Las lecciones del Volcán Nevado del Ruiz a los 20 años del desastre de Armero

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Autores

Duque Escobar, Gonzalo

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Documento de Conferencia

Idioma del documento

Español

Fecha de publicación

2005-11-17

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Resumen

Agradezco este inmerecido honor y asumo el compromiso de hablar en nombre de quienes tuvimos la casual oportunidad de inmiscuirnos desde Manizales en los acontecimientos que ahora nos congrega, sobre las consecuencias en Armero y Chinchiná con motivo de la erupción del Volcán Nevado Ruiz ocurrida el 13 de noviembre de 1985, al señalar las lecciones aprendidas y obtenidas de reflexionar sobre las causas del desastre natural más importante de Colombia, pues se trata de los efectos de los flujos de lodo que devastaron el nororiente del Tolima y el suroccidente de Caldas causando muerte y destrucción al cobrar 25000 vida, 22000 habitantes de la citada población y 1800 en Chinchiná. Después de varios meses de inequívocas señales del volcán y advertencias de expertos y organismos internacionales, de los 100 millones de metros cúbicos de lodos que descendieron por las vaguadas del drenaje, los 60 millones que alcanzaron el poblado y quedaron esparcidos en más de 30 kilómetros cuadrados del fértil valle, tardaron cerca de dos horas en alcanzar a Armero, población ya identificada como expuesta en un mapa de amenazas volcánicas elaborado desde un mes antes por los científicos que atendían la grave situación. A los 20 años del desastre son varias las lecciones que se han aprendido y aplicado en Colombia para prevenir desastres naturales de una mejor manera, y en lo posible para mitigar sus efectos bajo el presupuesto de que habitamos un medio ecosistémico geológicamente complejo y apenas en vía de exploración, donde los modelos de la planeación racional han resultado históricamente exitosos por el número de fracasos, sobre todo por desconocer las variables culturales y naturales que han condicionado el medio ambiente de este país, con sus deficiencias de desarrollo y sus profundos contrastes, y por su aplicación sin considerar como sujeto de decisión y desarrollo a la propia comunidad. Se pueden aceptar las condiciones que nos impone el medio natural siempre y cuando reconozcamos, aceptemos y reduzcamos la vulnerabilidad, lo que sólo resulta viable cuando planifiquemos el territorio, y actuemos responsable y solidariamente como colectivo, con la convicción de que la educación es el mejor y único instrumento para garantizar la construcción de un medio ecológicamente sólido y compatible con la cultura y la valoración de la gente.

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