Relación del consumo de harina de trigo con la prevalencia de anemia por deficiencia de hierro en niños y niñas menores de cinco años en Colombia: un aporte al monitoreo de la estrategia nacional de fortificación de harina de trigo en el país
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Resumen
La Encuesta Nacional de la Situación Nutricional en Colombia (ENSIN) de 2015 ha mostrado que las deficiencias de micronutrientes y la anemia continúan siendo problemas de salud pública en Colombia en varios grupos etarios y segmentos poblacionales (ICBF et al., 2015). A pesar de las diversas estrategias nacionales para reducirlas, actualmente hay pocos estudios en Colombia que vinculen estos dos temas (problema y estrategias) más allá de un análisis de Fothergill et al. usando datos de la ENSIN 2005, que mostró que los niños de 2 a 4 años que consumieron una mayor cantidad de alimentos a base de harina de trigo tuvieron una menor prevalencia de anemia, y no se observaron asociaciones en mujeres en edad reproductiva o niños en edad escolar (Fothergill et al., 2019).
El objetivo de este estudio fue determinar las asociaciones entre el consumo de harina de trigo fortificada y la prevalencia de anemia, deficiencia de hierro y anemia por deficiencia de hierro en niños menores de cinco años de edad en Colombia, como una forma de contribuir al monitoreo de la estrategia de fortificación de harina de trigo. El estudio consiste en un análisis secundario y en profundidad de datos de la ENSIN 2015 (datos relacionados con el consumo de alimentos y el estado de hierro y ferritina en niños menores de cinco años de edad). Considerando que el análisis cuantitativo asume un cumplimiento significativo de la fortificación de harina de trigo en el país durante casi 30 años, la información fue complementada por un componente cualitativo, que, a través de entrevistas semiestructuradas con actores clave en diferentes niveles, busca investigar el estado actual de la fortificación de harina de trigo en el país. Es así como se entrevistó a representantes del Ministerio de Salud y Protección Social, INVIMA, la Secretaría de Salud de Bogotá, FEDEMOL y DSM-Firmenich (una de las empresas que vende premezclas de micronutrientes en Colombia).
El estudio mostró que una alta proporción de niños entre 1 y 4 años de edad consumen alimentos con harina de trigo fortificada (87,1%), con una ingesta de hierro de 2,3 mg/día; sin embargo, 17,6% tenía anemia y 14,4% tenía deficiencia de hierro. El análisis descriptivo mostró una disminución en la prevalencia de anemia, deficiencia de hierro y anemia por deficiencia de hierro con mayor consumo de harina de trigo, los modelos estadísticos ajustados (controlando por índice de riqueza, ingesta de alimentos de origen animal, uso de suplementos y complementos en las 24 horas previas, y seguridad alimentaria del hogar) y modelos ponderados (para el componente vitamínico) mostraron asociaciones significativas consistentes.
Colombia ha tenido regulaciones de fortificación obligatoria vigentes desde 1996, y el cumplimiento de los molinos es alto gracias a procesos consolidados de control interno y supervisión por parte del INVIMA y las secretarías de salud. Sin embargo, persisten desafíos relacionados con la producción doméstica de trigo altamente reducida y de baja calidad, la entrada de productos importados no fortificados, y vacíos regulatorios que excluyen la sémola, usada en pasta, del requerimiento de fortificación. La colaboración público-privada, el monitoreo continuo y la necesidad de ajustar las regulaciones para mantener el progreso en salud pública son aspectos clave destacados en las conclusiones.
Se recomienda fortalecer las regulaciones actuales expandiendo el requerimiento de fortificación a todos los productos derivados del trigo, incluyendo la sémola, para evitar interpretaciones regulatorias que afecten la cobertura del programa. Además, considerando que el consumo de harina de trigo no excede el límite inferior de la cantidad de alimentos sugerida en las Directrices de Fortificación de la OMS para un impacto positivo, se sugiere que se agreguen nuevos alimentos al programa de fortificación. En el ajuste propuesto al Decreto que está siendo implementado por el Ministerio de Salud y Protección Social (MSPS), se están agregando la harina de maíz y el arroz como vehículos además de la harina de trigo. Asimismo, se debe mejorar la vigilancia de importaciones y vigilancia comercial, priorizando puntos críticos en la cadena como la producción de premezclas, molinos, áreas fronterizas y regiones de alto comercio. También es importante sistematizar el monitoreo de productos derivados como pan y pasta, explorar la posibilidad de regular su fortificación, y asegurar que el INVIMA lidere la vigilancia nacional coordinada con las secretarías de salud y laboratorios públicos. Se sugiere que se lleven a cabo estudios en coordinación con la academia para evaluar el impacto del procesamiento en la calidad nutricional de productos derivados, revisar la efectividad de las estrategias actuales de suplementación dietaria y biofortificación, y reanudar la medición sistemática de todos los micronutrientes fortificantes. Finalmente, se propone reactivar el CODEMI como un organismo nacional interinstitucional de monitoreo para asegurar la coordinación, análisis y mejora continua de acciones dirigidas a reducir la anemia y deficiencia de hierro en el país. (Texto tomado de la fuente)
Abstract
The 2015 National Survey on the Nutritional Situation in Colombia (ENSIN) has shown that micronutrient deficiencies and anemia continue to be public health problems in Colombia across various age groups and population segments (ICBF et al., 2015). Despite the various national strategies for reducing them, there are currently few studies in Colombia that link these two issues (problem and strategies) beyond an analysis by Fothergill et al. using data from the 2005 ENSIN, which showed that children aged 2 to 4 years who consumed a greater amount of wheat flour-based foods had a lower prevalence of anemia, and no associations were observed among women of reproductive age or school-age children (Fothergill et al., 2019).
The objective of this study was to determine the associations between fortified wheat flour consumption and the prevalence of anemia, iron deficiency, and iron-deficiency anemia in children under five years of age in Colombia, as a way to contribute to the monitoring of the wheat flour fortification strategy. The study consists of a secondary, in-depth analysis of data from the 2015 ENSIN (data related to food consumption and iron and ferritin status in children under five years of age). Considering that the quantitative analysis assumes significant compliance with wheat flour fortification in the country for nearly 30 years, the information was complemented by a qualitative component, which, through semi-structured interviews with stakeholders at different levels, seeks to investigate the current status of wheat flour fortification in the country. This is how we interviewed representatives from the Ministry of Health and Social Protection, INVIMA, the Bogotá’s Health Department, FEDEMOL, and DSM-Firmenich (one of the companies that sells micronutrient premixes in Colombia).
The study showed that a high proportion of children between 1 and 4 years of age consume foods with fortified wheat flour (87,1%), with an iron intake of 2.3 mg/day; however, 17.6% had anemia and 14.4% had iron deficiency. Descriptively analysis showed a decrease in the prevalence of anemia and iron deficiency anemia with higher wheat flour consumption, adjusted statistical models (controlling for wealth index, intake of animal-based foods, use of supplements and complements in the previous 24 hours, and household food security) and weighted models (for the vitamin component) showed consistent significant associations.
Colombia has had mandatory fortification regulations in place since 1996, and mill compliance is high thanks to consolidated internal control processes and oversight by INVIMA and the health departments. However, challenges persist related to the highly reduced and low-quality domestic wheat production, the entry of non-fortified imported products, and regulatory gaps that exclude semolina, used in pasta, from the fortification requirement. Public-private collaboration, ongoing monitoring, and the need to adjust regulations to maintain public health progress are key aspects highlighted in the conclusions.
It is recommended to strengthen current regulations by expanding the fortification requirement to all wheat-derived products, including semolina, to avoid regulatory interpretations that affect program coverage. Furthermore, considering that wheat flour consumption does not exceed the lower limit of the food quantity suggested in the WHO Fortification Guidelines for a positive impact, it is suggested that new foods be added to the fortification program. In the proposed adjustment to the Decree being implemented by the Ministry of Health and Social Protection (MSPS), corn flour and rice are being added as vehicles in addition to wheat flour. Likewise, external surveillance should be improved, prioritizing critical points in the chain such as premix production, mills, imports, border areas, and high-trade regions. It is also important to systematize the monitoring of derived products such as bread and pasta, explore the possibility of regulating their fortification, and ensure that INVIMA leads national surveillance coordinated with health departments and public laboratories. It is suggested that studies be conducted in coordination with academia to evaluate the impact of processing on the nutritional quality of derived products, review the effectiveness of current supplementation and biofortification strategies, and resume systematic measurement of all fortifying micronutrients. Finally, it is proposed to reactivate CODEMI as a national inter-institutional monitoring body to ensure the coordination, analysis, and continuous improvement of actions aimed at reducing anemia and iron deficiency in the country.
Descripción
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