El enfoque biográfico en el análisis social: claves para un estudio de los aspectos teórico-metodológicos de las trayectorias laborales
The Biographical Approach in Social Analysis: Keys to the Study of the Theoretical and Methodological Aspects of Career Paths
Eugenia Roberti. UNLP-Conicet, Argentina.Licenciada en Sociología y doctoranda en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de La Plata, Argentina. Becaria de estudio de la Comisión de Investigaciones Científicas en el Centro Interdisciplinario de Metodología de la Investigación Social, Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (unlp-Conicet). Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Universidad Nacional de La Plata. Sus campos de investigación son: juventud, pobreza, transición a la vida adulta, trayectorias laborales e historias de vida. Correo electrónico: eugenia.roberti@hotmail.com
Artículo de reflexión. Recibido: marzo 19 de 2012. Aceptado: abril 10 de 2012.
Este trabajo desarrolla los supuestos que se esconden tras los estudios biográficos, centrándose en los enfoques europeo y norteamericano. Intenta vislumbrar los distintos ámbitos de producción en donde surgieron los fundamentos epistemológicos, teóricos y metodológicos, los cuales enmarcan el análisis de las trayectorias: la centralidad del sujeto, la relación individuo-sociedad, la integración de perspectivas metodológicas y la importancia de la dimensión espacio-temporal. La relevancia de esta tarea radica en que el enfoque biográfico se constituye como telón de fondo en el estudio de las trayectorias laborales. En el primer apartado se indagan los orígenes del uso de biografías en la investigación social; en el segundo y el tercero, se examinan los supuestos centrales del enfoque biográfico y del curso de vida, al encontrar en ellos las raíces que encuadran y dan sentido al estudio de las trayectorias. Por último, se desarrollan los aportes y potencialidades de los estudios con trayectorias laborales a través del análisis de un corpus de investigaciones empíricas producidas en América Latina.
Palabras clave: investigación social, método biográfico, paradigma del curso de vida, trayectoria laboral.
The article develops the assumptions that underlie biographical studies, concentrating on European and American approaches. It attempts to identify the different spheres of production that gave rise to the epistemological, theoretical, and methodological foundations in which the analysis of trajectories is framed: the centrality of the subject, the relations between individual and society, the integration of methodological perspectives, and the importance of the space-time dimension. The relevance of this task has to do with the fact that the biographical approach serves as the backdrop for the study of career paths. The first section of the article inquires into the origins of the use of biographies in social research; and the second and third sections examine the main assumptions of the biographical and life course approaches, since they provide the grounding that frames and gives meaning to the study of career paths. Finally, the article develops the contributions and potentialities of career path studies through the analysis of a corpus of empirical research carried out in Latin America.
Keywords: biographical method, career path, life course paradigm, social research.
El objetivo del trabajo es realizar un recorrido crítico por los estudios que trazaron los supuestos y los lineamientos de la perspectiva analítica de las trayectorias. La complejidad y la importancia de esta tarea se evidencia en los múltiples usos y aplicaciones que presenta la categoría de trayectoria laboral, reflejo de las distintas apuestas teórico-metodológicas desde las cuales se ha formulado. Desde este lugar, el artículo pretende encontrar las raíces que encuadran a los estudios con trayectorias, con la finalidad de comprender los aportes teóricos y metodológicos que brinda la perspectiva abordada.
El enfoque biográfico y el paradigma del curso de vida se constituyen en el marco de referencia desde el cual abordar el estudio de las trayectorias laborales, integrando a su interior metodologías tanto cualitativas como cuantitativas. Desde estas perspectivas, el concepto de trayectoria laboral permite analizar la interacción entre el aspecto objetivo y las concepciones subjetivas del trabajo; posibilita la búsqueda de determinantes sociales en la constitución de una vida y, al mismo tiempo, admite la indagación de sentidos a partir de las vivencias de los actores1.
Las historias de vida, lo biográfico y el estudio de casos constituyen una manera alternativa de hacer sociología desde principios del siglo XX. Sus orígenes se asocian a los numerosos estudios que, en el marco de la Escuela de Chicago, proliferaron a partir de la década de los años veinte y contribuyeron a la validez del método biográfico con base en estudios de caso2. Sin embargo, es en el ámbito de la antropología norteamericana donde este método alcanza su mayor desarrollo y expansión, constituyéndose en un hito el trabajo de Paul Radin, The Autobiography of a Winnebago Indian que, publicado en 1920, inaugura un periodo de fértil producción biográfica con el propósito de reconstituir vivencias, costumbres y valores de culturas que estaban sufriendo un proceso de cambio y aniquilación (Piña, 1986; Rojas Wiesner, 2001).
1. Cabe destacar que los objetivos del artículo son los primeros insumos analíticos para la realización del marco referencial de nuestros estudios de posgrado. En este sentido, el presente trabajo es una instancia preliminar en el desarrollo de una investigación empírica en curso, que indaga acerca de cómo construyen sus trayectorias laborales los jóvenes en situación de pobreza.
En contraposición con la antropología, centrada en el estudio de las culturas “primitivas” afectadas por el proceso de occidentalización, la sociología en sus comienzos se abocó al análisis de la nueva sociedad industrial: la constitución de las ciudades modernas, sus dinámicas internas, las consecuencias derivadas de los procesos de urbanización e industrialización, las problemáticas sociales ligadas a la marginación, entre otras temáticas.
Con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, tanto en la sociología como en la antropología, las historias de vida fueron relegadas como instrumento auxiliar y de apoyo en las investigaciones sociales, recibiendo críticas en relación con su escasa cientificidad, por no satisfacer los requerimientos de representatividad y validez (Piña, 1986). La primacía de la premisa epistemológica de objetividad, promulgó la utilización de métodos cuantitativos: el survey research.
Pese a estos postulados, el origen de la marginación de las biografías se debe a causas extrínsecas, no a debilidades intrínsecas del método. El surgimiento de los Estados Unidos como potencia mundial, luego de la Segunda Guerra, conllevó la hegemonía de la sociología norteamericana —con sus pilares en el método de encuestas y el funcionalismo parsoniano— sobre todas las otras formas de observación y de teorización (Bertaux, 1999).
Hubo que esperar hasta finales de la década de los años sesenta para que, en un contexto de revalorización de la metodología cualitativa, la modalidad de investigación con historias de vida experimentara un vigoroso y progresivo resurgimiento, volviendo a ocupar un lugar destacado en la investigación teórica, metodológica y epistemológica de las ciencias sociales. Como sostiene Martha Luz Rojas Wiesner, “la crítica a los paradigmas hegemónicos, el desarrollo de profundas crisis sociales a fines de los años sesenta y las propuestas renovadoras dentro de las ciencias sociales”3 (2001, p. 179) constituyen los factores externos que explican la revalorización del análisis cualitativo y, particularmente, de las biografías.
Junto a las causas expuestas, concebimos razones internas vinculadas con los aportes que el estudio con biografías brinda a las investigaciones en ciencias sociales: la capacidad para analizar las relaciones entre individuo y sociedad, la aptitud para destacar los aspectos diacrónicos de los hechos sociales, la sensibilidad para iluminar personas, grupos sociales y problemáticas que son ininteligibles desde otras estrategias metodológicas.
2. Entre estos estudios se pueden mencionar los trabajos de W. I. Thomas y F. Znanniecki, The Polish Peasant in Europe and America; C. Shaw, The jack roller, the natural history of a delinquent career, Brothers in crime; E. Sutherland, The professional thief; y H. MacGill Hughes, The fantastics lodge, entre otros.
3. De acuerdo con Balán (1974), la causa subyacente al renovado interés por las historias de vida se halla en la revaloración de algunos objetos teóricos y objetivos prácticos, producto de un cambio significativo en las ciencias sociales contemporáneas de orientación humanista. Esta ciencia social renovada redescubre el interés por los procesos sociales básicos de la interacción cotidiana y retoma la tradición marxista-weberiana presente en enfoques macrosociológicos, históricos y comparativos, alejados del modelo experimental. Estos cambios indican nuevas líneas de investigación distanciadas de los modelos científicos predominantes en la ciencia social de la posguerra.
Existen múltiples discusiones en torno al uso de biografías en ciencias sociales. Entre las causas de estas disputas se encuentra el hecho de que, en la investigación sociológica, los estudios a partir de biografías e historias de vida se han desarrollado desde diversas orientaciones y perspectivas teóricas4. En el presente apartado centramos la mirada en el debate que identifica a las historias de vida como una técnica, un método o un enfoque. A su vez, exponemos las diversas posiciones que surgen entre los investigadores sociales que identifican al enfoque biográfico como una de las principales tradiciones dentro de los abordajes cualitativos y, otros, que admiten su cuantificación en la investigación social.
Lo biográfico ha sido concebido de distinta manera en la investigación sociológica. Los estudios a partir de biografías e historias de vida (sea como método, enfoque o como instrumento de investigación) han adoptado una pluralidad de contenidos, reflejo de la multiplicidad de perspectivas teóricas dentro de las cuales se han desarrollado. Entre ellas se encuentran: el marxismo sartreano de Ferrarotti, el estructuralismo de Bertaux, la hermenéutica al estilo de Kohli o, bien, el interaccionismo simbólico propio de Denzin, entre otras orientaciones (Reséndiz García, 2001; Mallimaci y Giménez Béliveau, 2006).
En correspondencia con los marcos de referencia desarrollados, el estudio con biografías expresa un dilema crucial en su aspecto metodológico, traslucido en una diversidad de terminologías. Habitualmente, las historias de vida se asocian con una de las tantas técnicas que utilizan los cientistas sociales para abordar una problemática en estudio (Balán, 1974). Su especificidad se vincula con el análisis de las experiencias vitales de un individuo, donde la narración del propio sujeto, entre otros documentos biográficos, adquiere un lugar central5. Desde esta perspectiva, el estudio con historias de vida se asocia a las experiencias biográficas que una persona constituye a lo largo de su vida o en un momento determinado. El investigador social indagará sobre los sentidos subjetivos, los significados y las representaciones que un actor construye acerca de una problemática que forma parte de su historia personal.
4. Aunque nuestro interés sea la disciplina sociológica, es importante señalar que la utilización de relatos e historias de vida no compete solo a aquella; se conforma como un enfoque interdisciplinario que incluye campos tan diversos como la historia, la antropología, la psicología social y la literatura, entre otros.
Sin embargo otros autores, como Atkinson (1998) y Bertaux (1997), recurren a la noción de métodos biográficos, dilucidando tras ella una aproximación metodológica, más que un mero instrumento de recolección de datos. Pese a su consonancia, el primero de los autores concibe el uso de las biografías como un método que permite reunir información sobre la vida entera de una persona, las experiencias de vida en su conjunto. La perspectiva etnosociológica de Bertaux, en cambio, considera que los relatos se centran en un periodo de la vida de un sujeto, o en un aspecto particular de aquella; la historia de vida no es un recorrido integrador de la totalidad de experiencias biográficas (Mallimaci y Giménez Béliveau, 2006).
Para el sociólogo italiano F. Ferrarotti (1988, 1991), la historia de vida no es un método o una técnica más, sino una perspectiva de análisis única que permite descubrir lo cotidiano, las prácticas de vida dejadas de lado
o ignoradas por las miradas dominantes, la historia de y desde los de abajo. Por otra parte, este autor resalta la importancia de la perspectiva del individuo como punto de observación de la sociedad en general6, aspecto que ha sido destacado por otro clásico en el campo biográfico, Bertaux (1997). Para ambos autores, el uso de historias de vida es un intento de lectura de lo social desde los sujetos; lo que una vida singular trasluce respecto a un contexto social más amplio, como puede ser la historia de una región, de un grupo social o un medio familiar. Así, las historias de vida constituyen una manera de acceso a un momento histórico, una cultura y valores de una determinada sociedad “desde una mirada, desde un punto de vista, desde una trayectoria que es única, irrepetible y abierta” (Mallimaci y Giménez Béliveau, 2006, p. 206).
5. Muchos autores señalan la diferencia entre relato de vida e historia de vida, circunscriben el primero solo a la versión (oral o escrita) que un individuo realiza de su propia vida. Caracterizan, en cambio, a la historia de vida por la utilización de una gran variedad de materiales (diarios personales, cartas, fotografías, archivos, testimonios de terceros, entre otros) para indagar en la vida de un individuo y construir su biografía, con compañía o no del propio relato. Véase Piña (1986), Pujadas Muñoz (1992) y Rojas Wiesner (2001), entre otros.
6. Franco Ferrarotti (1993) propuso, en un ensayo clásico sobre el método biográfico, leer una sociedad a través de una historia de vida. Para el sociólogo italiano, un individuo es un universal singular. Si el individuo es la reapropiación singular de lo universal sociohistórico del que forma parte, es posible conocer lo social a partir de la especificidad de lo individual. Por medio de mediaciones es que un sujeto particular totaliza una sociedad. El grupo primario se presenta para el autor como la mediación fundamental entre lo universal y lo individual. Así, la visión del sujeto como síntesis de lo singular y lo universal, fundamenta el intento de leer una sociedad a través de una biografía.
En conformidad con lo planteado por el sociólogo italiano, Marcela Cornejo (2006) sostiene que el enfoque biográfico emerge como una ruptura radical con la manera tradicional de concebir, analizar y comprender la realidad:
Más allá de un método o técnica específica de investigación, el enfoque biográfico busca justamente situarse como un enfoque, es decir, sostiene una concepción de lo humano, de la realidad, de las posibilidades de conocerla y de los métodos adecuados para ello. En este sentido, los fundamentos teóricos que lo sostienen dan cuenta de estos postulados y constituyen las bases sobre las cuales se funda una práctica desde lo biográfico. (p. 99)7
Este enfoque posibilitaría aprehender la dialéctica entre lo singular y lo universal en el estudio concreto de una vida específica, comprendiendo en qué medida el individuo es producto de una historia en la que intenta convertirse en sujeto. De esta manera, el análisis permite la búsqueda de determinantes en la construcción de una vida, pero al mismo tiempo concibe el trabajo que el propio individuo efectúa para producir su propia existencia (Correa, 1999).
Para concluir con la discusión precedente señalaremos que, independientemente de la perspectiva teórico-metodológica seleccionada, el uso de biografías en la investigación social revaloriza al sujeto como objeto de investigación, en su búsqueda por rescatar la trayectoria vital del actor, sus experiencias y su visión particular; permitiendo aprehender, al mismo tiempo, aquella vida como el reflejo de una época, las normas sociales y los valores propios de la comunidad de la que el sujeto forma parte (Pujadas Muñoz, 1992). De este modo, se plantea una mediación entre la historia individual y la historia social: “ni la vida de un individuo ni la historia de una sociedad puede entenderse sin entender ambas cosas” (Mills, 1994, p. 23).
Rojas Wiesner (2001, p. 173) ha sintetizado de manera apropiada las diversas conceptualizaciones que se desarrollan en torno a lo biográfico:
Algunos autores tratan lo biográfico como una posición epistemológica, mientras que otros lo usan como un simple recurso técnico. Hay quienes hablan de lo biográfico como el centro de lo cualitativo interpretativo, en tanto que otros tratan lo biográfico como material que permite la cuantificación. Igualmente, hay autores que hablan de lo biográfico como forma de acercamiento a la subjetividad y otros, a lo estructural.
7. “Si queremos hacer un uso sociológico del potencial heurístico de la biografía sin hurtar sus características esenciales (subjetividad, historicidad), debemos proyectarnos a nosotros mismos más allá del marco de la epistemología clásica” (Ferrarotti, 1993, p. 122). Este autor concibe las bases epistemológicas de la perspectiva biográfica como “una forma de razón dialéctica capaz de comprender la praxis sintética recíproca que gobierna la interacción entre un individuo y un sistema social […]. Solo la razón dialéctica nos permite interpretar la objetividad de un fragmento de historia social sobre la base de la subjetividad no eliminada de una historia individual. Solo la razón dialéctica nos da el acceso de lo universal y lo general (sociedad) partiendo de lo individual y lo singular (un hombre determinado)” (pp. 122-123).
A continuación nos aproximamos a la segunda de las discusiones traídas a colación, vinculada a la diversidad de modalidades con que se ha implementado el uso de biografías en las distintas investigaciones y disciplinas. Desde un marco metodológico, destacamos aquellas posturas que identifican a las historias de vida con una orientación marcadamente cualitativa, o como una técnica cuyos resultados pueden ser cuantificados.
Más allá de las críticas que se han formulado desde una postura radical —como la de Ferrarotti— al uso cuantitativo de las biografías, sostenemos su posible formulación desde perspectivas cuantitativas y/o cualitativas. El método pertinente para la realización de un estudio, se halla reflejado en el planteo de su pregunta de investigación. Afirmamos que la realidad social no es en sí misma cualitativa o cuantitativa, las posibles formas de su abordaje constituyen solo distintas modalidades de construcción de lo social. Si el estilo de recolección y análisis de datos se caracteriza por una crucial diferenciación, es producto de los objetivos disímiles que persigue cada una de estas perspectivas. Por esta razón, en la determinación de la metodología son menos importantes los contenidos temáticos que su modo de abordaje (Sautú, 1998)8. De lo cual deducimos que el uso de biografías, como recurso o enfoque metodológico, no es exclusivo de los estudios cualitativos, aunque se lo asocie usualmente a dicha tradición (Reséndiz García, 2001). Como señala Pujadas Muñoz (1992) “los relatos biográficos constituyen una técnica de recopilación y análisis de fenómenos sociales que pueden (y deberían) ser utilizados desde diferentes metodologías y concepciones epistemológicas” (p. 78)9.
Más allá del enfoque o de la estrategia metodológica adoptada, consentimos que el núcleo básico en toda investigación biográfica lo constituye la perspectiva del actor. Las diversas orientaciones y prácticas encuentran su eje en el rescate de las vivencias y experiencias que un individuo constituye a lo largo de su vida, o en un momento determinado. En palabras de Sautú, “la biografía —y otras formas del mismo género— tienen respecto de otros métodos la ventaja de recoger la experiencia de la gente, tal como ellos la procesan e interpretan” (1998, p. 23)10. Los supuestos epistemológicos, teorías y estrategias de análisis de lo biográfico manifiestan una concordancia con ambos tipos de metodología. Incluso en aquellos estudios de corte cuantitativo que han desarrollado un diseño e instrumentos de medición y análisis afines a esta metodología, han efectuado planteos teóricos próximos a las estrategias cualitativas. Sautú (1998) hace aquí alusión a los estudios de Elder (1994) y Hareven (1994) desarrollados en el marco del paradigma del curso de vida.
8. Si bien existen diferencias técnicas entre los análisis de tipo cualitativo y los de tipo cuantitativo, a nivel interpretativo, los mismos esquemas teóricos pueden aplicarse a cualquiera de los dos tipos de análisis (Godard, 1996).
9. El análisis cuantitativo basado en materiales biográficos, constituye un campo sumamente interesante que ha recibido poca atención en las ciencias sociales. Jorge Balán (1974) ha sido uno de los pioneros en esta nueva tendencia de estudios, al considerar que la técnica biográfica es capaz de adaptarse a diseños de investigación distintos.
10. A pesar de que en un principio parezca contradictoria la asociación entre método cuantitativo y búsqueda interpretativa, cabe señalar la utilización de técnicas longitudinales que escapan a la lógica clásica del cuestionario. Más aun, como indican Ariovich y Raffo (2009), en los estudio de trayectorias laborales encontramos aproximaciones que integran estrategias de investigación cualitativas y cuantitativas. Tal como proponen las autoras, en el uso combinado de un cuestionario estructurado y un calendario de vida. De la misma forma el estudio de Panaia (2005), sobre inserción ocupacional de estudiantes y graduados, intenta asumir el desafío de construir modelos capaces de explicar trayectorias que se desenvuelven en el tiempo. Desde este lugar, la autora considera necesario actualizar las propuestas estadísticas con la recolección de información longitudinal y, al mismo tiempo, integrar los datos de carácter cuantitativo con los de tipo cualitativo. Con el objetivo de reconstruir secuencias continuas de empleo, combina las técnicas de cuestionarios autoadministrados con entrevistas biográficas.
Al comienzo del trabajo expusimos que a finales de los años sesenta el uso de biografías adquirió un impulso renovado. A su interior, el mismo se manifestó en el desarrollo de dos corrientes: el curso de vida en Estados Unidos (Elder, 1993, 2001; Hareven, 1994; Saraceno, 2005) y el enfoque biográfico en Europa (Pujadas Muñoz, 1992; Ferrarotti, 1993; Pries, 1996; Bertaux, 1999). El presente estudio considera similares los lineamientos analíticos de ambas corrientes. En términos generales, estas perspectivas trascienden el dilema estructura-acción característico del pensamiento social, al sostener que el curso de vida de los individuos está conformado por la acción de determinantes sociales y el trabajo que el propio sujeto efectúa sobre su historia, para intentar orientar su curso y otorgarle un sentido.
Asimismo, ambas corrientes buscan dar respuesta al problema de la articulación de lo individual con lo colectivo, investigando las mediaciones entre la estructura social y la biografía individual. En el análisis del transcurso de vida de un sujeto no solo adquieren un primordial valor las divisiones analíticas micro-macro social, con las que se aborda usualmente una realidad bajo estudio, sino que también reviste fundamental importancia el nivel meso, donde se desarrollan las interacciones entre los actores. Las reglas sociales y los códigos culturales de una sociedad se desenvuelven delimitando las pautas de conducta y representación de cada individuo en este nivel de mediación, sin determinarlas de modo completo.
Como hemos expuesto, el potencial de lo biográfico para relevar las relaciones entre experiencia individual y sociedad ha sido destacado por diferentes autores de la perspectiva europea: el relato de un individuo ilumina no solo un caso particular, también es la expresión de una historia social colectiva (Pujadas Muñoz, 1992; Ferrarotti, 1993; Bertaux, 1997). A fin de avanzar en el análisis, a continuación nos acercaremos a la corriente norteamericana.
La segunda perspectiva que surge dentro del campo de estudios biográficos es el enfoque del curso de vida. En un principio, contextualizamos esta corriente al interior de los debates postulados precedentemente. En una segunda instancia analítica, presentamos sus principios rectores y herramientas metodológico-conceptuales.
La perspectiva del curso de vida se origina durante los años setenta en los Estados Unidos, como una propuesta conjunta de diversas disciplinas dentro de las ciencias sociales —sociología, historia, psicología y demografía—. Se presenta, de este modo, como un enfoque interdisciplinario que toma como unidad de análisis el curso de vida de un individuo, concebido en vinculación a las biografías de otros miembros de la sociedad, además de enmarcado en un espacio y un tiempo históricos. Retomando las ideas de Elder (2001), Blanco y Pacheco (2003) definen al curso de vida como “una secuencia de eventos y roles sociales, graduados por la edad, que están incrustados en la estructura social y el cambio histórico” (p. 162).
El sociólogo Glen Elder, uno de los principales referentes teóricos de esta corriente, se introduce al interior del debate del estudio con biografías, concibiendo al curso de vida como un paradigma emergente (Elder, 1994), que busca incorporar la dimensión cualitativa del tiempo en la investigación. En este sentido, el paradigma del curso de vida otorga primacía a la variable temporal y a la experiencia de los sujetos.
Respecto a la segunda de las discusiones en torno a los estudios con biografías, advertimos que es posible destacar ciertos ejes comunes que hacen del curso de vida un enfoque plausible para el desarrollo de estrategias metodológicas tanto cuantitativas como cualitativas. Más aun, como menciona Sautú (1998) “analizando los supuestos y los estilos de investigación a que dan lugar los estudios sobre cursos de vida resulta difícil categorizarlos como parte definida de una metodología cuantitativa o cualitativa” (p. 32).
Este paradigma se asienta en cinco postulados que reflejan la modalidad y la especificidad de su abordaje analítico (ver Blanco y Pacheco, 2003; Elder y otros, 2003; Castro y Gandini, 2006; Oddone y Lynch, 2008):
Para el paradigma del curso de vida, la biografía de un sujeto se torna inteligible cuando se articula con los entornos sociales en los que se ha desarrollado la vida de la persona, junto a las etapas cronológicas y al contexto más amplio de los hechos históricos y sociales. Así, dicha perspectiva nos permite pensar el tiempo desde la vida de los propios individuos, en conjunción con los procesos sociales más amplios, que se encuentran mediatizados por la posición del sujeto en la estructura social. En este sentido, tanto el espacio como el tiempo forman parte de la construcción del objeto de investigación y de la interpretación de los datos.
El paradigma del curso de vida trabaja con tres herramientas conceptuales y metodológicas fundamentales: la trayectoria, la transición y el turning point (punto de inflexión). Estos conceptos, que conforman los instrumentos analíticos del enfoque del curso de vida, permiten concebir la naturaleza procesual de una vida en sus disímiles escalas de temporalidad.
Retomando las ideas de Elder, “el concepto de trayectoria se refiere a una línea de vida o carrera, a un camino a lo largo de toda la vida, que puede variar y cambiar en dirección, grado y proporción” (1991, p. 63 citado por Blanco y Pacheco, 2003, p. 163). La vida de los sujetos es el resultado del entrelazamiento de múltiples trayectorias que representan diversas dimensiones o dominios —trabajo, escolaridad, vida reproductiva, migración, etc.— en los que una persona se desenvuelve a lo largo de su vida (Blanco y Pacheco, 2003; Castro y Gandini, 2006). En consecuencia, la especificidad propia de esta categoría es que brinda una centralidad sustancial al aspecto temporal del análisis con biografías y, concretamente, a su dimensión cronológica al intentar dar seguimiento a lo largo del tiempo a una variedad de procesos (Blanco, 2002).
A pesar de que señalamos que el curso de vida de un individuo está constituido por trayectorias múltiples e interdependientes —que representan las diversas dimensiones que existen en la vida de cada persona, conformando su entrelazamiento la “trayectoria vital” de un sujeto— “algunas de ellas podrán funcionar como el eje o hilo conductor de las demás” (Blanco, 2002, p. 460). Por consiguiente, las trayectorias tomarán una importancia diferencial según el momento de la vida del sujeto que se esté analizando, de acuerdo con una variedad de factores (nivel socioeconómico, género, entre otros) y en relación con el peso que adquiera la dimensión temporal a nivel individual (edad cronológica), colectivo (cohorte de pertenencia) y macroestructural (contexto socio-histórico).
Para el enfoque del curso de vida, “la trayectoria no supone alguna secuencia en particular ni determinada velocidad en el proceso de tránsito” (Blanco y Pacheco, 2003, p. 163). Más aun, rechaza la homogeneidad y la linealidad temporal, asumiendo una concepción multidimensional del tiempo (Longo, 2010).
La otra de las dimensiones analíticas fundamentales del paradigma del curso de vida —la transición— es la que le da forma y sentido a las trayectorias, al marcar sus cambios de estado, posición o situación (Blanco y Pacheco, 2003). Las transiciones están contenidas en las trayectorias: mientras la primera representaría el pasaje de un estado a otro (de la juventud a la adultez, del ciclo básico al superior, del desempleo a la actividad, etc.), la trayectoria se definiría como el conjunto de esos pasajes y estados; aquellas secuencias de transiciones y posiciones en un periodo determinado.
Estos estados específicos en ciertos momentos de la vida, a los que hace alusión el concepto de transición, no son absolutamente previsibles ni se encuentran necesariamente predeterminados. Si bien, ciertas transiciones se hallan institucionalizadas en una sociedad, variando de acuerdo al periodo histórico y grupo social de pertenencia. Al punto que, el orden de los diversos estados y sus transiciones en muchas ocasiones responden a las expectativas sociales, culturales e institucionales en torno a la edad (Castro y Gandini, 2006).
Por último, la noción de turning point —o punto de inflexión— hace referencia a “momentos especialmente significativos de cambio; se trata de eventos o transiciones que provocan fuertes modificaciones que, a su vez, se traducen en virajes en la dirección del curso de vida” (Blanco y Pacheco, 2003, p. 163). Cabe destacar entonces que el análisis a partir de este paradigma incorpora aquellos periodos de ruptura en la vida de una persona. Estos momentos de inflexión “representan un cambio en la dirección del curso de vida en relación con la trayectoria pasada y tienen un impacto en las probabilidades de los destinos de vida futura” (Gobtlb y Wheaton, 1997, p. 5)11.
Estos periodos de cambio encuentran sus orígenes en puntos de inflexión históricos (como puede ser una crisis económica y financiera, una guerra, una perturbación política, etc.) y, personales, ligados a transformaciones en el ciclo vital de un individuo (en relación con su residencia, estado civil, curso ocupacional, etc.). De allí, la importancia del espacio y del tiempo históricos como marcos referenciales para traslucir los posibles cambios en el orden de los eventos como en la dirección de las biografías de una sociedad, sin perder de vista, por ello, la autonomía del agente en la constitución de las mismas.
Los estudios con historias de vida abarcan una variedad de ámbitos —trabajo, escolaridad, vida reproductiva, migración, movilidad social— que han sido motivo de diversos estudios. La amplitud y la complejidad que implican las trayectorias vitales hacen necesario reducir o restringir el campo de observación a algún aspecto en particular. Como señala Reséndiz García “una biografía se construye desde un recorte, a partir de cierta focalidad que constituye la posibilidad de reconstrucción de la vida, pero que es al mismo tiempo su limitación originaria” (2001, p. 164). De los múltiples hilos que tejen la trama biográfica, nosotros haremos hincapié en una dimensión específica del estudio de las trayectorias: la esfera laboral.
Como perspectiva de análisis, el estudio de las trayectorias laborales es un área relativamente novedosa en América Latina, que en las últimas décadas ha ido adquiriendo un lugar importante en el ámbito de las investigaciones sociales. En términos generales, dichos estudios se han focalizado en el análisis de las posiciones sucesivas que las personas van ocupando en su trabajo a lo largo de sus vidas, o durante un periodo de tiempo determinado.
En consecuencia, la trayectoria se presenta como una perspectiva teórico-metodológica que centra su atención en la interpretación de los fenómenos sociales a lo largo del tiempo. El análisis longitudinal de las trayectorias nos remite inmediatamente a la dimensión diacrónica, y nos sumerge en un camino donde los tiempos individual, social y macroestructural, se revelan como partes constitutivas de un itinerario particular (Roberti, 2011). Desde esta mirada, la temporalidad ocupa un lugar central en el estudio de las trayectorias. Sin embargo, la variable temporal debe ser entendida no como un aspecto uniforme sino como una dimensión múltiple que puede ser estudiada desde distintos niveles: la dimensión estructural, relacionada con el contexto socio-histórico; la familiar, vinculada con el ciclo de vida; y la individual, referida a la capacidad de agencia del actor. La multiplicidad de temporalidades remite a las diferentes escalas sociales presentes en toda biografía. De este modo, el curso de vida de un sujeto está determinado por una pluralidad de tiempos, concebidos como tiempo histórico, social y biográfico (Balán y Jelin, 1979)12.
11. Desde la sociología francesa, Claire Bidart subraya el uso de la categoría bifurcaciones biográficas para hacer referencia a los cambios bruscos de orientación e imprevisibles, que ocurren a lo largo de la vida de una persona, producto de una situación de crisis que abre un nuevo abanico de posibilidades (Bidart y Longo, 2007). Así, los acontecimientos contingentes pueden ser la fuente de cambios significativos en las trayectorias individuales (Bessin, 2009).
12. El recorrido biográfico está constituido no solo por la sucesión de situaciones ocupadas por los individuos en los diferentes dominios de una vida, sino también por las diversas configuraciones que estructuran su articulación. Analizando la imbricación de factores que concurren a dar forma y sentido a las experiencias biográficas, Bidart (2006) señala que los determinantes macrosociales —marcos históricos, jurídicos, institucionales y culturales de la sociedad— en los cuales se inscribe una trayectoria, entran en interacción con los entornos familiares y las redes sociales que trascienden el tiempo biográfico. A nivel individual, las características sociodemográficas, las experiencias pasadas y los diversos capitales acumulados, intervienen en la definición de los campos posibles conjuntamente con las ideas, los valores y las expectativas que formulan los individuos (Longo, 2007). En consecuencia, los diversos factores que confluyen en la configuración de las trayectorias se encuentran mediados por los complejos sistemas de significación que operan a partir de las representaciones sociales. De esta manera, una misma constelación de factores puede ser interpretada de forma diferente y hasta sustentar decisiones opuestas (Mauro, 2004).
En este punto es importante destacar que existe una larga tradición en las ciencias sociales y, en particular, en la sociología del trabajo, que utiliza diversos conceptos —carrera profesional, ciclo de vida ocupacional o trayectoria laboral— para referirse a un mismo aspecto de la vida de las personas. El uso de estas categorías trasluce un debate acerca de la importancia de aquellos factores que configuran los cursos de vida laborales de todo individuo: ¿Cómo se han conjugado las diversas temporalidades en cada una de estas nociones? ¿Qué relevancia otorgan a las instituciones sociales, las decisiones personales y al contexto histórico? ¿Qué lugar ocupan las anticipaciones del futuro y la imprevisibilidad en dichas construcciones analíticas?
Considerando estos interrogantes, a continuación desarrollamos la pertinencia del recorte conceptual escogido y esgrimimos algunas diferencias en relación al uso de otras terminologías, intentando explicitar los lineamientos teóricos y metodológicos que se encuentran tras la perspectiva de las trayectorias laborales. Desde este lugar, señalamos la pertinencia y las potencialidades del estudio con trayectorias laborales en el campo social, a partir del análisis de un corpus de investigaciones empíricas producidas en América Latina.
Al interior de la bibliografía, la categoría de trayectoria laboral se ha utilizado desde diversas perspectivas analíticas y metodológicas. Esto ha conllevando a una variedad de aplicaciones y usos que presentan disímiles significados del concepto, rara vez explicitados. Así, el concepto de trayectoria laboral se presenta como diverso y con múltiples caras, debido a sus distintas posibilidades de abordaje conceptual, cuya consecuencia inmediata es la diversidad de estrategias metodológicas presentes en cada análisis. Como señalan Frassa y Muñiz Terra:
Según los objetivos y la metodología planteada por cada investigación, el concepto de trayectoria laboral puede ser utilizado desde una perspectiva cuantitativa o desde una perspectiva cualitativa. […] utilizado desde una perspectiva cuantitativa, el concepto de trayectoria laboral hace referencia a una secuencia de categorías ocupacionales o de actividad que una persona recorre a lo largo de un periodo considerado. En este sentido se asocia el concepto de trayectoria laboral al de trayectoria ocupacional. (2004, p. 2)
Desde una perspectiva cualitativa, el concepto de trayectoria laboral es entendido como “un particular entramado de experiencias laborales que tienen una orientación y direccionalidad, esto es una dinámica específica” (Lucero, 2003, p. 4). En tal sentido, esta perspectiva intenta reconstruir el encadenamiento causal de los sucesos a partir de la consideración del proceso decisorio llevado a cabo por los individuos a lo largo de sus vidas (Frassa y Muñiz Terra, 2004).
Cabe señalar, sin embargo, que ambos enfoques, aunque centren su atención en cuestiones diferentes, se basan en el mismo principio de explicación y análisis: interpretar la vida de los sujetos a lo largo de un periodo determinado, relacionando las características individuales con los condicionantes estructurales. (Frassa y Muñiz Terra, 2004, p. 2)
Para evitar todo tipo de ambigüedades e imprecisiones hemos explicitado el abordaje teórico-metodológico en el cual se inscriben los estudios de trayectorias laborales: el enfoque biográfico. Desde esta perspectiva, el concepto de trayectoria laboral permite analizar la interacción entre el aspecto objetivo y las concepciones subjetivas del trabajo; posibilita la búsqueda de determinantes sociales en la constitución de una vida y, al mismo tiempo, admite la indagación de sentidos a partir de las vivencias de los actores. El enfoque biográfico se constituye así en el marco de referencia desde el cual abordar el estudio de las trayectorias laborales, integrando a su interior metodologías tanto cuantitativas como cualitativas13.
13. Como señala Bessin (2009), la lógica procesual es el fundamento del pensamiento de los investigadores que trabajan con biografías. En esta búsqueda, la aproximación metodológica se presenta como una cuestión de orden primordial. La pertinencia del uso de una metodología cualitativa y/o cuantitativa se encuentra vinculada al proceso que se busque develar. Desde una metodología de corte cuantitativo, la concepción temporal está abocada a la comprensión del orden sucesorio y la duración en que se presentan los acontecimientos que conforman una biografía. En contraposición, los estudios cualitativos atienden estas cuestiones, pero toman como eje su entrelazamiento y particular direccionalidad, buscando comprender una trayectoria en su singularidad. La riqueza de un análisis cualitativo se halla en la comprensión de la heterogeneidad y complejidad de los recorridos de los actores, al centrarse en la indagación de significados y sentidos, y no en la estandarización ni en la representatividad, que se procura aprehender desde una perspectiva cuantitativa en la búsqueda de lineamientos comunes y tipologías de itinerarios.
Para ilustrar los múltiples usos y aplicaciones que ha tenido la categoría de trayectoria laboral, reflejo de las distintas apuestas teórico-metodológicas desde las cuales se ha formulado, recurriremos a un corpus de investigaciones empíricas, destacando aquellos recortes analíticometodológicos que se encuentran en cada una de ellas. En esta ocasión, la selección propuesta busca profundizar algunas reflexiones que han sido objeto de discusión a la largo del presente estudio: la conjunción de temporalidades, la imbricación de factores subjetivos y objetivos y las nuevas realidades que vislumbran los estudios con trayectorias laborales. Finalmente, la recopilación de investigaciones ha servido para delinear las potencialidades de los análisis que se basan en esta perspectiva teórico-metodológica.
En un estudio comparativo sobre obreros colombianos y alemanes, Dombois (1998) utiliza la perspectiva de las trayectorias laborales como secuencias de experiencias laborales, que enfoca el proceso, mediante el cual, las personas se ubican en el mercado de trabajo como un proceso estructurado por el tiempo en dos dimensiones: en el tiempo biográfico, se establecen secuencias típicas según los ciclos de vida; en el tiempo histórico, se definen diferentes limitaciones y oportunidades de empleo para generaciones o cohortes distintas. Según el sociólogo alemán, la perspectiva de las trayectorias laborales permite analizar la interacción entre dinámicas estructurales y decisiones individuales. Desde el primer sentido, se concibe al contexto sociohistórico como un factor condicionante en el transcurso de la vida laboral de las personas, al interior del cual se reconstruye el proceso de asignación de individuos a posiciones sociales, y en el que desempeñan un papel crucial las instituciones de educación y formación. En el segundo, las trayectorias laborales aparecen proporcionando información sobre las decisiones de los actores, su capacidad de interpretar las oportunidades y desarrollar estrategias de empleo.
En Chile, el estudio de Guzmán, Mauro y Araújo (1999) aborda las trayectorias laborales de mujeres pertenecientes a distintas generaciones, procurando aprehender la conjunción de los distintos factores que operan en la construcción de sus itinerarios laborales. Se parte del supuesto de que el accionar conjugado de factores de distinto orden —subjetivos y objetivos— va configurando diferentes recorridos laborales. Las autoras entienden por trayectoria laboral los itinerarios visibles, los cursos de acción y las orientaciones que toma la vida de las personas en el campo del trabajo, producto de acciones y prácticas desplegadas por los individuos en situaciones específicas del trascurrir temporal. Estas acciones y prácticas se constituyen en un interjuego de diferentes ámbitos sociales e institucionales, donde los sujetos ocupan una posición particular, en contrándose así condicionadas por factores estructurales y por representaciones que el propio individuo produce en diferentes momentos del curso de su biografía.
Desde un enfoque similar, Márquez (2001) entiende la trayectoria de trabajo no solo como una categoría objetiva y mensurable, sino como una experiencia social que se construye en relación con la cultura, el mercado y la subjetividad de cada individuo. En su trabajo analiza las trayectorias laborales que hombres y mujeres en situación de extrema pobreza construyen a lo largo de sus vidas. La investigación busca aportar elementos cualitativos para la comprensión de la movilidad social, centrándose en los itinerarios que recorren estos sujetos para insertarse en el mercado de trabajo, así como en las lógicas y sentidos que orientan su recorrido y cada una de las acciones emprendidas. Desde este lugar, la autora recoge relatos de vida de sujetos pobres con el interés de aproximarse a los significados que estos actores imprimen a su propia vida, permitiendo “conocer cómo ellos viven y maniobran frente a un mercado laboral en permanente transformación, redefiniendo o postergando su proyecto vital, laboral y familiar” (Márquez, 2001, p. 2). Aproximarse a los procesos por los cuales se construyen las trayectorias laborales requiere abordar al individuo como producto de una historia que es cultural, familiar y de clase, sin desconocer que la perspectiva propuesta se aproxima al sujeto también como historia singular; cada historia es diferente, aun cuando se inscriba en una historia común.
En un estudio realizado en Argentina, Chitarroni y Jacinto (2009) utilizan la perspectiva de las trayectorias laborales para analizar los procesos que los jóvenes deben atravesar en su transición a la vida activa, los cuales están signados por una alta movilidad y rotación laboral. Para ello construyen su objeto de estudio desde un análisis procesual y dinámico, alejándose de los enfoques que destacan la linealidad y continuidad de los procesos laborales. Definen conceptualmente a la trayectoria como una sucesión de eventos en los que se ponen en juego tanto condicionantes estructurales como capitales sociales y culturales, además de estrategias subjetivas. Desde un análisis cuantitativo, como el propuesto por los autores, el estudio de las trayectorias laborales reconstruye la secuencia de situaciones de actividad o categorías ocupacionales que un individuo recorre a lo largo de un periodo considerado. De esta manera, los estudios de trayectorias se constituyen como el instrumento privilegiado de análisis de los cambios en los procesos de inserción laboral de los jóvenes, iluminando las nuevas relaciones que los mismos mantienen con el mundo del trabajo.
Los diferentes trabajos muestran que la perspectiva de las trayectorias laborales realiza importantes aportes al otorgar un lugar privilegiado a la experiencia vivida, en sentido longitudinal, y al posibilitar la integración de dimensiones subjetivas y objetivas. Desde este lugar, el análisis de las experiencias laborales constituye una forma de acceso a la subjetividad —en su comprensión de puntos de vista, valoraciones y estrategias— y a los procesos sociales que enmarcan una vida individual. La noción de trayectoria laboral se refiere, por lo tanto, a la interacción entre individuo y sociedad: nos permite conjugar las biografías de los sujetos con los condicionamientos estructurales existentes en un momento histórico y un espacio social determinado. En este sentido, se concibe el análisis de las trayectorias laborales como secuencias objetivas y medibles, que atienden también a las construcciones subjetivas que desarrollan los individuos al interior de su ámbito social (Pries, 1996).
Los estudios de las trayectorias laborales abren entonces nuevas posibilidades para la comprensión del mundo del trabajo. No solo hacen visibles las oportunidades que una determinada época ofrece a hombres y mujeres, sino también las relaciones que existen entre cambios socioeconómicos y culturales, por una parte, y transformaciones de las subjetividades personales y sociales, por la otra. Posibilitan analizar el sentido que estos cambios van teniendo y relacionar entre sí las posiciones que las personas van ocupando en el mercado de trabajo. (Mauro, 2004, p. 9)
El atractivo de los estudios con trayectorias laborales reside en su utilidad para vislumbrar la relación entre tiempo biográfico y tiempo histórico-social. El análisis de la interacción de factores de distinto orden permite comprender los procesos de cambio que se dan en el plano estructural a través de su expresión a nivel micro: el curso de vida de los sujetos. De este modo, posibilita abordar los procesos microsociales en su conexión con el ámbito estructural y la dimensión subjetiva de los fenómenos laborales. De allí que, esta perspectiva conciba al trabajo en un sentido amplio que incluye un conjunto de interrelaciones a nivel individual, institucional y societal (Jacinto, 2010).
Por otro lado, es importante resaltar que, a diferencia del concepto de carrera laboral, los análisis con trayectorias laborales no implican necesariamente una idea de progreso14. La relevancia de este aporte se explica en que en la actualidad, una secuencia ocupacional típica mantiene escasas relaciones entre los puestos que se van conquistando. El conjunto de experiencias diversas, impregnadas de estrategias novedosas y quiebres en su recorrido, se tornan invisibles desde mediciones estandarizadas que clasifican a individuos en posiciones ocupadas en momentos puntuales del tiempo. De allí la búsqueda de una perspectiva longitudinal que dé cuenta de los procesos de continuidad y cambio en el ordenamiento de los eventos laborales, permitiendo capturar las rupturas que típicamente impregnan el conjunto de experiencias contemporáneas.
14. El concepto de carrera laboral lleva implícita la idea de movimientos ordenados, que suponen una cierta planificación, a través de los cuales se mejora la ocupación. Dicha categoría implica no solo una pauta determinada y fija de sucesión de un empleo a otro en la historia laboral de un individuo, sino también revela un patrón de progreso de trabajos de bajo a alto estatus (Mauro, 2004). Como han destacado Balán y otros (1977) en un estudio ya clásico, el concepto de carrera hace referencia a “un juego de ocupaciones ordenadas, relacionadas funcional y jerárquicamente, por lo que la experiencia de una de ellas es requisito necesario para pasar a la siguiente” (p. 165).
Se hace evidente la necesidad de adoptar enfoques que tengan en consideración el tiempo, la duración y el carácter no lineal de los procesos. Desde este marco, el estudio de la constitución de las trayectorias laborales permite abordarlas como un fenómeno histórico, dinámico y procesual, recuperando aquellas transiciones y puntos de inflexión en los rumbos de la vida. Las trayectorias no son recorridos cerrados y preestablecidos. La contingencia y los sucesos imprevisibles se convierten en dimensiones analíticas fundamentales de un itinerario laboral (Bidart, 2006; Grosetti, 2006). La individualización y la diversificación de los caminos antes predecibles en la vida laboral, hace necesaria una aproximación que considere la subjetividad del actor. El análisis de las trayectorias laborales permite describir la heterogeneidad de experiencias sociales e individuales que se desarrollan al interior de un mercado de trabajo fragmentado.
Como hemos señalado a lo largo del artículo, los estudios sobre trayectorias laborales presentan ambigüedades e imprecisiones, vinculadas con la multiplicidad de perspectivas analíticas desde las cuales se han formulado e implícitas, la mayoría de las veces. Esto ha conllevando una variedad de aplicaciones y terminologías que presentan disímiles explicaciones del concepto. Para comprender dónde se enmarca esta perspectiva teórico-metodológica hemos emprendido el camino de hacer inteligibles los fundamentos epistemológicos, teóricos y metodológicos que se esconden tras la misma.
En el enfoque biográfico y en el paradigma del curso de vida encontramos los supuestos que enmarcan y dan sentido al estudio de las trayectorias. Al trascender los dilemas clásicos del pensamiento social —sociedad/individuo; estructura/acción; objetividad/subjetividad— estas orientaciones permiten analizar la realidad social en su complejidad analítica. De este modo, la perspectiva de las trayectorias laborales se ubica en la intersección entre el sujeto y la estructura social. Es un intento de superar la falsa oposición entre las perspectivas objetivistas y subjetivistas, estableciendo una articulación entre ambas dimensiones de lo social: atiende a los determinantes sociales en el estudio concreto de una vida como al trabajo que el propio individuo realiza para convertirse en sujeto de la historia.
El análisis de la interacción de factores de distinto orden permite comprender los procesos de cambio que se dan en el plano estructural a través de su expresión a nivel micro: el curso de vida de los sujetos. De este modo, posibilita abordar los procesos microsociales en su conexión con el ámbito estructural y la dimensión subjetiva de los fenómenos laborales. En consecuencia, es una perspectiva fértil para comprender las transformaciones que los procesos macroestructurales propician en los cursos de vida de los sujetos. Los recorridos laborales tienen lugar a través de coyunturas, forman parte de procesos, de tendencias a largo plazo. Al mismo tiempo, posibilita un análisis de las prácticas, estrategias y representaciones que desarrollan los actores a lo largo de su vida laboral, que pueden ocasionar alteraciones en la esfera macroestructural. Se requiere de un enfoque longitudinal para comprender las estructuras cambiantes sobre las que actúan y participan los individuos.
Así, la perspectiva de las trayectorias laborales realiza importantes aportes al otorgar un lugar privilegiado a la experiencia vivida, en sentido longitudinal, y al posibilitar la integración de dimensiones subjetivas y objetivas. Desde este lugar, el análisis de las experiencias laborales constituye una forma de acceso a la subjetividad —en su comprensión de puntos de vista, valoraciones y estrategias— y a los procesos sociales que enmarcan una vida individual. La noción de trayectoria laboral se refiere, por lo tanto, a la interacción entre individuo y sociedad: nos permite conjugar las biografías de los sujetos con los condicionamientos estructurales existentes en un momento histórico y un espacio social determinado. En este sentido, se concibe el análisis de las trayectorias laborales como secuencias objetivas y medibles, que atienden también a las construcciones subjetivas que desarrollan los individuos al interior de su ámbito social, lo que posibilita integrar al mismo tiempo perspectivas metodológicas cuantitativas y cualitativas.
Por otra parte, la particularidad de la perspectiva teórico-metodológica escogida se halla en la centralidad que adquiere en su análisis la dimensión temporal. Los itinerarios laborales son procesos complejos de construcción y reconstrucción a lo largo del tiempo. El ordenamiento de los eventos laborales en su trascurrir temporal, resaltando sus cambios y continuidades, constituye un eje de indagación fundamental del enfoque. La pérdida de la idea de progreso, la imposibilidad de desarrollar un camino continuo en la vida laboral, el desdibujamiento de esquemas lineales y la obstrucción en la realización de una carrera, requiere de una aproximación que dé cuenta de las rupturas que caracterizan a las prácticas laborales contemporáneas. De este modo, la perspectiva adoptada no se limita a un solo punto en el tiempo, sino que adopta el carácter histórico a través del curso de vida. En este sentido, destacamos la incorporación de la dimensión temporal que otorga el estudio con trayectorias para comprender los procesos de cambio y acceder a la forma en que los individuos construyen e interpretan un ámbito social variable.
Para finalizar, las experiencias biográficas manifiestan una mayor diversidad ante la primacía que adquiere el fenómeno de individualización, presente en la creciente heterogeneidad y complejidad que revelan los itinerarios laborales en la actualidad. En este marco, el aporte de la perspectiva de las trayectorias al análisis social se halla en la revalorización de la subjetividad del actor, que encuentra como trasfondo una sociedad que deviene cada vez más biográfica. Este carácter explica la diversidad y la complejidad de los actuales recorridos y transiciones, que lejos de ser lineales son fluctuantes, personalizados y difícilmente previsibles.
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