Notas sobre los inventos de Jerónimo de Ayanz y Beaumont, el da Vinci español
Type
Trabajo docente
Document language
EspañolPublication Date
2025-05Metadata
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Exordio: En el seno del mundo hispano existe una historia secreta como la que más. Se trata nada menos que de su propia historia de la ciencia y la tecnología. Esto significa que, en los países que conforman dicho mundo, la historia de la ciencia y la tecnología suele ser las más de las veces una pobre dama vergonzante, un hecho que salta aún más a la vista si se contrasta con la situación típica en los países del denominado Primer Mundo, en los cuales suele ser habitual que la gente culta sepa quiénes fueron Filippo Brunelleschi, William Harvey, Isaac Newton, Joseph Priestley, Lord Kelvin, James Clerk Maxwell, Antoine Laurent de Lavoisier, Sadi Carnot, Louis Pasteur, Hermann von Helmholtz, Rudolf Clausius, Gregor Mendel, Svante Arrhenius, Mijaíl Lomonósov, Dmitri Mendeléyev, Konstantín Tsiolkovski, seguido de un largo etcétera. En muy marcado contraste, en lo que a los países hispanos concierne, suele ser bastante minoritario el conjunto de personas que pueden dar alguna cuenta acerca de figuras conspicuas en el ámbito tecnocientífico tales como Ibn Jalaf al-Muradí, Ibn Jaldún, Bernardino de Sahagún, Miguel Servet, Juan Luis Vives, Francisco de Vitoria, Jerónimo de Ayanz y Beaumont, Álvaro Alonso Barba, Juan de Arfe y Villafañe, Jorge Juan y Santacilia, Santiago Ramón y Cajal, Isaac Peral y Caballero, Emilio Herrera Linares, Severo Ochoa, etcétera, etcétera. En especial, el caso de Jerónimo de Ayanz y Beaumont, el mayor genio inventor del Siglo de Oro español y uno de los más grandes inventores de la Historia, es de lo más llamativo por ser nada menos que el da Vinci español, con una larga lista de invenciones notables en su haber, alrededor de medio centenar, en la que está incluida la máquina de vapor, un invento con el que Ayanz se adelantó con respecto a los ingenieros ingleses en cosa de una centuria, incluso con un diseño que aventajó con creces la máquina de vapor de Thomas Savery, que entró en escena un siglo más tarde. Y, claro está, es justo esto lo que ha motivado la redacción de este texto dedicado a los notables inventos de Jerónimo de Ayanz y Beaumont, una figura a la que le he otorgado una gran atención desde hace muchos años, tanto en lo relativo a clases y conferencias como en lo tocante a artículos y otros escritos. En todo caso, sin excepción, en los diversos auditorios a los que me he dirigido, siempre pude notar la ignorancia generalizada con respecto a este notable caballero inventor. Por fortuna, en el seno de los cursos que he tenido a cargo en el campo de la Termodinámica, no han faltado algunos estudiantes que se motivaron bastante al respecto, al grado de adelantar sus tesis de grado bajo mi dirección. Incluso, en una tesis de éstas, se reprodujo la máquina de vapor de Jerónimo de Ayanz y Beaumont en una versión realizada con cristalería estándar de laboratorio. En especial, le debemos el conocimiento de la vida y obra de Jerónimo de Ayanz y Beaumont al profesor vallisoletano Nicolás García Tapia, quien se encontró en el año 1987 con las patentes del siglo XVI de Jerónimo de Ayanz y Beaumont con motivo de una visita que realizó al Archivo General de Simancas. A partir de ahí, gracias a una labor denodada y decidida de parte de Nicolás, ha podido rescatarse la figura de Ayanz de un olvido en extremo injusto que ha durado centurias. Empero, por desgracia, aún de lo desconoce incluso en España por parte de sectores cultos, incluidos los universitarios. De aquí que todo esfuerzo que pueda llevarse a cabo en este sentido resulta en extremo valioso e indispensable para ir superando nuestra historia secreta, una historia que dice mucho acerca de la incuria e incultura de las sociedades hispanoparlantes sin ir más lejos. Por fortuna, contamos con los preciosos libros de Nicolás García Tapia acerca de Ayanz y otros inventores de fuste del imperio español, por lo que Nicolás es el mejor cicerone con el que podemos contar a este respecto. Sus libros son fuente de referencia obligada en lo que a esto concierne. Dicho esto, espero que este libro, concebido a manera de notas para el apoyo del conocimiento histórico concomitante en el seno de los cursos de Termodinámica y Fisicoquímica, amén de servirle a otras personas interesadas en la historia de la ciencia y la tecnología, cumpla el cometido que me he propuesto, máxime cuando, al momento de redactar estas líneas, llevo algo más de cuatro décadas consagradas a combatir la ignorancia, la machaconería y el achabacanamiento en las aulas universitarias y auditorios de conferencias, una labor de la que han quedado valiosas muestras de gratitud de parte de estudiantes y asistentes que han hecho gala de lealtad y bonhomía. Por consiguiente, este libro viene a reforzar mi legado en materia de publicaciones y conferencias acerca de esta temática y aspectos afines. Espero que no caiga en terreno yermo habida cuenta de que, en los tiempos infaustos que corren, enfrentamos un evidente período de oscurantismo contra el cual hay que combatir mediante la debida promoción de zonas de inteligencia. (Tomado de la fuente)Keywords
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