Los compadres
Type
Artículo de revista
Document language
EspañolPublication Date
1992-01-01Metadata
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De lejos parecen ser personas muy silenciosas y cuando hablan lo hacen con una entonación diferente. Comienza un día hermoso en el que vamos a visitarlos y el humor es la disculpa más agradable para hacer alianzas. La señora va y viene del cuarto oscuro donde se encuentra el fogón, interviniendo a veces, con su presencia viva en la charla, aunque no lo parece. Un café, una taza de leche y roscones, un vaso de guarapo, una y otra vez. No sé como llamarlos; si cuenteros, poetas, hombres hablando. Los percibo como portadores de una tradición oral, compartiendo con nosotros sus pensamientos y creencias más profundos, en tomo a todos los matices de su realidad social. En la tradición oral se piensa el mundo de una manera integral mientras la cotidianidad está cada vez más condicionada por un mundo segmentado y especializado. Los cuentos innumerables que conocen han sido escuchados y modificados por niños, hombres y mujeres de todas las edades. Cualquier actividad diaria es buena para contar. Las noches en la caza de Luis son acogedoras, la señora Angelita prepara una sopa de maíz y tomamos hasta dos platos llenos para calentamos. La única esperma que ilumina la penumbra de la conversación se consume poco a poco. Los primeros días de mi visita sentí lo que llamaría miedos culturales, como mi obsesión por los insectos que imaginaba dentro de la casa, la cual se fue disipando en la medida en que afirmábamos nuestros lazos. Noches de tertulia, de diálogo, de cuentos. Generalmente Luis pasa esas horas escribiendo o leyendo, dedicado a su mayor afición que es la literatura, conversando con doña Angelita y escuchando cuando ella relata cuentos y anécdotas. Al joven escritor autodidacta lo cautivan las vivencias y fantasías humanas. Escribe sobre su gente y está interesado en las tradiciones literarias de la región. Trabaja como jornalero en fincas o haciendas, realizando varios oficios como la carpintería, la agricultura, la limpieza de los vallados, a pleno sol sabanero. Ante todo prefiere el arreglo de los vallados; a su abuelo lo contrataban frecuentemente para éste oficio y siempre usa el sombrero que heredó de él para el trabajo. No todos los días de la semana pude hacerse labor y en algunas ocasiones recibe como jornal menos del mínimo. Las fincas y haciendas son manejadas por los administradores que en la sabana se conocían hasta hace muy poco como capataces. Estos contratan a los braceros, los supervisan y les pagan los salarios diarios o semanales. La pequeña granja donde vive la familia produce algunos alimentos de cosecha para el autoconsumo como maíz, tubérculos.Keywords
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- Maguaré [538]
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