movimiento simultáneo con las fuerzas de Margarita que están a las órdenes del general Urdaneta y de que hace parte la división del general English. La escuadra venezolana que es muy superior a la de los godos, y está equipada y tripulada con el mejor orden, también cooperará bajo el mando del almirante Brion.

   Por esta reseña de cuya exactitud doy fe, pues la he tomado de fuente fidedigna, observará vuestra alteza real que la causa de los patriotas jamás ha tenido un aspecto tan favorable, pudiéndose calcular que la emancipación completa de estas hermosas regiones se realizará muy pronto.

   El acontecimiento más importante es sin duda la marcha del general Bolívar sobre la Nueva Granada: a fines de mayo salió para Casanare y a mediados del mes pasado debió reunirse con el general Santander para seguir al reino en auxilio de las provincias insurreccionadas. El enemigo no puede presentar en todo aquel territorio más de 4.000 hombres, la mayor parte naturales sin opinión en favor del rey y desmoralizados por el ejemplo de sus paisanos, que en Casanare se pasaban en masa a Santander. Los pueblos son decididamente patriotas, y el ejército unido independiente es tan respetable y tan superior que no puede dudarse de un resultado feliz. La diversión causada por la toma de Portobelo por el general Mac-Gregor, las noticias del ejército de Chile, y sobre todo, la reacción de la opinión pública, obran poderosamente en favor del objeto que se propone el presidente.

   En efecto, el aspecto político de la República ha cambiado con la instalación del congreso, y este paso ha quitado al enemigo la esperanza de la discordia y de la división de los patriotas. Se empieza ya a consolidar un sistema regular y a poner fin a la revolución.

   Ya están incorporados en el congreso los diputados de Casanare, una de las provincias de la Nueva Granada, y se esperan los de las demás, a proporción que vayan recuperando su libertad. La paz y la concordia reinan por todas partes entre los independientes, y la unión de la Nueva Granada y Venezuela no es ya sólo una esperanza, sino una realidad.

   La unión de Venezuela y Nueva Granada que es uno de los objetos preferentes que llaman la atención del congreso, trae ventajas incalculables por la fuerza de 3.000.000 de habitantes y por los recursos reunidos de un vasto territorio, apoyado sobre los dos mares, con infinitos puertos cómodos en ambos, una admirable variedad de climas que prodigan cuanto la naturaleza produce, atravesado por infinidad de ríos navegables que facilitan su comercio interior, abundante en maderas exquisitas y en minas de los más preciosos metales, con una población industriosa y morigerada y dueña de la comunicación del Atlántico y el Pacífico.

   Expulsados los españoles de la Nueva Granada, serán privados de los recursos con que hasta ahora han sostenido la guerra en Venezuela, y sin los cuales Morillo no hubiera podido mantenerse. Hace mucho tiempo que ha perdido la esperanza de recibir auxilio de España, pues es evidente que los únicos esfuerzos que ésta puede hacer, o que pueda hacer su gobierno decrépito y degradado, son manifiestos furibundos y expediciones gacetales. No son las posiciones actuales del enemigo, ni sus fuerzas, ni sus recursos, los que tenía en la campaña pasada: todo se le ha disminuido y la opinión más que todo, aun entre aquellos que dependen de ellos. En una parte hay unión, concordia y confianza; en la otra perturbación, temor e inquietud.

   No se necesita sino de un período muy breve para hacer desaparecer los males que ha causado la guerra a muerte, esa guerra de exterminio y devastación sostenida durante nueve años.

   Los medios y recursos de estos países son incalculables una vez puestos en acción. El aniquilamiento lento de un partido y los esfuerzos sin ejemplo del otro han suspendido por el momento todas las obras de la industria. El país sólo ha sido considerado como un campo de batalla, y la dura e imperiosa necesidad no ha permitido atender en lo más mínimo a lo porvenir. Las urgencias del momento han ocupado toda la atención del gobierno; pero el campo se despeja y sólo se necesitan muy pocos esfuerzos para llegar al término deseado.

   Hace 15 meses que estoy en este país, y he vivido en la más estrecha intimidad con los empleados civiles y militares, de modo que por mis observaciones personales puedo atestiguar la adhesión universal al bien público. Hay una competencia general entre todos los empleados y entre todas las clases, para sufrir las privaciones más crueles y sensibles, para que todo se invierta en servicio del Estado; y si se considera que cuando el general Bolívar atacó la Guayana, estaba sólo a la cabeza de un puñado de hombres, sin recursos, sin medios de ninguna especie, es asombroso que haya hecho tanto.

   Tengo la más favorable opinión del carácter personal de los individuos que componen el gobierno, y la experiencia diaria corrobora la justicia de esa opinión. Estoy convencido de que todas las deudas que ha contraído el gobierno serán exacta, completa y fielmente pagadas, y los retardos que se han experimentado hasta hoy, por sensibles que sean, no pueden atribuirse de modo alguno, ni a falta de deseos ni de esfuerzos del gobierno, sino a circunstancias que están fuera del poder humano. La prueba más convincente que puedo dar de mi absoluta confianza en el honor y en la buena fe del gobierno de Venezuela, es que yo y mis amigos continuamos franqueándole nuestros auxilios; y declaro solemnemente que si tuviera más recursos continuaría franqueándolos hasta donde ellos alcanzaran, cualquiera que fuera el aumento de mi acreencia.

   Los empeños que ha contraído Venezuela comparados con sus recursos son una bagatela. La unión con la Nueva Granada y un breve reposo bastan para satisfacerlos fácilmente.

   He abusado demasiado del precioso tiempo de vuestra alteza real; pero espero me excusará con aquella bondad que tantas veces he experimentado.

   He sabido que Augusto Federico, mi hijo, ahijado de vuestra alteza real, es un hermoso muchacho, y ruego a Dios que viva para que se manifieste digno del nombre que tiene el honor de llevar. Casi me atrevo a esperar de la bondad de vuestra alteza real que me honrará con algunas líneas.

   Viva vuestra alteza real muchos años siguiendo siempre la senda de la beneficencia, liberalidad y patriotismo. Estos son y serán siempre los ardientes votos.

   Señor: de vuestra alteza real el más atento y más humilde servidor,

James Hamilton

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 12, p. 302-308.

 

413

DE JUAN FIGUEROA A BARREIRO

Labranzagrande, 5 de julio de 1819, a las nueve de la noche

   Señor comandante general de la 3a división.

   Columna de Paya. Ahora que son las nueve de la noche se me acaba de presentar un vecino de este pueblo el que hace tres meses, según dice, ha sido cogido por los rebeldes. Este manifiesta que Santander y Arredondo han entrado para el reino, que sus designios es tomar a Santafé, que su primer paso es ir a encontrarse con Páez que viene por Piedecuesta, que Bolívar, Donato Pérez Durán y un coronel llamado Moreno están en Paya, que esperan dos batallones, que el jueves 1° del corriente salieron de Pisba para Socotá. Es cuanto he podido averiguar sobre el particular. Dios guarde a usted muchos años.

Juan Figueroa y Ladrón

   Es copia de su original.

Barreiro

 

FUENTE EDITORIAL:
Friede, 1969, p. 52, No. 20A.

 

414

"PARTE SIN NOVEDAD"

Cuartel divisionario de los Molinos de Tópaga, 10 de julio de 1819 a las 12 de la noche

   Excelentísimo señor don Juan Sámano

   Los enemigos se presentaron el día de hoy en dos columnas por los caminos de Corrales y Gámeza, la 1a de caballería compuesta de 300 hombres y la 2a de infantería en número de 200.

   Me persuadí que a su retaguardia marcharía todo el resto de sus fuerzas, por cuya razón formé la división y permanecí un largo rato esperando se me acercasen, pero, no adelantando por ninguna de estas direcciones, mandé cargarlas. La de caballería por la compañía de cazadores del 1er. batallón del Rey, la infantería por la de Granaderos del mismo batallón, acompañada de una mitad de Dragones. El teniente coronel, comandante del 1er. batallón del Rey, don Nicolás López y el comandante de escuadrón don Francisco González, se pusieron a las cabezas de estas fuerzas, y, cargando con la mayor intrepidez al enemigo, lo destrozaron completamente. La caballería fue perseguida hasta pasado el pueblo de Corrales, por donde se tiraron al río, ganando los montes que se dirigen a Tasco, perdiendo más de 20 muertos, 5 prisioneros, sobre 70 caballos ensillados, y varias carabinas y lanzas. La infantería tuvo peor suerte pues perecieron la mayor parte, dispersándose los que pudieron evitar la muerte o caer prisioneros.

   Toda la tropa ha estado todo el día llena del mayor júbilo y deseosa de que se presentasen los rebeldes para acabar con ellos (no teniendo por mérito el batir, aun en inferior número, a un enemigo tan despreciable por sí mismo, por la desnudez y miseria en que se hallan y por su cobardía en sufrir los rigores del clima y las armas del rey nuestro señor).

   Yo he comunicado mi marcha a este punto, teniendo la vanguardia en el puente del río de Gámeza y, tan luego como amanezca, continuaré a dicho pueblo a desalojar los enemigos que lo ocupan.

   (Aseguro a vuestra excelencia [que] puede estar en la mayor tranquilidad y aún lleno de la mayor satisfacción pues) la ignorancia de los enemigos los ha impelido [a] hacer un movimiento que su resultado será su total destrucción y la entera seguridad del reino.

   Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

José María Barreiro

(Firmado y rubricado)

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo del general Miguel de La Torre, t. 23, p. 57-60.

 

415

NARRACION PORMENORIZADA

Molinos de Tópaga, 12 de julio de 1819

   Excelentísimo señor don Juan Sámano

   Excelentísimo señor:

   En la mañana de ayer me puse en marcha con cuatro compañías del 1° del Rey, seis del 2° de Numancia y tres de Dragones de Granada, cuyo total ascendía a 900 infantes, y 180 caballos, desde la posición que ocupaba de los Molinos de Tópaga, a hacer un reconocimiento sobre los puntos de que tenía noticia se hallaba el enemigo. Al llegar al alto del puente de Gámeza que tenía ocupado desde el día anterior por dos compañías, hice alto, para que la tropa hiciera un corto descanso y en seguida continué la marcha llevando al 2° batallón de Numancia de retaguardia. Este pasó al puente y se dirigió sobre el pueblo, pero al llegar a sus inmediaciones, observé que del alto del páramo, en cuya falda está situado el pueblo y por el camino que viene de Tasco se dirigía una columna enemiga; mandé hacer alto al batallón y reconocidos que fueron, observé se dejaban ver otras columnas que se dirigían a atacarnos y cuyo número ascendía a 2.000 hombres de infantería y 150 caballos, éstos divididos en 5 columnas. Como nuestras fuerzas eran mucho menor, y estábamos dominados, teniendo a nuestra retaguardia el desfiladero del puente, previne al teniente coronel don Juan Tolrá, comandante del 2° batallón de Numancia, se retirase con su batallón a situarse de este lado del río.

   El enemigo que observó este movimiento creyó sacar algún partido de él, y persuadiendo a su tropa, era nuestra retirada, cargaron con la mayor intrepidez, dirigiéndose dos columnas a cortar al batallón antes que llegase al puente, pero su jefe con la serenidad y valor que tiene acreditado pasó el desfiladero con el mejor orden conteniendo al enemigo, con sólo la compañía de Cazadores. Este cuerpo se formó en batalla sobre la falda, frente al río, quedando la compañía de Cazadores sosteniendo el puente. La posición que ocupábamos es la vertiente de la sierra que forma el río Gámeza opuesta a la en que está situado el pueblo de este nombre, que lo es sumamente dilatada, y a su extremidad superior está el páramo y camino de Tasco. Esta falda está repartida en pequeñas quebradas y sinuosidades de un terreno barrancoso.

   Los enemigos formaron sobre el pueblo, y yo distribuí más tropas en esta parte: a ambas posiciones presentaban ventajas en sus defensas, pero siendo mayor la del enemigo, me estuve en observación de sus movimientos. Este resentido de que sólo una compañía los había contenido, mandó cargar la mayor parte de sus fuerzas, y por diferentes veredas se dirigieron al puente y río que pasaron en gran número, pero el batallón de Numancia los cargó inmediatamente haciéndoles arrepentir de su atrevimiento, pues les obligó a repasarlo dejando en sus laderas porción de cadáveres, a los que ayudó la compañía de Granaderos del 1° del Rey que situada en una meseta sobre el barranco que dominaba el puente les hizo un estrago horroroso. La compañía de Cazadores y la 6a de Numancia continuaron la carga llevando arrollados a los rebeldes hasta la inmediación de su reserva que estaba situada sobre la falda del pueblo.

   Viendo los enemigos que los ataques que nos habían dado habían sido infructuosos, y creyendo no teníamos más fuerza que el batallón de Numancia pues el del Rey lo había dejado oculto detrás de un pequeño volador, en disposición de cargar a la bayoneta, y la caballería en el alto, igualmente a cubierto, redobló un ataque y empleó en ello todas sus fuerzas, de modo que en un momento nos vimos atacados por el frente y flanco derecho, aquel fue reforzado por cuatro compañías del 2° batallón de Numancia y éste por dos de dicho batallón, y la de Cazadores del Rey que marchó por retaguardia de nuestra línea, y los envolvió haciéndolos dispersar. Este choque puede llamarse el término de la acción, que por todo duró 5 horas de un fuego vivísimo, pero los enemigos en el mayor desorden, no se atrevieron a continuar sus ataques, y emprendieron su retirada hacia el pueblo, dejando algunos tiradores a cubierto de una quebrada, que sostenían su movimiento. En este momento, si el terreno no hubiera sido tan quebrado, hubiera sido terminada la acción con la caballería, que por esta causa no pudo obrar.

   Los enemigos han tenido una pérdida considerable, más de 80 muertos se han contado en el campo, sin haberlo podido hacer de otros muchos que cayeron en el río y barrancas. Se están recogiendo fusiles, llegando a 100 los ya reunidos, han tenido además porción de prisioneros y dispersos, que han aprehendido y me han presentado los indios de los pueblos inmediatos. Nuestra pérdida, si se atiendé al aprecio que debemos a nuestros soldados, es de mucha consideración pero en razón del vivísimo y largo fuego que sostuvieron, es bien corta; el adjunto estado impondrá a vuestra excelencia del pormenor de ella. Los señores jefes, oficiales y tropa se han disputado el honor de combatir al enemigo excediéndose de los límites del deber; por consiguiente, todos, todos son muy acreedores a ser recompensados.

   A pesar de ello debo hacerle a vuestra excelencia encarecidamente del bizarro oficial muerto don Juan Bautista Reyes y de los heridos capitán don Benito Fernández y subteniente don Angel Flores, del teniente coronel don Juan Tolrá que por cubrir el servicio de aquel día, el batallón de su mando se hallaba en la vanguardia, y fue el que sostuvo todo lo fuerte de la acción. Del teniente coronel comandante del 1° del Rey don Nicolás López que fue fuertemente contuso; del jefe del estado mayor teniente coronel don Sebastián Díaz; de los capitanes del batallón del Rey don Vicente Gallardo y don Joaquín del Campo, de las compañías de Granaderos y Cazadores; del teniente de estas graduado de capitán don Manuel Melián; del capitán de la 6a del 2a de Numancia don Martín Echagaray. Del teniente de Cazadores del mismo batallón don Manuel Mayoral y subtenientes don Vicente Ruiz y don Encarnación Freites; y del teniente del batallón del Tambo don Agustín Ordóñez que en clase de oficial del estado mayor desempeñó las comisiones que se le confiaron con el mayor acierto y valor.

   Varios sargentos, cabos y soldados han hecho acciones del mayor mérito, y tan luego como reciba las noticias de ellos las pasaré a vuestra excelencia para su debido conocimiento. El enemigo, escarmentado y desengañado que la presencia de sus jefes Bolívar, Santander, Anzoá-tegui, Soublette, Donato Pérez y otros que ignoro sus nombres no son suficientes ni capaces de arrollar soldados tan valientes como lo son los que componen la tercera división del ejército, se han retirado llenos de vergüenza y consternados; por el contrario nuestras tropas han visto cuán despreciable es el enemigo que tiene que destruir enteramente y para conseguirlo solo necesita de pequeños esfuerzos.

   Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

José María Barreiro

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo del general Miguel de La Torre, t. 23, p. 57-60.

 

416

INFORME DE BARREIRO A SAMANO

Molinos de Tópaga, 12 de julio de 1919

   La columna de Paya se me ha reunido en este día, pero solo consta de doscientos hombres, habiendo dejado en Sogamoso más de 100 enfermos o cansados. Su comandante, el sargento mayor Figueroa, me ha dado parte que aún restaban algunos enemigos en Paya, cuya noticia he confirmado por las declaraciones de los prisioneros que todos dicen haber en aquel punto 200 ingleses con los generales Soublette y Donato Pérez, pero que, por hallarse muy estropeados, descalzos y enfermos no pueden reunirse en mucho tiempo.

 

FUENTE DOCUMENTAL:
Archivo General de Indias, legajo 747, recopilado por Salamanca Aguilera, t. 2, oficio 183, p. 147.

 

417

BOLETIN DEL EJERCITO LIBERTADOR DE LA NUEVA GRANADA DEL DIA 12 DE JULIO DE 1819

   Instruido su excelencia el presidente de Venezuela del estado lamentable en que violentamente gime la Nueva Granada, resolvió marchar con las divisiones de los generales Anzoátegui y Santander y la legión británica a las órdenes del coronel Rook, a libertar este virtuoso pueblo, que nos ha recibido con el entusiasmo que inspira la santa libertad.

   El 4 de junio pasó el ejército el Arauca, y atravesando 100 ríos caudalosos, inmensos pantanos y los Andes por el páramo de Pisba, llegó a Socha el 6 del corriente, después de haber batido el general Santander en Paya, el 27 del pasado, 300 hombres que guarnecían aquella formidable posición, en la cual pensaba el enemigo detenernos.

   El 7 marchó el comandante Durán con 20 guías de la vanguardia a descubrir el enemigo sobre Corrales, donde sorprendió y tomó un pequeño destacamento que allí había. En consecuencia de esto, el enemigo evacuó a Sogamoso. El 10 el general Barreiro, que manda la fuerza enemiga de la Nueva Granada, se presentó con dos columnas de 800 hombres cada una sobre Corrales y Gámeza. En el primer punto el coronel Briceño, con un escuadrón, cargó sobre la descubierta del enemigo, la destruyó completamente y rechazó toda la columna que la seguía. Al mismo tiempo el teniente Franco, que con 60 hombres observaba en Gámeza al enemigo, fue atacado y perseguido hasta encontrar con el general Santander que iba en su auxilio con el primer batallón de Cazadores de la Nueva Granada. El enemigo, al ver nuestro refuerzo, replegó hasta la peña de Tópaga, donde tomó posiciones. Allí permaneció toda la noche y reunió la columna de Corrales.

   Nuestros pequeños destacamentos replegaron por la noche al cuartel general de Aposentos de Tasco; y al amanecer el 11, las divisiones de Santander y Anzoátegui marcharon a encontrar al enemigo que había ya pasado el río de Gámeza y venía a buscarnos. Apenas observó nuestra marcha, el general Barreiro, replegando con una rapidez inaudita, repasó el río y tomó la formidable posición de la peña de Tópaga.

   El primer batallón de Cazadores y tres compañías más del Rifles. Barcelona y Páez, pasaron el puente bajo los fuegos cruzados y vivos del enemigo. Estos cazadores se han portado con un arrojo que no pudo menos que aterrar a los contrarios, los cuales temiendo ser atacados a la bayoneta se retiraron a los Molinos de Tópaga, posición más ventajosa aún que la que antes ocupaban. Nuestras tropas fatigadas de un combate que duró ocho horas con una ventaja de posiciones la más desigual por nuestra parte, acamparon en Gámeza. Nuestra pérdida en estos combates se reduce a 12 muertos, entre los cuales el teniente Villegas y el abanderado de Cazadores, Carballo; 76 heridos, y entre éstos el comandante de Cazadores Antonio Arredondo, digno del sentimiento general del ejército, por su intrepidez y conducta militar; los capitanes Guerrero y Gómez, y el general Santander contuso. La pérdida del enemigo, según los prisioneros, excede de 300 hombres entre muertos, heridos y prisioneros. Hoy ha vuelto el ejército a ocupar sus antiguas posiciones, a esperar la legión británica, la columna del coronel Pérez, y la entrada del general Páez por Cúcuta. Mientras tanto nuestros soldados, fatigados de marchas y de privaciones de que difícilmente se podrá citar otro ejemplo en la historia militar, reposan y esperan tranquilos la victoria. Cuartel general en Tasco.

   El ayudante general encargado del estado mayor general.

M. Manrique

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 2, p. 194-196, de Boletín del ejército libertador de la Nueva Granada.

 

418

LA TORRE, ENCARGADO DE VARIAS COMISIONES

Cuartel general de Calabozo, 12 de julio de 1819

   Capitanía general del ejército expedicionario de Costa Firme

   Señor don Miguel de La Torre:

   Siendo casi indudables, después de examinadas todas las noticias y declaraciones recibidas de varios puntos, que Bolívar con la mayor parte de su infantería y alguna caballería, ha salido desde Guasdualito en dirección al Casanare, con ánimo de reunirse a los insurgentes que allí operan y penetran en el reino, he dispuesto que usted salga inmediatamente en posta a encargarse del mando de la 3a. división y de todas cuantas tropas pertenecientes al ejército de mi mando haya en aquel virreinato para dirigir las operaciones y oponerse a las tentativas del enemigo.

   El coronel Barreiro, comandante general de dicha división, ha dado lugar con su indolencia y falta de previsión, a que los rebeldes en el Casanare se hayan fomentado, dejándoles reunirse y organizar bajo cierta forma, que les dio el cabecilla Santander que vino de Guayana con armas y municiones; mientras pasaba la buena estación y llegaba la época de las lluvias e inundaciones que fue la que eligió para bajar al llano. Nada sé de este jefe hace muchos meses, e ignoro qué motivos pueda tener para tan reprensible silencio sobre asuntos y circunstancias de tanto interés.

   Luego que llegue usted se pondrá de acuerdo con el excelentísimo señor virrey en todas las disposiciones que deban tomarse para obrar contra los enemigos; en el concepto que me animó a tomar la determinación de que usted vaya al reino para encargarse del mando de las tropas, porque no considerando oportuno continúe en él el coronel Barreiro, es indispensable haya allí un jefe del carácter, conocimientos y actividad de usted en quien pueda descansar y confiar el excelentísimo señor virrey, que de otra manera se vería obligado a dejar la capital para ponerse a la cabeza de las tropas y esto nunca sería conveniente.

   Se servirá vuestra señoría comunicarle el plan que le he confiado para las operaciones del Casanare, y sobre él y las demás circunstancias que añada su excelencia se convendrá en lo que fuera más ventajoso al servicio del rey nuestro señor y gloria de sus armas; disponiéndolo todo para cuando por octubre y noviembre la estación permita descender al llano, ataque usted y destruya las gavillas del Casanare, exterminándolas en todas direcciones, y aun si fuese conveniente siga usted la marcha hacia Guasdualito en cuya empresa obrará usted según las circunstancias, atendiendo las que le puedan rodear entonces, ventajas conseguidas, noticias de estas provincias y demás que en otra continua correspondencia pueda iluminar sus disposiciones.

   Procure usted hacer observar el mayor orden y disciplina en todos los cuerpos de la tercera división, corrigiendo los abusos que puedan haberse introducido, y adoptando cuantas medidas crea conducentes para que se pongan en el mejor pie, y el servicio se verifique con toda exactitud.

   El coronel don Juan Cano quedará encargado interinamente de la oficina del estado mayor general, mientras usted desempeña estas comisiones.

   En toda la marcha se servirá usted irme comunicando sus avisos a proporción que adelante; teniéndome siempre al corriente hasta de los menores acontecimientos, y luego que se halle en el reino procurará repetir sus oficios y partes con la mayor frecuencia para que nada tenga que desear ni dudar en mis resoluciones; y pueda usted con este motivo dar órdenes terminantes en todos los pueblos de la carrera para que se organice el servicio de las postas, y corran los pliegos sin dilación alguna.

   Todo lo que usted encuentre sobre su marcha para mí, lo abrirá y se enterará de su contenido.

   Si saliesen inciertas las noticias de haber penetrado Bolívar en el reino se detendrá usted en la provincia de Barinas, o donde llegue a saberlo a punto fijo pues en este caso, no tendrá efecto su comisión.

   Haga usted que se lean con frecuencia y se cumplan las instrucciones dadas a los jefes del ejército a mi llegada que se han repetido ahora con mayor extensión, cuidando de que se cumplan así como los de marcha, y bandos del ejército, teniendo presente que los venezolanos que no sean de confianza no convendrá se arrimen al Casanare para evitar la deserción. El cuerpo del teniente coronel Pla que se compone de aquellos, conviene se organice y mantenga del otro lado de la cordillera de Quindío entre Popayán y Valles del Cauca: que se active mucho su organización y un jefe tenga mucha economía en la manutención de caballos, atendidas las circunstancias del erario.

   Por último tomará usted cuantas providencias crea necesarias al mejor servicio del rey nuestro señor, reiterándole de nuevo mucho rigor en la disciplina y que si fuera necesario suspenda al oficial que lo merezca de su empleo, y aun lo juzguen en consejo de guerra de generales; a cuyo fin autorizo a usted suficientemente.

   Dios guarde a usted muchos años.

Pablo Morillo

(Rubricado)

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo del general Miguel de La Torre, t. 5, p. 61-63 y t. 5, p. 192-4.

 

419

LOS PUEBLOS DAN MUESTRAS DE JUBILO

Tasco, 13 de julio de 1819

   Al excelentísimo señor vicepresidente de Venezuela

   Por el boletín que tengo la satisfacción de incluir a vuestra excelencia, se impondrá vuestra excelencia de las operaciones y sucesos del ejército. Las dificultades que en mi última comunicación manifesté a vuestra excelencia había experimentado el ejército hasta Paya, parece que se multiplicaban de allí en adelante cada día. Me fue forzoso dividir el ejército para facilitar sus movimientos. Los señores generales Anzoátegui y Santander siguieron la marcha por Pisba, y el señor general Soublette quedó en Paya con la columna inglesa y parte de nuestra caballería escoltando el parque y todos los bagajes. Las dos primeras divisiones llegaron a Socha, tan fatigadas de las marchas y tan resentidas de la variedad del clima, que no es posible emprender nada que sea decisivo mientras no se repongan. Por otra parte, la lentitud con que necesariamente debe moverse el señor general Soublette por la calidad del camino, por la especie de tropa que manda y sobre todo por los equipajes, han retardado su incorporación al ejército más de lo que yo esperaba, y su tardanza me obliga a suspender las operaciones. Estas han sido las causas por que me he detenido tanto tiempo en ir a buscar al enemigo, y que me han decidido a entretenerlo con combates y amenazas que no sean decisivos y que sólo tienen por objeto contenerlo hasta que esté reunido el ejército y remontada nuestra caballería. Según me dice el señor general Soublette, ayer habrá pasado el páramo, y en este caso podrá reunírseme dentro de dos días.

   Los tres combates que hemos sostenido hasta ahora nos han sido favorables. En todos se han manifestado nuestras tropas de ambas armas, infantería y caballería, muy superiores en disciplina y valor a las del enemigo, que no atreviéndose a presentársenos sino en posiciones muy fuertes, ha sido abatido siempre.

   Al abrir la campaña hemos tenido la fortuna de interceptar tres correos al enemigo, de los cuales incluyo a vuestra excelencia lo que se ha encontrado más importante. Por ellos me he instruido de sus planes, fuerzas, posiciones y aun de sus esperanzas. Los españoles temen, no solamente al ejército sino al pueblo, que se manifiesta extremadamente afecto a la causa de la libertad. Muchos pueblos distantes del centro de mis operaciones, han venido a ofrecer cuanto poseen para el servicio del ejército, y aquellos que encontramos en nuestro tránsito, nos reciben con mil demostraciones de júbilo. Todos arden por vernos triunfar y prestan generosamente cuanto puede contribuir a darnos la victoria. Las vejaciones que han sufrido de los españoles han producido su efecto ordinario: el odio es general y todos claman venganza hasta el exterminio. Tan felices disposiciones de parte del pueblo y la superioridad de nuestras tropas, me aseguran casi la victoria.

   El 9 del corriente recibí las comunicaciones de vuestra excelencia, fecha de 23 de mayo, incluyéndome dos partes del señor general Urdaneta y uno del almirante. Es bien extraño que a aquella fecha no hubiese vuestra excelencia recibido aún mis despachos de 6 y 9 de mayo, que dirigí desde el Caujaral, muy recomendados para que siguiesen volando a Margarita. Afortunadamente los partes del señor general Urdaneta me dan esperanzas de que no saldría la expedición en mayo, y que por más que hayan tardado mis órdenes habrán llegado siempre a tiempo.

   Reitero a vuestra excelencia con el último encarecimiento la orden de que me vengan cuanto antes los auxilios de armas y municiones que he pedido desde el Mantecal y Guasdualito. Sobre todo, importa que sea el señor general Urdaneta quien los traiga, así porque él lo hará con más interés y actividad, como porque necesitamos de sus servicios en el ejército.

   Sin embargo de que ni vuestra excelencia ni el señor general Mariño me dicen nada sobre la fuerza del ejército de oriente, he celebrado saber por el señor general Cedeño que su fuerza es ya bien respetable, sin incluir la división de Cumaná que debía incorporársele. Supongo que vuestra excelencia y el señor general Bermúdez se habrán esforzado por ejecutar las órdenes que libré para la organización de aquel ejército. En este caso, nada tengo que temer por esa parte, y aun puedo contar con que no podrá Morillo sacar de Venezuela un cuerpo de ejército capaz de socorrer a la Nueva Granada, sin perder todo el país que posee ahí. Vuestra excelencia debe recomendar al general en jefe del ejército de oriente el más exacto cumplimiento de las órdenes que le he comunicado, y velar sobre su ejecución.

   Dios, etcétera.

Bolívar

 

FUENTE EDITORIAL:
O'Leary, 1881, t. 16, p. 413.

 

420

ANALISIS DE LAS FUERZAS PATRIOTAS

Paipa, 19 de julio de 1819

   Excelentísimo señor don Juan Sámano

   Excelentísimo señor: Contesto al oficio reservado de vuestra excelencia número 163 que recibí antes de ayer, hallándome en marcha y que por esta causa no me ha sido posible ejecutarlo anteriormente. El teniente del batallón primero de Aragón, don José Sanabria, me ha entregado el día de hoy los 30.000 pesos que vuestra excelencia destinó para las tropas de operaciones, los que por el comisario de la división han sido repartidos equitativamente en los cuerpos: igualmente lo ha hecho de 26.000 cartuchos de fusil y 4.000 piedras de chispa, renglón que nos era ya de suma utilidad, y que ha tenido no poca parte en la paralización de las operaciones en estos días anteriores.

   Quedo enterado de la escasez que existe de esta munición en la actualidad y de la economía que con ella debe usarse, pero deberé hacer presente a vuestra excelencia se vea el más pronto remedio de proporcionarlas, pues esta tropa es muy difícil el contenerla en el hacer fuego; además que las inmensas y continuas lluvias que nos cubren y el poco abrigo del soldado, pues los más carecen de cobijas, contribuye al gran consumo de municiones, pues continuamente es preciso hacerlos descargar las armas por hallarse mojadas, y permaneciendo siempre a la vista del enemigo, no puede menos de tenerlas prontas a hacer fuego.

   A pesar de esto usaré de todos los medios posibles de economizar y he mandado se recojan las balas sueltas que resultan para dirigirlas al parque de artillería.

   Por las noticias que he adquirido de los pocos espías buenos que he encontrado y declaraciones de los prisioneros puedo dar a vuestra excelencia una idea muy aproximada del enemigo, en su situación, fuerzas, designios y demás que vuestra excelencia solicita saber.

   El enemigo tiene divididas sus fuerzas en seis batallones y sus regimientos de caballería. Los primeros se nombran de Cazadores constantes de la Nueva Granada, su comandante era Antonio Arredondo que murió en la acción del 11 en Gámeza: la fuerza puede ascender a unos 400 hombres, todos ellos de los pasados de los cuerpos de la división y vecinos de los pueblos del Casanare y Serranía próxima. Esta gente es regular y tiene muy buena instrucción. El batallón de línea de constantes de la Nueva Granada tendrá unos 600 hombres de fuerza, todos indios de la misión del Casanare, miserables, y aunque algo instruidos son en extremo cobardes por cuya razón no lo exponen en las acciones según se ha experimentado.

   El batallón de los Bravos de Páez, con fuerza de unos 300 hombres, es toda gente llanera del Apure, de mediana instrucción y de regular valor. El batallón de Barcelona es el mismo número de plazas y calidad de gente que el anterior. El batallón de los Rifles tendrá como 250 plazas, la mayor parte negros franceses de Santo Domingo, es el cuerpo de más confianza que tienen, por su intrepidez y desenfreno. El batallón de ingleses son 200 hombres fuerza, gente buena pero muy delicados en estos temperamentos y terreno agrio que les impide el marchar. El regimiento caballería se denomina Guías, y puede tener, sobre 400 hombres, componiéndose el total de las fuerzas enemigas el número de 2.450 plazas, a corta diferencia.

   Todas estas fuerzas se hallan reunidas en las inmediaciones de Santa Rosa a excepción de los ingleses, que se hallan a retaguardia, por no permitirles su desnudez y falta de calzado el seguir las marchas de los demás, teniendo el doble objeto de contar con este cuerpo en caso de una desgracia para con seguridad, trasladarse a otro punto el rebelde Bolívar. Los generales de estas tropas son Bolívar, Santander, Soublette, Donato Pérez y Anzoátegui; teniendo además porción de jefes subalternos. La tropa de infantería se halla armada con buen fusil inglés o francés con bayoneta y municionada a 30 y 40 cartuchos, teniendo su depósito de 10 a 12 cargas de fusiles y 16 de cartuchos, pero se me ha asegurado que la retaguardia tiene mayor número de municiones. La caballería está armada de carabina y lanza. Sus designios no pueden ser muy conocidos pues estos no lo confían a los subalternos y por consiguiente es difícil adquirirlos, a pesar de ello pueden calcularse por estos datos positivos.

   De resulta de las continuas pérdidas que en Venezuela sufrió Bolívar, formaron los revolucionarios una especie de congreso o senado, que depuso del empleo de jefe supremo a aquel cabecilla dejándole solamente la condecoración de general de un ejército que él debía sostener y fomentar al igual de Páez, Zaraza y otros de algún concepto en los llanos. Bajo este aspecto tuvo que abandonar a Guayana con sus fuerzas y venir al Apure a hacer la guerra, en donde continuamente ha estado huyendo del excelentísimo señor general en jefe, disminuyéndose por consiguiente sus tropas y concepto. Concluida la campaña de aquellas provincias, viéndose sin puntos dónde sostenerse con seguridad, y con desavenencias con Páez, formó el designio de venir al Casanare a unirse con Santander, que como nombrado anteriormente por él debía contar con su apoyo; así lo ha ejecutado, y unidas ambas fuerzas han penetrado al reino del que conservan siempre el título de gobernador general Santander y el de general en jefe Bolívar.

   De todo lo que se infiere que sus designios ha sido venir a un país donde no tienen noticias de su deposición; fomentarse algún partido; ver si puede apoderarse de algunas provincias y sacar recursos para con ellos contrarrestar el poder del senado y recobrar el supremo que antes ejercía.

   Estas son sus miras en grande. En cuanto al particular de las operaciones conceptúo que después de las acciones del 10 y 11 donde conoció el valor de nuestras tropas evitará cuanto le sea posible una acción general a menos de no tener una posición muy ventajosa. Que tratará de ponerse en comunicación con las partidas de ladrones que existen en el reino, introduciendo seductores en las poblaciones, que atraigan algunas gentes a su partido; posesionarse en algún punto seguro con la infantería y formando un grande grupo de caballería, hacer correrías por el país, valiéndose para el efecto de la audacia y barbarie de Donato Pérez; fomentar al mismo tiempo las partidas que inquieten los pueblos y a atraer por este medio la sujeción de ellos y nuestro exterminio. Es cuanto he podido calcular por las noticias que he recibido y me presumo no estaré muy equivocado.

   Vuestra excelencia con estos conocimientos podrá inferir mejor y calcular si mis conjeturas están sujetas a razón. Para desvanecer todos estos planes no necesitamos por ahora de otra cosa que la reunión de fuerzas, y si intentasen evadirse de una acción decisiva, perseguirlos hasta obligarlos a ello. Por esta razón digo a vuestra excelencia trato de marchar mañana sobre Santa Rosa, pero es preciso estar con el mayor cuidado, pues aun cuando la calidad y valor de nuestros soldados no puede igualarse, su mayor número y las mejores posiciones donde se sitúen, pueden obligarnos a no conseguir su destrucción.

   Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

Barreiro

 

FUENTE EDITORIAL:
Díaz Díaz, 1961, p. 647-650, No. 13, de Archivo General de Indias. Cuba, legajo 747, No. 188.

 

421

EVITAR UN ATENTADO

Socorro, 19 de julio de 1819

   Excelentísimo señor virrey del reino don Juan Sámano

   Excelentísimo señor:

   El señor comandante general de la tercera división, don José María Barreiro, después de notificarme que el insurgente Bolívar habiendo sido destrozado en el Apure por el excelentísimo señor general en jefe del ejército ha tomado el designio de apoderarse del reino, y reunido con las fuerzas del Casanare ha llegado a penetrar por Pisba y Socotá, me ordena que aunque marcha sobre él, para arreglar las operaciones en el orden natural de la milicia, tenga reunidas todas las fuerzas que están diseminadas, y pronto todo para cuando se me prevenga la evacuación de la provincia; por lo que me ha parecido conveniente ordenar la marcha hacia esa capital de las partidas en comisión de la recluta y compra de mantas para privar no sólo este obstáculo que no dejaría de incomodarme bastante, caso de retirada (que no creo), sino también por evitar el mayor número de equipajes que me impedirían verificarla con aquella libertad que es indispensable para obrar en lance apurado, y sin perjuicio de las confusiones que se moverían en el paso de muchos ríos que tengo que atravesar, y en una provincia de cuyos habitantes debo recelar corten las cabuyas, o tiren las barcas río abajo, sin embargo de que por precaución tengo tropa que impida este atentado. Tengo también prevenidas las caballerías al transporte de 80 enfermos, y los efectos del Tambo, y para su salida solo aguardo la indicada orden.

   Todo lo que digo a vuestra excelencia para su superior conocimiento.

   Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

Lucas González

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 3, p. 208.

 

422

OPTIMISMO DE BARREIRO

Campo de Boncita, 21 de julio de 1819, a las once de la noche

   Excelentísimo señor don Juan Sámano

   En la noche de ayer tomaron posición los enemigos en la casa llamada la despensa de Bonza, cercada de un muro y zanja, y rodeada de pantanos, siendo por consiguiente de muy difícil acceso; por esta causa, luego de hacer el reconocimiento de dicho punto, dispuse permaneciesen las tropas en sus anteriores posiciones. En ellas hemos estado todo el día sin lograr que los enemigos se moviesen, aun cuando he intentado comprometerlos, por medio de algunas guerrillas que mandaba a incomodarles.

   En la noche se ha observado en ellos el menor silencio que no han encendido fuegos, y de sus parapetos están incesantemente haciendo continuos disparos. Esto me indica se hallan en movimiento, pero ignoro cuál sea, pues las escuchas nada han avisado; de cualquier modo que lo ejecuten nos será ventajoso, pues abandonan la posición que tenían, que tanto nos costaría el adquirir.

   Esta tarde se me han reunido las dos compañías de Dragones que había en Chocontá, una del tercer batallón de Numancia, y el coronel comandante del Tambo don Francisco Jiménez. Mañana probablemente lo ejecutarán las 3 del primer batallón del Rey de la guarnición del Valle de Tenza.

   La tercera compañía del segundo batallón del rey que vuestra excelencia previno debía unírseme, aún no lo ha verificado e ignoro dónde pueda hallarse.

   Por un confidente mío de todo crédito, y que se halla al lado del rebelde Bolívar, he sabido hoy mismo que la caballería del Casanare ha hecho movimiento por los llanos del San Martín con el objeto de llamar la atención de nuestras fuerzas por el punto de Cáqueza. Este movimiento nada nos debe imponer caso de verificarse, pues jamás intentarán hostilizar por ese lado con sólo la caballería; además que hay puntos ventajosísimos y principalmente el de Cabuya, que, guarnecido por un corto destacamento, es inexpugnable. Igualmente me avisa que Bolívar se halla consternado y sin saber qué hacerse, pues sus fuerzas se le disminuyen en gran número por las enfermedades que les ocasiona el temperamento y tener que estar continuamente en movimiento y a la intemperie, que sólo el tiempo que ha estado en Tasco ha dejado más de 500 enfermos en el hospital, de modo que ya sea por las fuerzas de las tropas de la división de mi mando o por estas otras causas, muy en breve verán su exterminio. Todas sus tropas las tienen reunidas a mi vista, excepto los 200 ingleses que se hallan en Pisba, y aun cuando intentasen diseminar algunas no les será fácil por lo débil que quedarían: no han visto otros pueblos que los precisos de esta carrera y aseguro a vuestra excelencia bajo mi responsabilidad que ha llegado el término de su fortuna y que no darán un solo paso adelante.

   Las partidas de ladrones del Socorro y páramos del Quicayota, según los partes que he recibido, han hecho en estos días algunos robos, que me es imposible el contener, pero su existencia sólo durará lo que tarden en concluirse las operaciones que me hallo ejecutando.

   He recibido el oficio de vuestra excelencia su fecha 17 del corriente sin número y como me previene haré ver en la orden de la división el expreso con que vuestra excelencia procura el alivio de esta valiente tropa, y los caracteres con que los distingue de un modo superabundante a sus méritos.

   Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

José María Barreiro

(Firmado y rubricado)

 

FUENTE EDITORIAL:
Díaz Díaz, 1961, p. 654-656, No. 18. de Archivo General de Indias, Cuba, legajo 747, No. 192.

 

423

CRUENTO COMBATE

Cuartel general en las alturas de Vargas, a 26 de julio de 1819

ESTADO MAYOR GENERAL. EJERCITO LIBERTADOR
DE NUEVA GRANADA. BOLETIN NUMERO 2

   Luego que se reunieron algunas columnas que no habían asistido al combate de Gámeza, se dirigió el ejército al departamento de Santa Rosa con el objeto de poseer este fértil territorio, y dominar el valle de Sogamoso en donde estaba establecido el enemigo: Este movimiento lo obligó a abandonar la posición de la peña de Tópaga y se retiró a los Molinos de Bonza, a inmediaciones de la ciudad de Tunja. El 20 se presentó el ejército al frente de las posiciones enemigas. Su situación era ventajosa por los parapetos y fosos que las paredes y barrancos les proporcionaba. Todos cuantos movimientos se hicieron para obligar al enemigo a salir de sus posiciones y dar una batalla, no tuvieron otro resultado que batir siempre las guerrillas, que nos venían al encuentro.

   A las cinco de la mañana del día de hoy marchó el ejército por el camino del salitre de Paipa con el objeto de atacar al enemigo por su espalda, o forzarlo a abandonar sus posiciones. A las diez del día acabó de pasar el ejército el río Sogamoso, y a las doce [se] encontró con el enemigo, que se había movido sobre nosotros.

   Las circunstancias nos obligaron a tomar una posición notablemente desventajosa, y fuimos atacados con denuedo por todo el ejército español de Nueva Granada.

   El batallón primero del Rey con otras compañías del segundo se dirigió por nuestra izquierda a ocupar las alturas que nos dominaban, y se opusieron los dos batallones de vanguardia. Luego movió el enemigo por nuestro frente los batallones segundo y tercero de Numancia, los restos del Tambo y el regimiento de Dragones de Granada, y fueron atacados por una columna de retaguardia, a cuya cabeza estaban unas compañías de la legión británica, la cual cargó con tanta intrepidez sobre el enemigo, que al momento fue abatido y dispersado. Por una reacción vigorosa que hizo, empeñó el combate de nuevo con desesperación: se apoderó de las alturas, y nuestro ejército casi envuelto sufría un fuego horroroso por todas partes. Otras tropas que no hubieran sido las de la República, hubieran dejado escapar una victoria tan brillante como la que han obtenido. Una columna de caballería llevando a su frente el bizarro comandante Rondón ha destruido una parte de la infantería enemiga, al mismo tiempo que la nuestra hacía otro tanto en las alturas a nuestra espalda, y otra parte de la caballería conducida por el teniente Carvajal, cargaba sobre la del enemigo por el camino principal.

   El ejército español fue desalojado de todos los puntos que ocupaba, y si su destrucción no fue total, lo debió sólo a la aproximación de la noche y a la buena posición a que se acogió el resto de su caballería. El combate duró hasta la noche, sostenido con una tenacidad y con un encarnizamiento de que no hay idea. El enemigo perdió en muertos y heridos 500 hombres de las mejores tropas, y dejó en nuestro poder multitud de prisioneros, fusiles, lanzas, cajones de municiones, cajas de guerra, cornetas y dos estandartes del regimiento de Dragones de Granada, sin que podamos calcular el número cierto de sus dispersos.

   Nuestra pérdida ha consistido en 140 hombres entre muertos y heridos. En la división de vanguardia el teniente de cazadores Mateo Franco, muerto; el ayudante de cazadores Pedro Torneros, los subtenientes Manuel Linares y Manuel Lara, y el capitán Encarnación Ruiz, de caballería, heridos.

   En la división de retaguardia el coronel Justo Briceño, el teniente coronel Arturo Sandez, el capitán Manuel Terrón, el ayudante mayor Manuel Crespo, el teniente Wieza Velandia, y los subtenientes Donato Freites, Pantaleón Ortiz y Juan Silva, de infantería, heridos; el teniente coronel José Jiménez, capitanes Ramón García y Manuel Orta, muertos; y el teniente Manuel Delgadillo, el de igual clase, Juan Rico, y el alférez Melitón Escalona, heridos, en la caballería. En la legión británica el teniente Casaley, muerto, y el coronel Jaime Rook y el subteniente Mac-Manus, heridos; y el capitán Daniel Florencio O'Leary, adjunto al estado mayor de la división de retaguardia, herido.

   Todos los cuerpos del ejército se han distinguido, pero merecen una mención particular la conducta del comandante Rondón, del teniente Carvajal y de las compañías británicas, a las que su excelencia el presidente de la República, sin embargo de ser la primera vez que combaten bajo nuestras banderas, les ha concedido la estrella de libertadores, en premio de su constancia y de su valor.

   Somos dueños de toda la provincia de Tunja, a excepción de la capital, y las del Socorro y Pamplona están enteramente libres. Todos los pueblos de Nueva Granada han recibido al ejército libertador con el más extraordinario entusiasmo, todos se presentan determinados a ser libres, y nada falta al ejército rodeado de pueblos tan patriotas y tan decididos.

   El ayudante general encargado del estado mayor general,

M. Manrique

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 2, p. 208-210, de Gaceta de Santafé de Bogotá, No. 5.

 

424

OBSTINADA VERSION DE EXITO

Campo del Pantano de Vargas, 26 de julio de 1819

   Excelentísimo señor don Juan Sámano

   Situado al frente de los enemigos en los potreros de Bonza, sólo esperaba que dejasen sus inatacables posiciones para libertar de un todo este país de los disturbios que en él han ocasionado. En el día de ayer supe que habían pasado el vado y se dirigían sobre el Salitre; dispuse al momento que el batallón del Rey y la caballería corriesen a impedir el que se posesionasen de aquel, lo que efectivamente se consiguió desalojando su caballería que estaba ya situada en él. La división continuó su marcha hasta alcanzar al enemigo en el Pantano de Vargas, aquél hizo alto y tomó posiciones en los cerros del E., que están dominados por otros mayores.

   Me situé en una pequeña altura frente a su posición, y reconocida ésta, di la orden al teniente coronel don Nicolás López para que con su batallón pasase a ocupar los cerros a la espalda del enemigo, y caer sobre su retaguardia.

   Este bizarro cuerpo, a pesar de lo escabroso del terreno y la multitud de enemigos que acudieron a impedirle el paso, se apoderó de todas las alturas con la misma prontitud que si no hubiese hallado obstáculo, destruyendo a la bayoneta [a] quienes osaron hacerle frente y poniendo en vergonzosa dispersión a los demás; en este estado, no pudiendo contener el ardor de la tropa, di la orden a la compañía de Granaderos del segundo batallón de Numancia para atacar, lo que ejecutó, desalojando al enemigo de sus posiciones, en una borrasca inexplicable y sin detener la marcha; en vano empleó sus reservas para volver a ocupar, pues la primera compañía del mismo batallón, rivalizando en valor con la de Granaderos, los contuvo y los precipitó nuevamente a la hondonada en que se hallaban reducidos: la columna de reserva recibió la orden de flanquearles, y la caballería la de cargarlos en el desfiladero por donde se hallaban precisados a retirarse: su destrucción era inevitable, y tan completa, que ni uno solo hubiera podido escaparse de la muerte.

   La desesperación les inspiró una resolución sin ejemplo: su infantería y su caballería, saliendo de los abismos en que se hallaban, treparon por aquellos cerros con furor: nuestra infantería que por su ardor excesivo y por lo escarpado de su posición se hallaba desordenada, no pudo resistir sus fuerzas; sin embargo les disputó a palmos el terreno y cedieron la posición al enemigo, después de la más obstinada defensa; reforzadas por otras dos compañías de la reserva, tres veces tomaron y perdieron a la bayoneta la posición. Por desgracia, otras cuatro compañías, que debían reforzar las anteriores, se extraviaron y no llegaron a tiempo; por lo que me vi precisado a destacar los Granaderos, sexta y cuarta de Dragones para que contuviesen al enemigo, lo que verificaron echando pie a tierra, y unidos a la infantería los extrañaron nuevamente de su posición: aún no desconfiaba de su total exterminio, pues el batallón del Rey debía caerles por su espalda, pero a éste le faltaron las municiones que no pudieron seguir por lo escabroso del terreno.

   Un fuerte aguacero impidió la continuación del fuego, y sobreviniendo la noche me vi precisado a reunir las tropas, y tomando posición sobre el mismo campo esperar las municiones de que está enteramente la tropa desprovista. La pérdida del enemigo fue horrorosa. La desesperación precipitó sus jefes y oficiales sobre nuestras bayonetas, en las que recibieron los más una muerte que tienen tan merecida; y sin el excesivo ardor de la tropa que ocasionó la desunión, los insurgentes hubieran sido totalmente destruidos en el día del patrón de las Españas. La infantería hizo prodigios de valor, no hubo un soldado, un oficial, un jefe que no se mostrase con acciones heroicas. El terreno no permitió a la caballería dar muestras de su ardimiento; pero sufrió un fuego horroroso, de que muchos fueron víctimas, y las compañías Granaderos y sexta, se distinguieron haciendo el oficio de infantería, como tengo anunciado.

   Nuestra pérdida fue de poca consideración, y luego que los cuerpos me pasen el estado de ella, tendré el honor de ponerlos en conocimiento de vuestra excelencia. Los enemigos se retiraron con la noche, media legua de su posición, teniendo el frente, la espalda y el lado derecho cubiertos de un pantano inaccesible, y apoyando su izquierda con alturas casi insuperables: tengo observado que Bolívar, poco satisfecho de la buena voluntad de sus tropas, elige siempre posiciones sin salida para que la desesperación produzca los efectos del valor.

   Como la conducta heroica de la oficialidad y tropa ha sido tan general, no se puede hacer mención particular de alguno: así propondré a vuestra excelencia los que creo más acreedores a ser premiados, no habiendo individuo que no lo sea a la consideración de vuestra excelencia. Estoy reconociendo el campo, y recogiendo a cargas los fusiles.

   Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

José María Barreiro

   Posdata. Son las 11 de la mañana y el enemigo hace movimiento retrógrado, y seguiré, luego que me entere de su dirección.

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo del general Miguel de La Torre, t. 23, p. 64-67.

 

425

VIGILADOS DE CERCA

Cuartel general en Tunja, 6 de agosto de 1819

   Volvió el enemigo al pueblo de Paipa después del suceso de las alturas de Vargas, y el ejército ocupó nuevamente su posición de los Corrales de Bonza. El día 3, su excelencia, con el objeto de reconocer la posición y fuerza del enemigo, ordenó un movimiento con todas las tropas sobre sus puestos avanzados. Nuestra descubierta de caballería arrolló completamente la que el enemigo en número de 100 hombres tenía situada en los Molinos de Bonza.

   El ejército español evacuó precipitadamente la población y tomó posición en una altura que está en confluencia de los caminos de Tunja y el Socorro. Continuamos la marcha hasta el mismo pueblo y por la noche pasamos el puente de Paipa y acampamos en la orilla derecha del río Sogamoso.

   El día 4 permanecieron los dos cuerpos en sus respectivos campos sin que el enemigo intentase el menor movimiento. Por la tarde toda nuestra infantería repasó el puente y a las ocho de la noche contramarchó y el ejército se dirigió a la ciudad de Tunja, por el camino de Toca, dejando al enemigo a la espalda. A las 9 de la mañana del 5 entró en el pueblo de Chibatá, habiendo marchado 6 leguas, y a las 11 su excelencia con la caballería ocupó la ciudad, haciendo prisionera su guarnición y no cayó en nuestro poder el gobernador de la provincia don Juan Loño, con el tercer batallón de Numancia porque aquella madrugada había marchado a incorporarse al ejército conduciendo tres piezas de artillería. A las 2 de la tarde se reunieron todas las tropas en Tunja. El enemigo, que no pudo observar nuestro movimiento hasta el amanecer del 5, se puso en marcha sobre la ciudad por el camino principal de Paipa y en el llano de la Paja hizo alto a las 5 de la tarde, a la vista de un destacamento de dragones, que después de la ocupación de la ciudad se destinó a observarlo. A las 8 de la noche continuó el enemigo su movimiento por el páramo de Cómbita, y el 6 a las 9 de la mañana entró en el pueblo de Motavita, legua y media de Tunja. Nuestros dragones marcharon toda la noche, molestando su retaguardia y le hicieron multitud de prisioneros.

   La ocupación de esta ciudad ha puesto en nuestro poder más de 600 fusiles, un almacén de vestuarios y paños, los hospitales, botiquines, maestranza y cuanto poseía el enemigo.

   El ejército ha reemplazado sus bajas y se ha repuesto de sus fatigas, ha aumentado su entusiasmo con el de los habitantes de esta ciudad que lo recibieron con un júbilo inexplicable, y sin embargo de que el enemigo ha reunido algunos cuerpos de infantería, después de la batalla del Pantano de Vargas, estamos casi ciertos de la victoria.

   El general, jefe del estado mayor general,

Soublette

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 2, p. 223-224.

 

426

DEFENDER EL PUESTO

Tunja, 6 de agosto de 1819

   Al teniente coronel Joaquín París

   Querido Joaquín: iré luego, pues tengo que hacer. El presidente encarga que haya mucha, mucha vigilancia y que a todo trance se defienda ese puesto. Cubre bien las entradas al corral y en las paredes se hará una defensa horrible.

   Hazla, pues, de orden.

   Tuyo,

Santander

   Palabra de ¿quién vive? A los que vayan de aquí: Socorro.

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 2, p. 224.

 

427

GLORIOSA VICTORIA

Cuartel general en jefe en Ventaquemada, a 8 de agosto de 1819 9°.

   BOLETIN DEL EJERCITO LIBERTADOR DE LA
NUEVA GRANADA. BATALLA DE BOYACA

   Al amanecer del día de ayer dieron parte los cuerpos avanzados de que el enemigo estaba en marcha por el camino de Samacá; el ejército se puso sobre las armas, y luego que se reconoció que la intención del enemigo era pasar el puente de Boyacá para abrir sus comunicaciones directas, y ponerse en contacto con la capital, marchó por el camino principal para impedírselo o forzarlo a admitir la batalla.

   A las dos de la tarde la primera división enemiga llegaba al puente, cuando se dejó ver nuestra descubierta de caballería. El enemigo, que no había podido aún descubrir nuestras fuerzas, y que creyó que lo que se le oponía era un cuerpo de observación, lo hizo atacar con sus cazadores, para alejarlo del camino, mientras que el cuerpo del ejército seguía su movimiento. Nuestras divisiones aceleraron la marcha, y con gran sorpresa de los enemigos se presentó toda la infantería en columna sobre una altura que dominaba su posición. La vanguardia enemiga había subido una parte del camino persiguiendo nuestra descubierta, y el resto del ejército estaba en el bajo a un cuarto de legua del puente, y presentaba una fuerza de 3.000 hombres.

   El batallón Cazadores de nuestra vanguardia desplegó una compañía en guerrilla, y con las demás en columna atacó a los cazadores enemigos, y los obligó a retirarse precipitadamente hasta un paredón, de donde fueron también desalojados: pasaron el puente y tomaron posiciones del otro lado; entretanto nuestra infantería descendía, y la caballería marchaba por el camino.

   El enemigo intentó un movimiento por su derecha, y se le opusieron los Rifles y una compañía inglesa. Los batallones primero de Barcelona, y Bravos de Páez, con el escuadrón de caballería del Llano Arriba, marcharon por el centro. El batallón de línea de Nueva Granada y los Guías de retaguardia se reunieron al batallón de Cazadores y formaban la izquierda. La columna de Tunja y la del Socorro quedaron en reserva.

   En el momento se empeñó la acción en todos los puntos de la línea. El señor general Anzoátegui dirigía las operaciones del centro y de la derecha: hizo atacar un batallón que el enemigo había desplegado en guerrilla en una cañada, y lo obligó a retirarse al cuerpo del ejército, que, en columna sobre una altura, con tres piezas de artillería al centro y dos cuerpos de caballería a los costados, aguardó el ataque. Las tropas del centro, despreciando los fuegos que hacían algunos cuerpos enemigos situados sobre su flanco izquierdo, atacaron la fuerza principal. El enemigo hacía un fuego terrible; pero nuestras tropas, con movimientos los más audaces y ejecutados con la más estricta disciplina, envolvieron todos los cuerpos enemigos.

   El escuadrón de caballería del Llano Arriba cargó con su acostumbrado valor y desde aquel momento todos los esfuerzos del general español fueron infructuosos: perdió su posición. La compañía de Granaderos a caballo (toda de españoles) fue la primera que cobardemente abandonó el campo de batalla. La infantería trató de rehacerse en otra altura, pero fue inmediatamente destruida. Un cuerpo de caballería que estaba en reserva aguardó la nuestra con las lanzas caladas, y fue despedazado a lanzazos; y todo el ejército español en completa derrota y cercado por todas partes después de sufrir una grande mortandad, rindió sus armas y se entregó prisionero. Casi simultáneamente el señor general Santander, que dirigía las operaciones de la izquierda, y que había encontrado una resistencia temeraria en la vanguardia enemiga, a la que sólo le había opuesto sus Cazadores, cargó con una compañía del batallón de línea y los Guías de retaguardia, pasó el puente y completó la victoria.

   Todo el ejército enemigo quedó en nuestro poder; fue prisionero el general Barreiro, comandante general del ejército de Nueva Granada, a quien tomó en el campo de batalla el soldado del primero de Rifles, Pedro Martínez; fue prisionero su segundo el coronel Jiménez, casi todos los comandantes y mayores de los cuerpos, multitud de subalternos y más de 1.600 soldados; todo su armamento, municiones, artillería, caballería, etcétera: apenas se han salvado 50 hombres, entre ellos algunos jefes y oficiales de caballería que huyeron antes de decidirse la acción.

   El general Santander con la vanguardia y los Guías de retaguardia, siguió en el mismo acto en persecución de los dispersos hasta este sitio: y el general Anzoátegui con el resto del ejército permaneció toda la noche en el mismo campo.

   No son calculables las ventajas que ha conseguido la República con la gloriosa victoria obtenida ayer. Jamás nuestras tropas habían triunfado de un modo más decisivo, y pocas veces habían combatido con tropas tan disciplinadas y tan bien mandadas.

   Nada es comparable a la intrepidez con que el señor general Anzoátegui, a la cabeza de dos batallones y un escuadrón de caballería, atacó y rindió al cuerpo principal del enemigo. A él se debe en gran parte la victoria. El señor general Santander dirigió sus movimientos con acierto y firmeza. Los batallones Bravos de Páez, y primero de Barcelona y el escuadrón del Llano Arriba combatieron con un valor asombroso. Las columnas de Tunja y el Socorro se reunieron a la derecha al decidirse la batalla. En suma, su excelencia ha quedado altamente satisfecho de la conducta de todos los jefes, oficiales y soldados del ejército libertador en esta memorable jornada.

   Nuestra pérdida ha consistido en 13 muertos y 53 heridos; entre los primeros, el teniente de caballería N. Pérez y el reverendo padre fray Miguel Díaz, capellán de vanguardia; y entre los segundos, el sargento mayor José Rafael de las Heras, el capitán Johnson y el teniente Rivera.

   El general jefe,

Carlos Soublette

 

FUENTE EDITORIAL:
Peñuela, 1919, t. 1, p. 199-201.

 

428

PRIMERAS ORDENES

Estado mayor general, Santafé, 19 de agosto de 1819

   Al señor Miguel Rodríguez, comandante
de la guerrilla de Guachetá

   Ordena su excelencia que reuniendo usted su partida marche inmediatamente al partido de Muzo a perseguir a los derrotados de Boyacá, entre los cuales va el exgobernador Loño.

   Por ningún motivo se cometerán hostilidades, y se tratará a los pueblos con la mejor política.

   Cuantas armas tenga usted sobrantes, remítalas usted volando a esta capital. Avíseme el día que salga para Muzo y lo demás que vaya ocurriendo.

   Dios guarde a usted muchos años.

   El jefe de estado mayor general,

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Boletín de Historia y Antigüedades, v. 18, p. 74, No. 205, 1930.

 

429

CASTIGO POR DESLEALTAD

Cuartel general, Santafé, 20 de agosto de 1819

   Al teniente coronel Joaquín París

   Su excelencia ordena que a Nicolás Tolosa se le filie en el batallón Cazadores por la felonía que cometió en 1816, hasta tanto que se indemnice plenamente. En el día dispondrá su cumplimiento.

   Dios guarde a usted muchos años.

   El general, jefe de estado mayor general,

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 2, p. 250.

 

430

COMBATES LIGEROS

Sube, 20 de agosto de 1819

   Excelentísimo señor virrey del reino, don Juan Sámano

   Desde Charalá con fecha 4 (agosto) del actual dije a vuestra excelencia lo que copio.

   En la tarde [de] ayer me dirigí desde Oiba sobre los rebeldes que ocupaban el boquerón de Maragotes en donde presumí pudiesen aguardarme; pero a mi paso por allí a las diez de la noche lo encuentro abandonado y sin demorar la marcha logré caer a las cuatro de la mañana a la inmediación del puente de este pueblo; la oscuridad y ningún conocimiento del terreno para conseguir una sorpresa, me hizo adoptar la medida de apostar al frente del indicado puente una guerrilla de 30 hombres al mando del subteniente de Numancia don José María Castañeda y el resto de las dos compañías del mismo cuerpo con 48 soldados del Tambo, y cinco voluntarios de Aragón al de los capitanes don Ramón San Miguel y don José de Torres, cubriendo en batalla el camino real y abrigados todos por un vallado; en esta disposición permanecí hasta aclarar el día que reconociendo nuestra posición aunque no la fuerza desde sus elevadas trincheras situadas en la otra parte del río dieron principio a un fuego vivísimo, pero en vano sus ideas porque al cuarto de hora después de observárseles su cobardía hice romper un fuego graneado lento, y sin perder tiempo ordené a la guerrilla y columna se dirigieran a la bayoneta a desalojarlos de sus fuertes.

   Este movimiento se verificó con la mayor celeridad e intrepidez por nuestros valientes soldados que despreciando el fuego de 140 infantes, que lo sostenían, los pusieron en completa dispersión en menos de 10 minutos emprendiéndola por todas las calles en unión del indecible número de habitantes lanceros que unos y otros enteramente derrotados y sus reliquias perseguidas a distancia de hora y media en Cincelada.

   En esta jornada perdieron más de 100 hombres, muertos entre ellos tres desertores del tercero de Numancia e igual número del Tambo, 26 armas de fuego con sus trabucos, 40 lanzas, ocho espadas y sables, una bandera, un estandarte, una caja de guerra, cajón y medio de municiones, varias piedras de chispas con parte de la correspondencia de Bolívar [al] jefe de estado mayor, de Santander y otros papeles confidenciales.

   De nuestra parte tuvimos cinco heridos y un contuso, entre los primeros y de alguna gravedad el sargento primero de Numancia Miguel Manrique con el cabo del Tambo Dionisio Gadivila, contribuyendo mucho a esta gloria los señores oficiales y el teniente don Damián Madrid que con su buen acierto, valor y serenidad condujeron los bizarros soldados a la victoria. El intruso comandante general Antonio Morales y Fernando Santos envueltos con frazadas fueron ganando precipitadamente sobre Cincelada, sin unirse al resto y malogrando la remisión a Bolívar de 500 hombres que tenían reunidos de los pueblos fronterizos con Tunja y Pamplona.

   Este pueblo que conoció su desastre y ha experimentado parte del rigor de la ley, a las tres horas de la acción se ha presentado más de la mitad implorando perdón de su primer yerro, y animado de los sentimientos de la humanidad lo he indultado exceptuando únicamente los caudillos cuyo ejemplar [castigo] inmortalizaré en ellos y servirán de arrepentimiento a los demás que han gritado la independencia.

   Mañana pienso dirigirme por Riachuelo, Ocamonte y Valle a recalar sobre San Gil con el ánimo de arreglar estos pueblos y nombrar a los últimos alcaldes por haberse reunido a los rebeldes los que ejercían estos destinos temerosos de la muerte por los esfuerzos que hicieron en reunir la gente.

   Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

   Excelentísimo señor,

Lucas González

(Firmado y rubricado)

   (Al dorso)

   El gobernador de Tunja.

 

FUENTE EDITORIAL:
Rodríguez Plata, 1963, p. 454-455, No. 34.

 

431

NOMBRADO DIRECTOR DE MAESTRANZAS

Cuartel general de Santafé, 28 de agosto de 1819

   Señor coronel José María Cancino

   Su excelencia ha nombrado director de maestranzas al capitán José María Barrionuevo, y está trabajando según el plan que acompaño a usted, que está aprobado y mandado observar. Dios guarde a usted muchos años,

Francisco de Paula Santander

   Posdata. Usted como jefe único en el cuerpo de artillería, ejercerá la subinspección.

Rúbrica de Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t. l,p. 266, No. 344, de Archivo Nacional. Hojas de Servicios, 1.11, f. 1070.

 

432

INFORME DE OPERACIONES

Cuartel general, Santafé, 31 de agosto de 1819

Al comandante de la expedición de Antioquia,
teniente coronel José María Córdova

   Impuse a su excelencia de las operaciones de usted hasta Nare, y queda satisfecho. Esperamos con impaciencia el éxito de ellas en la provincia de Antioquia, en la cual no está de más reencargar a usted el restablecimiento del orden en todos sus ramos, principalmente en rentas, vigilando sobre su recaudación en la inteligencia de que por ahora nadie tiene sueldo.

   Su excelencia quiere que las cantidades que usted reúna por donativos, presas, etcétera, las remita a esta capital con toda seguridad, pues en el día se trata solo de enviar dinero a Guayana para armas y municiones.

   Sirva a usted de gobierno que en Ibagué se forma una pequeña expedición para invadir al valle del Cauca: que ya en Neiva existen 200 hombres de nuestras tropas para levantar un batallón completo, y que hoy mismo sale el comandante París con un batallón de la dicha provincia de Neiva. Estas tropas deben operar hasta Guanacas. Usted indague con todo esfuerzo el estado del sur y el del Chocó, provincia de Cartagena, etcétera, para que me pueda dar avisos. Amenace usted todos los puntos y disemine voces de expediciones, pues esto bastante influye en los pueblos y aun en el enemigo.

   El coronel Fortoul el 24 a Pamplona, en donde no había sino 80 fusileros con...

   Dios guarde a usted muchos años.

   El general de división, jefe de estado mayor general,

Francisco de Paula Santander

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1953, t. 1, p. 267, No. 347, de Archivo particular de Manuel M. Buenaventura.

 

433

PROMOCIONES

   NOMINA DE LAS PROMOCIONES EN EL EJERCITO
LIBERTADOR DE NUEVA GRANADA

   En 21 de agosto de 1819, a generales de división: los generales de brigada José Anzoátegui y Francisco de Paula Santander.

   En 22 de agosto, a tenientes coroneles efectivos: el teniente coronel graduado Arthur Sandes; el sargento mayor J. Mackintosh; el sargento mayor Ramón N. Guerra; el capitán Julián Mellao.

   A sargentos mayores: los capitanes J. Johnson y Manuel Dabousa. Al grado de tenientes coroneles: el capitán D. Ibarra; el capitán Vicente Andarra; el capitán José Vegal; el capitán Fernando Vargas.

   A capitanes: el graduado León Galindo; el graduado Pedro José Galindo; el teniente Lorenzo Báez; el teniente Calixto Rey; el teniente Custodio Gutiérrez.

   A tenientes: el subteniente Francisco Perdomo; el subteniente Pantaleón Ascano.

   A subtenientes: el sargento primero Ignacio Rodríguez; el sargento primero Juan Fernández.

   En 24 de agosto, a capitán: el teniente Ramón Herrera. Al grado de capitán: el teniente Francisco Mosquera.

   A teniente: el subteniente Simón Ospino; el subteniente José María Vargas.

   En 27 de agosto, al grado de teniente coronel: el capitán mayor Manuel Obregón.

   En 28 de agosto, a sargento mayor: el capitán Ignacio Pulido. A subteniente: el voluntario Salvador Rodríguez.

 

FUENTE EDITORIAL:
Blanco y Azpurúa, 1978, t. 7, p. 22.

 

434

MENSAJE DE FELICITACION

Curazao, 5 de septiembre de 1819

   Señor don Francisco de Paula Santander

   Muy apreciado señor mío y de mi estimación: Resuenan ya por todas partes los progresos de las armas que se hallan bajo las órdenes de usted en la provincia de Casanare, y todos nos prometemos más felices sucesos para contribuir en algo destruyendo la opinión de los enemigos, no menos importante; trabajar también los que no pueden presentarse en el campo de batalla, como gloriosamente lo hace usted. Los ejemplares que acompaño son un testimonio de esta verdad. Creo sería importante instruir al ejército de las principales iniquidades de los españoles, desde el descubrimiento de las Américas, para electrizarlo más en el fervor sagrado que lo vivifica.

   Tengo el honor de ser de usted atento servidor que besa sus manos,

Rafael D. Mérida

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo Santander, 1914, t. 2, p. 259.

 

435

SOUBLETTE PRESENTA RELACION

Cuartel general en Pamplona, a 8 de septiembre de 1819

   Al señor general de división
Francisco de Paula Santander (original)

   Ayer llegué a esta ciudad y mañana lo verificará el señor coronel Briceño con los batallones primero de fusileros de Nueva Granada y Bo-yacá; el de Tunja estaba el 3 en Cerinza, y el Bravos de Páez estaba el 5 en Bucaramanga. Es adjunto el estado de fuerza del batallón de Tunja y el de Pamplona; sólo falta el de Páez; pero por un cálculo prudente debemos considerarle la fuerza de 500 hombres, por lo menos; es decir, que unida toda la división constará de 2.000 hombres. Reclutas se aguarda de todas partes, y muy pronto podré aumentar el número de 3.000 hombres; pero no la fuerza, porque no tengo un solo fusil sobrante.

   Por un espía despachado del Rosario por Bausá el 6 a las 11 de la mañana, cuyo espía es un vecino del mismo Rosario, conocidamente patriota, y que directamente se vino al gobernador de la provincia con el adjunto papel, escrito por el mismo Bausá para un vecino de esta ciudad; he sabido que las tropas españolas llegadas a Cúcuta son el regimiento de Navarra, que dicen viene de Barinas con la fuerza de 356 hombres de armas, y como 200 hombres del país, que trajeron hasta el Rosario con esposas, en donde se las quitaron el mismo día, y al siguiente les distribuyeron algún vestuario, pero no armas, porque no las había. Hay además la fuerza del Tambo, con que se retiró Bausá, y será a lo más 70 hombres, y las que haya llevado González, a quien considero hoy ya reunido, pues el 6 marchó de Salazar de las Palmas. El espía me dice que por informes del proveedor, sabe que en el Rosario se distribuyen diariamente 600 y pico de raciones, comprendiendo la casa del general La Torre, del gobernador Bausá, los peones que cuidaban las muías, etcétera.

   Ayer repetí las órdenes al señor coronel Carrillo para que volase a esta ciudad a reunírseme, y luego que lo verifique ejecutaré el movimiento sobre Cúcuta, sin aguardar el batallón de Tunja que irá a incorporárseme allá. Está esta provincia en suma escasez de víveres, en términos que temo encontrarme en mil dificultades para sustentar la fuerza que va a reunírseme.

   Mañana remitiré a usted la organización del batallón de Pamplona.

   Sírvase usted instruir de todo al excelentísimo señor presidente.

   Dios guarde a usted muchos años.

Carlos Soublette

 

FUENTE EDITORIAL:
Pefluela, 1919, t. 1, p. 205-206.

 

436

INFORME DE LA DERROTA

Cuartel general de Valencia, 12 de septiembre de 1819

   Excelentísimo señor ministro de la guerra

   Por los adjuntos partes que paso a manos de vuestra excelencia para conocimiento de su majestad y oficio del virrey de Santafé, se enterará vuestra excelencia de la desgraciada acción del 7 de agosto último, en que fue completamente derrotada la tercera división del ejército de mi mando, a las órdenes del coronel don José Barreiro, en las inmediaciones de Tunja, ignorándose hasta ahora la suerte de este jefe y la de todos los oficiales y soldados de dicha división, que probablemente habrán perecido a manos de los rebeldes. Ningunos detalles puedo transmitir a vuestra excelencia de acción tan funesta, porque hasta ahora no han llegado a mi poder otros conocimientos más de los expresados.

   El sedicioso Bolívar ha ocupado inmediatamente la capital de Santafé, y el fatal éxito de esta batalla ha puesto a su disposición todo el reino y los inmensos recursos de un país muy poblado, rico y abundante, de donde sacará cuanto necesite para continuar la guerra en estas provincias, pues los insurgentes, y menos este caudillo, no se detienen en fórmulas ni consideraciones. Cuentan con la disposición de los habitantes, y no son responsables a ninguna ley de sus procederes.

   Luego que supe la marcha de Bolívar desde Guasdualito al Casanare con dirección al reino, hice salir en posta al mariscal de campo don Miguel de La Torre, para que se encargase del mando de la tercera división y demás tropas del virreinato, según anuncié a vuestra excelencia en mi oficio de 2 de julio último, haciendo seguir inmediatamente al primer batallón de Navarra. Pero a la llegada de aquel jefe a la Villa del Rosario de Cúcuta, en los valles de este nombre, se encontró con el camino interceptado por numerosas partidas de rebeldes que cortaban enteramente la comunicación con el interior del reino, y tuvo que aguardar la llegada de Navarra, que emprendiendo su marcha desde Barinas, punto más inmediato, tenía que andar sin embargo más de 200 leguas, por un país despoblado y falto de auxilios.

   Así es que no pudiendo llegar a tiempo de reforzar la tercera división, Bolívar continuó sus marchas, engrosando siempre su ejército con nuestros desertores, los descontentos y los hombres de todas clases y condiciones que fue sacando de los pueblos que invadía, y pudo presentarse con fuerzas tan respetables al frente de nuestras tropas, que logró derrotarlas completamente.

   Esta desgraciada acción entrega a los rebeldes, además del Nuevo Reino de Granada, muchos puertos en la mar del sur, donde se acogerán sus piratas; Popayán, Quito, Pasto y todo el interior de este continente hasta el Perú, en que no hay ni un soldado, queda a la merced del que domina en Santafé, a quien al mismo tiempo se abren las casas de moneda, arsenales, fábricas de armas, talleres y cuanto poseía el rey nuestro señor en todo el virreinato.

   Tres mil venezolanos aguerridos que formaban la tercera división, muy buenos oficiales y 4 ó 5 mil fusiles aumentan ya el ejército de Bolívar, que con los ingleses que le acompañan y los hombres que sacará de las vastas y pobladas provincias del reino, tendrá más que suficiente para acabar de dominar en pocos meses a todo Venezuela.

   Mientras Bolívar en un solo día acaba con el fruto de 5 años de campaña, y en una sola batalla reconquista lo que las tropas del rey ganaron en muchos combates, por la disposición, sentimientos y opinión general de los habitantes, nuevas y grandes expediciones van llegando de Europa a Barlovento, en refuerzo de los 3.000 extranjeros que ocupan además de los naturales las provincias de Guayana y Cumaná, cuya sola fuerza es suficiente para apoderarse en el día de todas estas provincias, que apenas cuentan con 2.000 europeos.

   Los llanos de Barcelona, los del Apure y Casanare, todos están en poder de los rebeldes, y allí los insurgentes Páez, Cedeño y Monagas tienen los almacenes, los caballos y los únicos recursos con que en estos países se cuenta para hacer la guerra.

   Las comunicaciones de los ríos navegables les facilitan surtirse con profusión de sus grandes depósitos de armas y vestuarios establecidos en Guayana, depósitos y provisiones que pusieron allí los avaros comerciantes ingleses, y que ahora con la noticia de los nuevos triunfos de Bolívar y la certeza de asegurar sus créditos, se aumentarán más allá de lo que podían los insurgentes desear.

   El triste cuadro que presenta en el día el ejército expedicionario de costa firme, próximo a su total disolución, cediendo con su exterminio a la multitud de fuerzas que cargan sobre él para apoderarse de estas provincias, está trazado por mí hace tres años, cuando desde Mompós y Ocaña, en abril de 1816, manifesté a su majestad, por conducto de vuestra excelencia, la suerte progresiva que tendrían sus reales armas en este hemisferio, si no se remitían oportunamente los auxilios y reemplazos que pedía, cuya falta ha originado pérdidas y males que difícilmente podrán repararse.

   No confío en mis talentos políticos, ni me precio de adivinador infalible en los sucesos de este continente, pero el ardiente anhelo que me anima por la justa causa de nuestro amado soberano y la experiencia que adquirí en el conocimiento del carácter, opinión, recursos y sistema de los vasallos que aquí se rebelaron contra su majestad, me pusieron en el caso de hablar y de profetizar el destino de estas posesiones, si no podían ser socorridas, como propuse, y el término fatal a que hemos llegado, que se ha prolongado tanto tiempo, por la constancia infatigable de los heroicos soldados que ha resistido con admiración general al cúmulo de circunstancias reunidas para hacer inútiles sus inimitables esfuerzos.

   Es menester, señor, conocer la América y particularmente Venezuela y los venezolanos, para dar importancia a esta sencilla relación, en que lo menos que pretendo es elogiar el mérito contraído por los valientes del ejército de mi mando. ¡Ojalá que ella alcance el que se pidan por su majestad informes a personas que conozcan la revolución y los insurgentes de estas provincias, sobre el estado difícil y apurado en que nos hallamos!

   Puse en conocimiento de vuestra excelencia, para que se dignase elevarlo al de su majestad, la actividad con que armando hombres del país durante el invierno pasado, llegué a reunir sobre el Apure un ejército respetable; el terreno que con él ocupé, y los efímeros resultados que produjo la campaña de los llanos del Arauca por la diseminación que hicieron los enemigos de todas sus fuerzas.

   Después de estos acaecimientos desembarcó la expedición inglesa en Barcelona, y se vio atacado a un mismo tiempo el ejército de su majestad en Cumaná, en los llanos del Unare, en la provincia de Barinas y en las serranías de Santafé, mientras millares de partidas esparcidas en todas las provincias, robaban los pueblos, cortaban nuestras comunicaciones y nos privaban de recursos.

   Llamada poderosamente mi atención a todas partes, y particularmente en extremos que distan entre 600 leguas, no pude oponer más que el valor heroico de los pocos soldados que están a mis órdenes, y triunfaron gloriosamente en el Unare, la Cruz, Cumaná y Barcelona, rechazando por todas partes los bien combinados esfuerzos de un enemigo audaz y aguerrido; pero el solo punto que plegó a la fuerza y fue arrollado, le ha recompensado con usura sus pérdidas en las demás provincias.

   Juzgue vuestra excelencia de nuestra situación después de estos sucesos, y dígnese examinar qué esperanza queda de salvar y defender este país, cuando de un solo golpe, en nuestros grandes apuros, hemos perdido más de 3.000 soldados, que pasarán sin duda a aumentar las filas enemigas, y mayor número de armas con los recursos del virreinato de Santafé. Al mismo tiempo, es fácil que vuestra excelencia alcance cuáles serán los resultados de los nuevos combates que van a librarse, por consecuencia del orgullo y poder en que se hallan los insurgentes con la conquista de aquel reinó, dejándonos reducidos a un corto recinto donde no hay más que enemigos del rey y de la España; concluidos los escasos medios con que hasta ahora habíamos podido, aunque con gran trabajo, subsistir, y sin más esperanzas que la de terminar nuestra existencia con honor, pero sin fruto alguno.

   La suerte de Venezuela y de la Nueva Granada, excelentísimo señor, no puede ser dudosa, y cualquier reflexión lisonjera que hagan a su majestad en contradicción a las ingenuas y verdaderas demostraciones que tengo hechas por el ministerio de vuestra excelencia en toda mi correspondencia son tan arriesgadas, que si han podido influir para desatenderlas, sólo la triste experiencia y los resultados desagradables que tal vez tocamos sin remedio, probarán que no me he engañado en mis predicciones, hijas del convencimiento, del buen deseo y de la obligación con que debí informar a su majestad de lo que podía temerse o esperarse en estos sus sublevados dominios. Todavía pudo haberse remediado el mal, si al principio de este año hubiesen llegado 4.000 hombres y buques de guerra para someter la Guayana.

   Con las fuerzas que logré reunir se hubiera conseguido aquella importante operación, y conquistando Guayana se salvaba a Santafé, se aseguraba todo el inmenso país que hay hasta el Perú, las costas del mar Pacífico y la fuerte plaza de Cartagena de Indias, que se halla en la actualidad tan próxima y tan terriblemente amenazada, pues preveo estará pronto reducida a sus murallas, y los piratas con los buques de guerra, que continuamente reciben de Inglaterra y Norte de América, poderosos para reducirla al más estrecho bloqueo. Ahora no serán suficientes 8.000 hombres para reconquistar lo que hemos perdido en opinión y en terreno, con sólo una acción desgraciada, cuando tantos triunfos conseguidos por las armas de su majestad anteriormente apenas hicieron más que someter el país que pisábamos.

   Las funestas consecuencias de una batalla perdida por las tropas españolas en América ha demostrado la experiencia que con muchas otras ganadas después no han podido repararse, como en estas provincias no conseguimos a pesar de tantos esfuerzos contener las ventajas que obtuvieron los insurgentes cuando Mac-Gregor penetró en 1816 desde Ocumare hasta los llanos de Barcelona, y sitió a Chaguaramas, batiendo en seguida en El Alacrán y en El Juncal al brigadier Morales y coronel López. Sucesos tan pequeños en comparación a nuestros triunfos, unidos a la batalla de San Félix, que en 2 de abril de 1817 perdió el general La Torre en las inmediaciones de Guayana, pusieron a disposición de los rebeldes esta provincia, la costa de Güiría, el interior de la de Barcelona y los de Casanare, donde establecieron su residencia para formar y organizar el ejército que al fin ha dominado a Santafé.

   Estos prodigios, que así pueden llamarse por la rapidez con que los han conseguido, fueron obra de Bolívar, y un puñado de hombres reunidos en los Cayos de San Luis, de los cuales Piar, Mariño, Bermúdez y otros muchos desembarcando solos, bastaron para sublevar pueblos y provincias enteras, formar ejércitos numerosos y abrir el nuevo y sangriento teatro de combates que se han seguido después llenando de desolación este país.

   Dígnese vuestra excelencia comparar las situaciones de 1816, cuando tuve el honor de hacer presente a su majestad lo que temía por la expedición que Bolívar organizaba en los Cayos, y lo que ahora en esta época, con el virreinato de Santafé en su poder, un ejército de más de 12.000 hombres, entre los que se cuentan 4.000 ingleses y extranjeros, dueño de la Guayana y costas de Barlovento, su escuadrilla preponderante en estos mares, con grandes recursos facilitados por la avaricia inglesa, al estado en que yo me hallo, reducido a una pequeña parte de las provincias de Venezuela, con un cortísimo número de soldados europeos, en medio de tal miseria que sólo han percibido una cuarta parte de haber en todo este año y sin esperanzas de socorro alguno, para juzgar de la suerte que próximamente nos aguarda, y de la que tendrá sin remedio esta parte de los dominios de su majestad.

   En tan angustiada situación, no puedo menos de hacer salir inmediatamente a mi ayudante de campo el coronel don León Ortega, para que lleve a vuestra excelencia estos despachos y le informe menudamente de cuanto ha ocurrido y de la urgencia que hay para hacer el último esfuerzo, a fin de que este ejército sea auxiliado sin demora alguna con 7 u 8 mil hombres y buques de guerra para el apostadero de Puerto Cabello, sin cuya fuerza será imposible lograr ninguna ventaja, asegurando a vuestra excelencia que si llegamos a sucumbir y se pierde la costa firme que es la América militar, no la volverá jamás a recuperar el rey nuestro señor, aunque para ello se empleen 30.000 hombres, y bastará sólo conocer un poco la historia de la revolución de este país y la sangre que en ella se ha derramado, para persuadirse de tan conocidas verdades, cuyos resultados son infalibles.

   Yo entretanto aseguro a vuestra excelencia que haré cuanto esté de mi parte por conservar estas provincias a su majestad, y que en ella no dominarán los insurgentes mientras exista un soldado español, pero el corto número de estos y los enemigos formidables que nos cercan, no permitirán a lo sumo otra cosa que salvar el honor de las armas del rey nuestro señor, pereciendo todos en defensa de su justa causa, sin poder conservarle esta importante parte de la América meridional.

   Dios, etcétera.

Pablo Morillo

(Firmado)

 

FUENTE EDITORIAL:
Rodríguez Villa, 1909, t. 4, p. 48-55.

 

437

ACCION DE GRACIAS

Santafé, 14 de septiembre de 1819

   Excelentísimo señor:

   En el momento que supe que vuestra excelenciadirigía sus marchas con el ejército para las ciudades de Tunja y Santafé, en los tres siguientes días le apliqué la misa a sus santos ángeles de guarda y a los de las dominaciones, para que sabiamente lo dirigiesen y librasen de todo mal y peligro y lo conservasen ileso, glorioso y triunfante sobre todos los enemigos de la Nueva Granada y Venezuela, como así lo manifiesta la Gaceta de 15 de agosto último.

   Doy a vuestra excelencia la enhorabuena por estas dichosas jornadas y le ofrezco mi persona y ministerio como su reconocido afecto capellán que besa su mano,

Cecilio de Castro

 

FUENTE EDITORIAL:
Cortázar, 1964, t. 4, p. 354, No. 1363, de Archivo Nacional. Archivo Anexo, t. 517, f. 649.

 

438

DE ZEA A VERGARA

Angostura, 24 de septiembre de 1819

   Mi querido Vergara. ¡Qué ajeno estarás tú de pensar que Santafé es libre, que bien pronto lo será todo el país, y que el ejército español ha sido completamente destruido! Te incluyo los boletines con la adjunta carta para mi mujer, a quien te ruego se los remitas para que los muestre a quien convenga. La gente de Santafé parecía loca de contento cuando entró el general Bolívar y apenas creían lo que estaban viendo. El virrey salió disfrazado con una ruana y sombrero de orejón. La mayor parte de los oidores salieron en borricos. Todo era consternación y espanto entre los españoles y empleados que emigraron. El oficial que dio en Santafé la noticia de la derrota, no se apeó del caballo diciendo a todos sus amigos que salieran volando, porque si no, eran cogidos. Así es que infinitos marcharon a pie, aun de los empleados superiores como -son los- oidores. La guarnición de Santafé era solo un batallón de reclutas llamados voluntarios de Aragón. Huyó hacia Popayán y el virrey y los empleados hacia Honda. Se les persigue con empeño y no se duda que todos serán cogidos. Córdova ha marchado a Antioquia en donde solo hay 50 hombres de guarnición. En Popayán hay muy poca tropa y bastará la columna que ha marchado a ocupar toda la provincia. Las de Tunja, Pamplona, el Socorro y pueblos colindantes están libres y las demás, excepto Cartagena, en insurrección. La de Santa Marta se ha hecho patriota y últimamente se descubrió una conspiración para sorprender los Castillos. En suma, la libertad de la Nueva Granada será la obra de muy pocos meses.

   Como el correo salió poco después de ocupada Santafé, ha habido muy poca correspondencia y más, estando todo el mundo fuera de sí de alegría. Después de tantas noticias plausibles voy a darte dos bien tristes, la muerte en Santafé de tu tío Felipe y la que estamos aquí llorando de mi sobrino Uribe. Precisamente sucedió esta la víspera de llegar las noticias de Santafé. Todo el mundo ha manifestado el más vivo sentimiento por la muerte de un joven de tanto mérito y de tan extraordinarios talentos.

   Me he visto precisado a renunciar la vicepresidencia tantas veces, que al fin se me admitió y ha entrado en mi lugar el general Arismendi. Te aseguro que estaba ya loco con la tal dignidad suprema, que solo admití por complacer al general Bolívar. Estos destinos son malísimos en tiempo de revolución. Así me hallo ya libre para marchar a mi país y lo haría al instante, si no tuviera que mandar a toda prisa armas y municiones, a cuyo efecto aguardo dentro de 12 ó 15 días 100.000 pesos fuertes que en onzas de oro me ha remitido el gobierno.

   Hagan vuestras mercedes todo esfuerzo para mandar armamento, municiones y vestuario para 20.000 hombres que va a levantar Santander y que será el ejército permanente de la Nueva Granada. Todo el mundo sabe que nos sobra con qué pagar. Si acaso no has recibido los 1.000 pesos que mandé por Trinidad a mi mujer, los recibirás bien pronto. Se detuvieron por enfermedad del conductor en Barrancas. Las calenturas que reinan este año en el rio, son terribles. Poner pie en tierra y caer con ellas es una misma cosa. Dile al señor Peñalver que yendo hoy mismo Desmarquet para Santafé, no tengo tiempo de escribirle, que tenga esta por suya y cuente siempre con mi amistad. En pasando estos momentos de apuro te escribiré largamente sobre todo. El buque parte y no me queda tiempo para escribir a mi mujer. Remítele esta misma carta y tú que conoces las cosas y el país, puedes hacerla ver que nuestra suerte se ha mudado favorablemente y podemos contar con una fortuna considerable. Santander me dice que puedo estar seguro de que aunque vengan nuevas expediciones de España, jamás el país se volverá a perder. Tú sabes que Santander tiene talento y juicio.

   Soy tu apasionado, Zea.

   Es copia.

Morillo

(Firma)

 

FUENTE EDITORIAL:
Friede, 1969, p. 321-323, No. 134.

 

439

REALISTAS OBSERVAN MOVIMIENTOS PATRIOTAS

San Carlos, 8 de octubre de 1819

   Señor don Miguel de La Torre

   Mi estimado La Torre: Acabo de recibir en esta hora, que son las nueve de la mañana, las apreciables cartas de usted del Rosario de Cúcuta de 22 de septiembre y el parte y carta de 26 del mismo desde La Grita en que me manifestaba usted los motivos que ha tenido para abandonar los valles de Cúcuta, cuya posesión nos convenía, tanto para cubrir a Maracaibo que ahora queda descubierto y en disposición de ser atacado, o de sublevarse por los agentes que envíen los enemigos, como por estaren comunicación con las tropas de Mompós y Ocaña y las que sucesivamente vayan viniendo si la expedición llega a Cartagena pero, pues, no ha habido otro medio, y usted ha hecho cuanto estaba en su arbitrio, situándose en ese punto que es mucho más ventajoso. Puede usted permanecer en él observando los movimientos de los enemigos, adquiriendo noticias y dándome avisos de todo cuanto adquiera para mi gobierno, advirtiendo que convendrá disputar el terreno a palmos; esto es sin comprometer en una acción desgraciada esas tropas. Yo creo que los enemigos, sea su principal objeto apoderarse del puerto de Maracaibo para tener uno en el mar del norte que sirva de abrigo a sus corsarios: también tratarán de abrir la comunicación con Páez por la montaña, por San Cristóbal, Guaca o Guasdualito. En fin, usted está más cerca y obrará según las circunstancias haciendo cuanto sea posible.

   Pereira ha estado hasta San Diego de Cabnitica (sic), cuyo pueblo que ocupaban los enemigos, lo abandonaron y él lo quemó. Le he mandado se repliegue sobre San Rafael de Orituro, y que Arana quede en la provincia de Barcelona como lo estaba antes.

   Don Pascual Enrile me escribe con fecha 8 de agosto, manifestándome que todo aquel mes salía la grande expedición, que la mandaba Callejas, y que el conde de Abubal quedaba capitán general de Andalucía.

   Mi ayudante Ortega salió con los pliegos para España, y para que apure a aquellos señores, y creo llegará antes que Escuté; si no tiene una desgracia en el camino. Ahora voy a repetir con otro oficial, lo que he dicho antes, y a Mujica le diré avise a su hermano de usted para que sepa de su situación y el poco humor que tendrá de escribirle, sin decirle nada de casamiento.

   Siento que haya usted formado tan mal concepto del virrey, sin datos. Yo opino siempre del mismo modo que cuando estábamos usted y yo juntos. Nunca puedo creer que sea amigo de los generales y usted lo verá algún día.

   Dice usted que se retiró a Santafé sin que los oficiales sacaran sus equipajes. ¿Y cómo quería usted que se detuvieran a otra cosa más que a salvar lo más importante, cuando se encontró con una noticia tan inesperada, y con la probabilidad de que al otro día entrasen los enemigos en la capital? ¿Cómo podían hacerlo hallándose ya en Ventaquemada? Barreiro no le había escrito desde Paipa, y las últimas noticias que recibió de aquel eran las más lisonjeras, llenas de bravatas y seguridad de batir a los de Bolívar, como sin duda pudo hacerlo; ¡qué sorpresa no sería la del pobre virrey recibir por primer aviso la completa derrota y que los enemigos llegarían al día siguiente a Santafé! No era por cierto tiempo de salvar trapos de los oficiales.

   Las contribuciones y aumento de alcabalas son indispensables en todas partes cuando se aumentan los gastos del real erario. Crea usted que el verdadero origen de los males del reino ha consistido en las malas disposiciones del señor Barreiro, que no destruyó a tiempo a Santander, en sus desaciertos cuando fue acometido por Bolívar; y en el trastorno que la imprudencia del gobierno de Pamplona, Bausá, causó en aquella ciudad con la sublevación de Montilla, que impidió pudiese usted llegar a tiempo de encargarse del mando de las tropas. También puede añadirse la poca disciplina que observó la tercera división, y el mal comportamiento de muchos oficiales que con sus excesos y conducta han dado lugar a disgustos y desavenencias de consideración. Muchos hombres hay que son muy a propósito para estar en las filas, pero no para mandar como comandantes políticos, porque les faltan los conocimientos y el acierto que son necesarios. Varias veces he hablado con usted sobre este importante punto, y la prueba está bien clara en los pueblos de Venezuela, que a mi venida del reino se hallaban medio sublevados, por los disgustos y tropelías de algunos individuos, y el poco celo del señor Moxo. No dudo, ni he dudado nunca de que los curas, los frailes y los hacendados del reino, son malos, malísimos; pero la plebe es como en todas partes sabiéndola mejor. Mucho me podría extender sobre estos puntos; pero vamos a otra cosa que es más interesante.

   Haré salir algunas municiones sobre Barquisimeto y piedras de chispa, por si usted necesitase de este artículo, como creo; avisándome de cuanto pueda hacerle falta para irle remitiendo sucesivamente.

   ¿Sí habrá usted tenido la ocurrencia de hacer retirar las embarcaciones del Zulia, y avisar a Maracaibo, lo mismo que a los de Ocaña y Mompós? Pues sería un dolor que algunos vinieran a incorporarse con usted y cayeran en poder de los enemigos.

   Deseo que siga usted sin novedad y que disponga de su afectísimo general y amigo.

Pablo Morillo

(Rúbrica)

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo del general Miguel de La Torre, t. 3, p. 142-145.

 

440

OPTIMISMO REALISTA

San Antonio, 29 de octubre de 1819

   Excelentísimo señor

   El 21 del corriente me puse en marcha para estos valles desde Bailadores como anuncia a vuestra excelencia. El 23 sorprendí una partida de 40 enemigos en la pasada del páramo del Zumbador de la que sólo se incorporaron a sus fuerzas cinco hombres. Las noticias que adquirí por los cogidos en dicha sorpresa son de que la acción del 23 del próximo pasado me la dio el general Soublette; con los batallones de Bravos de Páez, Línea, Pamplona, Tunja y Boyacá; los dos primeros de los que subieron con Bolívar de esas provincias y los tres restantes creados después de la acción ganada a Barreiro con los prisioneros que le hicieron y reclutas sacados; también la principal fuerza de los dos primeros es de prisioneros nuestros. El total de la fuerza de estos cuerpos pasaba de 2.000 hombres; también me dijeron que Soublette hacía 15 días que había marchado hacia Guasdualito con los cuatro últimos batallones y que en San Cristóbal y Táriba estaba el primero con unas 500 plazas, y en estos valles varios pelotones de reclutas.

   Luego que supe estas noticias seguí mi movimiento sobre los rebeldes los que se pusieron en retirada siguiéndola en dirección de Pamplona. En mi marcha hasta este punto se me han presentado 30 y tantos desertores de los enemigos que eran soldados de la tercera división. Estos confirman las noticias arriba dichas añadiendo que en la marcha que ha hecho Soublette a Guasdualito se le han desertado más de 400 hombres y que la tropa que le queda es de tan mala calidad que con dos buenas compañías se destruyen. El ganado que tenían en camino de Guasdualito para estos puntos lo han hecho volver atrás avisándole a Soublette que quedaba ya cortada la comunicación por estos puntos con motivo de mi marcha.

   Dos sargentos presentados, uno de Aragón y otro de Numancia, me dicen que cuando salieron las tropas que vinieron a estos puntos quedaron con Bolívar y Santander el batallón de Rifles, el de Barcelona o Barlovento y uno nuevo creado en Santafé con otras varias partidas de las provincias de Pamplona, Socorro y Tunja: otro pasado que vino ayer desde San Gil me dice que Bolívar salió de Santafé para la provincia del Socorro con los Rifles y que aquel rebelde siguió a Pamplona donde subsiste esperando el batallón que lo acompañaba y al de Barcelona, creo sea con el efecto de seguir por este punto hacia las provincias; en los pueblos por donde ha pasado ha sacado mucha gente y creo trata de formar un batallón en el Socorro; han quedado tan disgustados los pueblos con los enemigos por sus desórdenes que con 2.000 hombres se puede asegurar la conquista del reino.

   Al excelentísimo señor virrey le doy noticia de todo por la vía de Ocaña diciéndole que debe de dar su orden para que todas las tropas nuestras que ocupan las provincias contiguas a las que tienen los enemigos las haga operar, pues aun cuando algunas columnas no puedan presentar una acción, la fragosidad del terreno les proporciona medios para incomodar a los enemigos y sostener la opinión en los pueblos.

   Creo que no podré subsistir mucho en estos puntos por la poca fuerza de que se compone esta división y por la falta de recursos para subsistir pero aseguro a vuestra excelencia que esta marcha ha valido tanto como si la hubiera ganado una acción.

   Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.

La Torre

(Firmado)

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo del general Miguel de La Torre, t. 7, p. 183-184.

 

441

OBJETIVO: RECONQUISTA DE SANTAFE

Barquisimeto, 20 de diciembre de 1819

   Mi estimado La Torre: Ya casi no hay duda de que Bolívar ha bajado a Guayana con Soublette y sus asistentes nada más; varias declaraciones lo aseguran, y ayer he visto a un criado del doctor Hernández fugado recientemente de los enemigos, muchacho de despejo y confianza, que me ha informado haber visto personalmente a Bolívar y Soublette embarcarse en Achaguas para Guayana. Puede que usted a estas horas tenga algún conocimiento de este suceso. Ahí habrán quedado Santander, Anzoátegui y Urdaneta, que salió de Guayana con este fin.

   Esta tarde salgo para Sarare con el objeto de aproximarme al brigadier Real, pues por la provincia de Barinas se aproximan fuerzas de bastante consideración y viene Páez con el todo de la mayor parte de su caballería. Aquí van ya a empezar las operaciones, y puede usted pensar, que con las fuerzas que amenazan por Barlovento, y las que invaden la provincia de Barinas, me veré muy apurado, si la suerte no trae a tiempo la expedición que aguardamos.

   Ayer recibí pliegos del virrey, en que me manifiesta con fecha de 20 de noviembre, hacía marchar al coronel Warleta sobre Antioquia con las fuerzas que llevó para Valledupar, a fin de abrir la comunicación con el sur.

   El obispo de Popayán, don Salvador Jiménez Padilla, me oficia con fecha de 14 de septiembre y entre otras cosas me dice lo siguiente:

   "El señor Calzada trabaja con la mayor actividad, y está poniendo su división en el mejor pie, y creo que en el término de cuatro meses podrá cooperar según las órdenes de vuestra excelencia con 3.000 hombres, muy en buena disposición para la reconquista de Santafé".

   Me añade que aquella provincia se ha mantenido muy fiel al rey y que la de Pasto con el mayor heroísmo ha armado todos sus habitantes, desde que se supieron las primeras noticias funestas de Santafé, y enviaron 2.000 hombres a Popayán.

   Será muy conveniente que haga usted lo posible por ponerse en comunicación con el coronel Calzada, que a estas horas debe haber empezado las operaciones sobre la capital; que escriba usted al obispo, hombre muy activo de conocimientos y que está encargado del mando militar de la provisión y acuerdos del ejército, habiendo dado de sus fondos particulares en aquella fecha 6.000 pesos y 1.200 camisas para la tropa.

   Particípele usted al señor virrey nuestro estado por estas provincias y comuníquele cuantas novedades sepa, pues yo ahora no tengo tiempo para ello.

   Los enemigos que han quedado en el reino están destruidos poderosamente en todas direcciones, y es imposible que puedan atender a todos puntos. Por lo mismo reencargo a usted que indagando con el mayor empeño la situación y fuerzas de los de Pamplona, haga cuanto esté de su parte por darles un golpe en esa dirección, que los desconcertaría mucho, y facilitaría su comunicación con Calzada.

   Incluyo a usted la adjunta de su señora.

   Deseo que siga usted sin novedad y que dando expresiones a Herrera, disponga del buen afecto de su general y amigo.

Pablo Morillo

(Rúbrica)

   Salen dos oficiales que acaban de llegar de la península con siete soldados de Navarra. Uno de ellos llamado don Antonio Caparros, informará a usted verbalmente de algunas circunstancias que le he encargado, ambos van a Navarra donde ha servido Caparros que es primo de Méndez.

 

FUENTE EDITORIAL:
Archivo del general Miguel de La Torre, t. 3, p. 174-176.

 

442

CONSECUENCIAS DE LA BATALLA DE BOYACA

   Bolívar que en abril se dirigió desde el llano con una columna corta de infantería y caballería a atravesar la cordillera de Chita, logró reunirse a Santander que tenía cerca de 3.000 hombres a últimos de julio y en seguida emprende sobre la tercera división, cuya caballería se hallaba en Sogamoso y la infantería cubriendo las avenidas de Soatá, Paya y otros puntos. El coronel Barreiro, comandante general de esta fuerza, intenta oponerse a los movimientos del enemigo y consigue rechazar por tres veces su vanguardia que hizo replegar, mas calculando que no debía adelantarse mucho para estar pronto a cubrir la capital en caso necesario, se viene a Paipa. Bolívar entonces marcha sobre su izquierda y, dejando a Tunja, toma la dirección de Santafé. El coronel Barreiro instruido de este movimiento, marcha también por la línea más corta a interponérsele, pero al desembocar de las gargantas de Boyacá (cuatro leguas de Tunja) se halla rodeado por todas partes sin poder adelantar ni retroceder. Entonces este jefe manifestó hallarse muy equivocado en el conocimiento de maniobras militares, aun cuando había merecido concepto contrario. Ataques sucesivos de batallones y medios batallones fue la mejor coyuntura que presentó al enemigo, para ser batido en detalle. Así sucedió, todas las columnas de ataque fueron rechazadas por ser inferiores en número a las que esperaban en ventajosa posición y haciendo por último esfuerzo una nueva tentativa con la caballería, sufre ésta la misma suerte en un pequeño placer y en su desordenado escape de retirada hace perder la formación a nuestras masas y en consecuencia se declara por el enemigo una de aquellas victorias que, aun venciendo, no se consiguen siempre. Comandante general, batallones y escuadrones enteros, parque, bagaje y demás, todo cayó en poder del vencedor. En suma la tercera división cesó de existir el 7 de agosto en Boyacá. Sin embargo, no por eso dejó de haber hechos de valor singular en muchos individuos de los que la componían y si el desgraciado jefe que la mandó hubiese sido más circunspecto en sus marchas y más acertado en sus disposiciones, Bolívar hubiese sufrido un golpe mortal en su República por unas tropas bien disciplinadas, más auxiliadas en recursos que las de Venezuela y cuyo número ascendía a 3.000 combatientes. Este malhadado jefe pagó sus yerros en Santafé donde con otros muchos oficiales fue fusilado por los rebeldes.

   El resultado de tan mal perdida batalla fueron la sublevación de varias provincias de la Nueva Granada por los rebeldes, el aumento de su poder en hombres y dinero y hacer ya problemática nuestra existencia en Venezuela.

   Tan persuadido estaba el general en jefe de la importancia de cualquier accidente en la tercera división que apenas conoció los verdaderos designios de Bolívar, ocultos por muchos días con movimientos inciertos, al momento ordenó al mariscal de campo don Miguel de La Torre, recién nombrado jefe de estado mayor que tomando en Barinas el primer batallón de Navarra marchare a encargarse de las operaciones del virreinato. Pero tal fue nuestra desgracia que aunque este general partió de Calabozo en posta a principios de julio y se arriesgó a caminar solo muchas jornadas para rápidamente ir a su destino, no le fue posible penetrar por Pamplona, a causa de haber sublevado esta provincia y tener bien vigilados todos los caminos unos cabecillas que se fugaron de la cárcel de aquella mientras su gobernador se había ausentado a destruir totalmente unas partidas que en el interior amenazaban la tranquilidad.

 

FUENTE EDITORIAL:
Díaz Díaz, 1961, p. 678-679, No. 25, de Archivo General de Indias, Cuba, legajo 904.

 

443

PANTANO DE VARGAS, ANTESALA DEL TRIUNFO

   En Casanare los jefes republicanos, que sostenían libre aquella parte de la Nueva Granada, se encontraban por desgracia divididos por rivalidades pueriles; y aunque el general Páez mandó al segundo Guevara a tomar el mando, no fue admitido por no quedar de hecho sujetos a la autoridad de Páez. Aquellos jefes eran los coroneles Moreno N., Pérez Nonato y W. Galeano. Los granadinos pensadores que se encontraban allí, entre ellos un señor Soto, hermano del benemérito doctor Soto, de gloriosa memoria, hicieron una solicitud al general Bolívar a Angostura pidiéndole un jefe granadino y de circunstancias para que viniese a tomar el mando y pusiese término a aquella enemistad. Bolívar entonces elevó al coronel Santander al rango de general de brigada, y lo destinó para Casanare. Nosotros conseguimos, por empeños del señor Zea, que se nos destinase con el general Santander, el sargento mayor Joaquín París, el teniente coronel graduado Vicente González y yo. Marchamos, pues, en dos buques, una lancha y un buquecito menor. En el primero veníamos París y yo, que lo mandaba; en el segundo el general y el capitán Vicente González; en la lancha traíamos 800 fusiles y algunos vestuarios. En el Orinoco nos alcanzó el coronel Jacinto Lara, destinado también para Casanare como de espía del general Santander, porque desde entonces le tenía el general Bolívar cierta antipatía o tema al general Santander, y temía que este jefe, en Casanare con una división, se sustrajese de su obediencia en algún tiempo. Llegamos a Casanare a los tres meses de navegación, sufriendo París y yo las escaseces más terribles, porque las raciones de la lancha no consistían en otra cosa que carne muy mala y casi podrida. Desembarcamos en Guanapalo, en donde permanecimos algunos días esperando transportes para conducir el armamento a La Trinidad, donde estableció el general Santander su cuartel general.

   Con la llegada de este jefe cesaron las desavenencias entre los jefes. Bajó el comandante Antonio Arredondo, que se hallaba en Zapatosa con una parte del batallón Cazadores de la Nueva Granada, y el capitán José Leal, que se hallaba en La Laguna con la otra parte del batallón que se había separado de Arredondo. Todos se sometieron al general Santander y este jefe inmediatamente dio las órdenes conducentes para la formación de una división, creando sobre la base del batallón Cazadores otro de línea, cuyo mando se me confió. Se me dio por base la parte que mandaba Leal, y éste fue destinado a mandar la primera compañía del batallón primero de línea. Se organizaron y disciplinaron los dos cuerpos, con un pie de fuerza de 1.000 hombres y dos regimientos de caballería de 400 hombres. A pocos meses se nos presentó como invasor el general Barreiro, con una fuerte división de 2.000 hombres. Nuestros cuerpos, que se hallaban acantonados en diferentes puntos, se reunieron en la casa de teja, a una legua distante de la serranía y en las inmediaciones de La Laguna y Pore, para provocar a Barreiro a un combate decisivo en la llanura; pero este jefe bajó por la salina de Chita, y por La Laguna se dirigió a Pore por el pie de la cordillera, en cuadro, sin resolverse a atacarnos, aunque en la marcha lo provocaban nuestras guerrillas de infantería y caballería. En esta marcha se nos pasaron cinco granadinos, entre ellos uno que había sido oficial en nuestra tropa en la patria fundadora, y lo era un Berbeo, socorrano, y un sargento Mendoza, bogotano. Barreiro acampó en el mismo Pore, y nosotros en la sabana a un cuarto de legua de distancia. Impuesto el general por los pasados en Chita que habían quedado dos compañías del batallón primero del Rey custodiando los equipajes y convoy de la división Barreiro y que aquella plaza estaba cubierta por un gran foso en su entrada del llano y un castillo sobre el pueblo, me mandó llamar el general aquella noche, y me dijo:

   -Usted se marcha a ejecutar una operación muy bonita, aunque peligrosa.

   Me impuso de la fuerza que había en La Salina y la situación de la plaza. Le dije:

   -Para atacar aquella fuerza estando la plaza cubierta por un foso y un castillo sería necesario llevar toda nuestra infantería. Así, pues, debiendo tomarla por sorpresa, no llevaré más fuerza que dos compañías: la primera del batallón Cazadores, mandada por el capitán José Vegal, y la primera de mi batallón, por el capitán José Leal, y me da usted los pasados para que me sirvan de guía y para sorprender el destacamento del puente, que debe haberlo, aunque sea de cuatro hombres.

   Convino el general y marché en aquella misma madrugada. En dos días de marcha y una noche me puse sobre La Salina, a las tres de la mañana. Como era muy temprano para dar el asalto sin que pudiera escaparse ninguno, mandé hacer alto a la columna, y que descansaran. Me puse a la cabeza con el sargento mayor León Galindo y el capellán. De antemano ya había distribuido las que debían de dirigirse al cuartel a tomar el castillo y la casa de los oficiales. Sabía que el cuartel de las dos compañías estaba en la esquina de la plaza, que yo conocía. Me quedé dormido, y me despertó el mayor Galindo al toque de diana de las dos compañías godas. Inmediatamente me puse en marcha sobre el puente, llevando por delante los cinco pasados. Estos sorprendieron el destacamento, que contaba efectivamente cuatro soldados y un cabo. El puente está a media cuadra del pueblo, al pie de la barranca sobre que se encuentra situado éste. Hallándome allí haciendo salir las partidas destinadas, se presentaron unas mujeres sobre la barranca, y al vernos dieron la voz de "¡los patriotas!". Al instante di la orden de marcha al trote antes de que supieran los oficiales de la plaza. El foso tenía su puerta, y yo iba a la cabeza de la columna, porque no hubo tiempo para que salieran las partidas destinadas. Me presenté a la puerta del cuartel cuando ya estaban formadas las dos compañías; les di la orden de "¡armas a la espalda y ríndanse, que los patriotas están sobre ustedes y no dan cuartel si hacen la menor resistencia!". Inmediatamente pusieron las armas a la espalda. Les repetí la voz: "¡fuera de cartucheras!". Desarmada aquella tropa, la hice desfilar para la plaza y conducirla al castillo, y mandé poner una guardia en el cuartel. A este tiempo se oyó fuego en la casa de los oficiales; ocurrí a ella e hice forzar las puertas. Los asistentes que hacían fuego fueron muertos y los oficiales prisioneros. Estos, aunque se hallaban en el cuartel a tiempo de la sorpresa, como había comunicación entre éste y su casa por el interior, tuvieron tiempo de encerrarse y hacer una resistencia temeraria con sus asistentes.

   Di parte al general del buen éxito de la operación, y mandé los oficiales prisioneros para el llano. Ordené en seguida a los jueces del lugar que me reclutasen todos los hombres que se pudiera, para conducir las armas y caballerías y para los equipajes y vestuarios tomados al enemigo. Los jueces no pudieron conseguir sino sólo 30 hombres y muy pocas caballerías, de manera que no tenía ni en qué conducir el armamento, que constaba de 160 fusiles, los equipajes, alguna sal, harina y aguardiente que pensaba llevar, porque la tropa apenas alcanzaba a custodiar los prisioneros, que eran en número igual. En este conflicto, y temiendo que Barreiro intentase su retirada por el mismo camino que había dejado, como era muy natural, ocurrí al arbitrio siguiente: llamé a los cinco pasados, y les ordené que fueran al castillo y les hicieran saber a los prisioneros que el general Barreiro había sido derrotado por nosotros en Pore, y que aunque él se había escapado, la mayor parte de su fuerza había sido prisionera, y que ellos eran de este número. Esa noche me encerré yo en el castillo con toda mi tropa; al siguiente hice bajar a los prisioneros a la plaza, les dirigí la palabra y les anuncié lo mismo que ellos sabían ya por los pasados; les manifesté que en llegando al llano se emprendería la campaña sobre Nueva Granada, y que el triunfo sería seguramente favorable a nosotros pero que sin embargo, los que quisiesen seguirnos diesen un paso al frente, y los que no, recibirían su pasaporte para donde quisiesen dirigirse. Todos salieron al frente. Los conduje al cuartel y armé con sus mismas armas. A los 30 paisanos los cargué de sal, aguardiente y harina, y a cada uno le puse un soldado al lado; en las caballerías hice poner los equipajes y vestuario, y marchamos para el llano.

   El general Barreiro había emprendido su retirada por Paya, hasta donde lo persiguió el general Santander, sin conseguir ninguna ventaja sobre él. Allí incendiaron los almacenes que tenían y se retiraron por Labranzagrande, y el general Santander contramarchó para Pore.

   A los seis días de marcha me incorporé con nuestra división, la cual me prodigó aplausos y vivas, sin que ninguno de los prisioneros se me desertase.

   En este intermedio mandó el general Santander al coronel Jacinto Lara cerca del general Bolívar, invitándolo para que se viniera a Casanare y emprendiera la libertad de la Nueva Granada. El general Bolívar no vaciló, y emprendió efectivamente la marcha para Casanare.

   Los sucesos ulteriores los he manifestado muy extensamente en otros apuntamientos: pero para que se conozcan bajo una sola cuerda, los contaré en este escrito.

   Llegó el general Bolívar a principios del mes de junio, si mal no recuerdo, con los batallones Rifles, Vencedores, Albión y un cuerpo de caballería. El general Santander lo recibió en el pueblo de Tame, lugar de mi acantonamiento con mi batallón. El día de su llegada, y después de comer hice sacar mi batallón a la plaza, y estando presente el general Bolívar le pedí permiso y mandé el ejercicio. El general Santander le había pedido anteriormente los ascensos para todos los jefes y oficiales de la división. Habían venido todos, con excepción del mío, que me correspondía a coronel. Después de haber mandado el ejercicio, y estando en descanso y los oficiales al frente conmigo, se me acercó el teniente coronel Vicente González y me entregó un despacho ascendiéndome a teniente coronel, suponiéndome capitán. Se lo devolví, diciéndole:

   -Puede usted devolverlo al general Bolívar y decirle que soy teniente coronel desde el año de 1815, en cuya clase me reconoció el general Páez a principios del año de 18, y como tal hice la campaña de aquel año bajo las órdenes del mismo general Bolívar; y aunque hice las funciones de sargento mayor en el batallón Bravos de Páez, fue únicamente por la escasez de jefes para aquel destino, y no había otro cuerpo de infantería que yo pudiera mandar como primer jefe; que quedaba entendido que el granadino que había en Venezuela perdía un grado, y que yo, para contribuir a la libertad de mi patria con mis pequeños servicios, no necesitaba de ser coronel ni general; que si ésta la conseguíamos, estaba resuelto a separarme del servicio.

   El general Santander le manifestó que yo tenía razón y justicia, y Bolívar me satisfizo por conducto del mismo Santander, que había sido equivocación, pero que no atravesaría la serranía sin ser coronel.

   Haré notar aquí que desde la primera vez que nos conocimos con el general Bolívar, no simpatizamos; en el viaje del coronel Jacinto Lara, de Casanare al Apure, cerca de este general, comisionado por Santander, como he dicho más arriba, dicho coronel, con quien no tenía muy buena amistad, por haberme sostenido en mi puesto y rehusado someterme a sus órdenes, no estando él en servicio activo sino desempeñando un destino civil, me atribuyó por este solo hecho enemistad y odio a los venezolanos, y le hizo creer en el Mantecal al general Bolívar que yo era enemigo acérrimo de los venezolanos, y por supuesto este jefe venía prevenido contra mí. Esto me lo aseguró el general Carrillo, con quien tenía muy buena amistad desde Apure y que había servido de su segundo en el batallón, en aquel mismo día que llegó el general Bolívar, y aun antes de llegar al pueblo de Tame, asegurándome que había presenciado la conversación de Lara con Bolívar.

   Siguió, pues, el ejército para Pore, donde se reunieron los cuerpos de la división Santander. Allí se organizó el ejército en dos divisiones: vanguardia y retaguardia. La nuestra era la primera, y en este orden marchó el ejército para la Nueva Granada.

   En Paya tuvimos el primer encuentro con las tropas españolas, las cuales fueron rechazadas, y se retiraron por la vía de Labranzagrande a Sogamoso. El general Bolívar acampó con la retaguardia a dos horas de Paya, y la vanguardia en el mismo pueblo.

   Allí permanecimos por unos días. El general Bolívar llamó a Santander y le manifestó la necesidad en que se encontraban de retirarse para el llano, por la desnudez en que se hallaba la tropa y por los pocos víveres con que se contaba, que consistían en 90 reses, y además en la travesía del páramo era de temerse que mucha de la tropa se empaparía, por no tener con qué cubrirse; que en el llano se aguardarían recursos de Guayana y se volvería a emprender la campaña. El general Santander, sin convenir, regresó a nuestro campo; nos reunió a Arredondo, jefe del batallón Cazadores; a Joaquín París, sargento mayor; a mí, jefe del batallón de línea; a Ramón Guerra, sargento mayor, y al comandante José María Cancino, jefe del parque, y nos hizo presente la resolución que pensaba tomar el general Bolívar. Tomé yo entonces la palabra, y dije:

   -Desde el alto de Morcote me apeé de mi mula, me acosté de espaldas sobre la verde yerba, y con los pies hice la cruz a los llanos y juré no volver a ellos por mi gusto, sino amarrado. Que se retire el general Bolívar, enhorabuena, que yo estoy resuelto a internarme con mi batallón, dispersarlo en guerrillas y hacer así la guerra a los españoles.

   Arredondo habló en el mismo sentido, y los otros jefes apoyaron nuestra resolución.

   Volvió Santander al campo de Bolívar, le hizo presente cuál había sido nuestro modo de pensar, y volvió, haciéndonos mil reflexiones a nombre del jefe supremo, y constituyéndonos responsables de la suerte del país si se disolvía de aquella manera ese lucido ejército. Nosotros insistimos en nuestro propósito, y lo habríamos ejecutado si el general Bolívar no cede y se resuelve a continuar la marcha.

   El sargento mayor Joaquín París fue destinado con una compañía a salir el primero de este lado de la cordillera por la vía de Pisba, a anunciar a los pueblos nuestra salida, para que nos auxiliasen. Nosotros, con el resto de la división de vanguardia, seguimos el movimiento de París, y la retaguardia siguió el de la vanguardia. A las dos jornadas y un rato salimos al sitio de las Quebradas, donde encontramos a París de regreso del primer pueblo que penetró y anunció nuestra salida. Esta se divulgó como por electricidad, y en ese mismo día nos sobraron los recursos de víveres que nos traían de todas partes. A poco rato de estar nosotros allí comenzó a salir la retaguardia en desorden, pues así se había mandado marchar desde la entrada en el páramo, y sin embargo de esto se emparamaron como 60 hombres del batallón Albión. Esa misma tarde salió el general Bolívar con su estado mayor. El ejército acampó allí mismo, y a mí se me dio orden de avanzar como un cuarto de legua sobre el pueblo de Socha.

   Al siguiente día continuó su marcha el ejército, e hizo alto en aquel pueblo, donde permaneció tres días. El comandante Antonio Durán fue destinado a sorprender un destacamento enemigo que se hallaba en el pueblo de Corrales, lo que así se verificó, pues hasta entonces ignoraban los españoles nuestra salida. Se herraron algunos caballos que proporcionaron algunos vecinos de aquellos pueblos, y ya comenzó la caballería a montarse. Seguimos al pueblo de Tasco. En seguida tuvimos el primer encuentro con el enemigo en el río de Gámeza, donde perdimos muy buenos oficiales y tropa por la impericia del general, dando una batalla contra fortificaciones inexpugnables, pudiendo evitarla y hacer que el enemigo la presentase en donde nosotros hubiéramos querido, pues estaba en sus intereses el buscarnos. Entre los oficiales que murieron allí recuerdo al comandante Arredondo, capitanes Lobo Guerrero y N. Gómez, y herido el general Santander. La victoria no se decidió por ninguna de las dos partes contendientes. El enemigo se retiró para Sogamoso, y nosotros para los Aposentos de Tasco. Allí fueron ascendidos a coroneles efectivos los tenientes coroneles Antonio Morales y José María Cancino, que no se batieron en Gámeza, aunque sí estuvieron presentes; y a mí se me concedió el grado únicamente porque sí me había batido con mi batallón. Conózcase por este hecho el odio y mala voluntad que me tenía el general Bolívar. Yo excedía a aquellos dos jefes en servicios y méritos positivos.

   De los Aposentos volvimos a Tasco. Desde allí se emprendió la marcha para Cerinza, Santa Rosa y Bonza, en donde nos acantonamos y nos encontramos ya con el ejército enemigo. Allí tuvieron lugar algunas escaramuzas de guerrillas. Nosotros nos situamos en los Corrales de Bonza, y el enemigo a nuestro frente, parapetado con tapias de cespedón, y aunque permanecimos allí algunos días, el enemigo no se resolvió a atacarnos. De este punto marchó nuestro ejército para el Pantano de Vargas, con el objeto de tomar una posición ventajosa, dejando al enemigo a nuestro flanco derecho. Este movimiento se comenzó a hacer ocultamente y sin ser vistos del enemigo; pero había que atravesar un riachuelo por vado, y éste lo encontramos tan crecido, que fue necesario pasarlo en balsas. Se atrasó el movimiento por esta causa, y fue descubierto por el enemigo, teniendo tiempo de ocupar la posición que nosotros pretendíamos tomar; y apenas pudimos llegar al Pantano cuando el enemigo nos presentó la batalla, en terreno muy desigual para nosotros y ventajoso para él, que además nos excedía en fuerza, la cual consistía en 3.000 hombres, cuando la nuestra no alcanzaba a 1.000. Allí fue donde se dio la famosa batalla del 25 de julio de 1819, en donde se vio lo que vale el entusiasmo acompañado de un valor sin ejemplo desde el primer jefe hasta el último soldado, porque en lo natural era imposible que el ejército libertador saliera triunfante en aquella sangrienta batalla. Las pérdidas fueron muy considerables de ambas partes. Nosotros quedamos dueños del campo de batalla aquella noche, y al siguiente día el enemigo se situó sobre la altura a nuestro frente, por cuyo movimiento se conoció que nos temía, y ya no éramos para él aquellos limosneros, con cuyo epíteto nos favorecía Barreiro en sus partes al virrey Sámano, cuando le decía

   "que se avergonzaba de verse en la necesidad de pelear con nosotros, que más parecíamos pordioseros que soldados".

   No habiendo quedado nuestro ejército en disposición de presentarle nueva batalla al enemigo, después de recoger los heridos y el armamento y de enterrar los muertos, contramarchamos para Bonza.

   El enemigo deshizo su marcha anterior y volvió a ocupar sus posiciones de Paipa y los Sauces, dejando su mayor fuerza en el pueblo. Allí permanecimos seis días, recibiendo diariamente refuerzos de reclutas y caballerías. El 1° de agosto hizo formar el ejército el general Bolívar, y dio orden al coronel Infante para que con un escuadrón marchara de frente y a toda costa atacara la grande avanzada del enemigo, que se hallaba situada en los Sauces, y el ejército se puso en marcha, secundando el movimiento de Infante. Este jefe atacó la avanzada y la arrolló completamente, persiguiéndola hasta el mismo pueblo de Paipa. Sorprendido Barreiro con un movimiento tan inesperado y atrevido, evacuó la plaza en desorden y se colocó en las alturas de frente al pueblo. Nuestro ejército ocupó éste, permaneció allí todo el día, y por la noche emprendió el movimiento sobre Tunja por los páramos y ríos, sin camino conocido, dejando a Barreiro a retaguardia.

   Cuando ocupamos a Tunja, el enemigo se quedó sin saber cuál había sido el movimiento de nuestro ejército, hasta que le fue avisado que nos hallábamos en Tunja. Este movimiento fue el que dio vida a la República, y del cual cerciorado Barreiro, emprendió el suyo por el pueblo de Sora a tomar el camino común de Tunja a Bogotá y ponerse a nuestra vanguardia. Avisado el general Bolívar por los cuerpos volantes que observaban el movimiento de Barreiro, que éste se dirigía por los páramos y cerros a tomar el camino que media entre Tunja y Ventaquemada, puso nuestro general el ejército en marcha por este camino, a tiempo que había salido la vanguardia de Barreiro a Boyacá. Llegó la nuestra igualmente, poniéndose a su retaguardia. Aquella pasó aceleradamente el río y se formó de este lado en una pequeña colina, y la nuestra al lado opuesto, sobre el puente; de manera que nuestra vanguardia quedó intermedia entre la vanguardia de Barreiro y su retaguardia. Este jefe, observando lo que pasaba y suponiendo, como debía suponer, que nuestra retaguardia estaba muy inmediata a salir a aquel punto, hizo un movimiento oblicuo sobre su derecha para el río y por arriba del paso común, y se formó del mismo lado en que se hallaba su vanguardia. El general Bolívar, con nuestra retaguardia, siguió el movimiento de Barreiro y formó un fuerte al lado opuesto del río. Estando, pues, en esta disposición los dos ejércitos, el coronel Jiménez, que mandaba la vanguardia de Barreiro, destacó una partida de guerrilla sobre el puente, con el objeto sin duda de cortarlo; pero el general Santander, que mandaba la vanguardia nuestra, hizo igual movimiento. Se comenzó un tiroteo entre las dos partidas, y también comenzó el fuego entre las dos retaguardias. La partida de Barreiro fue rechazada, y la nuestra pasó el río, y no fue necesario más para declararse Jiménez en derrota. Otro tanto ejecutó Barreiro, y he aquí la batalla de Boyacá, por la cual se decidió la victoria por el ejército libertador y se declaró la libertad de la Nueva Granada. Barreiro fue prisionero con la mayor parte de sus jefes, oficiales y tropa. Contribuyó mucho a esta victoria la de Vargas, en donde conoció Barreiro la superioridad de nuestras tropas a las suyas en valor, y también el atrevido movimiento de Paipa a Tunja, que desmoralizó el ejército de Barreiro. Esto sucedió el 7 de agosto de 1819.

   Se aseguró que esa misma noche fue sabida por el virrey Sámano la noticia de la completa derrota que había sufrido su ejército en Boyacá, y en consecuencia mandó incendiar el almacén de pólvora en el Aserrío, y determinó su retirada para Cartagena. En Cuatro Esquinas se dividió la fuerza que guarnecía la capital; una parte marchó con el virrey para la costa y la otra para el sur, con Calzada.

   El general Bolívar entró a la capital el 10 de agosto con muy poca fuerza; un batallón quedó en Zipaquirá, y otro marchó para Honda con el general Anzoátegui, en persecución de Sámano, y otra parte para la Mesa de Juan Díaz, en persecución de Calzada. Yo fui nombrado gobernador y comandante de armas de la provincia de Mariquita.

   Así terminó aquella campaña, que dio libertad a la Nueva Granada y en seguida a Venezuela, y después al Ecuador. Incontinenti comenzaron a marchar tropas para el norte, por saberse que ya ocupaban la provincia de Pamplona tropas españolas, de las del ejército que mandaba Morillo en Venezuela y también marcharon para el sur.

 

FUENTE EDITORIAL:
Obando, Antonio, "Autobiografía y apuntamientos para la historia" en Boletín de Historia y Antigüedades, Bogotá, 1913 (13), v. 8, No. 94, p. 604-605.

 

APRECIACION DE SANTANDER DESPUES DE VARGAS

Cuartel general. Bonza, 26 de julio de 1819*.

   Morir, o ser libres.

   Al teniente coronel José María Mantilla, comandante de Pamplona.

   Mi querido Mantilla:

   Mucha satisfacción he tenido al saber que has escapado de morir infamemente en un banquillo sentenciado por los españoles y mayor ha sido mi satisfacción cuando he sido informado de que esa ciudad ha sido restituida al sistema de libertad, y que tú haces de comandante. Aunque supongo, que no tendrás sino tropel en vez de tropa, también supongo que acertarás a conocer las circunstancias favorables en que estamos, y sabrás aprovecharte. Tenemos armas y municiones con qué armar toda la Nueva Granada, y a favor rapidez, interés y actividad, podremos tener muchos batallones. Esfuérzate, Mantilla, en levantar cuanto puedas, que tiempo tienes suficiente, entretanto nosotros por acá concluimos con las únicas fuerzas que tienen disponibles los enemigos. Revístete de energía y furor, que es lo que vale en revolución. Paliativos, medidas prudentes, nada valen, como has visto que no valieron todas las que tomaron nuestros excelentes doctores. Si contemplas, sin necesidad, y eres cogido, te fusilan por la espalda infamemente; más vale, que si te fusilan, sea después de que no pueda tu conciencia acusarte de haber dejado algo de hacer.

   Hemos tenido muchas escaramuzas, y dos batallas con los enemigos, en que siempre hemos triunfado. Este maldito terreno con tanto pantano, paredes y barrancas no nos ha permitido destruirlos con nuestra brava caballería. Según las relaciones de los prisioneros, y los reconocimientos que se han hecho en los campos de batalla, regulamos su pérdida en 800 hombres.

   La provincia del Socorro está toda en combustión. El presidente Bolívar ha enviado allí muchas armas y municiones, y Antonio Morales, que tiene carácter propio de levantar un pueblo en masa, ha sido destinado allí. Hasta Soatá hay destacamentos nuestros y el comandante Zapata tiene órdenes de hacer incursiones sobre esa provincia.

   Páez ha retardado su entrada en Cúcuta porque pensó destruir primero una columna del regimiento Navarra, que andaba por Pedrasa. Bausá no puede disponer en Cúcuta de 200 hombres, y a mayor abundamiento, 70 venezolanos presos que venían para Popayán se sublevaron y han quedado en guerrilla, seguramente con el empecinado Contreras. Estos godos van a volverse locos, sin que Morillo pueda auxiliarlos, pues está Urdaneta con dos mil ingleses sobre la costa, esperando saber qué dirección toma este señor para operar luego. Agrega que Mariño con Bermúdez tienen una gran fuerza sobre la provincia de Barcelona y llanos de Calabozo. En una palabra, Morillo ha llevado este verano al Apure 6, [000] hombres, nada pudo hacer y después de haber perdido la mitad por lo menos en muertos, desertores y prisioneros, tuvo que volverse con sus restos a Valencia. La alternativa que tiene en esta campaña es, o a perder la Nueva Granada o perder a Venezuela absolutamente. Buenos Aires, Chile y Méjico brillan; el Perú está bloqueado, y atacado, y ya de Curazao escriben haber sido rendida Lima. De España no hay esperanzas de auxilios, porque en aquel nebuloso gabinete hay mil jaranas.

   Energía, actividad y vigilancia. Dispone con franqueza de tu amigo que siempre te ha estimado, y te desea acierto y fortuna,

Santander

   Te diré que Fortoul está aquí; que Obando lo mismo; que Vergara está en Guayana; que Arredondo murió; que Concha queda mandando en Casanare; que Joaquín París está mandando un batallón aquí, en fin, que muy pocos de los que no fuimos pendejos, vivamos dando que hacer a esos canallas españoles.

 

FUENTE EDITORIAL:
J. León Helguera. "Francisco de Paula Santander: 1819-1836. Nuevos materiales para su biografía", en Boletín de historia y antigüedades, Academia Colombiana de Historia. Bogotá, vol. 48, No. 566, diciembre de 1961, p. 762-765.
FUENTE DOCUMENTAL:
Del original. Archivo del congreso, Bogotá, cámara 1847. Asuntos varios. Tomo 16, folio 149, recto y dorso.