JULES FALQUET
Por las buenas o por las malas: las mujeres en la globalización

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Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2011. 208 páginas.

 

Este libro, publicado inicialmente en francés en el 2008, tiene como objetivo principal discutir críticamente el papel que han tenido las mujeres, en un sentido amplio, en la configuración de la globalización. El argumento de la autora se teje en cuatro tiempos: inicia acercándose al concepto/fenómeno mismo de la globalización, enmarcándolo en un discurso neoliberal y subrayando con ello su dimensión económica y geopolítica. En un segundo momento discute la noción de violencia neoliberal en el mercado del trabajo y de la privatización, desde donde, argumenta Falquet, se construyen y endurecen las relaciones entre los sexos y se configuran arquetipos: el hombre guerrero y la mujer botín; los hombres de armas y las mujeres de servicios. En el tercer tiempo, la autora problematiza las políticas, estrategias e indicadores de desarrollo agenciados por las entidades multilaterales, como ejes que apalancan, silenciosos y de modo sonriente, la globalización neoliberal. Su interés es discutir cuál ha sido el papel que se les ha otorgado, en vía de su neutralización, a las mujeres y a la movilización feminista para prefigurarlas como aliadas en ese tránsito de la globalización neoliberal impuesta a la globalización consensuada. En el último momento, y con un espíritu esperanzador, la autora retoma casos particulares de movilización social en América Latina: el movimiento zapatista, el movimiento de los sin tierra y los movimientos feministas, lésbicos y de mujeres afrodescendientes e indígenas. Su objetivo con este cierre es doble: por un lado problematizar los sesgos heteronormativos que han caracterizado el trabajo revolucionario de estas movilizaciones y que no siempre han ido en beneficio de transformar estructuras opresivas para con las mujeres. Y por otro, subrayar las preguntas acerca de la diversidad que introducen las movilizaciones feministas en América Latina (en especial las lésbicas, las afro y las indígenas) para cuestionar la globalización neoliberal.

Más allá de lo que nos propone en términos de contenido, el texto está escrito en un tono crítico y esperanzador. Critica la globalización neoliberal y lo que hace con las mujeres. Sitúa su esperanza en la movilización plural configurada desde el "sur global". Esta doble propuesta se ancla en lo que podría entenderse como una perspectiva interseccional en relación con estas mujeres situadas y, por tanto, atravesadas, construidas por relaciones de poder imbricadas y múltiples desde las que se teje, indisolublemente, el sexo, la clase y la "raza" (las comillas son suyas). Parafraseando a Falquet, cruces que nos permiten comprender su lugar instrumental dentro del fenómeno en estudio, pero que también tendrían el potencial de darnos pistas sobre cómo deconstruirlo. De allí su giro final enfático sobre la necesidad de apelar a la diversidad en el momento de defender y apoyar las luchas de base, de reactivar nuestras esperanzas.

El tono de Falquet es claro y enfático y su argumento es lógicamente organizado, al punto de ser didáctico. Incita a la reflexión y a la acción por parte de quienes piensan este tipo de fenómenos, pero principalmente por parte de quienes lo viven más duramente: las mujeres en sus diversidades. En esta invitación, sin embargo, Falquet subraya dicotomías: entre hombres y mujeres, entre agencias multilaterales y países agenciados por el desarrollo, entre movilizaciones diversas feministas y no feministas; y con ello construye generalizaciones sobre unos y otros extremos. Y aunque como autora reconoce las implicaciones y limitaciones de esta forma de contar y de desplegar su argumento, en ocasiones ello parece nada más que una excusa políticamente correcta de su parte. Al final optar por generalizar o matizar, en relación con un fenómeno de poder y sus causas, no es, desde mi perspectiva, una opción didáctica, en el sentido instrumental, sino una opción política.

Extrañé tener más presente el punto de vista de Falquet como autora en y de esa lucha global. No pude quitarme la sensación de que su lugar de enunciación como mujer blanca del norte, que empatiza con mujeres racializadas del sur, podía ser problemático y, en algunos casos, colonial. Este es un lugar que se matiza en el texto con una suerte de modestia explícita, al asumirse como sujeto de crítica y de revisión, tarea que en todo caso nos deja a sus lectores, pero que no asume en la estructura de su argumento, ni en la selección de sus casos, menos aún de la literatura feminista desde la que los analiza. Veo así que, como autora, Falquet asume el privilegio de hablar desde nuestras luchas para comprender fenómenos globales, pero que en ocasiones ese "desde" está sin duda editado por su punto de vista, que no es tan explícito ni problematizado como podría. Ahora bien, ¿editado en qué sentido?

Sin ser experta en movilización social ni en globalización, sino intentando hacer antropología feminista de la ciencia, creo que esta edición la encuentro visible principalmente en sus herramientas analíticas y en la literatura que les sirve de sustrato. Es allí cuando cobra relevancia el hecho de que estemos hablando de una traducción: de un libro escrito para un público francés y traducido para un público latino. En esa traducción, que sin duda no es intercultural, llama mucho la atención que sus fuentes teóricas vengan del norte global y sus fuentes empíricas, principalmente aquellas que están originariamente en español, provengan del sur planetario. Esto no puede más que dejar la pregunta abierta por las potenciales jerarquías epistémicas que el libro vehiculiza; las mujeres de las que habla Falquet, y sus luchas, son interpretadas desde otros referentes.

Es cierto que las fuentes teóricas a las que refiere Falquet tienen, muchas de ellas, posturas decoloniales, feministas, como Chandra Mohanty, voces que han contribuido para que desde el sur (en su diversidad) pensemos nuestra condición subalterna no esencial. Sin embargo, estas otras voces, las nuestras, las de nuestras teóricas y epistemólogas feministas, sus discusiones y planteamientos sobre la interseccionalidad, sobre las injusticias epistémicas y sus sesgos de género, sobre la decolonialidad -para mencionar algunos ejemplos, Rosalva Aída Hernández, en México, Diana Maffía, en Argentina, o Juliana Flórez-Flórez y Mara Viveros Vigoya, en Colombia-, no son puestas en diálogo.

Para mí, esta no es una omisión menor que pueda resolverse con el espíritu de mantener fidelidad al documento original, como se sugiere en el libro. Desde mi lectura crítica, es una omisión que no se asume políticamente en relación con lo que el texto propone. Una omisión que no permite aperturas frente a las dicotomías y generalizaciones que sustentan sus argumentos, nuevamente, no solo entre hombres y mujeres, entre agencias multilaterales y países agenciados por el desarrollo, entre movilizaciones diversas feministas y no feministas, sino entre sujetos intérpretes y sujetos interpretados en una dimensión geopolítica. Quedo con la duda acerca de qué tipo de matices y problematizaciones hubiesen podido introducirse en la discusión sobre la globalización neoliberal y las movilizaciones sociales si Falquet hubiera leído a nuestras teóricas y epistemólogas feministas.


TANIA PÉREZ-BUSTOS
Departamento de Antropología
Pontificia Universidad Javeriana, Colombia