Cambios en la morfología urbana de Yolombó, un pequeño asentamiento en las montañas de Antioquia, Colombia

Mudanças na morfologia urbana de Yolombó, um pequeno assentamento nas montanhas de Antioquia, Colômbia

Changes in the urban morphology of Yolombó, a small village in Antioquia’s mountains, Colombia

Carlos Andrés Ochoa Villa*
Universidad Nacional de Colombia, Bogotá

* Dirección postal: cra. 30 # 45-03, edificio 212, of. 329. Correo electrónico: caochoav@unal.edu.co

Recibido: 31 de Agosto del 2009. Aceptado: 2 de noviembre del 2009.
Artículo de investigación sobre los cambios en la morfología urbana de Yolombó, Antioquia.


Resumen

Este trabajo aborda un ejercicio de morfología urbana en Yolombó, un pequeño asentamiento sobre cuchillas de disección en el nordeste de Antioquia, Colombia. Se pretende realizar un recorrido histórico que dé cuenta de los cambios más importantes del poblado, tanto en la configuración de su forma urbana, como en las modificaciones de su tipología arquitectónica. La permanente referencia a la situación, emplazamiento del asentamiento y su función histórica como sitio de paso, sumada a la comprensión de factores socioeconómicos y demográficos, serán los ejes de interpretación de una propuesta de investigación sobre pueblos pequeños en Colombia. Se espera, con este escrito, contribuir al fortalecimiento y estímulo de la investigación de morfología urbana en Colombia — campo poco desarrollado en este país—, retomando el enfoque de geógrafos como Peirce Lewis, que integran en sus trabajos elementos de geografía cultural para el estudio de espacios diferentes a los paisajes de las grandes ciudades.

Palabras clave: morfología urbana, geografía cultural, situación, emplazamiento, sitio de paso, tipología arquitectónica.


Resumo

Este trabalho aborda um exercício de morfologia urbana em Yolombó, um pequeno assentamento no nordeste de Antioquia, Colômbia. Pretende-se realizar um percurso histórico que mostre as mudanças mais importantes do povoado, tanto na configuração de sua forma urbana, como nas modificações de sua tipologia arquitetônica. A permanente referência à situação, localização do assentamento e sua função histórica como lugar de passagem, somada à compreensão de fatores sócio-econômicos e demográficos, serão os eixos de interpretação de uma proposta de investigação sobre povos pequenos na Colômbia. Espera-se, com este texto, contribuir ao fortalecimento e estímulo da investigação de morfologia urbana na Colômbia — campo pouco estudado neste país —, retomando o enfoque de geógrafos como Peirce Lewis, que integram em seus trabalhos elementos de geografia cultural para o estudo de espaços diferentes às paisagens das grandes cidades.

Palavras chave: morfologia urbana, geografia cultural, situação, localização, lugar de passagem, tipologia arquitetônica.


Abstract

This paper presents an exercise of urban morphology in Yolombó, a small village on the precipitous northwestern mountains of Antioquia, Colombia. It intends to make a historical journey that accounts for the most important changes of this town both in the configuration of its urban shape as well as in the modifications to its architectural typology. A permanent reference to the settlement’s location, situation and its historical function as a passing town, along with the understanding of socioeconomic and demographic factors, will be the core interpretation themes of a research proposal for the study of small towns in Colombia. This essay intends to contribute and encourage the research on urban morphology in Colombia —a little-developed field in this country—, taking up the approaches of geographers like Peirce Lewis, who uses elements from cultural geography in his studies of spaces different from big cities’ landscapes.

Keywords: urban morphology, cultural geography, situation, location, passing town, architectural typology.


Introducción1

La dinámica histórico-espacial de los pueblos pequeños en Colombia y Latinoamérica puede ser estudiada superando las tradicionales monografías locales. En ese sentido, este tipo de poblados que evocan nostalgias, otros ritmos y tiempos de vida, espacios reducidos y cercanos, terruños recordados, son un interesante campo de investigación desde la mirada transversal de un ejercicio de morfología urbana y su intento de dar respuesta a la siguiente pregunta: ¿cómo crecen estos pueblos?

Uno de los principales referentes en cuanto a trabajos de reconstrucción de la morfología urbana en espacios ajenos al paisaje de las grandes ciudades es sin duda la obra del geógrafo Lewis (1972) y sus estudios sobre pequeñas poblaciones en Norteamérica.

La forma urbana ha sido uno de los problemas clásicos de estudio en la geografía y en las demás disciplinas que se ocupan de analizar la ciudad. La trama física de los asentamientos involucra no solo a los(as) geógrafos(as), sino también a los(as) arquitectos(as), historiadores(as), arqueólogos(as), sociólogos(as) y urbanistas que se han encargado de analizar cómo los rasgos físicos de la ciudad se manifiestan en la arquitectura, en la configuración histórica de los espacios urbanos, en las evidencias de cultura material que se van superponiendo, en las relaciones sociales y en el diseño y planeación de las ciudades.

Este artículo intenta acercarse al análisis de los cambios en la morfología urbana de Yolombó, un pequeño poblado ubicado en las cuchillas de disección del nordeste de Antioquia (Colombia). Para tal fin se busca comprender dos temas fundamentales: la evolución física del asentamiento en términos del crecimiento que ha tenido y, desde la tipología urbana, los hitos arquitectónicos fundamentales, que son evidencia de la huella dejada por distintos periodos históricos en el poblado.

Las preguntas de investigación centrales son las siguientes: ¿Cuál ha sido la evolución de la forma urbana de este asentamiento ubicado sobre cuchillas de disección? ¿Es posible determinar qué periodos históricos han sido determinantes en la configuración de la trama física de este pequeño pueblo a partir de un ejercicio de análisis de su tipología arquitectónica? ¿Cuál ha sido el papel de la función histórica de sitio de paso en el trazado urbano de Yolombó?

El periodo de estudio corresponde a los cambios del poblado desde finales del siglo XVIII hasta los comienzos del siglo XXI, en un ejercicio de larga duración histórica que es central para comprender la trayectoria de este pequeño asentamiento, leída a través de la evolución de su morfología urbana.

Como antecedentes se pueden citar, desde la geografía, los trabajos de Ceballos (2006) y Thomas (1996). Estas investigaciones se enfocan en modelos espaciales de los asentamientos a escala nacional: Ceballos, desde la identificación e inventario de patrones geomorfológicos; y Thomas, desde la idea de sitios de paso.

Igualmente, desde el urbanismo, los trabajos de Aprile (1998), Fon-seca y Saldarriaga (1984) y Guzmán (1987) muestran un interés por comprender la relación entre tipologías arquitectónicas, génesis y evolución histórica de la ciudad, además de los cambios en los estilos urbanísticos que han tenido muchos de los poblados del país desde comienzos del periodo colonial —pasando por lo que se ha denominado el periodo republicano—.

En particular, el interés de este trabajo es analizar el fenómeno urbano acudiendo al estudio de pequeños asentamientos como Yolombó2, para así comprender las dinámicas de crecimiento, los patrones generados en las formas urbanas de este tipo de poblados y las representaciones arquitectónicas que se pueden observar en esta clase de asentamientos3.

Una aproximación al estudio y perspectivas de los problemas en morfología urbana

La morfología urbana ha sido definida por Whitehand (1977) como el estudio de la fábrica física de la ciudad. El mismo autor considera la morfología urbana como un ejercicio de interpretación histórica de los centros urbanos basado en la comprensión de cómo distintos ciclos económicos e inmobiliarios dejan sus huellas en los espacios de la ciudad.

Whitehand (1977) proveniente de una tradición de la geografía inglesa iniciada, entre otros, por M. Conzen, realizó distintos ejercicios de morfología en centros industriales de la Inglaterra victoriana, indicando la importancia de los cambios económicos, técnicos y constructivos que dejan su evidencia en la forma de las ciudades.

Al ser, igualmente, la morfología urbana entendida como el estudio de la forma física de la ciudad (Villagrasa 1992), se debe considerar que cada disciplina hace énfasis en el análisis de rasgos distintos. Por tal razón es comprensible que al revisar los trabajos de urbanistas y arquitectos, se encuentre una clase de estudios que se especializan en investigaciones de tipología arquitectónica4 (Fonseca y Saldarriaga 1984).

Desde otra perspectiva del urbanismo, en las obras de Kevin Lynch La buena forma de la ciudad (1981) y de Geraldo Serra O espaço natural e a forma urbana (1987), se encuentra un particular interés por comprender cómo las condiciones físicas de la ciudad deben ser consideradas en la configuración de la futura trama urbana, en una estrecha relación con factores de planeación de los asentamientos.

Finalmente, al preguntarnos de qué se preocupan los geógrafos al observar la forma física de la ciudad, se podría sugerir que se encuentran dos tradiciones: la clásica, que se basa en el estudio de la génesis y evolución de las ciudades a partir de factores como la localización, las condiciones físico-naturales donde se encuentran asentadas y las funciones que cumplen (para las cuales las ciudades disponen su estructura urbana) (Taylor 1954); y la surgida a partir de la segunda mitad del siglo XX, que atiende a otro tipo de problemas, en particular a la relación entre cultura y morfología urbana, problemas sociales como la segregación y su relación con esta, la relación de la morfología urbana con los problemas ambientales, el patrimonio cultural y la aplicación de nuevos métodos y tecnologías a partir de la implementación de teorías geométricas, de fractales, el uso de sensores remotos y los sistemas de información geográfica5.

Igualmente, la escala de los estudios en morfología urbana se ha ampliado hasta considerar el análisis de la morfología urbana de sistemas interurbanos y regionales.

El presente trabajo, en particular, se ubica en la tradición clásica de morfología urbana en geografía, por lo cual su desarrollo conceptual se enfocará en factores como el sitio o emplazamiento, la situación (localización relativa) de asentamiento del poblado y su función urbana como sitio de paso. De otra parte, al tener en cuenta la tipología arquitectónica como una de las variables de estudio, este ejercicio se apoyará conceptualmente en las definiciones y aplicaciones que han realizado arquitectos y urbanistas como Fonseca y Saldarriaga (1984), para pueblos y pequeños asentamientos del país.

La tradición clásica en morfología urbana parte del estudio del plano de la ciudad y de sus cambios en la historia. Este ejercicio es representado en los trabajos clásicos sobre la ciudad medieval (Keith 2004), a los que se le han venido sumando estudios sobre la forma de la ciudad industrial y la ciudad posmoderna.

Adicionalmente, cada vez hay una mayor especialización en el estudio de la forma de la ciudad a partir de la cultura a la que pertenece: la ciudad árabe, la ciudad latinoamericana, la ciudad del lejano oriente, la ciudad norteamericana6.

Específicamente en lo que atañe a la génesis de los poblados7, han sido autores como Smailes (1966) y Taylor (1954) los que han acudido al análisis de la situación y emplazamiento de los centros urbanos como factores que inciden en la configuración y crecimiento de la trama urbana. Por tal razón, dichos conceptos serán abordados en el estudio de caso que aquí se propone y definidos a continuación:

Situación

La situación de un determinado poblado hace referencia a su localización relativa en el espacio geográfico, esto es, a su posición en relación con otros centros urbanos, rutas de comercio, vías de comunicación, zonas agrícolas e industriales. Este concepto ha sido desarrollado por Smailes (1966, 52) de la siguiente forma:

Las bases materiales sobre las que viven sus habitantes son externas, por lo que la situación regula el crecimiento de la ciudad. Las ciudades están relacionadas con las rutas (“Les routes ont fair les villes”, “las rutas han hecho las ciudades”, fue un aforismo del geógrafo francés Vidal de la Blache), y, ciertamente, las ciudades tienden a crecer en las estaciones o puntos de etapa que se dan a lo largo de las rutas, especialmente en la intersección de las rutas (Smailes 1966, 52).

De esta manera, se puede señalar que la situación o localización relativa de un asentamiento atiende al entorno regional donde este se encuentra, o, como lo señala Zarate (1991, 76), “a la posición de la ciudad con relación a los grandes conjuntos geográficos, físicos y económicos, en un contexto regional”.

Emplazamiento

El emplazamiento o sitio atañe directamente a las condiciones físico-naturales donde se ha asentado un determinado centro urbano. En los últimos años ha surgido una vertiente de la morfología urbana que se ha orientado hacia el análisis de las condiciones geomorfológicas y de topografía sobre las que se asienta una ciudad, denominada geomorfología urbana (Douglas y Lawson 2005; Colten 2005). Smailes (1966, 41) define el emplazamiento o sitio como “la base sobre la cual se encuentra una ciudad, el área de la tierra que en realidad ocupa. Aunque no hay dos ciudades que tengan sitios que sean exactamente similares, no es difícil reconocer características bien definidas de sitios de ciudades” (traducción mía).

Ciertas características físicas, por una razón u otra, suelen ser favorables para la ubicación de las ciudades y proporcionan una base para su clasificación, según los tipos de sitio. El sitio es ampliado en el proceso de crecimiento urbano, sin embargo, sigue siendo un área local y relativamente restringida, que es solo parte de un entorno mucho más amplio que afecta el origen y crecimiento de las características urbanas. (Smailes 1966, 41)

Función urbana de sitio de paso

Reconocer una función urbana implica la comprensión de las actividades humanas que han permitido darle origen a, o señalar una evolución particular de, un centro urbano, como bien lo han señalado Beaujeu-Garnier y Chabot (1970, 119): “La función, es en cierto modo, la profesión ejercida por la ciudad, constituye su razón de ser”. De esta manera, dentro de las distintas clases de actividades o funciones que puede tener una ciudad, sin duda, la función de tránsito, de puerto de montaña o de sitio de paso es la que mejor permitirá entrar a definir el objeto de estudio en cuestión.

Beaujeu-Garnier y Chabot (1970), para referirse a la formación de poblados con esta clase de funciones, han señalado la importancia de las características de los antiguos sistemas de circulación vial, en la configuración de estos centros intermedios en las rutas y caminos. De la misma manera, las características físicas, los tiempos de viaje lentos y de varias jornadas y el posterior declive de muchos de estos núcleos urbanos, derivado de los avances en las velocidades de los transportes modernos, son factores que han determinado este tipo de función.

El concepto de sitio de paso ha sido desarrollado por Thomas (1996) para referirse a aquellos espacios caracterizados por facilitar la conexión entre distintas zonas o regiones. De esta forma, las condiciones geomorfológicas de dichos sitios, su papel de puente o bisagra entre dos lugares, su condición de eje lineal y de ruta más fácil entre dos puntos, les otorga a algunas geoformas como las cuchillas una vital importancia que puede incidir en la configuración de asentamientos urbanos, de puertos de montaña. En este sentido, Thomas y Flórez (1997) definen el sitio de paso como:

Tipología arquitectónica

El estudio de la tipología arquitectónica ha sido abordado principalmente por Saldarriaga (1996), Fonseca (1984) y Guzmán (1987). Estos autores muestran cómo, en los edificios, en la forma de sus fachadas, en la disposición de las calles, en los cambios en los estilos arquitectónicos, se encuentra la evidencia de una historia de la forma de la ciudad que puede ser entendida como un gran palimsepsto que se reescribe en cada periodo histórico. Sobre el concepto de tipología urbana, Saldarriaga señala:

Saldarriaga, citando la reglamentación propuesta por el desaparecido Instituto Colombiano de Cultura, agrega al respecto:

De esta forma, el autor se acerca al término de modelo espacial, para demostrar cómo estas tipologías se pueden ubicar en distintos momentos de la formación de las ciudades colombianas. En una propuesta similar a la de Aprile (1998), Saldarriaga (1996) propone una clasificación específica de las tipologías arquitectónicas colombianas según su función en dos grupos: 1) edificaciones especiales, como edificios religiosos y civiles, y 2) edificaciones residenciales. Además, el autor ubica esta división respecto del periodo histórico que representan, para Colombia, dos grandes momentos: la tipología colonial y la tipología republicana. Esta clasificación es utilizada sobre todo para el análisis de edificios representativos, como los conventos y las iglesias, para el primer periodo, y las estaciones de tren y los teatros, para el segundo.

Metodología

Para el análisis de la evolución de los cambios en la morfología urbana del asentamiento de Yolombó, se acude a fuentes literarias referidas a las descripciones tomadas de las obras de Tomás Carrasquilla (1926), de Rufino Gutiérrez (1917) y de Joaquín Ramírez (1927).

Esta información permitirá identificar aspectos como el tamaño, las características arquitectónicas y la evolución histórica del poblado en diferentes periodos. El análisis reciente del crecimiento de Yolombó se basará en la interpretación de fotografías aéreas a escalas 1:7.000 y 1:10.000 de los años 1976, 1995 y 2004. También, se utilizarán datos censales para medir el crecimiento poblacional de la cabecera.

Para el ejercicio de tipología arquitectónica, se acudirá a un buen número de fotografías de campo tomadas en la población. En ellas se pueden observar fachadas de los edificios, calles y plazas, entre otros aspectos. Adicionalmente, a partir de las descripciones de los edificios más representativos realizadas por Carrasquilla, Ramírez y Gutiérrez, se mostrarán los cambios arquitectónicos que han dejado los distintos periodos históricos en los que se puede dividir la evolución del asentamiento.

La transformación morfológica de Yolombó

El sitio o emplazamiento donde se asienta el poblado se identifica por estar sobre una serie de cuchillas de disección en una superficie de aplanamiento residual. Este tipo de cuchillas se caracteriza, a diferencia de las cuchillas estructurales, por que su formación es causada principalmente por los procesos hidrogravitatorios (Ceballos 2006), a la vez que procesos tectónicos de menor incidencia.

De esta manera, las cuchillas de disección son geoformas donde la disección no es profunda. Están ubicadas en planicies muy antiguas levantadas durante el Terciario inferior y el Plioceno inferior (Page y James 1981, citado por Flórez) y se han ido disectando muy lentamente, a través del drenaje (potencial hidrogravitatorio), generando la formación de pequeños interfluvios que son los que se conocen como cuchillas de disección (IGAC 2005).

El eje de estas cuchillas de disección está controlado por el grado y densidad de los cauces que las favorecieron (Flórez 2003), definiendo de manera específica, para el caso de las cuchillas de disección del nordeste de Antioquia, un eje de características más ramificadas y de menor pendiente, lo cual es clave en la configuración de trazas urbanas que, en su mayoría, para esta zona, presentan un patrón tentacular8.

Ubicado en el sector nororiental del Batolito Antioqueño, se encuentra el asentamiento de Yolombó. La amplia superficie de aplanamiento residual donde se emplaza se encuentra en cotas entre los 1.200 m y 1.600 m sobre el nivel del mar. Esta superficie ha sido disectada y controlada tectónicamente en los bordes sur y oeste, originando los denominados cañones de los ríos Nus y Porce, respectivamente (Arias 2001). El río Nus separa la superficie de aplanamiento residual donde se encuentra Yolombó de la superficie de aplanamiento donde se encuentra el municipio de Santo Domingo. Esta última superficie se caracteriza por presentar alturas superiores a lo 2.000 m sobre el nivel del mar, en la zona de contacto con lo que actualmente es denominado el oriente antioqueño (Hermelin 2006).

Esta área del nordeste donde se encuentra Yolombó, por sus condiciones topográficas y de localización, se ha constituido como una ruta natural para comunicar las tierras bajas del nordeste (zona minera) con el interior de Antioquia. Del mismo modo, los ejes constituidos por el valle del río Nus y el río San Bartolomé son una de las principales rutas que han permitido la comunicación desde el centro de Antioquia con los puertos ubicados sobre el río Magdalena.

La fundación del poblado de Yolombó es desconocida. Posiblemente su origen está relacionado con uno de los traslados de la ciudad de Remedios en 1589 (West 2000). Este posible origen es definido de forma más concreta por Lenis (2007), quien ubica el tercer traslado de Remedios, en el paraje conocido como las Sabanas del Porcucho, a orillas del rio San Bartolomé (relativamente cerca al asentamiento del actual Yolombó). Lenis hace referencia a esta posible formación del poblado de San Lorenzo de Yolombó, de la siguiente forma:

De esta manera se puede afirmar cómo, lentamente, desde el año de 1589 hasta la segunda mitad del siglo XVII, se fue configurando el asentamiento conocido como San Lorenzo de Yolombó9.

Es muy probable que su génesis y evolución durante el periodo colonial obedezca a dos factores: la producción minera de los placeres auríferos cercanos a la población y su papel como centro intermedio entre las ciudades mineras de Zaragoza y Remedios respecto al interior de Antioquia. Esto permitió que el asentamiento se configurara como un sitio de paso entre esa zona minera y la ciudad de Antioquia (Santafé de Antioquia). Igualmente, su posición le favoreció, sobre todo en el siglo XVIII, para convertirse en un importante cruce de caminos, ya que con la consolidación del camino de Nare —que comunicaba al puerto del mismo nombre en el río Magdalena con la capital de la provincia de Antioquia— Yolombó se encontraba precisamente a mitad de camino entre los dos.

Este factor, que atiende a la situación o localización relativa del asentamiento, facilitó que su forma urbana se estructurara a partir de los dos caminos, que pasaban por el poblado, posiblemente los dos más importantes en la provincia de Antioquia hasta finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, cuando se abrieron otros caminos, como el de Juntas del Nare, que comunicaban más rápidamente a la villa de Medellín y la ciudad de Antioquia con el río Magdalena (figura 1).

 

Igualmente, la función de sitio intermedio, de puerto de montaña, facilitó que su estructura urbana se dispusiera para atender las necesidades que tal función le imprimía: algunas bodegas para las cargas de los viajeros, posadas y estancias para los que pernoctaban en aquella pequeña parroquia10 y la sede de las instituciones españolas encargadas del control del comercio. Para el padrón de 1777, la población del asentamiento se acercaba a las 762 personas (Lenis 2007), población considerablemente mayor que la de la ciudad de Remedios, que contaba, para el mismo año, con solo 502 habitantes (Lenis 2007).

Tomás Carrasquilla, en su novela histórica La marquesa de Yolom-11, deja la siguiente descripción de este poblado en el siglo XVIII:

En el mismo relato, aparte de esta disposición funcional como puerto de montaña, se observa una característica que tendrá una clara permanencia histórica en la formación y caracterización del asentamiento, se trata de la fuerte presencia de la Iglesia como institución y su participación en los distintos periodos de la historia del poblado, plasmado en muchos de los hitos arquitectónicos de la localidad.

Ahora, para analizar cómo eran aquellas construcciones, se tomará como base la descripción que hace Joaquín Ramírez (1927) de las edificaciones religiosas de Yolombó en el siglo XVIII. Este autor utiliza como fuente los relatos de viejos pobladores del asentamiento que pudieron observar estas construcciones antes de ser demolidas. Al respecto señala:

La decadencia del siglo xix

El cambio del siglo XVIII al XIX muestra el fin de un primer gran periodo de auge en el poblado, que va desde su fundación —posiblemente a finales del siglo XVI— hasta las postrimerías del siglo XVIII, cuando la caída de la producción de oro en las regiones auríferas de Remedios, Cáceres y Zaragoza12 (al norte de la población) y la apertura del camino de Juntas del Nare —que comunicaba a la próspera Medellín y a la ciudad de Antioquia con el río Magdalena por Marinilla— generaron el declive de este asentamiento durante buena parte del siglo XIX. Declive que configura el segundo periodo en el que se puede dividir la evolución urbana del asentamiento, lo que es claramente retratado por Carrasquilla de la siguiente manera:

Las mismas condiciones que evidencian este declive decimonónico del poblado son descritas por Joaquín Ramírez (1927), al sustentar la tesis de que la economía minera, que fue uno de los motores del auge de la población por cerca de 100 años (1660-1760 aproximadamente), generó una población que culturalmente no dejó raíces en este espacio con prácticas como la agricultura y el comercio. Ramírez, desde una lógica adoptada también por autores como López Toro (1970) y Ann Twinan (1985), muestra una población migrante e itinerante, que va dejando el poblado y abandonando la tierra después de que las condiciones mineras caen a los mínimos de producción, situación que, además, para el caso de Yolombó, se vio agravada por ser marginada de la principal ruta de entrada a la provincia de Antioquia desde el río Magdalena.

No obstante, al revisar las estadísticas de población del asentamiento para la primera mitad del siglo XIX, se encuentra que las cifras de la población urbana, aunque son bajas, no son tan alarmantes. Para 1816, según el «Plan general de la provincia de Antioquia» (Tovar 1994), Yolombó tenía una población total de 750 habitantes y 68 casas pobladas13, lo que muestra un comportamiento decreciente comparado con el padrón de 1777. Para el censo de 1830 alcanzaba los 975 habitantes, lo que representa un crecimiento anual de 1,64% (tabla 1). Para ese mismo año se contabilizan en el poblado un total de 143 casas: 142 de paja y una de teja (Tovar 1994, 135).

 

En el censo de 1843, Yolombó figuraba con 910 habitantes y, posteriormente, para 1859, su población alcanzaba los 1.200 habitantes. Estas cifras indican que, excepto los periodos 1777-1816 y 1830-1843, cuando los porcentajes de crecimiento anual de población son negativos, la primera parte del siglo XIX muestra unos porcentajes de crecimiento positivos aunque relativamente bajos. Esta tendencia da cuenta de un asentamiento que crece muy poco, pero no sugiere una perdida de población propia de un estado de desolación como lo retrata Carrasquilla.

Sin embargo, al acudir a factores económicos y político-administrativos, se pueden encontrar evidencias de esta decadencia sugerida por Carrasquilla. Para 1879, Yolombó, que había sido elevado a la categoría de distrito a comienzos de la República, perdería tal condición administrativa, ante la irrupción de nuevos poblados como Santo Domingo y Amalfi, que evidenciaban un mayor crecimiento poblacional y un fuerte empuje económico14 (Ramírez 1927).

Reactivación del poblado a finales del siglo xix

Es solo hasta las décadas de 1880 y 1890 cuando Yolombó se revitaliza, vuelve a recuperar su condición de distrito y llega, incluso, a la de municipio en 1886. El relativamente alto crecimiento de la población en el censo de 1884 y la construcción del Ferrocarril de Antioquia —que venía desde Puerto Berrío y seguía por las riberas del río Nus (figura 2)— reactivan el poblado, gracias a las rentas generadas por la creación del caserío de Cisneros (corregimiento de Yolombó hasta comienzos del siglo XX). Igualmente, la construcción de la estación Sofía, que servía para dejar las mercancías que desde esta parte de la ribera del Nus eran conducidas hasta el poblado de Yolombó (distante 15 km de dicha estación)15, facilitó la reactivación del asentamiento en su función de sitio de paso, pues hasta allí llegaba la carga que desde Yolombó se distribuía a buena parte de los demás poblados del interior del nordeste.

 

Es en este momento cuando se producen algunos de los cambios más importantes en la estructura urbana del poblado: se observa un crecimiento lineal del asentamiento, se comienza a poblar lo que hoy es el sector occidental de la población (en contraposición a un sector oriental de origen colonial) y se re-localiza la antigua plaza colonial de tan solo unos 500 m2. Esta última se ubicaba en la parte más alta de la población. La nueva plaza es construida 250 m más al noroccidente, mientras que en el nuevo espacio se construiría la nueva iglesia, se erigiría el monumento al Libertador y se desplazarían las funciones de mercado (Ramírez 1927).

Coetánea de la tradición de muchos poblados en Colombia, la nueva plaza pasa a ser denominada parque, en un espacio desigual en pendiente con un área cercana a los 2.000 m2.

Para ese momento, según la descripción de Ramírez y las estadísticas de población, se puede afirmar que el tamaño del poblado alcanza un aumento significativo. Las calles originales ven aumentar su tamaño, al expandirse linealmente por el eje de las cuchillas. La calle del Tigre o Colombia aumenta hasta el inicio del nuevo camino que conduce a la estación del tren de Sofía. La calle del Retiro, que alojó el primer cementerio republicano, aumenta su tamaño al disponerse la construcción de un nuevo cementerio un poco más alejado en uno de los altos cercanos a esta calle. Así, se va configurando lentamente, a partir de la consolidación del camino que conduce al naciente y prospero asentamiento de Amalfi, la calle que da inicio a esta ruta denominada de Sucre. Aquel patrón de escorpión (tentacular) (figura 7) se va configurando de forma más cercana a la que se conoce actualmente en su disposición lineal, siguiendo el eje de las cuchillas de disección. Igualmente, la calle de Santa Bárbara ve ampliar su tamaño y desprender un ramal que da nacimiento a la calle Córdoba. (Ramírez 1927).

No obstante, los cambios reseñados también significaron que, para comienzos del siglo XX, el poblado perdiera casi totalmente las evidencias de una arquitectura colonial. La vieja iglesia fue demolida para edificar un colegio, las viejas casas coloniales comenzaron a dar paso a nuevos edificios construidos siguiendo el estilo de la colonización antioqueña y de las dos capillas de las calles Santa Bárbara y Chiquinquirá no quedó rastro alguno.

Actualmente solo permanecen visibles algunas casas en las afueras del municipio que dejan ver una arquitectura colonial. De igual forma, durante el siglo XX, con la construcción de nuevas edificaciones en una de las calles donde se encontraba una capilla, se descubrieron en los cimientos restos humanos y objetos posiblemente procedentes de aquel Yolombó colonial que, como en toda población de origen judeocristiano, hasta comienzos del siglo XIX, tenía la práctica de enterramiento de los vecinos del poblado en las iglesias y capillas de la población16.

La irrupción de excedentes agrícolas y el progreso arquitectónico del poblado en la primera mitad del siglo

Ya se había señalado que la construcción del Ferrocarril de Antioquia reactivó el poblado a finales del siglo XIX. Este hecho facilitó el crecimiento del municipio, que se ve reflejado en una población general (resto-cabecera) de 10.339 habitantes para el censo de 1905, de los cuales 3.000 aproximadamente residían en el casco urbano, si se tiene en cuenta que históricamente la cabecera del poblado ha representado entre el 25% y el 30% de la población total del municipio.

Es en esas primeras décadas del siglo XX cuando comienzan a construirse los primeros carreteables y la energía eléctrica ilumina las calles, gracias a la construcción de la planta que aprovecha una caída de agua natural cercana al poblado.

Sin duda, tras la construcción del ferrocarril y el aseguramiento de vías óptimas para conectar el asentamiento, se dan las condiciones para que el municipio en su zona rural se oriente hacia la agricultura, en este caso, de dos productos: el café, cuya comercialización hacia los mercados internacionales se garantiza por medio del ferrocarril, y la panela, que puede ya ser vendida a los mercados de Medellín y Puerto Berrío por la misma vía (Arroyave 1972).

Este hecho genera una acumulación de recursos para la administración del municipio, lo cual propicia, para la década de los veinte, la construcción de algunos de los íconos arquitectónicos que representan progresos urbanísticos en este tipo de poblados durante el periodo republicano: el teatro, el palacio municipal, la culminación de la iglesia, el obelisco del cementerio (figura 3) y la creación de un hospital que se construyó precisamente en el espacio que había ocupado el primer cementerio del siglo XIX, para entonces trasladado a las afueras del poblado (después de la prohibición de enterrar a los muertos en las iglesias y en el interior de los centros urbanos)17.

 

De otra parte, la construcción de un teatro en 1920 y de un palacio municipal, unos pocos años después, será un hito en la historia urbana del poblado. Este tipo de edificaciones son muestra de que, en los pequeños poblados del país, a comienzos del siglo XX, también se encontraban edificaciones que eran características de la arquitectura republicana, lo que permite inferir que este fenómeno arquitectural no fue exclusivo de las ciudades importantes del país.

El teatro y el palacio municipal pueden ser un indicio de la expansión de los principios de la modernización en espacios urbanos muy pequeños. De esta forma, los excedentes cafeteros, el buen momento económico que atravesaba el país, se vierten en muchos asentamientos urbanos con la construcción de hospitales, palacios municipales y plazas de mercado. En este aspecto, Yolombó no es la excepción. Para este periodo es valioso resaltar el relato de Rufino Gutiérrez en un viaje realizado por el nordeste de Antioquia, en 1915, cuando visitó a Yolombó:

En la cita anterior es posible encontrar una observación que es común en todas las descripciones aquí referidas, se trata de la inmediata impresión producida por la forma del asentamiento: su irregularidad y particularidad al estar ubicado en una cuchilla. Igualmente, este relato permite probar cómo, para 1915, habían sido demolidas las estructuras coloniales, tanto así que el autor señala que el poblado parece de reciente fundación.

Más adelante, Gutiérrez señala otros aspectos que son importantes para comprender cómo era el Yolombó de la primera mitad del siglo XX:

Esta última descripción ofrece la idea de un poblado con las dotaciones y servicios básicos para la época. Igualmente, al describir la iglesia principal (figura 4), Gutiérrez da cuenta de que, para ese momento, esta se encontraba en un estado incipiente, situación que habría de cambiar en las décadas siguientes cuando la iglesia alcanzó las cinco naves, se le instaló un altar con mármol de Carrara, se le dotó con un órgano y se le colocaron vitrales.

 

En 1925 se inaugura el Palacio Municipal, de estilo francés en su fachada. Dicha edificación está ubicada no en el nuevo parque principal, sino detrás de la nueva iglesia, siguiendo el eje de la calle del Tigre o Colombia como posteriormente sería llamada.

De nuevo, la Iglesia se muestra como la institución configuradora de íconos urbanos en Yolombó. Ya para el siglo XVIII se había mencionado cómo el paisaje urbano era dominado por las dos capillas y el templo central. Ahora, para la primera mitad del siglo XX, la Iglesia había generado tal vez los dos mayores hitos arquitectónicos del municipio: la finalización de la iglesia de San Lorenzo (figura 5) y la construcción de un gran obelisco en el centro del nuevo cementerio (figura 6), estas dos estructuras se terminarían entre las décadas de los treinta y los cuarenta.

 

 

En conclusión, es en este periodo —entre comienzos del siglo XX y la década de los cuarenta— cuando el asentamiento llega a su esplendor urbanístico, tanto por las construcciones civiles (el Palacio Municipal y el teatro) como por las construcciones religiosas (convertidas en íconos de la estructura urbana de un poblado que durante el siglo anterior había visto demoler la totalidad de la arquitectura colonial que dominaba la población). Los cambios económicos como la producción de café y la construcción del Ferrocarril de Antioquia también favorecieron el boom urbanístico más importante en la historia del municipio.

Para ese mismo periodo de la primera mitad del siglo XX, se configura buena parte del mobiliario urbano residencial que aún se puede observar en el asentamiento y se construye gran parte de las casas típicas de la arquitectura de la co-lonización antioqueña18. Igualmente, en la misma época continúa la expansión por los ejes de las calles Colombia (sector la Espiga), Caldas y el Retiro, con lo cual se amplia la estructura tentacular de Yolombó en casi dos km lineales.

Por otro lado, al acudir a las estadísticas de población, se evidencia cómo, para el periodo que va desde 1905 hasta 1964, el asentamiento pasa de 3.000 habitantes aproximadamente a 5.068 habitantes (DANE 2008). Esto representa un crecimiento anual de 0,69% para el periodo señalado, inferior a la tasa de finales del siglo XIX y comienzos del XX19 (véase tabla 1).

Crecimiento urbano en la segunda mitad del siglo xx: “La expansión a través de Terraplenes”

En la segunda mitad del siglo XX, se muestra un cambio en la estructura y forma urbana derivado de la expansión urbana, expresada en la creación de pequeñas estructuras globulares en el poblado configuradas a través de la disposición de terraplenes que surgen a partir de cortes en las colinas menos pronunciadas en las cercanías al asentamiento (figura 7)20.

 

Estos glóbulos se inician con la construcción del barrio la Beneficencia, ubicado en el sector occidental de la población, construido en la década de los cuarenta con recursos de la Beneficencia de Antioquia (Sociedad de Mejoras Publicas 1988). Es uno de los primeros barrios donde, por primera vez (aparte de la estructura de la plaza vieja y el parque), se configura una auténtica manzana residencial.

Más adelante, a finales de la década de los sesenta y a comienzos de los setenta, se crea, un poco más al sur, el barrio El Cariño, construido con recursos del Fondo Nacional Cafetero. Estos dos proyectos urbanos constituyen una ruptura en la morfología tradicional del asentamiento, ya que dan origen a barrios que a partir de explanaciones y cortes en la montaña intentan adoptar la forma de manzanas residenciales.

En la década de los ochenta, la misma Federación de Cafeteros, en la meseta donde se encuentra el cementerio, construye las bodegas de almacenamiento de café, aprovechando la bonanza cafetera de esa década. Asimismo, esta entidad se encarga de revitalizar el asentamiento con la construcción del primer supermercado de la población, ubicado en el sector norte de lo que era “la plaza vieja”, como es denominada actualmente. Además, la Secretaría de Salud de Antioquia construye en otro terraplén un moderno hospital regional en el sector más occidental del poblado, que rápidamente favorece la urbanización de esta parte del asentamiento.

Más recientemente, la administración municipal amplía esa nueva disposición globular que complementa los tradicionales ejes lineales. El municipio construye en 1993 el barrio Guayacanes. Finalmente en los primeros años del nuevo siglo esta tendencia a la urbanización en terraplenes parece imponerse con la construcción del barrio Castillos del Cariño como solución de vivienda de interés social financiada por el municipio.

Por otro lado, en lo que se refiere a la importancia de las vías de comunicación en la historia moderna del asentamiento, hay que señalar que, para la segunda mitad del siglo XX, el ferrocarril entra en decadencia y el tráfico casi desaparece en la década de los ochenta. Sin embargo, la carretera que comunica los poblados del nordeste con Medellín entra a reconfigurar de nuevo la función como sitio de paso del asentamiento: buses y camiones provenientes, entre otros, de Segovia, Remedios y Yalí toman como punto intermedio el asentamiento de Yolombó. Razón por la cual el poblado no quedaría marginado de la ruta de transporte terrestre más importante del nordeste antioqueño (figura 8).

 

Desde finales de la década de los noventa, la carretera entra en proceso de pavimentación y rectificación, y el nuevo trazado, con características de vía troncal, aleja esta ruta del asentamiento, lo que probablemente amenaza la permanencia en la función urbana de un poblado que desde su génesis se configuró como un sitio de paso21. No obstante, el mejoramiento de la conexión con la ciudad de Medellín, que en el futuro cercano quedará a menos de dos horas de Yolombó, ofrecerá otras posibilidades para el relevo de su función histórica de puerto de montaña.

En materia de población, las últimas décadas del periodo de estudio muestran un Yolombó con una población en su cabecera de 5.502 habitantes para el censo de 1973; de 5.019, para el de 1985; de 6.057, para el de 1993 (aumento que puede estar relacionado con la última bonanza cafetera de ese periodo) y de 6.091, para el del 2005. Si se considera el periodo 1993-2005, se encuentra que Yolombó, a finales del siglo XX y comienzos del XXI, ha visto disminuir su tasa de crecimiento urbana anual a 0,04%, una cifra sin duda muy baja. El recrudecimiento de la violencia en el nordeste antioqueño y factores económicos como la crisis del sector cafetero, los bajos precios de la panela y la extinción del ferrocarril podrían ser sugeridos como los posibles factores explicativos de este descenso.

 

El mobiliario urbano residencial, desde luego, es el más abundante de la población. En el centro histórico, que coincide con la zona comercial y administrativa, durante todo el siglo XX se levantaron casonas de dos plantas: un primer piso para el comercio y un segundo para residencia. Allí son comunes en la tipología arquitectónica los balcones voladizos, el uso de la madera y las casas de patio interior, con amplios zaguanes y un solar en su parte trasera, donde se cultivaban algunas legumbres y se solía mantener algunos animales de corral (Arroyave 1979).

En las calles más alejadas se podía observar (incluso hoy todavía quedan evidencias) cómo las casas eran en su estilo más sencillas, de un solo piso, de una menor extensión en metros cuadrados. Este tipo de construcción, que dominó durante buena parte del siglo XX, fue remplazado a partir de la década de los setenta con la llegada de estilos de vivienda provenientes de Medellín, con características más modernas: un nuevo estilo de balcón y la introducción de los primeros edificios de tres y cuatro pisos, que rompieron con la tradición de la arquitectura republicana y amenazaron los grandes conjuntos arquitectónicos representados en las casas republicanas de tapia, bahareque y madera (figuras 10 y 11).

 

 

Así, para finales del siglo XX, una buena parte del mobiliario republicano había sido demolido, dando lugar a nuevas estructuras que incluso alcanzan los cinco pisos. Las normas urbanísticas del municipio no impiden esta destrucción (lo que sí está reglamentado en otras poblaciones como Santo Domingo o Concepción), dando lugar a una arquitectura más moderna que está reemplazando los remanentes arquitectónicos de la colonización antioqueña, que imperaron en la época de mayor progreso económico de la población, en la primera mitad del siglo XX.

Conclusiones

El lento trasegar de Yolombó desde sus orígenes lo ha mostrado como un pueblo montado sobre las montañas, largo, un tanto feo. La percepción del viajero antiguo y del moderno lo puede hacer ver como un lugar de paso, pues su localización y emplazamiento hacen que en su estructura urbana se produzca una paradoja espacial: Yolombó sería un pueblo muy pequeño en extensión urbana, si su área construida estuviera dispuesta en manzanas, bajo la forma del tradicional damero colonial; no obstante, esta limitación para construir un trazado urbano impuesta por las cuchillas de disección, ha producido un pueblo muy extenso, muy quebrado y de mucha pendiente, donde los recorridos a pie son muy largos.

Lo anterior igualmente permite configurar un área urbana en permanente contacto con el monte: solo basta salirse del eje de las calles, para encontrar cañadas y faldas que dividen e imponen barreras a los distintos sectores urbanos; después de estas, queda un mundo rural que se interna hasta las goteras del asentamiento, donde paulatinamente, a través de los caminos y vías, se va haciendo nuevo pueblo.

Este factor de la morfología influye en la vida cotidiana de este tipo de asentamientos. Los despla-zamientos, como la vida urbana, son lineales, la escasez de espacio obliga a alguna de las siguientes elecciones: expandirse por las cuchillas, disponer terraplenes o demoler las viejas estructuras para levantar otras nuevas. Las laderas o faldas que quedan tras las calles son el paisaje para los solares de las casas que sirven —como en muchos otros sitios— para la siembra de huertas y el cuidado de animales de granja, o incluso hasta para ser el destino final de las aguas negras de la población.

De manera general, en el estudio de este asentamiento se pueden observar los cambios históricos que se leen a partir de la morfología urbana. Aquí, una función histórica de sitio de paso configura el espacio urbano, sometido a los distintos cambios de las rutas de comercio en la producción minera. La historia de la morfología urbana de Yolombó deja ver un asentamiento que se va transformando y demoliendo sin dejar prácticamente ninguna huella en la arquitectura urbana del poblado: lo colonial fue demolido para dar paso a la arquitectura republicana, y esta, a su vez, es destruida para dar paso a los inmuebles modernos, especialmente residencias y comercios.

El patrón de su forma urbana, derivada de las características del sitio, y la urbanización a partir de los caminos se mantiene como una permanente en la población, aunque en los últimos cincuenta años un modelo de urbanización globular ha complementado la expansión lineal, a partir de los nuevos complejos arquitectónicos ubicados en terraplenes, que modifican relativamente el modelo lineal de urbanización.

La historia urbana de este poblado, al ser comparada con las estadísticas de población, muestra un asentamiento que crece de una manera muy lenta, con algunos periodos de crecimiento alto (como a finales del siglo XIX y comienzos del XX), relacionados, unos, con reactivaciones económicas del municipio y, otros, con tasas negativas (como la mostrada para el periodo 19932005, influenciada por el recrudecimiento del conflicto armado interno que vive el país).

Finalmente es necesario continuar con la investigación sobre este asentamiento, ampliando la búsqueda de fuentes documentales en los archivos históricos de la localidad y del departamento de Antioquia. Un trabajo de campo más detallado y un ejercicio comparativo con otras poblaciones en cuchillas de disección permitirán en un futuro obtener un mejor análisis sobre la génesis y formación histórica de este tipo de asentamientos en Colombia.


1 Agradezco al profesor Jhon Williams Montoya por su apoyo y colaboración en el desarrollo de este artículo.

2 Este tipo de trabajos de morfología urbana en pequeñas cabeceras municipales, en corregimientos y caseríos es un campo de investigación que aún está por ser desarrollado en Colombia.

3 Geógrafos como Peirce Lewis (1972), en los Estados Unidos, han abordado investigaciones sobre pueblos pequeños, desde un enfoque que integra elementos de morfología urbana, como el estudio del plano de la ciudad y sus elementos arquitectónicos, con enfoques provenientes de la geografía cultural (a partir del sentido nostálgico y los cambios ocurridos en esta clase de poblados en la segunda mitad del siglo XX). Particularmente se puede citar su trabajo titulado “Small Town in Pennsylvania”.

4 Dentro de esta tradición también es clásico el trabajo de A. E. J. Morris (2001) titulado Historia de la forma urbana: desde sus orígenes hasta la revolución industrial.

5 Entre otros se pueden mencionar como representantes de esta nueva tradición autores como Ford (1985), en el campo de la cultura; Martinotti (1997), en el del estudio de problemas sociales; Vahuan et al. (2005), en el tema de la segregación social, y Rashed et al. (2005), en la implementación de sensores remotos.

6 Se pueden mencionar los siguientes ejemplos de este tipo de investigaciones: Winters (1982), Urban Morphogenesis in Francophone Black Africa; Van-ce (1992), The Continuing City: Urban Morphology in Western Civilization,y Gaubatz (1995), Changing Beijing.

7 Dentro de esta clase de estudios que desarrollan la génesis y evolución de la ciudad en la historia humana es ya un clásico la obra La ciudad en la historia de Lewis Mumford.

8 Igualmente se encuentran en cuchillas de disección en esta zona del nordeste de Antioquia los asentamientos de Yalí, Remedios, Segovia y Anorí, sin contar los pequeños caseríos y corregimientos que se han construido sobre estas geoformas en esta región.

9 Zambrano (1993), al igual que otros historiadores, determina 1660 como el año de fundación del poblado. Esta fecha se basa en documentos históricos que comienzan a mencionar el asentamiento a partir de aquel año.

10 Precisamente los visitadores Mon y Velarde y Francisco Silvestre, a finales del siglo XVIII, referían su estadía en la parroquia de Yolombó. En sus descripciones del viaje desde el puerto de Nare hasta la ciudad de Antioquia, señalaban el papel del asentamiento como centro de descanso, comercio y reabastecimiento en el camino. Igualmente sugerían la necesidad de crear una nueva ruta menos tortuosa, que facilitará la conexión de la ciudad de Antioquia y la villa de Medellín con el río Magdalena.

Al respecto se cita una breve descripción de Mon y Velarde: “El sitio de Yolombó, colocado en una altura que por todas partes domina, erigido en capitanía a guerra, es de bello clima y temperamento. Sus habitantes no son dedicados al cultivo de tierras para sembrar, pues se inclinan más a la minería y a conducir recuas, como que están en la precisa garganta del comercio”. Sucinta relación de la visita a la provincia de Antioquia, 1788. Trascripción realizada por Emilio Robledo, p. 16. Biblioteca virtual Universidad de Antioquia.

11 Aunque La marquesa de Yolombó fue escrita en 1926, su autor se nutrió, desde finales del siglo XIX, de información histórica y relatos de pobladores, referida al Yolombó de finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX.

12 Robert West muestra cómo, durante la segunda mitad del siglo XVIII, hay un fuerte descenso en la producción minera de estas ciudades. Esta situación hace que los poblados en cuestión entren en una gran decadencia. Contrariamente, nuevos poblados en las tierras altas de Antioquia (Yarumal, Santa Rosa de Osos, Entrerríos) surgirán con fuerza al atraer población y ser impulsados por las políticas borbónicas de los visitadores Francisco Silvestre y Juan Antonio Mon y Velarde.

13 En el «Plan general de la provincia de Antioquia» (1816), realizado por órdenes de Morillo en el periodo de la Reconquista española, se señala que Yolombó tenía 79 casas en el campo y 68 casas pobladas (Tovar 1994, 124). Se infiere que estas últimas corresponden a la parte urbana. No obstante, no es posible afirmar con certeza que este haya sido el total de casas de la población.

14 Manuel Uribe Ángel (2004, 184), en su geografía del estado de Antioquia en 1885, describía a Yolombó de la siguiente forma: “La cabecera de Yolombó está situada sobre una superficie desigual; sus edificios son pobres, su aspecto un poco triste. Y sus ventajas locales muy reducidas”.

15 Ramírez, al hablar de las comunicaciones del asentamiento, le dedica una parte especial al Ferrocarril de Antioquia: “Tenemos en primer lugar el Ferrocarril de Antioquia, que desde la estación de Monos hasta la de Sofía recorre 59 kilómetros, la mayor parte por territorio de Yolombó. El enrielado cruza el río Nus por puentes férreos en varios puntos. Esta obra, la primera de Antioquia y la que la va redimiendo lentamente, ha dado vida a esta región, hasta hace poco años muerta a la vida comercial, y ha desarrollado de manera consoladora la industria agrícola.” (1927c, 64)

16 Esta situación haría muy interesante una investigación de arqueología histórica para encontrar nuevas evidencias del Yolombó colonial, enterrado bajo las nuevas edificaciones.

17 Hoy el edificio del antiguo hospital es ocupado por un asilo de ancianos. En su parte posterior aún son visibles algunas bóvedas y tumbas, testimonio de aquel primer cementerio decimonónico.

18 Al comparar muchas de las fachadas con las del texto de Tobón (1985), se observan claramente los mismos elementos arquitectónicos, el uso de la madera, los balcones, el manejo de la pendiente, los paramentos, la disposición del patio interior y los colores y ornamentos que componen la fachada.

19 Las cifras deben ser complementadas en un futuro con los censos no consultados entre 1905 y 1964.

20 Esta práctica urbanizadora es también señalada por Robledo (1996) para la expansión urbana de muchos de los sectores de Manizales.

21 No obstante, puede suceder, como ha sido su tradición, que el asentamiento de Yolombó tienda a expandirse en el futuro, siguiendo el eje lineal de las calles, caminos y vías que conectan la zona urbana del poblado con la nueva troncal.


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