La historia de la ciencia y la tecnología como parte de la formación ética en ingeniería

Abstract

He tenido la gran fortuna de poder contar a lo largo de mis diversos estudios, desde la educación primaria hasta la formación de posgrado, junto con un diapasón variopinto de cursos y seminarios de extensión, con profesores que me inculcaron una pasión irrefrenable por la Historia en sus diversas dimensiones, incluida la historia de la ciencia y la tecnología. Y no sólo esto, por cuanto, para ser bien justo, debo tomar en cuenta aquí también a todos los que me han aportado por la vía de los libros que he leído de su autoría, toda una legión de autores y pensadores de fuste y de pluma galana. De otro lado, como profesor universitario a lo largo de varias décadas, he tenido la fortuna de inculcarle el amor por la Historia a un buen número de estudiantes, algunos de los cuales incluso han seguido por esta senda con motivo de sus estudios de posgrado y actividades intelectuales. Además, cual expresión de gratitud que jamás dejó de valorar, he tenido así mismo el placer de recibir como obsequio de algunos antiguos alumnos míos diversos libros sobre las áreas de la Historia que tanto me apasionan. No obstante, lo anterior no quiere decir que la sociedad en la que me ha tocado desenvolverme valore la Historia per se. Por el contrario, como lo digo con cierta insistencia en este libro, estamos sumidos en una sociedad enemistada por completo con Mnemósine, esto es, la personificación de la memoria en la mitología griega. En particular, en los ámbitos ingenieriles, esto salta todavía más a la vista habida cuenta de que están caracterizados por unos modos de pensamiento y acción cuadriculados en extremo, por lo que su desdén e ignorancia en relación con la Historia les mueve el piso de una manera inexorable. Si, por así decirlo, quisiera elaborar una lista con nombres de ingenieros colombianos que aman la Historia y las ciencias humanas en general, sería una lista exigua que contendría apenas unos cuantos nombres o poco más. Por supuesto, la Historia, al igual que la Filosofía y otras disciplinas propias de las humanidades, no suele contarse entre las ciencias que le permiten a alguien forrarse de plata. Más bien, en sentido estricto, las disciplinas humanistas lo que permiten es aquilatar la formación del ser humano en una perspectiva integral por excelencia, esto es, su conocimiento permite una comprensión del mundo que no es posible por otras vías, puesto que, parafraseando a Gregorio Marañón y Posadillo, las humanidades son como el líquido que refrigera una broca 6 de un taladro para que ésta no se embote y dejé de perforar. Es decir, el conocimiento sólido de las humanidades permite una hondura y un refinamiento en el pensamiento de amplias proporciones. En cualquier caso, el conocimiento de la Historia y las demás ciencias humanas no está hecho para los vulgares buscadores de oro, quienes preferirán en grado sumo estudiar un MBA o cosa parecida. Nadie puede dar de lo que carece. (Tomado de la fuente)