FABIÁN SANABRIA (EDITOR Y COMPILADOR)
Vínculos virtuales

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Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2011. 265 páginas

Vínculos virtuales, libro editado por Fabián Sanabria, tiene quince artículos y un posfacio con la traducción de un texto reciente del sociólogo Michel Mafessoli. El título mismo resulta interesante, ya que, además de ser transversal al texto mismo, es, en cierto sentido, un oxímoron cuyas contradicciones, resignificaciones y potencia conceptual se sustenta a través de los diferentes artículos.

Para empezar, la noción de vínculos tiene una doble acepción: una primera referida a las "relaciones sociales" como se han concebido en ámbitos de cuño social como la comunidad, el parentesco, los intercambios económicos, las jerarquizaciones sociales y la guerra. Ámbitos en los que se determina en "esencia" la identidad individualizada y su correlato en la pertenencia gregaria; en fin, aquellas relaciones constitutivas de lo social y que pretenden aproximarse a la esfera de "lo real".

Así, una primera tensión con los vínculos es que, al ser considerados virtuales, aparentan oponerse a la condición real de las relaciones sociales consideradas en un sentido "clásico". Sin embargo, las miradas exploradas en Vínculos Virtuales no se funden en una perspectiva positivista y esencialista, y he aquí el mérito de explorar esos nuevos objetos y relaciones que podrían, en cierto sentido, aludir a la siguiente afirmación de Gaston Bachelard (1993, p. 14): "primeramente el objeto no es real, sino un buen conductor de lo real"1.

La segunda acepción es aquella que adopta el link, el "vínculo" virtual a expensas de la oposición docta de lo real, para explorar las nuevas relaciones del ciberespacio o aquellas que se pretenden configurar allí, que son puestas a punto desde la perspectiva del simulacro, la ficción, desde el tamiz de lo procesual, de lo efímero y contingente, en todo caso, en un concepto plástico que debe su perspectiva, en la mayoría de los autores, a la identidad líquida descrita por Zigmunt Bauman y a la perspectiva relacional de Braudillard respecto al yo como una imagen especular del otro.

Desde una perspectiva metodológica y conceptual, resulta interesante el uso de algunas metáforas para la comprensión de los vínculos virtuales, algunas con mayor potencia explicativa que otras. He de resaltar por el momento dos: Sanabria, en su artículo "Querer —creer— vislumbrar lo virtual hoy", ajuste de una versión escrita para el libro Globalización y diversidad religiosa en Colombia (2005)2 (ahora en clave de "lo virtual"), retoma la experiencia del lazo social hoy como un "juego de ventanas" a través de las cuales se realiza la "circunnavegación" en medio de una experiencia solitaria y sometida al "exceso". La descripción de ese juego de ventanas y de la circunnavegación puede encontrarse en la mayoría de artículos del libro, que se refieren especialmente a las observaciones y aproximaciones interpretativas de los portales de Internet. Me limitaré a destacar algunos.

Inicialmente, una trilogía sobre esa ventana representada en Facebook y que, desde intereses e interpretaciones diferentes, trabajan Sebastián Cuéllar, Nicolás Jiménez y Julián Sepúlveda. Los puntos de partida resultan interesantes: "el problema del amor" (la relación con la identidad y el drama como construcción del simulacro y la ficción); la consideración de los "nuevos espacios de interacción", con la hipótesis de su eficacia movilizadora a propósito de la marcha contras las FARC del 4 de febrero de 2008 (de allí la primera parte de su título "irrupciones de lo virtual en lo real") y el artículo de Sepúlveda sobre las experiencias de intimidad y miedo en internet.

Después de esta trilogía sobre Facebook, se destacan otras redes, como el portal Last.fm, descrito por Manuel Lozano, y el uso de las "afinidades electivas" como marco de referencia para comprender las identidades desterritorializadas allí manifiestas. El mismo tamiz utiliza Benjamín de la Pava al referirse a los foros virtuales, aunque mostrando este escenario con jerarquías establecidas entre sus usuarios, pero manteniendo el común denominador de las afinidades, sean estas efímeras o de mayor duración.

Otras ventanas conducen a un viaje sin movimiento y a vínculos sin contacto, en asepsia permanente contra los peligros materiales y externos allende de "lo virtual" y reflejados en la inseguridad potencial de los viajes físicos o en los riesgos connaturales de las relaciones cara a cara y del contacto físico con el "otro". Esas ventanas se abordan en los artículos dedicados a Google Earth, de Camilo Zambrano, y a las web Cam4cam, de Felipe Castro y Christian Uribe. Castro y Uribe ilustran de manera locuaz el balance entre las afinidades resaltadas y la asepsia permanente: "las relaciones por las afinidades virtuales nos dejan muy clara la pobreza emocional de la que somos partícipes, ya que al inmiscuirnos en ese universo nos acercamos cada vez más a perder la interlocución presencial con nuestros iguales" (p. 244).

Pero estas tensiones, ya no por la articulación de los vínculos sociales con "lo virtual" sino por las características mismas de las relaciones construidas en el ciberespacio, nos permiten contrastar perspectivas y observar insinuaciones para futuras investigaciones sobre este nuevo contexto de las ciencias sociales y de la antropología en particular. El mundo virtual como un "ágora" moderno e ideal: "todo se convierte en foro accesible a todos", según Maffesoli. Es posible contrastarlo con el análisis de Jorge-Iván Bula acerca del ethos ciudadano configurado en el mundo de la economía virtual, en donde las jerarquizaciones disponen a unos ciudadanos de primera o segunda categoría en relación con el acceso a los bienes de consumo, sin importar sus "preferencias reveladas" que, al margen de su conceptualización económica, puede homologarse con las "afinidades electivas". Por su parte, en otro ámbito virtual, relacionado con el desarrollo de la opinión pública en los comentarios de las web de periódicos y analizado por Diego Osorio, que enfatiza la negación del otro por "el espíritu de la masa", podemos encontrar la siguiente aseveración crítica: "más que una re-significación, re-composición y re-configuración del ágora, lo que vemos, en el más afortunado de los escenarios, es un retorno al estado natural hobbesiano: somos libres, pero corremos el riesgo de eliminarnos unos a otros" (p. 169).

Volviendo a la metáfora de la ventana y la circunnavegación, es posible que el vértigo que producen las velocidades virtuales (la del tiempo, el espacio, la de las identidades y la de las relaciones), como consecuencia del exceso de ciertas contemporaneidades, haga perder el horizonte, en el sentido que Paul Virilio3 (1997) da a esa experiencia, una que conduce a un "delirio de la pérdida de la tierra" (p. 45) en comparación con la perspectiva del quattrochento, cuya sensación de gravedad dispone, en el punto de fuga, dimensiones "objetivas" de una óptica que por lo menos permite situarnos con aquel que está al lado y con quien podemos mantener un contacto físico más que un vínculo virtual (Virilio, 1997, pp. 83-84). Desde esta consideración, si bien la movilidad, lo fluido y el exceso sirven para entender el mundo contemporáneo, además del mundo virtual, pueden también correr el riesgo de trasladar los principios de visión de la "aldea antropológica" a la "aldea virtual", que per se no supera los individualismos o nacionalismos metodológicos y más bien tiende a generar un efecto hikikomori de aislamiento del mundo contemporáneo por la absolutización de la experiencia virtual.

Por lo anterior, es necesario también marcar un horizonte de referencia, el contexto que hace posibles los Vínculos Virtuales. Por lo tanto, el interés por las mediaciones a su vez que por los mediadores consiste en su entre-cruzamiento con las relaciones de poder y las formas culturales globales, estatales y locales que, en algún sentido, como lo desarrolla Bula, determinan el acceso, las limitaciones o la censura de los escenarios de comunicación, información y por ende de construcción de vínculos virtuales.

Por supuesto, hechos posteriores a la escritura de los artículos expresan las tensiones e interrelaciones existentes entre "lo virtual" y lo real: los mecanismos de protesta de "la primavera árabe" en 2010, la prohibición del uso del Iphone en Siria en 2011, las manifestaciones de jóvenes londinenses en este último año, la censura a Google en China y los debates en torno a la Ley Sinde en España, entre otros escenarios que ponen en discusión y fomentan el análisis de los límites y alcances de "lo virtual". En consecuencia, el insinuador artículo de Hernando Salcedo Fidalgo, sobre la gramática conversacional entre la cotidianidad del cara a cara y aquella hecha "a distancia", llega no tanto a conclusiones como a preguntas extensibles a la propuesta de una antropología de "lo virtual": ¿podrían estas dislocaciones producir modelos de interacción que supriman definitivamente el requerimiento del encuentro cara a cara?


1 Bachelard, G. ([1950] 1993). El aire y los sueños, ensayo sobre la imaginación y el movimiento. (E. de Champourcin, trad.). Bogotá: Fondo de Cultura Económica.

2 Sanabria, F. (2005). De la desregulación de lo sagrado a la circulación del creer, hoy. En A. M. Bidegain Greising y J. D. Demera Vargas (eds.). Globalización y diversidad religiosa en Colombia (pp. 345-357). Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.

3 Virilio, P. ([1996] 1997). El cibermundo, la política de lo peor. (M. Poole Trad.). Madrid: Cátedra.