“El ente que somos nosotros mismos”. La ontología fundamental de ser y tiempo como superación del antropocentrismo en Martín Heidegger

Abstract

Tradicionalmente, se ha comprendido Ser y tiempo como un análisis de la existencia humana erigida como la entidad que “proyecta” el ser en general, y en ello también se ha visto el principal fracaso que explicaría su incompletitud. El énfasis en la existencia del tratado de 1927 sería justamente lo que impide a Heidegger plantear la pregunta por el ser, recayendo en una filosofía de la subjetividad que sólo sería superada en su pensamiento después del “giro” de los años 30. No obstante, Heidegger siempre rechazó dicha lectura advirtiendo los potenciales malentendidos existencialistas a los cuales podría conducir y enfatizando la importancia de comprender la analítica existencial a la luz de la pregunta por el ser como hilo conductor, tanto de la “ontología fundamental” de Ser y tiempo, como el “pensar onto-histórico del ser” posterior. La presente investigación desarrolla una lectura anticipativo-retrospectiva cuyo propósito es dilucidar, a la luz de la pregunta por el ser, el concepto clave de Ser y tiempo: el Dasein, ese “ente que somos nosotros mismos”. Lejos de restringirse con él a la individualidad concreta dentro del mundo, Heidegger concibe este concepto en toda su amplitud ontológica, con el propósito de captar el dinamismo más profundo de la referencia del ser (Bezug des Seins). Heidegger habla del Dasein individual, con la misma naturalidad con la que se refiere más generalmente en su obra de “nuestro Dasein”, el “Dasein de los pueblos” o el “Dasein primitivo”, pero bajo esta aparente ambivalencia, se esconde el fenómeno más originario al que Ser y tiempo realmente apunta, a saber: mantener en pie la apertura significativa del ser, que acaece como “juego de la vida” y “libre configuración de mundo”. De este modo, se sostiene que el tratado de 1927 lejos de ser una recaída en la filosofía de la subjetividad es un desplazamiento de ésta hacia la fuente originaria de nuestro modo de ser. Para Heidegger, no somos el animal racional, la cosa con alma o el sujeto que representa, pero tampoco simplemente una individualidad que se hace a sí misma en el un mundo. Más sencilla y elementalmente, somos un continuado esfuerzo por mantener en pie esa esfera en que las cosas pueden aparecer como ellas mismas; esfera que no nos pertenece, sino que de antemano se dirige a nosotros como cuestión. (Texto tomado de la fuente).

Being and time has traditionally been understood as an analysis of human existence erected as the entity that “projects” being in general, and in this has also been seen the main failure that would explain its incompleteness. The emphasis on the existence of the 1927 treatise would be precisely what prevents Heidegger from posing the question of being, falling back on a philosophy of subjectivity that would only be overcome in his thought after the “turn” of the 1930s. Nevertheless, Heidegger always rejected such a reading, warning of the potential existentialist misunderstandings to which it could lead and emphasizing the importance of understanding the existential analytic in the light of the question of being as the guiding thread, both of the “fundamental ontology” of Being and Time, as well as the later “onto-historical thinking of being”. The present research develops an anticipatory-retrospective reading whose purpose is to elucidate, in the light of the question of being, the key concept of Being and time: Dasein, that “entity that we are ourselves”. Far from restricting himself to the concrete individuality within the world, Heidegger conceives this concept in all its ontological breadth, with the purpose of capturing the deepest dynamism of the reference of being (Bezug des Seins). Heidegger speaks of the individual Dasein, with the same naturalness with which he refers more generally in his work of “our Dasein”, the “Dasein of the peoples” or the “primitive Dasein”, but under this apparent ambivalence, hides the most original phenomenon to which Being and time really points, namely: to maintain standing the significant opening of being, which occurs as “play of life” and “free configuration of the world”. Thus, it is argued that the 1927 treatise, far from being a relapse into the philosophy of subjectivity, is a displacement of the latter towards the original source of our mode of being. For Heidegger, we are not the rational animal, the thing with a soul or the representing subject, but neither are we simply a self-made individuality in the one world. More simply and elementally, we are a continuous effort to hold up that sphere in which things can appear as themselves, a sphere which does not belong to us, but which is addressed to us beforehand as a matter.